La vaca de los milagros "Un cuento chino" es un retrato de la soledad. Roberto es un ferretero cincuentón y huraño, que decide ayudar a Jun, un chino perdido en Buenos Aires. El vínculo entre dos desconocidos que no se entienden una palabra se pondrá tenso, y más aún cuando Roberto decide alojarlo en su casa. Sebastián Borensztein le da un tono de comedia al cuadro dramático sin caer en el gag. Ahí es cuando más se luce Ricardo Darín, un actorazo que convoca espectadores con sólo poner su nombre en los afiches. Entre su personaje y Jun aparece una mujer, Mary, cándida y simple, que está perdidamente enamorada de Roberto. Las tres soledades rozan la emoción, la risa y la angustia. El toque insólito será que estas tres almas se unen por una vaca. Hay que ver la película para enterarse por qué.
Así como en "Desde el jardín" el personaje de Peter Sellers es elegido como un hombre con una categoría que no posee, Rango es tomado como alguien sobresaliente cuando en realidad no lo es tanto. En la historia de Gore Verbinski, director de "Piratas del Caribe", la clave del humor se dispara cuando el camaleón Rango se convierte en sheriff de un pueblo peligroso, de modo totalmente accidental. Con efectos atractivos y bajo una animación que atrapa tanto a grandes como a chicos, el filme plantea además la tan manida crisis de identidad. De una manera sutil y a veces no tanto, sobrevuela esa problemática y también la necesidad de ser reconocido y ganar el afecto de los demás, sobre todo cuando, como en el caso de Rango, la belleza no está de su lado. Con buena dinámica y acción, el filme divierte y da gusto verlo.
Había un modo de contar cuánto cuesta volar bien alto y Darren Aronofsky eligió, quizá, el más cruel. El director, el mismo de “Réquiem para un sueño” y “El luchador”, muestra el derrotero de Nina, una bailarina que es elegida para bailar “El lago de los cisnes”, pero le falta exponer su lado salvaje para interpretar bien al cisne negro. El filme se basa en las presiones del mundo del espectáculo, en este caso del ballet, pero desde el universo de un personaje ambiguo, complejo e indefenso. Hay momentos en que la película se codea con registros del género de terror y también del erótico. Sin embargo, lo que prima es una producción de notable corte artístico, de cuidados efectos visuales (el baile del final es bellísimo) y, como si fuera poco, el tenor expresivo de Natalie Portman es superlativo.
Y todo por entrar a una casa sin golpear. Hay que celebrar que una productora argentina, que viene de un buen momento con "Habitaciones para turistas", tenga su debut en el circuito comercial. Y es el caso del grupo platense Paura Flics. Pero esta película se va en golpes de efecto y resbala con una historia muy floja para un largometraje. Un joven busca a su novia y junto con la mejor amiga de ella se meten en una casa misteriosa. Allí viven dos ex torturadores de la Triple A, que guardaban celosamente toneladas de explosivos y que ahora lo usan para vengarse de esta juventud que, para ellos, son todos inútiles. El director intentó hacer un paralelo entre la dictadura y la actualidad, pero carece de rigor y resulta muy poco profundo. La película termina siendo un combo de géneros que incluye terror, suspenso, gore, erotismo, romántico y testimonial. Y termina con sabor a poco.
Las historias de Walt Disney siempre tienen una segunda vuelta. Y “Tron, el legado” es un claro ejemplo de que aquella película de culto de 1982 no sólo puede reciclarse en 2010 sino también jerarquizar la primera y dejar una puerta abierta para una tercera parte. El pasado, el presente y el futuro juegan sus cartas en esta película de Joseph Kosinski, que despunta con un Kevin Flynn muy joven (Jeff Bridges, por gentileza de la tecnología digital) en pleno diálogo con Sam, su hijo adolescente. Esa charla será inolvidable para el joven. Es que su padre, conocido como un genio creador de video juegos, se fue en moto de su casa y no volvió nunca más. La película salta al presente, con Sam ya con 27 años, heredero de un imperio de videojuegos a escala mundial, pero que se mantiene fuera de la empresa. Es que todavía sigue preguntándose por qué desapareció su padre y reniega de todo. Pero Sam recibe una buena señal y llega a descubrir la verdad. Su padre cayó preso de su propia creación y fue capturado por un mundo virtual. Sam viajará a ese universo futurista y lidiará con un villano inesperado para reencontrarse con su padre. Así será la primera vez que la pantalla devolverá la imagen más conocida del actor Jeff Bridges. La trama central será la lucha encarnizada de Sam por rescatar a su padre y reinsertarlo en la era actual. Pero nada será fácil. El mundo virtual tiene otras reglas y Sam descubrirá que aquellos juegos que lo fascinaban cuando era niño son muy crueles cuando son parte de la vida cotidiana. El filme pretende de alguna manera hacer una crítica a los grandes errores de la supuesta perfección cibernética e incluso se atreve a tener una mirada sobre la escena social. En el diálogo del hijo y el padre en el futuro, Kevin quiere ponerse al día por lo que se perdió en los últimos 27 años. Y tras lamentarse por la muerte de sus padres revela un escenario más que real: “Me imagino que los ricos siguen siendo ricos y los pobres siguen siendo pobres”. En lo que respecta a los efectos visuales, “Tron, el legado” es una perlita para los amantes de las películas de ciencia ficción, y mucho más con la posibilidad de verla en el sistema 3D. Sin ser una película con un guión brillante, mantiene una coherencia a lo largo de todo el relato, no pierde dinámica en las más de dos horas del filme y logra picos de emoción hasta el desenlace. Queda para la reflexión si el mundo virtual lleno de villanos y hombres programados no es una metáfora del mundo real.
