A la hora de evaluar una saga como "Los Pitufos", nunca hay que perder de vista, a quién está dirigida. Dentro de la franja del público infantil más pequeño, se encuentra el núcleo "duro" de los fans que llenarán las salas para ver esta nueva entrega. Y esta realización, va directo hacia ellos. No se preocupa por entretener a los grandes que acompañan en la sala, con guiños, diálogos divertidos o algo más. No señor, aquí, todo es para los niños, así que si llegaron a su butaca con esperanzas de divertirse y tienen más de 9 años, la tienen complicada. No es que "The Smurfs 2" sea una película mala. Técnicamente, es superior a la anterior y el 3D es realmente bueno (sí, esperable, tomas aéreas de vuelo, caídas, etc...). Los actores tienen un rol menos protagónico (esto sí me parece un acierto, la edulcorada pareja es de lo más flojo de la anterior y aquí no están en el centro de la escena) y los Pitufos copan el terreno para hacer más travesuras que en su primer film. Raja Gosnell aprendió la lección y sabe lo que su audiencia quiere: ver todo azul. Es decir, nada de temas muy complicados. Escenas de humor físico, algunas líneas que refuerzan la idea de unidad familiar (y corporativa de la comunidad), y mucho carisma en la Pitufina, que es la real protagonista de esta entrega. Eso ofrece. Lo cual, a los más chicos, les basta. Es así. Nada más. En esta oportunidad, Gargamel (una composición discutible de Frank Azaria, habría que verlo en su idioma original para ser justos con él), traza un plan para capturar a la única mujer del grupo y obtener de ella el secreto de la esencia "pitufa". Esa que le permite seguir usando magia y amenazar con dominar al mundo. Como siempre, está con su fiel gato (Azrael) y su varita mágica (un poco descontrolada esta vez, les diría), pero está vez, incoporará a su equipo malvado a dos duendes, fallidos intentos de seres parecidos a su objetivo. Estos dos, serían los "hermanos" de Pitufina (si es que se puede así decirlo!). La idea es que, una vez capturada la heroína, se la coaccione de alguna manera para que hable. Gargamel entonces hará una tarea de seducción y acercamiento, para lograr su objetivo. Obvio que Papá Pitufo parte desde su aldea, liderando un grupo un poco más carismático que el anterior y viajan a nuestro mundo (donde el malvado es una estrella de la magia en París). Esta vez la acción transcurre íntegramente en la capital gala (excepto una escena en NY), donde hay un respetable trabajo de ensamble de humanos y animación. Decíamos entonces que la banda azul va al champiñón (perdón, digo, a la casa) de Patrick (Neil Patrick Harris), quien es padre (sigue casado con Grace, la insípida Jayma Mays) de Azul a pedir ayuda para la tarea de recuperar a la hija "pródiga". De allí, sin escalas a la ciudad luz, donde visitaremos todas sus atracciones más físicas (ya verán porqué lo digo) La película presenta el conflicto de la adopción (Gargamel sería el papá "biológico" de Pitufina y Víctor -Brendan Glesson-, el padrastro de Patrick que intenta ser aceptado con gran entusiasmo pero carga con el rechazo de su hijastro), y bucea superficialmente sobre el poder del medio para modificar lo que uno lleva dentro. La historia vuelve varias veces sobre esta cuestión (muy de este siglo, con mayoría de familias ensambladas), pero su planteo es bastante limitado y repetitivo. Lo interesante, sigue siendo, para los más chicos, ver a los Pitufos haciendo de las suyas. La línea elegida por el guión, sólo dejará satisfechas las ansias de los más pequeños de la familia. Eso sí, seguro que en la taquilla le irá muy bien y que habrá tercera parte (o tenían alguna duda?).
