Es una agradable sorpresa para la cartelera porteña la llegada de "Paris pieds nus", una muestra de que los films "homenajes" (como la multipremiada "La La Land", sin ir mas lejos), pueden tener un espacio comercial desde donde invitar a reveer algunos clásicos. ¿No les pasó buscar las escenas originales de los musicales en el hit de Damien Chazelle? Bueno, ese efecto traen este tipo de películas: siembran curiosidad e invitan a la búsqueda de lo que provocó la inspiración. Fiona Gordon y Dominique Abel son dos artistas belgas circenses que están explorando el cine como medio de expresión. No son novatos en esto (este es su cuarto film), pero en todos se muestra un gran despliegue físico, plagado de gags y absurdos que hacen las delicias de quienes se conmueven frente a esta manera de transmitir ideas y situaciones. Aquí llegan a Francia a hacer lo que saben, en compañía de dos leyendas del cine francés. Una de ellas , Emmanuel Riva, recientemente fallecida. La otra, un grande, Pierre Richard, genio de la comedia gala alla por los 70´ y 80´, quien si bien tiene pocos minutos, ilumina la pantalla con sus apariciones. La historia presenta a Fiona, una canadiense que ante el pedido de auxilio de su abuela (Riva), adulta anciana con problemas en su geriatrico, le avisa que algo malo puede pasar, llega a Paris con la misión de ayudarla. Pero, las cosas empiezan a complicarse a poco de pisar la Ciudad Luz y sin ayuda, no podrá seguir adelante con la empresa. Ella es un personaje en sí misma. Despierta ternura sin límites una vez que conectaste con su actriz. Pero ahi hará su aparición Dom (Abel, usan sus nombres reales de pila en todas sus películas), un pobre y vagabundo desquiciado que se enamorará de ella y se sumará a la búsqueda de la abuela una vez que ya se sabe que está desaparecida. La cinta no ofrece un gran guión ni líneas memorables. Se destaca por la explosición de ambos comediantes que se lucen escena a escena mostrando un timming para los gags en ese contexto delirante, genial. Esa química que posee potencia esa artificiosidad que le dan a sus roles, provocando que la audiencia se rinda, y logre disfrute el marco que ellos le dan a la historia cuando percibe que sólo va en función del entretenimiento en estado puro. Son un homenaje viviente al cine de Buster Keaton. Todo cuerpo. La oralidad no brilla y no es necesaria. "Perdidos en París" suma además porque tiene buenos rubros técnicos y unos secundarios lujosos (es la despedida de Riva, a quien extrañaremos mucho) que le proveen un soporte importante al estupendo trabajo de Gordon y Abel desde la comedia física que proponen. Un plato ciertamente exótico para ser degustado por quienes buscan experiencias europeas originales.
Siempre digo que es muy bueno que el mercado de la animación que haya nuevos jugadores. En este caso particular nos llega una corproducción europea independiente (Alemania, Belgica, Luxemburgo y Noruega aportaron a él), dirigida nada menos que por un irani que vive y trabaja en el primero de esos países. Interesante mix no? "Richard the stork" es otra muestra de que la animacion es un campo a abordar y si conseguís buenos circuitos de distribución para tu material, todo es posible. Hay una demanda por este tipo de peliculas importante a nivel global y suma un montón que la oferta sea lo más variada posible. Reza Memari, escritor y codirector de este film , nos trae una conflicto más bien universal, en forma de una road movie familiar, sobre un simpático gorrión que quiere mostrar su valor como cigueña, para poder acompañar a sus seres queridos en la travesía obligada que hacen esas aves a lugares más cálidos durante el invierno. Richard, el protagonista, es un ave adoptada por cigueñas. Al estar junto a ellas, él busca mimetizarse y comportarse de acuerdo a lo que ve y hacen, de manera de ser parte a pesar de no pertenecer a la misma especie. El tema es el inicio de la temporada fría, porque ellas (las cigueñas) deben migrar, cosa difícil para un gorrión, siendo que no posee las condiciones para soportar un viaje en tanta altitud y por tanto tiempo, hacia Africa, cuna de los climas cálidos. Richard se encuentra una madrugada solo en el nido y no se resigna a separarse de su familia. Se lanza a la increíble aventura de lanzarse a concretar ese viaje, aunque no pueda hacerlo volando. Su inquebrantable voluntad, lo llevará a hacer tándem con una lechuza muy simpática (Olga, que tiene trastorno de doble personalidad), y luego con un loro fanático de la música disco, con quienes intentará atravesar Europa para unirse con su familia en otro continente. La cinta es divertida, muy simple desde lo narrativo e ideal para los peques de la familia. Si ya se acercan a los diez años, quizás no la disfruten tanto como los mas chiquitos. Memari y Toby Genkel (los directores) trabajan bien las transciones y sostienen el interés de la trama a través de una serie de cortos gags cada vez que la cinta decae en su voltaje. Hay algunos apuntes coloridos (las aves que están en los cables y que se conectan a las redes sociales, el festival de San Remo para loritos, etc) y otros no tan inspirados (las secuencias de vuelo y la relación con los humanos), pero en líneas generales, "RIchard the stork" es una pequeña cinta que puede funcionar para un sector de la familia. Como nota saliente, se aprende bastante de las conductas de las aves y es muy didáctica para mostrar la variedad de dicha fauna.
