Los aficionados saben que Pablo Tabernero hizo la fotografía de “Prisioneros de la tierra”, “El que recibe las bofetadas”, “Si muero antes de despertar”. “No abras nunca esa puerta” y otras cuantas películas notables. También saben que fue el maestro de Félix Monti, Ricardo Aronovich y otros grandes directores de fotografía. No todos, que era miope, y eso no le impidió ser un artista enorme. Y que no se llamaba Tabernero, sino Peter Paul Weinschenk. Exiliado en estas tierras, se cambió el nombre cuando vio una multitud de filonazis criollos rumbo a una histórica manifestación en el Luna Park. Se quedó igual, pero, tras la Noche de los Bastones Largos, se fue del todo y lo perdimos. El documentalista Eduardo Montes-Bradley halló el contrato donde la empresa Lumiton acuerda ese cambio de nombre. Pero antes (esto fue de casualidad) se encontró en EE.UU. con un hijo de Tabernero. Una cosa trajo la otra y ambos, a lo largo de tres años, viajaron por Alemania, Suiza, Normandía, Cataluña, encontraron la casa natal, los lugares de formación, sus películas como camarógrafo en la Guerra Civil Española, y mucho más, de Peter Paul Weinschenk antes de convertirse en esa figura definitiva que se llamaría Pablo Tabernero. Este documental registra esas andanzas, esos hallazgos, su vida de penurias, estudios, asombros y milagros, consulta a quienes lo conocieron o lo estudiaron, nos contagia de admiración y de entusiasmo, y nos deja con ganas de saber todavía más. No solo sobre su participación en nuestro cine, sino también sobre su larga actividad final en EE.UU. ¿Habrá una segunda parte? Dan ganas de esperarla.
Pablo Tabernero fue una figura fundamental de la fotografía en la época de oro del cine, cuando la actividad verdaderamente era una industria. Lo cierto es que cuando pasaron los años de la abundancia se volvió un profesor del arte de hacer la fotografía de una película y formó como profesor a todos los que hoy consideramos maestros, desde el “Chango” Monti para adelante. Pero detrás del apellido Tabernero había otro apellido que cargaba con el peso de la historia y que daba cuenta de lo que fue la deriva de los judíos nacidos en la Europa de comienzos del SXX. Nacido como Peter Paul Weinschenk en Alemania o mejor dicho, en alguna parte de eso que durante décadas se conoció como Imperio Austrohúngaro, su familia atravesó la llamada Gran Guerra deambulando entre Alemania, Suiza y también Austria. Una familia que en un momento se separa y en parte viaja para tratar en que Peter se cure de una tuberculosis y vuelve para volver a Berlín, tras la muerte del padre a vivir con una madre que había seguido su vida y que llegó a casarse tres veces. En 1927 Alemania pasaba por un extraño período de calma que incluía inflación y agitación, pero también un movimiento cultural único para esa etapa y en la que el cine ocupaba un lugar de excepción. Dos años más tarde, el primero de mayo de 1929, ocurriría el primer incidente de lo que fue ese vértigo que arrastró a Alemania hacia el nazismo y devorando a todo el continente más tarde. La familia Weinschenk firmó en ese momento un documento humillante que debían rubricar todos aquellos que los nazis consideraban que no eran lo suficientemente germanos. Mientras eso pasaba, el joven estudiaba fotografía en un importante instituto y el título que lograría le serviría para entrar al mundo del cine y dedicarse al documentalismo. Durante años se dedicó a eso, pero en un momento la madre de Pablo se suicida y él y su hermana quedan a la deriva a cómo hojas en la tormenta. El siguiente capítulo, ubica a Tabernero en plena guerra civil española, en donde termina su formación como artista y como ser humano pero de ahí salta hacia nuestro país, adonde venían muchos que veían que Europa se consumía y se desangraba. Aquí trabajo con todos los directores que hicieron grande nuestro cine, pero antes cambia el Peter Paul Weinschenk por Pablo Tabernero a partir de que un año después de llegar a Buenos Aires se produce ese tremendo acto del nazismo argentino en el Luna Park. No hay que sorprenderse tanto, incluso en Estados Unidos la Alemania de Hitler tenía admiradores como el dueño de la Ford Motor y un millonario que con los años daría una dinastía de políticos de los cuales uno llegaría a la presidencia, Joseph P. Kennedy. Así que Weinschenk se transforma en Tabernero y con los años desarrollará una carrera descollante. Eduardo Montes Bradley realizó este documental para registrar una historia más de la diáspora. recurre a opiniones autorizadas y arma el rompecabezas de una vida para dejar ese registro, pero también para alertar sobre lo que pasó con nuestros archivos y como se destruyó parte de la historia de nuestra cinematografía. BUSCANDO A TABERNERO Buscando a Tabernero. Argentina/Estados Unidos, 2020. Dirección y edición: Eduardo Montes-Bradley. Guion: Malen Azzam y Eduardo Montes-Bradley. Con los testimonios de Henry Weinschenk, Ricardo Aronovich, Fernando Martín Peña, Diego Trerotola, Rainer Rother, José Hermo, Manu Valentín, Norberto A. García y Pablo Weinschenk Jr. Fotografía: Javier Cortiellas Rial. Música: Gabriel E. Bajarlía. Duración: 72 minutos.
