El número 50, como podrán imaginarse, es vital para este documental. Marca por un lado el 50 aniversario del primer contingente koreano que arribó a la Argentina, tanto como la primera vez que el -ya icónico- actor Chang Sung Kim (Los Simuladores, Graduados, etc.) retorna a su país de origen. Pasaron casi 50 años de la ultima vez que Chang pisó Korea; el documental, por cierto, retrata -en sus mejores momentos- este personal retorno. 50 Chuseok es ante todo un documental sobre un viaje. Viaje en un traslado material, Chang va de Argentina a Korea; y un viaje simbólico, la inmersión del propio Sung Kim en una suerte de estado transitorio, un punto medio entre su origen koreano y su vida, familia y mentalidad argentina. Chang Sung Kim resulta una presencia envolvente. Este actor koreano-argentino, con cada chiste, expresión o frase celebre se adueña de la pantalla absolutamente. Cada una de sus intervenciones aspiran a lo memorable, lo cual muchas veces logra, ya que, después de todo, esta sería su película. Aquí, en la oración final del párrafo anterior, llegamos al meollo del asunto; lugar donde la claridad numérica sufre de cierto empaste. El documental se desarrolla a partir de tres tipos marcados de escenas: Primero, tenemos las escenas diseñadas directamente para las reacciones de Chang. Provenientes de los sentimientos más desgarradores, tanto como de los chistes más elocuentes; Sung Kim, como buen actor, sabe plasmar una montaña rusa de emociones, que no fallan en emocionar. Un segundo tipo de escenas comprenden cierta dosis de abstracción, como instrumento para ahondar simbólicamente en el tema de la película: el doble viaje de Chang -cuando vemos a Sung Kim arribando a Korea, y de fondo escuchamos música tradicional koreana, mimética de la lluvia-; estas escenas, tal vez escasas, permanecen correctas en su despliegue. Por ultimo, un tercer tipo. Estas escenas se enfocan en el pequeño equipo técnico detrás de la filmación de la película; el interés de este proceder parecería ser el hacer la película de la película. La elección de hacer estas escenas fue, sin ningún tipo de duda, la peor decisión que tuvo el film. Los dos primeros tipos de escenas funcionan perfectamente entre si. Cuando el diseño se centra en Chang -y la emoción que este tiene al llegar a la calle donde nació, por ejemplo- 50 Chuseok nos hace reír y llorar. Pero cuando el propio Sung Kim es confinado al fondo de su propia historia -y a su viaje- la película se resquebraja. Ver a la directora Tamea Garateguy -y al equipo técnico- sacarse fotos con koreanos, mostrar como prepara y termina las escenas o atestiguar que instrucciones técnicas se dan a cámara y sonido; nos aleja del centro de la película. En estas escenas (con alguna afortunada excepción) Sung Kim queda confinando al fondo, incluso al extremo de volverse ajeno a su propia película. Aquí la pregunta: ¿Es una película sobre un viaje, o es un documental sobre un documental? Ya que ambas no coinciden. Estas escenas nos alejan de Chang y su viaje, del contingente koreano y de sus amistades; al fin y al cabo, nos alejan de lo que más importa en el film: El 50 Chuseok (un aniversario y un reencuentro).
