Dos años atrás veía la luz El Sorprendente Hombre Araña, el reboot cinematográfico de uno de los más emblemáticos superhéroes de Marvel. Si bien seguía fresca la trilogía con Sam Raimi en la dirección y Tobey Maguire en el doble papel de Peter Parker y su alter-ego arácnido, no le fue nada mal: la buena muñeca del director Marc Webb y Andrew Garfield como nuevo protagonista le dieron una nueva inyección de energía al personaje y un cambio de tono, menos naif y más moderno, enigmático. Para continuar subiendo la apuesta, hoy tenemos la esperada segunda parte. Ya establecido como superhéroe, El Hombre Araña combate el crimen en las calles de Nueva York. Ya ningún criminal puede combatirlo… o eso parece. Una vez más, algo terrible se está gestando en Oscorp. Por un lado, Max Dillon (Jamie Foxx), un técnico de Oscorp que, tras un accidente en el laboratorio, se convierte en Electro. Por otro, Harry Osbourne (Dane DeHaan), heredero de la empresa y viejo amigo de Peter, quien tendrá su oportunidad de hacer desastres como el Duende Verde. Dos pruebas de fuego para el joven Parker, quien, además, debe terminar de resolver cuestiones de su pasado -la desaparición del padre (Campbell Scott), involucrado en experimentos confidenciales- y su relación con Gwen Stacy (Emma Stone); aunque ambos continúan amándose a pesar de los peligros que se avecinan.
El género policial siempre tuvo un lugar destacado en el cine argentino. Durante la “época dorada” tuvimos exponentes como Fuera de la Ley, de Manuel Romero, y Apenas un Delincuente, de Hugo Fregonese. En los ’80 llegaron los films de Juan Carlos Desanzo, entre los que se destacan En Retirada y La Búsqueda, además de Noches sin Lunas ni Soles, a cargo de José Martínez Suárez. A partir del siglo XXI cobró nueva vida gracias a Un Oso Rojo, de Israel Adrián Caetano, y, sobre todo, desde El Secreto de sus Ojos, a la que le siguieron Las Viudas de los Jueves, Sin Retorno, Todos Tenemos un Plan y Tesis sobre un Homicidio. Estas últimas cinco fueron producidas por Haddock Films, Telefe Cine y la española Tornasol, también responsables de la flamante Betibú. Basada en la novela de Claudia Piñeiro (autora del libro en el que se basó Las Viudas…), comienza con la misteriosa muerte de Pedro Chazarreta (Mario Pasik), un poderoso empresario. Al principio parece un suicidio, pero pronto se descubre que fue asesinado. Un crimen nada fácil para resolver: la víctima fue encontrada en su casa, en el country La Maravillosa, y no hay indicios de la irrupción de ningún extraño. Por supuesto, la prensa no deja de estar pendiente, sobre todo los especialistas en casos policiales del diario El Tribuno: el veterano Jaime Brena (Danial Fanego) y el recientemente ascendido Mariano Saravia (Alberto Ammann). Y se les sumará una pieza clave: Nurit Iscar (Mercedes Morán), periodista devenida en autora de bestsellers, conocida por sus allegados como Betibú. Ellos tres, con la colaboración de informantes y de otros personajes cercanos, investigarán el caso y descubrirán que se trata de la punta de un iceberg que amenaza con emerger.
Y Marvel Films no para. Por suerte. Ya de lleno en la “fase 2” de las andanzas de Los Vengadores, ahora le toca nuevamente a Steve Roger, el Capi (Chris Evans), volver al ruedo en solitario. O no tanto, porque esta vez lo acompaña la avenger más hermosa y letal: Viuda Negra (Scarlett Johansson). Ambos descubrirán que S.H.I.E.L.D. incurre en extraños y peligrosos manejos. Nick Fury (Samuel L. Jackson) revela que hay un programa ambicioso para detener a los criminales del mundo antes de que cometan atrocidades, y con sólo disparar unos pocos misiles... Un concepto desaprobado por Steve y sus colegas, pero no por los infiltrados en la organización, quienes comenzarán a perseguir y atacar a nuestros héroes. ¿Tendrá algo que ver Alexander Pierce (Robert Redford), el alto mando de S.H.I.E.L.D.? Para peor, los malos de turno tienen un as en la manga: el Soldado del Invierno (Sebastian Stan), un mercenario cuya aura de misterio sólo es superada por su eficacia para exterminar a sus oponentes. A diferencia de Capitán América: El Primer Vengador, que transcurría durante la Segunda Guerra Mundial y funcionaba como uno de los seriales que hacían furor en aquellos tiempos, esta secuela es un moderno y vibrante thriller político con secuencias de acción. La estructura remite a los mejores exponentes de ese subgénero, con auge en los ’70, como Los Tres Días del Cóndor, protagonizada -no por cualidad- por Redford. Esas películas cuestionaban el mundo que nos rodea, principalmente a quienes supuestamente deberían servir y proteger. Pero la película no se queda en un producto serio, ya que los directores Anthony y Joe Russo (responsables de la serie Community) saben insertar humor y hasta momentos dramáticos e introspectivos: pese a su carácter de luchador contra el mal, Steve aún debe encontrarle la vuelta al siglo XXI y empezar de cero en cuanto a relaciones de amistad y sentimentales.
