Aquella tendencia homicida Ninguna de las numerosas secuelas que inspiró Aquí Vive el Horror (The Amityville Horror, 1979) estuvo a la altura de la película original, la cual sin ser una joya del género por lo menos era entretenida y en buena medida terminó de definir la versión posmoderna de los relatos de “casas embrujadas”, ya decididamente muy lejos de la poesía sutil de The Innocents (1961), el barroquismo de The Haunting (1963) y el sustrato cerebral de The Legend of Hell House (1973). El esquema narrativo que suplantó a los anteriores -para bien y para mal, sobre todo para mal- estuvo más preocupado por retratar cuestiones más terrenales en sintonía con la dialéctica de la influencia corruptora del inmueble de turno y el inefable remate centrado en “agarrar una escopeta y matarlos a todos”. La misma industria hollywoodense se encargó de agotar la premisa vía una repetición cada vez más mecánica. Amityville: El Despertar (Amityville: The Awakening, 2017) es otro de los intentos por resetear la franquicia y hay que reconocer que es el mejor en mucho tiempo: a pesar de que el film echa mano de todos los estereotipos de la saga, también es indudable que se toma el trabajo de incorporar detalles foráneos que resultan novedosos en este contexto. La historia se sitúa en la actualidad y gira alrededor de la mudanza a la mítica casona maldita por parte de la adolescente Belle (Bella Thorne), su hermano gemelo comatoso James (Cameron Monaghan), su pequeña hermana Juliet (Mckenna Grace) y la madre de todos Joan (Jennifer Jason Leigh). Por supuesto que casi de inmediato comienzan a pasar cosas raras vinculadas a las pesadillas/ visiones de Belle y la milagrosa recuperación de James, quien parece caer bajo el dominio de la presencia que habita el lugar desde tiempos ancestrales. Como decíamos anteriormente, los jump scares son baratos y cada ondulación de la trama se ve venir kilómetros a la distancia, no obstante se agradece la inclusión del “hermano siniestro” en estado vegetativo y las referencias metadiscursivas símil Scream (1996), ahora con la excusa de la amistad de Belle con dos compañeros de colegio, Marissa (Taylor Spreitler) y Terrence (Thomas Mann). Es éste último el personaje que funciona como una “fuente de conocimiento” para la protagonista, quien recién luego de mudarse se entera de los asesinatos de Ronald DeFeo de 1974 y de la existencia de Aquí Vive el Horror, basada en las vivencias de los moradores posteriores, la familia Lutz, del primer corolario -en realidad, una precuela- Amityville 2: La Posesión (Amityville II: The Possession, 1982), sobre los crímenes de DeFeo, y hasta de la floja remake del 2005 de la realización original. Otro factor que compensa la previsibilidad general es el elenco: si bien ningún actor/ actriz tiene mucho material a partir del cual lucirse, por lo menos resulta placentero descubrir a una carismática Thorne y reencontrarse con Leigh y Kurtwood Smith, el genial actor de RoboCop (1987) de Paul Verhoeven y La Fortaleza (Fortress, 1992) de Stuart Gordon, aquí interpretando al médico de cabecera de James. El director y guionista Franck Khalfoun es un protegido del gran Alexandre Aja, para quien dirigió las amenas P2 (2007) y Maniac (2012), dos propuestas que demostraron una solvencia artesanal que el francés asimismo ratifica en Amityville: El Despertar aunque a un nivel un tanto más bajo, considerando por un lado los resultados concretos de su trabajo y por el otro la extenuante serie de secuelas de la franquicia, lo que derivó en una obra correcta pero con poco margen para los sustos…
Thriller de horror sobrenatural dirigido y escrito por Franck Khalfoun (“Maniac”) La trama gira en torno a una familia, 40 años después de lo sucedido en el número 112 de Ocean Avenue: la madre, su dos hijas y el hermano mayor que quedó en estado vegetativo se mudan a la casa donde ocurrió el horror en 1975, con la esperanza de que James pueda recuperarse, pero pronto las hermanas Belle y Juliet correran grave peligro cuando se enteren que una entidad maligna anda rondando la mansión. Con respecto a la parte técnica, la fotografía de Steven Poster nos da la sensación de claustrofobia y encierro típico de las películas de casas embrujadas. Los efectos visuales y el maquillaje lucen muy auténticos y te hacen pensar que lo que vemos en pantalla es muy real. La música de Robin Coudert acompaña en los momentos de tensión y suspenso. Buenas actuaciones de Bella Thorne (Belle) y Cameron Monaghan (James), que son los protagonistas que más se destacan, ella mostrando una estupenda gama de emociones que logran transmitir lo que sufre y él ofreciendo su físico con el cual consigue mostrarnos un ser despiadado que no puede descansar en paz y que llega para atormentar la familia. También quiero destacar que hay ciertas vueltas de tuerca que le quitan credibilidad a la trama y las referencias al film original titulado: “El Horror de Amityville” (1979). Por último, la cinta nos da algunos sustos y estremecimientos. Pero el final que se volvió a filmar me parece que no estuvo a la altura de lo esperado y no nos ofrece nada novedoso, sin embargo para los amantes de la leyenda de la casa embrujada y las cintas de horror clásicas nos va a hacer pasar un grato momento.
