Aquí la protagonista nos muestra lo importante de sentirnos vivas, seguras, lindas, despreocuparnos por la belleza exterior, debemos amarnos por lo que somos, no importa tu cuerpo, tu voz, tu apariencia, pero por otro lado todo lo que quiere demostrar por ciertas escenas resulta algo contradictorio. La película resulta divertida, con buen ritmo, la protagonista Amy Schumer, (Serie de TV Inside Amy Schumer) tiene un gran carisma frente a la cámara y sabe entretener a los espectadores, a la historia se suma la participación de la modelo y actriz británico-estadounidense Emily Ratajkowski, cuenta con buena música, vestuario y no es un film pretensioso.
Todo transcurre en Uruguay, país donde el aborto se encuentra despenalizado. Los pasos no son sencillos, se consulta con profesionales, hay un apoyo psicológico y se da la alternativa de pensarlo. Como dato: no se registran muertes de mujeres por esta causa. Tampoco aumentó la cantidad de abortos en el país. La protagonista es Julia (María Canale, “Abrir puertas y ventanas”, estupenda interpretación, logra transmitir) una treintañera que se entera que está embarazada y le toca decidir si continua o lo interrumpe, trabaja en una joyería, no tiene pareja y se acaba de divorciar (Esteban Bigliardi, “Cetáceos”, “Cómo funcionan casi todas las cosas”). Pero no solo se trata de resolver si ser madre o no, sino que además se plantea la búsqueda interior y la identidad. Vemos la constante sensación de ahogo, ella lucha con los sentimientos, las pérdidas: del amor, de los seres queridos, del control y están siempre los miedos. Su relato es bien intimista, la cámara transmite cada instante de su vida, sus días en esa gran pileta que se sumerge a diario, está presente la angustia, la soledad, con momentos asfixiantes, claustrofóbicos y lo espinoso que le resulta salir a la superficie, además se encuentran sus insomnios, las pesadillas y los conflictos. Una historia que te deja pensando, analizando, con buenos climas, estupenda fotografía y la música apropiada a lo que está relatando y cuenta con el guión de: Javier Palleiro, y Guillermo Rocamora.
Una historia que mantiene la tensión, la acción, genera algunos saltos en la butaca, los primero minutos, impresionante su estética bien gótica y no es necesario haber visto la anterior se comprende, pero en algunos pasajes se hacen reiterativos, cae en lugares comunes. El guión era un poco mejor en el caso de la película anterior y las actuaciones me parecieron poco creíbles.
Fernando E. Solanas una vez más nos alerta, con este road movie que se filmó en Buenos Aires, Salta, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Chaco, Misiones. Es una interesante investigación donde los problemas surgen de la tierra, en los cultivos, en los alimentos y por ende en la salud. Un documental para tener en cuenta, con un buen análisis de esta grave situación que perjudica a la gente, a través de entrevistas a expertos, bebes que nacen con problemas, malformados envenenados con agroquímicos, testimonios de las personas que sufren, sus consecuencias y familias indígenas que viven como vagabundos y no pueden usar lo que fuera su tierra. Una vez más hace un llamado de atención. Alguien debería poner manos en el asunto.
En los primeros minutos de este film se muestra una familia compuesta por: padre, madre, hijo e hija; los vemos llenos de felicidad y comparten distintos momentos siempre en armonía. Tudor (Bogdan Dumitrache) cuando regresa con los niños de diferentes actividades juega y se ríen, pero un día va al parque con su hija María de cinco años, ella juega, mientras él se encuentra sentado en un banco, habla por teléfono y observa a su hija. En ese momento la cámara muestra las actitudes de los personajes que se encuentran en el lugar, por un lado está el que vende helado y otro globo, una discusión entre una mujer y un hombre con su perro le aporta un toque de humor. Todo parece apacible, la tensión se siente cuando este padre no ve a su pequeña hija, la busca por cada rincón en ese parque sin encontrarla y toda la historia gira en torno a esta desaparición, los momentos más dramáticos van apareciendo ante la ausencia, un hombre y una pareja que se derrumba. Tiene momentos impactantes, desde un agente de policía (Constantin Dogioiu) sosegado, una madre desconsolada y abatida (Iulia Lumânare, muy conmovedora) y en una actuación de Bogdan Dumitrache excelente, entre el amor, la tranquilidad y el desborde a la locura. Durante un largo tiempo se hace densa en cuanto a su narración (cerca a las dos horas y media), con muchos planos, silencios, le sobran algunos minutos pero arrasa con un final contundente, fuerte e impactante.
Un documental interesante rodado en blanco y negro, con buenas coreografías, donde muestra a un bailarín como se prepara para una competencia, sus ensayos, su vida, su lucha contra una hernia de disco y el tratamiento que debe realizar. Por momentos sufre un fuerte dolor que le impide practicar para una competencia que se le avecina. Muestra como sobrelleva esa situación y el amor por la danza.