Llega cine finés a nuestras salas, lo cual siempre es una buena noticia. Más, si es la cinta que representó al país en los Oscars hace un año atrás. "Miekkailija" es otro de los hits de Klaus Härö, de quien cuatro de sus cinco largos como director, fueron a representar a su país a la gran competencia en Los Angeles. Un director multipremiado en Europa a quien vale la pena conocer. "El esgrimista" es un film sobre deporte, inspiración y drama en envase de thriller. La historia comienza allá por 1952 cuando un hombre llamado Endel Nelis (Mart Avandi) llega al pueblo de Haapsalu en Estonia. Dicho pueblo, como toda la zona, está dominada por el régimen comunista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El tiene un pasado complejo que evade y la idea de enseñar esgrima en una escuela local, lo seduce y estimula. Si bien al principio sus alumnos no responden cómo el quiere, con el correr de los días van tomando cariño al docente y esto opera cambios a ámbos lados de la relación pedagógica. Endel se enamorará (de la deliciosa Liisa Koppel, una gran revelación) y enfrentará a sus alumnos con desafíos cada vez más altos hasta disputar un torneo en el que su pasado vendrá a producir otro quiebre en su vida. Los altos mandos soviéticos pondrán el ojo en esa actividad y este maestro de la espada deberá sortear muchas dificultades para que sus chicos tengan final feliz en la competencia. La cinta habla de la opresión (desde el punto de vista político), el valor de la enseñanza (como herramienta de liberación) y el conflicto de intereses en territorios donde la libertad no es un valor permitido. Nuestro esgrimista destila energía y pasión cada vez que trabaja con sus alumnos y enfrenta la furia de quienes no creen que lo que el hace sea necesario para la población con la que trabaja. Esa lucha de clase para llevar adelante un anhelo, es el común denominador del cine de Klaus Härö en su sutil y dedicada filmografía. Hay en esta construcción, una gran dirección artística y una delicada fotografía. Esto se complementa con actuaciones ajustadas y un guión cuyo mejor acierto es la caracterización de los personajes. En el debe, podemos decir que hay poca sorpresa en el recorrido propuesto y que en el final de la cinta, sentimos que la historia que nos contaron ya la hemos visto antes, en otros escenarios y geografías. "El esgrimista", entonces es un sólido exponente del cine europeo contemporáneo. Tiene el plus de ser de una filmografía que no es usual ver en Argentina y sin dudas, dejará satisfechos a los espectadores que quieran adentrarse en este universo particular.
