Soy tu fan. Kim, nuestro (anti) héroe tiene 14 años y vive en Oslo, es el año 1965, época de revueltas políticas, guerras y esperanza en el poder del cambio. Kim es uno de los tantos -miles- fans de los Beatles que hay en todo el mundo. Atravesado por su música, quiere él también formar su propia banda de rock: si hasta se parece bastante a Paul McCartney y toca el bajo. Con tres amigos, Gunnar, Seb y Ola, formará Snafus e irá por la fama, o al menos por el amor de las chicas. Cecilie, compañera de Kim y de familia acomodada, flirtea con él, aunque la relación, como las que ocurren a su edad, se mueve en un terreno incierto. Beatles recurre a una fórmula probada pero efectiva, utilizada con mayor o menor fortuna en películas con temática adolescente, sobre todo en el cine americano. Aunque en este caso logra despegarse de fórmulas preconcebidas cuando apuesta por la frescura de sus personajes. Los protagonistas son masculinos en su mayoría, pero la cuota de desenfado y osadía está dada por los personajes femeninos. Son ellas las que toman las decisiones a la hora de elegir con qué varón quedarse o no y las que darán, siempre, los primeros pasos para demostrar su interés, pasando a la acción sin dudarlo. Los chicos, torpes, parecerán inexpertos a su lado y solo podrán tratar de seguirles el paso para no quedarse al margen. En Beatles no sólo aparece la problemática propia de la edad, también el momento histórico en que se desarrolla la acción se hace presente. La Guerra de Vietnam moviliza a parte de la sociedad, incluso a otro grupo de jóvenes, un poco más grandes que nuestros protagonistas, que buscan demostrar su inconformidad y rebeldía también con una banda de música. Aunque despareja, la película se ve con interés. Paradójicamente, uno de sus momentos más bellos y poéticos, un paseo en bicicleta de Kim con su amada Cecilie, no cuenta con música de los Beatles, sino de Leonard Cohen, la canción Suzzane, que sale de un equipo portátil de la señorita en cuestión. En la última parte de la película el guión de Axel Hellstenius se resiente ante un intento de cierre, forzado a mi entender, con un clímax innecesario que no logra la intensidad dramática deseada. La fotografía y dirección de arte, impecables.
Todo lo que necesitas es amor Si, el nuevo film noruego de Peter Flinth se llama Beatles (2014) y no gira en torno a la reconocida banda de Liverpool, sino que se centra en la vida de cuatro adolescentes en la década del 60 y en sus deseos de formar una banda. El punto de vista está puesto sobre Kim (Louis Williams), un joven que junto a sus amigos Ola, Gunnar y Seb (Håvard Jackwitz, Ole Nicolai Myrvold Jørgensen, Halvor Tangen Schultz) deciden crear una banda de rock tomando a Los Beatles como principal referente. Su fanatismo por ellos, en especial la admiración del protagonista hacia Paul Mc Cartney (el parecido entre ambos es asombroso), llevan a este grupo de muchachos a la búsqueda de un sonido que pueda llevarlos al éxito y al reconocimiento de sus pares. A esa edad no son grandes las expectativas, pero los obstáculos que se les presentan, y que incluyen inseguridades, problemas familiares y desamores, harán que su objetivo se convierta en un reto difícil de superar. Hay algunas similitudes entre Beatles y los films Casi famosos (Almost famous, 2000) y Eso que tu haces (That thing you do, 1996) pero aún así, logra diferenciarse de estos y encontrar su propio sello. Aquí la premisa no pasa tanto por el recorrido que realiza la banda hasta la llegada de la fama o el fracaso, sino por las problemáticas que atraviesan sus protagonistas en esta década (y a esta edad), especialmente con Kim y su primer acercamiento al amor. Las borracheras púber, la relación entre los amigos, el baile del esqueleto, y la fascinación por Los Beatles reflejado en afiches que decoran las habitaciones junto a la escucha constante de sus discos, nos ofrece una imagen perfecta de la adolescencia en los años sesenta. ¿Hay clichés? Si, los hay, aunque Peter Flinth hace su mejor intento por cambiar el enfoque de algunas escenas, la sensación de deja vú no desaparece, y así, secuencias como la de Kim borracho en la azotea no dejan de ser hastiosamente similares a la que vemos en Casi famosos y Proyecto X, entre otras. Pero, más allá de esto, Beatles representa a la perfección aquel sueño de formar una banda que al final funciona como una simple excusa para involucrarnos a fondo con sus protagonistas.
