Su desarrollo resulta muy predecible donde cuatro jóvenes amigas deciden bucear y sumergirse en el mar para explorar un atractivo templo maya, oculto durante siglos, solas sin ningún guía en las profundidades, perdidas en un laberinto y amenazadas por un grupo de tiburones blancos ciegos y hambrientos que se encargan de generar terror y tensión. Puro entretenimiento para los amantes del género, para nada pretenciosa, ideal para nuevas generaciones. Se suma una estupenda fotografía, banda sonora, chicas bellas, parte del elenco son hijas de actores muy conocidos como las actrices y modelos: Sistine Rose Stallone, hija de Sylvester Stallone y Corinne Foxx de Jamie Foxx.
Muestra a un hombre que lo ha perdido, todo hasta su identidad, hundido en el alcohol, en su propio infierno y la pobreza no solo en lo económico sino también en lo espiritual. En una trama de denuncias (el tráfico de personas y las drogas), contiene suspenso, violencia, corrupción, angustia, la muestra de un mundo marginal, con mucho realismo y que puede ocurrir en cualquier lugar. Un gran trabajo de su protagonista Fernando Arze Echalar, quien también participó en el guión y estuvo acompañado por el actor argentino Pablo Echarri, un villano. La fotografía de Gustavo Soto, la cámara y la banda sonora acompañan los momentos más dramáticos. Esta película fue enviada por Bolivia para ser seleccionada en la categoría “Mejor película de habla no inglesa” de cara a la entrega de los premios Oscar.
El director madrileño Rodrigo Sorogoyen fue nominado al Oscar por su corto “Madre” (2017) y además tiene en su haber films como «Que Dios nos perdone» (2016), entre otros. En esta oportunidad llega a las pantallas “El Reino de la Corrupción”, marcando el fin del reinado de un hombre del poder en Valencia (aunque podría ser en cualquier lugar y época). Todo indicaba que iba bien pero algo se filtró y ahora todos lo saben, el acusado debe buscar la manera de salvarse y ser más astuto para limpiar su nombre y hasta recomponer su familia que queda destrozada ante la situación. Primero se hace la presentación de los personajes, donde todo es felicidad, fiesta y armonía, con un gran clima, hasta que todo se cae a pedazos cuando sale a la luz un hecho de corrupción del vicesecretario de un partido político. A partir de ese momento la cámara sigue no solo a todos los personajes pero en especial se pega a la espalda del protagonista Manuel López-Vidal (Antonio de la Torre, sublime interpretación la cual es excelente traspasa la pantalla), el culpable, se siente su pulso acelerado y el ritmo cardiaco marcado por el ritmo musical. Él forma parte de la corrupción que en realidad fue sustentada por todos. Ahora es el descenso al infierno de un hombre. Vemos como viven, sus viajes en yate, fiestas, banquetes, regalos, negocios, la atención después se va a centrar en puertas que se cierran y se abren, las reuniones, las discusiones y como cada uno intenta salvarse, dejando sola a la persona con quien vivieron el esplendor. Todo tiene un gran ritmo, tensión, asfixia, agobio y algunas escenas en plano secuencias extraordinarias. Un elenco secundario que está a la altura de las circunstancias. La corrupción también se ve en los medios y eso te lo muestra claramente en un plano final maravilloso.
Muchos fueron los Guasones en el cine: Cesar Romero fue el primer actor que le dio vida a este personaje, en Batman (1966), luego siguió Jack Nicholson, en Batman (1989), llego Heath Ledger, Batman: El caballero de la noche (2008), tiempo más tarde aparece Jared Leto, Escuadrón suicida (2016) y ahora Joaquin Phoenix que muestra sus orígenes y como se formó su personalidad. La trama muestra a Arthur Fleck antes de convertirse en el Guasón; un ser solitario, incomprendido y que es ignorado, despreciado, al que le hacen bullying en la calle y en su trabajo. Él tiene trastornos mentales y en distintas ocasiones, no importa ni el lugar ni la ocasión, comienza a reírse sin parar aunque este mal. Arthur se gana la vida animando fiestas y eventos, siempre pintado o con cara de payaso, cuida a su madre con dedicación y en sus ratos libres, solo o acompañado, mira por televisión a Murray Franklin (Robert De Niro). La historia trascurre en una ciudad oscura, sucia, con baños sórdidos, llena de bolsas de basura y personas violentas, solo falta encender una chispa para desatar el caos. Se muestra la miseria y pobreza pero también personas poderosas y millonarias. Quien se postula para alcalde es Thomas Wayne (Brett Cullen) quien tiene un hijo, el joven Bruce Wayne (Dante Pereira-Olson) que cuando crezca será Batman. Al film se le pueden señalar ciertos desniveles de ritmo, por momentos es claustrofóbica, asfixiante, perturbadora, violenta e incómoda. Suma algún que otro sobresalto, hay tensión, con momentos perturbadores, con una interesante critica a la sociedad llena de hostilidades, también con su toque político, todo acompañado por una gran paleta de colores, su música estupenda, una gran estética y un elenco secundario acorde a su trama. Este es el origen de Guasón (Joaquin Phoenix, vemos sus cambios emocionales, un gran trabajo corporal y una buena composición de personaje) como fue su vida, que esconde detrás de esa cara de payaso, porque se convierte en un temible villano, cuanto te puede ayudar una asistente social, que modelo te da la sociedad, quien lo crió, que traumas atravesó y que significó en su vida Thomas Wayne. La película deja algunos interrogantes y hechos para analizar, además de plantear la posibilidad de qué se puede generar el caos en Ciudad gótica o en cualquier otro lugar.