Íntimo y personal La reina del cine de género argentino, Tamae Garateguy (Pompeya, Mujer Lobo, Hasta que me desates), da un salto brusco en su carrera profesional para alejarse de los vampiros, el sexo, el sadomasoquismo y la sangre e incursionar en el documental con 50 Chuseok (2018), un viaje personal e íntimo a la inmigración coreana argentina a través de la mirada del gran Chang Sung King (Pescadores). El actor Chang Sung King hace cuarenta y ocho años que dejó Corea para radicarse con su familia en Argentina. La realización de una película institucional por el aniversario número cincuenta de la comunidad coreana argentina lo llevan de regreso a su tierra natal para reencontrarse con sus raíces y un pasado que nunca dejó de estar presente. Tamae Garateguy logra un documental puro cuando todo daba para convertirse en un simple, previsible y didáctico video institucional sobre los cincuenta años del primer asentamiento de coreanos en el país. Lo que empieza como un recorrido por lugares, costumbres y personajes deviene en un imprevisible viaje hacia la Corea actual, medio siglo después de que Chang Sung King se fuera para comenzar una nueva historia. Así el documental da un giro de 180° y lo institucional se transforma en personal. Chang Sung King vuelve a encontrarse con un mundo que un principio lo es ajeno pero a medida que los minutos avanzan se vuelve reconocible, cercano, como si nunca se hubiera ido. Garateguy capta con un ojo clínico la emoción, la sorpresa y hasta la cotidianidad para mostrar así la raíz de una comunidad a través de una persona, contraponiendo lo nuevo con lo viejo, el presente con el pasado, y los que se fueron con los que quedan. Con momentos divertidos, otros cargados de la más genuina emoción, algo de melancolía y mucho de nostalgia, 50 Chuseok termina siendo una road movie que recorre las entrañas de una comunidad arraigada (también varias ciudades), alejado de lo institucional que quiso ser pero muy cerca del documental que finalmente es.
Cosecharás tu siembra De inmediato reconocimiento para cualquier espectador televisivo más que cinéfilo, el rostro de Chang Sung Kim es parte de la galaxia catódica vernácula por ejemplo en episodios memorables de las series Los simuladores, Graduados, entre otras. Para muchos el actor argentino representa lo oriental es decir puede ser japonés, chino o tal vez coreano, difícil dilucidar cuando se lo escucha tan porteño como el asado. Sin embargo, Chang Sung Kim llegado a la Argentina desde su Corea del Sur natal a la edad de siete años, casado con una argentina con la que tuvo hijos argentinos y el desplante de un padre que se fue alejando al enterarse de su decisión, es el protagonista de este luminoso documental dirigido por Tamae Galateguy y que alude a la fiesta Chuseok, donde se celebra tradicionalmente en Argentina la cosecha y el agradecimiento a los dioses por ese milagro. El milagro para la comunidad coreana que emigró a la Argentina hace medio siglo, a veces para escapar de la cruenta guerra entre las dos Coreas o de la presencia de Japón una vez terminada esa diáspora, significó en un principio el trabajo con la tierra, todos se presentaban como campesinos según explica Chang Sung Kim a cámara, a Tamae y su equipo de rodaje, que se dispone a acompañarlo en un viaje de retorno a su suelo tras cuarenta y ocho años de ausencia. Lo que se cosecha -simbólicamente hablando- es la búsqueda de los afectos, la identidad que encuentra en Corea del Sur los orígenes de este actor enraizado con lo argentino, con el asado y el fútbol más allá de su profesión. Amigos actores como Mike Amigorena, Juan Palomino, se ríen de sus ocurrencias entre chorizos y anécdotas, pero al llegar a su tierra absolutamente transformada, totalmente distante a los únicos recuerdos que conserva, la película de Tamae Garateguy y del propio Chang Sung Kim se nutre de emoción, vitalidad y honestidad que traspasa cualquier especulación de puesta en escena. Los momentos de quiebre emocional no pueden ser más precisos ni oportunos, como así tampoco los vaivenes personales de este coreano argentino que eligió volver como esos tangos que se silban de memoria a pesar de olvidarse la letra. La letra de esta historia de vida y re descubrimiento la escribe el propio protagonista y su mirada en busca de sus orígenes, su idioma y su recuerdo de infancia.