Cuatro adolescentes de Oslo Un grupo de chicos sueña con formar su propia banda musical durante los años sesenta y con el trasfondo del furor de Los Beatles, en esta sencilla historia sobre la amistad, el amor y la libertad. "Siempre tuvimos modelos a seguir" afirma la película del danés Peter Flinth, Beatles, una historia sobre la amistad, el amor y la libertad a partir de un grupo de chicos que rompió el molde -o al menos lo intentó- en Oslo, Noruega, durante los años sesenta, en una época de constantes cambios y en la que Los Beatles encendían una fiebre a nivel mundial. El film está narrado a partir del punto de vista de Kim -Louis Williams-, el joven parecido a Paul McCartney que no era bueno en ninguna actividad y se enamora perdidamente de Nina en el cine que proyecta Zorba, el griego. El grupo de amigos lo integran Ola -Halvor Tangen Schultz-, el baterista al estilo Ringo y el más débil; Seb -Håvard Jackwitz-, cuyo padre marinero le trae los vinilos de Los Beatles; y Gunnar -Ole Nicolai Myrvold Jørgensen -, que tiene un sótano donde todos se reúnen para escuchar La Banda del Sargento Pepper, mientras fuman y sueñan con formar su propia banda, The Snafus. La película no tiene intenciones de mostrar la formación de una banda, sino que utiliza esto como excusa para contar la vida de chicos que están asomando a la juventud, bajo una educación severa y con ansias de cambiar el mundo a través de la música. El realizador pone el acento en la descripción y confrontación de las diferentes personalidades de los protagonistas y sus pasos por el amor, la decadencia de la familia y el despertar sexual -Gunnar debuta con una madura que lo seduce-, en medio de persecuciones por robar logos de los autos del barrio. El revuelo social y la época de protestas drásticas se ve reflejada en el personaje del hermano mayor de Gunnar, mientras la lucha de clases se cristaliza en el mundo aristocrático al que irrumpe Kim luego de conocer a la chica que le despierta suspiros en el colegio. Las fiestas con alcohol, el rumor de la separación de Los Beatles que se desparrama con la intensidad de una noticia de actualidad y la actuación del grupo en público sirve como marco de este relato sobre "tres chicos de Oslo" que siguieron con pasión a "cuatro tipos de Liverpool".
El rock noruego. La influencia de The Beatles, la banda de rock británica de los años sesenta, en la juventud de la época fue inconmensurable. A partir del momento de su aparición, los niños y jóvenes de casi todo el mundo fueron influenciados de alguna u otra manera por las extraordinarias canciones y el carisma de la banda de Liverpool. Beatles (2014), la película del director danés Peter Flinth, es una forma de homenaje a través de un grupo de adolescentes noruegos que comienzan una banda de rock influenciados por los discos de los ingleses. Cada uno de los cuatro chicos imita a uno de los músicos: Gunnar, el más alto y carismático, es Lennon; Seb, el músico instrumentista, es Harrison; Ola, el baterista levemente tartamudo, es Ringo; y Kim, el torpe y cándido narrador y protagonista de la película, es Paul. La película está situada entre mitad de la década del sesenta y principios de los setenta en Oslo. Allí, Kim rememora su adolescencia junto a sus amigos, con quienes forma una banda llamada The Snafus (Situation Normal All Fucked Up), que remite al proceso de divorcio de los padres de Seb. El film está basado en la novela homónima de Lars Saabye Christensen, publicada en 1984, que relataba una historia similar pero que en lugar de alcohol y cigarrillos incluía experimentación con drogas alucinógenas muy populares y legales en la época. Una característica de ambos opus es el clima de protesta de izquierda alrededor de la crítica al imperialismo norteamericano respecto de las atrocidades cometidas por sus tropas en la Guerra de Vietnam que -por su carácter de escenas contextuales no relacionadas directamente a la trama principal- remite a Los Soñadores (The Dreamers, 2003), el anteúltimo largometraje de Bernardo Bertolucci. Con una clara influencia del mítico film de iniciación adolescente Stand by Me (1986) de Rob Reiner, Beatles busca en la calidez adolescente para narrar los primeros amores de los jóvenes, la formación de la banda, el descubrimiento de los discos de The Beatles a partir de los padres que tenían la oportunidad de viajar a Inglaterra, y las notorias diferencias que se comienzan a sentir entre los adultos y los jóvenes imbuidos por el espíritu de la nueva música industrial que proponía una nueva forma de hacer, escuchar y vivir la música. Beatles logra así ponernos en contacto con nuestra adolescencia y con el fenómeno musical británico a través de los comienzos del rock, mientras nos deleita con la intensidad de la primera escucha de unos jóvenes escandinavos de Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band y la apreciación de su música, su arte de tapa y la comunión ritual de la escucha en grupo. Bienvenida sea esta brisa de aire escandinavo.