En el año 1979 se estrenaba Aquí vive el horror, una película basada en los asesinatos llevados a cabo por Ronald DeFeo contra su familia, un padre que escuchaba voces que lo alentaban a cometer esos hechos con escopeta en mano. El film se inspiró en ese caso policial que también instaló la idea de una entidad maligna que habitaba el lugar. Se conocieron varias continuaciones, otros títulos que se aprovecharon del éxito, libros y hasta una remake que protagonizó Ryan Reynolds, en 2005. Cuarenta años después de lo ocurrido en la historia original, llega Amityville: El despertar, cuya trama gira alrededor de una nueva familia que llega al lugar del horror. La madre Joan -Jennifer Jason Leigh, correcta en su rol-, la joven Belle -Bella Thorne-, su pequeña hermana Juliet -McKenna Grace- y James -Cameron Monaghan-, el hermano postrado y conectado a un respirador artificial, debido a una caída que sufrió desde un tercer piso. El frágil e inmóvil cuerpo de James es el nexo entre la entidad siniestra y la realidad que enfrenta el nuevo clan. El film del especialista en el género, Franck Khalfoun, tuvo postergaciones y retoma la idea de la versión original -y de hecho es la que más se acerca- para mantener la tensión y los sobresaltos bien dosificados en la primera parte del relato, pero sin escapar a los convencionalismos del género y conociendo que el espectador sabe lo que ocurrirá. Entre sótanos siniestros, cuerpos retorcidos, empapelados ensangrentados y una presencia que se pasea por la casa, la trama juega además con la idea de la inocencia de Belle -la única que no conoce realmente donde se mudó y comienza a investigar-, la inteligencia de sus dos compañeros del colegio -"Las nuevas versiones son pésimas"- y hasta el hecho de animarse a mirar la película que protagonizaron Josh Brolin y Margot Kidder en la oscuridad del living. Si bien el desenlace pierde puntos en cuanto a la construcción de las atmósferas de terror sobrenatural, el relato ofrece momentos logrados que inquietan, asesinatos, posesiones y sobresaltos. Y la historia se repite una y otra vez.
El abuso del horror Con It (Eso) (2017) rompiendo todo en la taquilla parece que no hay espacio para más terror, pero no todo consiste en adaptaciones de libros de Stephen King. Llega una nueva entrega de la saga de Amityville y promete algún que otro susto para reiniciar dicha historia. Jason Blum, aquel creador de la saga Actividad Paranormal, es sin dudas uno de los productores más influyentes del cine de terror en la última década. Su productora Blumhouse se encargó de llevar a la gran pantalla a sagas como La noche del demonio, La purga y Sinister. El éxito de las mismas se trasladó a la taquilla donde, al contar con presupuesto escaso, la rentabilidad era exponencialmente favorable. Este año pudimos ver como Fragmentado (Split, 2017) o ¡Huye! (Get out, 2017), ambas producidas por Blumhouse, se destacaron tanto en la cartelera mundial como en las críticas. ¿Pero es este el común denominador de la productora? ¿Es Blumhouse marca registrada del buen cine de terror? Son preguntas que todos se hacen y acá aparece Amityville: El despertar (Amityville: The Awakening, 2017), un nuevo producto de Jason Blum, para darnos material y responderlas. Desde el comienzo del film, Amityville: El despertar logra ambientarnos en lo que está viviendo Belle, en la piel de Bella Thorne. Un nuevo hogar, su hermano en un cuadro de enfermedad terminal, su madre con actitudes de extrañeza y comentarios en la escuela de la historia detrás de esa casa. Todo esto nos conduce a una Belle atemorizada e insegura de todo. La película transcurre desmenuzando cada uno de los misterios de dicho hogar pero hay un hito que a Belle la trastoca: la misteriosa recuperación de su hermano, interpretado por Cameron Monaghan, el gran Joker de la serie Gotham. El reparto incluye a Jennifer Jason Leigh (Los 8 más odiados) y a Thomas Mann (Yo, él y Raquel) en roles secundarios, los cuales son desperdiciados en escenas que no tienen impacto en el espectador. Amityville: El despertar es una nueva película producida por Blumhouse, la cual presenta la difícil tarea de estar a la altura de todas las obras que realiza la casa de estudios de Jason Blum. El tema es que la nueva entrega de esta saga cae en un error sistemático que sucede en films que tienen como espejo entregas anteriores. El guionista peca al ir a lo seguro y no sorprender. Desde que arranca la película sabemos todo lo que va a pasar minuto a minuto, sin dar espacio a la sorpresa, sin arriesgar ni especular en una vuelta de tuerca. Quedó demostrado, gracias a cada una de los grandes éxitos de la productora, que su factor clave es el riesgo ya que, al contar con poco presupuesto a la hora de desarrollar un film, se apuesta poco para que la rentabilidad se traslade al éxito económico. Acá Amityville: El despertar abusa de cada rasgo de horror, pretendiendo abarcar todo (el espíritu de un asesino suelto, el hermano que es poseído, la extrañeza de la madre, etc.) pero quedando en migajas de una muestra de terror. El año pasado Blumhouse estrenó once películas, una clara muestra de su crecimiento. De éstas, solo cuatro lograron destacarse en la taquilla mundial acompañados por la buena recepción de la crítica: (La reencarnación (Incarnate), Ouija: El origen del mal (Ouija: Origin of Evil), 12 horas para sobrevir: El año de la elección (The Purge: Election Year) y The Darkness. En lo que va del año, ¡Huye! y Fragmentado rompieron todos los moldes y le garantizaron a Blumhouse cerrar un año en superávit, lo cual permite programar algún que otro film sin tantas expectativas pero que quizás el espectador se entusiasme a la hora de ocupar las butacas. Negar que Blumhouse es marca registrada del buen cine de terror podría ser muy determinante ya que hay productos destacados que afirman su gran performance, pero lo que estamos seguros es que la casa de Jason Blum si de algo sabe es de hacer negocios y minimizar el riesgo. Jason Blum va en contra de Amityville: El despertar: Éste no abusa del horror y cuenta con todo tipo de recursos para demostrarlo.
La otra mansión embrujada En noviembre de 1974, el hijo mayor de una familia asesinó a sus padres y a sus cuatro hermanos mientras dormían. El siniestro episodio tuvo lugar en una mansión en Amityville, una población neoyorquina, y acerca de estos crímenes el escritor Jay Anson escribió un libro que muy pronto se convirtió en un best seller. Numerosos realizadores tomaron esta historia como base de sus films y así fue surgiendo una saga que integran más de una docena de títulos, que tuvieron como escenario esa siniestra mansión. Ahora es Franck Khalfoun (director de Maniac, muy interesante film que no tuvo estreno local en cines) quien retorna a ese escenario para contarnos la historia de Belle, una muchacha que, en compañía de su pequeña hermana y su hermano gemelo en estado de coma, se muda a esa casa junto a la madre para pagar el tratamiento del joven. Pero entonces comienzan a ocurrir fenómenos extraños, que incluyen la milagrosa recuperación de su hermano. Belle empieza a sospechar que su madre no le ha contado todo y pronto descubre que la casa conserva la maldición de antaño. El film no escapa a las clásicas recetas del género, pero Khalfoun sabe insuflarle a la historia el necesario clima de tensión que pide esta nueva derivación de la saga, y así el thriller convence por su clima de suspenso sostenido y siembra el terror entre los espectadores agradecidos. El elenco acompaña con razonable convicción.
