LA SORORIDAD DESDE LOS 90´S Años 90. Música grunge, recitales, la noche, el librecomercio y la eclosión de lo importado marcaba la singularidad de la cotidianidad argentina. Dentro de estas particularidades, la vida sigue y ocurren las pequeñas historias, aquellas que convierten en héroes, o mejor dicho heroínas, a quienes las llevan a cabo. Esta es la historia de Paisaje, ópera prima de Jimena Blanco, estrenada en BAFICI este año y que ahora tiene su lanzamiento comercial. El film es simple, pero lleno de detalles estéticos de gran impacto visual. La historia es sencilla: cuatro amigas, una salida a la noche durante la década del 90, el amor y el desamor en la adolescencia, inconvenientes, resoluciones. La vida misma. Pero en estas nimiedades se encuentran los grandes detalles de la película: cuatro amigas del conurbano bonaerense se van a un recital de rock en Capital Federal. Para quienes, como la que escribe, vivimos a una distancia considerable de Capital, las primeras salidas de adolescentes para aquellos pagos marcaban una aventura considerable. Y eso es mostrado a la perfección por el film: la diversión del largo viaje, la espera de que vuelvan a funcionar los transportes que por la noche no tienen servicio, el descubrimiento de la vida capitalina nocturna, etcétera. Las situaciones, al igual que las actuaciones, son presentadas con naturalidad y una cámara atrevida, cuan intrusa, que muestra todos los vaivenes que estas amigas pasan durante esta noche de acontecimientos inusuales. La estética de Paisaje es visualmente cuidada, con encuadres que nos recuerdan mucho a la novelle vague de los años ’60, con una abundante mostración de la nuca, desencuadres adrede, entre otros elementos más desestructurantes de la imagen ,todo esto reforzado por un tratamiento estilístico del color, permitiendo que este perseguir de las adolescentes por la noche de la ciudad se vuelva una poesía al espacio urbano, la amistad y a la adolescencia como etapa de crecimiento. Al mismo tiempo, el film parece tener mucha influencia de la estética del videoclip (etapa que tuvo su furor en los años ’90) ya que la musicalización es de vital importancia, lo que permite asociar la película con una impronta muy al estilo del talentoso cineasta Xavier Dolan. Entretenida película, escrita, dirigida y protagonizada por mujeres, Paisaje es una oda a la amistad, a la música, a la ciudad como centro cultural y a la mujer como parte sorora de nuestra sociedad.
LA EDUCACIÓN SERÁ REVOLUCIONARIA O NO SERÁ La cuestión en torno a lo educativo en Latinoamérica es siempre un tema punzante que habilita la mirada crítica sobre todo el conjunto de la sociedad y las instituciones que la componen. Por lo general, y no es sólo en lo educativo sino también en otros elementos de la vida social, se suele mirar al norte como modelo a seguir, intentando fallidamente transpolar sistemas educativos extranjeros a nuestras tierras, sin tener en cuenta la sociedad en la que se acuñó tal sistema y el contexto en el que se desarrolla. A esta mirada hegemónica de la educación bancaria, se contrapone La educación en movimiento, el nuevo documental de la pareja de cineastas Malena Noguer y Martín Ferrari, quienes indagan en el mundo de la educación popular en los diferentes países de América del Sur. Mezclando animación y escenas documentales de clases, acciones y testimonios, el documental va desarrollando la noción de una educación particular y propiamente territorial para los países sudamericanos, quienes viven en contextos y sociedades diferentes con dificultades y obstáculos distintos a los de, por ejemplo, Finlandia, sistema educativo que se encuentra en boga dentro de las instituciones y entre los docentes, quienes no problematizan ni profundizan cuál sería el tipo de educación funcional a las sociedades en esta parte del mundo. Con relatos de educadores