Nuevo trabajo de Julia Solomonoff, luego de las destacadas "Hermanas" y "El verano de la boyita". En esta ocasión, la excusa es la de las desventuras de un inmigrante en territorio estadounidense. En la Gran Manzana, para mas datos. Eso si, hay que decir que su protagonico no es cualquier extranjero común que busca salir de los infortunios económicos en el Primer Mundo. No, es uno que en su país, es exitoso pero a quien las cosas no le van tan bien en lo emocional y decide buscar nuevos aires fuera de su zona de confort. El hombre en cuestión es Nico (Guillermo Pfening en una actuación sobria y luminosa), actor de tira local exitosa que cierto día, luego de un planteo serio con su amante (Rafael Ferro) y productor, cansado de que el no reconozca el valor de la relación, decide partir ante la posibilidad de rodar una película en Estados Unidos. El tema es que la producción de la cinta se demora y Nico no tiene resto para tanto, por lo que deberá apelar a la ayuda de una amiga (Elena Roger) quien esta casada con un americano y cuidar a su bebe para subsistir. Antes, claro, hace otras cosas como llevarse cosas de un supermercado cercano, plagado de cámaras que nadie parece mirar... Nico vive y lucha contra su orgullo y tozudez. Intenta llevar una vida de profesional que allá no hace pie. Aquí, todo seria cómodo y fácil porque su programa era exitoso. Allí, nadie lo conoce y encima no da el tipo latino: es caucásico y rubio y no consigue papeles porque su acento tampoco es perfecto. Solomoloff utiliza parte de sus recuerdos (ella también vivió en USA y tuvo que adaptarse y ganarse un lugar en esa sociedad) para enmarcar la historia pero quien la viste de sencillez es Pfening. Su Nico esta plagado de buenos detalles y conocerlo es el centro de la película; la gran ductilidad de su interprete principal hace que el film, con el ritmo clásico de las indies de este tipo, sea agradable y melancólico, sello de su realizadora. "Nadie nos mira" es un relato sobre el desarraigo y la lucha por salir de lo conocido. Es ese instante en tu vida donde te das cuenta que lo que tenes no te hace feliz y buscas mas. Ese recorte temporal donde tu dolor te llevas a no hacer lo que tu rutina te dicta sino animarte a mas. Y ver que sucede en el afuera. Con aquello que traiga. Sutil y delicado, un destacado regreso de Solomonoff a las salas de su país.
Además de periodista, soy docente. Y es muy difícil no reconocer el valor de este trabajo de Alejandro Vagnenkos, una propuesta de registro de una escuela muy especial. Hablamos de una entidad educativa en Neuquén, donde se educa la comunidad mapuche, junto a lugareños e hijos de pastores y gente de la montaña. Esta institución, rural al extremo, fue fundada en 1911 y según sus registros, no tiene aún egresados que hayan completado su ciclo primario. Pero eso no dice mucho si la mirada se enfoca en lo cuantitativo. Hay un trasfondo en el que si podemos percibir la misión de los educadores y su ffirme propósito para llevar adelante : la educación que abre caminos y transforma vidas. La película recorre anécdotas muy interesantes sobre lo que sucede en dicha escuela, donde los ex alumnos y vecinos, explican a cámara la trascendencia de este proyecto. Aquí hay un tarea fuerte, comprometida y atenta a las necesidades de su comunidad. La lente está puesta en analizar lo que sucede y transmitir imágenes sobre lo que este establecimiento (la N°6 de Huancal-Cajón Chico) vive y respira y cómo la vida tiene lugar ahí. Es emocionante conocer el compromiso docente en ese lugar y tomar contacto con su realidad. Vagnenkos cumple su rol con oficio. Hay mucha belleza en el lugar, y él sabe captarla. “Escuela transhumante” es un vehículo de experiencias y es muy potente en ese sentido. Un doc que ningún educador debe dejar pasar. Inspira e instala parámetros interesantes y profundos sobre cómo debe encararse una construcción de aprendizaje que integre auténticamente.