Casa tomada ¿Le vienen siguiendo el rastro a la saga de Amityville? Afortunadamente eso no importa, porque Amityville: El Despertar (Amityville: The Awakening, 2017) nos hizo el favor de solucionarnos ese inconveniente yendo en una dirección completamente novedosa, sin tener en cuenta las secuelas, precuelas ni remakes en cuestión. Eso sí, no sabríamos decirles si esto es algo bueno. En esta ocasión nos llega una historia que ocurre en una casa icónica dentro del mundo de los fenómenos paranormales, una que existe de verdad: está anclada en hechos reales que involucran a Ronald DeFeo, un hombre que asesinó a toda su familia semanas después de mudarse a la dichosa vivienda del 112 de la Ocean Avenue. Tras el éxito inesperado de Aquí Vive el Horror (The Amityville Horror, 1979), que se tomaba sus licencias para contar la tragedia de los Lutz -la familia que se mudó allí después de la tragedia de los DeFeo-, la siguieron un sinfín de continuaciones. El Despertar elige narrar un hecho ficcional pero independiente del resto. Belle (Bella Thorne) se muda a la propiedad de Long Beach con junto a su madre Joan (Jennifer Jason Leigh), su pequeña hermana July y su hermano gemelo James, este último en estado vegetativo desde hace 2 años a raíz de un trágico accidente que pesa sobre toda la familia. Cuando James empieza a experimentar una asombrosa recuperación, Belle comienza a sospechas sobre la fuente verdadera de esta mejora, temiendo que una fuerza oscura que se percibe en cada rincón de su flamante hogar tenga algo que ver. El mayor problema de Amityville… no es ser una película mala, sino carente de sorpresa. La remanida premisa de la familia que experimenta sucesos paranormales en la nueva casa es un cuento tan agotado -mayormente por películas de esta propia saga- que se requiere algo extra para lograr un destaque… y este de ninguna manera es el caso. La película se filmó en 2014 y su estreno se vio postergado en múltiples ocasiones por cambio de productoras, testeos de audiencia poco felices, retomas obligadas dos años después, de todo. Es un film que incluso goza de un estreno limitado en pantallas, y que en menos de un mes estará disponible en Blu-Ray/DVD y servicios de streaming. Sigue siendo un enigma el motivo por el cual producciones como Amityville llegan a nuestras salas, dejando afuera otras propuestas del género mucho más interesantes y atractivas. Con una historia predecible y carente de suspenso, una Jennifer Jason Leigh en clave “me tomé un rivotril de más” y una estructura narrativa que quiere ser original pero se agarra como puede de todos los clichés y guiños propios de la franquicia, Amityville: El Despertar es un entretenimiento de lo más banal que nos ofreció este año el cine de terror. Uno de los personajes incluso nos dice “Las remakes apestan”, y si bien acá no tratamos con una remake propiamente dicha, podríamos estar ante el sincericidio guionístico más fuerte de los últimos tiempo.
El 18 de noviembre de 1983 se estrenó Amityville 3-D (la segunda aparición de Meg Ryan en la pantalla grande) que sería catalogada por la prensa como la peor película de aquel año. Comparado con las cosas horribles que se hacen en estos días dentro del género, la verdad que no era tan terrible y de hecho hoy es un poco más valorada. Lo cierto es que los críticos en su momento la aniquilaron y sentenciaron que era el final de la franquicia de Amityville, ya que las historias con esta casa embrujada no daban para más. 34 años después nos encontramos ante el estreno de la entrega número 18 de la saga, que ya hizo historia al brindar la serie más extensa del cine de horror. En esta oportunidad la película fue producida por el Señor Terror, Jasom Blum, quien actualmente cuenta con el monopolio absoluto del género en los Estados Unidos. Cerca del 80 por ciento de las cosas que se realizan en Hollywood en estos días provienen de la productora Blumhouse, que sólo en el 2017 estrenó 12 películas. Entre ellas, las exitosas Split, Get Out y Happy Death Days. Amityville: El despertar se filmó en el 2014 y hace años que su estreno venía demorado. Esta nueva entrega de la serie ignora todas las producciones previas y funciona como una continuación directa de la película original de 1979. Lamentablemente el film no termina de funcionar y es una pena porque el concepto que abordaba era interesante. Una particularidad de esta propuesta es que incorpora dentro de la trama el fenómeno popular que representa Amityville en el cine. Es decir, en esta historia los protagonistas son conscientes de la existencia de la saga cinematográfica e inclusive en una escena miran la película original del ´79 dentro de la famosa casa. Un concepto interesante que le dio un mayor realismo al relato. El film del director Franck Khalfoun, responsable de la remake de Maniac, ofrece un primer acto muy sólido que se ve beneficiado por las interpretaciones de Bella Thorne y Jennifer Jason Leigh quienes brindan lo mejor de esta producción. La trama juega con un concepto interesante y explora cómo sería la experiencia de mudarse a la célebre casa de Amityville que es famosa por la saga del cine y los hechos oscuros que ocurrieron en el lugar. Un enfoque diferente que no se había abordado en las 17 entregas previas. El misterio que se presenta al comienzo de la historia logra ser atractivo y el relato de Khalfoun está plagado de referencias al film original que inició la franquicia. La película luego decae por completo cuando el foco del conflicto se aleja de la maldición de la casa para centrarse en un trillado caso de posesión demoníaca en uno de los personajes. A partir de ese momento Amityville: El despertar se encamina por la típica fórmula de las producciones de Blumhouse con este tema y la intriga que se había construido al inicio se desvanece por completo. La película se vuelve más trillada y desperdicia el concepto inicial que era interesante. Pese a todo, esta producción al menos contó con un buen reparto de actores y llega a ser más decente que las últimas entregas de la saga.