“50 Chuseok”, de Tamae Garateguy Por Hugo F. Sanchez La comunidad coreana cumplió medio siglo en la Argentina y si bien en los últimos años empezó a tener una presencia visible más firme, en general fue opacada por inmigraciones más numerosas como la japonesa y la china. Por estas mismas razones el único coreano popular es el actor Chang Sung kim, conocido por sus trabajos en series como Graduados y Los simuladores y es justamente el centro de 50 Chuseok, la nueva película de Tamae Garateguy ( Una película argentina, Upa! 2, Mujer Lobo), que indaga entre otras cuestiones, sobre la identidad. El relato parte de la excusa del aniversario, con Chan como vehículo ideal y nexo entre su comunidad y los argentinos en un documental en progreso sobre la relación y la historia coreana en su capítulo argentino. de 50 Chuseok comienza con un asado, un tono celebratorio de la porteñidad del actor y lso usos y costumbres de la argentinidad. Pero casi de manera imperceptible la película va cambiando hacia el viaje de un solo hombre a sus orígenes, que bien podría ser la de miles de compatriotas que tuvieron que abandonar su país. Luego de 48 años el protagonista vuelve a Corea y el cancherismo del comienzo cae irremediablemente ante el peso de los recuerdos, las emociones contenidas, la historia dolorosa, los lugares de la infancia y la comprensión de la enormidad de tragedias que tuvieron que sortear sus padres para darle un futuro, a él y a sus hermanos. El documental navega entre el humor y la melancolía, con una sensible voluntad por tratar de entender a su protagonista pero también a los que no están, con sus actitudes, sus miedo, sus reglas que a la distancia parecen absurdas pero que les permitieron sobrevivir a mil batallas. Y en eso emparenta a las comunidades de cualquier origen. Esta reseña corresponde a la presentación de 50 Chuseok en la Competencia Argentina del 20º Bafici. 50 CHUSEOK 50 Chuseok. Argentina, 2018. Dirección: Tamae Garateguy. Guion: Diego Peluffo. Interpretes: Chang Sung King, Juan Palomino, Daniel Valenzuela, Mike Amigorena, Tamae Garateguy. Duración: 81 minutos.
Tamae Garateguy viaja a Corea junto al actor Chang Sung Kim en plan de recuperar sus orígenes aprovechando la decisión de sumar un institucional sobre las 50 Chuseok, cosechas que se cumplen en breve. En el camino la historia del actor suma fuerza y termina construyendo una fábula de aventura, amor, identidad y pasión sobre los orígenes y su redescubrimiento.
Tamae Garateguy es una directora que brilla tanto en la ficción como en el documental. En este caso, con la historia de Chank Sung Kim (protagonista entre muchos éxitos del film “Un cuento chino) como eje para recordar los 50 años de la inmigración coreana en la argentina. Pero el querido actor, que llegó desde niño con su familia y se transformó en un porteño más, hace un emotivo, curioso, interesante y original regreso a su país de origen, a su ciudad natal. Nos invita a conocer una fascinante cultura y su viaje interior, la búsqueda de verdades trascendentes en la vida de todo ser humano. Y ahí esta Tamae y su equipo para captar el humor, la camaradería con el equipo, su propio protagonismo. Pero con la sensibilidad justa para emocionarnos y disfrutar de este viaje y de este film inolvidable.
