Un viaje al interior de uno mismo Emilio Estevez juega más de un papel en El camino (The way, 2010). Además de encarnar a Daniel, en la ficción el único hijo de Tom Avery, es además el guionista y director de este film emotivo que rompe los moldes de lo racional, y lo convierte en una historia sencilla, pero sensible y fuerte a la vez. Tom Avery (Martin Sheen) es un conocido oftalmólogo que un día recibe la noticia de que su hijo (Emilio Estevez) ha muerto cerca de los Pirineos. Una vez allí para recoger el cuerpo, descubre que aquél tenía la intención de realizar el Camino de Santiago. Avery, preocupado porque no pudo tener una buena relación con su hijo en vida, decide hacer él mismo ese camino. Un viaje de iniciación para encontrarse a sí mismo y también comprender cómo vivía su propio hijo. Plagada de paisajes exóticos, mucha historia y con una banda sonora, al parecer, cuidadosamente elegida, Estévez traslada el espectador a un viaje más allá de los sentidos, que le demuestra que los verdaderos amigos se encuentran en los lugares menos imaginados, que aunque uno quiera estar en soledad, siempre encontrar compañía mejora la vida. A su vez, cuatro historias y personalidades distintas se entremezclan y juegan a ser amigos durante la travesía para reflejar el mensaje de que nadie encara algo por accidente, sino que todo tiene una razón de ser en la vida, hecho que los mantiene juntos y unidos. El film aborda también el tema de los destinos. Su nombre en inglés The way remite a más de un camino. Metáfora en la manera de vivir que atraviesa Tom al perder a su hijo. El duelo encarnado en cada tramo de la caminata, ese sentimiento de completar el viaje y llegar hasta el final porque su hijo así lo hubiera querido. Una historia con los silencios necesarios, con sentimientos y emociones a flor de piel. Un film con una propuesta sencilla, pero cuyo tema no deja de ser real y reivindica la necesidad de la compañía, aunque sea de un desconocido, para enfatizar la satisfacción de completar una misión o meta personal.
La obsesión por la porcelana Pablo Torre construye Las voces (2012) desde lo más profundo de la psiquis humana y el resultado es una obra maestra que combina suspenso, drama descarnado y romanticismo. Al conocer el título de esta película, todo parece remitir a un universo espiritista de voces internas, sueños y miedos, pero el film resulta ser mucho más que eso: el amor ligado a la obsesión y la perversión, a la profunda soledad en el alma en una historia que emociona y da escalofríos al mismo tiempo. Poco antes de morir, Ema (Ana Celentano) le habla a su nieta sobre el abuelo. Esto vuelve a despertar en Clara (María Socas), la madre de la niña, interés por saber algo sobre su padre a quien nunca conoció. Cuarenta años atrás, Juan (Jean Pierre Noher), un ventrílocuo que comparte su vida con una muñeca de porcelana, trabaja como artista de número vivo en un cine. Un crimen, el acoso de la policía, su relación con Ema y con una extraña niña que descubre en el superpullman de la sala, llevan a Juan a un denso universo en el cual la realidad y sus fantasías comienzan a entremezclarse. Apoyándose en el trabajo de sonido, Pablo Torre le pone voz y dramatismo a la historia de un hombre solitario, agobiado por la depresión más profunda que habita en un pequeño cuarto gris y derruido, en su vida deshecha. Con distintas voces le da la vida a su compañera más fiel, quien siempre lo acompañará y que, al mismo tiempo, lo ayuda a ganarse unas monedas. Una muñeca que él peina todas las noches antes de irse a dormir, un juguete que es convertido en persona debido a la extrema soledad y pena de otra. El excelente trabajo de Jean Pierre Noher sobre este personaje es revelador. La personalidad de un hombre patológico al que no le atrae ninguna mujer, no conoce de relaciones amorosas y menos de las humanas. Su vida está directamente ligada a la muñeca con la que tiene una conexión más extraña que real. Cuando se dice que las personas se pueden enamorar de los objetos que más les gustan, tiene algo de verdad, y más aun cuando se muestra la desolación y el vacío de Juan al desprenderse físicamente de ella. Un llanto desesperado, un pedido de auxilio y de afecto que lo lleva a oír voces y ver cosas. Con flashbacks recurrentes y necesarios para hilar los cabos del argumento, la película también cuenta otra historia paralela. La de Ema que se enamora de Juan, la de Clara que busca conocer a su padre, y la de su matrimonio errado y frío que parecería que sólo sigue en pie por su hija casi adolescente. Así el film va mostrando las caras de una misma moneda. La incomprensión del otro, el amor no correspondido, la gran depresión que supone la pérdida de alguien (o algo) amado y los trastornos mentales que pueden darse como resultado del trauma del despojo, la soledad, el abandono y la miseria emocional. De una riqueza argumental innegable, la película resulta exquisita también en su estética. Es dueña de ambientes sombríos y esfumados ideales para los temas que toca y que se combinan con lo opaco y “viejo” del vestuario. Las voces cuenta además con personajes sólidos, un hilo coherente y un relato tan atrapante como angustiante.
