El Vengador del Futuro reloaded Hacer comparaciones siempre ha sido algo odioso para quienes las hacen y para quienes la reciben; pero si es cuestión de hablar sobre adaptaciones, el asunto es inevitable. Este es el caso de la nueva versión de El Vengador del Futuro (Total Recall), que tras 22 años de aquella versión estrenada en 1990, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y dirigida por Paul Verhoeven, regresa a la pantalla grande para renovar las ideas futuristas de esta historia, basadas en el relato de Philip K. Dick, a quien también le debemos agradecer por películas como Blade Runner y Minority Report. El film dirigido por Len Wiseman (la mente detrás de la saga de Underworld) y protagonizado por Colin Farrell como Douglas Quaid, cuenta la misma historia del espía rebelde a quien le borraron la memoria y descubre su verdadera identidad al ingresar a Rekall, un sitio en donde implantan recuerdos falsos. Antes de que algo nuevo pase por la mente de Quaid, sin querer, descubre que tiene habilidades que desconocía y se transforma en la persona más buscada de La Colonia (New Asia), y UFB (United Federation of Britain), las dos únicas ciudades habitables que quedan en la tierra. La primera es una ciudad tan sucia como oscura, donde habita toda la escoria de la sociedad; y la segunda es la ciudad donde habitan los ricos y poderosos. Resulta ser que, como en la versión anterior, Quaid es un espía que se alía con el líder de los rebeldes Matthias (Bill Nighy) y junto a Melina (Jessica Biel), planean revelarse contra Cohaagen (Bryan Cranston, Breaking Bad), quien quiere aplastar a La Colonia. A diferencia de la versión de Verhoeven, en esta historia Marte es excluida, y Wiseman se enfoca en crear dos ciudades tan palpables como futuristas. Definitivamente la virtud de esta nueva versión de El Vengador del Futuro es su estética y las innovaciones tecnológicas, que transforman a la historia en algo más sustentable y adecuado a la época, pero sin abusar de los efectos sorprendententes. Las escenas de acción, desde su coreografía, hasta su montaje son otros de los pro de esta historia, que tiene la intención de ser más seria y sobria que la anterior, con mucho estilo a Minority Report, I Robot, y a veces hasta Inception, pero justamente por esto, la película no resulta innovadora. Colin Farrell se pone a la altura de esta sobriedad en la que está envuelta la película, y resulta más efectivo y creíble que Schwarzenegger, y hasta se puede decir que es una buena actuación a la hora de ponerse en acción, pero no alcanza para que el film pueda ser catalogado como bueno. Esta nueva versión de Total Recall es densa a causa de sus diálogos (la versión anterior se lucia más por sus toques de humor), y en los momentos más entretenidos e inteligentes cómo historia, Wiseman los deja pasar de largo sin pena ni gloria, porque no sabe desarrollar escenas que no sean de acción. Y tal cual cómo en 1990, el final de esta versión deja gusto a poco. El Vengador del Futuro es una película en donde abundan las escenas de acción bien logradas, y que tiene una historia más rica, y hasta más original a la historia de Dick, pero con un guión perezoso que desaprovecha aquellos elementos que podrían haber mejorado la historia. La nueva versión de Wiseman podría haber sido exitosa si hubiese explotado más la crítica y la lectura política y social que ligeramente muestra, y si hubiese aprendido de los errores de la versión anterior.