Con varias películas en su haber Peter Flinth construye en “Beatles” (Noruega, 2014) una épica iniciática sobre un joven llamado Kim (Louis Williams), su pasión por The Beatles y la música, la amistad, y su primer acercamiento al amor. Kim es adolescente y mientras busca su identidad se reúne diariamente con tres compañeros del colegio a escuchar música y a imaginarse dentro de una consagrada banda que le permita expresarse artísticamente. Durante el año se reparten entre sueños, las tareas escolares, alguna que otra picardía como robar las insignias de los automóviles (que lo marcará en el desarrollo de la historia) y en cumplir con las obligaciones que les imparten sus padres. Pero cuando en el verano se dejan de ver por un tiempo por el receso escolar, cada uno emprende un camino de aprendizaje diferente, y en el caso de Kim, su primer acercamiento con el sexo opuesto, casual, en un cine, le harán comenzar a ver de otra manera sus prioridades. Así será como al volver a clases, y con el recuerdo aún fresco de su “conquista” en la proyección de “Zorba El Griego”, una nueva compañera llamada Cecile (Susane Boucher) le disparará los deseos más profundos. Flinth adapta el best seller de Lars Saabye Christensen con una impronta estética que acerca al filme, en algunos pasajes, a una publicidad de gaseosa cola, pero que rápidamente supera esto al volver a la explicitación de los deseos de los jóvenes que a través de la música necesitan aferrarse a algo para generar su identidad. “Beatles” intenta acercarse a aquellos filmes que bucean en el paso a la adultez y en la transformación de los niños a partir de hechos históricos o situaciones particulares que los cambian como punto de partida. Pero justamente la principal falla del filme es que nunca a los protagonistas les pasan cosas importantes, si quizás uno de los amigos ve cómo sus padres se separan frente a sus ojos, u otro ve como el negocio familiar, próspero y creciente, se derrumba ante la llegada de una cadena de supermercados frente al mismo, pero no mucho más que eso. La apelación a la música de The Beatles sirve como trasfondo o contexto, porque si bien en un inicio cada uno de los cuatro amigos es identificado con la incorporación de trazos gráficos con uno de los miembros de la banda de Liverpool, rápidamente esto es olvidado desde un guión que busca generar una mística que nunca termina de cerrar. “Beatles” podría haber sido un gran filme sobre el paso de la adolescencia a la adultez, con miedos, titubeos, leves tropiezos y el descubrimiento de la piel del sexo opuesto, pero se termina mostrando como una mera réplica de fórmulas foráneas que nada nuevo aportan al panorama cinematográfico actual. Hay un dejo nostálgico, por recuperar las historias entrañables de amigos que aman compartir y también disfrutan de los mismos gustos, pero también mucho estereotipo que en vez de sumar, resta. La factura es correcta. La dirección es sobria, pero poco jugada, porque si hay algo en “Beatles” es mucha rebeldía, que se decide que sea más explicitada verbalmente que en la puesta, que atrasa y que podría haber jugado mucho más con contrastes y principalmente con una identidad propia del país del que proviene, pero prefiere quedarse en una zona de confort que no la favorece.
Los cuatro fantásticos... de Oslo Oslo, 1965. Pleno furor de los Beatles y de fuerte cambios sociales. Kim tiene 14 años y en el colegio tiene que escribir una suerte de ensayo sobre modelos e influencias. Esa redacción (termina escribiendo casi una novela) sirve como excusa para una estructura de relato enmarcado, que tendrá a sus experiencias adolescentes y las de sus tres mejores amigos Ola, Gunnar y Seb (y a su pasión compartida por los Fab Four de Liverpool, claro) como ejes principales. Sí, los cuatro muchachos escuchan extasiados Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, imitan a John, Paul, George y Ringo, y hasta intentan armar una banda propia, The Snafus, con la idea de convertirse en estrellas como sus admirados referentes. Pero hasta ahí llegan las cosas. Quien crea que Beatles es algo así como un rockumental o una biopic sobre el grupo más importante de la historia de la música se llevará una absoluta decepción. La película (noruega) de Peter Flinth (danés) es, sobre todo, un relato de iniciación, un retrato sobre el despertar sexual, sobre los códigos de lealtad e identificación, las inocencias, contradicciones e inseguridades de unos chicos que crecen en un contexto que confronta a padres represivos con movimientos de protesta por la ampliación de los derechos civiles y contra el expansionismo bélico de las grandes potencias. El film propone las típicas situaciones de ensayo y error, de probar, de caer en excesos, de tensar los límites, tan propias de esa etapa de la vida llena de descubrimientos, pero también de decepciones y frustraciones. En sus mejores momentos lo hace con sensibilidad y humor (en la línea de Casi famosos o Cuenta conmigo); en otros, resulta demasiado sentimental y estereotipado (como Tango feroz, digamos), pero por suerte hay bastante más de los primero que de lo segundo. Un más que atractivo estreno de una cinematografía poco frecuente en la cartelera comercial argentina.
Y gran la banda sigue tocando En la década del ochenta se estrenó Yesterday de Pavel Piwowarski, un film que transcurría en Polonia durante la Guerra Fría como contexto político pero, más que nada, una historia que refería a cuatro adolescentes fanáticos de Los Beatles con intenciones de imitarlos y así conformar su propia banda. Por idénticas decisiones argumentales ronda Beatles, de origen noruego y realizada por un cineasta danés de amplia experiencia en cine y televisión, valiéndose de una trama basada en el best seller de Lars Christensen, con ubicación geográfica en Oslo y el protagónico de Kim, un adolescente de 14 años, sus tres amigos (Ola, Gunnar y Seb) y los intentos por formar una banda similar a los Fabulosos 4 (The Snafus). La narración oscila entre el formato miniserie y la rutina expositiva en esta clase de historias donde el marco resulta hostil frente a la rebeldía musical de un grupo de jóvenes. La escuela, los maestros, las familias, los primeros amores, los iniciales acordes cercanos a los Beatles y la música que actúa como contrapunto a las prohibiciones y censuras, son los indicadores temáticos de una película jamás ofensiva pero de escaso vuelo, como si las decisiones del director Peter Flinth y los adaptadores de la novela original no pudieran ir más allá de la exposición de determinados hechos de la adolescencia con ese plus combativo que actúa como detonante del conflicto. Ese plus, claro está, es la música de Los Beatles, aquellos primeros temas de los discos iniciales y, más que nada, cuando los cuatro pichones de músicos descubren el original (¡con esa histórica doble tapa desplegable!) del extraordinario Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, editado en 1967. Y allí, justamente, salta la duda, ya que la película sugiere que la historia transcurre en 1965… cuando el disco de Los Beatles recién saldría a la calle un par de años después. ¿Error imperdonable de la producción que ya estaba presente en el libro original? No importa tanto; ellos siguen sonando tan modernos como hace casi medio siglo.
