Indudablemente, el segundo largo de Gaspar Scheuer, es de los mejores films locales del último año. No puedo definir (lo confieso) con claridad si me atrapó el tópico (lo original), la atmósfera o las interpretaciones. Pasa en cintas como “Samurai”, que a veces, el cine argentino, sorprende, propone nuevos recorridos, arriesga con historias poco convencionales y… acierta. Eso sucede con “Samurai”. Acierta. Es un pleno. Estamos en los finales del siglo XIX, perdida en la inmensidad de la naciente Argentina, encontramos a una familia de japoneses. Allí, Takeo (de 20 años-Nicolás Nakayama, quien aprendió esgrima y estudió el idioma para poder estar a la altura del personaje-), va madurando la idea de honrar la memoria de sus ancestros. Su abuelo era un orgulloso guerrero oriental quien atraviesa los últimos años de su vida. Este joven, vive junto a su padre, el aprendizaje natural de ser heredero de esa cultura. La familia trabaja la tierra. Pero al fallecer el viejo Samurai, Takeo entiende de sus últimas palabras, que debe buscar a Saigo Takamori, el último (y más valiente) de los de su casta, líder natural de aquellos legendarios guerreros, del que se dice huyó de la última sublevación en la patria del Sol naciente y está en tierras argentas, preparando todo para su regreso. Todos sabemos que Saigo (lo dicen los libros) murió heroicamente al frente de la resistencia contra el emperador nipón, cuando aquel ordenó terminar con los Samurai, así que si están informados, ya en este punto crece la intriga por saber qué destino le depara a Takeo en esta búsqueda, cuyo resultado se anticipa impredecible. Sabemos que la región es muy hostil para transitarla solo, por eso es que nuestro protagonista se unirá a Poncho Negro (Alejandro Awada, de gran trabajo), un ex combatiente de la Guerra del Paraguay, hombre enigmático y resistido por sus pares, para adentrarse en esa titánica tarea. Viaje iniciático enmarcado en el despliegue de contradicciones culturales (la gauchesca versus la oriental), aquí el escenario se funde con la historia de manera única: la aridez de las tierras se ve en todos los rostros de los hombres que Takeo encuentra en su camino. Honor, gallardía, picardía y engaño, serán los elementos que girarán en este derrotero: se sabe extraño y está buscando su destino, más allá de lo exótico de sus rasgos. Scheuer elige planos bellos para instalar a sus personajes: la soledad de esos parajes (se filmó en El Durazno, San Luis) y la sugerente fotografía, le dan a la película una atmósfera única. La vida interior de su protagonista (sus contradicciones con respecto al rumbo que debe tomar, hasta el mismo final) y las agudas observaciones de quienes van desfilando en la historia (desde el Coronel hasta cada gaucho que va apareciendo) son acertadas y van delineando una gran panorámica del escenario en esa época. Delicada y telúrica, "Samurai" es una de las sorpresas del año (cuántas peliculas sobre gauchos hay, en nuestra historia reciente? No más de cuatro si mal no contamos...). Si decimos que hay cine arte local, este debería ser un gran exponente en ese género. No te la pierdas.