La película se divide en dos partes: la presentación de los personajes, un aventurero israelí Yossi Ghinsberg (interpretado por Daniel Radcliffe, logra una destacada actuación y se preparó de forma tan profesional que hasta perdió varios kilogramos de peso), se encuentra con dos amigos: Marcus (Joel Jackson, seria para Tv Safe Harbour), Kevin (Alex Russell, “Carrie”) y aparece un hombre enigmático (Thomas Kretschmann, “King Kong”) que los convence en realizar un viaje a la selva para descubrir tribus perdidas, entre otros misterios. La otra parte está en la pérdida, el desencuentro de sus amigos y la soledad, esta la lucha de Ghinsberg por volver a la civilización, después todo se vuelve monótono, reiterativo, con planos y silencios que se alargan, escenas desagradables como por ejemplo el momento en que se come un huevo. Cuenta con tomas panorámicas sublimes, una maravillosa fotografía y además se encuentra muy bien ambientada en 1980, una delicada banda sonora, basada en hechos reales, una vez más se muestra la supervivencia de un hombre aislado de todo, en un lugar desconocido y lleno de obstáculos. Quizás tenga alguna similitud a “127 horas” y “Náufrago”, entre otras.
En este film Polanski no sólo es el director, sino que además colabora en el guion junto a Olivier Assayas, director y escritor de “Personal shopper”. Aquí se unen dos actrices que juntas se potencian en todo momento: por un lado la francesa Emmanuelle Seigner (la esposa de Polanski. Una interpretación correcta) quien es una escritora consagrada y por el otro lado Elle (Eva Green, una vez más luce estupenda, perturbadora, en cada mirada y gesto) una principiante en la escritura y fan de la mencionada. Cuando ellas comienzan a relacionarse se crea un atmósfera inquietante, la cámara lentamente se va situando en distintas circunstancias, llega un suspenso psicológico, llena de tensión, misterio y entornos siniestros. Pero finalmente lo que se crea se diluye, recurre a algunos clichés y resulta predecible. Tiene escenas similares a “Misery” (1990) y el personaje de Eva Green es el de Kathy Bates.
Este documental se encuentra narrado por Sandro, nos cuenta su niñez, su familia, lo importante que fueron sus maestras, su juventud, sus amigos y, sobre todo, su amor por la música, como llega al éxito tan deseado, siempre está la mirada de él y su humor tan especial. La dirección está a cargo del talentoso cineasta Miguel Mato a quien le llevó cuatro años de trabajo investigación y recuperación, rescatando materiales de archivo y filmaciones inéditas porque se encuentra realizada por Sandro en formato de súper 8 y 16 milímetros, mientras se encontraba con sus amigos, su visita a las playas en Acapulco, entre otras zonas, los diferentes show, audios que nunca fueron escuchados y las voces de sus fans. Esta la palabra de: Lucecita Benitez, José Luis “Puma” Rodríguez, entre otros. Una buena reconstrucción de época con actores que también tienen su momento, por ejemplo quienes interpretan a sus padres para mostrar cuando concurrieron al Registro Civil para inscribirlo con el nombre de Sandro y que fue lo que pasó. Sandro supo conectarse con el público y vemos sus valores, incursionó varias veces en el cine, como actor e incluso como director, se va intercalando con sus canciones, sus shows, algunas de sus películas y además se reunió material de archivo inédito. Este es un gran homenaje para disfrutarlo y conocerlo. Un documental sincero, un gran trabajo montaje, edición, entretenido, te emociona, salís cantando y te llega al corazón. Se puede ver en once salas en todo el país.
Esta historia se inicia con las vivencias de su protagonista, un joven adolescente llamado “Simon” (Nick Robinson, “Todo, Todo”, “Jurassic World”); vamos viendo varios chicos, que no sufren hambre, ni desempleo, ni violencia familiar y no tienen problemas económicos. El problema que siente el protagonista gira en torno a cómo Simón le revela a sus seres queridos y amigos que es gay, siente los miedos y las angustias lógicas pero desea que sepan lo que eso significa para él. En su desarrollo el tema se toca de manera diferente a otras películas sin hacer un drama o buscando distintas subtramas. Se termina mostrando como debe ser como algo natural. Cuenta con una buena fotografía, encantadora banda sonora y una atractiva estética. Robinson logra una muy buena interpretación, cabe destacar la actuación de Jennifer Garner (“Juno”, “Si tuviera 30”), como la madre del protagonista esta genial, le da buenos toques emotivos y el resto de las actuaciones resultan encantadoras, su argumento en ningún momento cae en golpes bajos, es bastante entretenida, divertida, emotiva y como algunas comedias románticas tiene su clichés.