En 2017 el policía Luis Chocobar asesinó por la espalda a Juan Pablo Kukoc, en el barrio de La Boca, alegando legítima defensa, luego que el joven haya asaltado y acuchillado a un turista estadounidense y —según la versión del policía— intentado abalanzarse sobre él. Hace poco más de un mes se conoció la sentencia: dos años de prisión en suspenso y cinco años sin ejercicio de su profesión para quien popularizó con su apellido el protocolo de gatillo fácil (Resolución 956/2018) avalado por el ex-presidente Mauricio Macri y Patricia Bullrich, mientras el menor de edad
Yo no quería encontrarte de pie, tirando piedras El espigón, la gente, me mira como siempre. Francisco Bochatón, “Pinamar” Una pareja junto a sus cuatro hijos emprenden un viaje a Mar del plata para pasar las vacaciones. Desde el viaje, en la ruta, se percibe cierta tensión en los gestos de Lola (Umbra Colombo). Sonrisas suaves y fugaces que pronto desaparecen de su rostro y nos introducen en la historia de un verano que poco tiene que ver con el esparcimiento y el descanso. Al llegar a la ciudad balnearia, esa tensión comienza a ganar terreno. Desde la música hasta las olas se detecta una incomodidad en el ambiente, confirmada en una charla entre Lola y Ricardo (Beto Bernuez), mientras los hijos están distraídos jugando a los fichines.
El álbum de la familia se abre. Las fotos sirven a modo de presentación. Allí están Laura y Valeria, su padre que nunca las quiso -con la cara borrada- y la madre, Vicenta, quien empuja este relato. Ella trabaja limpiando otras casas, además de la suya, y vive junto a su hija menor en un barrio humilde. Laura, de diecinueve años, tiene un retraso madurativo. “Crece y no crece”, dice la voz en off, interpretada por la cantante Liliana Herrero. La cadencia de las palabras transmite la paciencia y el amor con el que esta madre cría a su hija, y asimismo el cansancio y la impotencia que generan un conjunto de instituciones con ideas obsoletas y burocracias que enlentecen asuntos de carácter urgente.
¿Cómo narrar la pérdida a través de los ojos de una niña? ¿Cómo mostrar los procesos de la vida y sus duelos sin que ellos cobren la forma de una tragedia? En su ópera prima, Sofía Quirós Úbeda propone un coming of age que deambula entre la casa, la escuela, los bares y los funerales de un pueblo costero, mientras la muerte y la adolescencia asoman. Como telón de fondo, el mar entrega el carácter salvaje a un presente que acompaña los momentos de liberación de los personajes en el tránsito de una etapa a otra.
La noche del 30 de diciembre de 2004 fue tan trágica como interminable. Las primeras informaciones en la televisión hablaban de heridos y fallecidos a causa de un incendio en un “boliche bailable” de Once. Pronto se dijo que era República Cromañón el nuevo local de Omar Chabán. Las cifras subían de manera continua. Mis ojos fijos en la pantalla observaban los cuerpos que se ubicaban en filas, mientras ambulancias, bomberos, quienes se acercaban a ayudar o habían logrado salir, corrían por las calles esquivando mochilas y zapatillas sin dueños.
A juzgar por su carisma, Silvia podría haber sido conductora de un programa televisivo, pero optó por ser una ama de casa, mujer de un diplomático y madre de tres niñas. Las grabaciones caseras son testigos de su belleza hegemónica y espontaneidad frente a cámara, de su deseo de estar allí, exponer su vida cotidiana, sus sentimientos -como la alegría al contar que un ser querido la llamó para felicitarla en el primer aniversario de casada o la dificultad de vivir lejos de la familia y las amistades por acompañar la carrera de su marido-. Cintas que reflejan cierto aire de vanidad. Vanidad que representa también a ese personaje que para ella era una “mujer ideal”, Scarlett O’Hara.
Yo soy travesti, aunque mi DNI diga `mujer´. Yo soy Lohana Berkins: travesti. Sino, seguimos aceptando que los genitales nos dan la identidad. El travestismo rompe con eso. Nos construimos. Lohana Berkins (…)El rechazo lo tienen usted en esa mirada de mierda que no sé de dónde creen que tienen ese derecho de hacernos sentir que debemos explicaciones o que solo nos cabe la noche o una remera grande o un solo género. Gaita Nihil
Cumbia que te vas de ronda nos muestra la complejidad de lo popular a partir de escuchar diferentes voces con el objetivo de dar una definición del género musical al que hace referencia. Este es el punto de partida de Pablo Coronel, director y acordeonista de Rosa mimosa y sus mariposas, la primera banda de cumbia de Portugal. País elegido para comenzar un documental que cruza los océanos recolectando imágenes, a la vez que va a la búsqueda de los orígenes ancestrales de esta música donde se exponen múltiples formas de apropiación entre la dominación y resistencia.
Ezequiel (Juan Pablo Cestaro) es un adolescente de quince años en pleno despertar sexual. Mientras su familia está de viaje, invita a un conocido a la pileta. El tiempo compartido y la tensión que cree percibir entre ambos le dan la suficiente confianza para que mientras miran revistas de pornografía, le proponga masturbarse. El visitante rechaza esta idea, explicando antes de huir, que a él le gustan las chicas. La anécdota no parece afectar demasiado a Ezequiel, quien sigue atento a la búsqueda de nuevas aventuras.