populares, alumnas y alumnos, egresadas y egresados, y profesionales de la educación de Argentina, Brasil, Ecuador y Colombia, el documental recupera la noción de una educación libertaria, popular, accesible y útil, que sirva a los estudiantes para volver y transformar la sociedad en pos de un futuro mejor y no como un conjunto de conocimientos socialmente válidos y aprobados por “expertos” que lejos están de las realidades que viven las niñas y niños que van a la escuela, y a quienes poco les importa el rol social que la escuela como institución supo tener en algún momento, pero que lamentablemente hoy se encuentra minimizado y falto de acción. La cita permanente al educador popular Paulo Freire flota en la película, su legado y su impronta se ven en cada una de las personas que conforman este documental y en cada una de las experiencias educativas que el film expone, ya que en cada país donde se releva la práctica de la educación popular es particular y única, ya que en cada sociedad se desarrolla de una forma diferente, atendiendo a las particularidades de las comunidades a las que va dirigida la educación. La mostración de que existe una toma de conciencia del valor de la educación como la herramienta que habilita el pensamiento crítico reflexivo sobre el mundo que nos rodea es la idea imperante del documental, cuestionar la noción de la educación bancaria como aquella que sólo deposita conocimientos, sin interesarse por la realidad inmediata que rodea a las educandas y los educandos, expone la necesidad inaplazable y urgente de concretar una educación completa que contemple nuestras raíces originarias, que no desmerezca a las lenguas autóctonas y que considere las prácticas cotidianas particulares de cada comunidad, para lograr una real soberanía cognitiva, política y económica de nuestros países. Para cerrar este breve comentario y seguir en el cuestionamiento de lo que nos rodea, no hay frase mejor de Freire que sintetice la idea de La educación en movimiento: “Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado”.
DESMITIFICANDO COLOMBIA, RELATOS DE UN PAÍS FRAGMENTADO Desde hace muchísimos años sabemos que Colombia es un país asediado por la guerra civil que divide a su sociedad en dos grupos enemistados: las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo) y el resto del pueblo y/o gobierno colombiano. Mundialmente se las caracteriza de violentas y extremas, tal como lo hace el reciente documental Alias Yineth – la mujer de los siete nombres, de Daniela Castro y Nicolás Ordóñez. El film se centra en contar, desde la primera persona, la historia de Yineth, una niña secuestrada por las FARC a la edad de 12 años. Mezclando el relato en primera persona desde el primer plano y/o acompañando imágenes de la guerrilla o su realidad actual, la voz de Yineth ensalza todo el relato. Los recuerdos, las sensaciones, el llanto y la motivación de contar su experiencia llenan de emotividad su discurso. El documental imbrica imágenes de archivo, secuencias retratadas del actual trabajo de Yineth dando conferencias sobre la realidad colombiana y las FARC, discursos presidenciales y postales de la vida cotidiana de nuestra protagonista, intentando demostrar lo difícil que es insertarse social y culturalmente luego de haber podido escapar del cautiverio del ejército rebelde. El documental se muestra sólido y coherente. La mostración de la reticencia social de la Colombia actual a reinsertar a quienes estuvieron involucrados con las FARC cubre a la película de una nostalgia y una oscuridad que solo una guerra tan sombría y duradera como esta podría transmitir. Es un documental que le habla al mundo, que intenta explicitar no solo el estado de guerra constante que vive esta sociedad, sino también los vaivenes que existen pos conflicto, para quienes han sido obligados a participar, y que, aun así, han logrado escapar.