El derecho de ser mujer Dirigida por Rodrigo García, El secreto de Albert Nobbs (Albert Nobbs, 2011) se adentra en la vida, las pasiones y las ilusiones de una mujer oprimida por la sociedad en la que vive, pero que devela su necesidad de disfrazarse y cambiar su identidad además por a una situación traumática del pasado. Glenn Close encarna uno de los papeles más jugados y osados de su carrera y se convierte así en lo mejor de la película. En la Irlanda del siglo XIX, una mujer (Glenn Close) debe hacerse pasar por hombre para poder sobrevivir. Pero luego de varios años, se encuentra atrapada en la mentira de la cual ya no sabe, o no quiere, salir. La situación se vuelve más complicada cuando se obsesiona e involucra emocionalmente con una empleada del hotel en el que trabaja como mesera, cayendo así en un triángulo amoroso. No es casual que Close haya sido nominada al Oscar y al Globo de Oro por este personaje. Y debió ser difícil comportarse, vestirse y hablar como un hombre, además de llevar ese corset opresor de libertades. El espectador logra dejar atrás a la mujer actriz y le cree y la sitúa como Albert, depositario de toda la carga emocional de la película. Una historia simple pero de extremo dramatismo, que está llena de golpes bajos. Desde el amor no correspondido hasta ilusiones no concretadas y la profunda tristeza que genera en el espectador, que sufre todo lo que le pasa. Tan real como melancólico, Albert saca a relucir sus miserias y sus virtudes: un caballero con todas las letras, pero a la vez una mujer que vive como alguien que no es, ahorrando moneda por moneda con esfuerzo y con unas ganas inmensas de salirse de su cascarón para ser quien realmente quiere ser. En el reparto figuran Mia Wasikowska y Aaron Johnson, la pareja despareja que le quita el sueño a Albert Nobbs y se destaca la actuación de Janet McTeer que también se disfraza de hombre meritoriamente. Un argumento que trata con cuidado el tema de la identidad, las libertades y derechos de las mujeres que no podían ser independientes y con un elemento que no puede faltar: el amor. Glenn Close se lleva todos los laureles y muy merecidos. Una historia protagonizada por una actriz versátil que, con un maquillaje inmejorable, supo ponerle el cuerpo y la cara a este señor atrapado en lo más profundo de sus sueños.