Vuelve Marion Cotillard, vuelve la magia. Después de la discutible "Allied" (de la que sólo ella se salva), tenemos aquí una realización de una actriz y directora prestigiosa en Francia, Nicole Garcia, quien elige adaptar la novela de la italiana Milena Agus "Mal de pierres". La trama está ambientada en los años 50' cuando una mujer, Gabrielle (Cotillard) contrae matrimonio sin estar enamorada. Ella desde el comienzo se muestra atravesada por el sexo y transgresora a tal punto que su familia le impone un camino drástico. O se casa o terminará institucionalizada. Lo cierto es que esta circunstancia la empuja a casarse no en los mejores términos. Práctica habitual en su medio en ese tiempo, esto genera un ruido fuerte en su relación con el español asilado en Francia, José (Alex Brendemuhl a quien viéramos en "Wakolda" y "Truman"), su esposo. El no entiende demasiado de lo que le sucede a su mujer y está preocupado por ayudarla, honestamente. Es así que la envía a una cara clínica suiza para tratarse de una dolencia en los riñones (de ahí el título original) en su idea de que eso puede afianzar su relación de cara a agrandar eventualmente a la familia. Gabrielle dará en el spa para rehabilitarse, con un oficial, André Sauvage (Louis Garrel), quien viene de la guerra en Indochina con graves problemas de salud. El es un alma sensible, toca el piano y... se enamora rapidamente de la indómita mujer. El tema será cuando a ella le den el alta y tenga que regresar a la vida monótona y gris que le ofrece su relación con el pobre José. La historia se sostiene por el increíble magnetismo del personaje central. Me atrevo a decir que no es esta una historia puramente romántica, sino que muestra el interior de una mujer desfazada de su tiempo y esa circunstancia que la invade. Gabrielle es un ícono de sexualidad contenida que busca manifestarse. Y está en el lugar equivocado, en un mal momento. García lleva el tema con oficio, hay mucho de Cotillard en pantalla (y eso es siempre bueno) y la película es entretenida aunque un poco extensa en su recorrido. No siempre da la talla dramática pero sí se muestra clara en su propósito y está bien contada. Cotillard, va camino a convertirse en leyenda para su país. Este film quizás no le reporte tanto prestigio pero consolida su imagen de actriz comprometida con las historias profundas.
Las historias de superación personal y ascenso social siempre pagan en el mundo del cine. Pueden ser más o menos efectivas en términos visuales pero gozan en general del favor del público. Todos necesitamos ser inspirados y ver como la fibra humana vence las dificultades materiales, al menos en unos pocos casos. Debe haber sido esta la razón por la que Hany Abu-Assad , un cineasta increíble para su medio y ya nominado al Oscar, eligió la historia real de Mohammed Assaf, un aficionado a la música que ganó el concurso de "Arab idol" (franquicia de la versión americana) y se convirtió en una estrella local luego de un largo y complicado derrotero. Abu-Assad intenta en cierta manera hacer una versión menos colorida que el máximo exponente del género ("Slumdog millionaire", si me preguntan), pero con bastante del calor local en relación al conflicto de la zona donde la acción ocurre. Ser palestino no es precisamente hoy en día vivir una existencia relajada y mucho menos pelear para torcer lo que el destino le ha dado en suerte. Por ende, Mohammed deberá hacer su propio via crucis para llegar a cumplir con su sueño (en este caso, llegar a Egipto y hacer su arte). La historia arranca cuando él es pequeño y funciona bárbaro en ese primer tramo. La bandita que el protagonista tiene es adorable y las tribulaciones para conseguir sus primeros instrumentos musicales también. Luego el pibe crece y comienza a sentir que su destino no pasa por el lugar donde está. Y salir de su zona de confort no será precisamente fácil. "El ídolo" es un film correcto, clásica biopic encarnada por una figura con cierta fibra pero pocas condiciones actorales (Tawfeek Barhom no ofrece demasiados matices), discreto en cuanto a su elenco pero aceptable y exótico en cuanto a atmósfera y marco social. Entretiene, no puedo decir que inspire (a mí me hubiese gustado más saber de Gaza que de cómo colarse para participar de un reality show) pero creo que está bien en líneas generales y es entendible que después de dos films muy duros ("Paradise now" y "Omar"), Abu-Assad se haya tomado un respiro para encarar un próximo gran proyecto. Sí tenemos aquí, una película que instala lo político de manera lateral pero se guarda el mensaje de esperanza para impactar hacia el climax de su relato. Se deja ver y aunque no sea de los trabajos más intensos de este cineasta, siempre es agradable acercarse a su cine.