Es un buen momento para las comedias negras, violentas, gore y políticamente incorrectas, en el medio local. Hace un tiempo ví “Diablo” (http://www.elespectadoravezado.com.ar/index.php/criticas/2-hemos-visto/673-qdiabloq-sangre-por-sangre ) y me encantó. La verdad, el cine argentino necesitaba una renovación desde el género independiente, y pegar este año, además de la nombrada, a “Hermanos de sangre” nos deja una sensación de tranquilidad: hay equipo (s). Tenemos a Nicanor Loreti y a Daniel de la Vega, listo. Los dos son talentosos, tienen buena escuela y olfato para mostrarse diferentes, y generar una marca propia en el género. “Hermanos de sangre”, ganadora de la Competencia Argentina en el último festival de Mar del Plata es, ante todo, una comedia divertida. Un poco menos redonda que “Diablo”, pero igualmente adrenalínica y loca de atar. Para quienes no conocen a De la Vega, hay que decir que el hombre sabe de terror de bajo presupuesto (incluso dirigió un par de títulos para el mercado hogareño americano, uno de ellos conoció este año estreno local – “Death knows my name” http://www.elespectadoravezado.com.ar/index.php/criticas/2-hemos-visto/758-qla-muerte-sabe-tu-nombreq-made-in-argentine ) y aquí explota esa experiencia para llevarnos a un viaje delirante donde lo primordial, es pasarla bien. La historia es simple: Matias es un gordito simpático y bonachón (Alejandro Parrilla), típico perdedor pero dueño de un gran corazón, quien por esas cosas de la vida se topará con Nicolás (Sergio Boris), un sujeto extraño, que viste (y calza) de primera y que quiere mostrarse como su amigo desde el primer momento. Lo cierto es que Nicolás está unido a Matías por eventos del pasado y esa conexión lo impulsará a buscar el bienestar para su amigo. A cualquier precio. Claro, el problema (o lo interesante aquí), es el cómo… Matías es todo lo que se espera que sea y Nicolás es todo lo transgresor y decidido que también se espera. Entre los dos van dando forma a una comedia negra, donde la motosierra suena y no en balde (esta peli es ideal para mojar el pancito). Hay un respetable trabajo técnico y algunos secundarios interesantes, como el de Carlos Perciavalle (Dora, genial), que aportan a la solidez del producto. Quizás el guión no sea tan preciso y ajustado, hay algunos momentos que desentonan y desconciertan (las escenas en la comisaría quizás no hayan sido las mejores logradas, aunque esté Palomino componiendo un gran secundario como jefe del destacamento), pero en el balance general, las luces se encienden y el resultado es positivo. Seguramente no será para todos los públicos, pero el clima de delirio y marginalidad, presente a lo largo de “Hermanos de sangre”, tendrá sus adeptos. Si te gustan las emociones fuertes, y tenés estómago para ellas, entonces te diría que esta película tiene mucho para darte
Cuando miré la grilla de estrenos DOCA para esta semana, recordé que me habían hablado de esta película. Amo el fútbol y se del debate que se produce entre la militancia popular, que sostiene el valor del deporte como alimento social puro y necesario, y los que solo viven su pasión a través del llamado fútbol hiper profesionalizado, cuyo centro es metálico y atrae toda la atención mediática que invade nuestras vidas. Hay un debate que debemos conocer, en el cual, las voluntades se expresan y organizan, para conseguir aquello que creen y quieren: garantizar la práctica del fútbol democrática, cooperativa, solidaria... con acceso para todos. De eso habla, precisamente, "Copa Hombre Nuevo". Esteban Giachero, su director, miembro del "Colectivo Hombre Nuevo" (espacio conformado en 2006 por estudiantes y graduados en cine, video, fotografía y diseño, y que se propone dar debates sobre las experiencias del arte, la política y la cultura), nos trae el registro de un torneo muy especial, caleidoscopio de una realidad que se presenta más compleja de lo que a simple vista parece. En Colonia Caroya y organizado por el "Club Che Guevara" de Córdoba junto a "Autónomos" de Brasil, tuvo lugar la primera Copa América Alternativa, basada en una experiencia realizada en 2010 en Inglaterra. La idea había surgido de la clase trabajadora de Bristol y Leeds, donde hay tradición socialista (si, no todos piensan igual en las islas británicas) que movilizó a la militancia a generar un torneo propio. En aquel año, Autónomos participó de la Copa del Mundo Alternativa 2010, y le propuso al Club Che, intentar reproducir la idea y el evento en