El terror llego a Amityville el 14 d noviembre de 1974 cuando Roland DeFeo mato a toda su familia mientras dormían, se descubrió que él fue el culpable de esos crueles asesinatos y tras un largo juicio fue llevado a prisión con cadena perpetua sin libertad alguna. Durante los años posteriores se cine que la morada en donde vivían los DeFeo está habitada por fantasmas, muchos mitos y rumores fueron acrecentando sobre esa casa, tanto es así que en 1979 se estreno The Amityville Horror, película en donde se retractaba los hechos ocurridos la noche en que los DeFeo fueron asesinados por el hijo mejor de la familia, a eso le siguieron varias secuelas fílmicas pero que fueron por distintos caminos pero sin irse por las ramas y teniendo como protagonista a esa casa en donde suceden extraños acontecimientos. Belle deja atrás a sus viejas amistades y se muda junto a su madre, su pequeña hermana y su hermano en estado de coma a una casa en donde buscan algo de tranquilidad, la vida de Belle no es nada fácil, debe lidiar con su vida de adolescente mientras también vela de los cuidados de James, su hermano gemelo que está en estado de coma irreversible, Belle a ingresar en su nueva escuela se entera que en la casa en la que ella vive sucedieron cosas horribles y no tardara mucho tiempo en donde ella y su familia serán atormentadas por sucesos escalofriantes. Amityville: El Despertar puede ser tomada como una secuela mas de las anteriores películas, pero en esta se tiene en cuenta solo la historia original de los DeFeo, en cuanto al resto solo es parte de de la ficción, es más, en algún momento se hace hincapié en ver la saga de películas en la casa donde ocurrieron los hechos. La película no es prácticamente una joya, se nota que estuvieron muy limitados a la hora de realizarla, se nota la poca inversión que hay en ella y las actuaciones son poco destacables, es más un telefilm hecho a las apuradas, es una lástima que esta película provenga de Blumhouse, productora que últimamente viene haciendo las cosas bien con películas como Huye o Fragmentado, acá el resultado no es muy satisfactorio que digamos. Por parte del elenco creo que Jennifer Jason Leigh lleva las de perder, se la nota cansada y como si tuviese una fuerte jaqueca consecuencia de una borrachera el día anterior antes de filmar sus escenas, Bella Thorne y Cameron Monaghan hacen todo lo posible que pueden en cuanto a sus personajes se refieren, este último es conocido por interpretar a Jerome en la serie Gotham, lástima que en la película su personaje es limitado. Amityville: El Despertar puede ofrecer algún que otro susto si te toma por desprevenido, es una pena que pudo haber sido una mejor cinta de lo que fue, no llega a ser mala, pero tampoco es una cinta que será recordada.
En el cine de género, exprimir de manera infinita un concepto hasta dejarlo seco es algo de lo somos testigos desde los años ’80. Y es lo que ocurre nuevamente con Amityville: The Awakening, el último largometraje sobre esta famosa casa embrujada, y el decimoctavo dentro de la saga, con su primer lanzamiento en 1979. Sin embargo, desde 2005 que ninguna de estas películas llegaba a las salas de cine y, para esta ocasión, el film recayó en manos de la prestigiosa Blumhouse, una de las mejores casas productoras de terror del momento. Filmada en 2014, esta llevaba casi tres años postergando su estreno, con uno limitado en Ucrania y Centroamérica, con la posibilidad de descargarla de manera directa por Google Play y una última decisión de lanzarla a la pantalla grande en algunos países más.
Una madre sola, con sus hijos, en un lugar cuya historia desconoce pero no es precisamente que hubo humedad en las paredes o desratizaron mal. Aunque los intérpretes ponen garra, corazón y talento, el realizador termina apelando al susto mecánico para causar algún interés. Es cierto, la casa esa de Amity está maldita: todavía no pudo protagonizar una película como la gente.
Amitiville: El despertar, de Franck Khalfoun Por Ricardo Ottone - Las franquicias no suelen ser muy beneficiosas para el cine de terror. Es cierto que habría que ver que tanto o tan poco lo son para el cine en general, pero eso es abrir mucho el panorama. En general, salvo que las entregas sucesivas queden en manos de los creadores originales, como George Romero en la saga de los Muertos vivos o Sam Raimi con la saga de Ash y Evil Dead, cada nueva entrega de una serie que empezó con un clásico del género es un clavo en su propio ataúd –uno que empiezan a construir en su mayoría ya desde el segundo film- y suelen ser cada vez más una invitación a la chacota, sea voluntaria (de la cual Martes 13 es el sumun) o involuntaria. Llamar clásico a The Amityville Horror de 1979 es ser sumamente generoso. Ni siquiera el mote “de culto” le calza muy bien y probablemente deba conformarse con un puesto de segunda línea en el marco bastante generoso del innovador horror de los 70. Aquel film, sin embargo fue un gran éxito que se benefició de la popularidad de su fuente original, un best-seller que contaba una historia presuntamente real. Se trataba del asesinato perpetrado por un padre contra su propia familia influido por las fuerzas malignas que convivían con ellos en la casa situada en el pueblo de Amityville en el estado de Nueva York. Las fuerzas de la casa luego intentaron repetir la experiencia con la nueva familia que vino a habitar el lugar pero estos tuvieron más suerte y alcanzaron a sobrevivir como para publicar el libro y cobrar las regalías por cada nuevo producto derivado. Y lo que derivó es una lista tan profusa como inexplicable. Hagan la prueba de buscar en el sitio IMDB cuantas películas llevan en su título la palabra Amityville y llénense de preguntas. Hay que admitir que la mayoría son directo a video y también que, al