Más Statham, menos West Antes que nada, el dato que no debe faltar en una crítica de El mecánico: es una remake del film de 1972, The mechanic, protagonizado por Charles Bronson y… bla bla bla. En rigor, estamos ante una película de acción con muchas similitudes con El transportador, un poco torpe en su desarrollo, pero que se deja ver. Sólo por el papel en Los indestructibles Jason Statham merece mi respeto, y luego de varios films de acción (toda la saga de El transportador incluida, y buenas cosas como Crank y El gran golpe) podemos decir que estamos ante alguien que ocupa con dignidad el lugar que de a poco han ido dejando Stallone, Van Damme, Schwarzenegger o hasta el mismo Bronson. Statham interpreta casi siempre a un tipo durísimo, sin emociones, eficaz, creativo a la hora de matar, de voz áspera. Lo mismo pasa aquí con su Arthur Bishop de El mecánico, quien es un asesino a sueldo (el mejor) o como él se define “alguien que cumple tareas predeterminadas” (¿hello Transportador?). Esas tareas son, en general, diferentes tipos de asesinatos. Por “trabajo” deberá asesinar a su mentor Harry McKenna (el genio de Donald Sutherland) y luego entrenará al hijo de este, Steve McKenna (interpretado eficazmente por Ben Foster), y comenzará una historia de traiciones, traiciones y traiciones, también de venganza y algo de acción. Vale aclarar que la figura de Simon West, responsable anteriormente de Con Air y Tomb raider, entre otras, tropieza demasiadas veces en este film, con un desarrollo bien tosco, con pocas escenas de acción, bien filmadas pero sin sustancia interesante que las una. Porque luego de un muy buen prólogo enseguida estamos en mitad del film, allí donde no debería pasar nada ¡no sucede nada por demasiado tiempo! Intenta conducirnos por la relación maestro-aprendiz/camarada entre Bishop y Steve McKenna, que no despierta demasiado interés, ya que sospechamos desde temprano que no terminará nada bien. No hay juego con los códigos del género, ni sentido del humor, sólo lugar común tras lugar común, y aunque Statham lo sostiene todo, no puede por sola presencia hacer que la película fluya con más naturalidad. Hacia el final El mecánico se despierta, sobre todo con la escena del ataque de los dos protagonistas a Dean (el jefe de la organización para la que trabaja Bishop, interpretado por Tony Goldwyn), aunque no remonta lo suficiente como para olvidar el tedio de unos minutos atrás. Por lo tanto, las dudas de West resultan en un film irregular, que no es un bodrio absoluto pero casi. Una lástima porque podría haber sido el film vertiginoso de los primero minutos, pero termina siendo uno más de los estrenos fallidos y olvidables de este año.
James Cameron’s Boring Con muchas personas (amigos, compañeros, lectores de Fancinema) he compartido comentarios o pequeñas discusiones acerca de los lugares comunes, códigos, convenciones y clisés en el cine. Generalmente concluyo, con toda facilidad, que a veces son necesarios y validos, pero que una película no puede ser sólo eso, porque sino pasa lo que en Sanctum 3D. Efectivamente, Sanctum es como una fábrica de autos robotizada: rápida, eficiente y sin alma, como si todos los involucrados se hubieran reunido a hacer la película en tiempo, forma y dentro del presupuesto, y ninguno se acordara de llevar el corazón y la garra. No es porque la historia no lo permitiera: hablamos de un relato de supervivencia, en el que un grupo de espeleólogos (exploradores de cuevas) se encuentran en una caverna gigantesca en Papúa-Nueva Guinea. Debido a una fuerte tormenta, esta empieza a inundarse y los protagonistas deberán encontrar la salida por el extremo aun no explorado de la cueva. Entonces tenemos aquí todos los elementos: el experto Frank (un duro Richard Roxburgh), su hijo Josh (Rhys Wakefield), el patrocinador millonario de la expedición Carl (Ioan Gruffudd), su novia (Alice Parkinson) y Crazy George (Dan Wyllie), el amigo de Frank, casi tan experto como él. Hay también un ambiente natural hostil, momentos de decisiones difíciles, cuestionamientos morales que vienen al caso, buenas imágenes de la cueva, 3D. Incluso el director Alister Grierson se encarga de subrayar el tosco desarrollo de la relación padre-hijo entre Frank y Josh; es decir, todo lo esperable y nada mas. Ni la supuesta claustrofobia que se genera en los intricados