Rock of Ages ama el rock ‘n’ roll ¿Quién no ama el rock de los 80? ¿Quién no tiene uno de esos grandes éxitos del glam y hard rock en su lista de favoritos? Si en algo se caracteriza la época de los 80 es por habernos dado grandes himnos del rock, que les guste o no, series como Glee han revivido nuestra memoria musical. Adam Shankman, quien supo trasladar maravillosamente a la pantalla grande el exitoso musical de Broadway, Hairspray, regresa con la misma fórmula. Rock of Ages (La Era del Rock) es la adaptación del musical (2009) que recorre de forma histriónica la época de los 80, con su música y su moda, y que desde un primer momento nos introduce al mundo del rock sin pedirnos permiso. En 1987, Sherrie (Julianne Hough) una soñadora chica de Kansas llega a Hollywood para convertirse en cantante, y nacer como tal desde el escenario de The Bourbon Room, el club más famoso del Sunset Strip, en donde las mayores estrellas de rock han nacido, siendo el epicentro de esta historia. Paralelamente, La Era del Rock cuenta las historias de Dennis Dupree (Alec Baldwin) y Lonny (Russell Brand) los dueños del bar que atraviesan una dura situación económica, además de estar en plena lucha con la ultra religiosa Patricia Withmore (Catherine Zeta-Jones), esposa del gobernador Mike Withmore (Bryan Cranston), quien quiere cerrar el lugar. Mientras tanto, Stacee Jaxx (Tom Cruise) promete presentarse en The Bourbon Room en un último show con su banda Arsenal, antes de lanzarse como solista. Dennis y Lonny esperan superar la crisis con el show de Stacee, pero el villano de la película, el manager del cantante, Paul Gill (Paul Giamatti) no deja títere sin cabeza y de todos se aprovecha. Con una genial desfachatez, Rock of Ages se convierte en un uno de los placeres más culposo a medida que las canciones se suceden. Con mucha energía y diversión subida de tono, que casi roza lo grosero, suenan canciones que quizás nunca te gustaron, pero los mashups del playlist hacen que este musical sea muy fácil de disfrutar. Melodías familiares para algunos, eternos himnos, clásicos del rock para otros forman parte del setlist de la película, como “Don’t Stop Believing” y “Anyway You Want It” de Journey, “Nothin’ But a Good Time” y “Every Rose Has its Thorn” de Poison, “I Want to Know What Love Is”, “Waiting for a Girl Like You” cortesía de Foreigner, “Paradise City” de los Guns ‘N’ Roses (con solo escribir estos títulos, emociona), “Wanted Dead or Alive” de Bon Jovi, “I Love Rock ‘N’ Roll” de Joan Jett, entre otras decenas de canciones. La película está llena de actores dispuestos a comprometerse con sus roles y sus letras, salvo algunas excepciones, y tomarse la locura inherente del guión de una forma muy seria, que entretiene bastante al espectador mientras sigue el ritmo de las canciones moviendo los pies. El lado más inocente de la película y sus clichés románticos de momento aburren. El error, quizás, sea la mala elección de los actores para los dos papeles principales: Diego Boneta y Julianne Hough (Footloose, Burlesque). Su historia ‘romántica’ es sosa y forzada, y la voz de Hough es atroz para las canciones que le toca interpretar. Por otro lado, aunque parezca irracional y raro, el dúo Baldwin-Brand funciona muy bien como tal, y hasta se puede decir que puede agradar sus actuaciones (sí, me refiero a Brand también). Hablemos de lo importante. Hablemos del retrato de rockero en manos de Tom Cruise, porque a esto se reduce la película, de cierta forma. Hablemos de cómo puede ser que este actor, que muchas veces es puesto en discusión de si es buen actor o no, no se anime a más papeles cómicos. Stacee Jaxx es el calco exacto de la ridiculez de todo cantante de rock que se te pueda cruzar por la cabeza, desde Axl Rose hasta Steven Tyler. Cubierto de excesos y sudor, Tom Cruise pone lo mejor de sí, con una voz muy (¡muy!) entrenada para cantar una gran clásico como “Pour Some Sugar On Me” de Deff Leppards. Muchas veces inexpresivo y con pocas palabras para decir, Stacee se convierte en el personaje más divertido de observar. Junto a Less Grossman (Tropic Thunder), pueden poner a Stacee Jaxx entre las mejores interpretaciones del actor. Como dice la canción, “We Built This City (on Rock ‘n’ Roll)”, Rock of Ages es construida con mucha admiración hacia el rock. Su trama principal es pobre, pero sus subtramas enriquecen la película opacando lo malo. Adam Shankman le rinde homenaje a los años 80 reviviendo el mejor espíritu de la época a través de su música, su moda, con mucho estilo de video clip, pero sin la necesidad de convetirlo en uno. Muchos podrán quedar descontentos con la película en sí, argumentando que no es un fiel reflejo de la época o que faltan clásicos, pero lo cierto es que Shankman, lejos de superar a su mejor trabajo, Hairspray, tiene como objetivo trasladar un gran musical de Broadway a la pantalla grande, dejando muy de lado las tablas.