Las opiniones estaban divididas a la salida de la proyección de prensa, como sucede en estos casos. Hay críticos que pretenden que los productos mainstream de acción sean originales, profundos, con muchas vueltas de tuerca y que destilen solidez narrativa por los cuatro costados. Está bien. A todos nos gustaría que ese tipo de films fuera la media de la industria, pero no lo es. Sí, hay productos honestos, que no pretenden disfrazar de donde vienen ni qué son, y que también tienen algo que ofrecer: entretenimiento de alto octanaje. El menú que la audiencia, muchas veces elige: peleas a puño limpio bien coreografiadas, algo de artes marciales, persecusiones en capitales europeas o asiáticas, explosiones, toneladas de balas y ritmo vertigionoso. Por ahí, viene "Red 2". Lo cual la hace previsible, estoy de acuerdo, pero... quién no necesita cada tanto una buena dosis de diversión simple? A este cronista, la primera "Red" le gustó. No era una cinta memorable, pero lo cierto es que tomar actores grandes (en edad) y ponerlos a hacer productos de acción ("Los Indestructibles" nos viene a la mente no?) no era esperable hace un tiempo y parece ser una fórmula que atrae (funciona en la taquilla, léase). Siempre aparecen como veteranos de los servicios, que por algún tema de estado serio, pasan a ser el blanco de todos. Está bien, es una fórmula. La cuestión, es ver si cumple en ofrecer lo que promete. De eso va "Red 2". Frank Moses (Bruce Willis) regresa con su banda. Retirado y tratando de pasar desapercibido, ve que su tranquilidad vuelve a ser amenzada por viejos colegas y enemigos... Marvin, su mejor amigo (John Malkovich) le avisa que por una operación inconclusa de la Guerra Fría (Sombras Oscuras) van a venir por ellos. Moses quiere proteger a su novia, Sarah (Mary-Louise Parker, de lo mejor de la peli), ya que es su punto débil (y los malos lo tienen claro) pero ella, se muere por participar en la interesante vida de su pareja: matar, destruir, viajar por el mundo... Así que en esa vuelta por defenderse y salir vivos, se encontrarán resolviendo una amenaza nuclear a gran escala junto a colegas y amigos... Regresa Helen Mirren, que con algunas escenas muestra que es una todo terreno tremenda. Brian Cox, la estrella oriental Byung-Hun Lee, Catherine Zeta-Jones y el enorme Anthony Hopkins completan el line up esta vez. Párrafo especial para este último, trabaja a reglamento (y no parece divertirse, como sí el resto), no redondea una buena participación pero... es Hopkins... le agrega interés a la cinta en el momento en que empieza a aminorar la energía del relato. Argumentalmente, es bastante sencilla, está dirigida por un hombre de la tevé americana del cual hay pocos buenos antecedentes, Dean Parisot ("Galaxy Quest" me pareció pasable) y su fuerte, ya dijimos está en la acción. Está plagada de lugares comunes (explosivos en el Kremlin, persecusiones en auto en París y Londres, etc...) ya transitados por varios exponentes en este último tiempo, y si bien está correctamente filmada... quizás eso le reste puntos a la calificación final. En algún tramo, termina pareciendo un remix de varios productos efectivos (Bourne, Rápido y Furioso, James Bond, Expendables, etc...) y eso le quita sorpresa. Más allá de eso, es una segunda entrega de la franquicia y ofrece los suficientes alicientes para, si son fans del cine de este género, vayan a sala a pasar un rato agradable. Cumple. No más que eso.
Este trabajo de Marcia Paradiso ganó el premio al Mejor Documental Nacional en el 14mo Festival de Cine de Derechos Humanos DerHumALC (que regresa en unos días a ser el centro de atención en su edición 15) y les decimos, que es ampliamente merecido el reconocimiento. “Lunas cautivas” es un registro directo, crudo, humano y extrañamente cálido, que nos presenta la vida de tres mujeres, escritoras, que participan de un taller literario, dentro de la Unidad Penitenciaria 31 de Ezeiza. Ellas comienzan a desarrollar sus inquietudes creativas dentro de un marco complejo (la vida carcelaria) y la habilidad de la directora es acompañar ese proceso, invitándonos a conocer a sus protagonistas, en sus propios términos. Con sus propios miedos y contradicciones. Con su brillo y alas. Y con sus días oscuros. Y su pasado como ancla. El film se estructura en tres partes, cada una dedicada a una poeta “cautiva”. Detrás de los fríos muros, un grupo de mujeres se reune con compañeras, a generar textos que alumbren su interioridad, desde los disparadores que propone la coordinadora docente del