recovecos de la cueva, ni la aventura prometida que jamás aparece, ni que esté basada en hechos reales, ni el nombre de James Cameron entre los productores que aparece en el afiche, nada es excusa suficiente para la existencia de este bodrio. Grierson no logra en ningún momento los clímax necesarios, su cámara va torpe al lado de unos personajes planos, a veces hay imágenes impresionantes del lugar, y otras veces todo es tan confuso, que no se saben ni por dónde vienen ni hacia dónde van Frank y compañía. Sanctum intenta abrirse camino entre lo dramático y el horror, pero se queda en el medio, no intimida y sus personajes no importan. Sencillamente, las convenciones y clisés son parte del lenguaje cinematográfico. Ayudan a aceptar, en cierto grado, algunas inverosimilitudes, o al reconocimiento y contextualización de tal o cual género. Pero cuando una película está compuesta sólo por esto, sus responsables abandonaron toda posibilidad artística en ella y estamos ante simple mercancía industrial sin valor y olvidable. Por lo tanto, si de cuevas se trata, mejor meterse en la del El Descenso 1 y 2. Chau Sanctum, nos vemos una tarde de sábado en Telefé.
Tibios Pensaba en el trío Edward Norton – Milla Jojovich – Robert De Niro antes de empezar a ver La Revelación. Inmediatamente comenzó el intenso prólogo, a todo trapo dramático (alegoría con insecto aplastado incluida), e intenté sacarme de la cabeza al divertido De Niro que aparece en Machete, al Norton de El increíble Hulk y a la Jojovich asesina de zombies de Resident Evil. Poco a poco se empieza a dibujar la historia con el pulso tambaleante de John Curran, que finalmente se queda a medias con todo lo que propone, que tampoco es tanto. La cosa es así: Jack Mabry (Robert De Niro), un burócrata oficial de libertad condicional, comienza a tener audiencias con el convicto Gerald “Stone” Creeson (Edward Norton), para tramitar su libertad por buena conducta. La mujer de Stone, Lucetta (Milla Jovovich), intentará manipular a Mabry para conseguir la libertad de su marido. En fin, interesante o no, la sinopsis es lo más sólido que se desprende de un guión que tironea entre el thriller y el drama, y en donde ambos se quedan sin fuerza. Porque, por un lado se genera misterio y tensión, a veces sin sentido y casi siempre inconducente; por el otro no hay un desarrollo claro de ninguno de los personajes, ni siquiera de Jack Mabry, cuyo transcurso en el film es previsible y sólo se subraya que es un chupacirios dubitativo (transmisiones de radios religiosas incluidas) y patético a varios niveles (la mueca de la boca torcida hacia abajo de Robert también viene con el combo). Qué decir de las interpretaciones, por un lado el exagerado de Norton que compone a un Stone divertido al principio, que se expresa diciendo “fucking” cada dos sílabas y que luego, tras cierto interés religioso, se vuelve tranquilo, aburrido, y no estallará nunca más, aunque por suerte no deja de decir “fucking”. Milla Jojovich hace las veces de Lucetta, la novia de Stone, sobre la cual Curran se encarga de subrayar que lo suyo es el sexo, cuando los demás personajes o ella misma dicen: “Lucetta consigue lo que quiere”, “Luceta hace lo que quiere” están diciendo: “Lucetta te garcha para conseguir lo que quiere”. Su aparición es el catalizador de la historia, sin ella no habría película, o si la habría pero mucho peor, y Jojovich hace más o menos lo que le sale, como todo lo que aquí sucede, nunca se termina de definir bien que es lo que quiere Lucetta, tampoco ayuda su perfil de maestra jardinera- novia de convicto – semi-ninfómana, en fin la verosimilitud tampoco es una virtud que haya importado demasiado a los responsables de esta cosa. Y que mas, De Niro, como muchas veces, a media máquina, con un personaje odiable como Mabry que termina como debe terminar, pero que nunca se va de mambo como debería, ni con Stone, ni con Lucetta ni con su esposa Madylyn (hecha con la cara tensa de Frances Conroy). Como a medida que escribo me voy enojando más, sólo decir que la mejor palabra para describir a La revelación es: fallida. Sí, un lugar común de la crítica pero que se inventó para este tipo de situaciones, películas burocráticas que se basan en nombres de estrellas, eslóganes, lugares comunes y que no sólo no cumplen con lo que prometen, no queman ni congelan, son tibios.