Argo, la apuesta politica de Ben Affleck y su esperanza como director Solo unos pocos creíamos que Ben Affleck poseía algún talento oculto y que todavía ni el mismo lo había descubierto. Actoralmente, carece de expresividad emocional y se dio cuenta de ello el día que dejó de hacer comedias románticas para pasar inadvertido con papeles austeros como el de George Reeves en Hollywoodland o su personaje en The Company Men. Personalmente creo que no estaríamos hablando de él de no ser por los tantos errores que cometió durante su carrera y de los que claramente aprendió. El día que Affleck decidió darle forma a proyectos sumamente personales, fue el día en que dejamos de reírnos de él. Su ductibilidad para contar historias nos asombró sin posibilidad de dejar dudas al respecto. En Desapareció una Noche (Gone Baby Gone, 2007) dirigía a su hermano Casey Affleck en una historia propia, al igual que en Atracción Peligrosa (The Town, 2010) en donde se daba el lujo a la vez de actuar, y demostrarnos que quizás la emotividad no es lo suyo, pero que también ningún director supo sacar a relucir el mejor lado actoral de Ben Affleck, que irónicamente, terminó por convertirse en un gran director de actores.Solo unos pocos creíamos que Ben Affleck poseía algún talento oculto y que todavía ni el mismo lo había descubierto. Actoralmente, carece de expresividad emocional y se dio cuenta de ello el día que dejó de hacer comedias románticas para pasar inadvertido con papeles austeros como el de George Reeves en Hollywoodland o su personaje en The Company Men. Personalmente creo que no estaríamos hablando de él de no ser por los tantos errores que cometió durante su carrera y de los que claramente aprendió. El día que Affleck decidió darle forma a proyectos sumamente personales, fue el día en que dejamos de reírnos de él. Su ductibilidad para contar historias nos asombró sin posibilidad de dejar dudas al respecto. En Desapareció una Noche (Gone Baby Gone, 2007) dirigía a su hermano Casey Affleck en una historia propia, al igual que en Atracción Peligrosa (The Town, 2010) en donde se daba el lujo a la vez de actuar, y demostrarnos que quizás la emotividad no es lo suyo, pero que también ningún director supo sacar a relucir el mejor lado actoral de Ben Affleck, que irónicamente, terminó por convertirse en un gran director de actores.Solo unos pocos creíamos que Ben Affleck poseía algún talento oculto y que todavía ni el mismo lo había descubierto. Actoralmente, carece de expresividad emocional y se dio cuenta de ello el día que dejó de hacer comedias románticas para pasar inadvertido con papeles austeros como el de George Reeves en Hollywoodland o su personaje en The Company Men. Personalmente creo que no estaríamos hablando de él de no ser por los tantos errores que cometió durante su carrera y de los que claramente aprendió. El día que Affleck decidió darle forma a proyectos sumamente personales, fue el día en que dejamos de reírnos de él. Su ductibilidad para contar historias nos asombró sin posibilidad de dejar dudas al respecto. En Desapareció una Noche (Gone Baby Gone, 2007) dirigía a su hermano Casey Affleck en una historia propia, al igual que en Atracción Peligrosa (The Town, 2010) en donde se daba el lujo a la vez de actuar, y demostrarnos que quizás la emotividad no es lo suyo, pero que también ningún director supo sacar a relucir el mejor lado actoral de Ben Affleck, que irónicamente, terminó por convertirse en un gran