Secretos que salen a la luz Una frontera donde imperan las reglas de solo unos pocos. Oscuras verdades de una sociedad que choca constantemente con la realidad, donde la confianza es un elemento sobrevalorado. Quizá protegerse uno mismo sea la mejor opción. Agua dos Porcos (2020) del director Roly Santos, Que Absurdo es Haber Crecido, (2000) film basado en la novela El muertito de Oscar Tabernise, sigue a Lucio (Roberto Birindelli) un ex policía escéptico que languidece vivo contra su próximo retiro. Acepta un trabajo para resolver un crimen en la frontera de la jungla. Detrás de este crimen hay un mundo criminal peor. El ambiente lo involucra como una boa. La decisión estética que contrapone los hermosos y bastos paisajes selváticos con la cruel y perturbante trama, funciona a la perfección. El clima cálido y aplastante proporciona al film ritmos lentos pero atrapantes. Algunas de las escenas y diálogos por momentos forzados, no opacan la naturalidad con que los personajes resuelven sus roles, logrando así un excelente equilibrio en el que el espectador siente empatía con algunos pero repulsión con otros. "En este film detectivesco las perversiones y actos delictivos que nos acechan permanentemente, disparan sucesos que dan un giro inevitable a la historia. Un golpe de realidad de la que el espectador tampoco podrá escapar."
Fronteras adentro. Roly Santos dirige este policial duro que gira en torno a la trata y al tráfico de niños en un escenario donde la ley está completamente ausente y en el que reina el poder de aquellos que tienen los privilegios de clase y gozan de la complicidad de todo tipo de instituciones. La triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay es el reducto ideal para cualquier negocio oscuro. Llegar a sumergirse en ese pequeño antro salvaje reduce toda chance de no verse involucrado o salpicado por la corrupción, o caer en un juego donde la toma de decisiones van más allá de la ética. En ese cruce de dilemas, lo fronterizo también se encuentra arraigado en las conductas tanto del protagonista, quien debe aceptar el encargo de una misión prácticamente riesgosa, mientras transita una crisis personal y la necesidad de recomponer lazos afectivos con una hija. Personajes variopintos, paisajes hostiles, sexo y violencia coronan un relato de crudeza y bastante realista por lo que se cuenta en este policial negro que por momentos refleja irregularidades en su ritmo y disparidades en las actuaciones, sin embargo alcanza a mantener cierta tensión en el espectador.
Propuesta que intenta, en su extensa duración, abarcar varias problemáticas, pero termina generando una confusa trama que puede despistar al espectador menos atento. Con la frontera con Brasil como escenario, su principal virtud es denunciar la connivencia entre policía, gobierno y sociedad, para avalar el tráfico de mujeres, niños y mucho más.
Al calor de la intriga y las zonas grises en la Triple Frontera. Crítica de “Agua dos porcos” La cinta despierta interés en asuntos abiertos al debate: la pedofilia, la trata y venta de niños, también el círculo de complicidades dentro de la policía con funcionarios y terratenientes Florencia Fico El filme “Agua dos porcos” dirigido por Roly Santos hace renacer el cine negro con toques de suspenso, drama y acción en una versión más contemporánea y sensorial. Además juega con una guión dinámico y complejo por su entramado. Por. Florencia Fico. Agua dos porcos» (Estreno en línea: jueves 30 de julio) – GPS ... El argumento de la película coproducción argentina – brasileña “Agua dos porcos”, se trata de un ex policía que flaquea al decidir retirarse y asume la responsabilidad de resolver un crimen en la selva de la triple frontera. Bajo el delito se halla un universo peor al que esperaba, que lo envuelve y lo absorbe en el barro de vínculos de cómplices y traidores donde la supervivencia lo ubica en una zona poco confiable. La Triple frontera tiene un sistema aislado para manejarse con sus códigos y otra ética, es el espacio donde el tráfico de niños se da con una aparente naturalidad. La forma de relacionarse están dadas por el toma y daca, los protagonistas transitan con precaución. Esa modalidad