La mano que mece la piedra 127 horas es otro de los films con varias nominaciones al Oscar que se han estrenado, casi todos, en el ultimo mes en Argentina. Al respecto, sólo voy a decir que está un escalón por debajo de la calidad de films como Red Social, Temple de Acero o la magnifica Toy Story 3. Desde los títulos, Danny Boyle nos ofrece un panorama detallado y claro de lo que vamos a ver, la historia de Aaron Ralston (James Franco) en los cañones de Utah narrada al ritmo del videoclip mezclado con publicidad de bebida hidratante y música pop/rock a todo trapo. Es que a esta última creación del bueno de Danny la desmesura le queda bien. Basada en el libro de Ralston “Between a rock and a hard place” (expresión equivalente a la castellana “Entre la espada y la pared”) 127 horas relata detalladamente un fin de semana en el que Aaron Ralston pretende hacer rapel en los cañones de Utah, y en una mala maniobra queda atrapado. James Franco interpreta a un hiperactivo Ralston con la suficiente solidez como para sostener solo casi todo el film. Franco compone un ser repleto de energía, que parece que fuera incapaz de detenerse o de salir del estado de ebullición, personaje a la medida de los fines estéticos de Danny Boyle que acompaña con una fotografía saturada de colores ardiendo, música veloz, montaje frenético y con recursos que van desde, la división de pantalla, hasta la utilización de imágenes en video digital. El resultado es pura potencia, una gran cantidad de imágenes apabullantes que logra desde el principio captar el interés, hasta que Aaron queda atrapado. Allí comienza otra historia, detenida, sin lugar hacia donde escapar, entonces Boyle sigue hacia delante, continua el viaje (sin sutilezas) desde la psicología del Ralston, alucinaciones, fantasías, recuerdos, sueños, todo pasa delante del protagonista y también delante nuestro, desde aquí la película toma un impulso que le alcanzara hasta el final. Boyle es un tipo con oficio y con un estilo fácilmente reconocible, en 127 horas retoma una manera de narrar que le dio sus frutos en la moralmente discutida Slumdog Millionaire (2008) llevándolo a ganar el Oscar. En mi opinión ni esta, ni aquella son sus grandes obras, sobre todo porque se tratan de historias “inspiradoras”, con un mensaje un tanto berreta, aquello del “éxito ante la adversidad extrema”, ante lo cual, le queda un poco ridícula tanta canchereada visual. Personalmente siempre he recordado a Exterminio (28 days later) como lo mejor de este director, su película más sólida, más bestial, de música potente e imágenes inolvidables para quienes gustamos del género. Este film nos invita a un loco viaje, junto a su protagonista, hacia la libertad absoluta del paisaje desértico de Utah. Contado con una imaginación y desmesura tal que debería ser vista en la sala de cine. Danny Boyle no se guarda nada de lo que hoy tiene para ofrecer y logra al menos un film digno, entretenido, explicito y de alto voltaje en todos los sentidos. Y si, también una historia de superación y esperaza Queda en el espectador decidir si acompañar o no a Ralston en su viaje y tragedia, en su opresiva trampa de piedra, en su angustia y en su decisión.