Diáfana recreación de la adolescencia nórdica Basada en el best seller del noruego Lars Saabye Christensen, Beatles cuenta la historia de cuatro amigos en los 60. Salvando las enormes distancias, hay algo del espíritu de grupo de muchachos y de pensar en cómo es el mundo fuera de la ciudad natal que también estaban en Los inútiles, de Fellini. Pero aquí no son jóvenes adultos, sino casi niños, un cuarteto de adolescentes despertando al amor, al sexo, a los problemas del mundo con los Beatles como fondo y como modelo de fantasía, como aglutinante, como devoción compartida. Son los años 60, y la película no evita unas cuantas superficialidades y obviedades sobre política, Vietnam y los Estados Unidos. Esas referencias podrían haber sido meramente otro fondo -como el de la bella Oslo-, si no fuera porque la película se siente estirada, y la marcha política sobre el final no sólo sobra, sino que está resuelta con torpeza en los movimientos, en los golpes, en la verosimilitud de las acciones. Más allá de estas intromisiones y de algún exceso de conflicto en las relaciones entre el protagonista y la chica y de alguna represalia extemporánea de marido engañado (el montaje en paralelo con una situación feliz corta el clima), Beatles es diáfana y encantadora cuando se enfoca en la historia de amor entre Kim y Cecilie (la esplendorosa Susanne Boucher), en el encanto del amable verano nórdico, en las chicas hermosas -hay casi un muestrario de narices asombrosamente bellas- vestidas de la época, cuando deja fluir los discos, las canciones de los Fab Four, cuando encuentra el track de la historia de la amistad y el apasionamiento adolescente. Con mayor concisión y menor deriva, con más libertad pop y menos contexto puesto de forma tosca (el supermercado), Beatles podría haberse parecido más a otra historia adolescente nórdica: Fucking Amal (aquí llamada Descubriendo el amor), de Lukas Moodysson, una película que aprovechaba cada uno de los elementos de los que disponía con una emoción a la que Beatles -más rica en recursos, canciones, número de personajes y diseño de producción- sólo llega intermitentemente.
Adolescentes creciendo en la misma época que Los Beatles, en Noruega, pero como en el resto del mundo soñando con formar el grupo de los fabulosos cuatro y en el camino descubir la amistad, el despertar del sexo, la realidad adulta. Agradable
El Sargento Pepper entre los fiordos Hay un momento emocionante que todo aquel que haya crecido escuchando la música de los Beatles entenderá perfectamente. Es cuando un chico saca de su funda el vinilo de "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band", lo pone en la bandeja del tocadiscos, y mira ansiosamente la púa recorriendo el primer surco, para empezar a escuchar no directamente una canción, sino una serie de ruidos de murmullos e instrumentos afinándose, breve prólogo sonoro de tema que da su nombre a esa obra maestra del flower power. Más allá de las diferencias particulares del descubrimiento de los Beatles por unos chicos de Oslo hacia 1967, es fácil identificarse con ese tipo de situación, que es la sal de la vida beatlemaníaca. Pero, por otra parte, el que vaya a ver esta película noruega guiado por el nombre de la banda de John, Paul, George y Ringo, se quedará bastante defraudado en cuanto a que, si bien la historia cuenta el aprendizaje y crecimiento de unos adolescentes que quedan subyugados con los Beatles, al punto de soñar con que ellos mismos son los fabulosos de Liverpool, en realidad no hay mucha más beatlemanía para sostener semejante título. El bestseller de Lars Saabye Christensen en el que se basa la película es una de las novelas mas celebradas de la literatura escandinava contemporánea, y tal vez leyendo el libro el asunto quede un poco más justificado. E incluso la trama resulte más fluida, original y verdaderamente sustanciosa. Pero la película, aunque bien filmada y, por momentos, muy bien actuada por el elenco de jóvenes noruegos totalmente ignotos fuera de su tierra, "Beatles" muestra situaciones bastante remanidas sin mucha audacia, humor o color local que la vuelva verdaderamente atractiva. Hay algunas picardias propias de la edad de los personajes que sazonan un poco la historia, pero teniendo en cuenta la industria del erotismo y la libertad sexual propia de la sociedad escandinava, sobre todo hacia fines de los '60, la película parece recatada, y se queda corta en casi todo sentido. Salvo en la duración, ya que el ritmo lento narrativo provoca que sus 111 minutos de duración parezcan mas largos.