LOS SILENCIOS DICEN MÁS QUE LAS PALABRAS Juan Pablo Martínez, quien cuenta con una trayectoria bastante ecléctica y muchas veces cercana a la comedia, cambia de rumbo y se adentra en la reflexión de la soledad humana en Emma, su nuevo film. Los personajes: una inmigrante polaca y un minero de Río Turbio. Nada los une, sólo el desamor y el desencanto por la vida. Ambos parecen vagar por esa inmensidad de la Patagonia argentina, para encontrarse sólo por el rato en el que intentan escapar de lo que suponemos un pasado sombrío y triste. Los personajes nunca evocan su historia, no comparten sus pasados, simplemente pasan el tiempo en compañía uno del otro, pero eso sí, sin mediar palabra. La película, cargada de ruido ambiente, con escasa música diegética y aún menos diálogos, logra establecer de forma clara los vínculos entre los personajes, sus estados de ánimo y su impronta personal. En contraposición al escaso peso de la banda sonora, se destacan las bellas imágenes de los paisajes patagónicos, así como también el rol de la cámara, que toma una impronta de gran envergadura, ya que es la que nos permite construir a los personajes. El tratamiento del color es delicado, teniendo las escenas patagónicas una tonalidad más azulada, remitiendo al frío y a la soledad de esa zona, y las escenas por fuera de ellas, una tonalidad más cálida. Lo mismo sucede en las escenas sexuales (única actividad que une a dichos personajes), donde una coloración roja juega con la pasión impersonal que estos sujetos se demuestran. Se pondera también el uso de la cámara en mano, lo que acentúa aún más el rol imperante de este aparato, siendo que el mismo se establece como el mediador de la relación entre esta pareja y los espectadores. Las actuaciones son atinadas, mostrando la habilidad de ambos intérpretes en el uso del cuerpo, con movimientos aletargados y sin emoción, y de las miradas, llenas de dolor y soledad acumulada. Emma se presenta como una poesía visual, de dos seres que se encuentran huyendo de sus propios problemas, más allá de que la historia en sí, que se nos presenta más cerrada que abierta, ya que los agujeros en blanco de la historia de cada personaje sólo son insinuados pero nunca explicitados por la película. Este tipo de historia es habitual en el cine local, pero funciona. Con pocos personajes, palabras y locaciones, el film sabe construir un relato consistente, donde las imágenes son las encargadas de narrar, y los silencios, de abrirle el juego al espectador a completar la trama.
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL ARTE El arte, el amor, las obsesiones, los límites, se entremezclan en los lazos que cada uno establece en su vida. A medida que nos vamos relacionando con distintas personas o nos vamos formando como profesionales (cualquiera sea el área), tales instancias de la vida nos van poniendo a prueba y nos van formando como seres dispuestos al hacer. De esta lucha entre uno y el mundo, entre el quehacer artístico y la vida misma trata Pendular, la segunda película de Julia Murat. Precisamente ya desde el nombre, el film nos anticipa una historia llena de idas y de venidas, de contracciones, encuentros y desencuentros, tal como es la vida en general. La película presenta la historia de una joven pareja de artistas, él escultor y ella bailarina, que se instalan en una vieja fábrica abandonada para transformarla en su lugar de creación estética, al mismo tiempo que se convierte en el hogar de ambos. Con una estética muy cuidada, con tomas realmente ideadas desde lo visualmente estético, Pendular comienza mostrándonos la cotidianidad de esta pareja: qué actividades realizan, cómo dividen el ambiente para que ambos puedas cohabitarlo, cómo llevan adelante sus respectivos trabajamos, qué conversaciones tienen, cómo hacen el amor, etcétera. Investida en una poética que deja al descubierto no solo el devenir de una pareja como tal, sino también los cuerpos en sí mismos, la calidad de la imagen nos devuelve los cuerpos como son en realidad: con arrugas, celulitis, marcas, cicatrices, exhibiendo las bellas marcas una piel que ha vivido y experimentado, lo cual se vuelve importante en el avance de la historia en sí: el cuerpo de ella, mostrando sus músculos en ejercitación continua por la danza, será un punto clave para esta pareja. Todo es intensidad y pasión para estos dos enamorados, hasta que un hecho los saca de su cotidianidad. Este punto de inflexión nos permitirá a los espectadores reflexionar sobre cómo se construye una pareja en realidad, hasta que puntos los deseos de ambos son respetados y como los mandatos sociales de como deber ser una pareja, como se realiza una mujer y/o un hombre en sociedad, terminan repercutiendo en el interior de la mayoría de las parejas. Una vez, alguien dijo que los cineastas son visionarios, tal vez tenga razón o no, pero el film parece adelantarse a los desafortunados dichos del actor Facundo Arana pronunciados esta semana, donde habla de la realización de la mujer al momento de ser madre como única realización femenina, tal como pronuncia nuestro protagonista masculino al oído de su pareja: “quiero darte un hijo”, como si, primero el hijo fuera una propiedad; segundo, como si ella lo estuviera pidiendo como algo que le faltara y que solo le pertenece a ella, y tercero, como si él le estuviera haciendo un favor “dándoselo” deshaciéndose de toda responsabilidad. Más allá de esta extendida aclaración por parte de quien escribe, es importante traer tal tema a colación, porque es esa desafortunada frase la que hace el viraje de toda la historia de Pendular. Volviendo a la frase que dice que los cineastas son visionarios o no, podría ser certera o no, pero la realidad es que la película fue filmada con anterioridad a los dichos de Arana, lo que demuestra que algo del inconsciente colectivo en este desafortunado estereotipo de realización femenina. Visualmente bella, poéticamente narrada, políticamente provocativa, Pendular es un interesante ejercicio de visionado y reflexión, que permite desde la forma casi puramente formal del cine, inmiscuirse en la problemática de género que tanto afecta a nuestros países latinoamericanos, pero sin volverse documental y ensalzando la ficción en su forma más artística.