por Delfina Quiquisola “El recorrido de la cámara” "El documental persigue las huellas de vida de uno de los directores de fotografía del cine argentino más reconocidos, y descubre el velo que cubría una vida cargada de exilios." Buscando a Tabernero (2020). Esta es la historia documentada de Peter Paul Weinschenk, que huyó de Berlín en 1933 para convertirse en Pablo en Barcelona durante la Guerra Civil Española y Tabernero en la Argentina de Perón y Evita. A pesar de sus traslados, había algo que comenzó a seguir al joven a cada destino: su cámara. Aprendiendo de escuela en escuela, el fotógrafo se acercó a distintos movimientos artísticos y eventos históricos que fueron formándolo como el gran director de fotografía que llegó a ser. El documental nos permite indagar en el pasado de un gran artista que se vio forzado a acelerar el paso durante gran parte de su vida. Montes-Bradley presenta a Tabernero a través de registros fotográficos y entrevistas a especialistas y familiares, en conjunto con la mirada de Henry Weinschenk, el propio hijo de Peter.
En oportunidades, esa frase de menos es más, aparece al ver producciones en donde la ambición termina cegando el verdadero horizonte desde el cual se podría potenciar ideas cinematográficas. Aquí, si bien es loable el homenaje que se quiere hacer a Pablo Tabernero, se termina generando un producto de nicho para unos pocos.
“Buscando a Pablo Tabernero” de Eduardo Montes Bradley. Crítica. Memorias de una cámara en constante exilio. Martin Beamurguia Hace 1 semana 0 54 Eduardo Montes Bradley recrea en este documental la vida del fotógrafo Pablo Tabernero a través de la mirada de su hijo Henry Weinschenk con imágenes y recuerdos de su trayectoria en Europa y en la Argentina donde dejó una huella indeleble en el cine. El rescate bibliográfico de un destacado director de fotografía. Pablo Tabernero nació el 8 de agosto de 1910 en Berlín, en una familia judía y su verdadero nombre era Peter Paul Weinschenk. Creció sufriendo los conflictos bélicos que se desarrollaron en Europa durante el siglo XX y arrastró un pasaporte marcado por persecuciones y exilios. Sobrevivía creando, mientras el continente europeo se hacía añicos. La película, una coproducción entre Heritage Film Project de Estados Unidos, Soy Cine de la Argentina, y el apoyo del Incaa, se estrenará el próximo jueves 26 de noviembre por la pantalla de Cine.Ar TV. Aborda la historia, el olvido y la memoria, todo por separado. Enfocando desde sus primeros pasos en el séptimo arte hasta la consagración. La admiración por su padre y el mandato emocional de seguir su camino. Apoyarse y ser sus ojos. Aprender de él, un arquitecto devenido en xilógrafo que se ganaba la vida haciendo retratos, exhibidos en este rodaje. El director lo toma como una huella en el aprendizaje de Tabernero. La intensidad del relato se va alterando a medida que se detallan los exilios. El sufrimiento del accionar de los nazis en Alemania, su escape en la España que aterrorizaba Franco y la dictadura de Onganía en Argentina, a quién también padeció, y selló su viaje definitivo a Nueva York, donde se afincó hasta sus últimos días. La intolerancia religiosa atravesaba fronteras y en nuestro país dejó de llamarse Peter Paul Weinschenk y le dio paso al seudónimo que lo transformó: Pablo Tabernero. Prosiguió con su juego de la juventud: ser invisible. Ese disimulo evadió secuestros y finales anunciados. Esquivó infortunios de ficción. En la cinta se pueden observar imágenes históricas de la república de Weymar y la opresión del tercer Reich, mezclado con el cine mudo alemán y todas las escenas que describían el contexto de la época. Fotografías del período educativo de Tabernero y