Es muy difícil imaginarse a Ricardo Darín en un papel que no sea para él. Recordemos esos roles avasallantes, inmejorables e inolvidables que tuvo en “Nueve Reinas” (Fabián Bielinsky), “El aura” (también de Bielinsky) o mismo en un film más actual como fue “El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella, ganadora del Oscar como mejor película extranjera, sólo por citar algunas. En “Elefante blanco” de Pablo Trapero ocurre que el espectador no cree ni compra a Darín como el Padre Julián. Si bien la actuación es como siempre excelente, no se luce en este papel. Quizá porque la historia sea la de Nicolás (Jérémie Renier), un sacerdote francés que, rescatado de plena Amazonas, comienza a trabajar y a ayudar en este gigante de Ciudad Oculta. Pero se enamora de Luciana (Martina Gusmán) y empieza a dudar de su fe y de su vocación. A la vez, hace de “guardaespaldas” de Julián y todavía sigue perplejo ante la cruda realidad de un país que no es el suyo. Da la impresión de que Martina Gusmán está reducida sólo a ser convocada para las películas de su marido (“Leonera”, 2008 y “Carancho”, 2010) y vendría a hacer una especie de Helena Bonham Carter para Tim Burton. Igualmente es una actriz simple que sabe llevar sus papeles pero que en este caso sólo le tocó uno secundario y sin demasiada construcción ni desarrollo. La cuota de realismo que aportan los escenarios verdaderos y el relato que hace Trapero sobre la situación de los pobre e indigentes es importante, además por no tener la necesidad de recurrir a imágenes de archivo, como se hace en otras películas y por apostar a la colaboración de personas reales de la villa. Aquí se ve un fuerte trabajo de producción y esto es sobresaliente. De todas maneras, y a pesar de haber sido ovacionado en el Festival de Cannes, a este film le falta movimiento. Es como si se quedara estancado y no pudiera salir de allí. No nos genera esa sensación incómoda o esa intranquilidad que tendríamos que tener al ver una película de estas características. Pasa inadvertida y es bastante ficcionada. El sentimiento es que todo parece inventado o forzado y de que en realidad se infló mucho la trama por el sólo hecho de contar con la presencia de Ricardo Darín. Fuerte en ocasiones aunque carece de elaboración argumental y se queda en la nada, tal como lo muestra el final. 2,5/5 NE Ficha técnica: Título Original: Elefante Blanco Dirección: Pablo Trapero Guión: Pablo Trapero, Alejandro Fadel, Martín Mauregui y Santiago Mitre Estreno (Argentina): 17 Mayo 2012 Género: Drama, Thriller Origen: Argentina, España, Francia Duración: 110 minutos Clasificación: AM16 Distribuidora: Buena Vista International
Entre todas las películas dramáticamente desesperantes al extremo, esta es un ejemplo y el director Joe Carnahan junto a Ottway (Liam Neeson) se encargan muy bien de dejarlo en claro. Porque aquí está todo dado, no hay retrasos ni cabos sueltos, van al hueso tan cruda y fríamente que cuesta despegarse de “Viven” de Frank Marshall, aquella película que homenajea a los muertos y sobrevivientes de la famosa tragedia de Los Andes. El avión en el que viajaba un grupo de trabajadores de una empresa petrolera se estrella en el medio de la nada. Hace frío, hay muchos muertos, una tormenta de nieve, no tienen comida, el pánico aparece, el miedo y… los lobos, como frutilla del postre de la desesperación. Pero Ottway se distingue de ellos por tener otra profesión dentro de la petrolera: es francotirador y cazador de lobos y no podrá renunciar a eso todavía y menos en medio de este desastroso accidente. Sale de entre los muertos congelados para ser el líder indiscutido de este equipo de seis hombres (entre los que figuran Dermot Mulroney, Frank Grillo y Dallas Roberts). Su misión es mantenerlos vivos, fuertes y sanos por más difícil que resulte. A no olvidarse de la hipotermia, el hambre y demás. La estrategia de los lobos parece ser acercarse cada vez más, acecharlos y dejarles en claro que están