Esta historia se encuentra basada en hechos reales tomando como referencias, una novela y un artículo de una revista escrito por Marie Brenner. Se realizó un buen casting porque hay un buen parecido físico entre el Jewell real, ex oficial de policía y guardia de seguridad, y el actor y monologuista estadounidense Paul Walter Hauser (“Infiltrado en el KKKlan”, “Late Night”). La historia se encuentra muy bien contada, mezclando imágenes de archivo, con un muy buen montaje y hasta se ha logrado filmar en el lugar donde sucedió el atentado. Paul Walter Hauser logra una soberbia interpretación, mostrando a un hombre trabajador, honesto y cuidadoso que piensa en proteger a las personas y cumplir ley. Los acompaña con una actuación sobresaliente Kathy Batesy y Sam Rockwell quien se encuentra espléndido, entre otros. Una vez más enorme Clint Eastwood, intenso, tenaz y ofreciendo un gran ritmo, le da los toques precisos de ironía y humor. Narrando una historia real, con muy buenos diálogos, una mirada a la sociedad y a los medios de comunicación que mal aplicados te pueden hundir. Exponiendo como vende más un villano que un héroe. La producción se encuentra a cargo de Jonah Hill y Leonardo DiCaprio, entre otros.
Mucho se propone a través de las imágenes que es otro de los personajes, seguida por su flora y fauna, el recorrido va por distintas locaciones, allí vemos como viven diferentes familias en medio de la cordillera peruana, con sus tradiciones, cultura y costumbres. Sobre escenarios naturales maravillosos, ellos realizan el trabajo de la tierra, cría de animales y hasta se unen todos para construir un puente “Qeswachaca” que desde su trenzado hasta el instalarlo genera al espectador una gran tensión. También existe un gran juego con los sonidos, lo sensorial y los hábitos. Algunos diálogos y descripciones de zonas se pierden por no tener subtítulos.
Nos muestra los conflictos y las crisis de Joaquín (actor y abogado Victorio D’Alessandro, “Sólo el amor”) que acaba de cumplir 38 años, sigue soltero, vive solo, su padre viudo quiere que le dé un nieto, trabaja como cheff en el colegio de su adolescencia, sufre de un zumbido en sus oídos que solo se desprende de este cuando está a 4 metros en el agua, de ahí el título del film. Si analizamos un poco podríamos decir que el contacto con el agua lo relaja, ese contacto da cierta paz, pero también se puede asemejar al vientre materno. Joaquín mantiene una relación prohibida y riesgosa, ya que está saliendo con una alumna del colegio en que trabaja, Gaby (Maite Lanata, “Bruja”) que tiene tan solo 18 años. Varias situaciones se irán moviendo en su interior, Matías y Silvia amigos y compañeros de escuela se casaron y tienen una pequeña y no tarda en aparecer una tercera en discordia, otra ex compañera llamada María Benítez (Paula Morales, “Amor a mares”) divorciada y madre de un adolescente que solo busca un amor sin compromiso, es decir un amigovio. Esta comedia romántica describe como puede afectar a veces la crisis de los 40, habla sobre los vínculos y el miedo al compromiso entre otras sensibilidades. Cuenta con un buen elenco, pero no alcanza, tiene un tono meloso, poético, no emociona, tiene ese toque de novela de la tarde, fuera de época y resulta fallida. No es por comparar, pero ya vimos “Pablo en nuestra piel” (1977).
Los personajes principales son cuatro, muestra de que son capaces las mujeres cuando quieren lograr algo, una la independencia en el amor, otra quiere quedar embarazada y esta última cruza los limites ya que le pide a un conocido ocasional que done su esperma dado que además es parecido a un familiar de ella. Van sucediendo una serie de situaciones divertidas acompañadas por un humor un tanto chabacano que puede llegar a rozar con lo bizarro que puede resultar efectivo. Además contiene varios enredos que logran sacar algunas sonrisas y un toque para reflexionar. Cuenta con un reducido y talentoso elenco que intenta en todo momento sacarla a flote. Toca un abanico de temas: las crisis emocionales, la pareja, cuando se pone en juego la hombría, el replanteo de los vínculos, entre otras situaciones, demasiadas tramas y por momentos se pierde el hilo conductor del principio. Posee pequeñas fallas de montaje y se nota que cuenta con un reducido presupuesto y que tiene buenas intenciones, pero no alcanzan.