América Latina. Imaginen ustedes que era una tarea interesante, alojamiento, estadía, trofeos... Todo autogestionado. Así es que Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Inglaterra, Bélgica y Lituania, tuvieron representantes en esta singular competición con el Che Guevara como telón de fondo (el trofeo tenía su imagen). Giachero cuenta que accidentalmente se enteró de esto mientras entrevistaba por otro tema a la presidenta del club cordobés y decidió rápidamente conseguir recursos para filmarlo, a pocas horas de su inicio (que estuvo a punto de postergarse). Lo que comienza como el relato de un grupo colorido de participantes de distintas geografías, se va transformando en un interesante manifesto político. La presencia del Estado en el deporte, los recursos, la problemática de quienes practican deporte, los espacios destinados a ese fin, la presencia de las mujeres y su representación del fútbol, el rol de los aficionados y su libertad para expresarse, la transmisión de valores a través del juego, la relación con el fútbol empresarial que se lleva nenes de 12 años a Europa... Todo va apareciendo en la voz de los protagonistas. Hay un inteligente montaje que le da ritmo al film y con el correr de los minutos, lo que al principio pareciera ser una cobertura casi pintoresca de un grupo de voluntades, termina siendo un documental de ideas, convicciones y lucha. Por más que todo se mire desde la redonda, los planteos que se generan en los distintos futbolistas amateur que participan del certamen, tiene sustento y aportan mucho dado que escuchamos testimonios de otras latitudes que perciben y operan con realidades distintas a la nuestra. Si bien el resultado puede ser el mismo (les cuesta a los ingleses, a los brasileños y a nosotros organizar un torneo de este nivel, autogestionado), lo cierto es que los obstáculos que se presentan son de distinta naturaleza y está bueno ver cómo se vive en otros países esta relación ciudadano-deporte-Estado. Interesante film de Giachero. Salí pensando de sala cuantas cosas hay detrás del fútbol, que nos conmueven y que pasan desapercibidas tapadas por la pasión con la que uno vive el deporte, pero están. Y en su fuerza y complejidad. Apoyamos el debate que se plantea. Si les interesa una mirada política sobre este tema, seguramente este documental tiene mucho que ofrecer. O a quién no le da ganas de prenderse en un picado con esta gente? Yo levanto la mano y busco mi camiseta. Desde ya. También se milita con la redonda bajo el brazo.
Llega al público un documental energético, ideal para los que buscan impactos desde lo físico y el ritmo. En la Sala Lugones y en un solo horario (22 hs), durante 6 noches, a partir del jueves pasado puede verse"Los posibles". Tuvimos la suerte de verla en el último #BAFICI (donde la prensa la aplaudió y mucho) y es el nuevo opus de prestigiosísimo Santiago Mitre junto al coreógrafo Juan Onofri Barbato. Seguramente es de las pocas veces que en la pantalla local vemos tanto despliegue de fuerza, coordinación, amor por la danza y convicción. Qué es "Los posibles"? No estaríamos faltando a la verdad si decimos que es el registro de un grupo de danza en una frenética coreografía de casi una hora de duración. Tampoco, si decimos que implícitamente (al inicio y al final), hay más para ver y sentir. El conjunto de integrantes que concurren a este ensayo y que realizan espectáculos, son jóvenes de una zona muy desprotegida del conurbano bonaerense y lo que impacta, es ver la entereza en lo que hacen, la entrega y el timming. El baile permite canalizar anhelos, esperanzas y poner afuera todo aquello que marca sus vidas. Y si bien el recorte es limitado, creanme que funciona. El registro es frenético: hay un DJ que marca el paso y un nutrido grupo de adolescentes haciendo una puesta impactante en un sitio ideal para verla (un viejo warehouse). Este trabajo documental, además, está estupendamente fotografiado, destila ritmo y transpira sudor. Se lo percibe. Tiene física propia. Es importante saber que la adaptación del espectáculo de danza alumbrado por Onofri junto a este grupo de chicos que llegaron a la Casa La Salle, un centro de integración en Gonzalez Catán (kilómetro 29) fue estrenada en el Tacec de La Plata y luego llegó a la sala AB del Centro Cultural San Martín. "Los posibles" es la muestra de que el arte contiene, proyecta y potencia la vida de la gente. Gran vibración en cada fotograma y un derroche de movimientos que no podés dejar de ver.