Mil desquiciados y filosos dientes Alexandre Aja conoce el cine de terror, sus códigos, clisés y efectismos. Solo con ver esa aplanadora llamada Alta tensión (Haute Tension, 2003) se puede apreciar su habilidad para el uso de la violencia y la revulsión, su muñeca para el suspense, y también nos damos cuenta de que mira cine de terror. Luego en su filmografía siguieron 3 remakes: una versión de El despertar del diablo (The Hills have eyes, 2006) de Wes Craven, técnicamente mejorada y absolutamente brutal; un irregular refrito de la coreana Espejos Siniestros (Mirrors, 2008) y esta desfachatada versión de la ya desfachatada película del talentoso de Joe Dante, Piraña (1978). La cosa es así: tras una serie de temblores submarinos se han liberado unos peces prehistóricos devora-hombres en el Lago Victoria, una población que en las vacaciones de primavera se llena de gente joven para divertirse. Según nos enseñaron algunas películas (y Los Simpson) las vacaciones de primavera o spring brake norteamericanas son un descontrol total, puro reviente y poca ropa, una via de escape gigantesca para la alienación rutinaria, y eso también es exactamente Piraña 3D. Un irrespetuoso recreo, basura alegre, como panchos y cerveza después de un recital de tu banda preferida. Aja utiliza el mismo mecanismo que con El despertar del diablo. Allí mantiene el espíritu del cine explotación de los setenta, pero actualiza la estética, mantiene la crudeza pero aumenta la violencia a niveles asfixiantes. La Piraña original era un intento tardío de explotar la estela de éxito de Tiburón. Era divertida, ingenua y desprejuiciada como lo es Joe Dante en varias de sus incursiones en la pantalla grande: ver sino Aullidos (1981) o Gremlins 1 (1984) y Gremlins 2 (1990), y hasta el mejor capitulo de Masters of horror, ese chiste de una hora llamado Homecoming (2005). Aja conserva ese espíritu desvergonzado, y exagera todo: la loca fiesta en el lago (hasta hay estrellas porno en el reparto); las pirañas son mas grandes, mas letales y con el CGI mas grosero de la historia; la estupidez de algunos personajes y un final al mejor estilo film clase B que quiere convertirse en saga. La principal virtud de Piraña 3d es que es honesta y autoconsciente, no hay engaño en su propuesta de “personas escapando de monstruos carnívoros” y está contada como tal, a ritmo frenético, sin detenerse en los personajes o en tal o cual situación, yendo como por un tubo hacia la inevitable orgia de sangre y gore. Y tampoco hay algo más. A la hora de los homenajes, aparece el querido Richard Dreyfuss, que ya no tendrá tanta suerte como la tuvo (al menos durante un tiempo) con el tiburón de Spielberg. También está el mejor científico loco de la historia de las historias, Christopher Lloyd, haciendo exactamente de científico fuera de sus cabales, intacto y desquiciado. Entonces Piraña 3D es una suma de partes que da un resultado mas o menos, que algunos apreciamos y otros discutirán fuertemente. Es, con todo lo que ello implica, la exaltación al cine de evasión sin la más minima vergüenza. Divertida, sangrienta, sexy, olvidable y caradura.
