LA CULTURA POÉTICA DE LOS 90’S Todos los que nos dedicamos a una rama de lo artístico, nos especializamos en todo el circuito que rodea a tal o cual disciplina: el músico conoce los lugares donde emergen los nuevos sonidos, las bandas incipientes que vale la pena escuchar, qué géneros son los que arman las movidas; el teatrero conoce los directores que se diferencian del teatro anterior, los nuevos actores que la romperán más adelante, las imbricaciones de géneros que hoy en día son tendencia; el cinéfilo conoce películas que se volverán de culto más adelante, los directores que son vanguardia y que mañana corromperán el mercado, o no. ¿Pero qué pasa con un género tan elitista como la poesía? De eso nos viene a hablar Mario Varela en su documental La vida que te agenciaste, donde retoma una filmación anterior, de la década de los 90’s, con su grupo de amigos poetas y un experimento etílico que se propusieron llevar a cabo en ese momento. El documental ofrece una rica e interesante historización del movimiento poético argentino en la década de 1990, que al parecer marcó un antes y un después en el campo intelectual literario de nuestro país. Recapitulando varias publicaciones, entrevistando a varios de los protagonistas de esa época y mostrando el devenir de esas figuras hasta nuestros días, el documental reconstruye la importancia de una breve publicación que marcó una gran influencia, 18 Whiskys. Varela, siendo uno de los integrantes de este colectivo de poetas, se propone en el film buscar y entrevistar a los otros fundadores de ese movimiento y algunas personas aledañas al mismo: Fabián Casas, Daniel Durand, Rodolfo Edwards, Darío Rojo, Juan Desiderio, Laura Wittner, Teresa Panchillo, entre otros. Estas entrevistas, entrecortadas tanto con fragmentos de aquel primer documental de Varela filmado en blanco y negro, donde se muestra una maratón por ocho bares de la ciudad, en una competencia etílica a ver quién toleraba la ronda, como por lecturas en voz de off de poemas de los autores citados, nos permiten además de conocer anécdotas desopilantes de época, delimitar tanto el valor estético e histórico que tuvo este grupo dentro del campo poético de esa época y posterior también, así como dilucidar cómo era el ambiente cultural de ese momento en Argentina, en los años noventa: globalización arrasadora, pizza con champagne, la espectacularización de la política, a lo que la poesía cruda que este grupo propuso se erige como un oasis en medio de un desierto capitalista instalado por un gobierno de corte neoliberal. Varela presenta por momentos una ficcionalización del género documental, con escenas dramatizadas protagonizadas por los propios poetas y con música diegética que acompaña algunas escenas de la búsqueda de los poetas perdidos. El film atrapa y llena de curiosidad a quienes a lo ven, ya sean conocedores o no de poesía, porque muestra una vida bohemia y artística posible de llevar a cabo a lo largo de los años. Más allá que algunos de esos poetas colectivos de 18 Whiskys se hayan dedicado a otra cosa, siempre continuaron ligados con el mundo cultural y artístico que los formó y fecundó. Una frase le queda, a quien humildemente escribe esta pequeña opinión sobre este documental, marcada a fuego en el cerebro: “tratar de convertir el dolor, en aventura”. Y así debe ser, y sobre todo para quienes decidimos seguir la tan complicada veta del arte como forma de vida, llena de obstáculos, enormes placeres, frustraciones, dolores insoportables y malasangre, pero… ¿Quién no te dice que eso es la aventura del arte? Yo creo que si fuera más fácil no sería igual de divertido.