Cuenta las experiencias de personas que son ciegas, describiendo la vida laboral, familiar, las relaciones humanas y como se ayuda a estos hombres y mujeres a través del trabajo en el “Laboratorio de Análisis Sensorial” del INTI. Aquí su realizador se encarga de mostrar cómo trabaja un grupo de empleados con ceguera. Además la cinta va transitando por distintas experiencias de vida. Se puede observar al que nació ciego porque su madre tuvo un embarazo a base de golpes, quien perdió su visión ante un accidente automovilístico, entre otros casos. Aquí el INTI da un espacio a quienes lo necesitan y los ayudan a desarrollar su olfato, el gusto y el tacto y así poder acceder a distintas actividades.
Este es el nuevo trabajo del cineasta colombiano Ciro Guerra («El abrazo de la serpiente, 2015») codirigido con Cristina Gallego. Narra los momentos que viven estos pobladores en Colombia cuando llega el negocio de la droga a los Estados Unidos a partir de los años 60. Se desarrolla en una región muy blanca y árida en la guajira (al norte de Venezuela y Colombia), entre los años 60 y 80, el colorido se lo dan los trajes de los protagonistas, la poesía y su desarrollo. Allí están sus tradiciones, costumbres, rituales, bailes, los casamientos arreglados y el honor, están las familias, las traiciones y la muerte con toques de western. Todo se va mezclando a partir de imágenes potentes. Resulta visualmente impactante, contiene símbolos, elementos oníricos y una lograda fotografía de David Gallego. Cuenta con interesantes actuaciones, cautiva al espectador y constituye una buena propuesta cinematográfica.
A lo largo de unas dos horas de metraje, en esta historia coral vamos conociendo muchos personajes, bien variados, con su pasado, presente y parte de sus vidas, allí también aparecen los celos, envidias, reproches, mentiras y secretos, cuenta con un buen elenco e interpretaciones. Se van mezclando situaciones cómicas y melodramáticas, hay parodia y crítica social, su paisaje es paradisíaco, tiene momentos interesantes, pero tiene ciertas irregularidades y cambios de ritmo, no terminando de desarrollar algunos temas y por momentos hasta se ve cierto toque teatral.
Su narración es profunda, comprometida, con el transcurrir del tiempo nos va llevando a tomar conciencia ecologista, aquí una de las protagonistas Halla (en una notable interpretación de Halldóra Geirharðsdóttir), nos lleva a un inteligente planteamiento sobre los recursos naturales y otros temas. Durante el transcurso de la película se encuentra muy bien utilizada la música, bajo un buen ritmo narrativo, se van creando y generando interesantes climas y cuenta con una notable fotografía, además todo goza de una gran estética y deja varios mensajes. Cabe destacar que este film fue seleccionado para representar a Islandia en los premios Oscar, también ha sido la película ganadora del Premio LUX 2018 que concede el Parlamento Europeo.
El documental muestra distintos testimonios, actividades, encuentros y años de búsqueda que se utilizaron para poder llevar esta historia al cine. Su desarrollo va mostrando de que manera se fueron desarrollando los hechos y el proceder de las autoridades, todo se encuentra apoyado por un buen material de archivo y un gran trabajo de los directores y guionistas Ana Fraile y Lucas Scavino junto a un destacado equipo de producción. Lo que vemos es duro, fuerte, emotivo y hasta polémico pero es muy importe que esto se visualice y que los espectadores saquen sus conclusiones.
Un grupo de adolescentes ingresan a una casa embrujada para celebrar Halloween, en ese lugar se encuentran con un libro que tiene muchísimos cuentos relacionados con una mujer que utilizaba magia negra. Pero aunque pase el tiempo las historias se siguen escribiendo por lo tanto ahora ellos son los protagonistas. Allí comienzan a averiguar el pasado de la autora del libro y descubren terribles secretos. Su trama intenta en todo momento ir generando una atmósfera en la que se apoyan a los jump scares, así comienzan a verse unos monstruos inquietantes y espeluznantes, situaciones tenebrosas, escalofriantes y otros elementos que hacen al género. Todo esto se encuentra bien dirigido a los adolescentes consiguiendo inquietar a esa platea y estos actores: Zoe Margaret Colletti (es Stella Nicholls), Austin Zajur (Chuck Steinberg) y Gabriel Rush (Auggie Hilderbrandt), logran interesantes interpretaciones. Se le suma una buena recreación de época y rubros técnicos.