de vida los conduce a hacer uniones, encubrimiento y engaños. Aguas dos Porcos" se estrenará en Cine.ar | Cine y Teatro ... El director argentino Roly Santos revive el nuevo cine negro insertando un lenguaje audiovisual que apuesta a exponer los secretos de la selva fronteriza con tintes expresionistas, los personajes resbaladizos, los subtramas, el registro de la identificación y el procedimiento del crimen sobresale al tema del asesinato. El guión fue escrito por Oscar Tabernise y Roly Santos quienes se basan en la novela “El muertito” aunque sólo la tenga de referencia. Para desarrollar un texto rico; en los mecanismos en los que se narra el film noir. Donde el protagonista el investigador privado Gualtieri es un personaje difícil de encasillar como todo el resto de los personajes; todos están empapados de bien y mal. Lo que genera en muchas oportunidades rechazo hasta incomodidad. El libreto está repleto de elipsis y alegorías para que el formato visual describa la situación. Las motivaciones de los personajes son difusas es el caso del detective Gualtieri y su pasado poco fiable. Agua dos porcos» (Estreno en línea: jueves 30 de julio) – GPS ... Se evidencia una comunidad cruel, falsa y corrupta que pone en peligro al protagonista y a su entorno, ubicado en un ámbito decadente, desmoralizado y mortal. La resolución del crimen no es importante; si no el el tono entre dulce y amargo. Asimismo se emplea la presencia de la femme fatale o mujer fatal; que en apariencia es inocente; en éste caso Rita que tiene un trasfondo que hace trasladar a los demás al riesgo o la muerte. Se manifiesta el bajo fondo en diversos tópicos: la red de pornografía infantil, violencia de género, la relación encubierta entre poderes policiales, latifundistas y autoridades en el ejercicio del proxenetismo o narcotráfico, la trata de niños, la compra de bebés, los pederastas y los asesinos a sueldo. El director de fotografía Vinni Gennaro cuenta con una gran factura técnica, desde el empleo de drones para capturar lo encapsulado que puede ser el paisaje en la selva misionera o paranaense. Asimismo traveling en las persecuciones de acción. El uso de la iluminación en claroscuro da ese clima tenebroso y capturas al anochecer con humedad en el sitio con juego de sombras para pronunciar la psicología de los personajes. Agua dos Porcos: Fronteras adentro | CineFreaks.net La música de Edu Zvetelman se ancló en escenas violentas, sensibles, misteriosas y melancólicas a la instrumentación de pianos, guitarra, violines y flautas para incrementar la sensación de suspenso e intriga. En otros estilos tropicales, bailables y tango para detallar a un personaje; o el estado de ánimo de las personas o la película. En torno al reparto el investigador en la piel del actor uruguayo Roberto Birindelli como Gualtieri esboza un porte de antihéroe aunque no por completo; se rige por olfato y la constante entrega tanto corporal como dramática. La actriz Mayana Neiva en el papel de Rita expone su sensualidad, sensibilidad y osadía. Su colega Allana Lopes como Blanca da juventud y rebeldía al filme. El actor argentino Daniel Valenzuela como el subcomisario Fabro exhibe su capacidad en roles de villano, manipulador y descarado. El artista del mismo país, Juan Manuel Tellategui, encarnó a Fabian un metre con facetas duales y demostró llevarse la atención de su particular forma de gesticulación e histrionismo. La actríz brasileña Leona Cavalli interpreta a Debora una prostituta con corazón y de armas tomar. Los actores brasileños Luiz Guilherme como Quiroga y Néstor Nuñez como El Chapa son la misma cara de una moneda los bravos, feroces e impulsivos. Roly Santos estrena “Agua dos porcos”: “La novela negra me atrae ... El filme del realizador Roly Santos se sumerge en el estilo cine noir con capas de thriller, drama, acción y un dejo de policial negro. Atrapa al espectador desde su registro tanto estético como expresivo. La interpretación de Roberto Birindelli y Mayana Neiva reavivaron el carácter de la película; reafirmando el género con sus perfiles y composiciones tan explosivas y enredadas. Y un libreto que auspicia un viaje laberíntico y experimental. Puntaje: 85.
La triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay es una locación que se viene repitiendo, y no solo para el cine local, por su aura, justificada o no, de tierra de nadie, de lugar sin ley. Un escenario de frontera tanto física como simbólica donde se llevan al límite ciertas pasiones y miserias humanas es el escenario en que Oscar Tabernise ambientó su novela “El muertito”. Tabernise, conocido guionista de cine y televisión, célebre sobre todo por ser uno de los autores de la exitosa serie Poliladron (1994), adaptó al cine su propia novela, renombrada ahora como Agua dos Porcos, mientras que la dirección del film quedó a cargo de Roly Santos (aquí la entrevista). Ambos ya habían trabajado juntos en la serie Dédalo (2017). La frontera es también adonde van a parar los desesperados, los que no tienen nada que perder. Y eso es precisamente Lucio Gualteri (Roberto Birindelli), un ex-policía devenido detective privado, un tipo derrotado sin otra razón para vivir que recuperar el amor de su hija adolescente y por la cual va aceptar el trabajo que lo lleva a este lugar perdido en medio de la selva. Su misión consiste en investigar el asesinato de un personaje prominente y quien se la encarga es el hermano de la víctima. Lo que le encomienda es una pesquisa paralela a la de la policía ya que esta parece no tener los elementos ni el interés para llevarla a buen puerto. En esta zona que se maneja con su propia ley, donde la corrupción es cotidiana y la tensión, la desconfianza y el temor es palpable de manera permanente, Gualtieri se va a encontrar en principio con lo que parece una red de trata de personas y la compra y venta de bebés y va a derivar en algo incluso más sórdido. Agua dos Porcos se plantea como un policial noir, un género del que toma varios de sus elementos clásicos, la corrupción del sistema y las instituciones, el clima de fatalidad y sobre todo el carácter de su protagonista. Guarini es un perdedor típico, un tipo desencantado pero con un código moral firme, de constante (y justificado) malhumor y respuestas cortantes, que además para ayudar a su imagen border fuma todo el tiempo y bebe también en cantidades generosas. Un antihéroe interpretado de manera convincente por Roberto Birindelli. Una historia de este tipo requiere una atmósfera particular que la sostenga pero en este caso la realización no acompaña por la tosquedad de la puesta en escena, la música intrusiva y redundante y una estética plana. El protagónico de Birindelli es lo más destacado del film junto con el policía corrupto interpretado por Daniel Valenzuela y el conserje un poco perturbado interpretado por Juan Manuel Telletegui. Estos dos últimos, personajes bastante genéricos y lineales pero que sus actores logran darle carnadura y hacer más creíbles. El resto del elenco no tiene tanta suerte y se debate sin éxito con parlamentos impostados y situaciones acartonadas tomadas de lugares transitados del género. Si desde el guión se propone como un relato influenciado por el cine noir clásico y cierto realismo sucio, en cuanto a su puesta lo que el film más recuerda es a algunos policiales argentinos de los años 80 que bordeaban el exploitation, como Las esclavas (1987) o Los corruptores (1987), con propuestas de corte sensacionalista, desnudos gratuitos, escenas de sexo grasas, escenas de acción chapuceras y personajes unidimensionales. Y si la trama consigue generar cierto interés en los primeros tramos pese al descuido formal, un final apresurado y torpe termina de desbarrancar y malograr la propuesta. AGUA DOS PORCOS Agua dos Porcos. Argentina/Brasil, 2019. Dirección: Roly Santos. Elenco: Roberto Birindelli, Daniel Valenzuela, Juan Manuel Tellategui, Mayana Neiva, Allana Lopes, Luiz Guilherme, Leona Cavalli. Guión: Oscar Tabernise, basado en su novela “El Muertito”. Fotografía Vinni Gennaro. Música Edu Zvetelman. Montaje: Jerry Zottola. Dirección de arte: Magno Ferreira. Sonido directo: Diego y Marcelo Ribas. Diseño de sonido: Marcos Zoppi y Emiliano Biaiñ. Producción ejecutiva: Rubens Gennaro, Virginia Moraes. Coproducción. Lucía Alcaín, Iñaki Echeverría. Duración 103 minutos
¿Hay alguna forma de representación cinematográfica de la Triple Frontera que vaya más allá del narcotráfico y cuanto delito exista? Si la hubiera, no es precisamente el caso de Agua dos porcos, una coproducción entre Brasil y la Argentina centrada en las vivencias de un ex policía devenido detective privado (Roberto Birindelli) que llega hasta allí para investigar un crimen bajo el cual se esconde una intrincada red de secretos y delincuencia. Que el detective sea alcohólico, fumador y tenga una pésima relación con su hija adolescente -con quien se comunica a través de una identidad falsa en redes sociales- es la punta del iceberg de los lugares comunes que pueblan las casi dos largas horas de una trama que cruza trata de personas con sexo, corrupción policial e incluso pedofilia (el protagonista se acuesta con una mucama menor de edad). Agua dos porcos intenta inscribirse sin suerte en la línea de relatos realistas con aires de denuncia, pero es víctima de esos estereotipos que supuestamente quiere combatir.