Un muy simpático y por momentos emotivo trabajo (que cabalga con soltura entre el documental y la ficción) de la directora de Pompeya, Mujer lobo y Hasta que me desates. Lo que pudo ser apenas un documental institucional y didáctico termina siendo un viaje de (re)descubrimiento personal, una emotiva exploración de la identidad, una mirada a las diferencias culturales y generacionales en 50 Chuseok (el título remite al festival de la cosecha, que es la principal celebración anual de los coreanos). El inicio del film tiene que ver con la propuesta de rodar un documental con motivo de cumplirse 50 años de la llegada de la primera oleada de inmigrantes coreanos a la Argentina. Y quien oficia de presentador de la película es Chang Sung Kim, reconocido actor de TV y cine (Los simuladores, Graduados, El marginal, Permitidos, etc.). En esos primeros minutos lo veremos a Chang Sung Kim, un tipo muy simpático y canchero, comiendo un asado con actores amigos (Daniel Valenzuela, Mike Amigorena, Juan Palomino), jugando al fútbol o asistiendo a shows de K-Pop en Buenos Aires. Nada excepcional ni demasiado auspicioso. Sin embargo, a los pocos minutos, al protagonista le ofrecen viajar a Corea -país al que no ha vuelto en 48 años- y allí nace una nueva película: más intensa, más divertida, más vital, más sensible. Tamae Garateguy (Pompeya, Mujer lobo, Hasta que me desates y codirectora de la saga de UPA!) aparece en pantalla junto con el resto del equipo de filmación haciendo evidente el artificio y la manipulación de toda obra, así sea un documental. Ese recurso, sin embargo, no le hace perder frescura ni interés a una narración que los lleva no solo por ciudades como Seúl, Incheon, Busan, Bucheon y Daejeon, sino más precisamente en busca de los orígenes del propio Chang Sung Kim, quien pese a su cinismo inicial termina quebrándose en más de una oportunidad. Es cierto que el film -que tiene una simpática música de Christian Basso- resulta por momentos un poco caótico y derivativo (aunque una larga escena del equipo comiendo es parte también de la propuesta de “intercambio cultural”), pero 50 Chuseok nunca pierde su encanto, su vitalidad, su frescura, su espíritu lúdico y -también- sus picos emotivos para acercarse a la intimidad de un coreano con alma porteña que regresa a sus tierra. Un puente entre dos mundos. Tan lejos, tan cerca.
El título del documental de Tamae Garateguy hace mención a un vocablo del coreano arcaico que significa, literalmente, “el gran punto medio del otoño”. El mismo refiere a un festival muy popular de la cosecha que, de modo costumbrista, se lleva a cabo cada año en Corea y celebrándose, según aseguran los expertos, a partir del decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar, coincidiendo con el Equinoccio de otoño. Consistiendo en una cosecha abundante con motivo de la ancestral celebración, los coreanos completan el ritual visitando a sus pueblos originarios y llevan a cabo banquetes tradicionales de la región.
Luego de varias ficciones exitosas, Tamae Garateguy explora un universo distinto, particular y muy interesante: el de la colectividad coreana en Buenos Aires. Se cumplen 50 años de las primeras oleadas inmigratorias de este país oriental a nuestra tierra y Garateguy utiliza este disparador, para comenzar a transitar un camino de conexión con lo vincular de ámbos países. “50 chuseok” hace referencia a una festividad, en el cual se realizan rituales de agradecimiento a los ancestros por la abundante cosecha, y donde la comida cobra importancia, pero aquí el título busca conectar esa celebración, con la importancia de haber encontrado otra tierra que albergue esa cultura y permita desarrollarse sin prisa ni pausa. Podemos decir es un homenaje particular, que pone en relieve los procesos de adaptación y enriquecimiento cultural que se dan en los inmigrantes orientales que han venido a trabajar y desarrollarse en nuestro país. Para hacerlo, “50 chuseok” se vale de un eje muy potente: el popular actor Chang Sung Kim, quien oficiará de guía de esta travesía. El partió de su Corea natal hace más de 40 años y a pesar de sentirse cómodo y desenvuelto aquí, siente que ha llegado el momento de reencontrarse con sus orígenes, su pueblo… Situación ideal para explorar las contradicciones y pensamientos de cada extranjero en terreno no propio. Pero vamos más allá porque Chang Sung Kim viajará a sus pagos, y pondrá en superficie esta tensión bajo la inquieta cámara de Garateguy. Sung Kim arranca la peli con amigos actores (muy conocidos en el medio local), comiendo un asado y debatiendo sobre costumbres culturales propias, modificadas y reformuladas… para pasar a un escenario donde recupera historia de hijos de inmigrantes a los cuales les costó mucho mantener pautas férreas conductuales impulsadas por sus padres ( por ejemplo, la consigna de “casarse sólo con alguien de su nacionalidad”). Hay mucho color en los relatos y la atmósfera invita a estar conectados con el film. Pero como decíamos antes, Sung Kim regresará a Corea, y eso será el plato fuerte del documental a partir de la segunda parte. Los potentes contrastes y la reflexión que lo atraviesa en cada recorrido que hace por Seúl y su pueblo, será mostrada cuadro a cuadro por la directora, dentro de un marco relajado y divertido. Hay mucha química en el equipo que lleva adelante “50 chuseok” y quizás eso permitirá registrar las emociones fuertes que provocará el viaje en el gran protagonista de la película. Tenemos buen clima, reflexión cultural, humor (en un evento en Corea, hasta le saca un saludo al público de Oh Dal-Su!) y hasta K-Pop! Sí, supongo que el hecho de que Corea esté “en el centro del mundo”, mediáticamente, le da mucha fuerza al documental y todos sabemos bien que está pasando. De hecho, salís con ganas de comer kimchi y beber soju… Muy recomendada. Lejos del estilo tradicional y no intervencionista de muchos documentales, Garateguy tiene presencia y comparte el estilo desinhibido de Sung Kim, para darle forma a una cinta que describe un proceso de transculturación decididamente original.