en su perímetro y no son bienvenidos. A su vez, el grupo se propone jugar su mismo juego: funcionar como manada, protegerse mutuamente y desafiarlos, como si ellos también fueran animales. Y en eso consiste la dinámica de esta película, un “juego” constante entre dos conjuntos de seres, porque ya no se diferencian los hombres de los animales, todos son la misma cosa, unos con miedo a morir y los otros con el poder de matar. Como en todo grupo hay un líder (queda muy claro de quién se trata y por eso el nombre en español de esta película basada en la novela “Ghost Walker” de Ian McKenzie Jeffers) también lo hay en toda manada de lobos salvajes. El gris es el macho alfa, el que coordina, gestiona, avanza, observa, acecha; y por eso el nombre en inglés de esta cinta (el verdadero): The Grey. Resulta curioso cómo cambia el enfoque de un nombre a otro, sin mencionar que hay un tercer título: “Infierno blanco”. El film no tiene más que esto; el hombre reducido a animal, inmerso en un especio que no conoce, con depredadores alrededor y las condiciones dadas para una muerte segura. Pero primero tendrá que probarse a sí mismo si puede contra esto. Es como si alguien hubiese querido hacer un experimento acerca de la supervivencia y los hombres fueran sus ratas de laboratorio. Inquietante, escalofriante, sufrida, entretenida y con sobresaltos, y que también prueba al espectador y lo invita a que se pregunte ¿qué haría si estuviera en esta situación?. Igualmente, Neeson está para más, y más aun habiéndose convertido en uno de los mejores actores de la actualidad cinematográfica y habiendo protagonizado grandes films como “La lista de Schindler” de Steven Spielberg, “Michael Collins” de Neil Jordan y “Kinsey” de Bill Condon, entre otros éxitos. 3/5 SI Ficha técnica: Título Original: The Grey Dirección: Joe Carnahan Guión: Joe Carnahan/ Ian Mackenzie Jeffers Año: 2012 Género: Acción/ Drama Origen: Estados Unidos Duración: 115 minutos Clasificación: AM 16 Distribuidora: Energía Web: http://thegreythemovie.com/
No es fácil causar el efecto que se pretende en un determinado género. Y menos en el mundillo de las películas de terror, que se nos presenta cada vez más trillado e insustancial. No es necesario ser un genio del cine (a pesar de que hay varios), sólo se tiene que saber combinar y hacer complementar los elementos que hacen de un determinado film algo realmente bueno y que de gusto ver. En “La dama de negro” (“The woman in black” de James Watkins) hay un poco de ambas cosas. Resulta tener un guión trillado y común que no aporta demasiado pero que si vemos la cinta tampoco disgusta, de hecho asusta, y logra uno de sus cometidos: ser entretenida y que no puedas verla solo. A pesar de esto, varias escenas son predecibles y en vez de invitar al clásico sobresalto, logra anticipar lo que ocurrirá. Y esto en un film de terror no puede pasar. A su vez, Daniel Radcliffe parece meterse de lleno en el personaje del joven abogado Arthur Kipps y cubrir estos vacíos, pero no es posible despegarse de su personaje en “Harry Potter”. Le faltaría virtuosismo, variedad de gestos y dejar atrás el estilo de “Harry” para enfrentar realmente un papel distinto. Sin embargo, y como se dijo anteriormente, logra llenar las falencias de esta película: un terror gótico mezclado con un drama que puede llevarse a cabo por un actor común y silvestre. Que es un film de terror y misterio, eso quedó claro, pero…¿porqué decimos drama?. El protagonista vive con recuerdos constantes y emociones violentas (expresadas mediante flashbacks) que hacen que viva constantemente en agonía, tristeza, dolor, y que enfrente un trauma que no lo deja en paz: su mujer murió luego de dar a luz a su hijo. Este elemento junto al terror gótico hacen que la cinta resulte llevadera. Y ya que hablamos de gótico, la película tiene muchos elementos “burtonianos” (por Tim Burton) que nos recuerdan a la genial “Sleepy Hollow”. La neblina, los escenarios, el vestuario, el ruido