A LANGUIDEZ COMO ÚNICO RECURSO En muchos policiales latinoamericanos y españoles que se basan en fuentes literarias viene notándose una dificultad evidente para construir relatos claramente cinematográficos. Se me vienen a la mente películas como Betibú, Los padecientes, Perdida y El guardián invisible (por citar algunos ejemplos), donde se nota claramente una confusión entre adaptación y la mera reproducción en imágenes de un texto previo. Uno de los pocos que ha podido escapar de esa especie de maldición fue Adrián Caetano con la notable El otro hermano. No es el caso de Roly Santos y Agua dos porcos, coproducción entre Argentina y Brasil basada en la novela El muertito, de Oscar Tabernise. Se podría decir que el guión, escrito por el mismo Tabernise, explica por qué el film no llega nunca a trascender el lenguaje literario para adentrarse verdaderamente en el cine. Y es cierto, pero solo parcialmente, porque los problemas se extienden a la puesta en escena y la construcción narrativa en el relato centrado en un ex policía (Roberto Birindelli) que acepta un caso en la Triple Frontera y termina arrastrado por un entramado de relaciones criminales, complicidades y traiciones. Es que si la película procura transmitir la languidez del protagonista -que se resiste al retiro pero le cuesta encontrar un rumbo- a través de un ritmo pausado y una construcción progresiva del conflicto, lo que termina pesando es una atmósfera lenta, pesada y derivativa. En Agua dos porcos se presentan múltiples subtramas y personajes con los que se va cruzando el protagonista, pero ninguna se desarrolla apropiadamente y encima cada frase o diálogo que se escucha, cada gestualidad o acción, están marcados por la impostación, como si la película solo pudiera confiar en el cine desde el paisajismo. Santos pareciera concebir el policial solo desde la enunciación oral o las imágenes de trazo grueso: ejemplos de esto podemos verlo en una escena de sexo que parece una publicidad de shampoo o en el policía encarnado por Daniel Valenzuela, que se la pasa recitando líneas que son un monumento a los lugares comunes. Con numerosos baches narrativos y una acumulación de arbitrariedades a la hora de resolver sus planteos, Agua dos porcos solo tiene como recurso la languidez como pose constante. De ahí que nunca ese universo de oscuridades que pretende delinear llega a ser palpable. Quizás estaba en las páginas del libro, pero jamás aparece en la pantalla, donde solo domina el aburrimiento y toda tensión queda de lado.
