Anexo de crítica: -Pocos exponentes del cine de espionaje aparecen últimamente, eclipsados por la pirotecnia de mediocres thrillers que exageran en verosimilitud y cuyas tramas presentan enormes huecos narrativos. Por eso El Topo es un prodigioso ejercicio de estilo, prolijo, audaz en el planteo que hace foco en tres pilares fundamentales: reparto de lujo, personaje con todas las cualidades de un antihéroe y una compleja y atractiva historia de espionaje a la vieja usanza donde sólo se escuchan los tiros cuando es necesario. Imperdible.-
Anexo de crítica: -De elipsis en elipsis, siempre hacia adelante tanto Spielberg como su caballo dejan la mirada esperanzadora en una fábula algo simplista, revestida por una estética bella gracias a la incorporación de ocres y naranjas desde la fotografía de Janusz Kaminski y la banda sonora omnipresente del recurrente colaborador John Williams tan excesiva como la duración de esta nueva épica Spielbergiana, que parece además rendirle un homenaje al director John Ford.-
Una mueca ya pronto serás Igual que ocurre con Hugo, El artista es, antes que una película, una declaración de amor al cine y al mismo tiempo se concentra en el correlato de una historia de amor sencilla entre un actor del Hollywood de los 20 y una aspirante a actriz, quien logra catapultarse al estrellato durante la transición del cine mudo al sonoro. No hay salvatajes a último momento –como solía ocurrir en las películas de aquella época- para el derrotero de George Valentin (Jean Dujardin), quien a pesar de su magnética sonrisa y popularidad no logra convencer al dueño del estudio cinematográfico (John Goodman) de que siga apostando a las aventuras del cine mudo y desestime el avance progresivo de la técnica sonora que rápidamente lo vuelve obsoleto y prescindible porque el futuro viene acompañado de nuevas voces y sonidos más que del silencio reflexivo. Entre esas voces prometedoras está la de Pepi Miller (Bérénice Bejo), un nuevo rostro que por su fotogenia pasa en un segundo de figurante de las películas de Valentin a estrella de los Estudios en lo que podría relacionarse con el star system que provocó un cambio vertiginoso en los modos de producción del Hollywood dorado e imprimió otro ritmo a la industria del cine. Sin embargo, la riqueza de este conmovedor film del francés Michel Hazanavicius, recientemente galardonado con los premios Bafta británicos, reside en haber encontrado un lenguaje cinematográfico del pasado para contar una historia de un personaje en crisis con un fuerte revés en el impacto psicológico que arrastra cualquier tipo de cambio de una realidad por otra: el cine mudo, universo de expresiones exageradas que transmiten emoción sustituido por el cine sonoro que rompe los moldes de la imaginación para acercarnos de primera mano con la realidad. Ese es el espejo en donde George Valentin se mira y se descubre persona antes que personaje; ese es el golpe letal a la ilusión de todo aquel que se entera de cómo es el truco antes de caer deslumbrado por el acto de magia y en un segundo plano una reflexión sobre la integridad artística en detrimento del negocio del espectáculo. La imagen y su reflejo; la expresión y su mueca se yuxtaponen entonces dialécticamente en un juego maravilloso de contrastes -en el que el trabajo de Guillaume Schiffman en la fotografía es excepcional- donde las referencias cinéfilas no dejan de surgir en cada plano (Fritz Lang, Murneau, Chaplin, Douglas Fairbanks, Orson Wells por citar algunos), planificado con meticulosidad por Hazanavicius, pero siempre al servicio de la narración y de los pequeños detalles para contar mejor un relato que no necesita de palabras ni sonidos para llegar a lo más hondo de cada espectador porque lo importante en El artista no son los intertítulos o los guiños cinéfilos sino la ausencia de las palabras que realza el valor del silencio en lo que paradójicamente transcurre en un contexto donde se desarrolla dramáticamente el inicio del cine sonoro. Por eso, funciona poéticamente ese genial contrapunto de sonido y ausencia de sonido que aturde al protagonista al atravesar ese proceso de transición y búsqueda para reinventarse en un nuevo escenario y adaptarse a los cambios. Resulta inmejorable por otra parte el aporte de una banda sonora de Ludovic Bource con la doble función de aclimatar la atmósfera en cada escena aunque también con una idea narrativa detrás para complementar la acción y sobre todas las cosas el estado emocional de los personajes. El lucimiento de Jean Dujardin en la que sin duda es la mejor actuación de su carrera merece elogios por encontrar el tono justo y no tentarse con la sobre exposición que por lo general recae en la sobre actuación, sumada la presencia y la belleza fotogénica de Bérénice Bejo a la que debe reconocérsele un soberbio trabajo gracias a la dirección de actores certifican los premios recibidos hasta el momento aunque el último capítulo de esta historia de amor recién se conocerá en la entrega de los premios Oscar para dilucidar si la Academia prefirió el silencio en blanco y negro o la magia del 3d de Hugo y su emotiva lección de cine. Ambas me dejaron sin palabras.
