A toda agencia le llega su K Los agentes de negro vuelven y esta vez a la fórmula le agregan un viaje por el tiempo, y un nuevo actor, Josh Brolin, quien interpreta al agente K. En esta misión deben atrapar a un marciano criminal que se escapó de una prisión en la luna, pero para hacerlo el agente J (Will Smith) viaja en el tiempo hasta 1969, cuando el agente K atrapó por primera vez al villano. En el camino deberán proteger a un alienígena que a cambio los ayudará a encontrar y atrapar al nuevo malo en cuestión. El cambio de época le agrega un giro interesante a esta nueva entrega y mucho material para hacer humor. Así vemos a policías más racistas que los actuales, hippies, panteras negras y Andy Warhol, entre otras características sesentosas. Básicamente es más de lo mismo, pero la fórmula sigue funcionando. Es un cóctel de acción, muchos efectos especiales, comedia, y todo sostenido por un buen guión que sabe donde agota y cuando tiene que innovar, y en general lo hace con diálogos entretenidos con acertados toques de humor. Los tres actores principales cumplen perfectamente con su rol, y la buena química entre ellos es una parte importante de la película. Entre los roles secundarios se destacan Michael Stuhlbarg, como Griffin, un alienígena que puede hacer extrañas mezclas de presente, pasado y futuro; y Emma Thompson, como la agente O.
Un secreto que ya sabemos todos Tras el asesinato de un senador de los Estados Unidos, el FBI cree que por los rastros dejados en el cuerpo el principal sospechoso es un asesino ruso, al que desde hace años daban por muerto. Para investigar el crimen la CIA contacta a un correcto y entusiasta agente del FBI, Ben Geary (Topher Grace) que es un experto en el sospechoso en cuestión, con tesis de estudio incluida, y a un ex agente de la CIA, Paul Shepherdson (Richard Gere) que pudo con todos los agentes rusos que tenia en su lista, menos con este último. Al sujeto se lo conoce como Cassius, y parece haber tenido varios dobles o copy cats. A medida que la investigación avanza vemos varios flashbacks del pasado del agente Sheperdson y de Cassius, durante la guerra fría; informacion con la que vamos armando la historia. La película no tiene nada que no hayamos visto en varias peliculas de suspenso y acción de los 80, así que ya sabemos que cuando de agentes rusos se trata, nada ni nadie es lo que parece. La fórmula es altamente conocida. Aparentemente la industria cinematográfica estadounidense está reciclando ideas o el miedo a los infiltrados en su hermosa tierra aún no se les pasa. El filme tiene buenas escenas de acción, persecuciones, corridas, asesinatos, etc, etc, pero no logra crear un clima de suspenso interesante. En pocas palabras, cuando se nos empieza a pasar el mareo después de descubrir quién es quién, ya ni siquiera nos interesa el por qué. Las actuaciones apenas llegan a lo correcto con personajes tan simples como clásicos: el agente retirado desencantado de la vida, el joven agente con mucha energía, los rusos con cara de malos, y las esposas que esperan en casa. Richard Gere hace más o menos el mismo personaje de siempre, y Topher Grace, demuestra una vez más que lo suyo es la comedia. El único que está correcto en su personaje, con lo poco que tiene para decir, es Martin Sheen. Escenas internacionales, tiros, autos, un poco de suspenso mal llevado, y actuaciones mediocres resumen esta película, como las que siempre hay un domingo a la tarde en el cable.