En 2007, Zack Snyder dejó en claro que era un director a seguir cuando estrenó su segunda película. 300, la adaptación del celebrado comic de Fran Miller, es un explosivo combo de violencia, subversión y entretenimiento como no se veía desde los audaces tanques de Paul Verhoeven. Dividió aguas, generó copias y parodias, pero jamás pasó desapercibida. Luego de ideas y venidas, hoy llega un nuevo film ambientado en esa particular visión de un episodio de nuestra historia. 300: El Nacimiento de un Imperio no es una secuela ni una precuela: la acción sucede en paralelo a lo acontecido en la película anterior, en medio de la lucha de los griegos contra la avanzada del imperio Persa. Aquí el protagonista es el general Temístocles (Sullivan Stapleton), responsable de asesinar al rey persa original, que en breve es sucedido por su vengativo y extravagante hijo Jerjes (Rodrigo Santoro). Pero el brazo armado más temible de este ejército es Artemisia (Eva Green), quien liderará una flota dispuesta a derrotar a la resistencia griega. Temístocles y los suyos deberán ser más fuertes e inteligentes para defender sus tierras y poner fin a la hegemonía del enemigo.
¿Qué pasaría si tu pareja desaparece de golpe, sin dejar rastros? En el caso de Ulises (Nicolás Woller), no piensa detenerse hasta encontrar a Alma (Guadalupe Docampo). Para eso se adentrará en la vida íntima de su novia: los amigos, los compañeros de trabajo, los recitales, la facultad… El primer ejemplar de un libro de Jorge Luis Borges, que se caracteriza por una errata, le dará una pista que podrá llevarlo no sólo a la chica sino a un asunto más oscuro y complejo de lo que había imaginado. Errata es una historia sobre la obsesión. Ulises está obsesionado por encontrar a Alma, pero también surgen personajes con obsesiones distintas, algunas relacionadas con lo material, y otras, con lo psicológico. Y nos muestra cómo esas obsesiones son llevadas al extremo de cometer actos para nada correctos. El guión nos lleva por un camino para luego tomar otro rumbo (vueltas de tuerca mediante), y rescata elementos del cine negro y hasta de Alfred Hitchcock, sin nunca vanagloriarse de citas explícitas. Y cuando la acción está contada desde el punto de vista de Ulises, los recuerdos y los momentos oníricos remiten al Polanski más extraño. En su ópera prima, Iván Vescovo elije una dirección diferente a la mayor parte de sus colegas del cine argentino actual, ya desde el formato: en vez de cámara digital, recurre a una de 16mm, que contribuye a generar un clima urbano, atemporal, misterioso, sin ponerse denso y sin descuidar la narración. Con un puñado de locaciones, nos muestra una ciudad que parece Buenos Aires pero que podría no serlo (aquí se nota la influencia de Invasión, de Hugo Santiago, justamente co-escrita por Borges e influencia confesada por Vescovo). Para transportarnos a este microcosmos, resulta fundamental la fotografía blanco y negro a cargo de Emiliano Cativa y la sugestiva banda sonora de Bauer.
¿Qué se puede contar sobre Romeo y Julieta que ya no se haya dicho? Que la tragedia más famosa de William Shakespeare regresa a la pantalla grande… aunque no de la mejor manera. La premisa y los personajes son siempre los mismos: Romeo y Julieta, dos adolescentes que se enamoran pese a ser hijos de familias enfrentadas entre sí, lo que los llevará a mantener una relación oculta, con terribles consecuencias. Lejos de la original y vibrante propuesta de Baz Luhrmann en Romeo+Julieta, este film retoma el estilo clásico del texto original, que sigue teniendo como mejor representante cinematográfico a la adaptación estrenada en 1968, dirigida por Franco Zeffirelli y protagonizada por Olivia Hussey (nacida en Argentina como Olivia Osuna) y Leonard Whiting. De hecho, fue filmada en locaciones reales de Italia, empezando por Verona, donde transcurre la mayor parte de la acción. Una prometedora vuelta a las fuentes, que también se tradujo en fidelidad a las líneas y descripciones creadas por Shakespeare.
