En la escena inicial de Dogman, noveno largometraje dirigido por el multipremiado Matteo Garrone, vemos a un perro enfurecido e indomable que no deja que el protagonista, interpretado por Marcello Fonte, lo bañe. Gran parte de lo que sucederá en la película se define en esta primera situación, que funciona como una intriga de predestinación precisa. La cuestión fundamental simbolizada en el comienzo es la relación entre Marcello y Simone (Edoardo Pesce), un brutal expeleador que se encuentra implicado en el mundo de las drogas y el crimen, y quien al mismo tiempo que comparte una amistad con el personaje principal, no deja de atormentarlo y humillarlo. En este nexo conflictivo podemos apreciar una de las decisiones más acertadas del realizador, al construir a Marcello como un individuo ambiguo, y no simplemente como víctima. Por un lado es un sujeto amable, querido por sus vecinos, bondadoso con los animales y muy afectuoso con su hija Alida (Alida Baldari Calabria). A su vez, tiene una “segunda vida” en la que participa en robos, es testigo de asesinatos y vende cocaína -sin llegar a ser un narcotraficante profesional o de peso-.
Este documental de Ulises de la Orden, quien previamente dirigió otros films enmarcados en este género como Río Arriba (2006), Chaco (2017) o Amanecer en mi tierra (2018), aborda los problemas que surgen del manejo de la basura en Buenos Aires. El director rescata imágenes, videos, recortes de diarios y relatos de periodistas contemporáneos y antiguos, para dar cuenta de cómo este asunto atraviesa distintos gobiernos y momentos históricos. A su vez, nos muestra el impacto que produce en diversas áreas vinculadas a la salud pública o el medioambiente, así como también en los grupos gremiales y las asociaciones de trabajo independiente.
Disney vuelve a la carga con una nueva remake live-action, la tercera de las cinco programadas para este 2019. Se trata de uno de sus clásicos más venerados, tanto por la crítica especializada como por el público en general -recordemos que la original recaudó más de 968 millones de dólares-. Hablamos nada menos que de The Lion King (El Rey León). El elegido para ocupar el cargo de director fue Jon Favreau, quien previamente dirigió The Jungle Book (2016). La decisión clave del realizador fue que la nueva versión se mantuviera lo más fiel posible a la obra de origen. Pero lejos de resultar meritorio, esto genera que no aporte nada novedoso, y que se sienta prácticamente como una imitación adornada con efectos visuales de captura en movimiento y realidad virtual.
“La felicidad es más importante que el entretenimiento”, profesa Henry Kaslan. Dicho personaje, interpretado por Tim Matheson, es el dueño de un emporio global que se dedica a producir todo tipo de artefactos tecnológicos. Entre ellos se encuentran los muñecos Buddi. Estos cuentan con distintas habilidades, como hablar o caminar, y además son adaptables a distintos dispositivos. A diferencia de la Child’s Play (1988) original, este nuevo film dirigido por Lars Klevberg introduce el elemento conflictivo como producto de la mente y el trabajo humano, y borra la dimensión esotérica/sobrenatural de la película de Tom Holland. Las acciones y razones de Chucky son tan engañosas como letales, al igual que las de las personas que lo diseñan.
Manos, pies y rostros delineados a la perfección conforman los primeros planos. Retazos de la cúpula de las Galerías Pacífico. Extractos de las más grandes manifestaciones del muralismo argentino tiñen de sacralidad el firmamento del recinto. El mismo que prosigue como bandera del consumismo desenfrenado y repelente que se instaló en los ’90, y que fue previamente un centro de detenciones forzadas. Esta última historia es la que el film reconstruye a partir de los relatos de Arturo Santana Das Mores, ex operador de video y fotógrafo, y de Pablo López Coda, arquitecto especializado en materiales de la construcción, quien colabora con la investigación del caso del primero.