Destino sudamericano La casa muda se presenta desde su web lacasamuda.com, como la primera película en Latinoamérica (y la segunda en el mundo) en ser filmada con una cámara de fotos (una Canon EOS 5D Mark II); y también dice ser la primera de terror filmada en un sólo plano-secuencia, es decir, sin cortes. Con esa información entré al cine, queriendo descubrir de qué se trataban aquellas afirmaciones. En primer lugar, con respecto a la cámara, sea de fotos o no, la calidad de imagen es bastante buena, así como el sonido, digna de ser proyectada en cualquier sala. Ahora bien, el tema del plano-secuencia (PS) es un poco más complicado. Este recurso técnico de narración (sin cortes entre los planos) causa sensación de inmediatez y ayuda a crear un clima de tensión, pero también es bastante limitado, y utilizarlo para todo el film plantea desde el principio muchas dificultades y desafíos, que Gustavo Hernández resuelve con oficio la mayoría de las veces. Por momentos la cámara sigue a los personajes desde cerca, luego abre el plano, cambia de punto de vista o se vuelve subjetiva, todo con movimientos fluidos que le dan ritmo al la historia. La utilización del “fuera de campo” también está muy bien, mostrando poco y reduciendo el resto a sonidos y oscuridades, logra momentos de suspenso muy efectivos. Sin embargo, la tensión está distribuida de manera irregular y la historia frena. Porque, mas allá de la muy buena actuación de Florencia Colucci (sobre quien recae todo el peso dramático de la película), al sostener demasiado los momentos de suspenso, estos se van diluyendo y son difíciles de retomar, ya que a veces el remate de la situación llega un poco tarde. Y ahora lo más difícil para mi, que le tengo cariño a este film: El gran problema de La casa muda es la subtrama que intenta desarrollar en el medio de la acción, para justificar el accionar (¡viva la redundancia!) de los personajes, sobre todo del personaje de Colucci. Todo esto por simples razones: es confusa, distrae y obliga a la película a un giro sorpresivo brusco, de aquellos que hacen que algunos la odien y otros la adoren. A tal punto, que al salir de la proyección dos pre-adolescentes me preguntaron: ¿Vos entendiste algo?, yo les dije que sí, pero mi explicación las dejó más confusas creo. En fin, subtrama que le quita fuerza al comienzo y molesta, en un film que podría haber sido demoledor. Buena noticia, es que al fin se estrena, en circuito comercial, una película de genero Latinoamericana, que puede competir en calidad y factura técnica con la mayoría de lo que nos llega de Hollywood o Europa. Y, agregando que la semana que viene se estrena comercialmente Sudor frío, y que para mas adelante se espera Fase 7 (ambas argentinas), podríamos decir sin timidez, que el cine fantástico del continente está pasando un buen momento, dando un salto de calidad y cantidad que esperemos se prolongue. En fin, La casa muda ofrece, miedo, suspenso, una casa horrorosa de la zona rural uruguaya, ¿Qué más querés? Si seguro te bancas cosas horribles de las tierras del Tío Sam. Además ya lo dijo Borges, o lo debe haber insinuado, no hay nada más sudamericano que morir por el filo de un cuchillo, salpicando sangre en los pastos de las llanuras de este bendito continente.
Amarga venganza El cine de terror vive en un continuo ciclo de agotamiento de ideas y reinvenciones. Así como a fines de los 90`s y principios de esta década, la veta estaba en las remakes de películas orientales (japonesas sobretodo) con temáticas sobrenaturales, a grandes rasgos, hoy el rumbo está marcado por las remakes del cine de explotación de los 70`s y de los slasher y películas gore de los 80`s. Escupiré sobre tu tumba es la remake del film del mismo nombre de 1978 , y podría clasificarse en un subgénero del cine de explotación llamado rape and revenge (violación y venganza). Este tipo de películas, junto con otras más emblemáticas como La Masacre de Texas o La noche de los muertos vivientes, revolucionaron la forma y el contenido de los films pensados para dar miedo o asco o lo que sea. Usando una fotografía áspera y cruda, casi de documental, y “explotando”, con sensacionalismo, temas como la violencia, el sexo, lo sangriento y sádico, desmayaron a más de uno que no sabia con lo que se iba a encontrar. Entonces, todo esto para