Historia con buena madera noruega La trama remite a 1965, en Oslo. Con la revolución beatle como marco, se recrea la eterna efervescencia adolescente. Aunque Beatles, del director Peter Flinth, no lo propone, no está mal pensar en la aparición de The Beatles como un acontecimiento cismático, uno de ésos que la historia como ciencia utiliza para marcar los diferentes períodos en los que divide a su objeto de estudio. Así como el Renacimiento junto a la llegada de Colón a América son los hitos que marcan el final de la Edad Media y el comienzo de la modernidad, no sería descabellado pensar en el surgimiento de la banda inglesa como uno de los hechos que, entre otros, marca el último cambio de época dentro del calendario histórico. Sobre ese momento turbulento y revolucionario ocurre la historia dentro de la historia que se narra en la película de Flinth, que de algún modo tangencial sirve para volver a tomar conciencia de la importancia cultural y el alcance universal que tuvieron los Cuatro Fabulosos de Liverpool. ¿O acaso no es posible pensar la beatlemanía como el primer caso concreto de lo que hoy se conoce como globalización? Porque aunque lo que se cuenta en Beatles ocurre en 1965 en Oslo, Noruega, lo cierto es que los hechos bien podrían tener lugar, años más, años menos, en Buenos Aires, Johannesburgo o Tokio, sin que los detalles sufrieran mayores variaciones que aquellas, mínimas, obligadas por el color local.Kim es un chico de 14 años que junto con sus amigos Ola, Gunnar y Seb deciden crear su propia banda de rock para emular a The Beatles. Ese es el disparador básico del que se sirve la película, basada en una exitosa novela del escritor noruego Lars Saabye Christensen, para poner en paralelo aquel convulsionado momento histórico, con la eterna revolución que representa la adolescencia en términos individuales para cada persona desde el comienzo de los tiempos. Porque aunque la fábula beatle es lo que recorre todo el relato como fondo temático, la película en realidad no es otra cosa que una nueva versión del mito del fin de la inocencia, que a partir de las figuras de los protagonistas consigue poner en acto las dificultades que representa dejar atrás un mundo ideal, la infancia, para caer de golpe y de lleno en la realidad agridulce de la adultez. Claro, uno de los focos estará puesto en el vínculo que los cuatro chicos comenzarán a tener con las mujeres; las de su edad, con las que comparten la voracidad generacional, pero también con otras más grandes, que ávidamente buscan en algunos de ellos la energía desbordante de los que recién salen al mundo.Por la combinación de sus temas, Beatles tiene mucho en común con Casi famosos, la extraordinaria película de Cameron Crowe en la que un chico de la misma edad de Kim daba sus primeros pasos como hombre acompañando como cronista a una banda de rock durante una gira. De hecho, tal vez como homenaje, Flinth recrea una de las escenas más recordadas de la película de Crowe, aquella en la que en medio de una fiesta el guitarrista y líder de la banda se sube al techo de una casa bajo el influjo del LSD creyéndose un dios de oro, anécdota clásica que se atribuye a varias estrellas de rocanroll de los ’60, pero sobre todo a Jimmy Page de Led Zeppelin. Aunque acá el alcohol ocupa el lugar del ácido, lo que corre por detrás de ambas escenas es el mal de amores, esa enfermedad incurable que ha alimentado la obra de tantos artistas de todas las épocas.Aunque Beatles está contada de manera amena y tiene la ventaja de correr con el caballo del comisario en materia de banda sonora (The Beatles son Gardel y no hay Medellín ni cáncer ni Chapman que puedan con su música), también es cierto que Flinth elige para narrar un tono entre meloso y melancólico que a veces empalaga un poco. Tono que tiene mucho de aquella nostalgia que Cinema Paradiso hacía supurar en torno del universo del cine y que Giuseppe Tornatore usaba para enhebrar la infancia de su protagonista/ alter ego con la historia de la Italia de posguerra. Las canciones de Los Beatles ocupan acá ese lugar de disparador emotivo y Flinth lo subraya colocando manzanitas en algunas escenas claves (debe recordarse que una manzana verde era el logo de Apple, el sello a través del cual la banda inglesa lanzaba sus discos). Más allá de eso, Beatles es una buena oportunidad para dejarse llenar por el agradable olor del espíritu adolescente sin arrepentirse por haber pagado la entrada.
Desde Noruega llega Beatles, una historia que va mas allá de la legendaria banda. Basada en el best seller de Lars Saabye Christensen, la historia gira entorno a cuatro amigos creciendo en los años 60 imaginándose como los “Fab Four”. Estamos en Noruega y, al igual que el resto del mundo, los mas jóvenes viven bajo el encanto de los Beatles. Estos cuatro amigos viven su adolescencia con los conflictos típicos, las chicas, las travesuras, ir en contra de sus padres, etc. Pero lo mas importante para ellos, lo que rige sus vidas, son los Beatles, su música, sus éxitos, sus mujeres, su look, todo. Cuando llega a sus manos por primera vez “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, deciden formar su propia banda que llamaran “The Snafus”, con el fin de “cambiar el mundo” y conseguir chicas, obvio. Kim (Paul McCartney), quien descubre el amor y tiene mas chances como escritor que como músico. Ola (Ringo Star) es el más tímido. Gunnar (Jhon Lennon) es el más maduro y tiene un hermano mayor, Stig que esta muy comprometido con la situación política de la época. Seb (George Harrison) es probablemente el único que sabe tocar un instrumento bien y ademas el que consigue los discos de los Beatles. En si la película es una historia de amor, y la banda sonora de este romance son los Beatles. Bien dirigida, bien actuada, con imágenes que junto con la música hacen que uno disfrute al máximo las casi dos horas de película. Sí quizás tenga una mirada naif sobre algunos temas que suceden por el costado de la historia principal (revueltas sociales, movimientos de liberación de los 60´) , en donde el director prefiere solo mostrarlo como algo que se esta gestando al costado de nuestra historia y no hacer que esto se incluya en Beatles. Una historia sobre la amistad y el amor, sobre inseguridades e inquietudes de cualquier adolescente. Una oportunidad para volverse a enamorar de aquella banda que cambio todo y que sin saberlo también cambio la vida de estos cuatro amigos.