LA SOCIEDAD DE LA RUTINA La vida en las ciudades, y en las afueras también, por lo general termina siendo una rutina que se sucede día tras día. Te levantás, trabajás o estudiás, haces algún tipo de actividad, tenés una vida social y/o amorosa que mantener, volvés, te acostás y descansas, y al otro día, exactamente lo mismo. Sobre la toma de conciencia del ritmo de vida de las sociedades modernas reflexiona Quizás hoy, una película escrita, dirigida y protagonizada por Sergio Corach. El film presenta la historia de Miguel, un treintañero que trabaja en un estudio jurídico y quien nada lo apasiona. Él sigue la rutina del día a día, algo que empieza a calarlo desde su interior. Entonces, su psicoanalista le recomienda que anote en un cuaderno todos sus pensamientos durante el día, todas aquellas emociones que le vayan surgiendo a lo lardo de sus jornadas laborales. Es así como Miguel comienza una profunda reflexión sobre las cosas más nimias de la nuestra cotidianidad: andar en bicicleta, cruzarse en el ascensor siempre a la misma chica, trabajar, la hora del almuerzo, etcétera. Esta toma de conciencia de las acciones más automáticas que tiene la cotidianeidad de los días, lo lleva a Miguel a, de un momento para otro, intentar cambiar todo aquello que no lo conforma: su trabajo, lo que le gusta, su veta amorosa. Para ello, se sirve de la espontaneidad del momento, aprovechando las oportunidades que surgen, lo que lo lleva a vivir cosas nuevas e interesantes. Quizás, hoy se presenta en blanco y negro, lo que logra generar unas hermosas postales de la Capital Federal, además de otorgarle al film un dejo nostálgico, quizás por la vida que nuestro protagonista está dejando atrás. Al mismo tiempo, sus pensamientos son transmitidos al espectador por una voz en off que nos informa paso a paso lo que va sintiendo nuestro héroe en su recorrido transformador. Los personajes secundarios que aparecen complementando la acción de nuestro protagonista, no llegan nunca a adquirir roles en completud, ya que sus apariciones son esporádicas y rápidas, solo sirven para avalar el avance de la acción de nuestro héroe. Surge de esta forma una paradoja que deja al espectador pensando: ¿elegimos realmente la forma en que vivimos o es el sistema económico social que mantiene en movimiento al mundo en el siglo XXI el que la elige por nosotros? ¿Todo es casualidad, eventualidad o causalidad? Pregunta que se hace Miguel, pero sin llegar a encontrar una respuesta.
