Lograda épica que recupera la historia del héroe de color pero no ya desde el punto en el que se lo dejó, sino que reinventa, gracias a una secuencia inicial (para la que hay que llevar pañuelitos) que luego se conecta con una nueva línea argumentativa donde el vibranio y el orden mundial están a la orden del día.
Divertida propuesta rodada en Perú que pone en evidencia una realidad ineludible sobre lo difícil que es ser padre/madre por fertilización asistida (por costos) y que, desde la comedia, abre una narración con Benjamín Amadeo en el centro para, poder así jugar con la romcom y reinventar el dramedy.
En el relato del perfeccionamiento de plantas que podrían ayudar a personas con problemas psiquiátricos, pero que luego termina por afectar a aquellos involucrados en el proceso, se configura una oscura trama sobre el control y la manipulación que celebra su forma distópica para adentrarse en el drama y la tragedia. Kit Connor y Emily Beecham se destacan en una sombría propuesta.
Para un neófito en materia de la saga, una primera lectura superficial sería apabullante, pero al correr los minutos, e independientemente de si se pueden o no registrar los nombres de los protagonistas, hay una configuración dramática que, además, impulsa una trama política y social del relato extrapolable a cualquier ámbito. Una joven con su música desea «liberar» a sujetos, pero en realidad los termina sujetando a otros sistemas. Nada más cercano al resurgimiento de derechas que se asumen liberales y que ya desde sus premisas termina por configurar tautológica y contradictoriamente esas hipótesis. Música, color, animación cuidada para un espectáculo cinematográfico a la altura del título.
Ideas dispersas y contradictorias sobre el zoológico se entrecruzan en un documental que por momentos se excede en explicaciones en off y no logra, realmente, transmitir ordenadamente su razón de ser.
Con intención de revisar el esfuerzo de aquellos directores técnicos que fortalecieron la profesionalización del básquet en el país, una puesta acética y televisiva, termina por construir algo que no es una película, sino, al contrario, es la exageración de una búsqueda documental que evita una verdadera puesta cinematográfica sobre aquello que desea reflejar.
Un homenaje necesario para un hombre que supo de su profesión, fotoperiodismo, trascender lo anecdótico, para, dejar un legado, que parte de lo particular a lo universal, transitando un camino que culmina en una toma de posición política ante injusticias y violaciones de derechos humanos.
Una experiencia de la que nadie podrá salir igual del cine, y que reflexionando sobre la vida y la muerte, con momentos en los que el cine dice presente, se potencia un mensaje directo que tiene a un hombre y su entorno como reflejo universal de muchos, muchos, otros. Griselda Siciliani brilla en cada escena de la que participa.
En la búsqueda de una mujer que vive de la música y el arte, la mixtura de cumplir objetivos y fortalecer su identidad, se teje una propuesta distinta que une países y visiones.
Dos historias atravesadas por familia, vínculos, política, sociedad. Una joven que debe reinventarse en otro país por un gobierno que la expulsa. Un hombre que requiere del sistema médico y de sí mismo para reponerse. El exilio y la identidad, el cuerpo y los deseos, en un relato que cobra una vigencia única al conocerse el resultado de la reciente elección en Brasil. Inteligente y lúcida propuesta que habla del cuerpo, uno deseante, otro padeciente, y de cómo, a fuerza de resiliencia y amor, todo se puede cambiar.