Indudablemente los standares de la animación han subido en este último año y si hace unos meses perdiste el hilo de la industria dentro del género y entrás a sala dormido, los últimos títulos te impactan. Desde lo técnico, primordialmente. “Epic” es la creación de un talentoso a prueba de bomba, Chris Wedge, director de la primera entrega de “Ice age” y “Robots” , hombre que se caracteriza por su pasión y compromiso con los grandes desafíos. Imaginó “El reino prohibido” como una historia de inmersión y aventuras, y consiguió exactamente eso: un producto acorde a su habilidad como artesano de la ilustración y el diseño de arte. Probablemente no sea muy original (de hecho ese es punto débil), pero se destaca en el impactante aspecto visual que ofrece. La historia en este caso es la de una adolescente de 17 años, simpática y muy querible, quien de manera casual formará parte de una contienda que nunca soñó. Ella (Mary Katherine), regresa a visitar a su padre, el Doctor Bomba, quien vive en el medio de una jungla con intención de estrechar trato con él-.. La comunicación entre ellos no es de lo mejor porque este último dedica mucho tiempo a investigar la existencia de ciertas diminutas criaturas que lo obsesionan… Lo cierto es que Mary K, accidentalmente se convertirá en heroína en el marco del enfrentamiento entre bandos con banderas e ideas distintas que luchan por el control de un bosque (interviene la magia y ella verá las cosas desde una perspectiva, “distinta”!!). Con mucho de “Alice in Wonderland”, veremos como se posiciona y cuales son sus estrategias para apoyar al grupo correcto. Más que un símbolo, este espacio verde y el combate que en él se plantea, es una clásica representación del bien contra el mal. Wedge lo visualizó bien y se encargó de desplegar todos los recursos posibles para sostener el relato, apelando a la enorme calidad profesional del equipo que como siempre, Blue Sky pone a su disposición. El film es tremendo desde el trabajo con el color, un deleite para los ojos. Destila humor y mucha ternura. Quizás lo que no me terminó de cerrar es lo esquemático de la historia, bastante cercana a las propuestas de Disney que por años me aburrieron. Quiero decir, todo el tema de la heroína salvando el mundo (gran mensaje ecológico), su amor con un caballero (preferentemente rubio) y lo que viene después, está bastante visto. Supongo que esperaba un guión menos convencional y por eso, tal vez, salí de sala satisfecho, pero con cierta reserva. Para aquellos que aman la animación, es un film atrapante desde lo técnico. La familia la disfruta sin complicaciones y es probable que si la atención se fija en la aventura pura, es probable que la pasen más que bien.
"Spring breakers" es una película engañosa. Si miran la gráfica, parece una comedia liviana, veraniega, de las que la industria americana produce por decenas cada año. Pero no, detrás de las cámaras se encuentra el guionista de "Kids", Harmony Korine y si no lo conocés, quizás esta sea la cinta ideal para acercarse a él. Ya lo dijimos: no hay que dejarse llevar por los clips al estilo MTV promocional y las fotos del cuarteto protagónico en coloridas bikinis: aquí un relato fuerte, irónico, crudo y divertido sobre los valores de la juventud americana. Es una película comprometida, psicodélica y muy original. Korine se hace cargo del guión y atrapa a la audiencia con un inicio atractivo: cuatro chicas muy lindas (dos de ellas nada menos que las estrellas Selena Gómez y Vanessa Hudges) están desesperadas por irse de vacaciones. El receso de primavera (principalmente para los universitarios) se acerca y cuando hacen el racconto del dinero que poseen, se dan cuenta de que están lejos del objetivo. Es ahí cuando tres de ellas, deciden cometer un delito, y conseguir el dinero para irse. Eso sucede rápido (la peli es realmente veloz) y cuando están instaladas en la Florida, pasandola brutal (léase, alcohol, sexo casual a mansalva, fiestas, drogas, más alcohol) la policía las detendrá en una redada. Puesta bajo custodia del juez interviniente, se les fijará fianza y comenzará otra película... Quien la pagará será un mafioso local llamado "Alien" (James Franco), quien se transformará en el ángel guardian del grupo de chicas, orientandolas y canalizando sus deseos más oscuros, sin ningún tipo de pudor. No se si contar mucho de "Spring breakers" porque creo, tienen que verla. Superficialmente, puede que tanto despliegue visual confunda (hay un trabajo de fotografía excelente), pero lo central de la historia es (aunque no lo crean), la composición de los personajes. Las chicas tienen brillo propio y cada una ejemplifica perfiles de las jóvenes americanas de este tiempo. Tentadas por la sociedad de consumo, con desesperación por experimentar sin límite, ellas son paradigmas de una juventud, divina (pero no tesoro)... Pero hay más, son lideradas por Franco, un matón memorable (vean cuando interpreta en el piano la canción de Britney Spears y después nos cuentan), quien destila locura y desenfreno en el grado más extremo. Todo, matizado con una enorme banda sonora. Qué más se puede pedir? Un fresco moderno y aggiornado a los tiempos que corren. Una instancia de aguda reflexión sobre el destino de nuestros jóvenes. Una luz de alarma, tal vez? Lo cierto es que cuando promedia la película, todos nuestros miedos la hacen incómoda... pero no podemos dejar de verla. Es un festival visual y elegimos vivir la historia junto a las chicas, hasta el final. Uno de los mejores estrenos de los últimos tiempos. No se queden en lo superficie de lo presentado hasta aquí y hagan su propia viaje, "Spring breakers" ,tiene mucho por ofrecer.