LA RECONSTRUCCIÓN DEL QUEHACER DE UN POETA DE LA CANCIÓN POPULAR La historia de Ramón Navarro no es de las biografías más popularmente conocidas. Este cantautor tiene una peculiar historia de vida y su pueblo tiene una singular forma de recordarlo. De esta leyenda trata el documental Un pueblo hecho canción, de Silvia Majul. El film narra la historia de cómo el pueblo de Chuquis, en La Rioja, fue rebautizando todas sus calles con los nombres de las canciones de Navarro. Este recorrido es acompañado por relatos de amigos de la infancia de Ramón, vecinos y diferentes artistas que van entonando sus canciones a modo de ejemplificación de la lírica y la impronta del cancionero de este cantautor popular. Al mismo tiempo, la película no sólo narra la huella que ha dejado Navarro en su pueblo, sino que también va reconstruyendo a través de diversos interlocutores (incluido el mismo Navarro) su historia como niño, adolescente y finalmente artista consagrado. Toda esta reconstrucción es imbricada con la entonación de las canciones y tomas de los paisajes de este hermoso pueblo de La Rioja. Un pueblo hecho canción lleva a la pantalla grande una historia de la cultura popular argentina, que por pequeña no deja de generar grandes pasiones.
UN GENOCIDIO Y UNA POÉTICA En el año 1915 se inicia uno de los hechos históricos más tristes de la historia mundial, el llamado genocidio armenio. El mismo se trató del exterminio sistemático y premeditado de la población armenia en el Imperio Otomano. La fecha simbólica del inicio del genocidio es el 24 de Abril de 1915, día en que las autoridades otomanas asesinaron a unos 250 intelectuales y líderes armenios en Constantinopla, aunque las matanzas de los años previos ya anticipaban lo que vendría. El genocidio se ejecutó en el marco de la Primera Guerra Mundial, con la complicidad y silencio de la comunidad internacional. Tales eventos históricos son rememorados en el documental Sinfonía en Abril, de Teresa Saporiti y Claudio Remedi. Este autodenominado documental escapa de la lógica de este género cinematográfico, y sobre todo en la particularidad de los documentales argentinos. Sinfonía en Abril deviene en una reflexión poética, estética y silenciosa de lo que significó en la singularidad de los cuerpos que experimentaron la persecución y el exilio de este pueblo. Dentro de este encuadre, el documental realiza una relación entre Armenia y Argentina, partiendo de la representación del recuerdo del genocidio, tras el centenario del mismo, en una nación y en otra, enfatizando en las diferencias entre un pueblo y otro. La película evade los relatos rememorativos, las imágenes de archivos y las entrevistas, recursos muy utilizados en los documentales, sino que, a través de imágenes poéticas y abstractas, así como también de la utilización de la cámara como testigo implícito de los rituales de conmemoración, muestra de forma callada y vigorosamente visual lo fuertemente emocional del pueblo armenio recordando a sus víctimas. La musicalización es escasa, acompañando las imágenes que el documental muestra. Sin embargo, se destaca la mostración del idioma armenio utilizado en las escuelas de dicha comunidad aquí en Argentina. No hay encargados del discurso, ni relatores de los hechos, la protagonista en la cámara, que cual intrusa, nos muestra y vivifica el recuerdo del genocidio de una forma artísticamente ponderable.
