Ese toque femenino Cuando Alejandra Marino se propone retratar cualquier ficción como si fuera un hecho real, lo consigue. El sexo de las madres (2011) se adentra en la historia cruda y dolorosa de dos mujeres abusadas sexualmente y con esto se consagra como una realizadora con todas las letras que trata los temas con una sensibilidad especial. Cuando Laura (Roxana Blanco) recibe el llamado de Ana (Victoria Carreras) después de años de no verse, la historia de vida de ambas da un giro de 180 grados. Ellas son hermanas del alma que, por distintas circunstancias, ahora se encuentran separadas. El reencuentro traerá alegría pero también complicaciones y se verán obligadas a recordar el traumatizante pasado que tienen en común y se darán a conocer algunos secretos escondidos bajo la alfombra. En forma de drama psicológico con tintes de thriller, Marino sintetiza en 93 minutos lo que a muchas mujeres les lleva años poder digerir. Toma la temática de la violación de una manera tan conciente que no hizo falta mostrarla explícitamente; con esto, la música que- adrede- casi no se hace presente en la película, se transforma en los sonidos que conforman y construyen un todo armónico. Lo destacable, además, resulta ser cómo esta dupla que escogió minuciosamente la directora se acopla de forma natural a la historia; dos actrices que son perfectas para el papel que les toca. Cada una con su esencia y naturaleza propias, muy distintas entre sí, pero a la vez tan iguales. Estas son mujeres que recurren al humor para salvarse un poco de las circunstancias que les tocó vivir, como claro ejemplo de que las personas pueden muchas veces recurrir a la risa para refugiarse de lo malo y cobijarse en los buenos recuerdos. Filmada en Tucumán, este lugar parece el ideal para que Laura y Ana se vayan mostrando en sus desgracias y sus fortalezas. Una trama con fuerte carga emocional y psicológica que tocará el corazón de quien se anime a abrirse a ella. Una película como pocas que, con simpleza, refleja el costado femenino de un suceso traumático, donde Marino le pone el cuerpo y transmite toda su sensibilidad de mujer. A pesar de ser una cinta delicada y muy cuidada, está llena violencia y emociones contenidas. Es el costado que faltaba, el toque distinto, una mirada y un modo de hacer cine diferente a lo que se venía viendo sobre el tema y distinto también a cómo lo plasmaría un director hombre; de eso no quedan dudas. Marino hace que todo se entienda a la perfeccion sin vueltas y sin cabos sueltos. Una película que también muestra el punto de vista de los hijos adolescentes de estas madres (por eso su nombre) y su compleja relación con ellas. Una buena oportunidad para ponerse a pensar.
Con gustito dulce Mal que le pese a muchos, hay que reconocer que la filmografía de un realizador como Tim Burton tiene una mística fascinante, sea cual fuera el tema que toque. Frankenweenie (2012) se presenta limpia, mágica, sin errores, como si la historia nunca hubiera sido contada, tocada o retocada. Una versión de Frankenstein aniñada e inmaculada con homenajes y reminiscencias a otras películas, incluso las propias. Victor Frankenstein (Charlie Tahan) es un niño un poco científico y bastante gótico que atraviesa una de las peores tragedias por las que puede pasar un chico: la muerte de su mascota. Su relación con su perro Sparky era tan estrecha que en medio de la desesperación decide regresarlo a la vida en su pequeño laboratorio. Mediante los conocimientos en ciencias que adquirió en la escuela, lleva a cabo el experimento con éxito, pero nadie debe enterarse. El problema surge cuando su secreto se descubre y es revelado a sus compañeros. Fiel al corto del mismo nombre que el propio Burton creó para Disney en 1984, esta nueva lectura del monstruo de Frankenstein es un gran combo: el homenaje a El joven manos de tijera (Edward Scissorhands, 1990); el recuerdo de su tan querido ídolo Vincent Price a través del Dr. Rzykruski en la voz de Martin Landau, actor con quien ya trabajó anteriormente en Ed Wood (1994) y la recreación de su pueblo natal; las clásicas marcas burtonianas. Son visibles además las reminiscencias a películas como El hombre lobo (1935), La Momia (The Mummy, 1932) y el Drácula