Anexo de crítica: -Con muy pocas similitudes a la versión original de la que sólo se toma los conceptos centrales de la trama, la película logra crear climas sin demasiadas concesiones a los golpes de efecto aunque en la segunda mitad pareciera obsesionarse con la acumulación de sustos que terminan por malograr unos 45 minutos intensos y muy bien llevados.-
Anexo de crítica: -Mucho menos orientado al gore, el film de Paura Flics logra con eficacia la mezcla interesante de géneros y esta vez consigue mejores actuaciones en un reparto sólido donde la española Brondo realmente se hace odiar. El grotesco con ciertas dosis de cine bizarro que encuentran en los rubros técnicos un apoyo sustancial ayudan a tapar algunas falencias del guión y desniveles narrativos que hacen de la película una acumulación de picos altos de suspense bien trabajado contrastada con picos bajos de digresiones mal resueltas.-
Anexo de crítica: -La película de Scorsese es una historia del cine y de sus comienzos contada con el deslumbramiento de un niño, que lejos de enquistarse en la cinefilia que lo caracteriza, une en un relato artesanal y maravilloso la experiencia de ver cine con la insuperable vocación de hacer cine y es por ese motivo que las ventajas de la tercera dimensión ensanchan la ventana por dónde mirar pero al mismo tiempo nos retrotrae en un viaje por el tiempo a aquel momento de la primera vez que estuvimos frente a algo único e inimaginable: un sueño en celuloide dentro de otro sueño que, una vez encendidas las luces de la sala, se acaba.-
Anexo de crítica: -Si se deja de lado ex profeso la política en una mujer que dedicó su juventud y madurez a la actividad política, primero como referente del Partido Conservador y luego como Primer ministro por casi una década donde la crisis política y social de Gran Bretaña escribieron uno de los capítulos más crudos de su historia, entonces queda la cáscara vacía de un personaje poco interesante que solamente el talento de la interpretación de Meryl Streep sumándose la magia del maquillaje y composición salvaguarda, pero que la torpeza en términos generales tanto desde la dirección como del ropaje artificioso que la rodea superan sus buenas intenciones.-
Una isla a la deriva Hay concepciones sobre la familia que la muestran representada como pequeñas islas; esos espacios donde historias e intimidad comparten el mismo ámbito, rodeados de un entorno que muchas veces puede resultar hostil. En esa isla que es cualquier familia, cada integrante cumple su rol y por lo general la voz cantante la lleva el hombre de la casa. Ahora bien, qué ocurre si aquella idílica isla de repente se viera azotada por un tsunami de tristezas o contratiempos tan potentes como para desintegrar la unión y el espacio, dejando libradas al azar pequeñas porciones de aquella isla. Cabe preguntarse entonces si es posible recomponer lo perdido o si ya es demasiado tarde y el tsunami ha transformado el entorno de tal forma de hacerlo irreconocible. La de George Clooney en Los descendientes, film de Alexander Payne -nominado como mejor película para la próxima entrega de los Oscars- no es lo que se dice una familia modelo desde hace largo tiempo y particularmente desde que su esposa quedara en estado vegetativo tras un accidente náutico con un pronóstico médico realmente aterrador. Así las cosas, la vida del abogado Matt King (George Clooney) da un vuelco de 360 grados al pasar de padre ausente de una niña de 10 y otra rebelde de 17 a padre y madre a la vez, en un largo proceso de duelo y rencor por el accidente evitable y la reveladora infidelidad de su esposa, con quien hacía un tiempo había perdido interés y el consecuente distanciamiento hubiese llegado igual antes de precipitarse las cosas. Pero no es solamente el despojo de su amada lo que Matt deberá afrontar junto a sus hijas, sino el despojo de las tierras pertenecientes a sus familiares por ser los herederos de la realeza hawaiana, que los hizo acreedores de las últimas zonas vírgenes de las islas, cuyo valor incalculable tienta a los inversionistas dispuestos a ofrecer millones por esas preciadas tierras cuando Matt es quien tiene la última palabra frente a sus primos y hermanos que no ven la hora de cerrar el negocio inmobiliario y manifiestan nulo interés por la grave situación familiar de Matt. En esa encrucijada de decisiones importantes y con el firme propósito de recuperar un tiempo perdido con sus hijas, el protagonista realiza un viaje por diferentes lugares de la isla con el objeto de reencontrarse con un pasado ancestral al que estaba vinculado afectivamente para desafectarse emocionalmente