de los caballos y las carretas, los cuervos, el cementerio, las hojas caídas de otoño, las campanas, las fotos en sepia y fundamentalmente, la época en la que se sitúa la historia. Aquí sobresale un buen trabajo de fotografía que logra ese efecto grisáceo de pueblo fantasma. La banda sonora es casi nula. Sólo acompaña algunos sobresaltos y varias situaciones dramáticas representando la muerte, pero no mucho más que eso. Un típico drama de espíritus bien logrado, con un actor adaptable al papel, con final inesperado, pero con un guión pobre y redundante y que por eso no deja de parecerse en demasía a las demás películas de su estilo. 2,5/5 NE Ficha técnica: Título original: The woman in black Dirección: James Watkins Guión: Jane Goldman Estreno en Argentina: 9 Febrero 2012 The Woman in Black Género: Drama / Terror / Thriller Origen: Reino Unido / Canadá / Suecia Duración: 95 minutos Clasificación: Apta para mayores de 13 Distribuidora: Diamond Films Web: http://www.womaninblack.com
Si hay algo fascinante en cine es estudiar y ver la vida de un personaje fuerte y emblemático para el mundo, que cruzó barreras y alcanzó un lugar inimaginable hasta para si mismo. Este es el caso de “La dama de hierro” (The iron lady) no por lo que haya hecho o dejado de hacer, sino por ser protagonista de una película que recorre desde su juventud hasta su senilidad más dramática, como contradicción de aquella lucidez y determinación de Margaret Roberts (una Margaret Thatcher de 24 años todavía soltera). La directora Phyllida Lloyd supo cómo contar la vida y obra de esta mujer temida, no sólo en Inglaterra sino también en el mundo. Para eso, volvió a recurrir a la valiosa y virtuosa Meryl Streep (también contó con ella para hacer “Mamma Mía”), nominada a mejor actriz por esta cinta, para encarnar un personaje que le queda pintado. La postura, el cabello, la idéntica voz, la mirada fría, el acento inglés, todo para resaltar y nada para criticarle a esta mujer que supo adaptarse perfectamente a este papel, que me imagino, le habrá llevado su tiempo practicar y acentuar. El único detalle a tener en cuenta es que Meryl Streep es un poco más baja de estatura que Thatcher, pero eso no constituye un aspecto fílmico a analizar. Impactan y sobresalen varias escenas. La secuencia referida a las Islas Malvinas con imágenes de archivo y ella proclamando la guerra y escribiéndole luego a las familias que perdieron a sus seres queridos (no hay duda de que aquí el espectador argentino se sentirá profundamente tocado). Las imágenes que nos muestran que ella no se deja caer en ningún momento, no puede derramar una lágrima ni compadecerse por nadie. Ella tiene que conservar su postura y estar a la altura de todas las circunstancias. Es por esto que no se podría haber elegido mejor el nombre de esta cinta. Describe a la perfección a una mujer que no se deja emocionar ni pisotear por nadie, y menos por un hombre. Esto se describe muy bien con planos detalle sobre sus ojos llorosos y sus manos temblando, luego de discutir fuertemente con los integrantes de su partido político. Aquí toma conciencia de que hay que “disfrazar” la bronca y la tristeza en algunos momentos y mantener firmes los pensamientos y las acciones. Esta película es un testimonio real no sólo de su vida, sino también de su visión arrasadora para la época: la mujer no debe funcionar más como una ama de casa, sino que tiene que sacar a flote sus ideales y sus objetivos que van mas allá de los platos, el detergente y la limpieza. Hay que reconocer que la directora da una visión muy interesante de esta primera mujer en lograr llegar a la política y en convertirse en Primer Ministro. La película es un gigante demoledor que se animó a encarar un tema espinoso y a la que, se nota, le importó muy poco lo que pensaría el público, tanto los amantes de Margaret Thatcher como los que la aborrecen. Porque este personaje es así: fascina o fastidia. No hay término medio. “La dama de