Tan disfrutable como previsible Película de iniciación noruega, está ubicada en los años ‘60. Y el director Peter Flinth aprovecha la nostalgia por la inocencia de aquellos años. Verano, primer amor, primeros tragos, primeros cigarrillos, travesuras y bailes escolares, rocanrol: Beatles tiene, para bien y para mal, todos los condimentos de las películas de iniciación, ese género en el que Cuenta conmigo es un referente ineludible (y casi insuperable). Y si decimos para bien y para mal es porque aquí todo es tan disfrutable como previsible. Lo original de esta historia es que transcurre en Oslo: basada en un best seller del escritor noruego Lars Saabye Christensen, es sobre cuatro amigos de 16 años que, a fines de la década de los sesenta, se identifican con Los Beatles y quieren imitarlos formando una banda propia. Todo es muy amable -casi demasiado, al borde de lo empalagoso- con el amor esquivo de una chica como mayor conflicto. El director Peter Flinth apela sin demasiadas vueltas ni sutileza a la nostalgia por la inocencia de aquellos años, con una eficaz recreación de época: el wincofón, el almacén de barrio, los discos de vinilo, Suzanne, de Leonard Cohen y Paperback writer, de Los Beatles (aunque no hay tanta música como el título de la película sugiere). El protagonista es encantador, los demás de la pandilla lo acompañan bien, y eso ayuda para mantener la paciencia por lo menos durante la primera hora y cuarto. Pero a medida que va avanzando la trama, el guión empieza a complicarse sin demasiada consistencia. En busca de cierto dramatismo, como para dejar sentado que el pase de la adolescencia a la adultez es doloroso, el romance se complica por tonterías -sí, es cierto, como suele suceder a esa edad-, y aparecen elementos injustificados: algunas escenas fallidas parecen haber sido incluidas sólo para poder equilibrar tanta dulzura y recordar que la vida en esa época no era tan color de rosa. Así y todo, Beatles es de esas películas que pueden funcionar como un buen antidepresivo en un frío y gris domingo otoñal.
Un coming-of-age con más buenas intenciones que aciertos. In my life Alguna vez, todos los que no vivimos durante la época en que se desató la Beatlemania, vimos videos de Los Cuatro de Liverpool causando estragos en cualquier parte del mundo a la iban, desde su Inglaterra natal hasta Estados Unidos. Casi todo el globo terráqueo había escuchado hablar de ellos o conocía por lo menos una canción, incluso en lugares donde su música no era tan simple de adquirir. Uno de estos lugares era Noruega. ¿Como afectó esta moda en una sociedad conservadora como la de Noruega en los años sesenta?, pero más importante aún ¿como afecto la aparición de la banda en los jóvenes que casi a escondidas comenzaban a consumir su música? Sin dudas, Beatles tiene un interesante punto de partida. Kim, Seb, Gunnar y Ola son cuatro amigos que viven en Oslo, Noruega durante la década del sesenta. Mientras sobrellevan sus problemas familiares y desilusiones amorosas con las chicas, como muchos otros jóvenes en el mundo se identifican y disfrutan con la música de Los Beatles. Escuchando los discos recluidos en un cuarto y lejos de la vista (y oídos) de los adultos, sueñan con algún día poder alcanzar el mismo éxito que sus ídolos, por lo que aún con el poco talento musical que hay en ellos forman su propia banda de covers. Beatles está basada en el best-seller escrito por Lars Saabye Christensen. Pero más allá de tener la particularidad de ser un coming-of-age contado a través de la música de Los Beatles (con las canciones originales como parte de la banda sonora) y ser visualmente atractiva (desde lo técnico y por los hermosos paisajes noruegos que retrata ), la película padece de un síntoma común a la hora de adaptar una historia como esta, y es ese el de abarcar mucho y apretar poco. Dando la sensación de que los realizadores no se decidieron bien a la hora de la adaptación con que cosas despachar y que cosas mantener en el guión, la convulsionada historia avanza mientras los personajes se van construyendo muy de a poco, a veces al borde del aburrimiento. Algunos conflictos aparecen y desaparecen, otros se los presentan pero nunca se desarrollan por completo y cuesta trabajo identificar hacia que lado pretende ir el film hasta muy adelante en el metraje. Los cuatro jóvenes protagonistas hacen un buen trabajo y logran armar personajes con los cuales podemos simpatizar, y más allá de un puñado de momentos bien logrados, la sensación que nos deja es de sabor a poco. Conclusión Aunque entusiasma la idea de coming-of-age contado a través de la música de Los Beatles, no es este el mejor ejemplo que se me podría ocurrir. Pero mientras esperamos que alguien más lo intente con mejores resultados, Beatles debería ser suficiente. Después de todo está encabezada por un simpático grupo de jóvenes que cumple sin demasiados compromisos, tiene algunas hermosas imágenes de Noruega dignas de una postal, y algunos logrados momentos con la música de Los Cuatro de Liverpool de fondo son algo más fácil de digerir.