Nadie va a discutirle pergaminos a Antoine Fuqua. Es un gran director y sabe como hacer buenos productos de acción. Entendiendo esa premisa, hay que entender este nuevo opus, “Olympus has fallen” sólo como un intento de género clásico, donde el marco político que se presenta como trasfondo, sirve apenas para acompañar la propuesta y no hay que tomárselo demasiado en serio. ¿Por qué decimos esto? "Ataque a la Casa Blanca" es discutida por la situación que presenta (sí, está bien, esto es cine pero...): un grupo terrorista norcoreano toma la Casa Blanca, secuestra al Presidente y pone a América, prácticamente de rodillas. No es que Estados Unidos no haya sufrido atentados violentos y sangrientos en estos últimos trece años, sí, que justamente ha extremado precauciones para que los mismos sean fácilmente controlables. Así que despejemos cierto aire de “credibilidad” de la situación, dejemos de lado el costado patriótico exacerbado que nos propone, y evaluemos su impacto como un simple ejercicio de aventuras con balas, explosiones y muertes a granel. Tenemos a un custodio presidencial venido a menos, Mike Banning (Gerard Butler), quien fue separado de su trabajo por no haber podido salvar a la esposa del primer mandatario (Ashley Rudd), en un accidente en las afueras de Camp Davis, en una fría noche de invierno. Al hombre más importante de los EEUU, (jugado por Aaron Eckhart) ver a Mike le trae malos recuerdos y prefiere que haga un trabajo de escritorio, lejos de su presencia. La tensión en la península coreana es alta, una delegación del sur viene a una audiencia presidencial a la Casa Blanca y resulta que, tal encuentro era sólo una fachada, Kang (Rick Yune) el villano oriental (jefe de la custodia del mandatario), tiene claro lo que quiere: la máxima potencia del mundo deberá desarmarse y ponerse a sus pies. Para eso, tiene en su poder al presidente, al vice y a varios secretarios de Estado. Mike siente los primeros escarceos (trabaja cerca) y sin dudar va hacia la White House a auxiliar y acompañar a sus ex compañeros, pero pronto descubre que el plan es bastante macabro y solo él, logra sobrevivir de una masacre en el jardín mismo del lugar, transformándose en la única esperanza para recobrar el control de la situación. O sea, Mike versus los terroristas, solo… simplificando… “Duro de matar en la Casa Blanca”. Fucqua no se cuestiona cuanta violencia presentar: usa todos sus recursos y no se guarda nada. Es un escenario de destrucción y con la entrada, como souvenir, deberían darnos un chaleco de balas. El guión no tiene demasiadas luces, apela siempre al abnegado valor supremo de defender la nación (americana) e intenta ser verosímil como puede, potenciando el arsenal tecnológico que se pondría en juego en esa situación. Pero cuanto menos, es desparejo y no logra transmitir tensión (ya sabemos, Bruce Willis hay uno solo). Si te gustan los productos de acción de alto impacto, seguramente tenés que verla. En cambio, si preferís thrillers más elaborados conceptualmente y con sustento, quizás este rescate no sea todo lo que vos esperás.