decir que “Escupiré…” no es para todo el mundo, hay que soportar no sólo un nivel se violencia y sadismo extremo, sino también cierto relativismo moral. Sorteando esos escollos es una historia con ritmo, entretenida y aterradora. Evidentemente a Steven R. Monroe, no le quedaba más opción que aumentar la apuesta sangrienta y ponerle un poco de imaginación a las formas en las que la gente debe morir en su película. Porque, por lo demás, el guión es casi idéntico al original con menos lagunas quizás y mejor actuado también, destacando un poco la pequeña demonia de Jennifer Hills (Sarah Butler). La historia avanza sin problemas hasta que llegan a las escenas principales, la de violación y la de venganza. Allí se detiene y se regodea, además, hacia el final, cuando se ataron todos los cabos sueltos lo único que queda es una espiral extrema de sadismo, quedan advertidos. También hay allí una forma de mostrar la violencia sobre los cuerpos hija de Saw (El juego del miedo), super-explicito y super-sangriento, esas escenas que hacen desviar la vista, lo cual es un poco molesto. En estas películas el tamaño de la venganza es directamente proporcional al tamaño de la agresión original, así que cuando vean lo que le hacen a la chica estos 5 salvajes, ya se podrán imaginar lo que les espera. Aquí un punto conflictivo del film, por momentos, parece poner al mismo nivel las acciones de la victima y los victimarios, Jennifer de repente parece ser más peligrosa y sádica que aquellos engendros. Y ella lo dice: “Yo también era inocente”. Ok ya sabemos lo que le hicieron. ¡No hace falta justificar el aluvión de violencia Monroe! ¡Además no te preocupó al principio, porque te importó al final! Escupiré sobre tu tumba y, La ultima casa a la izquierda de Wes Craven fueron en los 70`s, emblemas del rape and revenge. Hoy, que todo el cúmulo de films de explotación se está reversionando, las remakes de ambas dejan la sensación de causar algo parecido a lo que hacían los originales, escándalo, indignación, terror, pero a una nueva generación acostumbrada a otros códigos y clisés. Porque para ser honestos ni aquellas originales ni estas nuevas versiones son genialidades ni mucho menos. Además en aquella época, Craven ponía mejores títulos de lo que filmaba. Por último decir que si te bancaste Irreversible, o La ultima Casa a la izquierda, podés ver esta tranquilamente y entretenerte, o lo que sea que busques mirándola. Y aprovechar para avisar que la gente de Paura Flics, la productora platense, tienen su propia rape and revenge llamada “No moriré sola” que está muy buena y es mas fiel al estilo setentista que las anteriormente nombradas, los mismos responsables de “Sudor Frío” ¡que se estrena esta semana!
Canta, Christina, Canta… Tenía mucho sueño antes de entrar al cine para ver Noches de encanto, así que tomé un café negro, reuní optimismo y la esperanza de no dormirme ni aburrirme demasiado. No me gustan los musicales, cuando en algunos capítulos de los Simpson se ponen a cantar, cambio de canal; pareciera que los encargados del doblaje no se decidieran del todo entre subtitular las canciones, dejarlas en ingles sin nada, o doblarlas, los resultados son siempre espantosos. El musical es un genero con muchas convenciones bastante explicitas, a Noches… no le falta casi ninguna. Ali (Christina Aguilera) es una moza de un bar de mala muerte en un pequeño pueblo, con (al parecer) gran talento para cantar. Harta de su presente decide ir a Los Ángeles a probar suerte y cae en el club nocturno Burlesque dirigido por Tess (Cher) y su amigo Sean (Stanley Tucci). Las cosas comenzaran a mejorar para ella, y luego a empeorar de nuevo para finalmente volver a mejorar. Así las cosas, parece mentira que tres personas hayan sido necesarias para escribir el guión de este artefacto, no sólo porque ha sido visto un millón de veces, sino también porque es demasiado evidente que la historia es un pretexto para unir la secuencias musicales. Demasiada pavada superflua, más allá de buen algún chiste del súper-estereotipado personaje de Stanley Tucci (el amigo gay que merodea los ambientes predominantemente femeninos). Leo por ahí, en el recomendable Diccionario de cine de Eduardo A. Russo, en la definición de Comedia Musical: “… Las convenciones del musical, altamente expuestas para el