grupo. Pero además, varias de las internas que participan en este taller que es el centro de la mirada, forman parte de un grupo que experimenta la fotografía, habilidad y arte que complementa al de la palabra. Cada mujer compartirá con el público, sus motivaciones a la hora de poner en el papel sus contradicciones y luchas intestinas. En cada término que se juega, se percibe cómo cada escritora es atravesada por su obra, sin dudas, este documental analiza la capacidad liberadora de la palabra, la fuerza del arte para transformar vidas, aunque el cuerpo esté oprimido, la cabeza y el espíritu siempre pueden ser libres. De las tres protagonistas, nos quedamos con la de Lili. Una mujer talentosa, con un nivel de autoconocimiento sorprendente, inquieta, potente y comprometida…que arrastra una historia de vida complicada pero que logra resignificar a través de las experiencias que la hermanan con otras presas, detrás de las rejas. Paradiso es muy hábil para adentrarse en la vida de esos grupos y también es sólida a la hora de estructurar su narración. Si bien durante la primera parte, “Lunas cautivas” quizás no atrape al espectador, lo cierto es que la última de las historias, resignifica y le da profundidad y gran sentido al film. Un documental atractivo, quizás un poco desparejo, pero efectivo y movilizante. Un registro necesario pero además, esta propuesta es una oportunidad para reconocer al arte y la reflexión, presentes en todos los espacios, incluso en aquellos en que el cuerpo está contenido y limitado…
Lo primero que debo decir de "Mal del Viento", es que es un documental fuerte. Luego de terminada su proyección, es difícil no sentir el peso de la tragedia encima, como impresión... física. Pero más complejo es definir cuantas ideas se entrecruzan a la hora de analizar el fenómeno cultural descripto con el seguimiento del caso "Julian Acuña". Para quienes no conocen la historia, Julián era un niño mbya guaraní de 3 años, de la zona del El Soberbio, en Misiones. Sus padres (Crispín y Leonarda), no lo veían bien y decidieron llevarlo a un hospital local para su atención. Luego de estar un par de días internado allí, y ante el cuadro que no mejoraba, ellos deciden volver de vuelta a su comunidad con su hijo, dado que según su visión, la medicina blanca no estaba surtiendo efecto. Al producirse este hecho, la jueza Alegre decide intervenir e internar al niño en el hospital de pediatría Ramón Madariaga, para ser enviado a Buenos Aires pronto (al Gutierrez) donde se le diagnostica una cardiopatía congénita. Una vez que el caso cobra impacto mediático, Ximena González, quien estaba trabajando con el grupo Documenta, decide hacerse cargo de la propuesta de seguir el caso y mostrar, a través de la imagen y las palabras, la compleja problemática intercultural planteada en el conflicto. Julián pasa tiempo en nuestra ciudad internado y la directora, está junto a él. Autorizada por sus padres, ella elige acompañar, observar, conmoverse y participar, silenciosamente, de toda la trama que se va tejiendo en relación al gran versus de la película: respeto por las creencias de la cultura aborígen o apego a la alquimia del mundo moderno dominado por los blancos? Está en juego la vida de un niño pero... se debe aceptar la decisión de los padres o hay que agotar los medios desde la fría concepción citadina de que nada funciona mejor que nuestra medicina? y podemos ir más lejos aún: ¿qué tipo de historia construyen los actores sociales de esta etapa posmodernista? ¿Es posible conciliar las visiones de dos culturas posicionadas asimétricas en esta época (dominadora-dominada)? González va armando su relato con imágenes de archivo, secuencias de pasillo en hospitales, algunos cortos testimonios y mucha observación de la trama vincular madre-hijo. Esto va generando en el espectador mucha movilización al ver el cariz de la situación. No encontraremos (al menos, este cronista no lo ha hecho), respuestas que nos cierren en este análisis documental. Sí, (y más allá de la dolorosa partida física de Julián, que aún hoy, conmueve) muchos interrogantes. Preguntas que mercen ser tenidas en cuenta para volvernos una sociedad más justa y con memoria. Debates que sólo aparecen, mediáticamente, cada tanto, pero que no ocupan lugar en el tiempo que vivimos. Bienvenido entonces el poder cuestionar la autoridad que creemos ostentar. Será la hora de volver sobre nuestros pasos y buscar en esa dirección. Desde esa perspectiva, "Mal del viento", es un punto de partida válido y consistente.