Una joya del cine clase B con una crítica a la política estadounidense. Para disfrutar “Machete” hay que tener una mirada favorable hacia el cine de género, y especialmente al de Clase B. Robert Rodríguez, el mismo de “Planet Terror” y socio de andanzas de Quentin Tarantino, le puso el alma a esta película, en la que mixturó el western, el erotismo y la estética absurda para elaborar una película que no tiene desperdicio, que tiene una dinámica intensa, divertida y que, como si fuera poco, lanza una crítica ácida hacia la política anti-inmigración del gobierno estadounidense. El envase de la película va más allá del contenido. Porque para este caso cuenta más el concepto de los filmes de Robert Rodríguez que el guión propiamente dicho. Lo que para muchos puede ser solamente una película de acción o hasta una historia de amor, para otros será una película de culto. Pero es más justo que se la ubique en esta última opción. Machete es un ex agente federal que perdió su familia por culpa del villano del filme, interpretado por un emblema del género de acción, Steven Seagal. Danny Trejo es el mejor personaje que se podía encontrar para el protagónico. Su rostro marcado y su look identifica al mexicano tipo, aquel que se vio en los mejores spaghetti italianos de la mano de Sergio Leone. Machete respira venganza, pero derrocha humildad. Usa solo el dinero que necesita, el resto lo devuelve, y es incapaz de negarse a la tentación del cuerpo de una bella mujer, para el caso, una policía eficiente (Jessica Alba) y una revolucionaria renegada (Michelle Rodríguez). El machete de Machete es la llave de su seguridad. Es el arma que le permite hacer rodar tres cabezas en un intento y le abre el camino para defenderse solito contra el enemigo de turno, un corrupto senador que justamente está vinculado con aquel hombre que asesinó a su mujer y a su hija. La violencia es parte de la estética del filme, las escenas de peleas siempre terminan con alguna parte del cuerpo seccionada, una cabeza que explota por un escopetazo y un sable que atraviesa un tórax en medio de chorros de sangre que salpican la pantalla. Lo bueno de esta producción es que Robert Rodríguez no dejó escapar la oportunidad para que en medio de este contexto aflore su mirada mordaz hacia la clase política estadounidense. Y lo hace de la misma manera con que Machete ataca a sus rivales de turno. Clava el puñal hasta las entrañas. El senador John Mc Laughlin (igual que el virtuoso guitarrista inglés) y su burdo destino es el mejor guiño del filme. Brillante.
Un tropezón es caída. Una comedia debería, al menos, tener alguna situación risueña y, de ser posible, que no sea del estilo “hombre que pisa banana, resbala y cae”. “Boca de fresa” no invita a la sonrisa en ningún momento y las pocas invitaciones al humor pasan por la línea ya citada, aunque en este caso el hombre se tropieza, más que con su propio destino, literalmente con un tronco de un árbol, se lastima y cae. Este es el derrotero de un productor discográfico en decadencia que cree encontrar su salvación económica de la mano del autor de una canción que ahora es un éxito en los charts europeos. Como ese compositor perteneció a la productora décadas atrás, la búsqueda del autor, recluido supuestamente en Córdoba, origina un viaje en donde se combinan géneros con magros resultados. La película es lenta, aburre y peca de pretenciosa.
El dueño de la fábrica de agujas y tuberías de una pequeña ciudad cerca de Boston logró un hallazgo. Su pequeña empresa, Vita Needle, es un ejemplo que debería imitarse en todas las industrias del mundo. Allí, el promedio de edad de los empleados es de 74 años. No importa la profesión ni la clase social. Hay doctores, ingenieros, gente que nació en castillos, una mujer de 96 años que va y viene del trabajo manejando su auto, otros más humildes que están solos en el mundo. Todos trabajan lo que pueden en una fábrica cuya labor sería rutinaria para un veinteañero pero es la tabla de salvación para quienes están en el último tramo de su vida. Los testimonios de estos entrañables ancianos, en un documental de apenas 52 minutos, destilan alegría y ganas de vivir. Un canto a la tercera edad.
El tenso vértigo del final. Nada mejor que encontrarse con la película que uno va a buscar. Y eso logra este filme, identificado como "El capítulo final". El alma de Jigsaw sigue presente en este fin de juego, al menos por ahora, en un registro en 3D que no aporta demasiado a la riqueza estética. Hoffman, el seguidor del legado de Jigsaw, continúa con su venganza sobre aquellas personas que hicieron algo malo en este mundo. Y ahora se encargará de un escritor que se hace famoso por contar cómo sobrevivió a una de sus trampas. Lo terrible es que el escritor inventó todo para enriquecerse y eso es letal para este asesino serial. La película es quizá la que más sangre y gritos tiene de todas. Deja al espectador tenso durante los 90 minutos, tiene vértigo y se respira sólo en los títulos finales. Ideal para amantes de la saga.
El oficio de ser ladrón. Un grupo de ladrones vive en una ciudad donde ser ladrón es moneda corriente. Ese es el hilo conductor de “Atracción peligrosa”, el filme de Ben Affleck que peca de pretencioso, porque no cumple todo lo que promete, aunque goza de un ritmo narrativo intenso. El chico de la película no es otro que Affleck, quien interpreta a Doug MacRay, un delincuente que quiere dejar esta vida de riesgo para no andar esquivando balas hasta la vejez. Al conocer a Claire (la bella y buena actriz Rebecca Hall), piensa que puede cambiar de rumbo. Pero hay lazos de sangre que no le harán tan fácil su propósito. La película remite a tantas otras de hábiles ladrones enmascarados, como el caso de "Punto límite" (1991). Y sigue siendo alarmante la inexpresividad de Ben Affleck.