Más argentino que un bife a la parrilla Chang Sung Kim, el actor de series locales como Gasoleros, Los vecinos en guerra y El marginal, es el carismático protagonista de este cálido documental sobre la corriente inmigratoria coreana, que viene de celebrar sus primeros 50 años en la Argentina. Tamae Garateguy es conocida por sus incursiones en el cine de género tirando a clase-B, como el film de licantropía femenina Mujer lobo (2013), el slasher criollo Toda la noche (2015, inédita) o el drama de pareja sado-maso Hasta que me desates, estrenado hace apenas un par de semanas. Rara incursión de esta realizadora en el documental, 50 Chuseok, que puede verse en el Centro Cultural de la Cooperación, hace foco sobre la corriente inmigratoria coreana, que viene de celebrar los primeros 50 años desde la llegada a la Argentina de las primeras trece familias de ese origen. Garateguy filtra esa historia a través de un protagonista que está aquí hace casi tanto tiempo como sus primeros compatriotas, y cuyo regreso al país de origen después de todo este tiempo representa la instancia culminante del documental. Dos clases de espectadores bien disímiles reconocerán a Chang Sung Kim, tal vez no por el nombre, pero sí al verlo. Los espectadores de televisión podrán identificarlo por sus apariciones en series locales como Gasoleros, Los vecinos en guerra o El marginal. Los fieles del cine indie, por El fondo del mar, de Damián Szifron, Fase 7, La Salada o Pompeya, de la propia Garateguy, donde hacía de mafioso chino (ya se sabe que los argentinos no distinguimos demasiado entre japoneses, chinos y coreanos). Porteño desde los siete años, Chang Sum Kim domina el lunfardo como cualquier hijo de vecino. Además del asado, el fútbol, el mate y no se sabe si el billar. Más interesada en la captación del instante que en planteos o enfoques más o menos generalistas, en la primera parte Garateguy muestra a este Chang “porteño en Buenos Aires”, recibiendo a amigos (los actores Mike Amigorena, Juan Palomino y Diego Valenzuela, entre ellos) con un verdadero asadito coreano, o entremezclándose en un Fútbol 5 de barrio. La segunda parte está dedicada al regreso de Chang a la patria, acompañado de la realizadora y su equipo técnico. El regreso es conflictivo. Como lo narró previamente, su relación con los padres (el padre, sobre todo) nunca fue fácil. Mucho menos a partir del día en que anunció su casamiento con una mujer occidental, momento en el cual aquél le dijo una frase que atraviesa todas las comunidades: “Si te casás con ella no sos más mi hijo” (el crítico la sabe de memoria, ya que es lo que casi un siglo atrás le dijo su abuelo polaco a su madre). El Chang afable y relajado de la primera parte deviene en un Chang ensimismado y emocional ya en el propio vuelo de 36 horas, incluyendo un par de quiebres en cámara. Enormemente beneficiada por el carisma de su protagonista, 50 Cheusok echa miradas tangenciales sobre temas como la integración, las diferencias culturales y generacionales, los cambios sociales (Chang no logra reconocer, de tan cambiado, a su barrio natal, lo cual le hubiera permitido escribir un tango) y hasta las reversiones, como lo sugiere la escena en la que chicas y chicos argentinos compiten en un concurso local de pop coreano.