su despliegue en España, cámara en mano, sumergido entre los milicianos, en plena guerra civil española, con la impronta de un documentalista. Este documento sugiere la impronta de nuevas ideas que trajeron los inmigrantes a nuestro país. El director regala tomas del Barrio de la Boca, donde se puede observar familias bajando de los barcos, al rayo del sol, a orillas del riachuelo. Una vista aérea imponente del Puente Transbordador Nicolás Avellaneda. La filmación ofrece un trayecto escénico por Berlín, Barcelona y Buenos Aires. Ciudades icónicas y testigos del talento del gran Tabernero. La marca en la cinematografía argentina tiene lugar en este largometraje, cuando ofició de fotógrafo en “Vidalita” de Luis Saslavsky, con la actuación protagónica de Mirtha Legrand, Narciso Ibáñez Menta y Fernando Lamas. También aparece la oscuridad, en unas tomas de la “Noche de los lápices” cuando él era profesor en la Universidad Nacional de La Plata, y hace mención a su paso como director de los laboratorios “Alex”. Buscando a Pablo Tabernero apunta a la transformación que tuvo su vida personal dentro de la cinematografía, su aporte e influencia en nuestra producción nacional, que dejó plasmada en la pantalla grande. El refugio que significó la Argentina para él, cuando cambio de nombre para dejar de sufrir persecuciones, y la docencia en el ámbito académico. La identidad estética que le dio a su obra y los pasos que dio para formarse profesionalmente. Su amor por la lente blanco y negro. Quedan muchos retazos de tela para cortar en su legado y acontecimientos para contar. Una historia infinita que viaja por trenes a vapor. Trailer oficial:
LAS HUELLAS DE PETER PAUL WEINSCHENK Aunque su nombre no es demasiado tenido en cuenta a la hora de indagar en momentos fundamentales del cine argentino, el director de fotografía Pablo Tabernero fue una figura sumamente relevante y no solo por sus espléndidos trabajos en películas como Nace un amor, Prisioneros de la tierra o Vidalita. Lo es también por cómo representa a una corriente artística que demuestra que buena parte de la identidad cultural de nuestro país se construyó a partir de la mirada extranjera. Ahí resida quizás buena parte del mérito de Buscando a Tabernero, en cómo lo rescata del olvido y lo pone a consideración de muchos espectadores que podrían haberlo pasado por alto. En verdad, lo del documental de Eduardo Montes-Bradley no es tanto una búsqueda como una exposición de las huellas dejadas por Tabernero (cuyo verdadero nombre era Peter Paul Weinschenk) en su más que tumultuoso camino personal y laboral. Nacido en Berlín y formado como fotógrafo de cine durante los tiempos de la República de Weimar, se vio forzado a huir de su país en 1933 cuando el ascenso del nazismo parecía imparable. Se refugió primero en España, donde trabajó en la fotografía de varias producciones del naciente cine sonoro e integró un equipo de rodaje que registró parte de la Guerra Civil. Y en 1937 llegó a la Argentina, donde le tocó lidiar con los vaivenes del golpe militar de 1943, el peronismo y la Revolución Libertadora, entre otros eventos. Su historia está marcada por la Historia en mayúsculas, pero también por su enorme capacidad artística, que lo convirtió en un referente y formador de una generación entera de iluminadores. Con todo ese material narrativo a disposición, el film termina eligiendo una perspectiva más didáctica que detectivesca -aunque tenga pasajes de ese componente- y no está mal esa elección. Hay que reconocerle a Montes-Bradley el cariño y hasta la devoción por el personaje de Tabernero, que se notan en cada minuto de la película. Y es que posiblemente encuentra en su figura una forma de rendirle homenaje