de 1958 interpretado por Christopher Lee . De la misma manera que Victor reanima a su perro muerto, Burton revive uno de sus primeros cortometrajes pero esta vez en stop-motion, aunque conservando los colores blanco y negro. Aquella película que en su momento a la gente de Disney le pareció muy oscura, sale de su “ataúd” para reivindicarse a si misma y también a su creador, luego de la ambigüedad de Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012). Con una banda sonora excepcional a cargo de Danny Elfman y personajes de rasgos tétricos, el film combina a la perfección una trama escalofriante con características tiernas y emotivas, el balance justo para que pueda ser visto por buena parte de la audiencia infantil. Burton, en esta ocasión, no tiene necesidad de recurrir al morbo de la sangre o la muerte física y visible para contar los hechos. Aquí su estética es más simbólica y todo se sabe y entiende, pero lo realmente mágico es poder ver a un creador en estado puro, aun aniñado, que rescata sus orígenes sin intenciones de disgustar a nadie, porque- hay que admitirlo- esta es una producción más bien comercial, alejada de la ya mencionada Ed Wood o de otra como La gran aventura de Pee-wee (Pee-wee's Big Adventure, 1985), pero sigue siendo fiel a su estilo de autor, aquel que sumerge al espectador en los mundos fantásticos de sus “hijos” freaks. Frankenweenie, otra obra maestra que seguramente no será tomada como tal por el gran público, es una película no dramática que le imprime el humor y a veces la sátira a personajes más que detestables. Un viaje hacia el mundo de lo fantástico y los sueños con final feliz (un rasgo atípico en la filmografía de Burton). Graciosa, tierna y muy impregnada del maravilloso mundo de Disney: la familia unida, la casa segura y las historias que desbordan amor. Quizá por esto haya sido finalmente aceptada por la gran corporación.
Otra de demonios y van... Sinister (2012), encargada al director Scott Derrickson por los responsables de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) y La noche del demonio (Insidious, 2010), tiene mucho que envidiarle a sus predecesoras. Con escasos momentos de suspenso y con escenas trilladas, la película no logra coincidir con lo que las críticas extranjeras predecían. Ellison Oswalt (Ethan Hawke) es un autor de novelas policiales recién llegado a su nueva casa con su esposa e hijos. En el ático descubre una caja con material fílmico. Los rótulos de los rollos de celuloide parecen divertidos: “Fiesta en la piscina”, “Un día en el parque” y “Hora de dormir”, entre otros. El escritor, a sabiendas de que en esa casa se ha cometido un asesinato, decide ver estas películas caseras y descubre algo tenebroso de lo que no podrá escapar con facilidad. Aparentemente ya es muy tarde para eso. Desde su afiche meritoriamente atractivo y su trailer marketinero que invita a atornillarse a la butaca y no perderse un segundo, el espectador sufre un engaño. Si bien la trama parece interesante y coherente los primeros minutos, el argumento se debilita en el transcurso del film, cayendo en lugares comunes, escenas trilladas, el falso suspense y la inconsistencia. Luego de El exorcismo de Emily Rose (The exorcism of Emily Rose, 2005), Derrickson prometía jugar con los miedos y la imaginación de las audiencias en esta película, pero no logra su cometido, propiciando que termine siendo una producción más pochoclera que otra cosa y sin una razón que justifique su existencia, y menos habiendo un mercado tan amplio de películas lamentables del género. Además, y por sobre todas las cosas, el film tiene un elemento errado: hacia el final termina por mostrar absolutamente todo y este recurso no resulta certero si se pretende lograr un buen film de terror que logre mover las emociones y crear adrenalina. En definitiva, podría haber sido una buena historia de suspenso, un gran thriller psicológico o un buen drama, pero tampoco reúne tales condiciones. La película juega con la intriga en su primera mitad y luego se torna graciosa y absurda. Ideal para los super fanáticos del cine clase B pero los que esperan ver una obra maestra de terror-tal como vaticinaban algunos- abstenerse porque caerán en la decepción.