Liverpool siempre estuvo cerca La película se sitúa en el contexto de la Guerra de Vietnam. En Noruega las aguas están divididas y el mundo está cambiando. En medio de todo esto, el éxito de The Beatles da vueltas por todo el mundo haciendo delirar a miles de jóvenes e inspirando a otros para formar su propia banda. Ese fue el caso de Kim (Louis Williams) y sus amigos Ola (Håvard Jackwitz), Gunnar (Ole Nicolai Myrvold Jørgensen) y Seb (Halvor Tangen Schultz). El argumento no se centra en la formación de una banda de rock, sino en las vivencias que van atravesando sus protagonistas mientras intentan cumplir su sueño mayor. Las inseguridades, los problemas familiares, los primeros acercamientos al amor, al alcohol y el abandono de la niñez, son algunos de los tópicos que se manejan en el argumento. El casting es quizás uno de los mejores aciertos que tiene la película, todos los actores encajan perfectamente en sus papeles. El personaje de Louis Williams, se destaca no solamente por su buena interpretación, sino que además tiene un gran parecido al beatle Paul McCartney y eso le otorga un plus a la historia. Por otro lado, la fotografía y el arte están muy bien logrados, todo se desarrolla de manera prolija, sin ningún detalle librado al azar. El argumento recae en algunas obviedades, sobre todo en la historia de amor que tiene Kim con una compañera de su curso, pero de todas formas es llevadero. Beatles es una película cálida, que no pretende grandes cosas, pero que sirve para pasar un momento agradable.
VOZ INTERIOR DE OCHO PERSONAS Kim, entre una media sonrisa y cierto nerviosismo, aguarda la señal de sus tres cómplices estratégicamente ubicados. Es que el último en llegar o quien repite el nombre de una banda debe cumplir una prenda. Kim corre hacia el auto y le quita el logo al Mercedes Benz. Los cuatro corren al ser descubiertos. Kim guarda su trofeo, junto a los anteriores. Sin embargo, tras una advertencia de su padre, los cuatro se deshacen de la evidencia arrojándola al agua. “Los Beatles seguro hicieron lo mismo –comenta uno de ellos-. Fueron al muelle de Liverpool y arrojaron su infancia”. Porque esa escena en su totalidad representa el tratamiento que el director Peter Flinth realiza en su película Beatles: la exhibición de la adolescencia, del despertar sexual, de las dudas, el exceso, la lealtad, las nuevas experiencias y el fortalecimiento de la amistad. Basada en la novela del noruego Lars Saabye Christensen, la construcción se sostiene a partir de la admiración de los cuatro protagonistas Kim (Louis Williams), Gunnar (Ole Nicolai Myrvold Jørgensen), Ola (Halvor Tangen Schultz) y Seb (Håvard Jackwitz) profesan por The Beatles, el grupo furor de su época. En consecuencia, no es una película sobre la banda ni tampoco sobre el grupo que luego crearán estos jóvenes – The Snafus –sino, por el contrario, cómo estos elementos contribuyen a la búsqueda de la identidad de esos jóvenes en la adolescencia; búsqueda que se impulsa cuando descubren el disco Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Flinth trabaja el relato desde la mirada de Kim. Al principio, a través del examen del colegio y la escritura de un ensayo; luego, a partir de sus propios sentimientos y dudas que se mezclan con ciertos puntos de quiebre debido a los regresos al aula y a la necesidad de contarlo todo. Porque escribir su historia funciona como un desdoblamiento: por un lado, como un registro personal, de sus amigos y de sus ídolos; por otro, como una forma de encontrar su propia voz. Como contraste, el director trabaja lo no dicho no sólo a partir del silencio o la elipsis, sino también de lo sugerido o la mirada. Este lugar le permite retratar, de manera más sutil, hechos que escapan a la visión del protagonista como, por ejemplo, la relación de Gunnar con una mujer mayor o las protestas sociales. Y al mismo tiempo construir rasgos de sus personajes o valores de la amistad. El caso por excelencia es Seb, los cambios de conducta en su casa y la confesión hacia Kim. Si bien resulta estimulante el vagabundeo de la mirada de Kim, su abuso la convierte en un recurso agotador y repetitivo que le quita el dinamismo y la ingenuidad que le brinda al comienzo. En cierto sentido hay una idea que atraviesa toda la película: lo impresionante. Como bien manifiesta Kim al inicio, tanto tocar en una banda como hacer un salto de 10 metros implica ser impresionante. Pero también lo es no ser tan genial o audaz. La diferencia radica no sólo en reconocerlo como tal, sino en subirse al escenario/trampolín, tomar el micrófono o abrir los brazos, enfrentarse al mundo en ese instante y dejarse llevar. Por Brenda Caletti redaccion@cineramaplus.com.ar