a una etapa del cine argentino que posiblemente sea irrepetible. A partir de las imágenes exhibidas, podemos notar en la labor de Tabernero, pero también en las estructuras narrativas y estéticas de los films de los que formó parte, un atrevimiento y voluntad de experimentación que a la distancia son asombrosas. Al mismo tiempo, en las idas y vueltas temporales, sustentadas en buena medida en entrevistas a personas tan disímiles como Henry Weinschenk, Ricardo Aronovich, Fernando Martín Peña y Diego Trerotola, se intuye una voluntad por explorar cómo la época moldeó al sujeto y su talento. Es cierto que, en su afán explicativo, Montes-Bradley por momentos cae en una redundancia discursiva que afecta el relato, agregando conclusiones innecesarias y sentenciosas. A eso hay que sumarle algunas desprolijidades en el registro, como en la secuencia de la entrevista a Trerotola, que parece hecha a las apuradas y sin mucho criterio. Pero compensa esto presentando algunas decisiones bastante sabias, por ejemplo, cuando debe contar la imposibilidad de entrevistar a José Martínez Suárez. Aún con sus desniveles, Buscando a Tabernero es un film que genera interés desde la misma melancolía que transmite.
¿Y dónde está el fotógrafo? Este ensayo –documental intenta indagar en la historia del gran director de fotografía Pablo Tabernero, sus exilios, sus enseñanzas y sus innovaciones en la llamada Edad de oro del cine argentino. El escritor, director de cine y ensayista Eduardo Montes-Bradley nos sumerge en la vida de Pablo Tabernero, quien fue Tabernero?: por empezar debemos decir que este director de fotografía nació en Alemania con el nombre de Peter Paul Weinscheck, fue formado por los pioneros de la Bauhaus en Alemania, huyo del nazismo en 1933 rumbo a la España pre Franquismo, allí trabajo filmando documentales en la época de la guerra civil para la columna de Buenaventura Durruti que fue líder del partido de la izquierda y al asumir Franco tuvo un nuevo exilio hacia nuestro país, Argentina. El documental no corre en una línea de tiempo uniforme, sino que va trazando historias y testimonios en una especie de random medio confuso, igual no deja de ser interesante las declaraciones de sus discípulos y de algunos críticos de cine que dan cuenta del trabajo excelso e influyente dentro del cine nacional que tuvo Tabernero. Algunas fotos, trozos de películas y un mini documental que se ve entero de su etapa en España , apenas logran mostrarnos su arte, su trabajo en la fotografía blanco y negro y los matices de las mismas, está claro que la idea del director es acercarnos menos a su trabajo que a su vida en general, a como lo forjaron los exilios, la inspiración que le dejaron los grabados de su padre y la relación con su madre y con su hermana, pero esa idea se pierde de mostrar los trabajos de Tabernero que fueron y son influyentes aun. Si resulta interesante ver la época en la cual el vivió trabajando y desarrollándose: 2 países de ideas totalitarias (Alemania y España) y un tercer país (Argentina) muy afín a esos dos países. Esto se puede observar en el momento en el que se decreta la persecución a comunistas y judíos en el país y el director de fotografía solicita que su apellido cambie por el de Tabernero, una señal clara de época. Con algunas fallas: testimonios que se cortan al editar una imagen, la presencia del hijo que no aporta mucho en sus declaraciones (quizás si para la producción del film), la poca indagación sobre sus trabajos en el cine nacional y la ya nombrada falta de una línea temporal y con pocos aciertos, este documental resulta en su corta duración una búsqueda un tanto vaga y exigua del gran director de fotografía que fue Tabernero.