El matrimonio de Ernesto (Luis Ziembrowski) y Helena (María Ucedo) no pasa por un buen momento. Aunque viven en una estancia, en medio del bosque de Salta, lejos de la ciudad, nos pueden escapar a la crisis de pareja; crisis agravada por la imposibilidad de tener hijos. En ese contexto llega Joaquín (Alejandro Buitrago), un primo de la mujer, quien debe terminar de recuperarse de problemas con adicciones. Pero el huésped, con su inquietante manera de ser, no hará más que alterar más la vida de los dueños de casa. Deshora es un drama contado como un thriller intimista y perverso, y la directora Bárbara Sarasola-Day se encarga de imprimirle un estilo propio, que evita los clichés. Los puntos fuertes están puestos en las miradas, las metáforas y en acciones que parecen decir poco pero que significan mucho y reflejan la extraña e inesperada tensión sexual entre los personajes. Además, la directora saca provecho de los parajes salteños, especialmente los bosques, siempre con una finalidad narrativa...
De los monstruos clásicos, Frankenstein es el que más despierta compasión. Creado a partir de restos humanos por el científico Víctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley, publicada en 1818, él sólo quería ser aceptado. Claro que sus horribles cicatrices y su inicial torpeza para comunicarse provocaron el rechazo de la gente. Y así, este individuo trágico, marginado, quedó como motivo de pesadillas para miles de generaciones. Boris Karloff fue quien inmortalizó su imagen más icónica, pero hubo más versiones en numerosas adaptaciones cinematográficas. En Yo, Frankenstein conocemos su otra faceta: la de repartidor de piñas y patadas… o algo por el estilo. Al principio, la historia toma elementos del libro, pero enseguida va por otra dirección: nuestro antihéroe (Aaron Eckhart) descubre que es perseguido por demonios que pretenden secuestrarlo para oscuros fines, pero es rescatado por las gárgolas, que conforman una raza con fines benignos, más allá de que no dudan en recurrir a la fuerza si es necesario. Descontento por el horror que produce su presencia y los intereses de los dos bandos sobrenaturales, Adam -tal como es bautizado por la reina de las gárgolas (Miranda Otto)- se aísla en parajes remotos durante siglos. Cuando regresa a la civilización, el mundo es distinto… aunque hay cosas que siguen vigentes: el asco de las personas al verlo y, sobre todo, los demonios, quienes esta vez no se detendrán ante nada. Adam deberá hacerse cargo de sus perseguidores y encontrar su lugar.
Por un lado, un semental italiano. Por el otro, un toro salvaje. Cada uno se consagró de manera separada, con actuaciones que ya son míticas. Entonces, ¿por qué no imaginar a Sylvester Stallone y a Robert De Niro enfrentándose en el ring cinematográfico? Es cierto, ya no son tan jóvenes, pero, como queda demostrado en Ajuste de Cuentas, mejor tarde que nunca. Décadas atrás, Henry “Razor” Sharp (Stallone) y Billy “The Kid” McDonnen (De Niro) fueron dos de los más importantes rivales en el mundo del boxeo. Sus enfrentamientos -con guantes o mediante palabras- eran legendarios. Y cuando estaba por llegar la pelea que decidiría cuál de los dos sería el mejor, Razor abandona el boxeo, lo que molestará por siempre a The Kid. Treinta años después, ambos son personas mayores, que permanecen lejos de la idolatría de antaño para sobrevivir como pueden. Pero el fuego del pasado vuelve a arder cuando surge la posibilidad de retomar la monumental pelea. Con el propósito de recuperar la gloria (y, sobre todo, el hambre competitiva), Razor y The Kid deberán arreglarse para promocionar el evento y, de paso, lidiar con asuntos personales que todavía los aquejan.
Luego de La Invención de Hugo Cabret -el homenaje definitivo al cine hecho desde el cine-, Martin Scorsese vuelve al estilo que lo convirtió en pasión de multitudes. El Lobo de Wall Street nos adentra en las andanzas de Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio), un broker de la Bolsa que toma vuelo con Stratton Oakmont, una agencia de corredores especializada a vender bonos dudosos usando las técnicas más insólitas, muchas veces fraudulentas. Y no para hasta convertirse en el más excéntrico multimillonario. En los ’90, cada exceso está a su disposición, empezando por sexo y drogas. Puede conducir un Ferrari Testarossa y pilotear helicópteros para luego estrellarlos, adquirir yates… Pero esta deliciosamente perversa versión de Jay Gatsby (también interpretado por DiCaprio hace unos meses) conocerá las consecuencias cuando comience a ser acechado por agentes del FBI, no demasiado contentos con el enriquecimiento de este singular personaje...