Tercer trabajo de un joven valor local, Nicolas Tuozzo, quien elige para este largo de género, adaptar el best seller del popular Gustavo Rolón y llevarlo a la pantalla grande con todos los cánones de una cuidada superproducción. "Los padecientes" presenta una historia tal vez ya transitada por otros títulos pero con un enfoque psicoanalítico didáctico y comprometido. Fiel al espíritu de su afamado autor. Tuozzo cuenta que se conectó con Rolón hace unos años y que juntos acordaron que iban a conducir mucho de la propuesta juntos. El escritor cedió los derechos con la condición de ser parte de la cocina íntima del film. Y esto se nota. Es un universo familiar para los lectores del afamado psicoanalista. El guión adaptado por Marcos Negri, el director y Rolón, propone una mirada a un mundo de elite particular y hermético donde habitan sujetos cuyas vidas no son siempre lo que aparentan... Ese el punto de partida para una construcción intensa (a veces despareja) de un universo asfixiante y áspero, en el cual un psicoanalista de renombre, Pablo (Benajmín Vicuña) recibe el pedido de Paula (Eugenia Suarez), hija de un acaudalado empresario asesinado hace poco tiempo, de ser perito de parte en un posible juicio a su hermano, presunto autor del hecho. La estrategia de Paula es que a Javier (Nicolás Francella, de sólido trabajo) no afronte la cárcel (el ha confesado ser el autor material de la muerte de su padre) si Pablo acepta firmar el informe de ininputabilidad que garantiza tratamiento y la libertad, pasado un tiempo. Pero Pablo no es un profesional sin moral. Al contrario, el comienza a avanzar en una suerte de investigación para descubrir que sucedió en realidad en relación a la muerte de Roberto Vanussi (un secundario tremendo de Luis Machín) y analizar en profundidad la relación entre los hermanos y su padre, situación que molestará a círculos muy encumbrados que intentarán obstaculizar su camino. Nuestro protagonista tendrá en su núcleo íntimo, el sostén para enfrentarse a esta compleja trama. Ahí se luce el "gitano", colega y amigo jugado por Pablo Rago, valor importante en esa construcción. Párrafo aparte para Angela Torres, cuyo rol de la hermana menor del clan Vanossi se vuelve consagratorio para la actriz, ofreciendo en su composición, un par de escenas que quedarán en la memoria emotiva de los espectadores, sin dudas. Lo cierto es que "Los Padecientes" posee un componente de alerta social importante, que enmarca el clima de la trama y potencia la fuerza de su mensaje. Probablemente pueda incluso decirse que es demasiada convencional en su tratamiento y sobre explicada en algunos tramos pero hay que reconocerle que es absorbente a partir de la segunda hora de metraje y en su clímax, define con efectividad el destino de la historia. Muy recomendable y con la intención explícita de generar debate y concientización sobre la problemática que aborda.
Es difícil hablar de “Fast & Furious” en estos tiempos y decir algo novedoso. La franquicia está viva, desde la cuarta entrega para adelante viene superándose en la taquilla y ya nadie discute los valores que la misma ofrece. Hay acción al extremo, autos, carreras, tanques, aviones, chicas y coreografías de ampulosa fuerza: es así y en cada episodio buscan superarse. La cuestión es entones no discutir si las “Fast…” son o no buenas películas, (ya pasamos este estadío) sino que traen de nuevo. Los productores, con Vin Diesel a la cabeza (es increíble que este hombre haya crecido tanto como superestrella cuando es limitadísimo como actor) buscaron esta vez un director con poco recorrido en este tipo de cintas (F. Gary Gray)y dejaron que el hombre símbolo de la saga, se ocupara de marcarle el ritmo a sus compañeros. De hecho, The Rock (Dwyane Johnson) se peleó con Diesel bastantes veces en el rodaje al punto de manifestar su enojo por la manera en que el jefe de la familia (ahora que Paul Walker ya no está), lleva adelante el negocio. Más allá de eso, “The fate…” ofrece lo de siempre. Y un poco más. La incorporación de Charlize Theron es un gran acierto (ella está en un gran momento de su carrera) y la idea de unir a Deckard (Jason Statham) y ponerlo a jugar en equipo, termina por sumarle bastante a una cinta que, les anticipo, guarda alguna sorpresa desde el guión. Si, es probable que sientan que el conflicto, como siempre, es una excusa. Pero… Estamos en la octava parte y el público los ha consagrado largamente. Estamos