El cine documental permite, en muchas oportunidades, redescubrir la auténtica dimensión de protagonistas de nuestra historia reciente, y cuando ese momento llega, no nos gusta dejarla pasar. Dentro de la gran producción de material de distintos grupos que hacen este género en Argentina, en estas semanas estamos viendo trabajos de Miguel Mirra, histórico documentalista del que hace 7 días vieramos "Cantata de la Tierra Nuestra", en el Espacio INCAA Gaumont. Ahora le toca el turno a un documental de formato clásico, austero e interesante sobre la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas. El director de "Darío Santillán, la dignidad rebelde", cuenta que siempre tuvo la inquietud de entrevistar a esta comprometida luchadora de los derechos humanos, pero fue después de un intercambio con su compañera y productora, Susana Moreira, que decidió concretar el hecho quien dijo "si algún día nos falta Nora, lo vamos a lamentar, así que tenemos que hacerlo ya". Miguel y Nora se conocían de hace tiempo y el registro que veremos está basado, primordialmente en dos entrevistas hechas a la protagonista en su casa del Oeste del Gran Buenos Aires. Lo rico de la propuesta es que si bien, está el racconto de los sucesos que llevaron a la desaparición de su hijo Carlos Gustavo Cortiñas en el 77 y las motivaciones que generaron la creación del grupo de Madres de Plaza de Mayo, hay en este documental, mucho de la actividad presente de Nora, quien sigue activa y con tareas muy comprometidas en pos de las libertades individuales. Así es que durante la segunda parte del trabajo de Mirra, veremos videos de su estadía en Haití (impresiona lo militarizada que está) y también de una elección en la comunidad Qom, muestras claras de que Nora sigue comprometida con los ideales que nuestro pueblo necesita. El relato es directo, hay material de archivo y música incidental con Farolitos (que buena banda!). Si te interesa la vida de esta gran luchadora y madre, no dejes de verlo. La memoria colectiva agradece este tipo de registros, ayudan a tomar conciencia de que la lucha aún no terminó y la batalla continua en distintos escenarios hoy en día.
Anexo de Crítica Salí de la función de “Pacific Rim”, satisfecho pero no sorprendido. Durante varios meses habíamos tenido la oportunidad de ir viendo fragmentos de la obra de Guillermo Del Toro y no sorprendió lo que vimos en sala: una Blockbuster fuerte, plagada de CGI, con una propuesta que integra muchos de los elementos que el director ama (los robots, los alienígenas, los héroes, etc)… En Twitter escribí: “#PacificRim puede resumirse en la siguiente ecuación, Transformers + Godzilla + Armaggedeon + Mazinger Z (!)” . Contiene elementos de todas, (la última es una serie japonesa de los 70, famosa por tener al primer robot gigante tripulado) articulados (remixados, me atrevo a decir) y presentados dentro de un envase contundente: sentarse en la butaca garantiza una experiencia conmovedora (mucho más en 3D y excelsa en IMAX). Por qué? “Titanes del Pacífico” posee mucha fibra a la hora de presentar combates cuerpo a cuerpo entre máquinas y monstruos, se apoya en una banda sonora estruendosa y no da respiro en sus 131 minutos de duración. Si, no hay dudas a la hora de evaluarla desde lo técnico, su riqueza es indiscutible. Desde ese punto de vista, Del Toro, acepta las convenciones de la industria (con las que a veces se pelea y mucho), pone su instinto al servicio de la historia y se la juega a la hora de instalar el escenario en Oriente, en una jugada central para que las cifras globales de su película estén a salvo de cualquier amenaza o fracaso. Con el apoyo de los fans de ese continente, tiene asegurado salir victorioso de la batalla en la taquilla (piensen que fue un junio bárbaro para la industria americana). La trama es simple, se instala rápido y nos disponemos a subirnos al ring ya en los primeros minutos: un breve racconto que explica la aparición de los Kaijus (monstruos de enorme tamaño que destruyen ciudades y evolucionan en el tiempo, amenazando la supervivencia humana) y su derrotero de mass destruction. La comunidad mundial decide enfrentarlos con armas de mayor calibre, y crea los Jaegers, súper robots capaces de enfrentar semejante plaga. La cuestión es que los Kaijus van inclinando la batalla de su lado y los líderes mundiales planean otra táctica para enfrentarlos. En esa vuelta, pretenden pasar a retiro a las máquinas que hace 5 años venían defendiendo ciudades y puertos en varias partes del mundo y las confinan en un puesto en el Pacífico. De ahí en más, veremos como esta guerra cobra gravedad y cuáles son las ideas que aparecen para terminar con la epidemia de los monstruos de una vez y para siempre (siempre que no haya secuela, por supuesto). Hay un elenco discretísimo que intenta, en pocas escenas (las que transcurren entre batalla y batalla) transmitir heroísmo, dolor, compromiso,… pero no lo logra. Tampoco el guión explica mucho algunas cuestiones que importan (esos 5 años que quedan con poca descripción desde la llegada del primer Kaiju hasta el momento actual) pero todo eso, queda subordinado al goce que te ofrece la película… No hay que ponerse tan analíticos, en definitiva. Del Toro hace una cinta muy técnica que deleita a los espectadores de todas las edades y eso es lo importante…. Lo cual no significa que sea perfecta, ni mucho menos. No dejen de verla si lo suyo es la ciencia ficción.