de la inevitable pérdida de su esposa. Nuevamente Alexander Payne construye una película intimista, despojada de grandilocuencia y melodrama para hablar desde el lugar de los afectos del dolor y el perdón cuando las segundas oportunidades dejan de tener asidero; de las relaciones entre padres e hijos sin escapar a los conflictos generacionales pero tampoco con un intento de bajar línea de conducta y mucho menos establecer ligeros juicios de valor. Tomar la estructura de una road movie -como ya lo hiciese en Entre copas- le permite encontrar el camino a la curva de transformación dramática de sus principales personajes, en este caso: el padre interpretado con convicción por Clooney que seguramente le otorgue la estatuilla dorada el próximo mes de febrero; la hija menor (Amara Miller), quien por su corta edad debe asimilar la carencia maternal en muy poco tiempo y la que más se destaca del elenco, la hija mayor (Shailene Woodley), que debe superar su furia adolescente para transitar un crecimiento doloroso y complementar la tarea junto a su padre. No es menos destacable el reparto de secundarios entre quienes debe mencionarse a Robert Forster, en el rol de padre de la accidentada; y Beau Bridges como uno de sus primos que sólo necesita cinco minutos de pantalla para descollar talento. Los descendientes es una película sencilla desde el punto de vista narrativo; emotiva por contar con excelentes actuaciones y justa candidata por tener entre sus filas al multifacético George Clooney, quien ante la majestuosidad del paisaje Hawaiano queda tan perplejo como su personaje al sumergirse introspectivamente en su paisaje interior. Muchas fans seguro correrán al cine para consolarlo.
Anexo de crítica: Capusotto viene a representar algo así como una perla dentro de la costra enchastrada con mediocridad que representa la cultura popular Argentina. Lugar que por diversos motivos dejara el genio de Alfredo Casero para que el hincha de racing tome la posta junto a la pluma incendiaria de Pedro Saborido y despabile conciencias bajo el pretexto del humor chabón. Por eso, su traspaso en la pantalla grande para críticar a la sociedad del espectáculo; para derrumbar al sistema conformista siendo parte de ese sistema resulta más que bienvenida en este extraño film ensayo, donde los personajes más reconocidos son el puente y la excusa para reflejar un discurso teórico sobre el entretenimiento en sus diversas facetas y la capacidad de estupidización de los medios masivos tradicionales y nuevos como la internet. Rock and Roll nene.
Dos almas a la deriva Intimista y emotiva son las mayores cualidades de esta ópera prima de la realizadora Alix Delaporte, galardonada en la Mostra de Valencia que parte de la base de un encuentro a ciegas entre una mujer (Clotilde Hesme) y un hombre (Grégory Gadebois). Ella espera en un bar luego de haber mantenido relaciones sexuales con un desconocido y él se la lleva apenas la ve. Quizás por descubrir que en sus ojos profundos se esconde una historia dura que necesita consuelo, aunque el tiempo sabrá encontrar ese momento para revelar el misterio o simplemente para prolongar el silencio y la contemplación de aquella mujer llamada Angele. Tony, decide llevarla a su casa en un pueblo pesquero y a pesar de la poca camaradería de su madre hacia la joven extraña impone su decisión dándole alojamiento y trabajo. Dos cosas que ella necesita con urgencia como parte de su camino hacia la recuperación de la custodia de un hijo pequeño a cargo de sus abuelos, a quien no ve desde hace años por estar en prisión. Más allá de la soledad y de la necesidad del afecto, ambos personajes comparten la pérdida de un familiar: ella carga con la muerte confusa de su esposo –motivo por el que le otorgan la libertad condicional- y Tony con la desaparición de su padre, presuntamente ahogado en el mar. Tanto él como su hermano continúan con la búsqueda y la esperanza de encontrar alguna señal que termine con el calvario y los deje dar una vuelta de página a la tragedia. Por eso, la llegada de Angele no sólo implica abrir la puerta al enamoramiento sino la posibilidad de fuga de sí mismo y de un entorno pesado y angustiante. La rareza de esta historia de amor entre dos almas a la deriva encuentra un rumbo a partir del desarrollo meticuloso de sus vidas, secretos, conflictos y dolores, que con mucha paciencia y un guión rico en silencios y tiempos muertos llega al espectador de forma pausada, sin forzar emociones. Esa austeridad, tanto en el relato como en la exposición de los sentimientos, es una de las grandes virtudes de este film pequeño pero grande a la vez.