Ayúdame a vivir para ellos Julián (Ricardo Darin) es un cura que está a cargo de la parroquia de una villa de Buenos Aires, y decide traer a trabajar con él a su amigo Nicolás (Jeremie Renier), un cura que acaba de vivir una tragedia en una misión del Amazonas. Luciana (Martina Gusman) es una asistente social, que junto con ellos tiene que lidiar con los problemas del barrio: el narcotráfico, los abusos policiales, y un enorme proyecto habitacional -que fue comenzado y abandonado por varios gobiernos-, los fondos del estado y del obispado que nunca llegan, y el enojo de la gente que solo los tiene a ellos para reclamar. Como en otras películas de Trapero, acá lo principal es la cercanía con la que muestra esta historia, nos mete ahí adentro, en esos pasillos que ahogan, donde llueve y el agua parece no irse nunca, nos muestra esa realidad sin filtros y sin exageraciones. La gente de la villa no habla con modismos de villero de serie de televisión, esta ahí resolviendo su vida, en el día a día. No estamos ante la historia de tres heroicos idealistas, sino de tres personas que eligieron estar ahí, y que saben que mucho no va a cambiar pero la pelean todos los días, ayudan a la gente a construir sus propias casas, tienen grupos para ayudar a adictos al paco, y siempre hay alguien pidiéndoles ayuda. Son humanos, y son reales, por eso vemos que Julián está cansado, que no duda de su fe, pero simplemente está cansado. Nicolás a veces se siente exedido por todo lo que tiene alrededor y le cuesta acatar ordenes y limitarse solo a estar en la parroquia, y Luciana se esfuerza todo el tiempo, le importa lo que hace, siempre está ayudando, pero también está cansada. La película muestra lo cotidiano de estos tres personajes, lo que les pasa durante el día, no pretende explicar nada más, ni desarrollar todos los temas que pasan por el costado, y que forman parte de esa realidad; los narcos, la policía, el rol del estado, el de la iglesia, y la obra de Mujica, que aparece como referente de los curas. Todo eso es parte de la realidad de quienes habitan la villa, y un poco de todo esto es que lo viven los personajes, con lo que cuentan, contra lo que pelean. Las relaciones entre los tres fluyen con naturalidad, la relación entre Nicolás y Luciana surge naturalmente y no es de ninguna manera el nudo de la película, que en ningún momento parece interesada en centrarse en alguna cuestión de fe puesta en duda. El contexto es tan interesante que por momentos parece tomar más protagonismo que la historia en sí. "Elefante Blanco" está, por suerte, muy lejos de mostrar la villa como la vemos en los noticieros, y nos obliga a mirarla de cerca, nos la muestra de frente. Las escenas de violencia o drama no son exageradas, ni se recurre demasiado a ellas, como si fueran lo único que puede pasar en una villa. La violencia es parte de lo cotidiano, y es así como esta mostrada por más duro que resulte. Técnicamente la película es excelente, la fotografía, los planos aéreos de la villa, la forma en que nuestros ojos llegan hasta ahí. Trapero contó esta vez con más recursos, y los ha sabido utilizar muy bien. Las actuaciones están a la altura de la película, son brillantes, principalmente son creíbles y reales, y transmiten sin excesos todas las emociones que les pasan por el cuerpo a estos personajes, que son muchas y complejas. Se destaca Jeremie Renier, como el cura gringo, que tiene que tratar de entender donde está, cuales son sus limitaciones, y que hacer con todo aquello que lo desborda. Son también imprescindibles las actuaciones de los personajes secundarios, habitantes de la villa, que aportan credibilidad y enriquecen la historia. La película que va mas allá del impacto que pueden causar sus imágenes, es un pedazo de realidad visto desde los ojos de tres personas diferentes, pero lo principal es que quieren ayudar, y están ahí para eso, por mas duro que sea.
