Desde su aparición en la Bienal de Arte Joven del 2015 y tras una Beca otorgada por el Fondo Nacional de las Artes, este documental introspectivo, autobiográfico y experimental de la joven Guillermina Pico, se estrena comercialmente el próximo 29 de marzo con un dificil desafio: captar en una sala de cine a ese espectador sensible a nuevas propuestas estéticas. Pico estudió cine en Córdoba y Barcelona y participó del Laboratorio de Cine de la Universidad Torcuato di Tella dictado por Andrés Di Tella y Martín Rejtman. En 2016 y 2017 participa del Robert Flaherty Film Seminar en New York. Luego de haber pasado por muchos festivales nacionales e internacionales (Turín, Galicia, Fidba, EEUU; La Plata, Montevideo) Un comienzo muy Reygadas el amanecer en el que se va recortando las sombras de una tropilla de caballos, plantas, una fogata junto a un alambrado, una chica bailando frente a una cámara, una abuela al lado de una pileta y el primer intertítulo. La poesía visual de Pico construye un universo propio, donde los versos se asocian palabras e imágenes: “no hay lilas, ni cedrón, ni flores ramos de novia. No hay campana.” Desde esa trascendencia, baja Pico a lo cotidiano, una anécdota en una mesa familiar o un viaje en camioneta escuchando música italiana o el momento de plantar una planta. En el arte de proceso lo que importa es construir en un tiempo no teleológico, es decir no dirigido a construir un objeto final con una obra terminada: lo procesual se alimenta de un presente constante donde vale la improvisación, las elecciones azarosas, las ocurrencias pasajeras, como tal no todo es “bello”, hay fuera de foco, borraduras, o hasta arrepentimientos. En ese conjunto de imágenes y recuerdos, se vislumbra en Borrá todo lo que te dije del amor porque no sabía quién era lo familiar, la estancia en La Pampa, los mismos caballos, un viaje a Barcelona, trenes y aviones, el mar, espacios que resultan de fragmentos, algunos en permanente movimiento. Guillermina Pico se viene a sumar con dignidad a toda una camada de realizadores de corto y largometraje experimental que han llegado a los cines: Pécora, Baca, Aller o Galuppo.
La Directora oriunda de La Pampa, Guillermina Pico estrena su primer largometraje después de algunos cortos como “Yo, Natalia”, “La Piel Dura” y “El Pasito de Onda”.“Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien qué era” (2016) es una suerte de documental autobiográfico que se centra en los elementos de la naturaleza, especialmente en los caballos, el campo, anécdotas alrededor de una mesa, las plantas, la ruta y los viajes en auto, la música y la familia. El amor de familia y las relaciones humanas. Observaciones, sensaciones, lo dicho y lo no dicho, lo vivido y lo que está por venir. Utiliza algunas frases, preguntas y cámara en mano. Las imágenes se vuelven borrosas por momentos. No hay una historia puntual, parece más bien una suma de recuerdos, así que no será para todo tipo de público, sólo para el que esté abierto a vivir una experiencia diferente. El documental pasó por diversos Festivales, como el FIDBA, el Festival Internacional de Cine de Pontevedra, el Festival Internacional de Cine de Turín y el Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata. Su directora participó en la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires 2015 y en Buenos Aires Talent Campus 2016 y se formó en Córdoba y Barcelona, y en su primer largometraje tuvo a su cargo la dirección, montaje, textos, imagen, sonido y producción. ---> https://www.youtube.com/watch?v=Vb4Qda7Aobk Año2016 Duración62 min. País📷 Argentina Dirección, guión, fotografía: Guillermina Pico Participan: Julián Pico, Guillermina Pico, Elvira Recart de Pico, Ana Maria Picca, Julián Agustín Pico, Federico Morán, Sofia Picca GéneroDocumental
La búsqueda Borrá todo lo que dije del amor, porque no sabía bien quién era, ópera prima de Guillermina Pico, mezcla de documental y ensayo, donde la directora abre las puertas de su mundo y entrega una obra sobre momentos de su vida con una abrumadora carga de nostalgia. La primera película de la realizadora oriunda de La Pampa es una colección de instantes: como si se trataran de las piezas de un rompecabezas. Pico parece buscar algo en las imágenes que capta en su lugar de nacimiento, en Londres o en Buenos Aires. Esos retazos de momentos forman el largometraje que apenas excede la hora de duración. Las secuencias, en ocasiones demasiado cortas, evidencian esa constante búsqueda en el exterior, donde la naturaleza ocupa un lugar preferencial. En cambio, puertas adentro, la directora registra charlas familiares o por ejemplo un baile de pueblo, donde la nostalgia pasa a un primerísimo plano. El mayor acierto de Pico es transmitir ese sentimiento a través de instantes que se desarrollan frente a la cámara con total naturalidad. Asimismo y, pese a que la duración del film es bastante acotada, hay otras escenas que no aportan nada significativo a la mencionada búsqueda y hacen que la atención lograda hasta el momento se disperse. No obstante, Borrá todo lo que dije del amor, porque no sabía bien quién era es una propuesta distinta que merece ser experimentada y que, sin lugar a dudas, no debería pasar desapercibida.
Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era, de Guillermina Pico Por Ricardo Ottone Guillermina Pico, actriz y realizadora, llega con Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era a su primer largometraje. Tiene en su haber como realizadora unos cuantos cortos y medios (que pueden verse en su página de Vimeo), algunos de un orden documental más evidente (Yo Natalia) y unos cuantos de corte experimental. Borrá todo… se presenta como un documental pero pertenece más a la segunda categoría. Se podría, si se quiere, incluirlo en el campo del documental en primera persona aunque como tal no tiene un tema explicitado. En esa vocación experimental se podría reconocer un parentesco con los trabajos de Ernesto Baca, Paulo Pécora o Hernán Khourian. Pero este intento de encasillar o tratar de clasificar el film es un poco estéril. Borrá todo… es un objeto raro. Se podría pensar más bien como una suerte de Scrapbook o libro de recortes filmado. No tanto un diario íntimo porque no sigue una línea narrativa clara sino motivado por una voluntad más anárquica o caprichosa. Aunque este capricho es más bien aparente y si se presta atención aparecen los temas recurrentes: los caballos, el viaje, la ruta, la familia, el baile. En buena medida de lo que se trata es del movimiento. Gran parte sino la mayoría de las tomas son con la cámara en movimiento y unas cuantas desde un auto en marcha. Los animales corren, los personajes caminan y bailan y hasta el título completo sugiere la idea de un devenir en el ser. Esto que era ahora es otra cosa. Esta idea de Scrapbook está sugerida por los materiales con los que Pico arma su película. Observaciones, fragmentos de viaje, conversaciones familiares y hasta un corto de 2013 (Gracias a los horribles por recordarnos que la belleza es nuestra) aquí insertado como si fuese un viejo recorte añadido e incorporado con total naturalidad. Si uno no lo conoce previamente no se advierte como algo ajeno. Borrá todo… es un film de sensaciones. La idea de lo experimental no debiera hacer suponer que nos encontramos ante un producto farragoso y solemne. Por el contrario hay una actitud lúdica, que invita a no tomarse las cosas muy en serio. Eso se nota por ejemplo en la cantidad de escenas de baile, relajo y música pop. Hay ganas de salir a bailar, divertirse y boludear un poco sin preocuparse si uno hace el ridículo, o quizás disfrutándolo. Se trata al fin y al cabo de una invitación a compartir algo que es frágil e íntimo y en cierta medida inasible. BORRÁ TODO LO QUE DIJE DEL AMOR PORQUE NO SABÍA BIEN QUIÉN ERA Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era. Argentina, 2016. Dirección, Guión, Fotografía, Edición: Guillermina Pico. Duración: 62 minutos
Las orejas de los caballos se recortan sobre un amanecer cerrado. Una chica patina en rollers sobre el parquet de un departamento vacío. En una fiesta la gente canta a viva voz una canción. Vistas fugaces por la ventanilla del tren. En verano, dos hermanas compran un cedrón, cavan un pozo y lo plantan. Una chica gira mirando al cielo, graba la tormenta que está por venir. La chica mete la cabeza entre las plantas. Luego en un campo de trigo. Una fogata de cardos secos arde en el campo, mi papá vigila el fuego desde lejos. Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era es una película de proceso, de observaciones y notas sobre la belleza que tienen los instantes perdidos. Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era, el primer largometraje documental de Guillermina Pico, es una especie de collage de su vida. Es el relato de una mujer joven que busca entenderse a través de las distintas experiencias que atraviesa a lo largo de sus días. El material se filmó en La Pampa y en Buenos Aires, en su mayoría, por un periodo de 7 años (2009 a 2015). En la mirada de quien filma se puede percibir una actitud curiosa y analítica que va explorando desde sonidos, colores, texturas y formas hasta personas y miradas, casi siempre cámara en mano. Asimismo, hay varias tomas realizadas