Trasladar un género parido en el corazón de las grandes ciudades como el cine negro a un ambiente rural, silvestre, despojado del ruido de los motores y más cercano a una supuesta tranquilidad, de momento, invita a que uno preste atención al movimiento. Y si ese espacio es uno particular, con coordenadas reconocibles y una idiosincrasia que solo puede existir ahí mismo y en ningún otro lugar, la singularidad geográfica aumenta esa atracción. Hablamos de la triple frontera, esa zona indeterminada donde la unión de tres países se junta para hacer surgir uno nuevo. Uno donde las lenguas se empastan, los límites físicos se borran con el codo, y los legales, claro, a punta de pistola. El punto de partida de Agua dos porcos es en realidad una novela policial escrita por el propio guionista que busca –como también lo intenta la película- poner en relieve los tejemanejes que sostienen el sistema corrupto que reina en la región y que engloba crímenes tan atroces como es el tráfico de bebés, la prostitución infantil y la pedofilia. El vehículo para llegar al fango del asunto es el detective Gualteri, un ex policía bonaerense que frustrado ante los embates de la vida decide aceptar su último caso antes de retirarse. Lo único que sabemos de él es que utiliza un perfil trucho para chatear con su hija de 15 años y que le debe una mensualidad. Sobre esa deuda afectiva (la cual no es más que una mínima nota al pie -debajo del pie) es que aspira a sostenerse todo el comportamiento del personaje. Desde el porqué fuma más de lo que habla hasta el porqué elige meter el hocico donde no lo llaman poniendo en peligro su integridad física y desafiando el funcionamiento de la policía local con su chapa de “porteño”. Como dicta el código genérico, un homicidio nunca es solo un homicidio y un pueblo chico puede también ser un inferno grande. Cargando esa lógica entre ceja y ceja, el protagonista no va a tardar mucho en desmalezar el terreno y darse cuenta que el cadáver mutilado es apenas la punta de una pirámide más podrida en la que participan políticos, fiscales, fuerzas de seguridad y casi por el simple hecho de vivir ahí, cualquier habitante del lugar. La factura visual que imprime el director Roly Santos lejos está de acoplarse a las perversiones que denuncia, más bien lo contrasta con una estética plástica e hipersatinada en constante roce con lo publicitario (las tomas de la selva desde lo alto de un drone no parecen otra cosa que paisajes de un video oficial del Ministerio de Turismo de Misiones). De principio, esto no debería contrarrestar la gravedad de lo que retrata. Sin embargo, las flaquezas de algunas actuaciones, los forcejeos vacíos de energía calórica que concluyen en torpes muertes, las resoluciones -y revelaciones- apresuradas que se apilan todas juntas hacia el final y ciertos errores técnicos (como ese inconcebible montaje prohibido en pleno asesinato del capomafia Benítez en manos del encargado del hotel) no solo vuelven irremontable la seriedad de las escenas, sino que desvían involuntariamente el relato hacia lo grotesco. Basta ver como en uno de los DVDs encontrados por Gualtieri se observa un sujeto portando innecesariamente una máscara de chancho mientras tiene sexo. Pero lo que es peor, ese gemido hiriente, molesto, que se escucha sostenido y cada vez más fuerte, se vuelve todavía más insoportable cuando entendemos que lo que suena es la voz de un niñx. Por Felix De Cunto @felix_decunto
“Agua Dos Porcos” de Roly Santos. Crítica. Un policial en la Triple Frontera. Bruno Calabrese Hace 1 semana 0 18 En Cine.Ar TV y en la plataforma streaming Cine.Ar Play se estrenó la coproducción argentina-brasilera rodada en la zona fronteriza cercana a la localidad misionera de Andresito y en Curitiba (Brasil). Por Bruno Calabrese Gualtieri (Roberto Birindelli) es un ex policía apático y solitario que acepta un trabajo supuestamente fácil en la selva de la triple frontera. Investigar la muerte de una persona, enmarcado como crimen pasional. Una vez que vaya ahondando en el caso de dará cuenta que atrás del asesinato