EL SILENCIO ES UN ESPACIO A RELLENAR ¿Quién sabe todo sobre su familia? ¿Cuántas cosas del relato familiar de nuestra historia nos hacen ruido? Sobre la construcción de la identidad propia y la de los otros se trata El silencio es un cuerpo que cae, el documental de Agustina Comedi. Con relatos personales, filmaciones caseras y reflexiones en voz en off, Comedi nos presenta la historia de su padre, personaje a quien ella irá reconstruyendo a partir de los fragmentos que visualizamos en la película. El hombre joven que vemos en las imágenes en 8mm y VHS que nos muestra el documental, es un militante político y homosexual, quien ante el deseo de ser padre y gracias a una sociedad heteronormativa como la de la Argentina en los años 70 y 80, deja de lado su deseo pasional en pos de su deseo paternal. Una frase comienza y cruza transversalmente el film: “el día que naciste, algo murió en tu padre” y es aquella afirmación contundente e hiriente la que mueve a Comedi en esta búsqueda personal, pero al mismo tiempo cinéfila y social, que le permite no solo reconstruir su pasado y su familia, sino también retratar una época llena de excesos, libertad sexual y autodescubrimiento como fue aquella que vivieron sus padres antes de su llegada. Al mismo tiempo el documental permite un lazo que vincula a la directora con la figura de su padre: ambos filman todo. De hecho, el film nos presenta imágenes del mismo padre el día de su propia muerte, ya que murió de forma accidental con su automóvil. Los silencios incomodos, de ese pasado que está y no está al mismo tiempo, es rellenado con las voces de quienes Comedi va entrevistando a lo largo del film, amigos de la familia, personas cercanas a su padre, militantes gay friendly que le han permitido, a través de sus relatos, ir construyendo una nueva percepción e imagen de su padre e ir desterrando esa sombra de dudas y misterios que rodeaba los recuerdos de su papá. No hay nada peor que quedarse con la duda, señores, que esos silencios no nos hagan ruido toda la vida.
LA GERMANIDAD AL PALO Siempre se ha dicho que la Argentina se pobló y conformó gracias a las distintas oleadas inmigratorias y a la masacre que se perpetró a los pueblos originarios que moraban estas tierras antes de la llegada de la barbarie española. Italianos, españoles, alemanes, holandeses, entre las nacionalidades que más notoriedad tuvieron en los registros inmigratorios, llegaron y sentaron las bases de un estado identitario fragmentario y pluralista. De la incidencia que lo extranjero tuvo aquí en nuestro país trata Konstruktion Argentina, el nuevo documental de Fernando Molnar, quien se mete en un tema poco estudiado desde lo cinematográfico: la arquitectura de nuestras ciudades. Molnar no solo se mete con la arquitectura en sí misma, sino que en específico analiza la incidencia y la influencia que tuvo el movimiento alemán de la Bauhaus en las grandes construcciones de nuestro país, muchas de ellas emblemáticos monumentos de nuestras distintas locaciones. La escuela de Bauhaus, fundada en 1919 en Alemania, fue la primera escuela de diseño, y por tanto marcó un antes y un después en el devenir del urbanismo mundial, ya que Alemania siempre fue un gran pilar en marcar la tendencia artística en todo el globo. Esta escuela tenia premisas muy claras: unificar las artes bajo una nueva arquitectura, devolver el carácter artesanal a las actividades artísticas, construir la catedral del futuro, la obra de arte total, y disciplinar la enseñanza de la arquitectura. Más alemán de posguerra imposible. Recordemos que esta es la misma época del nacimiento del expresionismo alemán, movimiento que ha dejado una gran huella en la historia del arte y que a nivel cinematográfico nos ha brindado hitos cinéfilos como El Gabinete del Doctor Caligari (1919) o Nosferatu (1922). Zeitgeist se podría decir, el espíritu de aquella época era alemán, y hasta aquí llegó. El documental nos presenta mayoritariamente, con voz en off, una explicación y mostración de los edificios que han adoptado esta estética de la Bauhaus, como el Edificio Comega –ubicado en la Avenida Corrientes-, el primer rascacielos del mundo construido bajo sus principios; el Hospital Churruca; el Banco Nación; el frigorífico La Armonía en Santiago del Estero; o varios edificios públicos de la ciudad de La Plata. Al mismo tiempo, el film nos muestra, gracias a imágenes de archivo, las características de este tipo de arquitectura, sus orígenes en Alemania y su clausura tras la asunción del régimen del Tercer Reich. Completa la narración un joven arquitecto, quien en su estudio o recorriendo las calles argentinas, nos va evidenciando la influencia de esta escuela de diseño. La fotografía es de alta calidad, atrapando la mirada de los espectadores y confirmando la hipótesis de esta conurbana que escribe: la capital porteña (sobre todo) es para caminarla mirando para arriba, capturando la delicadeza de los detalles de los edificios. Konstruktion Argentina es un documental rico y necesario, para comprender de dónde venimos y cómo nos fuimos construyendo como agente artístico plurinacional, colectivo y emblemático.