LAS ÚNICAS LUCHAS QUE SE PIERDEN SON LAS QUE SE ABANDONAN Carlos Jáuregui fue uno de los principales activistas del movimiento gay lésbico en Argentina, iniciando su actividad hacia mediados de la década de 1980. Su figura y su temprana desaparición hicieron de él un mito y una fuente de inspiración, fortaleza e ímpetu en la lucha por la igualdad de derechos. Esta impronta que su legado ha dejado es rescatada por El puto inolvidable: vida de Carlos Jáuregui, el documental de Lucas Santa Ana, donde se hace vivo su recuerdo y su militancia. El documental comienza con el recuerdo de sus compañeros de activismo gay lésbico, quienes traen al presente la memoria de los primeros pasos de Jauregui en el activismo homosexual argentino. Haciendo, en un principio, un breve recorrido por su historia familiar, juvenil y académica, el film logra contextualizar el comienzo de las inquietudes en cuestiones de derecho que Jáuregui comenzó a experimentar gracias a su viaje a Europa y al contacto con el activismo francés. Luego, la película sigue con el regreso de Carlos a la Argentina y cómo fue activando su lucha y sus cuestionamientos a una sociedad recién salida del último proceso militar. Este recorrido por su inicio militante -en algunos momentos cronológico y en otros no tanto- se va hilvanando tanto con imágenes de archivos de su activismo público, entrevistas y demás, así como también con relatos de sus compañeros y amigos, además de estar la totalidad del relato matizado por una voz en off que narra, desde la enunciación de un Jáuregui omnipresente, sus propios pensamientos y sensaciones en el devenir de su historia. El documental cuenta también con un personaje, Gustavo Pecoraro, que es una especie de organizador del discurso, encargándose de narrar los sucesos y las incumbencias del accionar de Jáuregui en la construcción de una sociedad más igualitaria. De modo complementario, el film registra y exhibe la problemática del SIDA en nuestro país durante la década de 1980 y 1990, su vínculo con la comunidad gay, y cómo influyó en la militancia y en lo personal en esta figura tan importante en el movimiento LGBT, ya que su hermano Roberto Jauregui, también homosexual, fue un activista en contra del VIH y víctima de esa terrible enfermedad, al igual que la pareja de Carlos en 1988 y el propio Carlos, en 1996, a la edad de 38 años. Santa Ana logra construir un documental conciso e interesante, que abarca desde los comienzos de la organización lésbico gay en Argentina hasta las victorias que representaron el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, incluyendo del mismo modo las victorias simbólico-culturales que significaron el nombramiento de la plaza ubicada en Cochabamba 1730 como plaza Carlos Jauregui, así como también el cambio del nombre la estación de subte D Santa Fe por Santa Fe – Carlos Jáuregui, logrando de esta forma la visibilización de la comunidad gay como parte de la sociedad argentina en igualdad de derechos y obligaciones, uno de los ítems por los que tanto luchó este vanguardista del movimiento LGTB argentino.
UNA TEMÁTICA QUE NUNCA SE TERMINA PERO ESTÁ AGOTADA ¿Cuántas películas sobre la Segunda Guerra Mundial hemos visto? Desde el Neorrealismo Italiano hasta el cine más comercial de Hollywood han tratado este tema a veces de forma oportuna y en otras, no tanto. Es increíble que en el 2017 sigamos teniendo en nuestra cartelera películas que tengan como eje central esta guerra. Este es el caso de A la guerra por amor, una película dirigida y protagonizada por Pier Francesco Diliberto. Si bien la película tiene como tema transversal a la Mafia Italiana y su rol durante la “liberación” aliada, no deja de ser muy predecible. Los personajes son estereotipados: el italiano bruto, el yankee patriota, el capo de la mafia, la chica enamorada, la recientemente viuda, un seguidor de Mussolini, etcétera. La ambientación es correcta, con un buen uso de la iluminación y algunos escenarios naturales de Sicilia, pero una mala representación de la ciudad de Nueva York, siendo muy evidente que tales escenas fueron filmadas en un estudio cerrado. El film propone un humor sencillo que se torna algo burdo por momentos, siendo no del todo agradable el tono con el que se toca tanto la circunstancia de la guerra como el avance del control de mafia sobre Sicilia. Lo interesante sí, y es importante destacarlo, es el rol que le otorga el film al papel de Estados Unidos en este apoderamiento mafioso de la mencionada isla. Se sobreentiende que el país sajón aprovechó la influencia de la mafia sobre la población y sus conocimientos sobre el territorio, para apoderarse de la isla sin disparar un solo tiro y sin pérdidas humanas, situación que se muestra claramente en la película a lo largo de su desarrollo. Cierto dicho dice “en la guerra y en el amor todo se vale” y eso es algo que EE.UU. lo sabe muy bien: utiliza métodos y fórmulas de guerra que mucho distan de los ideales de democracia y libertad que tanto pregona. A la guerra por amor no contribuye con nada nuevo a la cartelera mundial y a la historia del cine, pero es un aporte a lo que parece ser la especialidad del director, ya que su película anterior, La mafia uccide solo d’estate (La Mafia solo mata en verano, 2013) tiene a la Mafia Italiana también como protagonista.