para discutir esto? La historia arranca en Cuba (esta es la primera superproducción americana que puso los pies en la tierra de Fidel) donde Don y Letty están de luna de miel. Ahí se prenden en una carrera callejera (cuando no!) y al finalizar la misma Toretto se encontrará cara a cara con una mujer (Cipher, aka Theron) quien con sólo un pequeño gesto, hará que la unión familiar que el grupo presumía, se vaya por la borda. Este cambio de conducta de Dom, lleva al resto del grupo a estar en problemas y volver a trabajar con el Señor Nadie (Kurt Russell), para evitar que la nueva archivillana, consiga lo que quiere (según los servicios, desatar una guerra). Cipher es hábil, muestra muchos chiches (la escena donde caen los autos desde el estacionamiento es marca de su habilidad) y tiene el control de la situación durante la mayor parte del juego. A lo largo de la aventura recorreremos ciudades, habrá cuadros de impacto extremo (y en 3d, bien resueltos ) y música a tope. La falta de balance (se siente que Walker no esté) en la cuestión que propone históricamente (la “familia”), la cubre el humor de los secundarios y el contrapunto entre Deckard y Hobbs, que es de lo más divertido del film. “The fate of the furious” es una cinta esperable, potente y ruidosa. La gente abarrotará los cines para divertirse, ver grandes escenas con autos y disfrutar de la banda de sonido al máximo. Esta es una cinta para compartir y respeta todas las convenciones, ofreciendo como resultado final otro producto que cumple lo que siempre promete a priori: que pases un buen momento en sala.
Para los que no conocen a Gabriel Grieco, hay que decir que hace unos años tuvo un gran ópera prima de género, que sorprendió a todos: "Naturaleza muerta". En caso de que no la hayan visto, creo que no deberían perdersela, es de lo mejor del último tiempo en el plano local. Hoy, Grieco regresa con un elenco de actores populares y una producción importante, para ir más lejos en su desafío de contar historias originales, fuertes y sólidas argumentalmente. Y lo logra. "Hipersomnia" es un ejemplo interesante de cómo la industria puede incoporar y animarse a explorar otros caminos entre el cine indepediente y el industrial puro. Rara vez he visto una cinta con este nivel de producción, que ofrece un cuidado balance entre lo actoral, la atmósfera creada y lo enigmático de la trama. "Hipersomnia" es un vehículo colectivo bien hecho, que respeta todas las convenciones del género y se muestra sólida y potente para intentar atrapar al espectador local, más acostumbrado a productos extranjeros de este tenor. Por suerte, ahora Grieco nos muestra que con el apoyo adecuado, se pueden hacer en Argentina. La historia es la de una jóven aspirante a actriz, Milena (Yamila Saud), que interesada en formar parte del elenco de una obra teatral, sigue a rajatabla las indicaciones del director de la misma, Federico (Gerardo Romano). El sutilmente va aplicando una dosis de hipnosis en cada sesión con Milena, lo que genera consecuencias en la percepción de su realidad. Milena comienza a tener problemas con su novio (Nazareno Casero) y experimenta una vivencia paralela de otro mundo, donde las cosas no pintan nada bien. Las influencias son muy visibles. "Hipersomnia" integra la crudeza de "Hostel" y el estado onírico de "Sucker Punch" en un envase seductor y potente. Chicas cautivas, víctimas de trata sufrientes que intentan encontrar salida a ese perturbador universo, en una doble instancia donde nada es claro y la obra y la vida ofrecen matices distintos, que se entrecruzan peligrosamente. Grieco usa todo su repertorio para instalar clima y propuesta y logra, merced a buenas interpretaciones (Jimena Barón, Vanesa Gonzalez y el ascendente Peter Lanzani se encuentran entre lo mejor del film), que el relato no ofrezca desniveles y se posicione intenso y provocador. Es importante que sepan que acá nada se guarda y algunas escenas pueden ser un poco crudas para el espectador desprevenido. Todas justificadas por la historia, desde ya. Sensual, profunda y con todo el gancho para los jovenes y los amantes del cine de género,"Hipersomina" es otro paso adelante en pos del crecimiento de un espacio para el mercado local. Hay muchas cintas extranjeras que cada semana buscan convocar al espectador que en gran número, las elige a pesar de su dudosa calidad. Esta es buena de verdad y hay que apoyarla para que nuestra industria se siga consolidando.