Zombies simpáticos La sobrenatural e intrépida comedia de horror ParaNorman 3D (2012), dirigida por Chris Butler y Sam Fell, transporta al espectador al pueblo de un chico incomprendido y con claridad sostiene que los verdaderos enemigos no son los muertos sino los vivos. Una entretenida ficción en stop-motion y en 3D para toda la familia. Norman (en la voz de Kodi Smit-McPhee) es un chico diferente del resto. Puede ver a los muertos e incluso hablar con ellos. Por este motivo está sujeto siempre a la burla de sus compañeros de colegio. De repente algo transforma su vida: aparece su tío para contarle sobre la maldición de una bruja que la noche siguiente despertará y levantará a sus muertos de las tumbas. Para impedir un apocalipsis zombie él deberá leer un libro en el féretro de la hechicera, pero nada será demasiado fácil. En esta animación se nota a las claras la colaboración de Laika, el estudio fabricante de contenidos animados de los creadores de Coraline y la puerta secreta (Coraline, 2009), una obra maestra de Henry Selick , quien se lució también con El Extraño Mundo de Jack (The nightmare before Christmas, 1993) para Tim Burton. Por este antecedente es que se pueden encontrar algunos pequeños signos estéticos de la filmografía burtoniana y bienvenidos sean, porque no desentonan en absoluto. Más allá de esto, ParaNorman 3D no es una película oscura sino todo lo contrario. Si bien está sumida en el universo zombie y parodia las películas de terror de bajo presupuesto, el encanto del argumento está en que tiene divertidos toques de humor y los muertos vivos resultan ser amigables con el entorno, subrayando así la clásica actitud errónea de los seres humanos para con ellos. Este film, que no cuenta con voces de actores reconocidos, se destaca por su frescura, su visión infantil de los monstruos y por los sobresaltos de Jon Brion, responsable de la banda sonora que le otorga un buen ritmo al relato. Esta no será como las grandes producciones de Disney, Pixar o Dreamworks, pero merece una mención y seguramente sabrá ganarse su público. Divertida, alocada y equilibrada en todos sus aspectos. No desentona, no exagera y no empalaga.
Un Pedazo de Historia Argentina A poco tiempo de cumplirse 67 años del famoso 17 de octubre de 1945, hoy bautizado como el Día de la Lealtad; con sencillez, humildad y un cálido respecto a la clase trabajadora, Jorge Pastor Asuaje y Sergio Pérez construyen un documental como pocos en torno a la temática. Con la conjunción de conmovedoras imágenes de archivo, escenas de ficción con importantes actuaciones y los testimonios de los verdaderos testigos de los hechos, los directores le cuentan al espectador joven y le recuerdan al público mayor un buen trecho de historia desde fines del 1800 hasta la aparición de Juan Domingo Perón. En 1871 la fiebre amarilla diezmó a la población de Buenos Aires y se creía que los responsables de dicho acontecimiento eran los mataderos por arrojar sus desechos al Riachuelo. Luego de esto, los grandes frigoríficos toman forma en el barrio de Berisso y es a partir de allí que la lucha de los obreros por mejores condiciones salariales y laborales tuvo gran protagonismo y a su vez las nuevas figuras políticas comenzaban a surgir: desde la doble elección de Hipólito Yrigoyen y su derrocamiento por José Félix Uriburu hasta el General que con su voz en la radio logró incentivar a los trabajadores para que salieran formalmente a pelear por sus derechos. El film de 108 minutos es rico visualmente y nota a las claras un gran trabajo de investigación. Lo interesante también es la combinación de imágenes de archivo en blanco y negro en contraposición a las escenas en color interpretadas mayormente por un Lito Cruz bastante modesto y un Rubén Stella sobresaliente (que es más bien del palo del teatro). Estas imágenes ficcionalizadas se van intercalando además con los testimonios de los protagonistas reales de la época y se enriquecen con el relato de historiadores como Sergio Pujol, Roberto Tardetti y Osvaldo Bayer. El día que cambió la historia (2012) será para algunos una clara muestra de ideología peronista, para otros estará quizá muy lejos de eso y para algunos otros simbolice un elemento de memoria, emoción y nostalgia. De lo que no cabe duda es que el broche de oro puesto sobre la figura de Perón como el instigador de uno de los más grandes cambios que se vivieron en la historia argentina está por sobre los demás personajes políticos, significando su aparición como la causante del título de este film. La película reconoce su sencillez en la filmación casera y, en ocasiones, falta de luz; pero el material que recoge y la información con la que trabaja están por encima de esto. De 1871 a los grandes frigoríficos financiados por capitales británicos, hasta Yrigoyen y Perón… un gran progreso y un relato impecable con un potencial reivindicador, que además realza la figura de algunos héroes anónimos. En cuanto a los créditos finales, más de uno seguramente se conmoverá con la imagen que aparece después.