director de actores. Esta vez nos compete hablar de su más reciente trabajo como director y actor en Argo, quizás el proyecto menos personal de Affleck, pero el mayor logro como director y actor. Con un prologo vertiginoso, cuasi documental, maravillosamente creativo y raro de ver en una película de carácter político, Argo cuenta cómo fue que el 4 de noviembre de 1979 la revolución iraní lleva a invadir a la embajada de Estados Unidos en Tehrán, donde toman 52 norteamericanos de rehenes. En el medio del tumulto, seis trabajadores de la embajada escaparon y se refugiaron en la casa del embajador canadiense. Concientes de que era cuestión de tiempo que los iraníes se dieran cuenta de la situación, la CIA planea la extracción de los diplomáticos. Para ello, solicitan a un experto del asunto, Tony Mendez (Affleck), quien dará una solución tan bizarra como peligrosa. Mendez, con perfil de héroe anónimo, comienza a planear la producción de una película de Sci-Fi, junto a los personajes hilarantes de Alan Arkin y John Goodman, con el fin de entrar a Irán en busca de locaciones para su película y hacer pasar a los seis diplomáticos como parte del equipo de filmación. Ben Affleck con su ágil relato de la operación que Bill Clinton dio a conocer en 1997, critica duramente la hipócrita política de Estados Unidos en mayor medida, y Hollywood como industria en menor. En contraposición a lo que haría el mejor amigo de Ben, Jason Bourne, el director retrata el lado pasivo e inteligente de la CIA, que pocas veces se muestra en el cine. Sin la necesidad de alguna escena de acción, con grande explosiones o alguna grandilocuente persecución, Argo nos cuenta la vertiginosa operación ideada por Mendez, que pone bastante nervioso al espectador ya sea si conoce previamente lo que pasó o no. Affleck sabe exactamente que es lo que quiere y eso hace que deje una muy buena y sobria interpretación de Mendez, así como logra muy buenas interpretaciones de Bryan Cranston como su jefe, Arkin y Goodman como dupla creativa o un grupo de actores casi desconocidos que deben retratar a personas reales en una situación verídica. Con una cámara un tanto pasiva, la película, nos conduce simultáneamente durante toda la película a lo que le sucede a sus siete protagonistas en Irán, lo que sucede en USA con la CIA y la falsa productora hollywoodense, y lo que sucede con los iraníes, que están al acecho de los norteamericanos. La fluidez y el detallismo en el relato de Affleck es lo que hace en parte de Argo una excelente película, a la que se le adhiere la magnifica fotografía de Rodrigo Prieto que ayuda a dibujar la época de los setenta. Para colaborar con la tensión y el suspenso visual, la banda sonora de Alexandre Desplat está sincronizada al cien por cien con cada emoción y cada clímax. Argo, casi no dejan dudas de que estamos ante la presencia de un gran descubrimiento del ultimo siglo. Ben Affleck habiendo dirigido tan solo tres películas, se forja de un carácter con destellos de Michael Mann y Clint Eastwood, y demuestra que es un director que tiene una gran capacidad para leer, escribir e interpretar historias, que superan ampliamente a directores que llevan varias décadas en la industria. Al final de la historia, para demostrar que no hay escena que sobre, Affleck muestra las imágenes y personas que lo inspiraron para retratar una historia que insta a querer darle un apretón de manos y decirle ‘tu Oscar te espera’. Con más directores como él, Hollywood tiene la esperanza de renacer.