Transformers acuáticos Basada en el clásico juego Batalla Naval, de Hasbro -compañía que anteriormente produjo Transformers-, la película continúa en esa misma línea, solo que esta vez le agrega marinos, barcos, y mucha agua. La invasión alienigena encuentra a los protagonistas a bordo de un acorazado, durante un ejercicio de maniobras. El ataque se produce en varios lugares del planeta pero, aparentemente, solo la marina de Estados Unidos es capaz de defenderse, y luego responder al ataque para salvar al mundo. A partir de ahí, la película recurre a todos los lugares comunes de este género y de otros géneros cinematográficos también; marinos responsables y orgullosos de servir a su patria, ovejas descarriadas que encuentran el camino sirviendo a su país, almirantes temibles, soldados que regresan mutilados pero que no pierden el orgullo, científicos nerds, políticos inservibles que hablan mucho, y chicas rubias que esperan la vuelta de su amado soldadito. El guión es flojo, todo lo que sucede es esperable, los recursos son simples mas efectivos, como algunos obvios golpes bajos melodramáticos, y toques de comedia estereotipados. El fuerte de la película son los efectos visuales, impresionantes hasta en el mas mínimo detalle logran el impacto buscado, de un modo desbordante más que estético. Por momentos resultan un tanto excesivos, pero cabe destacar el diseño de los aliens, que en cuanto a lo visual es lo mas destacable de la película. Es llamativo lo básico de la musicalización, mas allá de los estruendos sonoros durante las escenas de acción, se recurre a las baladas melosas en las escenas emotivas, y a clásicos del heavy metal cuando los soldados están demostrando su poderío, con una diferencia de cinco segundos, a veces, entre un tema y otro. Una vez más los aliens invaden la tierra, son cien veces mas inteligentes, superiores, con una tecnología monumental, pero los valores de estos heróicos soldados de la tierra de la libertad pueden con todo, e insisten con salvar al mundo, aunque el mundo nunca los llame.
Divorcio, mentiras y Ala La película comienza en un juzgado, donde una pareja esta exponiendo su situación, ya que ella ha solicitado el divorcio, y no hay mutuo acuerdo. Simin (Laila Hatami) quiere dejar el país e instalarse en otra parte, porque cree que de esa forma va a poder brindarle mas oportunidades a su hija. Su esposo Nader (Peyman Moaadi) no está de acuerdo, quiere quedarse en Irán, porque su padre tiene alzheimer y debe cuidar de él. Es imposible para la pareja llegar a un acuerdo, y a ella le es negado el divorcio que pidió. Aún así, la pareja se separa; ella va a vivir a casa de sus padres, y él se queda en el hogar de ambos cuidando a la hija del matrimonio, Termeh (Sarina Farhadi) -quien ha preferido quedarse con él-, y a su padre enfermo. Nader contrata a Razieh (Sareh Bayat) para cuidar la casa y a su padre, mientras él no está. Ella va acompañada de su pequeña hija. La mujer es callada, sumisa, en extremo religiosa y siempre parece estar temiendo o escondiendo algo. Su hija la acompaña, recorre la casa, juega con lo que encuentra, y se convierte en espectadora de todo lo que sucede. Un día Nader llega a casa con su hija, y encuentra a su padre atado a la cama e inconsciente. Cuando Razieh finalmente aparece, Nader le reclama por lo sucedido, discuten, ninguno de los dos entiende las explicaciones del otro, hasta que finalmente el hombre hecha a Razieh de su casa. A partir de ahí, todos los personajes de esta historia se ven involucrados en una tormenta de mentiras, ataques, ofensas y defensas. Todo estalla en una tarde, en unos minutos, en una situación que nadie buscó, pero que se desencadena por varios motivos. Desde el principio de este hecho, nadie dice la verdad, pero alguien acusa, entonces otro debe defenderse. Así queda expuesto lo peor y lo mas doloroso de cada uno. La soberbia de Nader, el miedo Razieh, el resentimiento de su esposo Hodjat (Shahab Hosseini) y en medio todo esto Simin ve la oportunidad de recuperar la custodia de su hija. Mientras tanto, las niñas de ambos matrimonios son testigos involuntarias y víctimas de lo que sucede. Unos atacan, otros se defienden, luego los roles cambian, y los atacados se convierten en atacantes. Parece