La venganza será terrible Con Resident Evil 5: La venganza (Resident Evil: Retribution, 2012) no se puede esperar algo muy distinto a lo que se venía viendo en las anteriores entregas, algo que el fanático de la saga seguramente sabe de antemano. Pero esta quinta parte, escrita y dirigida una vez más por Paul W.S. Anderson, dobla la apuesta, muta hacia otros subgéneros y no necesita seguir siendo fiel al video juego para valerse por sí misma y convertirse en una de las mejores películas de acción y, si se quiere, de zombies, después de las de George A. Romero. Alice (Milla Jovovich) vuelve a despertar en uno de los centros clandestinos de Umbrella y la historia comienza exactamente donde culminó la película anterior. Un ralenti hacia atrás y la protagonista nuevamente relata lo ocurrido en el laboratorio de la compañía mediante el clásico “My name es Alice…”. Ella tendrá que enfrentar otra vez a quien desea aniquilarla y deberá luchar y tratar de escapar pasando por Washington, Nueva York, Moscú y Tokio como nuevos destinos. Repasando un poco la historia y el proceso, Resident Evil encierra una mística especial. Comenzó siendo un exitoso video juego de zombies que no daba miedo, sino una gran satisfacción por matar personas que ya estaban muertas. Con la película apareció el personaje de Alice (y se conservaron otros originales) y apareció además una clara crítica a la sociedad contemporánea y, para muchos, una discusión aun vigente en torno a las atrocidades que llevan a cabo algunas de las grandes corporaciones mundiales. La clonación, las mutaciones y los experimentos con el cuerpo estaban a la orden del día y el primer film que contenía el suspenso y el terror justos pasó a convertirse en toda una saga de pura acción, efectos especiales y algo de gore. Para muchos, Resident Evil no es lo que solía ser y ha perdido su esencia y seguramente los fanáticos del video juego estén indignados con las últimas entregas, pero hay que rescatar el trabajo de Anderson de crear cosas nuevas, de darle cada vez más vida a la historia, de la evolución de los personajes y de cómo los construye y reconstruye, haciéndolos aparecer cada vez que puede: la antigua amiga de Alice, Jill Valentine (Sienna Guillory), la teniente Rain Ocampo (Michelle Rodriguez) y el recordado Carlos, interpretado por un respetable Oded Fehr. Anderson, especialista en la ciencia ficción y en recrear historias de video juegos, se arriesga no ya a seguir hablando sobre el famoso y mortífero Virus T que hace dos películas se “comía” a poblaciones enteras, sino que encara al espectador desde el impacto en la primera escena con un increíble plano secuencia hasta el final con una extraordinaria y reveladora panorámica. Si las cuatro entregas anteriores daban un respiro o un halo de esperanza, aquí ocurre todo lo contrario para dar un giro conceptual muy importante. Este quinto film es el más catastrófico y el menos optimista de todos. El terrorífico futuro que plantea, el devastador mundo que construye y la reivindicación del épico final de Resident Evil 4: La resurrección (Resident Evil: Afterlife, 2010) parecen ser las antípodas del planteo de una guerra. Con varias sorpresas y vuelcos inesperados, Resident Evil 5: La venganza es ideal para disfrutarse en la pantalla grande y en 3D y siempre fiel a su premisa: una audaz mezcla de apocalipsis, chicas sexys, zombies y una muy buena banda sonora en una trama excelentemente contada en cada entrega, que sigue dejando finales abiertos.