¿TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR? Amigos, familia, fiesta, vacaciones. Nada más oportuno para un grupo de familias y sus hijos adolescentes que un fin de año en el medio del campo, alejados de un momento histórico oscuro de Chile, fines de la década de 1980 y principios de 1990. Año nuevo, cambios, desvíos, encuentros y desencuentros, balances. De esto, de resabios autobiográficos se trata Tarde para morir joven, de la talentosa cineasta chilena Dominga Sotomayor. Con una fotografía muy bella, un color sentimental que nos instala en el pasado próximo, la película nos presenta una historia pequeña, pero universal. Un grupo de familias se juntan en un pueblo de campo a festejar año nuevo. En ese rejunte de personas, hay incipientes amores adolescentes, desencuentros familiares, aceptaciones de actitudes de los otros que nos molestan, nos movilizan, nos angustian… y eso nos pasa a todos. Con pequeños gestos, miradas y planos delicados, el film nos muestra este atravesar de los personajes en el cambio, que no solo es el cambio de año y de forma de gobierno (finalización de la dictadura de Pinochet y retorno de la democracia), sino también el cambio de cada sujeto a nivel personal. Los diálogos son cortos y escuetos, los personajes no se dicen mucho entre sí, pero desde lo actoral se entiende todo, desde incomodidades, deseos, fracasos e incertidumbre. Como dice el dicho, una imagen vale más que mil palabras… y bien cierto es. En la era de lo virtual y la exposición de todo lo que nos pasa en las redes, Sotomayor nos traslada a la época de lo analógico (aunque el film no explicite en qué año está instalada la acción, entendemos que es en la década de los ´80s), donde el encuentro entre los cuerpos era más importante, y sobre todo este encuentro, lejos de donde había muchos que desaparecían sin rastros en manos de una dictadura feroz e injusta. Tarde para morir joven es un film minimalista, sencillo pero eficaz. Los actores y la fotografía sostienen una acción que es lenta y casi que no lleva a ningún lado, pero sí nos traslada a pensar a aquello que fuimos, lo que somos, lo que nos permite cambiar y lo que nos hace cambiar, mirando al pasado en vistas al presente, porque un pueblo con memoria no repite los mismos errores y eso… hay que recordarlo siempre.
CUANDO LOS MIEDOS INVADEN LA PROPIA CASA 1945 fue un año con muchos sucesos históricos trascendentes. El fin de la Segunda Guerra Mundial, el comienzo de la Guerra Fría y en nuestro país el surgimiento de un movimiento como el Peronismo, fueron hechos que marcaron como una grieta el devenir de la historia mundial. Dentro de estos sucesos, hay uno que caló hondo en el inconsciente colectivo de la humanidad: el holocausto judío. Ya lo postula Theodor Adorno que hay una imposibilidad cultural, humana, social después de Auschwitz cuando dice: “escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. De este retorno de lo inhumano a lo humano trata 1945, película húngara dirigida por Ferenc Török. La película en un blanco y negro que trabaja muy bien la escala de grises de cada toma y espacio que representa, propone un relato lento, cargado de silencios, esperas y cosas no dichas que la vuelve algo taciturna y ralentizada. Con pocos momentos de clímax, el film plantea una problemática silenciosa pero terrible: una vez terminada la guerra, los judíos que han sobrevivido desean volver lentamente a sus hogares, los cuales habían sido expropiados y repartidos entre personas no judías. Este retorno de lo innombrable y lo temido es el que sostiene la intriga del relato que, sin grandes sobresaltos ni escenas y actuaciones exageradas, logra generar un suspense tímido y sostenido. El casamiento del hijo de un importante funcionario del ayuntamiento sirve de excusa para poder entrever este pasado que el pueblo quiso ocultar y que, ante la llegada de dos judíos con mercancía para comercializar, comienzan a salir al sol. La ilegalidad, lo injusto, la traición, el arrepentimiento, el individualismo y el reproche se convierten en el elemento de interacción entre los miembros de esta comunidad aprovechadora de la desgracia de un sector religioso. El film se asemeja en el tratamiento de un hecho trágico de forma estética y cuidada a La cinta blanca (2009), película del gran Haneke que también fue filmada en blanco y negro y que prácticamente es silente, logrando atrapar a partir de su construcción estética desde la cámara y las actuaciones. 1945 no ofrece nada original, pero visibiliza una problemática poco representada en el mundo artístico, aquella que tiene como protagonistas a quienes supieron aprovechar lo injusto del nazismo.