(Parte de esta nota fue publicada en relación al estreno de la película en BAFICI XV) Damián Bizzio nos trae una de las películas más interesantes del último BAFICI, su ópera prima, “Bomba”, relato que estuvo presente en la Competencia Argentina y que ahora tiene su estreno comercial a casi tres semanas haberse dado a conocer. El tema “bomba”, en el cine local, pocas veces ha sido abordado con el vértigo que su nombre trae, así que desde ya, la primer pregunta es… hay suficiente explosivos en esta cinta para atraer al público? Sí. A quién no le despierta curiosidad ver lo que sucede cuando alguien se sube accidentalmente a un coche lleno de explosivos? El impacto adrenalínico de la idea ya convoca. Bizzio presenta su historia en pocos minutos: un dibujante de comics (Alan Daicz) de Santa Fe, chico introvertido pero talentoso, viene de visita a Buenos Aires a presentar su libro. No cualquier libro, el primero de su autoría, premiado por una editorial con su publicación. Desconoce la gran ciudad y en la 9 de Julio, se sube a un taxi. No cualquier taxi. Su conductor (Jorge Marrale) le explica que el auto está cargado de explosivos y que no podrá bajarse de él... Lo que sigue es una aventura urbana en tiempo real, en la que conoceremos las razones por las cuales el taxista quiere hacer daño con la carga que lleva. Contrasta con el despertar al mundo que el joven ilustrador está viviendo: dos hombres atravesados en una coyuntura espacial que los hace relacionarse, y con incierto destino final. Bizzio hace un gran trabajo. Filmar con el taxi en movimiento por avenidas porteñas, ha sido un desafío superado. La tarea técnica realizada pone a la película en un alto standard para la producción local, sin dudas. Marrale está fantástico. Maneja (porque sabemos que lo hizo realmente y con tránsito en avenidas en horario pico) y actúa. Un enorme intérprete en una sólida performance, sin él, el film no habría tenido el carácter que logra. Daicz aporta candor y buena compañía a la hora de sostener el andamiaje, pero el as de espadas es el protagónico que lleva adelante el vehículo y la acción y él hace que "Bomba", valga la pena de principio a fin. Una cinta muy interesante y que no deberían dejar pasar este fin de semana. Comienza a llegar el cine de calidad nacional que vimos en BAFICI a la cartelera. Celebremos.
Alguien alguna vez dijo, en referencia a los Pet Shop Boys: “nunca hicieron una canción mala”. Salí de sala con esa frase en la cabeza…. mientras trataba de ordenar lo que había visto y tener alguna conclusión preliminar sobre “Trance”. Y la respuesta, un poco, surge de esa afirmación. Danny Boyle no cantará tecnopop, pero casi. Es un gran director, y hasta en aquellos trabajos en los cuales parece errar el camino, siempre encuentra la manera de que salgamos del cine con una impresión positiva de su trabajo. “En trance”, no es la excepción. Seguramente no es una gran película. O sí. Lo que no puede negársele, a nuestro camaleónico Boyle, es que sabe hacer lo suyo con oficio. Tiene muy claro lo que quiere contar y le agrega la locura y el ingenio que solo los talentosos pueden darle a sus creaciones. Para cerrar esta idea; cuando comprás la entrada para ver una peli suya, rara vez te equivocás. Podrá gustarte o no, pero filma con desparpajo, originalidad y siempre intenta proponerse nuevos desafíos. A veces, sale bien. A veces, no. Conocemos, de movida, a Simon (James McAvoy), un subastador atormentado por deudas (el juego era lo suyo) quien participa en un robo de una famosa pintura de Goya ("Brujas en el aire") en una subasta (gran secuencia inicial). Pero, recibe un golpe en la cabeza con tan mala suerte que olvida donde dejó el cuadro en cuestión. Franck (Vicent Cassel en un papel que le sienta naturalmente) se enoja mucho (tortura al pobre Simon pero se da cuenta de que ha quedado, realmente, amnésico) y decide que la doctora Lamb (Rosario Dawson) trate al caballero y utilice hipnosis para dar con la ubicación