El largo camino de la vida Partiendo de una cuestión que siempre fue tan importante para la realización del ser humano como es el trabajo, Enrique Liporace y Ezequiel C. Inzaghi lograron filmar una película con muy buenas actuaciones que estimule al espectador a experimentar sentimientos y sensaciones variadas: desde la incomodidad por un par de escenas fuertes de sexo o el vocabulario soez presente adrede en gran parte de ella, hasta una emoción muy grande por la propia decadencia y la fe del personaje principal. Félix Cayetano Gómez (Alejandro Awada) nació en plena peregrinación al santuario de San Cayetano; de ahí sus nombres y apellido: Félix por el momento de extrema felicidad que vivió su madre al nacer él, Cayetano por el santo del trabajo y Gómez en homenaje al sacerdote que ayudó a que naciera. Debido a este hecho, Félix es un hombre de fe que visita al santo cada año y le agradece por todo lo que no tiene: un trabajo estable, deudas interminables, una hija lejos y ninguna esposa a su lado. Pero la gente de fe es así, dicen. Y Félix se caracteriza justamente por luchar contra viento y marea para cambiar su situación. De ahí que los directores hayan establecido ya desde el principio un paralelismo con las hormigas, el ser más trabajador de la Tierra. Quizá el vocabulario al que recurren los realizadores resulte un poco exagerado para contar los hechos y algunas escenas fuertes seguramente le chocarán al espectador, pero está claro que Liporace e Inzaghi quisieron llevar la situación al extremo provocando también una toma de postura y que lo que se ve no pase por alto. Alejandro Awada se pone a la altura de las circunstancias. Un hombre aparentemente confiado y conforme con que va a llegar a ser alguien en la vida haciendo filas por los demás, su actual medio de subsistencia, y sosteniendo siempre su visión existencialista hasta las últimas consecuencias: el problema no es ser el último en la cola, sino qué nos espera cuando dejemos de esperar. Se destaca además la participación de Antonio Gasalla como sacerdote y amigo de Félix. Un personaje muy particular que aparece para dar algunas lecciones de vida y le aporta al relato, aunque muy al final, un respiro gracioso. Una película que refleja una realidad que se vive, no sólo la difícil búsqueda de trabajo sino también una Argentina letárgica en donde hacer fila para todo es moneda corriente. Un film crítico con la sociedad pero con el foco también puesto en que la fe mueve montañas y la convicción debe ser más grande que cualquier cosa. Emotivo hacia el final y por momentos cómico, con buenas actuaciones, original argumento y un mensaje contundente.
Las vueltas de la vida Con un argumento original sobre la memoria y los recuerdos explicados desde la óptica de lo científico, Sebastián Brahm encara su película mezclando los hechos médicos con la situación emocional del personaje. El resultado es un manojo de escenas resignificadas una y otra vez que no generan suspenso, sino más bien cansancio visual. Roberto Román (Cristián Carvajal) es conocido como el “padre de la migración cortical” en su entorno profesional gracias a estudiar en profundidad el funcionamiento de la memoria humana. Tras ocho años trabajando en Francia, vuelve a Santiago a enseñar en su antigua escuela y es allí donde tropieza con su pasado, la propia teoría que lo hizo célebre. A medida que pasan los días, va descubriendo y reconociendo que su investigación en realidad no le da las satisfacciones esperadas y que su vida personal dio un vuelco enorme inesperadamente. El circuito de Román (2011) atrae de la misma manera que ahuyenta. La primera parte del film se encarga de presentar al personaje principal y de explicarle bien al espectador aquello por lo cual estuvo trabajando arduamente; muy meritorio, por cierto. El trabajo con la memoria y los recuerdos son el puntapié para que luego le vayan pasando en lo personal algunas cosas a Román y no del todo buenas. Lo atractivo de la película puede resultar ser la constante resignificación de los conceptos y las escenas de simetría pareja a la altura de las circunstancias, lo que permite al espectador ir resolviendo los hechos junto al personaje. También se pueden encontrar varios simbolismos y, por supuesto, flashbacks dentro de flashbacks. El otro costado de la película es tedioso y transcurre tan lentamente que logra la pérdida de todo valor anterior. El film claramente debe su nombre al camino profesional y mental que hace el personaje en el transcurso de la trama. Preguntarse y repreguntarse a sí mismo, los recuerdos que aparecen a través de extractos de escenas e imágenes de hechos de su vida en un proceso que da vueltas y que parece querer resolverse hacia el final pero no lo consigue. Un drama realista, si se quiere, pero con toques de ciencia ficción adrede que no tiene un propósito en sí mismo. Una historia de 76 minutos que no se disfruta y que parece prolongarse. Una película que quizá sí le llame la atención a la comunidad científica, no así al público en general.