FRAGMENTOS DE LA JUVENTUD MEDIOCLASISTA Nuestro país tiene locaciones que son idóneas para crear una estética realmente bella y visualmente atractiva. Eso se puede ver en Zama, de Lucrecia Martel, quien filmando en Formosa y Corrientes principalmente, logra escenas de una calidad visual y una belleza que nos permite salir de la mirada porteña del cine de Buenos Aires. Algo similar sucede con Los vagos, ópera prima de Gustavo Biazzi, quien nos cuenta la historia de un grupo de amigos que vacacionan en Misiones. La película no tiene aires de crítica social o una reflexión sobre la problemática actual de los adolescentes, sino que se centra en narrar una historia entre tantas otras que podrían haber explicitado la realidad de los jóvenes de clase media de la Argentina. La historia se centra en Ernesto, el protagonista de un viaje vacacional que acarreará distintas situaciones que afectarán su vida y la de la gente que lo acompaña. No hay tragedia, no hay grandes dramas, ni grandes conflictos, simplemente se muestra el devenir de un grupo de jóvenes que aún se encuentran en ese pasaje entre adolescencia y adultez. Claro está que estos jóvenes son de una clase media que les permite justamente preocuparse más por dónde vacacionar y los problemas amorosos que se presentan siempre en la vida, que por muchas otras problemáticas actuales. El film cuenta con una fotografía cuidada y bellamente estética, encontrando tomas y escenas de una composición poética destacable, aprovechando al máximo el paisaje que Misiones tiene para ofrecer. La acción dramática se centra en un solo aspecto de la vida de Ernesto, que es lo que hilvanará a las distintas historias secundarias que el relato presenta: su lado amoroso/sentimental. Y aquí está el pro y el contra de la película: anclarse en este solo aspecto de la vida constituye una simpleza en tiempos donde el feminismo efervescente que se ha instalado en la atmosfera de nuestra sociedad cuestiona este ítem social; aunque es verdad que también es un aspecto, si se quiere algo sencillo pero valedero, que también puede pasar en la vida de cualquier individuo, y no está mal que el cine argentino lo muestre como una realidad más y también como una forma de enriquecer las incumbencias de nuestra cinematografía. No todo el cine nacional tiene que apegarse a una estética siempre más enmarcada en la denuncia social o en la vanguardia experimental. Los vagos deja incógnitas, dudas e inquietudes… ¿y qué es sino el arte? Un semillero que nos toca, nos traspasa y nos modifica cuestionando nuestra propia comodidad.