se esconde un misterioso círculo donde se entremezclan trata de personas en complicidad policial y política, tráfico de niños y una misteriosa red de pedofilia. Resolver el caso se convierte en la clave para revelar otras verdades enterradas, pero Gualtieri no solo quedará atrapado en esa siniestra maraña, sino que se verá enredado por las mujeres, hombres y la naturaleza de la selva, por lo cual deberá intentar escapar de traiciones y venganzas. El film apela a la repetida fórmula del policía retirado, arruinado por el alcl, que ve en el caso una posibilidad de redención y dar sentido a su vida. A eso se le suma un repertorio de personajes oscuros y otros no tanto que hacen que Gualtieri no pueda salir del laberinto en el que se encuentra metido. En el medio aparecerán una hija a la cual no puede ver, con la que se comunica a través de un perfil falso en facebook, una joven trabajadora sexual brasilera que le pide ayuda para salir de ahí y una amante, esposa de un ex compañero de trabajo, que se encuentra en el lugar para adopta ilegalmente un niño. A pesar de caer en lugares comunes del género policial, con vueltas de tuerca previsibles y otras no tanto, Agua Dos Porcos es intrigante y densa por su temática. Encuentra sus puntos más altos en la tensa e incómoda relación del investigador con el comisario local (el siempre efectivo Daniel Valenzuela). Un film cuyo ritmo parsimonioso, propio del género policial negro, nos introduce en la Triple Frontera para abordar temas oscuros, muy relacionados a esa zona geográfica. Puntaje: 60/100
Muerte tropical El director Roly Santos, que recientemente estrenó en Canal 9 y Octubre TV la serie Dédalo (2020), vuelve a incursionar en el género policial para abordar la historia de un ex policía contratado para investigar un extraño asesinato en la llamada Triple Frontera que conecta Argentina, Brasil y Paraguay. Agua dos Porcos (2020) es la transposición cinematográfica de la novela El muertito que su propio autor, Oscar Tabernise, adaptó. En ella, un investigador, ex policía, viaja de Buenos Aires a la selva mesopotámica fronteriza para resolver la extraña muerte de un empresario que apareció castrado en el río. A medida que el caso avanza descubre que la verdadera razón de su trabajo es otra, mientras descubre una red de trata de personas, tráfico de bebes, pedofilia y sadismo. Protagonizada por el uruguayo Roberto Birindelli junto a un elenco multicultural que incluye nombres de Argentina y Brasil, Santos aprovecha la atmosfera agobiante de un ambiente regido por sus propias leyes, donde la ausencia del estado se hace notar y la corrupción es quien gobierna, para narrar una especie fallida de film-noir expresionista moderno donde el paraíso está representado en el espacio físico y el infierno en una serie de personajes construidos a base de clisés y lugares comunes. La trama, predecible, con giros narrativos forzados y plagada de estreotipos, termina de desmoronarse gracias a una serie de subtramas, sin sentido alguno, que además de no aportar nada alargan un relato anacrónico donde el factor sorpresa no existe y todo es tan obvio como parece.
Una coproducción argentino-brasileña, dirigida por Roly Santos, ambientada en la selva de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Con un buen logrado clima tropical, donde desde el vamos se tiene la impresión de que cada protagonista está librado a su propio destino, en el impreciso límite entre el bien y el mal, la mafia y la corrupción, la traición como moneda corriente y prevista en cada personaje. El protagonista un ex policía que acepta un “trabajito” en esa zona caliente, y no solo por el clima, donde todos se conocen y callan por conveniencia o miedo. Si bien la historia escrita por Oscar Tabernisi, basada en su propia novela no evita los lugares comunes del género, la realización mantiene una tensión y un entretenimiento durante casi todo el filme que resulta un poco largo. El elenco muy bien elegido donde se destacan especialmente Roberto Birindelli, Daniel Valenzuela y la sugestión de Mayana Leiva.