Looper, asesinos del futuro acorralados por su pasado Las películas que han empleado los viajes en el tiempo han agotado los clichés en vez de repensar las implicaciones de su paradoja que construyan a un mejor film. El concepto del viaje en el tiempo pertenece a la fantasía y como tal, está sujeto a las reglas impuestas por el escritor y de ellas depende que tan cerrada y buena sea la trama. Looper podrá no ser una película perfecta, pero sus implicaciones del viaje en el tiempo entre otras cuestiones, la convierten en un de los mejores films de ciencia ficción del 2012 y hasta uno de culto para el género. Looper se conforma por una complejidad narrativa poco vista en el cine y un estilo visual clásico de los films noir. Su director y escritor Rian Johnson, quien tiene dos películas indies subestimadas (Brick y The Broothers Bloom), refresca el género, reciclando elementos y detalles de algunas de las películas más famosas de sci-fi, como Terminator, Blade Runner y Viaje al Futuro. Protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, quien interpreta a Joe, un asesino especializado, bien remunerado por un oscuro sindicato del crimen, que envía a la gente que quiere muerta 30 años en al pasado, donde los Loopers los esperan para asesinarlos sin dejar rastro. La complicación en la trama se desarrolla cuando en el presente (2044), donde los viajes del tiempo todavía no han sido inventado, un nuevo jefe del futuro (2074) comienza a cerrar ciclos, lo que significa que los Loopers asesinan a una versión 30 años más vieja de ellos mismos, sin darse cuenta hasta que el hecho ha sido perpetrado. La versión más vieja de Joseph Gordon-Levitt es Bruce Willis, quien escapa de ser asesinado por su versión más joven para poder cambiar el futuro, en donde encontró una razón para vivir: el amor de una mujer. Willis mientras escapa de su antiguo jefe Abe, un vil Jeff Daniel (The Newsroom)y de su versión más joven, planea buscar y matar a su futuro jefe, que en el presente 2044, sería solo un niño. Aunque la interpretación de los viajes en el tiempo de Johnson no es más realista comparada con todo la que ya hemos visto, se siente de esa manera a causa de la tardía aparición en la trama y la omisión de explicar cómo se dan. Es que Looper utiliza como historia de fondo los viajes, de forma suficientemente detallada para una sensación de verosimilitud, sin la necesidad de empantanarse en la minucia de los detalles. Ir más allá para explicar porque Looper es una película muy bien lograda por donde se la mire, es indagar en exceso detalles que revelarían los giros de la trama. Esta no sería bien solventada de no ser por la construcción de sus principales personajes y quienes los interpretan (Willis, Gordon-Levitt, Emily Blunt, Paul Dano, Jeff Daniels). Una mención especial para Pierce Gagnon, un nene que nos da una de las mejores actuaciones que se ha visto en este año y que a más de uno dejará con la boca abierta. El minucioso estudio de Bruce Willis por Gordon-Levitt para interpretar a una versión joven del calvo es escalofriantemente asombroso e incomodo, al punto de que nos distrae de la trama para poder contemplar su trabajo de caracterización tan bien detallada. Gestos, frunces, carraspeos, entonaciones, no hay nada que a Levitt se le pase por alto para ser un reflejo fiel de Willis. Looper cuenta con personajes bien desarrollados y contundentes, que se mueven en una sociedad que recuerda a los cuentos de Philip K. Dick, con una ambigüedad moral discutible. El film es intelectualmente satisfactorio, de gran alcance emocional y con un final que no defrauda. Es una historia convincente, de la mejor manera imaginable, haciendo de Looper, sin duda, uno de los mejores films del año, que algunos pocos podrán ser capaces de apreciar.
El Legado de Bourne, su estigma A yankeelandia le encantó encontrar en Jason Bourne un gran espía que estuviese a la altura del británico James Bond. Basado en los libros de Robert Ludlum, desde el 2002 hasta el 2007 pudimos ver como Jason Bourne y sus tres películas, “The Bourne Identity” (2002), “The Bourne Supremacy” (2004) y “The Bourne Ultimatum” (2007) se apoderaban del género de acción, con un personaje que se desprendía de la imperfección de clásicos como James Bond o Ethan Hunt (Mision Imposible). Después de que las tres películas recaudaran cerca de mil millones de dólares a nivel