LA MÁQUINA QUE NO DEJÓ DE FUNCIONAR Gracias a la lucha incansable de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, la justicia argentina ha logrado crear una nueva figura con legalidad suficiente dentro de nuestro sistema de justicia: el desaparecido. El desaparecido, como bien ha sabido poner en palabras el dictador Jorge Rafael Videla, “no está ni muerto ni vivo”, nos retrotrae a la época más oscura de nuestra historia, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, gobierno de facto que supo poner en funcionamiento y a la perfección, un aparato estatal represivo e ilegal, que “chupaba” y “desaparecía” a quienes sus hacedores consideraban un peligro para la Nación. Ese aparato, que luego de la vuelta de la democracia fue juzgado y en menor medida encarcelado, sigue funcionando, pero ahora dentro de la legalidad cotidiana de la democracia, y aquí aparece una nueva figura: el desaparecido en democracia. Esta problemática es recontada y traída a escena por el documental Antón Pirulero, del realizador Patricio Escobar. El film muestra, a través de la voz de varios protagonistas de estas historias, las desapariciones de al menos una decena de personas, desde el retorno de la democracia, hasta el hecho emblema de la creciente militarización de las fuerzas policiales desde el 2015 para acá, Santiago Maldonado. El documental cuenta con imágenes de archivo; explicaciones de exjueces y fiscales, abogados y familiares de aquellos que han sido desaparecidos por el sistema policial argentino (ya que trae casos de Buenos Aires, Chubut, Santa Fe, etcétera); para encuadrar esta problemática dentro de un accionar constante e invisibilizado por el aparato estatal, que tiende a ocultar y entorpecer las investigaciones que tienen como fiscales y acusados, a la misma policía. Con relatos y hechos comprobados, el documental comprueba el accionar mafioso de las fuerzas de seguridad y la angustia, impotencia de los familiares que han tenido que soportar las mentiras y encubrimientos más viles posibles. Todo el material de archivo y de investigación relatado desde una voz en off que nos introduce a cada caso de desaparición, es intercalado por el accionar de un grupo de artistas que en diferentes ámbitos (frente a la Casa Rosada, en Tribunales o en la calle) realizan intervenciones al espacio público bajo el ritmo de Antón Pirulero, como ironía de la máquina estatal que funciona para apresar, torturar y desaparecer a integrantes de la misma sociedad. ¿A qué individuos se desaparece? El documental postula la hipótesis de que los nuevos desaparecidos no son ya los militantes de izquierda, peronistas o simplemente los llamados “subversivos”, sino la consecuencia que esta despolitización de la sociedad, la fuga de cerebros y las atrocidades políticas y económicas que los gobiernos pos-dictadura nos han dejado: las clases marginadas, y más puntualmente “los pibes con gorrita”, aquellos que tienen las menores herramientas para luchar contra un estado ilegal y mafioso. El caso emblema que avala la hipótesis: Luciano Arruga, un pibe al que la policía quería obligar a hacer robar para ellos y ante la negativa, primero vinieron los hostigamientos, encarcelaciones ilegitimas, las amenazas y posteriormente la desaparición, para luego ser comprobado el asesinato, fruto de las torturas que le hicieron a este muchacho de solo 16 años. 16 AÑOS. Pero bueno, en los medios la imagen del “pibe gorrita” avala que no se investigue como corresponde, que el caso no tome la notoriedad necesaria. Lo mismo sucedió con Santiago Maldonado, el hippie que corta rutas al que se le inventaron miles de paraderos e historias de prontuario incomprobables. Dos imágenes que nos devuelven los asquerosos medios de comunicación y que nos recuerda al “algo habrán hecho” de los años 70. Vale destacar que tanto Luciano Arruga como Santiago Maldonado o Julio López, son casos que claramente han tomado notoriedad dentro de los medios y que han calado en la sociedad argentina, pero son sólo una muestra de los montones de casos que no han salido a la luz como éstos y que suceden todos los días. Visibilizar, no olvidar, traer a primer plano, luchar, pelear, defender y hacer valer nuestros derechos, el arte como un modo de lucha y de empoderamiento de aquellos denominados sin voz, los nadies diría Eduardo Galeano, es lo que nos recuerda este