menos por el título, algunas resultan prometedoras. Para el 2018 están proyectadas, por ejemplo, Amityville Cop y Amityville Bulldozer. Amityville: El despertar es el nuevo eslabón que se viene a sumar a esta cadena de montaje. Lo que tenemos como premisa es el habitual grupo familiar presuntamente incauto que se viene a mudar a la famosa casa para enterarse demasiado tarde de porque el precio era tan barato. Casi nada nuevo salvo por el agregado de que uno de los hijos es un adolescente que hace un par de años está postrado en estado vegetal y al que su madre se niega a dejarlo ir con la esperanza de que algún día se va a despertar. Las fuerzas malignas de la casa van a usar al joven indefenso para instalarse cómodamente y manifestarse arteramente como si se tratara de un milagro de la ciencia más que el caso de posesión fantasmal que realmente está detrás del asunto. Una premisa que recuerda un poco a Patrick, aquel film australiano de 1978 donde un joven en estado vegetativo pero con poderes telekinéticos se convertía en una amenaza sin moverse de su cama. Como es costumbre en este tipo de films, los guiños abundan. En este caso el ombliguismo es la norma y las citas se refieren siempre a la propia saga y no de una manera muy sutil. Así tenemos a un personaje, el infaltable adolescente nerdoso y bufón que se hace amigo de la protagonista, se carga a la espalda los escasos e inefectivos momentos de humor del film y tiene ideas originales pero poco recomendables como pasar la madrugada viendo la original del 79 en la casa donde trascurrió todo. No contento con eso menciona y muestra, ya que la cámara acompaña, el libro, la secuela y hasta la remake como para que nada falte en el combo. Si hasta tenemos una nueva recreación de la famosa escena de la nube de moscas, una de las más recordadas del film original. Se puede decir en su favor, que el film no abusa de los sobresaltos y las vueltas de tuerca ridículas que tan frecuentemente tienen que sufrir los fans del género, y que trata de construir un suspenso y un clima, algo que a veces le sale y a veces no tanto. Y aunque bastante previsible y de manual, se deja ver como un entretenimiento directo y sin pretensiones. AMITIVILLE: EL DESPERTAR Amityville: The Awakening. Estados Unidos. 2017. Dirección: Franck Khalfoun. Intérpretes: Bella Thorne, Cameron Monaghan, Mckenna Grace, Jennifer Jason Leigh, Jennifer Morrison, Taylor Spreitler, Thomas Mann, Kurtwood Smith. Guión: Franck Khalfoun. Fotografía: Steven Poster. Música: Robin Coudert. Edición: Patrick McMahon. Duración: 87 minutos.
El viejísimo truco de la casa maldita. Con un poco de imaginación, la historia detrás del lanzamiento de esta secuela de una remake (o algo similar) permitiría hablar de una maldición aún más terrible que la de la famosa casa en la ciudad de Amityville. Lo cual no está directamente relacionado con la presencia en los títulos del ahora tristemente célebre Harvey Weinstein. Amityville: El despertar tuvo casi media docena de fechas de estreno en su país de origen, terminando sus días con un lanzamiento directo en el universo online. En la Argentina, en cambio, conocerá el solaz de las salas oscuras, quizás el mejor ámbito para apreciar las bondades del género. No se trata, de ninguna manera, de un ejemplar acabado de lo mejor que el horror cinematográfico ha venido ofreciendo durante los últimos años, pero en la paciencia para construir un suspenso creciente y la poca afectación formal para narrar las peripecias narrativas (no hay aquí una proliferación abusiva de golpes de efecto o juegos visuales cansinos) el realizador y guionista Franck Khalfoun encuentra las mejores armas para presentar un relato simple, efectivo y relativamente noble. Partiendo del hecho de que se trata de una “continuación” del reboot de hace casi quince años del clásico de 1979 Aquí vive el horror (The Amityville Horror), no hay que buscar demasiadas novedades respecto de sus tópicos y trazos básicos. Obviamente, todo terminará con uno de los nuevos inquilinos de la famosa casa de dos pisos asesinando (o intentando asesinar) al resto de su familia. En este caso, se trata de una madre y sus tres hijos: una adolescente, una niña y el mellizo de la primera, postrado y en estado vegetativo. Contra todo pronóstico médico, el muchacho comenzará a dar señales de una recuperación milagrosa apenas un par de días luego de la mudanza. Lógico: la casa sigue habitada por un ente maligno y ese cuerpo inservible es el receptor ideal para el macabro plan que volverá a repetirse. Como la matriarca dispuesta a casi todo con tal de volver a ver a su hijo hablando, caminando y comiendo por sus propios medios, Jennifer Jason Leigh aporta –sin esfuerzo aparente– cierta carga de realismo dramático en una trama derivativa y sus cambios de carácter resultan casi tan tremebundos como los del vehículo para la maldad. ¿O acaso es ella misma quien está poseída por la casa? Khalfoun no es Wes Craven y El despertar no es la nueva Pesadilla, pero la película posee un delicado balance entre realidades y ficciones (o, más precisamente, ficciones dentro de otras ficciones): cuando las cosas comienzan a resultar algo sospechosas, los nuevos amigos de la escuela buscan alguna pista para detener la maldición y discuten si es mejor volver a ver la Amityville original, su secuela de 1982 o la remake de 2005. El resto es previsible incluso en algunos de los detalles, pero con cierta gracia y efectividad clásicas: la película opta por salir del muchas veces pantanoso terreno del festín gore para acechar al espectador con sombras, pesadillas y el siempre efectivo misterio del maquillaje, convencional y/o digital. Por ahí anda Kurtwood Smith, el villano de Robocop, pegándose un julepe de órdago con la recuperación inesperada del paciente.