mundial, era de esperarse que la productora Universal Pictures estuviera dispuesta a llevar al cine una cuarta aventura de Bourne. Todo indicaba que Matt Damon volvería al personaje y que Paul Greengrass volvería a dirigir, hasta que este se retractó y Damon no quiso trabajar bajo otra dirección que no fuese de Greengrass (The Bourne Supremacy y Ultimatum) o la de Doug Liman (The Bourne Identity). Tony Gilroy, quien fue el guionista de todas las películas de Bourne y se introdujo en el arte de la dirección con la obra maestra que resultó ser Michael Clayton, aceptó el reto de hacer una cuarta de Bourne. El problema es que Cross necesita de las drogas que le suministraban para rendir al máximo. Su única solución es reunirse con la doctora Martha Shearing (la bellísima Rachel Weisz), quién se encargaba de los estudios a los agentes de Outcome, y que casualmente sobrevivió a una masacre intencional en su laboratorio. Ambos tendrán que huir de las constantes amenazas de sus ex jefes, quienes están al mando del vil y brillante Edward Norton. Cuando uno se topa con secuelas, precuelas, o en este caso, un spin off (historia paralela), es difícil no tratar de comparar las historias previas con la actual. El peso sobre los hombros de Tony Gilroy y Jeremy Renner es inmenso, por este “legado” que la historia de Jason Bourne dejó en los géneros del espionaje y la acción. El personaje de Renner logra diferenciarse del personaje de Bourne, logrando que Cross sea un agente más tajante, rápido, calculador y sumamente frio. Se nota que la acción es lo que mejor le sienta y que con ella se siente cómodo. Por otra parte, se puede decir que Gilroy no convierte al film en algo propio, dado que no agrega nada nuevo a las anteriores películas de Greengrass y Liman. Esto no significa que sea malo, sino que el director apuesta a lo seguro. Pocas explosiones, buenos excesos de cámara en mano, ausencia de armas descomunales, peleas sumamente coreografiadas y muchas escenas de acción, que hacia el final, se tornan aburridas por la inverosimilitud de las mismas, que tira por la borda la lógica de lo que se mostró con Jason Bourne. No es que las anteriores de Bourne hayan sido muy lógicas en el tratamiento de los sucesos más elocuentes; pero se supone que Cross es un agente mejor preparado que Bourne, y sin embargo deja muchos cabos sueltos en el transcurso de la historia, los cuales Jason Bourne no se hubiese permitido. Además, el guión de Gilroy da mucha vuelta y mucha explicación para llegar a los eventos claves, y por momentos se torna lenta narrativamente, tornándose casi aburrida. Renner y Weisz tienen muy buena química y dentro de la primera hora, la historia que desarrollan funciona dentro de lo que sería la lógica del agente; pero otra vez, si se compara con la lógica de las películas de Jason Bourne, las decisiones de Aaron Cross no tienen mucho sentido. Jeremy Renner es quien queda mejor parado en la película, porque termina por probar que es un verdadero héroe de la acción con los nervios camuflados, que sabe cómo construir a sus personajes con mucha credibilidad. En definitiva, “El Legado de Bourne” funciona muy bien como un thriller de espionaje en donde abunda la acción de buena calidad, pero su legado, el legado que Bourne nos dejó, se convierte en el estigma del film por romper con los códigos de sentido común que tenían las películas de Matt Damon. No sé siente que el film está relacionado con Jason Bourne hasta que se lo nombra, o hasta que en el final, “Extreme Ways” de Moby, el tema característico del personaje, comienza a sonar.