necesario documental. El film muestra, a través de la voz de varios protagonistas de estas historias, las desapariciones de al menos una decena de personas, desde el retorno de la democracia, hasta el hecho emblema de la creciente militarización de las fuerzas policiales desde el 2015 para acá, Santiago Maldonado. El documental cuenta con imágenes de archivo; explicaciones de exjueces y fiscales, abogados y familiares de aquellos que han sido desaparecidos por el sistema policial argentino (ya que trae casos de Buenos Aires, Chubut, Santa Fe, etcétera); para encuadrar esta problemática dentro de un accionar constante e invisibilizado por el aparato estatal, que tiende a ocultar y entorpecer las investigaciones que tienen como fiscales y acusados, a la misma policía. Con relatos y hechos comprobados, el documental comprueba el accionar mafioso de las fuerzas de seguridad y la angustia, impotencia de los familiares que han tenido que soportar las mentiras y encubrimientos más viles posibles. Todo el material de archivo y de investigación relatado desde una voz en off que nos introduce a cada caso de desaparición, es intercalado por el accionar de un grupo de artistas que en diferentes ámbitos (frente a la Casa Rosada, en Tribunales o en la calle) realizan intervenciones al espacio público bajo el ritmo de Antón Pirulero, como ironía de la máquina estatal que funciona para apresar, torturar y desaparecer a integrantes de la misma sociedad. ¿A qué individuos se desaparece? El documental postula la hipótesis de que los nuevos desaparecidos no son ya los militantes de izquierda, peronistas o simplemente los llamados “subversivos”, sino la consecuencia que esta despolitización de la sociedad, la fuga de cerebros y las atrocidades políticas y económicas que los gobiernos pos-dictadura nos han dejado: las clases marginadas, y más puntualmente “los pibes con gorrita”, aquellos que tienen las menores herramientas para luchar contra un estado ilegal y mafioso. El caso emblema que avala la hipótesis: Luciano Arruga, un pibe al que la policía quería obligar a hacer robar para ellos y ante la negativa, primero vinieron los hostigamientos, encarcelaciones ilegitimas, las amenazas y posteriormente la desaparición, para luego ser comprobado el asesinato, fruto de las torturas que le hicieron a este muchacho de solo 16 años. 16 AÑOS. Pero bueno, en los medios la imagen del “pibe gorrita” avala que no se investigue como corresponde, que el caso no tome la notoriedad necesaria. Lo mismo sucedió con Santiago Maldonado, el hippie que corta rutas al que se le inventaron miles de paraderos e historias de prontuario incomprobables. Dos imágenes que nos devuelven los asquerosos medios de comunicación y que nos recuerda al “algo habrán hecho” de los años 70. Vale destacar que tanto Luciano Arruga como Santiago Maldonado o Julio López, son casos que claramente han tomado notoriedad dentro de los medios y que han calado en la sociedad argentina, pero son sólo una muestra de los montones de casos que no han salido a la luz como éstos y que suceden todos los días. Visibilizar, no olvidar, traer a primer plano, luchar, pelear, defender y hacer valer nuestros derechos, el arte como un modo de lucha y de empoderamiento de aquellos denominados sin voz, los nadies diría Eduardo Galeano, es lo que nos recuerda este necesario documental.
NO ERA SÓLO CHISMES Y OLVIDOS Manuel Puig es uno de mis escritores favoritos. Leerlo es entrar en un universo bien argento que nos transporta a otros tiempos y lugares. Recuerdo leer El beso de la mujer araña” (1976) y que me estallara la cabeza, con esa escritura tan cinematográfica que se asemejaba a un gran montaje paralelo. Hoy me toca, varios años después, adentrarme en el universo del Puig de carne y hueso, de su historia, su pueblo, su niñez a través del documental de Carlos Castro Regreso a Coronel Vallejos, quien junto a Patricia Bargaro reconstruyen la impronta que tuvieron en el pueblo natal del escritor sus los libros y las películas basadas en ellos. Manuel Puig, “Coco” para sus amigos de la infancia, era un niño que escuchaba música clásica y leía la mayor parte del tiempo, mientras muchos de sus amigos salían a andar en bicicleta o al parque del pueblo. Ese pueblo es Coronel Villegas, ubicado al noroeste de la provincia de Buenos Aires, pero que Puig supo rebautizar como Coronel