hierro”, que se estrena mañana en los cines argentinos, se destaca y asombra por ser una cinta neutral y contar con una directora inglesa. Es justamente lo que se busca en una biografía como esta. Si la visión hubiera sido otra, muy posiblemente tendría en este momento muchas cosas que reprocharle. Porque no toda película biográfica cuenta con hechos reales. El director puede dejarlos de lado y construir su propia visión. Increíble la similitud física de Meryl Streep en esta cinta, que es un retrato sorprendente de una mujer extraordinaria y poderosa, pero con muchas grietas, y para mostrarlas qué mejor que recurrir a lo psicológico o mental con claras alucinaciones, entre otras tantas cosas. Atención al personaje del marido a cargo del actor Jim Broadbent. Aporta una dosis de humor y al principio confunde, pero ayuda a la construcción de la historia y es vital en los flashbacks. Digna de verse en cine, con la clásica banda sonora de las marchas británicas, excelente maquillaje y vestuario y mucho efecto visual a través del juego de luces. Uno de los mejores papeles de Meryl Streep. 5/5 SI Ficha técnica: Título: La Dama de Hierro. Título original: The Iron Lady. Dirección: Phyllida Lloyd. País: Reino Unido. Año: 2011 Duración: 105 min. Género: Biografía, drama. Interpretación: Meryl Streep (Margaret Thatcher), Jim Broadbent (Denis Thatcher), Richard E. Grant (Michael Heseltine), Iain Glen (Alfred Roberts), Anthony Head (Geoffrey Howe), Roger Allam (Gordon Reece), Alexandra Roach (Margaret Thatcher joven), Harry Lloyd (Denis Thatcher joven). Guión: Abi Morgan. Producción: Damian Jones. Música: Thomas Newman. Fotografía: Elliot Davis. Vestuario: Consolata Boyle. Estreno en Reino Unido: 6 Enero 2012. Estreno en España: 5 Enero 2012. Calificación por edades: Apta para todo público.
Pongamoslo así. Esta película es sobresaliente, y lo digo a pesar de no estar muy de acuerdo con las remakes. “La chica del dragón tatuado” ["The girl with the dragon tattoo"] de David Fincher, basada en el film sueco “Los hombres que no amaban a las mujeres” de Niels Arden Oplev y en la novela del fallecido Stieg Larsson, es casi excelente. Respeta los hechos y el orden cronológico de los mismos, las actuaciones son muy buenas, así como también la atractiva estética gótica del film, los escenarios y lugares, pero todo parece indicar que la película es un calco de la europea. Y así es, por algo es una remake, aunque bien se podrían haber inventado o modificado algunas cosas como para que no resulte tan igual. Las actuaciones, como dije antes, se destacan. Daniel Craig en el papel del periodista Mikael Blomkvist es bueno, aunque un poco más osado y revolucionario que el original, que queda como un santo en comparación a este personaje más nuevo. Se destacan también Stellan Skarsgard en el papel de un primo "raro" y de Christopher Plummer como una especie de sostén familiar y quien contrata a Mikael para investigar el extraño caso de su nieta postiza desaparecida. Todos estos son muy buenos y certeros. Dieron en la tecla. Imposible no hablar de Rooney Mara a quien le tocó encarnar el personaje más oscuro, demoledor y psiquiátrico (más que psicológico). Este papel no puede hacerlo cualquiera y Rooney estuvo bien, sin embargo no encajó ni adoptó a la verdadera Lisbeth Salander que era violenta por naturaleza. Rooney es más bien como una “modelo” linda a la que le pagaron para vestirse de negro, raparse y ponerse algunos aros. No deja nunca de ser angelical. No va más allá de eso. Y esta historia necesitaba realmente de una mujer violenta, realmente bisexual hasta la médula, fuertemente vengativa, que despierta amores y odios, con severos traumas y violada ferozmente por su cuidador. Noomi Rapace no tiene nada que envidiarle a la norteamericana. Es la personificación más certera de Lisbeth. Noomi es como tiene que ser y a Rooney le falta fuerza, aunque no hay que negar que es buena actriz y que los afiches de promoción se encargaron de poner