Vamos a definirla con una expresión poco coloquial: UN MAZAZO, que invita a reflexionar sobre aquello que todavía debemos trabajar como hombres y sociedades para lograr un lugar equitativo. Además, no puedo creer que esta intensa e inteligente propuesta sólo tenga dos nominaciones a los Premios Oscar. Insólito.
Duelo, pasado, oscuridad, se conjugan en esta extraña producción de origen italiano hablada en inglés que no logra superar su mezcla de otras propuestas ya vistas con anterioridad. Da más risa que miedo.
Surrealismo y religión para una de las películas más perturbadoras e hipnóticas del cine español reciente con un duelo actoral único entre Ángela Molina y Eduardo Casanova, que además, dirige la propuesta.
Un grupo de jóvenes de un retiro de actuación comienzan a desaparecer, hasta que, claro, alguien lo nota. Con humor e ironía la propuesta, simple, pero efectiva, nos permite indagar en el mundo laboral y aspiracional del protagonista.
Storm Reid se pone al servicio de este relato, uno de los mejores de su tipo (pantalla de PC y teléfonos grabados) y en donde las vueltas de tuerca y la tensión in crescendo funcionan de principio a fin, más allá de algunos excesos. Para ver al borde del infarto.
Religión y sacrificios presente en esta propuesta nacional de género que comienza con un intrigante disparador y termina por perderse en sus propios laberintos plagándose de lugares comunes y subrayados innecesarios.
Una vuelta de tuerca a las historias de empoderamiento femenino en donde el despido de una mujer es el comienzo de una aventura en la que se tomará en serio el placer de un grupo de amigas a partir de un emprendimiento muy particular. Divertida y con un elenco que se pone a disposición de la comedia y el enredo.
Enigmática propuesta, como la mayor parte de la obra de Gastón Solnicki que indaga sobre el habitar, la pregnancia del pasado en el presente, los vínculos y los cigarrillos.
Michael B. Jordan delante y detrás de las cámaras logra continuar con emocionarnos con la dinastía Creed además de filmar las escenas de las contiendas pugilísticas con un logrado y diferente estilo. Cumple con lo prometido. Eso sí, Jonathan Majors insoportable como el contrincante de Adonis.
Si alguien se acercara y quisiera convencernos que esta nueva propuesta de Darren Aronofsky es arte y que mostrar durante dos horas la decadencia de un hombre con obesidad mórbida no es morbo, tendríamos que explicarle que el arte es otra cosa, y que exponer a los espectadores a situaciones incómodas y extremas es más parte de realizadores como Michael Haneke, por ejemplo, que bastante vapuleado y criticado ha sido. Una puesta teatral, los últimos momentos de vida de un hombre incapacitado, en todo sentido, termina por explotar en la cara del público sin reflexionar, realmente, sobre aquello que supuestamente quiere concientizar.