Los caminos de la vida El rostro de Chang Sung Kim nos es tan familiar como amigable. Su vasta carrera en el cine y la televisión nos hace sentirlo casi como parte de nuestra vida cotidiana y lo sentimos tan argentino como cualquiera de nosotros. Sin embargo su vida es un misterio tan atrapante como su maravillosa carrera en los medios. El documental dirigido por nuestra amada Tamae Garateguy construye su narrativa desde los prejuicios, derribándolos (un rasgo común en todo su cine) y nos permite adentrarnos por medio de Chang en la realidad de miles de migrantes que hoy son parte de nuestro país. La secuencia inicial nos muestra a Chang en el medio de un asado organizando y debatiendo el punto de cocción de la carne, la cantidad de brasas necesaria casi un acto de rebeldía contestaría frente al status quo de los nativos argentos. Y el tiempo le da la razón luego de horas de espera la carne sale tan en punto como su vida en estas tierras. Sin embargo Chang emprende un viaje a su pasado con la compañía de una porteña tan característica como intensa: Tamae Garateguy, una amistad forjada en el cine y la pasión que ahora se embarca en un viaje iniciático que nos invita a reflexionar sobre los alcances de la identidad y del terruño. El camino que transita Chang desde su salida de Buenos Aires hasta su arribo a su tierra natal (casi irreconocible por el paso de los años) es hábilmente captado por el ojo atento de la directora que gratamente incursiona en el terreno documental. El film posee una vitalidad que contagia y momentos que nos permiten empezar a dimensionar el desarraigo sufrido por las diversas comunidades que actualmente habitan nuestro suelo. La sociedad como construcción colectiva es la suma de todas las individualidades que aportan a la creación del ser nacional y en tiempos de intolerancia y donde los pueblos eligen a sus propios verdugos mostrar lo diverso es un acto de rebeldía. Y sobre eso Tamae y Chang saben bastante.
UN ARGENTINO DE COREA En un país que se forjó por la llegada de inmigrantes de diferentes países, es lógico que el cine local busque retratar distintas perspectivas sobre estas comunidades. Son tantas las historias de familias que llegaron a Argentina en busca de un futuro mejor, escapando de guerras, hambruna y desempleo, que parece un “sitio fértil” para encontrar temas que poder filmar. Uno de estos ejemplos es 50 Chuseok, documental dirigido por Tamae Garateguy, en el cual el actor Chang Sung Kim decide realizar una producción para conmemorar los 50 años de la llegada de los primeros coreanos a la Argentina. Durante este trabajo, también empezará a contar su historia que lo llevará a viajar a su país de origen después de más de 45 años de haberse ido. Los primeros minutos del film muestran al conocido actor explicando y exponiendo diferentes áreas en las cuales los coreanos que viven en el país siguen con sus tradiciones y a su vez, como han adquirido las argentinas. Por estos instantes, el documental es simple, casi un institucional, donde la gracia de Chan y la buena mano de la dirección le agregan calidez a las imágenes. Pero lentamente la película comienza a cambiar su rumbo cuando se decide viajar a Corea del sur para continuar con la realización dirigida al aniversario. Allí, se empieza a observar un viaje más íntimo y personal en la vida de Chang Sung Kim, haciendo que el tono del trabajo se modifique siendo más melancólico y emocional. Por estos pasajes se ve lo mejor del film, donde puede observarse cómo la historia de este actor es universal, que afecta a cualquiera que tuvo que irse de su país y que las imágenes pueden ser en Corea, en Italia o en España. Estos momentos reflejan en forma precisa el reencuentro con la cultura natal, con sus antepasados y a la vez, la sensación de extrañeza por un lugar que una vez fue su hogar y ahora es algo completamente distinto. Quizás se podría decir que 50 Chuseok no tiene la prolijidad que cierto rigor cinematográfico impone. Sin embargo, esta característica hace que el film sea fresco y cotidiano, volviéndose cercano para el espectador. En definitiva, estamos ante un cálido trabajo donde se puede ver la historia de un inmigrante pero que a su vez, resulta ser la de muchos, sin importar las nacionalidades. Una producción que logra emocionar desde lo genuino, que no pretende ser grandilocuente, pero que desde su pequeñez, logra ampliamente su objetivo.