desde vehículos en movimiento, yendo hacia algún lugar siempre incierto. Las imágenes que se presentan son bastante variadas, pasan del campo a la ciudad, de tomas de naturaleza a miembros de su familia, de escenas cotidianas a encuentros mas abstractos. La unión entre ellas parece ser arbitraria y un tanto brusca, hay un gesto de cortar y pegar que va hilando el montaje y nos va llevando de un lado a otro y hacia delante en el tiempo. Guillermina Pico captura con naturalidad esos pequeños instantes en los que uno esta quieto y en silencio viendo pasar la vida a su alrededor. A medida que la película avanza, resulta cada vez más fácil identificarse con su punto de vista porque se brinda de manera familiar, honesta y sencilla. Logra compartirnos parte de su mundo intimo y su sentir. Entre medio hay frases que nos dejan adentrarnos un poco más en su pensamiento, como “No sabia que tenia que aprender algo del tiempo” o “Ahora que entendí algo, me duele pensar en morir o que te mueras”. Y así, cierra el documental con el título, a modo de conclusión: “Borrá todo lo que dije del amor, porque no sabía bien quién era”.
Un diario personal. El registro en imágenes de experiencias y deseos terminan por configurar una obra provocadora y potente. Guillermina Pico juega con el soporte, lo lleva a límites insospechados mientras reflexiona sobre sus conocimientos y anhelos. Obra abierta que apela a un espectador expectante.
Siempre es saludable enfrentarse con un film inclasificable, y este de Guillermina Pico sin duda lo es. La película podría pensarse como una especie de diario íntimo filmado, a veces con tono de documental crudo y en otros pasajes con uno más abstracto. Observaciones al paso, relatos íntimos, historias de familia y paisajes son parte de una deriva anárquica cuyo objetivo parecería dar cuenta de una serie de sucesos que nadie pensaría en primera instancia como acontecimientos demasiado relevantes, pero sin duda conservan su singularidad y permiten delinear, de manera tangencial y difusa, una identidad, la de la autora de esta obra exótica
El polvo y la fragilidad. Lo primero que se desprende a grandes rasgos de un opus de estas características es la acumulación de material y el criterio de montarlo para generar, desde un relato rico en imágenes, cierta coherencia en términos narrativos. Sin embargo, el convite requiere del espectador un pacto de antemano, que va más allá de la clausura de lo convencional y suma el esfuerzo no sólo de entregarse a una experiencia distinta, sino de recomponer desde la propia subjetividad un complejo andamiaje audiovisual, también producto de la subjetividad de la autora. Si se pensara por ejemplo en un diario autobiográfico nos quedaríamos a medio camino con esta opera prima, y si a eso le cambiáramos el rótulo por un cine de corte experimental, en ese sentido nos quedaríamos con tan sólo una parte del todo. No porque el todo sea la suma de las partes como reza el popular axioma, sino por la dialéctica que genera la propia dinámica del relato, donde la repetición de ciertos elementos (La Pampa, la familia, los viajes) abre surcos en el camino. Así, caballos al galope que levantan polvareda, viajes por rutas mientras suena Laura Pausini o reuniones familiares en una danza de anécdotas del pasado se amalgaman en la mirada de Guillermina Pico como aquella observadora de lujo en su rol de cineasta, quien busca rastros en el mapa de la identidad. Tal vez empezar por casa podría ser la premisa que la llevó a tomar la determinación de unir de manera artesanal tanto material acumulado. O quizá simplemente la intuición como guía de este viaje personal, que se entrecruza con muchos otros también documentados, países, lugares, paseos y una incertidumbre latente sobre el sentido y el porqué. Todo eso se conjuga en Borrá todo lo que dije del amor…con el riesgo de compartir actos de intimidad, reflexiones durante el proceso y en definitiva tensar hasta los límites el lenguaje cinematográfico para que la forma sea lo primordial y la nostalgia lo secundario.