Unas semanas atrás se estrenó en Argentina Amityville: El origen del terror. Una película que en realidad se llamaba The Unspoken y que no tenía nada que ver con la saga, ¿o sí?. Esto era lo que faltaba a una serie de películas que pasaron por todas. La primera fue una adaptación de un libro, algo muy común en la década de los ’70 y que empezó con El bebé de Rosemary y El exorcista. Le siguió la muy recomendable precuela dirigida por el italiano, pasó por el infame 3D de los’80, se convirtió en una película para la televisión, después en películas directo a video, fue una decente remake a cargo de la productora Platinum Dunes de Michael Bay, luego Asylum la agarró e hizo una found footage; pero aún así siguió en la oscuridad. La decimoctava película viene a limpiar un poco el nombre de tan bastardeada saga, no es una maravilla pero entre lo que suele estrenarse en cine de terror por lo menos sirve para pasar el tiempo. Lo más interesante de esta nueva entrega es que no le quedaba otra que volverse autoconsciente de sí misma. Como en Scream que tenía a Stab, acá a Amityville se la reconoce como película y hasta mencionan a sus secuelas e insultan a la remake, para que quede claro que no gustó ni un poquito. Es justamente la escena en que los personajes ven la versión original en donde su director Franck Khalfoun, responsable de la remake de Maniac, explota al máximo esta idea, como un ritual de noche, con amigos, viendo una película de terror y con miedo de que haya algo entre sombras (que lo hay). ¿Cuántos hemos hecho lo mismo? ¿Cuántos hemos tenido esa misma sensación? Llama la atención también el único personaje masculino en una familia de mujeres. Este se encuentra en estado vegetativo y es el que trae los problemas. Es aquel que logra incomodarnos, su posición de piernas quebradas, que se le noten las costillas e incluso lo anormal que es con los ojos abiertos nos hace recordar lo frágil que es el cuerpo humano. Hay algunas escenas de terror bien conseguidas, muy pocas pero bien resueltas por más que no tengan una consecuencia directa con el después de los personajes; sólo tiene su propósito de asustar y lo logra. Hay esos típicos sueños que no funcionan y personajes que no suman, como la hermana de la protagonista. Por ahí deambula Jennifer Jason Leigh, que con una sonrisa puede dar a entender que está traumada o que es malvada y es una de las mejores cosas que tiene esta película. ¿Cómo seguirá esta saga? Seguramente sigan saliendo secuelas o precuelas o reboots o como quieran decirle. La vara no es muy alta, en este caso Amityville: El despertar (Amityville: The Awakening, 2017) es decente y ojalá siga por ese camino, sino el otro que podrían seguir es el de la precuela que salió en 1982 y que es hasta la mejor de todas.
Desde que ocurrieron los hechos reales en Amityville con la familia De Feo asesinada por un integrante de ella Roland De Feo jr., condenado a 6 cadenas perpetuas una por cada miembro de su familia que mato, la leyenda urbano dio comienzo. Es que Roland declaró que masacro a los suyos porque se lo ordenaba una voz interior. En l977 Jay Anson escribió la novela “Amityville Horror” y se desató en fenómeno con la primera película en l979 que se replicó con ansia, también en la tele, y llegó hasta el 2005 con Ryan Reynolds. Es más, el director de esta entrega Frank Khalfoun con los videos que los compañeros de la joven protagonista se informa de la leyenda del lugar donde vive le rinde homenaje a una fructífera franquicia. Es mas subproductos de terror usaron el nombre de Amityville como ocurrió la semana pasada entre nosotros. En el film un elenco encabezado por Jennifer Jason Leigh, Cameron Monagham y Bella Thorne se cuenta una historia que pretende ser original con un giro nuevo: La madre del grupo llega a esa casa porque como piden poco alquiler, es linda y barata puede afrontar el costo médico de su hijo en estado de coma. El tema de la posesión demoníaca llega con la presunta mejoría del adolescente para regocijo de su madre y gran pesar de su hermana gemela y la pequeña de la familia. Aquí los sustos, los efectos, las apariciones no tienen demasiado nuevo en el rubro pero entretienen bastante como para que los seguidores del género no se sientan defraudados. Los que no frecuentan el terror tiene una puerta abierta al susto. No es genial pero eleva un poquito el promedio del género que no es solo horrible por las apariciones. (G.M.)
Una nueva entrega en la longeva saga de la casa embrujada. Amityville: El despertar, de Franck Khalfoun, apunta a un producto de bajo presupuesto, correcto, sin abrazar el estilo clase B. El 13 de noviembre de 1974 se escribía una de las páginas más famosas de la historia del crimen. Ronald DeFeo asesinaría en la medianoche a sus padres y cuatro hermanos mientras dormían. Un año después, la familia Lutz se mudaba a vivir a la casa de los crímenes, en Amityville, Nueva York, y duraría sólo 28 días en ella. Los sucesos “ocurridos” fueron retratados por el periodista Jay Anson en la novela de 1979 que inspirara a la película cumbre de casas embrujadas . "Aquí vive el horror" ("The Amityville Horror") del mismo año. Aunque varios años después se comprobó que todo fue un fraude, la historia de George Lutz empezando a ser poseído demoníacamente e intentando asesinar a su familia, como le habría sucedido a Ronald DeFeo, es el caso más famoso de hogares con un poder siniestro. En el cine, Amityville llevó a once películas oficiales, una de ellas un remake de la original en 2005, y varias apócrifas que aprovecharon su nombre aunque poco tuviesen que ver, como la estrenada hace pocas semanas "El origen del terror en Amityville" (aunque en honor a la verdad la relación con la saga fue solo un invento del título local, no original). Bueno, para ser ciertos, las propias películas oficiales – repetimos, salvando el remake – tampoco es que tengan demasiado que ver con los hechos documentados. A partir de la tercera entrega, todo fue un disparate que, si de algo vale la pena, es por su jocoso espíritu Clase B deliberado. Por eso, lo primero que habrá que rescatar de esta "Amityville: El despertar", es que intenta llevar las cosas otra vez al plano de liarlas con los orígenes, aún a cuestas de perder el espíritu “berreta” que ya era su marca registrada. Joan (Jennifer Jason Leigh, remando lo imposible) es una madre soltera que se muda con sus tres hijos a la casa de marras. Juliet (McKenna Grace) es la niña menor, y Belle (Bella Thorne) y James (Cameron Monaghan) son los mayores y gemelos. James se encuentra en un coma vegetativo hace años, a causa de un hecho en el que Belle tuvo algo que ver. Por eso, la relación de la adolescente con su madre no es de las mejores. Joan vive para cuidar a su hijo postrado, y no puede perdonar a su hija, a la que trata de un modo algo abusivo (Oh Jennifer, qué bien te siguen saliendo los roles de villana). Belle, gracias a sus compañeros comienza