Estamos frente a una nueva película de Peter Flinth, el director danés responsable de la ambiciosa “Arn, el caballero templario” (2007). Poco conocido por estas latitudes, podríamos decir que “Beatles” es (por nombre propio) el trabajo que pone su nombre en otro plano a nivel mundial. Que Los Beatles cambiaron la historia de la humanidad ya no es ninguna conjetura. Son tan grandes que resulta difícil de dimensionarlos fuera del propio terruño, y mucho menos el tipo de impacto que causó en cada vida. Justamente es en este punto donde el guión de Axel Hellstenius, basado en la novela de Lars Saabye Christensen, hace hincapié. Desde los títulos el contexto nos lleva a Oslo, a mediados de los años ‘60. Cuatro amigos del colegio secundario Kim (Louis Williams), Seb (Håvard Jackwitz), Gunnar (Ole Nicolai Myrvold Jørgensen) y Ola (Halvor Tangen Schultz) son compinches en todo, desde fumar y mirar chicas hasta robar logos de metal de los autos, y escuchar a Los Beatles. Cada lanzamiento del célebre grupo es un evento mundial. Nada importa más que posar la púa del tocadiscos para escuchar los nuevos sonidos de los cuatro de Liverpool. Así se ve cuando llega flamante el “Sgt. Pepper’s” a manos de Gunnar. Claro, los cuatro quieren tocar, formar una banda, y perseguir la fama y fortuna de sus admirados músicos. La relación que tienen estos amigos remite a aquella entrañable obra maestra de Rob Reiner, “Cuenta Conmigo” (1986), no sólo porque en ambos casos se recorre el camino en busca de un objetivo, sino por estar narrada por uno de ellos. “Beatles” instala todo este contexto musical para ir soltándolo lentamente a través de una historia que habla de utopías, de amistades incondicionales marcadas a fuego, por una pasión en común, de sueños tan cercanos como imposibles, o tan posibles como lejanos, según sobre cual de los chicos estemos posando la mirada como espectadores. Así, todo se va transformando en la radiografía de cuatro vidas comunes, teñidas por la aparición del primer amor idílico y prístino, las primeras decepciones frente a los avatares de la vida misma cuando se sale de la pubertad, los indicios de la rebeldía adolescente, etc. A medida que corren los minutos, “Beatles” va resignificándose. No los músicos, sino el título. El realizador parece quedarse con esta única palabra que escuchada así, solitaria, primero traerá a la memoria su música, que la hay y mucha en esta producción, pero luego queda flotando solitaria como palabra que representa toda una época de cambios de todo tipo. Un manto gigante que cubrió a toda la sociedad. Por supuesto que al ser una producción nórdica, en este caso de Noruega, no hay lugar para golpes sentimentales efectistas. Las cosas suceden hasta con cierta frialdad típica, pero esto no quita que en el objetivo de mostrar el cambio de una edad a la otra, haya momentos emotivos y otros tantos de humor juvenil sostenidos por un elenco de chicos muy bien dirigidos. Sin eso, directamente no habría película. Cuando la música queda en un segundo plano, entendemos la intención, y es allí donde éste estreno encuentra su mejor forma.
Based on the bestselling book by Lars Saabye Christensen, Beatles, by Swedish director Peter Flinth, is the kind of film that, as soon as you start watching, you feel you’ve seen it many times before. It tells the story of four teens growing up in Oslo in the 1960s who are, of course, spellbound by the Beatles. So much so that they are crazy about starting a band that will give them an identity as well as a tribute to the English musicians — or something like that, it’s never quite clear. One of them, Kim, bears a slight resemblance to Paul McCartney and is also struggling to find his own voice — and I don’t mean in musical terms, but rather in existential ones. Paradoxically enough, the search for an identity that both the kids’ band and Kim long for is also what the film doesn’t have. That is to say, a personality. Beatles is a generic movie from beginning to end, and it relies on a screenplay that never breaks new ground — actually it doesn’t even try to do so. Worst of all, director Flinth can’t get the formula right either — and it’s not a hard formula to pull off. So what you get is a gallery of underwritten characters involved in just another coming of age story. To be fair, Kim is the only one who is sketched to a certain degree whereas the others simply have no distinguishing traits of any kind. They are just there, executing trite actions provided in the screenplay. And whereas the actors are charismatic, there’s only so much they can do. Of course, there’s a love story between Kim and a pretty girl, a carnal affair between another one of the kids and a much older woman, occasional vignettes depicting the everyday episodes youngsters go through at home and at school, and some confrontations here and there. On second thought, the well-executed musical score and the somewhat atmospheric cinematography maybe the only alluring elements. Now, why films that are so predictable from the very moment the screenplay is written are then made still eludes me. In this particular case, there could only be one good reason to make it: to render a film version of an extremely popular book. So you could say that as it happens with many literary adaptations, the result is nothing to write home about. Production notes Beatles (Norway, 2014). Directed by Peter Flinth. Written by Axel Hellstenius, based on the novel by Lars Saabie Christensen. With Louis Williams, Håvard Jackwitz, Ole Nicolai Mylold Jorgensen, Havor Tangen Schultz. Cinematography: Philippe Kress. Editing: Vidar Flataukan. Music: Magne Furuholmen. Running time: 107 minutes.