Semanas después de llegar a las salas con Hasta que me desates, Tamae Garateguy estrena los jueves de noviembre en el Centro Cultural de la Cooperación su documental 50 Chuseok, en el que sigue al actor Chang Sung Kim en medio de un viaje a sus raíces. Chuseok es una fiesta coreana que año a año celebra las buenas cosechas. Ya lleva cincuenta siendo realizada en Argentina por esa comunidad. Casi esos mismos años lleva el actor Chang Sung Kim viviendo acá, sin haber regresado a su país de origen desde que lo dejó cuando era un niño de siete años. 50 Chuseok -lo nuevo de una de las realizadoras del under que ha sabido hacerse un nombre y se destaca por hacer cine de género (Pompeya, Mujer lobo y las UPA que codirige)- es un documental que comienza con esos climas de fiesta y celebración. Además de retratar cómo festeja la comunidad coreana instalada en nuestro país esa fecha (e introducir pequeñas historias de algunos de ellos), también sigue lo que parece la vida de un actor canchero y reconocido, reunido en un asado junto a otros colegas o juntándose a jugar al fútbol. Ese clima, de a poco, se va tiñendo de melancolía cuando Chang tiene la oportunidad de regresar a la Corea del Sur que dejó tan atrás. Acompañado por el equipo de la película (que aparece en imagen y en la historia, cada vez más, a medida que se va sucediendo), uno va siendo testigo de las diferentes emociones por las que transita el actor. Nervios, ansiedad, miedo, tristeza. De repente por las calles de Corea es casi como si fuese un turista, recorriendo lugares desconocidos para él, probando y disfrutando las comidas autóctonas. Y luego, el verdadero motivo del viaje: el poder regresar al lugar específico del que se fue, un lugar que se le aparece en sus recuerdos como si fuesen bocetos y que al llegar es muy distinto a como él lo había dejado. Sin dudas los mejores momentos de 50 Chuseok son los que siguen a su protagonista en los momentos más importantes a nivel personal. Son esos instantes de emoción y miedo, en los que las palabras sobran y algunos silencios se apoderan de las escenas. Ya cerca del final de una película que se desarrolla de una manera previsible y con cierta dosis de caos (es un documental que no teme mostrar el detrás de cámara, algo que está a medio camino entre reflejar autenticidad y poner en evidencia cierto artificio), hay alfombra roja, fotos y entrevistas en medio del circuito del cine. Acá parece ponerse en primer plano la importancia de contar y mostrar estas historias.
Chang Sung King en la actualidad tiene 58 años, es un actor y director de teatro de origen coreano que reside en Argentina desde los siete años. Algunos espectadores lo recordarán por su personaje (de breve participación) en distintas series de televisión como “Los simuladores” entre otros trabajos. En este documental participan: MiKe Amigorena, Juan Palomino y Daniel Valenzuela, entre otros. El protagonista viaja al lugar que lo vio nacer, una vuelta al pasado y reencontrarse con sus afectos, contiene mucho ritmo, es didáctico, divertido, enternecedor y su narración es un viaje a lo emocional para conocer otras costumbres, cultura y una búsqueda interior.
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