Eliseo Subiela es uno de los grandes directores que el cine nacional (en su haber ha hecho enormes films) tiene aún activo. El cineasta que conmoviera con "Hombre mirando al sudeste" y "El lado oscuro del corazón", regresa a nuestras pantallas con un opus distinto en formato a sus últimos trabajos, más aggiornado a los tiempos que corren (ya verán porqué) y que gira sobre ideas que ha desplegado extensivamente a lo largo de su carrera: la locura, la pulsión vital que impulsa al hombre a crear, Dios, la finitud y el sexo. De todo eso habla "Paisajes devorados". Que se presenta como un falso documental, en el cual tres alumnos de una escuela de cine (María Luz Subiela, Juan Manuel López Baio y Juan Marcelo Rodríguez Martínez), llegan a un neuropsiquiátrico con un dato extraño: hay un interno que parece haber sido cineasta de prestigio, pero ahora lleva años abandonado en esa institución. La propuesta es hacer un documental sobre su vida, como cierre de sus estudios. El hombre en cuestión es Rémoro Barroso (Fernando Birri, otra gloria a quien se homenajea en forma justa), un anciano querible, simpático y que funciona como suerte de oráculo para los chicos: desde la primera entrevista, sospechamos que detrás de esa máscara donde la locura parece estar presente, yace un sujeto que tiene mucho para decir, sobre la creación y la manera en que debe percibirse el trabajo detrás de cámara. Sí, tiene secretos (será o no quien los chicos supone que es?), pero eso no es lo importante. Lo rico, es lo que despliega en sus diálogos registrados en ese hábitat tan particular. Es un hombre de la industria pero la mirada que tiene sobre el cine en sí (y sobre los valores que lo definen como arte), es potente y justa. Barroso se divierte con anécdotas imprecisas sobre cómo encuadrar una toma, define qué es lo importante a la hora de filmar y aconseja (tremendo) a los jóvenes realizadores, no esperar créditos oficiales para llevar a cabo sus proyectos. No quiero citar nada de los parlamentos de Birri aquí, porque creo que surten efecto en sala y en contexto, pero les digo, me reí y disfruté mucho la película. Para los que estamos en el medio, muchas de las cosas que Subiela (quien escribió "Paisajes devorados" y también lanza un libro acompañando su presentación) plantea, nos abren a la reflexión crítica sobre porqué hacemos cine y que decimos (ideológicamente) cuando hablamos de él. El famoso para qué. Y también el cómo. "Paisajes devorados" es una cinta deliciosa, chiquita y que trae de vuelta muchas de las ideas con las que Subiela nos conmovió en sus mejores trabajos.