Un cuento sobre cohetes, estrellas y sueños El director Esteban Echeverria logró crear un largometraje nacional de animación digno de compararse con las grandes producciones extranjeras. Un argumento atractivo y muy humano tanto para chicos como para adultos, que no decae en ningún momento y con un trabajo estético que resalta en cuanto a la fotografía, los escenarios imaginarios y la imponente banda sonora. Pilo Molinet es un niño cuyo hogar es un cinturón de asteroides y donde se pasa el día mirando las hermosas estrellas que rodean su pueblo. Su abuelo siempre le cuenta que esos astros luminosos son creados por una máquina: la máquina que hace estrellas. Según la profecía, algún día ese aparato se dañará y, para conservar la tradición, un integrante de su familia será el responsable de repararlo. Pilo sueña todos los días con ese momento para poder viajar a conocer esa famosa máquina. Lo que no se imagina es que será una tarea complicada y llena de peligros. Sin llegar a ser futurista ni recurrir a los localismos de las películas argentinas, el film resulta ser más universal y atemporal con reminiscencias –hay que reconocerlo- a Robots (2005) de Fox. Sin embargo, la película se descubre original desde el comienzo y se enfoca en el universo imaginario no sólo de Pilo, sino de cualquier chico. Las ilusiones, el soñar despierto, las aventuras y los juegos, la amistad, los ancestros y las historias en forma de cuentos, remiten a una atmósfera que todos sentirán familiar y cálida. Destacable resulta también la fusión entre elementos de la ciencia ficción y las tecnologías antiguas: por un lado, las naves espaciales a vapor, las maquinas con enormes engranajes, los robots a cuerda, y, por el otro, hologramas, asteroides que cobran vida y mucho más, lo que convierte a la película en una fábula espacial. La máquina que hace estrellas es una historia para toda la familia acerca de los valores y las tradiciones. ¿El mensaje?... Cada uno existe para cumplir un propósito en la vida y, sobre el destino… nunca hay que forzarlo. Un largometraje animado y en 3D ¿Qué mejor que eso con un toque argentino?
El señor Adam Sandler, que en septiembre cumplió sus 46 años, aparece nuevamente en la pantalla grande y nos deleita con otra comedia muy de su estilo. Ese es mi hijo (That's My Boy, 2012) ditigida por Sean Anders es una típica comedia norteamericana un poco subida de tono que hará que nos descostillemos de la risa a más no poder. Con un argumento simple, aunque con muchas idas y vueltas y enredos, la trama se desarrolla más o menos así: de adolescente, a Donny (Adam Sandler) le cayó un hijo del cielo a través de una relación clandestina que tuvo con su maestra de colegio. Todd (Andy Samberg) fue criado por su padre hasta que cumplió sus 18 años y luego se alejó hacia otros pagos. En vísperas de su boda, Todd se reencuentra por sorpresa con él y tendrá que lidiar con todos los aspectos desastrosos de su padre aún mentalmente adolescente. Ese es mi hijo rescata de manera cómica lo despelotado que puede resultar ser un padre que no sabe serlo y un hijo que siempre quiso a su progenitor lejos. La relación padre-hijo será muy conflictuada, pero siempre encontramos indicios de que se quieren con locura. Esta película, producida por Happy Madison, el estudio de Sandler, será para algunos una comedia "sucia" del montón llena de gags de los que ya estamos demasiado acostumbrados; sin embargo, para los verdaderos fans del actor, no tendrá desperdicio y será una de las favoritas. Hay que reconocer que la película cuenta con escenas innovadoras en cuanto al tipo de humor que maneja siempre Adam Sandler; a pesar de eso, nunca faltan en él los chistes referidos al sexo, el alcohol y las mujeres. A pesar de todo esto, el director y el guionista supieron lograr una comedia un poco más fresca y hacer que el espectador se retuerza de la risa que le provocarán algunos planos. Este cuarentón siempre va por más y se supera a sí mismo con cada comedia. Ideal para ver el fin de semana y para ver con un buen grupo de muchos amigos, la película será cómplice de varias situaciones que en algún momento imaginamos o recordamos. Especial además para el público joven que no se aburrirá en ningún momento y disfrutará del film de principio a fin. Con algunas apariciones sorpresivas y una excelente actuación de Andy Samberg como hijo de Sandler. *La película no se estrena en Argentina, pero es muy fácil de conseguir, ver online e incluso bajar. 3/5 SI Ficha técnica: Título original: That's my boy Dirección: Sean Anders Guión: David Caspe Género: Comedia Origen: Estados Unidos Año: 2012 Distribuidora: Sony Pictures Reparto: Adam Sandler, Andy Samberg, Leighton Meester, Vanilla Ice, James Caan, Milo Ventimiglia, Blake Clark, Meagen Fay