La subjetividad como plan estético “Las orejas de los caballos de pie se recortan sobre el amanecer cerrado. Una chica patina en rollers sobre el parquet de un departamento vacío. En el jardín con color de lluvia, un rosal blanco con rocío”. Así, con una cadencia descriptiva cercana a las ambiciones poéticas, comienza la breve sinopsis de Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era, la ópera prima de la pampeana Guillermina Pico, que se estrena exclusivamente en la sala Gaumont luego de circular por festivales cinematográficos durante casi dos años. De manera similar comienza también la película: imágenes de caballos enmarcados por el amanecer, seguidos por otras de árboles, plantas y flores, registradas en planos detalle que bien podrían haber sido encuadrados por alguien que, luego de comprar una cámara de video, se esmera en probar las características de su lente y las posibilidades de su foco. Y si la experimentación es aquí el eje formal más evidente, no lo es tanto como en un caso típico de prueba y error audiovisual. Lo de Pico es más cercano a la idea de búsqueda, como si se tratara de un diario íntimo que reemplazara el collage de recortes, trazos, garabatos y frases anotadas al pasar por fragmentos de videos familiares, clips de viajes y estadías en el extranjero y la observación paciente de aquello que la rodea, lo natural y lo humano. De esa manera, más que una intención transparente o, mucho menos, un relato, lo que parece querer transmitir la realizadora (que viene de dirigir varios cortometrajes, entre ellos El pasito de onda y Yo, Natalia, este último ganador del premio a Mejor Corto en el Bafici 2009) es una serie de impresiones, de sensaciones, de sensibilidades. Que no por personales dejan de tener un alcance universal o, al menos, más amplio que el de la propia subjetividad. No todas las instancias de la película logran dar en las teclas sensibles que intentan hacer sonar y reverberar y, en más de una ocasión, lo evidente no logra trascender su propia silueta (un travelling es, a veces, sólo un travelling, lejos de cuestiones morales e incluso estéticas). En otros, en cambio, el choque de las imágenes de algunos de los miembros de su familia durante una reunión, tomando el sol de la tarde o bailando al lado de la pileta convocan a ese entramado de instantes y huellas que solemos llamar memoria. Porque lo de Pico es, también, un asunto de familia: en las charlas y en algún que otro juego, en el ensayo de una canción o en la compra de una nueva planta para el jardín, se vislumbran vínculos profundos, en particular con su hermana. “No sabía que tenía que aprender algo del tiempo”, reza una placa, como si se tratara de una entrada importante de ese diario. La mirada de una abuela, recostada sobre la cama, parece reafirmar ese nuevo conocimiento. O quizás iluminación: el tiempo, como el amor, no es un concepto estático y es necesario apre(he)nderlo varias veces en el transcurso de una vida.