a interiorizarse de la historia de la casa. A la par, su hermano “milagrosamente” comienza a mostrar signos de mejoras, y ella sospecha que no es nada bueno. "Amityville: El origen" fue una producción con muchísimos problemas, es más su guion original en nada se parece a lo que terminó siendo. Filmada en 2014, estuvo tres años en gateras esperando para su estreno, y eso se nota a la hora de visualizarla. Se presenta como un film de presupuesto escaso, con pocos recursos, y modesto. Pero también como una película coherente de sus limitaciones. A diferencia de las últimas películas de la saga, pretende adoptar un tono serio, alejado del espíritu Clase B (ridículo divertido deliberadamente), y más apegado al de las dos primeras entregas. Es más, la historia pareciera ser una continuación directa de aquellas… pero consciente de que esas películas existen al igual que la novela. Los amigos de Belle le presentan las dos primeras películas, el remake, y la novela, y hasta se entusiasman de poder ver la primera película en la casa real en la que sucedieron los hechos. Este metalenguaje de la película dentro de la película será uno de los puntos más atractivos de la propuesta. Belle es un personaje algo estereotipado, Bela Thorne no logra sacarse el aspecto de “rubia porrista”, por más dark, rimmel y labios negros que quieran pintarle. En los contrapuntos con Joan, Jennifer Jason Leigh gana por goleada. El director Franck Khalfoun mantiene una filmografía aceptable en el género con títulos como P2 y el remake de Maniac, pero aquí se ve limitado por la producción, y lo que logra es un clima muy sugerente, lúgubre, y algún que otro susto típico de golpe de efecto. Por último, la historia presenta giros, algunos más interesantes y mejor planteados que otros. Hasta algo durante los créditos finales que, bien interpretado y conociendo cómo se dieron los hechos reales, resulta ingenioso. "Amityville: El despertar" es un film de terror promedio, mejor de lo que se podía esperar por todas las complicaciones que tuvo, pero también algo insuficiente por algunas ideas que maneja y que pudieron llegar a mejor puerto. Los Lutz mintieron , pero sus mentiras no paran de generar material.
Ya vimos “Terror en Amityville” (1979) la cual fue un éxito en su momento, después llegaron otras. En esta versión ponen a una actriz muy conocida y buena profesional como lo es Jennifer Jason Leigh (“Los 8 más odiados”), al igual que la actriz, cantante y bailarina estadounidense Bella Thorne aquí como su hija. Se instalan en la terrorífica casa, junto a la pequeña Juliet (Mckenna Grace) y el adolescente James que se encuentra en coma (Cameron Monaghan), tras un accidente y conectado a un respirador artificial. Esta madre con sus tres hijos logró ir a vivir a ese lugar. Quienes ya hemos visto este tipo de historias se podrán imaginar cómo se van manifestando una casa embrujada, oscuridad, sobresaltos, apariciones, cuerpos que se retuercen, bichos, sangre en las paredes, ruidos impresionantes, entre otros elementos. Cuenta con las buenas actuaciones de Bella Thorne y Cameron Monaghan, y la música de Robin Couderten, el maquillaje y efectos aportan lo que necesita la trama, a pesar que ya lo vimos mil veces puede resultar efectivo para un público selecto.
Otro filme más que desea encuadrarse en el género del terror y para ello hace anclaje, por lo cual no se mueve, de los cánones establecidos y ya usados hasta el cansancio por la maquinaria hollywodense derretidora de cerebros adolescentes. No hay en todo la realización una representación original del horror. Comienza con escenas del orden del documental de noticiero de televisión de los años ‘70, que estéticamente respeta el espacio temporal al que adscribe, es lo mínimo, ¿no? En 1975 Ronald DeFeo fue encontrado culpable del asesinato de toda su familia, argumentaba escuchar voces que lo incitaron a ello, todo un Charles Mason de los suburbios. Elipsis temporal de por medio, estamos a cuatro décadas de los hechos anteriores. Vemos en un auto que transita por una carretera desolada a Joan (Jennifer Jason Leigh), junto a sus hijos Belle (Bella Thorne), la pequeña Juliet (Mckenna Grace), y el hermano gemelo de la mayor, James (Cameron Monagham), en estado de coma, (un vegetal) por accidente. Ah, y el perro, infaltable claro, un hermoso ejemplar de ovejero alemán, casi lo mejor del filme. Están llegando a su nuevo hogar, cerca del hospital donde es atendido James, el primero en registrar que algo no anda bien en la casa es por supuesto el perro, si los perros hablaran se hubiese acabado la película en los primeros 10 minutos, y nos hubiéramos ahorrado el sufrimiento de los restantes 75 minutos (por suerte es corta), pero no. Belle se enterara de donde esta viviendo por sus nuevos compañeros de la escuela, lo cual la establece al menos como poco curiosa. Pregunta: ¿Hacia falta que la bella Belle sea un emulo de Lydia Deetz, el personaje encarnado por Winona Ryder en “Beetlejuice” (1988), no le alcanzaba con vivir donde vive? El entorno familiar no es el mejor: Joan que parece sólo tener ojos para James, que los tiene siempre cerrados, Belle que se siente transparente y que intenta proteger a Juliet, el segundo ser vivo que se da cuenta que acechan en la misma almas extrañas. Luego se generalizan las alucinaciones visuales y auditivas. James ya fue desahuciado por la medicina, en contra del deseo de su madre, hasta que por arte de magia, o de alguna idea copiada vaya a saber de donde, pues hay miles ejemplos de esto, comienza a dar señales de recuperación. Primero felices, después dubitativos, y por ultimo concientes que algo ocurre en esa mansión Esto es claramente una secuela, innecesaria como la docena que se hicieron a lo largo de los años, no es otra cosa que una de casas embrujadas, previsible al extremo. A cada plano se adivina el siguiente, a cada palabra el dialogo completo, ni siquiera el detalle de recurrir a la original mostrando escenas de la misma puede rescatar al espectador del tedio, sólo la dirección de fotografía se salva del incendio. Tampoco ayudan demasiado las actuaciones, con la veterana Jennifer Jason Leigh hace lo que puede con lo que le toco; Bella Thorne pasea sus esbeltas curvas frente a la cámara, histrionismo cero; Cameron Monagham tiene dos caras, dormido o poseído, maquillaje mediante; Mckenna Grace es demasiado pequeña para ser responsable de lo que aparece en pantalla. Esta más que explicitado, que la ausencia de ideas originales en Hollywood es alarmante, también queda claro que la intención es hacer pie en los fanáticos de la saga con el sólo fin de recaudar dinero. Demasiadas imágenes distorsionadas por exceso de tergiversaciones sensoperceptivas, lo mismo que las voces del más allá que escuchan los personajes, los guionistas, los productores, el director, lo que denota la ausencia en la meca del cine de haloperidol, el medicamento exacto para disminuir las alucinaciones.