Coproducción argentino-brasileña dirigida por Roly Santos, con guion de Oscar Tabernise, la película está basada en la novela El muertito y ambientada en la selva de la triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil. Un ex policía, que languidece resistiéndose al retiro, acepta resolver un crimen en la selva de la triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina. Detrás del crimen hay un mundo peor que el que se imaginaba, que lo atrapa y sumerge en el lodo de relaciones de complicidad y traición donde para sobrevivir no puede confiar en nadie. El film parece asumir la estética de género neo-noir, una búsqueda dirigida al policial negro. Al principio me hizo acordar al film Cuatro estaciones en la Habana, los cuadros dentro de cuadro, el color virado a los verdes, las locaciones, la rusticidad del protagonista. Pero, con el avance de la historia, los planos empezaron a repetirse. Los puntos de vista casi idénticos en todo el desarrollo de sus personajes provocan cierto estancamiento. Lo mismo parece suceder con el guion y el cierre de las subtramas que abre. La gran variedad de personajes e historias parecen pelear por el protagonismo, creando quizás un desequilibrio de contenido en la resolución de sus tramas y poniendo en evidencia, aún más, la superficialidad de las características particulares de los personajes que presenta, en la que todxs parecen tener algo muy oscuro, perverso y complejo a desarrollar pero que nunca sabremos bien con exactitud. Eso provoca que, por ejemplo, el conserje del hotel (personaje interpretado por Juan Manuel Tellategui) me recuerde a Norman Bates de Psicosis, pues es tan similar desde la óptica vana que, con solo verlo, provoca en mí una asociación. Quizás porque Hitchcock sí desarrolló su complejidad y utilicé dicho background para poder acercarme desde algún lado al personaje creado por Roly Santos pero, con ese guiño, sólo logré ver a Bates. En cuanto a la música, podría decir que subraya impetuosamente las acciones dramáticas sumándole a la literalidad, a las subtramas interminables, a las resoluciones efectistas y a la ausencia de contradicciones en sus personajes, una herramienta decorativa más que nos aleja del verdadero universo del policial negro. Agua dos porcos, dirigida por Roly Santos, pone en escena temáticas como la trata de adultxs y niñxs, pedofilia, violencia doméstica, corrupción policial, asesinatos, entre otras, pero, al ser tantas, se queda narrando desde el estereotipo de sus personajes, apelando a lo efectista; esta decisión crea una distancia para con el público, impidiéndole la empatía para con la historia.
POLICIAL GRIS "Un abatido ex policía y una historia cuyo híbrido relato, solo confunde, resultando en un insulso y estridente caso que no termina de cerrarle ni al propio protagonista. Sucede en la triple frontera que conecta Argentina, Brasil y Paraguay." Agua dos Porcos, 2020 del director Roly Santos, Que Absurdo es Haber Crecido, (2000) film basado en la novela El muertito de Oscar Tabernise, sigue a Lucio (Roberto Birindelli) un ex policía escéptico que languidece vivo contra su próximo retiro. Acepta un trabajo para resolver un crimen en la frontera de la jungla. Detrás de este crimen hay un mundo criminal peor. El ambiente lo involucra como una boa. Alteración cinematográfica, adaptada por su propio autor Oscar Tabernise (novela El muertito). Protagonizada por el uruguayo Roberto Birindelli junto a un elenco multicultural que incluye nombres de Argentina y Brasil. Su estilo, genera una oprimida atmósfera, constituyéndose en un falso film-noir expresionista moderno. El film se caracteriza por la estética de género francés: neo-noir, o más conocido aquí como: cine negro, que trata temas actuales e incómodos, explotando los contrastes del calor expresionista de la selva fronteriza. El paraíso está representado en el espacio físico y el infierno en una serie de personajes construidos a base de clichés y lugares comunes. La trama, predecible, con giros narrativos forzados, en donde abundan arquetipos solo para desplomarse; subtramas, sin dirección, prolongando un inadecuado relato. Por otro lado, la construcción de los personajes no están bien lograda, ni el casting, destacándose solo la interpretación de su protagonista Roberto Birindelli. La naturalidad del elenco en general, queda en el camino y es por ese motivo que se logra un desequilibrio, consiguiendo la apatía del público. Sus fuertes son la elección de los movimientos de cámara, dirección de arte y la música. Sin embargo, el film, no consigue repuntar. "La combinación de bellos y grandilocuentes paisajes de la selva como contraste con la cruel e inquietante trama, no funciona como se esperaría. Aunque el film cuente con atractivos planos e interesantes movimientos de cámara, genera cierto desconcierto para el espectador, dejándolo fuera de la historia."