Un desacierto narrativo que deja muchas preguntas. El cine experimental da para todo. No solo para experimentar con las formas narrativas, sino con su total carencia y, desde luego, con las reacciones que el espectador pueda tener. Borra todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era parece apuntar a esto. ¿Qué acabamos de ver? Usualmente se inicia el análisis describiendo una breve sinopsis de la obra a ser analizada, pero como lo que ofrece la película por si misma es difícil de describir, nos limitaremos a la propuesta por la propia realizadora Guillermina Pico: Las orejas de los caballos de pie se recortan sobre el amanecer cerrado. Una chica patina en rollers sobre el parquet de un departamento vacío. En el jardín con color de lluvia, un rosal blanco con rocío. Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era, es una película de proceso, de observaciones y notas sobre el paisaje interior y la belleza que tienen los instantes perdidos. Si esta película tuviera que ser analizada simplemente por lo que se expuso en la pantalla, tendría que decirse que no tiene historia o hilo temático siquiera. Se trata de un montón de imágenes al azar, editadas juntas, con una mezcla de sonido bastante precaria y unos textos que no se entiende a qué apuntan o qué relación pueden guardar con las imágenes. Claramente no estamos hablando de una película con aspiraciones comerciales. Un público general no le tendría mucha paciencia que digamos, mientras que solo un grupo muy (pero muy) reducido de conocedores podría quedarse hasta el final. Albert Einstein decía “Si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol vivirá su vida creyendo que es un estúpido.” Son varias las preguntas que se pueden hacer en respuesta a este visionado, pero particularmente son dos: “¿Qué acabamos de ver?” y “¿Qué quiso decir la realizadora?” Preguntas que surgieron durante y después de la proyección. Si se investiga, se rastrean entrevistas o cualquier texto que pueda contestar a estas preguntas, uno no puede evitar llegar a la conclusión de que probablemente esto haya sido algo buscado. Cualquier arte busca la reacción de quien lo observe, y que esa reacción quede con él mucho tiempo después de haberse retirado del lugar de exhibición. Una reacción de elogio es lo que busca todo artista, pero si esa reacción fuese un “¿qué acabo de ver?” tampoco sería un desacierto: el verdadero fracaso sería la total indiferencia de un espectador que sale de la sala y solo piensa “¿a dónde vamos a comer?” Cuando uno se sigue preguntando qué quiso decir la realizadora es porque algo de la obra se quedó, incluso si narrativamente no se le encuentra ninguna virtud. Conclusión Como narración, Borra todo lo que te dije del amor porque no sabía bien quién era no funciona en lo más mínimo. Una calificación aprobatoria o una recomendación laudatoria sería un engaño, tanto de quien escribe como hacia el lector. Es un rejunte que dejará a más de uno rascándose la cabeza sobre lo que acaba de ver, y rascándose todavía con más fuerza ante la duda de si este desconcierto pudo haber sido algo buscado.
En la búsqueda Guillermina Pico es la realizadora de este documental experimental en forma de diario intimo que pretende mostrar la vida o ciertos fragmentos de ella a partir de cuatro elementos resonantes: la naturaleza, la música, las frases y el camino (cuando digo camino no es simbólico, literalmente es la ruta). Lo que busca Guillermina con esta película es atraer a ese público mas sensible a este tipo de arte, donde tal vez no se entiende mucho lo que pasa y cuando salís de la sala, totalmente extrañado de lo que acabas de ver, te tenes que fijar si fuiste el único ignoto que no entendió o están todos en la misma. Es una partitura audiovisual diferente lo que tiene en mano Guillermina Pico, diferente por íntima, pero también porque depone al espectador sin saber bien a donde va, dejando a la deriva la interpretación del mismo. En este documental introspectivo y experimental la directora busca captar a ese espectador no tan asiduo a las nuevas propuestas estéticas que se le puedan presentar. Te puede gustar como no, pero realmente es una experiencia única.
"...Porque no sabía bien quien era”. El largo titulo de la película de Gillermina Pico, que realizó este documental y es responsable también de la fotografía y el guión. Ella elabora su trabajo a partir del contacto con la naturaleza, los encuentros familiares, muchos viajes que le permiten recortar la realidad desde la ventanilla de distintos medios de transporte, canciones, recuerdos, anécdotas, frases. Una visión muy personal de sus experiencias, una puerta entreabierta a un mundo complejo, que nos trasmiten sensaciones, jirones de vivencias, materia casi borrada de emociones o la reconstrucción de las mismas. Sinapsis constantes que permiten atisbar un mundo rico y personal. Aunque un tanto hermético para el espectador.
El amor ¿Qué es? ¿Quién es? Las perspectivas cambian mientras uno crece, experimenta, conoce y acepta desconocer. Las respuestas mutan, así también las preguntas que nos hacemos a medida que las seguridades caen. La ópera prima de Guillerma Pico deja plasmada sobre la pantalla una búsqueda continua e inherente al propio ser humano. Búsqueda que la directora realiza a partir de la minuciosa observación, avanzando en la naturaleza con una cámara que se detiene a filmar a un grupo de caballos pero además se adentra en la vegetación, haciéndolo de forma lúdica en un juego de foco y fuera de foco.
Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era de Guillermina Pico El documental experimental de Guillermina Pico es una especie de diario íntimo audiovisual donde expone quién es y qué le pasa a través de retazos y donde queda en evidencia su sensibilidad y sobre todo su conexión con la naturaleza. Como muchos diarios íntimos, Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era está construido por medio de frases, reflexiones, preguntas, anécdotas, recuerdos. Un collage, en este caso audiovisual, que va desnudando a su protagonista de un modo sutil y poético y es que es un diario que construye una persona con una mirada muy sensible y observadora. Hay presente en este documental experimental, que dura sólo una hora, varios elementos que se repiten. Una fuerte conexión para con la naturaleza: los paisajes, el verde y los marrones, los caballos. Los viajes en auto por la ruta. La música. Y, en el medio, intercaladas, frases o reflexiones varias en pantalla. Mensajes que a veces se deja a ella misma, como el que le brinda título a la película, o un “Llevate a pasear. Llevate a algún lado”. Entre La Pampa y Barcelona, su protagonista graba momentos, no sólo con una cámara. Así se siente su película: como el registro de ciertas escenas de su vida que la llevan a reflexionarse y preguntarse y se presentan hoy en forma de película. Como sucede con muchos diarios íntimos, cuando uno los lee desde afuera se sienten algo incompletos, con vacíos esperando ser llenados. Incluso da la extraña sensación de ser poco apropiado acceder a ese material tan personal, tan de uno, que parece destinado a estar escondido. Como cuando la vemos a ella bailando frente a su webcam una canción de Lady Gaga. Guillermina Pico escribe y dirige este primer largometraje (tras realizar varios cortos) en el que además realiza fotografía, montaje y sonido. Es su película y es ella. Y sin embargo nunca se percibe un costado narcisista, porque no habla de ella sólo por hablar, sino que lo hace a través del entorno que la rodea, de lo que percibe, de lo que siente. Es poesía audiovisual. Aun así, Borrá todo lo que dije… se siente por momentos un poco distante. Es que es su mundo personal, le pertenece a ella, lo comparte pero sólo de a momentos, a través de retazos, y algunas cosas se terminan sintiendo incompletas o en el aire.
Nos encontramos frente a un documental de corte experimental, con toques poéticos, donde la directora muestra una serie de imágenes de vegetación, tropillas de cabellos, sombras con distintas siluetas, personas bailando, una anciana a lado de una pileta. En definitiva una película que contiene un lenguaje demasiado críptico con el cual muy pocos espectadores se podrán sentir familiarizados.
En estreno limitado, esta película pequeña en duración pero no tanto en ideas es una especie de diario íntimo, de fluir de conciencia alrededor del tema amoroso, pero también alrededor de las posibilidades que nos ofrece el cine para comunicar emociones, sentimientos y aquello que no puede ser puesto en palabras. Una película experimental, cierto, pero que también es una experiencia nueva y libre generosa con el espectador.
LEJANA INTIMIDAD Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era se construye a modo de diario íntimo a través de la recopilación de sensaciones, recuerdos, anécdotas, frases, sonidos, gustos, experiencias y canciones; recortes que transforman lo personal en algo público y a la primera persona en alguien ajeno. Es que la supuesta autora del diario aparece en cámara como si estuviera distante y sólo se manifiesta cuando está mediada por las canciones que interpreta, por las preguntas a la abuela fuera de cuadro y por la lejanía de un baile. Guillermina Pico exhibe como motivos recurrentes cuatro elementos a lo largo de la película: la naturaleza –sobre todo a través de los caballos–, el camino/la ruta, la música y las frases. Tanto el camino como la música involucran a terceros y hasta una escena los fusiona, aquella en la que oyen Escucha tu corazón de Laura Pausini; mientras que de las frases surge el título del film. Si bien la modalidad de diario íntimo es muy libre y permite el juego, y el trabajo, de los elementos de forma detallada, simbólica y hasta azarosa, en Borrá todo lo que dije del amor porque no sabía bien quién era se diluye la posible conexión de lo que se muestra, le falta ese condimento que termina de aunar lo que se ve en la pantalla. Pico muestra cierta búsqueda o contraste en la oscilación entre lo familiar y lo natural, pero queda apacible, poco notorio y, al igual que la supuesta autora, distante y ajena. Por Brenda Caletti @117Brenn