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A semanas de un estreno con el título “Amityville” llega otra cinta de terror alrededor de la famosa casa, Amityville: el despertar de Franck Khalfoun. Una mujer viuda se muda a la casa en donde sucedieron las masacres de Amityville hace cuarenta años. La acompañan sus dos hijas y su hijo, en camilla y estado vegetativo. Belle, la mayor, comienza a notar extraños sucesos en la casa y, a medida que esto pasa, su hermano comienza a tener mejorías sin ninguna explicación. Si hace unos días hablamos de una película que tenía Amityville en su título pero no tenía nada en su argumento alrededor de los eventos ocurridos en la casa, esta continuación o expansión de la historia utiliza algunos recursos ya vistos en el género pero no abusa de ellos y logra el efecto buscado. En primer lugar parte de actuaciones creíbles y convincentes. Aunque el protagonismo cae en la adolescente protagonista Bella Thorne, es Jennifer Jason Leigh quien con sus expresiones corporales conforma una desquiciada madre que se destaca. El guion maneja bien esta actitud del personaje, llevando al espectador a dudar sobre cuál es el verdadero poseído de la película. A la par satiriza las previas adaptaciones utilizándolas como pretexto para que los adolescentes conozcan la historia de la casa, mientras ven un fragmento del primer film protagonizado por James Brolin. Aunque no aporta nada a la historia sí suma a darle mayor “credibilidad ” a los hechos, reforzados con la apertura y cierre de un periodista que relata la crónica policial de lo sucedido. Finalmente se destacan los efectos especiales usados: en mayor medida maquillajes prácticos y acotados al presupuesto pero que encuentran el objetivo buscado de asustar o perturbar al espectador.
AMITYVILLE: EL ABURRIMIENTO Ese lugar común pavote en el que cae a veces el público, y muchas otras nosotros los críticos, acerca de la falta de ideas en Hollywood podría servir para explicar un poco el presente del cine de terror. Y no es porque no haya buenas películas, por ahí andan la hermosa El conjuro 2 o la brillante No respires, sino que es la superabundancia de películas mediocres, malas y horribles la que nos hace preguntarnos dónde va a terminar un género que a pesar de todo este reclamo sigue siendo exitoso, reciclable y rentable. Insistimos, hay una enorme producción de películas burocráticas y sin alma, que fallan incluso en lo técnico, incapaces de generar incluso el más elemental de los climas. Amityville: el despertar es otro de esos exponentes. No hay película que transcurra en la casa de Amityville donde no se mencione lo convenientemente barata que resultó comprarla, es que claro, allí sucedió una masacre no ficticia: en 1974 Ronald DeFeo mató a escopetazos a toda su familia mientras dormían, y en el juicio dijo que unas voces en su cabeza le decían que los mate a todos. Es un punto en la constelación de asesinatos masivos que conforman, lo que imagino, ese corpus infinito llamado historia criminal estadounidense. Por lo demás, la casa real tiene fama de estar embrujada, en el 75 la familia Lutz (que obviamente la había comprado barata) abandonó la casa alegando que básicamente ella (la casa) los echó a puro poltergeist y fenómeno paranormal, todo fue un fraude claramente. Los Lutz escribieron un libro, que luego se convirtió en una franquicia de películas de dudosa calidad que ahora la productora Blumhouse resucita dentro de su factoría de cine redituable. Aquí una madre soltera y sus tres hijos (la eternamente desequilibrada Jennifer Jason Leigh) llegan a la barata y embrujada casa de Amityville. Uno de los hijos, James, está en estado vegetativo aunque a partir de su llegada a la casa comienza a mejorar sospechosamente. La continua manifestación de hechos paranormales llevará a los protagonistas a concluir que la casa está embrujada y que tienen que enfrentarse a las fuerzas demoniacas que los amenazan. A grandes rasgos la película de Franck Khalfoun tiene el mismo argumento genérico de cualquier película de casas embrujadas, y también el mismo argumento de casi todas las películas que se han hecho sobre la casa de Amityville. Pero claro que eso no es malo en sí mismo, el problema es la falta de pericia con la que se nos cuenta esta desgastada historia. Khalfoun es rutinario en todos los rubros, incapaz de generar desde la puesta en escena algún clima, alguna emoción. Todo en Amityville: el despertar, desde la iluminación hasta el montaje, es genérico, estándar, indiferente y hasta a veces deficiente. Khalfoun no logra ni siquiera apoyarse en el elenco relativamente capaz con el que cuenta: la pequeña Mckenna Grace demostró su talento y gracia en Un don excepcional, Jennifer Morrison es una rendidora actriz de series, incluso uno puede decir que Bella Thorne es lo suficientemente capaz de protagonizar esta película. Sin embargo las actuaciones lucen descoloridas, esforzadas sí, pero sin lograr un registro común; es decir, están mal dirigidas. Capítulo aparte para Jennifer Jason Leigh que siempre está intensa y poco creíble, todavía está bajo el efecto de haber trabajado en la peor película de Tarantino. Se han hecho alrededor de 14 películas sobre la supuesta casa embrujada de Amityville, quien esto escribe ha visto algunas, siempre aburridas, y poco dignas, como un discurso de Sergio Massa y, lamentablemente, Amityville: el despertar no es la excepción.