Si a uno le dicen que va a ver una película sobre presos que hacen una versión teatral de un clásico de Shakespeare, seguramente no se entusiasmará demasiado. Si encima, le cuentan que la mayor parte del film transcurre en blanco y negro, menos. Y si para los tiempos que corren, te informan que los directores son octogenarios, ya está. No hay manera en que te imagines que "César debe morir" es un peliculón de aquellos. Pero lo es. Una cátedra de cine. Hay muchos abordajes posibles para esta propuesta de los legendarios Taviani brothers. Lo primero que hay que hacer, es graficar el encuadre elegido: una prisión de máxima seguridad, convictos purgando penas muy graves y un taller de teatro preparatorio para una muestra con público. La propuesta, un clásico drama de la vieja escuela (Julius Cesare), de uno de los popes de la dramaturgia universal. Lo novedoso, que ese proceso, desde el casting mismo inicial, será registrado por los directores in situ, así como también el recorrido de ensayos de la obra, realizados en el mismo presidio y bajo la atenta mirada de los guardias de seguridad... ¿Por qué desestructura e impacta al espectador? Primero, porque es una narración ideológicamente comprometida, fuerte y está estupendamente actuada. El elenco de la obra está integrado por delicuentes peligrosos, de la camorra incluso, y tienen marcado en el rostro, su historia, que extrañamente se funde con la complejidad de los personajes que encarnan. La historia es la de un crimen. Julio César, máxima autoridad del imperio romano, es asesinado en una conspiración tramada desde el corazón mismo de su séquito. Una disputa de poder, egos y traición, ideal para este grupo de hombres, familiarizados con tales emociones (aventuro). Luego de un tremendo cast, comienzan los ensayos, y les anticipo, pocas veces me he conmovido tanto en una sala. Los mismos tienen lugar en diversos rincones de la penitenciaría, con el resto de los presos, actuando como coro y participando con su mirada, gritos y presencia, bajo el control de hombres armados. Lo que superficialmente parece un entusiasta grupo de personas llevando adelante una obra clásica, se transforma en una alegato de cómo el arte, puede llevar luz, donde no hay otra cosa que sombras y oscuridad. Cada uno de los protagonistas serán afectados por la experiencia y dejarán también sus impresiones a la cámara de los Taviani... Sí, el poder sanador y liberador de la creación llega y se hace cuerpo, al actuar. Lo vemos. Se respira en el aire. La prisión se desdibuja y en el instante que ellos presenten su obra, serán libres en sus mentes y corazones. Les anticipo, esa energía, la van a sentir en la butaca. Los directores logran un crossover increíble entre teatro y documental como pocas veces ví. No se la pierdan. Realmente, es única. Y busquen una sala en que puedan verla en pantalla grande, su visión, en ese formato, amplifica la fuerza del relato. Sobresaliente.
Muchos nos preguntábamos a la salida de la proyección, porqué Pixar no decidió seguir adelante con la historia trazada en la exitosísima "Monsters Inc", y en cambio, generar una "precuela" de la historia de Mike y Sulley instalada en el universo de las facultades americanas. Es cierto que la riqueza de los personajes, le permitía a priori, hacer cualquier apuesta, pero cuanto menos, hay que reconocer que el encuadre elegido (la vida en un campus universitario) apunta más al público del norte, que del sur. Lo cual, no es un tema menor. "Monsters University" es una muy buena propuesta de animación, técnicamente impecable, sólida en todos sus rubros, aunque el setting donde transcurre la acción hará que su llegada a los espectadores de esta región quizás no tenga la fuerza esperada dado que por estos lares, la vida universitaria dista mucho de esta que se muestra. La película nos presenta a nuestra pareja de asustadores profesionales (recuerden que la original data del 2001), en el año en que comenzaron sus estuidos superiores. Mike (Billy Crystal en la versión original), es un estudioso y aplicado alumno que quiere destacarse y convertirse en un as de lactividad. Pero, ya sabemos, ese no es el fuerte de nuestro verde amigo Wazowski. No señor. Su capacidad reside en su disciplina y tesón para aprender desde lo teórico y usar el medio a su favor. Nada más, por lo cual ya en las primeras clases se evidencia que de no suceder un milagro, tendrá un difícil camino para graduarse. Sullivan viene de tradición de monstruos famosos y cree que portando "apellido", podrá abrirse fácil en ese mundo. No señor. Error. A poco de adentrarse en el ritmo de la facultad, no lograrán sostener la cursada (un