del botín. Pero claro, esta última entiende rápido lo que sucede y pensará en sacar una tajada, en cuanto logre acceder al inconciente de Simón. Y no le bastará esa entrada, sino que intentará otra, más física, para lograr sus objetivos. Hasta ahí lo que se puede contar. La historia, no es original, es una remake de un film para la tevé inglesa del 2001. Lo que sí, en esta oportunidad, y al estilo Nolan, y hasta Soderbergh (en "Side Effects"), Boyle piensa la historia como un puzzle que se arma y se desarma varias veces. Intenta seducir al espectador y confundirlo, a través de trucos visuales, vueltas de tuerca y mucho, mucho engaño (y decepción). Los encuadres, su acertada edición y el clima que la película respira están más que correctos y llevan el sello del director. Quizás el problema mayor que siento en relación a la película es que por momentos parece una sucesión de secuencias ingeniosas, estupendamente filmadas, pero sin unidad. Hay demasiada velocidad y no hay tiempo para procesar, el ritmo del film desde la butaca. Boyle deslumbra, de a ratos. Y agota, en otros. Esa dualidad es la que no permite decir que "Trance" sea un film excelente. Si es un potente y engañoso thriller negro. No es de los mejores trabajos de este inglés, pero tampoco desentona. Ni desafina.
Y llegó a salas la ópera prima del reconocido actor, Gustavo Garzón. Para llevar adelante este proyecto del que es responsable del guión, armó su equipo con una figura de prestigio como es Ana Katz (directora, pero también aquí actriz) y un protagonista en ascenso, Esteban Lamothe, a quien recuerdan por "El estudiante" de Santiago Mitre. "Por un tiempo" es un debut auspicioso para Garzón, un relato sentido (aunque contenido), que describe el proceso que hace un hombre para asumir su paternidad. Una construcción que nace en el afuera (el descubrir que es padre, desde lo biológico), pero que debe internalizar. Leandro (Lamothe), es un arquitecto de unos treinta años, acomodado, y casado con Silvina (Katz). Están esperando un hijo. Su vida, es, casi ideal. En la etapa de la pareja que están, todo está bien, cierra y sus rutinas marcan mucha felicidad y confort. Pero cierto día, él recibe la noticia de que hace 11 años, una breve ex pareja suya dio a luz a una niña, llamada Lucero (Mora Arenillas) y que esa mujer, está muy enferma y no puede hacerse cargo de su hija. Si bien la primera reacción de Leandro es negarse (incluso se hace un ADN), al final la contundencia de los hechos lo lleva a aceptar la idea y recibir en su casa, "por un tiempo", a Lucero. Ni el ni ella, en apariencia, están bien con esa situación. Mucho más, cuando el estado gravitoso de Silvina torne la convivencia difícil y algunos temas de lo doméstico (y lo emocional, sin dudas) hagan ruido entre los dos, o tres. La historia está bien planteada, hay en ella una progresión natural estupendamente gráfica y el trío protagónico la lleva adelante con oficio. Se perciben muchos temas transversales a partir de la aparición de Lucero en la vida de Leandro, no sólo de tipo parental sino también laboral y de pareja. Lo que funcionaba perfecto, comienza a mostrarse como, falible. Y es ahí donde Garzón se luce. Muestra con simpleza la resolución de lo cotidiano y también prepara espacios para reflexionar sobre los tiempos que ciertas nociones tienen, antes de introyectarse. Quizás es observable que en algunas cuestiones, (por ejemplo, la personalidad de la preadolescente), hubiese sido esperable mayor profundidad para conocerla. En el recorte presentado sabemos poco de ella y quizás mayor despliegue nos hubiese orientado como espectador. La trama es lógica y sí, quizás un poco de distención hubiese servido para no volverla tan solemne de a ratos. Hay un encuadre muy prolijo y formal que le quita un poco de ritmo a la historia, también. "Por un tiempo" es una película honesta, directa y simple. Un auspicioso debut para un actor a quien el sentarse detrás de la silla, no le queda mal.