publico, que debía saltar del personaje al actor cantante o bailarín, y luego volver a la trama, llevaron al género a peripecias cada vez más intrincadas, que elevaban a más de un espectador al éxtasis mientras que su vecino de butaca era consumido por el tedio y la irritación más profunda…” Esas sensaciones dispares creo que pueden ocurrirle a gran parte del público, sin embargo, personalmente no fui consumido por el tedio, y mi novia (que gusta mucho de los musicales) no fue elevada al extasis por Noches de encanto. Definitivamente es una película a medias, que no cae en el pozo gracias a Cher, y, por sobre todo, gracias a Christina Aguilera Es que la ex cantante teen pop tiene un vozarrón impactante, y, aunque tenga ese defecto de algunos virtuosos de exagerar en la demostración de sus posibilidades, y además sea de madera terciada para actuar, tiene gracia, talento, sensualidad y el toque justo de inocencia para interpretar los números de cabaret. Es la responsable de la música, y se nota, cada cuadro está hecho para que se luzca en muchos sentidos. Cher de una voz profunda y con mucho más oficio deslumbra y divierte en sus pocas apariciones musicales. Y aquí otro reproche al film ¡no cantan juntas! Como en una película promocionada casi como “la de Cher y Aguilera” a nadie se le ocurrió juntarlas en el escenario, ¡Steve Antin sos un pecho frío! En fin, Noches de encanto funciona en la sucesión de cuadros musicales, allí avanza con gracia y entretiene, gracias al verdadero talento de Aguilera y Cher, que es, interpretar canciones, luego tiene al siempre efectivo Stanley Tucci y nada mas. Así que, por favor canta, Christina, canta, que tú no cantas como ninguna
Virus incontrolable Ok, otra remake de una película de terror. Aburridísimo si largo acá, en este primer renglón, aquello de “la falta de ideas en la industria”, o lo otro de “lo innecesario de las remakes”. Además no lo creo así, muchas remakes están muy bien, y hasta superan al original. ¿Este es el caso? Más o menos. La epidemia es el refrito de un film de George A. Romero (el papá de los muertos vivientes) de 1973 llamado The crazies y la historia, en ambas películas, es básicamente la misma: los residentes de un pequeño pueblo estadounidense empiezan a sucumbir a un desenfreno incontrolable de violencia, causado por un virus experimental del Ejército que se propagó accidentalmente a través del agua. En un intento por controlar la epidemia, las tropas bloquean los accesos a la ciudad, aislando a los pocos ciudadanos no infectados que quedan, y dejándolos a merced de “los locos”. Hasta ahí llegan las similitudes, porque mientras el film de Romero se centra en el accionar del Ejército, caricaturizándolo y tratándolo de inoperante (estaba aún viva la guerra de Vietnam), con un estilo casi documental y un montaje por momentos caótico; el de Breck Eisner es un poco más clásico, centrándose casi exclusivamente en el grupo de sobrevivientes, especialmente en David y Judy Dutten (Timothy Olyphant y Radha Mitchell, respectivamente) y logra la primera meta de las remakes, actualizar aceptablemente la técnica y algunos temas del original El Ejército en la versión 2010 tiene la carga post 9/11, carece del más mínimo escrúpulo y compasión que Romero mostraba en 1973. Aquí se aniquila con efectividad y jamás se pregunta, son órdenes, y si se va de las manos… bueno ustedes verán La epidemia. En fin, el fascismo sin matices, que le regalan al mundo las tropas de George W. La epidemia tiene mesetas, unos primeros 30 minutos demoledores, y luego, de a poco, comienza a diluirse, siempre con picos de suspenso y violencia bastante aterradores. Hacia el final mejora, pero nunca vuelve a ser lo que fue en un comienzo. En conjunto es entretenida y vale la pena si querés ir al cine a ver una de miedo, pero ojo, esto ya lo viste antes, desde Exterminio a El amanecer de los muertos pasando por Portadores. Es que en verdad The crazies es de lo más flojito de Romero y esta nueva versión es sólo un poco mejor, más ritmo, violencia y acción, manteniendo cierto discurso en contra de la US Army, entreteniendo a la vez, y sin una pizca de originalidad. Este año (al igual que el anterior) viene cargado del virus incontrolable de las reversiones (sobre todo en cine de género), ojalá haya sorpresas. Esta no estuvo tan mal.