exámen eliminatorio planteado por la decana Hardscrabble -Helen Mirren en la versión en inglés- lo impedirá) aunque verán en unas curiosas olimpiadas en el receso de navidad, la posibilidad de mostrar que pueden retomar la carrera para seguir en busca de su sueño. Para ello, deberán unirse a otros estudiantes, que no son de los más capaces para la tarea (mas bien son el descarte) e intentar formar un grupo coordinado y hábil para imponerse a otras fraternidades. Lo central de la trama son estos eventos, la competencia contra otros equipos (eso si, muy coloridos) mucho mejor preparados (a todo nivel) que ellos. Nuevamente se juegan los tópicos clásicos de las películas familiares, la superación personal, la amistad, la resilencia y el trabajo en equipo. Mike y Sulley son opuestos (y complementarios, a la vez) y el relato los acompaña en su recorrido por la vida en el campus y las pruebas que el torneo demanda. Podrán vencer a sus rivales y reincorporarse al programa universitario de asustadores? "Monsters University" se luce en los momentos en que focaliza en las diferencias y apela a la ternura. Se hace fuerte y cobra altura cuando juega con los gags físicos y despliega el carisma de los personajes. Y evidencia dificultades cuando se instala en el discurso de autoayuda y superación personal. Abundan las sonrisas, pero no las risas (a diferencia de la anterior) aunque hay que reconocer que Pixar no resigna calidad: la animación es excelente. Desde ya, es una producción que no defrauda. Sólo nos queda esperar que aquel proyecto de secuela del 2005 ("Monsters, Inc. 2: Lost in Scaradise", donde nuestros héroes visitaban el mundo de los humanos para llevarle un regalo de cumpleaños a Boo) cobre forma o que los guionistas desarrollen otra idea para continuar con la franquicia. Veremos. Lleguen temprano a sala, porque Pixar nos regala otro corto delicioso, "Azulado", sobre la historia de dos paraguas, que no tiene desperdicio.
Lo primero que impacta de este documental, es el enorme trabajo de elaboración y producción realizado por Mathieu Orcel y equipo para la concreción de “Para los pobres piedras”. Luego de habernos traído “Salida de Emergencia” en el Canal Encuentro, con gran repercusión, el hombre se adentra en un desafío muy comprometido: transmitir las ideas, modos de vida y concepciones culturales de dos comunidades mapuches en Neuquén a partir de una convivencia con ellas, de cuatro años… Para compartir con estos clanes, era necesario aprender a hablar el idioma (Mapuzungun), y adentrarse en la montaña, donde los crianceros veraneantes hacen su actividad alejadísimos del contacto con los centros poblados. Orcel y sus sonidistas Fernando Barraza y Mercedes Eliçabe,se animaron a subirse a los caballos y seguirlos, comer con ellos, respirar el mismo aire patagónico… en definitiva a decodificar su idiosincracia, en toda su dimensión. Es cierto que aquí abunda lo no verbal, pero ese espacio es observación y reflexión interna. Guía las explicaciones sobre la problemática de este grupo etáreo. “Para los pobres piedras” es un film sorprendente, en algunos tramos, el registro que hace (por ejemplo, cuando uno de los hombres intenta llamar a su madre desde la montaña y no consigue señal, cuando Cecilia canta, cuando presenciamos el apilamiento de las bolsas con lana que no se venden porque el precio es bajo) es tan claro que da la impresión de que no necesitamos nada que no sea mirar, las acciones están dictando el árido contexto en que viven. Quiero decir, este no es de los documentales que nos exponen a cuantiosas explicaciones sobre hechos. Hay vida aquí. Y no hace falta nada más que presenciarla. Basta que nos predispongamos a mirar, y ahí aparecen la caracterización como sujetos en contexto, sus necesidades, anhelos y necesidad de preservar su cultura. Sus ritos, su vínculo con la naturaleza. De corte intimista, pausado, pleno en paisajes amplios y cielos abiertos, “Para los pobres piedras”, también habla de las dificultades para sobrevivir, frente al descuido del Estado en cuidar nuestra memoria y el avance de las corporaciones que compran grandes latifundios y restringen los espacios para que los mapuches puedan desarrollar sus actividades… ¿a quienes pertenecen esas tierras? Cuál es la protección que como sociedad tenemos hacia ellos y qué grado de conocimiento hay sobre su situación actual? Todo un abanico se abre a partir de este iniciador. Desde el mundo de los blancos (ya nos bajamos de la montaña y estamos frente al procesador de texto), digamos que éste es un film necesario. De esos que hacen preguntas dolorosas. Y para los cuales habrá que encontrar nuevas respuestas.