toda la carne al asador y nos vendieron prácticamente a una sex symbol. Esta fue la única falencia en la película aunque Rooney y Daniel como pareja en la ficción funcionaron y muy bien. Para los que pudieron ver la versión sueca (la original) no van a encontrar grandes cambios con respecto a esta, sino todo lo contrario. La película arranca con todo desde el principio (desde los títulos se podría decir), y se destaca la banda sonora, aunque comienza de manera diferente. Luego se aprecia exactamente la misma historia y en algunas oportunidades hasta los mismos diálogos. Entretenida, aunque muy extensa, se disfruta y tiene lo que tiene que tener, sin embargo la versión sueca se muestra superior. Se verá luego qué nos proponen las dos partes que restan de la trilogía Millenium (“La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”). 4/5 SI Ficha técnica: Título Original: The Girl with the Dragon Tattoo Dirección: David Fincher Guión: Steven Zaillian Año: 2012. Estreno (Argentina): 19 Enero 2012 Género: Thriller Origen: Estados Unidos/ Reino Unido/ Suecia/ Alemania Duración: 158 minutos Clasificación: AM18 Distribuidora: Sony Pictures Web: http://www.dragontattoo.com/site/
Aunque reconozco que tardé mi tiempo en ver esta cinta y no lo hice cuando se estrenó en los cines en marzo del año pasado, me dispuse a apreciarla muy bien para una futura crítica. Se podría decir que “Fase 7” es intensa y tiene una estética particular, poco común a las películas argentinas, y esto se aprecia desde el comienzo. Su color (mucha fuerza visual en los trajes de aislamiento), iluminación (luces titilando tétricamente, claroscuros) e imagen (buena calidad y muy buena edición) nos sitúan en aquel estilo “yanqui” de contar las historias, pero que Nicolás Goldbart, su director, pudo unir y combinar de manera casi perfecta y llegar a este resultado argentino, que por momentos se ralentiza. La espectacular banda sonora (sin exagerar) nos lleva a intensificar cada escena, a subirnos a las formidables secuencias, a entrar en el suspenso más desesperante de los personajes y de empezar a pensar en que cualquiera de nosotros puede estar en tremenda situación. En este sentido, la música es el elemento vital. La película además tiene algo de costumbrista y el escenario es simple: un edificio de varios pisos donde conviven personas diferentes que tienen que esforzarse por llevarse bien. Hasta aquí, todo parece común y silvestre. Pero hay mucho más detrás de solamente la convivencia entre vecinos. La cinta nos va adentrando en lo que aparenta ser una epidemia masiva por medio de un virus que nadie conoce y que barrió con la ciudad entera. Los personajes son obligados a mantener la cuarentena en los departamentos y es allí donde la trama encuentra la luz: una parodia yanquilezca con toques de humor bien llevados de la mano de Yayo Guridi (Horacio), paranoico e inestable, y el siempre tan expresivo Daniel Hendler (Coco) que se destaca con su personaje miedoso, sometido y maltratado por su mujer a quien apoda cariñosamente como “Pipi” (Jazmín Stuart). Las actuaciones son inmejorables también en el caso de Federico Luppi que tienen una gran participación y sabe desarrollar su papel. Ocurre un giro en la trama cuando se muestra una clara crítica al capitalismo que resulta muy certero situarla en nuestro país y (¿porqué no?) en el resto del mundo y que le da sentido al título. La cinta es lúcida y es digna de verse bien despierto. Buen sonido. Muy buena iluminación. Un final perfectamente cerrado y que no necesitó recurrir a lo increíble o fantasioso. 4/5 SI Ficha técnica: Título original: Fase 7 Año: 2010 Dirección: Nicolás Goldbart País: Argentina Duración: 95 minutos Género/s: Comedia, Acción Reparto: Daniel Hendler, Jazmín Stuart, Yayo Guridi, Federico Luppi, Carlos Bermejo, Abian Vainstein, Gonzalo Urtizberea. Guión: Nicolás Goldbart Fotografía: Lucio Bonelli Montaje: Nicolás Goldbart, Pablo Barbieri Carrera Web: http://www.fase7.com/