no haber certezas. Es magistral el modo en que el director nos confunde, nos lleva de un lado a otro y no sabemos quien miente, quien dice la verdad, o que sería lo mas justo. Nunca toma posición, si no que nos aporta todos los elementos para que nosotros tomemos la nuestra. Mientras recorremos las excusas, explicaciones, y mentiras de todos, vamos cambiando de idea varias veces, siempre hay dudas, tenemos la sensación de que algo sigue ahí escondido, y no lo sabremos hasta el final, cuando todas nuestras suposiciones y conceptos previos, se irán desarmando de a poco. Aquí nadie es malo, y nadie es bueno, porque todos harán lo necesario para poder salir limpios de esta situación, que acorrala a todos, hasta que la verdad va apareciendo de a pedazos. Si no fuera por el contexto dramático y religioso, esta sería una excelente película de misterio, pero sabemos que no es esa la idea. Mientras tanto vemos el contraste de los matrimonios, uno pobre y extremadamente creyente, el otro de clase media, mas culto y progresista. Una mujer que teme a Alá y obedece a su marido, y otra que trabaja como profesora pero que paga un precio bastante alto por tratar de ser independiente. Un país donde el honor y la palabra tienen un peso muy importante y el sistema judicial tiene muchas falencias. Los actores se transformaron en estos personajes complejos, que tienen sus razones para actuar así, para esconderse en el silencio, mantener una mentira o manipular a quien sea necesario, y lo hacen de manera creíble, cotidiana, nada maniqueísta. La película es visualmente tan detallista como su guión, lo que ayuda a que la pieza sea coherente y completa, tanto conceptual como estéticamente.
Mito suburbano Carlos Gutiérrez (John Mc Inerny ) trabaja de día en una fábrica, y de noche junto con su banda imita a Elvis en casamientos, bingos y eventos. A medida que la película avanza, vemos que no es un simple imitador de Elvis, sino que vive y actúa como él. Su hija se llama Lisa Marie (Margarita López), y a su exmujer le dice Priscila, aunque su nombre sea Alejandra (Griselda Siciliani). Carlos solo ve peliculas y conciertos de Elvis, come lo mismo que él, y utiliza las frases de se ídolo en cualquier momento de su vida; para aconsejar a su hija, despedirse de su jefe, y otras situaciones cotidianas que resuelve como si fuera el mismísimo rey del rock´n roll. Carlos trata de vivir exactamente como Elvis, en una realidad completamente diferente, pero que no parece afectarlo, ni influirlo en la vida que eligió. Lo que no sabemos es por qué Carlos se comporta de esta manera; si se creyó el personaje, si está loco, o si solo necesita ser otra persona. Desde el principio del filme vemos que tiene un objetivo, al que va tratando de alcanzar paso a paso, hasta que un incidente cambia sus planes y forzosamente debe hacerse cargo de su hija por unos días. Por primera vez en su vida tiene que cumplir el rol de padre, y en esos pocos días logra establecer un vinculo con su hija, quien lo acepta como es. Aún así, su objetivo no cambia y una vez que las cosas vuleven a la normalidad el sigue con su plan, al que de a poco vamos descubriendo de que se trata. La pelicula podría facilmente caer en una estética bizarra, o de un humor simple, pero no hace ninguna de las dos cosas, sigue a este personaje con naturalidad, que no es exagerado en su imitación, pero es brillante en la interpetación de las canciones. Las actuaciones se destacan por lo natural, su simpleza, no hay impostaciones, y la película no cae en lugares comunes. La actuación de Margarita López es excelente, y el principiante John Mc Inerny está correctísimo en su personaje. La película no tiene sobresaltos, ni siquiera en lo técnico, es correcta la dirección de Bo, la iluminación, el sonido, y la música que acompañan a este Elvis en su camino gris por shows del conurbano, donde se cruza con otros dobles, pero él no es un doble como cualquier otro, él es Elvis, y va a vivir como Elvis hasta el final. El producto final es efectivo, pero nos vamos con la sensación de que nos podrían haber contado algo mas, de que vimos la obra de un director talentoso, con muchos recursos desde lo visual, pero que no se arriesga demasiado; o que tal vez no tiene nada mas para decir.