Ted, el mejor amigo del hombre Cuando de comedias se trata, no soy una persona fácil de complacer. Estoy en la edad en que recién comienzo a relajarme con las comedias de Judd Apatow; sin embargo nunca le di chances a los productos de Seth MacFarlane, como The Cleveland Show, American Dad o Family Guy. ¿Conservadora? Puede ser. Sin embargo en Ted, la opera prima de McFarlane en el séptimo arte, encontré una comedia que me hizo reír hasta llorar y quedarme sin aliento. Ted, cuenta la historia de cómo John Bennett pidió a los 8 años que su regalo de navidad, un tierno Teddy Bear, se convirtiera en su mejor amigo. Dicho y hecho, Ted cobra vida. Bajo la promesa de “best thunder buddies for life” el vinculo que une a John y Ted dura por los siguientes 25 años de vida, en los que ambos, ya adultos, prefieren evitar las responsabilidades y seguir en un estado de inmadurez absoluto. Pero John (Mark Wahlberg) tiene una hermosa novia Lori (Mila Kunis) que, a pesar de querer mucho a Ted, necesita que se aleje de su novio para que éste madure de una vez por todas. Es que estos dos amigos son tan inseparables como holgazanes; viven bajos los efectos de las drogas, miran “Flash Gordon” cuantas veces pueden y no tienen nada por qué preocuparse realmente. Una trama sencilla hasta lo descripto, entonces ¿por qué habría de considerar Ted como una de las mejores comedias vistas en años? Sencillo. A pesar de no ser simpatizante del humor televisivo de MacFarlane, la aplicación de ese condimento fue exactamente lo que hizo que Ted me resultara desopilante. El personaje de Ted es una mezcla de ternura e insolencia en su máxima expresión, que combina a personajes como Stewie y Alf, en un ambiente que venera a grandes iconos de los años 70-80, como Indiana Jones, Garfield, Tintin, Star Wars, Flash Gordon y E.T. Ted no podría haber sido más creíble sino fuese porque el mismo MacFarlane es quien le da la voz al oso, que a veces hasta posee más expresividad que el resto de los actores. Sin embargo, el oso sin su mejor amigo, Wahlberg, no podría ser tan bueno (o malo). Es que el actor quien no tiene muchas comedias en su filmografía, aún cuando demostró ser muy bueno en The Other Guys (2010), se encuentra muy cómodo en su papel de eterno adolescente, que adolece la idea de poder perder el amor de su vida o tener que separarse de su eterno mejor amigo. Además Marky Mark trabaja muy naturalmente con la idea de un objeto que será animado por CGI. La mayor parte del mérito es del guión y de MacFarlane, por grabar su voz en cada escena, detrás de cámara y no en post producción, lo que ayuda a la interacción que tiene con Wahlberg y el resto de los personajes. ¿La prueba? Yace en una de las mejores peleas que verán entre un oso y un hombre. Párrafo aparte, otra buena decisión del director fue elegir a Giovanni Ribisi para interpretar al “villano” de la comedia, con una personificación que combina lo ridículo con lo tétrico. Aún cuando su papel es pequeño, siempre es un placer ver la gran capacidad actoral de Giovanni. Siendo políticamente incorrecta, tan honesta como irreverente, Ted y su director se dan el gusto de criticar sin escrúpulos a todo aspecto estúpido de la vida norteamericana. Sin miedo a pasarse de la raya, incluso con chistes referentes al 11-S, Ted exprime chistes de cada situación con una insolencia y vulgaridad que traspasa fronteras. Ted no es cualquier comedia. Su clave del éxito está en su originalidad que parte de animar lo inanimado, mezclar el humor chocante con la ternura de una verdadera amistad, y añadir pequeños detalles que hacen al todo, como el relato de Patrick Stewart (cuidate Morgan Freeman!), los constantes flashbacks, la adhesión de efectos sonoros que solo funcionaban en televisión. Es trascendental y creativa por sobre todas las cosas. Sin ser una admiradora del humor de MacFarlane, hay que reconocerle que como director, escritor e intérprete tiene una gran capacidad por igual. Su humor acido en este caso es realmente excéntrico, acompañado por una narrativa muy inteligente que no descuida sus subtramas y que fluyen al igual que la amistad de Ted y John, y su amor por Lori. Con Ted ha logrado una comedia que va a permanecer y a pertenecer a esta generación, haciendo reír a todo el mundo sin excepciones, inclusive hasta los más conservadores.