Los protagonistas son dos jóvenes hermanos Olya (Angelina Strechina) y Artyom (Daniil Izotov) que pierden a su madre en un accidente automovilístico. Cuando los dos chicos pelean en el asiento trasero la madre intenta separarlos mientras maneja, eso termina mal porque choca con un camión de frente y la madre muere. Como no tienen familiares que los cuiden van a una institución educativa. La asesora del lugar es Valentina (Darya Belousova), allí se encuentran con otros jóvenes y cada uno de estos tiene problemas personales o con sus parientes. Aquí nos encontramos con una leyenda urbana, un espíritu maligno que habita detrás de un espejo: “Reina de espadas” que vivió en 1888, al ser invocado puede desatar una serie de situaciones terroríficas. La cámara se mueve intensamente buscando inquietar, para lograr algún susto y sobresalto, sumado a ambientes con poca luz, bajo un estilo gótico y hasta se produce la posibilidad de ingresar a otra dimensión. Lo que sigue es encontrarnos con una historia de fantasmas ya vista en distintas producciones hollywoodenses, su argumento tiene alguna similitud con “Bloody Mary” (2006). Una trama que se encuentra dentro del género fantástico y utiliza elementos ya vistos. Quizás pueda asustar a ciertos espectadores con elementos que ya están bastante trillados.
Es el segundo largometraje de Guillaume Senez y en esta ocasión nos trae un drama familiar. Olivier Vallet (Romain Duris), es un buen trabajador, se preocupa por sus compañeros, trabaja con seriedad y esmero, vive con su esposa Laura (Lucie Debay) trabaja en una tienda y es ama de casa, tienen dos hijos Elliot y Rose (Basile Grunberger y Lena Girard Voss), ella es atenta pero un día nadie sabe porque se va. Comienza la búsqueda de Olivier y entender porque se fue. Todo a su alrededor se le desmorona, ahora debe aprender las tareas hogareñas y combinarlo con su rutina laboral, lo ayuda algunas horas su madre pero esta también trabaja y la llegada de su hermana Betty (Laetitia Dosch) que solo viene por unos días es una alivio, aunque también esta lo afectivo. Además vemos los vínculos entre padres e hijos, hermanos, el amor, el compañerismo, los deseos y la soledad. Casi siempre el cine francés es comprometido, muestra los problemas sociales y políticos, aquí se tocan temas relacionados con los efectos del capitalismo, el actuar sindical, la tecnología y la explotación de la clase media.
Los primeros minutos resultan inquietantes, la cámara recorre la casa en una madrugada con poca luz, descalza por el lugar camina Luisa (Erica Rivas), se escuchan las gotas de una canilla, ropa en el piso y Ana (Ornella D’Elia, buena interpretación, su trabajo anterior “Tigre”) parada, desnuda, sangrando a causa de su ciclo menstrual y con la mirada fija, interesante su planteamiento, resulta un buen juego de imágenes para ir enriqueciendo la trama. Después sabremos que Ana es sonámbula. Lo que sigue es una gran reunión familiar en un caserón de campo, amplio y con muchos árboles, piscina y un rio. Los protagonistas: Luisa, Ana, Emilio (Luis Ziembrowski), esposo de Luisa, Meme (Marilú Marini), Sergio (Daniel Hendler), Inés (Valeria Lois), Alejo (Rafael Federman) y varios niños. Se disponen a pasar juntos el fin de año, pero en los días previos se refleja la personalidad de cada uno de ellos, comienzan a revelarse: las asperezas, los rencores, los egos, las vanidades, reproches, acusaciones, secretos y celos. Además habla de las relaciones familiares, los vínculos y la incertidumbre. Entre los personajes hay tensión y resquemor, entre Luisa y Meme, todo está en sus miradas, en sus silencios, actitudes y a lo largo de diversas situaciones tanto Erica Rivas como Marilú Marini están brillantes, hay un plano secuencia entre ambas que resulta excelente, dos actrices que se sacan chispas en cada escena. A lo largo de la cinta se pueden observar interesantes climas, se ve la rebeldía y la crisis adolescente, esa necesidad de desapego, el despertar sexual, el alcohol, en otros momentos se utiliza la cámara en mano dándole lugar a las situaciones feroces y a las incomodidades, ningún personaje desentona, todos están a la altura del film y con un desarrollo que nos lleva a un desenlace final estremecedor y de alto impacto.