Vallejos en sus dos primeras ficciones: La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969). Entre la ficcionalidad que supo construir con su pluma, este escritor hilvanó rumores, historias y chismes de su pueblo natal como base de sus relatos. Muchos de los pueblerinos de aquel entonces supieron reconocerse, enojarse, enorgullecerse, identificarse o molestarse con el escritor, generando disputas vecinales, que relatan varios vecinos entrevistados por el documental quienes, mezclando tonalidades de testimonio y relato, contaron sus anécdotas respecto a lo que los libros generaron en el ambiente del pueblo. ¿Pueblo chico, infierno grande? Muchos de los vecinos no se animan a explicitarlo a viva voz, como sí supo hacerlo Puig en sus libros, y mucho más explícitamente Torre Nilsson con la versión cinematográfica de Boquitas pintadas (1974), estreno que permitió al pequeño pueblo experimentar algo que jamás había experimentado y que cada uno de los vecinos recuerda en sus relatos: una amenaza de bomba. El cine fue amenazado con una bomba si estrenaba la película, por lo cual no fue proyectada en su momento en el pueblo, sino que quienes quisieron verla tuvieron que trasladarse a pueblos cercanos donde sí se permitió la exhibición. Siendo fiel al primer amor de Puig, el cine, el documental va tejiendo su avance con los relatos de los vecinos, retratos de los puntos icónicos del pueblo descritos en los libros, una voz en off que cuenta el encuentro de Patricia con este escritor de su pueblo e imágenes de archivo de una entrevista inédita a Manuel Puig, quien intenta explicar el cómo y el porqué del universo que creó en sus ficciones. La voz de Patricia toma vital relevancia en este paralelismo de distintas historias que terminarán convergiendo en la figura de Puig: ella negó la importancia de este escritor como figura cultural de su pueblo hasta que un accidente en la ruta camino a Coronel Villegas la dejó paralítica. Allí su autodescubrimiento en su nueva condición, la llevó a conectar con los otros y con su historia desde otro lugar, y allí la figura de Puig fue de vital importancia para ella. Con un gran trabajo de investigación y de archivo, con bellas y estéticas imágenes de un pueblo del interior de Buenos Aires, Regreso a Coronel Vallejos nos devuelve en primer plano a una gran figura de nuestra literatura, un escritor obligado al exilio por su elección sexual y política, y quien nominado al premio Nobel de Literatura, supo construir una narrativa bien argenta, de calidad y por qué no, también polémica, que desencadenó grandes placeres en lectores asiduos y grandes disputas en su pueblo natal. ¿Pero qué figura de gran importancia no acarrea amores y odios por igual?
LA LIBERTAD ES UN ESTADO DE LA MENTE Diego Gachassin es un joven director que ha sabido en su carrera retratar las problemáticas de algunos de los sectores que la sociedad margina, discrimina y aísla: los inmigrantes y los presos. En su anterior largometraje, Gachassin se metió de lleno en la realidad empírica de vivir privado de la libertad y las trabas burocráticas que el sistema carcelario impone en su dinámica (Los cuerpos dóciles, 2016). En Pabellón 4, su última producción, se vuelve a inmiscuir en los muros de una cárcel para traernos una historia que nos brinda otra realidad de las cárceles de máxima seguridad y el trabajo social que allí hacen cientos de personas. El documental presenta el accionar de dos personajes centrales: Alberto y Carlos. Alberto Sarlo es un escritor y abogado que les brinda a los presos del Pabellón 4 un taller de literatura y filosofía; y Carlos, un ex convicto del pabellón que reingresa, pero esta vez en la categoría de ayudante de Sarlo. El film permite evidenciar de forma silenciosa los encuentros de estos talleres filosóficos y las producciones a la que muchos de los presos llegan: redacción de descargos, análisis de teorías filosóficas (de Hegel, de Sartre, de Dostoievski) o escritura de poemas. El documental presenta también todos los vericuetos burocráticos que el taller debe afrontar para poder tomar legalidad jurídica dentro de la institución carcelaria de Florencio Varela, y cómo los detenidos elaboran las teorías estudiadas introyectándolas y confrontándolas con sus propias vidas y con aquello que los espera afuera. La animalidad, la bestialidad, lo inhumano, lo privado de