Peter Paul Weinschenk, nació en Berlín en 1910. Hijo de un grabador de gran estilo, en la escuela de William Morris, después de muchas peripecias artísticas (en la Bauhaus) y de las otras como la fatal llegada del nazismo, terminaría siendo uno de los maestros de la dirección de fotografía del cine argentino. A partir de un encuentro fortuito con su hijo Henry, Montes-Bradley se interesa por su historia y desenreda los orígenes de quien supo ser uno de los más destacados iluminadores como se le decía entonces, maestro de maestros. En 1937 llegó exiliado a Buenos Aires, luego de un paso por España, donde fue camarógrafo junto a la columna Durruti durante la Guerra Civil (se incluye hacia el final de este documental, ese trabajo). Su foja de servicios en lo que hace a clásicos del cine nacional incluye los Prisioneros de la tierra, de Mario Soffici (1939); Vidalita, de Luis Saslavsky (1949); Si muero antes de despertar y No abras nunca esa puerta, de Carlos Hugo Christensen (1952); Cita en las estrellas (1949) de Carlos Schlieper; La quintrala de Hugo del Carril (1955). Innovador, como otros maestros como John Alton, aportó su arte y oficio a una industria ávida de saber y crecer, con destacados talentos como serían Ricardo Younis, Alberto Etchebehere, Aníbal González Paz y posteriormente Félix Monti entre tantos. Tabernero durante el rodaje en exteriores de Vidalita,de Luis Saslavsky El documental se centra básicamente en la vida europea de Tabernero, que reconstruye con minuciosidad, acompañando en el recorrido a Henry, también productor de la película. Edificios, material gráfico, testimonios, hacen el visionado de esta pesquisa un placer de real interés. El material de archivo, alguno coloreado digitalmente y otro inédito de color como las impactantes imágenes del puerto de Buenos Aires, es de excelente calidad. Salvo algunos testimonios, se deja un poco en un segundo plano la experiencia argentina. Al respecto se habla del temor comprensible ante la presencia nazi y posibles persecusiones a los judíos, lo que le llevó a adoptar la castellanización de su apellido. No se aclara que lo mejor de la carrera argentina aconteció durante los años del peronismo en el poder. Faltó un poco de profundidad ahí más allá de sentar una postura política. También se menciona muy al pasar su experiencia norteamericana (se fue en 1967), donde fue un muy destacado especialista en color durante las décadas siguientes. Sí, como dijimos, se incluye el corto español, in extenso, lo que pese a su gran valor, desmerece un poco el relato del buen documental detectivesco que venimos mirando. En suma, un ensayo, o parte de un ensayo que nos deja con ganas de seguir conociendo más sobre está figura destacada de la historia del cine argentino. Echando luz sobre esa historia a veces olvidada, lo que ya de por sí es valioso.
Realizado por Eduardo Montes-Bradley, el presente ejercicio documental nos trae el viaje continental llevado a cabo por Pablo Tabernero, seudónimo de Peter Paul Weinschen, fotógrafo de cine que se formó junto a los pioneros de la disciplina en la Bahaus. Proveniente de una familia de judíos alemanes, llegó a Argentina en los años ’40. Fue un maestro del blanco y negro que dejó centenares de imágenes grabadas en la retina. Este influyente DF de la frondosa etapa clásica del cine nacional, es el responsable de la fotografía de películas como, por ejemplo, la esencial “Prisioneros de la Tierra”. Su arte iluminó visionarias trayectorias de directores como Hugo Del Carril, Luis Saslavsky y Hugo Christensen, entre muchos otros. Sin embargo, la mirada del director se encamina notoriamente hacia otra dirección. Y lo hace bajo el siguiente interrogante: ¿quién fue Tabernero antes de convertirse en el artista que todos conocimos? Los límites de la investigación son puestos a prueba por este documental. El proceso creativo adquiere dimensión de pesquisa policial. Montes-Bradley indaga en las penurias del siglo XX que le tocó vivir a este camarógrafo de películas españolas, durante su estancia en Barcelona. Reclutado durante la Guerra Civil, testimonió la confrontación mientras se maravillaba leyendo Don Quijote. Mil y un aventuras atestiguan su tránsito nómade, huyendo de Alemania a la llegada del nacionalsocialismo, en el vértice de dos guerras. Arribó a Buenos Aires como refugiado; décadas después emigraría a Estados Unidos. Un auténtico trotamundos. “Buscando a Tabernero” ilustra la perfecta paradoja de su hoja de ruta de vida, al exilio que comenzara con ‘la noche de los cristales rotos’ en Berlín y termina con ‘la noche de los bastones largos’ en el suelo nacional, trazando el destino una parábola que grafica la tumultuosa vida política de un siglo atravesado por el fascismo.