La estructura de la película es similar a la de los distintos capítulos televisivos. Transcurre en 1927, en un majestuoso castillo donde viven los Crawley, ellos y todos los que habitan allí están a punto de vivir un hecho histórico que puede marcar sus vidas para siempre: serán visitados por la Reina y el Rey de Inglaterra y todos se alteran incluyendo a los sirvientes. Es una historia coral, llena de personajes, a lo largo de la cual vamos viendo los preparativos ante tal majestuoso acontecimiento y donde surgen las disputas y la lucha de poder entre los sirvientes del castillo con los de la realeza, que a su vez contiene varios diálogos interesantes. Maravillosas las peleas entre los personajes que componen Maggie Smith e Imelda Staunton que resultan de gran calidad y con soberbias actuaciones en las que se sacan chispas en cada escena. Aunque no seas seguidor de la serie, se disfruta, tiene ese humor inglés pasando por lo ácido y sarcástico, no aburre. Es sencilla y constituye un buen pasamiento, además cuenta con la maravillosa banda sonora de John Lunn, están correctos todos los rubros técnicos, pero varias escenas y planos se alargan demasiado, le sobran algunos minutos y resulta poco pretenciosa.
El guión, la dirección y la producción se encuentran a cargo de Edward Norton, quien además protagoniza el film. Comienza en Nueva York con el asesinato de Frank Minna (Bruce Willis), un gran detective que hace bastante trabaja junto a Lionel Essrog (el propio Norton, una actuación solvente). Ellos se complementan, este tiene muy buena memoria a la hora de recordar caras y hechos, pero uno de sus problemas físicos es que padece el Síndrome de Tourette, este es un trastorno neurológico que le produce muchos tics motores y fónicos que no puede evitar. Lionel Essrog comienza una peligrosa investigación para descubrir la muerte de su jefe y amigo Frank Minna, pero también se va a ir encontrando con otros secretos, y en esa búsqueda conoce a Laura Rose (Gugu Mbatha-Raw) una joven encantadora y el film va cobrando en tensión y misterio. Se suman otros personajes: Minna (Leslie Mann), Paul (Willem Dafoe), un trompetista (Michael Kenneth Williams) y Moses Randolph (Alec Baldwin), entre otros. La historia cuenta con una estupenda fotografía, tiene una buena paleta de colores, recreación de época década de 1950, banda sonora de jazz, un elenco majestuoso para este policial negro que además posee una interesante crítica social, comienza muy bien y es un thriller cautivador. Los puntos en contra: su duración excesiva, repeticiones, trillada, tantos clichés, el ritmo también decae y algunas escenas resultan soporíferas.
El documental intenta mostrar una realidad, entre debates en el Congreso y la campaña por el Derecho al aborto seguro, legal y gratuito. Hay opiniones de médicas, abogadas y religiosos, entre otros. Allí muestra el dolor y sufrimiento por no contar con una ley, donde chicas mueren por hacerse un aborto clandestino, hasta llegan a utilizar agujas de tejer, mostrando algo similar a como se trata el tema del aborto en la película “Si estas paredes hablaran” (1996), con pastillas, con perejil, expuestas a cualquier cosa por no contar con dinero o no tener la formación necesaria para pedir ayuda. El director no solo muestra manifestaciones de quienes están a favor del Derecho al aborto seguro, legal y gratuito, sino que también muestra las marchas a favor de “las dos vidas”. Realiza un recorrido por distintos lugares de país y pone a cámara aquellas que perdieron hijas, hermanas, madres, amigas por un aborto clandestino. El documental presenta distintos casos, como el de Ana María Acevedo, de 19 años madre de tres hijos, que tenía un mes de embarazo y le diagnosticaron cáncer de mandíbula, esto significaba un fuerte riesgo para el embrión y riesgos para la joven. Los médicos por su religión se negaron a practicar un aborto, pasó el tiempo y a los cinco meses de gestación le debieron realizar una cesárea, a las pocas horas fallece el bebé y a las pocas semanas la mujer, quedando una familia demolida. También se muestran otros hechos, además de la hipocresía y la doble moral de ciertos profesionales y políticos, entre otros. Este film fue presentado en el Festival de Cannes y recientemente fue ganador del premio Otra Mirada de la TVE en San Sebastián.