derecho que vende la imagen cierta de lo que sucede dentro de una cárcel (y que efectivamente, debe suceder en muchas de ellas) cae ante este relato verídico de lo que la empatía, la preocupación por el otro, el trabajo desde la cultura y el deporte, pueden lograr en la “recuperación” de aquellos sujetos que han violado las leyes de convivencia que rigen nuestro país, objetivo del que se jacta la existencia de las unidades penitenciarias. Entre charlas, lenguaje coloquial mezclado con el académico, mates, risas, discusiones, Pabellón 4 muestra la realidad de los presos que conforman el pabellón, el por qué terminaron allí, cómo la sociedad los violentó al marginarlos, cómo la realidad los chocó de la forma más cruel. Del mismo modo presenta a Sarlo, explicitando su idea y propósito del taller. El documental se encuentra filmado no sólo dentro de la unidad de Florencio Varela, sino también en mobiliarios externos, donde se gesta la logística del taller. Siempre desde su género documental, la acción de mostrarnos el devenir de este taller dentro de la cárcel se encuentra fragmentada por canciones de rap entonadas por el propio Carlos, quien además de escribir poemas, los recita mediante este género musical y donde cuenta un poco más de la realidad que le tocó vivir y del contexto que a muchos de los presos circunscribe. Mostrándonos la realidad paralela de la vida en una unidad penitenciaria, Pabellón 4 viene a derribar mitos y estereotipos del funcionamiento de las cárceles y los presos y trabajadores que allí conviven. Esto no quiere decir que no exista también la realidad brutal e injusta de la imagen más común que venden los medios de comunicación sobre las cárceles, pero como sucede siempre, siempre hay dos campanas, queda en cada uno saber buscarlas y escucharlas.
LO QUE PERVIVE NO ES EL AMOR, SINO EL ESPANTO ¿A quién no le han curado el empacho? ¿Alguna vez te sentiste ojeado? Estas y otras cuestiones de las creencias populares, pero sobre todo aquella que más miedo genera en la localidad de El Dorado, El Espanto, es de lo que trata el documental con nombre homónimo que aquí trataremos. Partiendo desde dos acontecimientos que irán hilvanando los relatos de los lugartenientes, la enfermedad y tratamiento de una anciana y un casamiento, el film nos propone la construcción de una historia a partir del relato popular de los vecinos de un pequeño pueblo, otorgándole un lugar sobresaliente a las leyendas del lugar y a una de las figuras más notable del interior de nuestro país: el curandero. Este pueblo cuenta con varios curanderos que se especializan en diferentes malestares: empacho, mal de ojo, mal de muelas, entre otras dolencias, pero ninguno cura el temible Espanto. Solo un hombre, que iremos reconstruyendo mediante el relato de los otros, es capaz de hacerlo. Se nos presentarán las historias que circulan de él, cómo los otros crean una imagen de este curandero y cómo el refrán “pueblo chico, infierno grande” se cumple aquí cabalmente. La idiosincrasia y las particularidades de este pequeño lugar son retratadas a la perfección por los directores, privilegiando la voz de los lugareños, potenciada por la mostración de los escenarios con los que cada uno se identifica. Es interesante también como es que esta figura del curandero toma tal relevancia en un pueblo como en que se desarrolla esta historia: la medicina tradicional occidental no es de fácil acceso a los recónditos pueblos de nuestro país, y por ello perviven las curaciones de corte más ritual. La cámara se muestra como un fiel intermediario entre los testimonios y el público, mayoritariamente en posición fija, solo limitándose a registrar lo que sucede delante de ella, sin que por ello no logre unas bellas tomas del campo en todo su esplendor. Los directores no se nos muestran en lo absoluto, ocultando su visión y posicionamientos dentro del documental, dejando que la cámara hable por ellos. Es interesante, sin embargo, como en algunos pasajes se devela el dispositivo cinematográfico, ya que los propios entrevistados explicitan la presencia de la cámara o como ésta puede o no influir en la palabra de los lugartenientes. El Espanto nos revela cómo es un estilo de vida que parece algo estancado en el tiempo, pero lleno de riquezas que circulan en nuestro imaginario colectivo más de lo que somos capaces de reconocer cotidianamente.