Cuando empieza, Camping parece anunciar un documental autorreferencial, de ésos que desandan la historia individual y/o familiar del realizador a partir de viejas filmaciones hogareñas. Pero no: en esta película los fragmentos de videos caseros abren y cierran –¿envuelven?– una ficción. La relación entre uno y otro material queda a criterio del espectador. He aquí un primer punto a favor de esta opera prima: a tono con una introducción en principio desconcertante, la autora Luciana Bilotti evita contarlo y explicarlo todo. Por eso, conviene esperar hasta el final del film para medir la envergadura del salto que la autora (y el público) da(mos) entre una porción de pasado registrado en formato VHS y el presente donde transcurre el relato inventado, acaso inspirado en recuerdos personales. Como Mariano Luque en Salsipuedes, en su primer largometraje Bilotti también retrata a una familia en un tiempo y espacio acotados: unos pocos días de verano en un predio habilitado para acampar. Mientras el realizador cordobés se concentró en la intimidad violenta de una joven pareja, su colega mendocina privilegia a la hija (pre)adolescente de un matrimonio en crisis. El protagonismo acordado a Estefanía evoca el recuerdo de otra película nacional valiosa: Juana a los 12. Como la opera prima de Martín Shanly, Camping recrea la pubertad femenina en un marco preciso (clase media argentina) y en tanto limbo que se impone entre la infancia y la adultez. La importancia acordada a la amistad, la sensación –latente o manifiesta– de intranquilidad, las primeras fantasías amorosas, la reconfiguración de la autoridad paterna / materna conforman algunas de las aristas abordadas a partir de un guion sólido y de un elenco que trabaja de manera aceitada. En este punto cabe destacar el desempeño de las niños Martina Pennacchio, Zoe Gatica, Mateo Alessio y de los adultos que los acompañan: Ivana Catanese, Diego Velázquez, Patricia Christen y Gustavo Torres. Bilotti cruza con destreza la crisis que supone el ingreso a la adolescencia con aquélla que los padres de Estefanía atraviesan en tanto pareja. Otra vez el guion y las actuaciones se revelan como los dos grandes pilares de un primer paso prometedor en la incipiente carrera de esta joven realizadora mendocina.
“Retrato en videocámara” Son dos los fragmentos que provienen de material de archivo en “Camping” (2020), ópera prima de Luciana Bilotti. Ambos tienen la función de contextualizar una historia y, a su vez, enmarcarla en una estética y filosofía específica. Estreno: 28 de mayo en Cine.AR El material de archivo (proveniente de una cámara de video familiar) representa una imagen “real”: en el “aquí y ahora”. Esta sensación, lograda por los movimientos bruscos de la cámara y la saturación lumínica de la imagen, genera como resultado un naturalismo que “Camping” explora y utiliza como punto de partida. La historia comienza cuando una familia llega a un camping con el fin de disfrutar de unas cortas vacaciones. Pero esto se dificulta cuando los conflictos internos comienzan a aparecer. La película maneja una sutileza muy propia al estilo que plantea. Si bien hay solo dos fragmentos de material de archivo, el resto del film comparte esa misma naturaleza. La cámara, con poca profundidad de campo en la mayoría de las escenas, contribuye a la estética al narrar de manera “libre” las acciones de los personajes. Si las niñas protagonistas nadaban en la pileta, la cámara las seguía y observaba sus acciones. También contribuye a esta particular propuesta estética, el uso de una banda sonora donde el sonido ambiente (ya sea, el bosque, el río o la lluvia) mantiene un rol imponente. "Si bien creo que los acontecimientos en la historia no son el fuerte del film, las actuaciones y el uso de la cámara hacen de la película, una experiencia muy interesante. Con actuaciones de Diego Velázquez, Ivana Catanese y Martina Pennacchio, “Camping” se destaca en conducir dos historias (la del matrimonio y la de Estefanía) que se cruzan y descruzan, pero conviven en aquel lugar durante aquel fin de semana."
Los claroscuros de crecer. Las imágenes iniciales del primer largometraje de Luciana Bilotti como guionista y directora son fragmentos de un informal registro familiar, sugiriendo distintos momentos del crecimiento de una niña. Cuando a esas piezas le suceden otras, más lustrosas y aparentemente actuales (aunque pronto se descubre que la acción transcurre en los años ’90), en las que la chica se dirige con sus padres de campamento a un club, pareciera que uno de esos espacios de tiempo se estirara reparando en detalles y sensaciones, coincidentes con el ingreso a la adolescencia y el descubrimiento de la desgastada relación de sus padres. En ese comienzo, la música anticipa que la ternura será el eje de la mirada sobre Estefanía, la protagonista. Lo primero que sorprende de Camping es la frescura en las actuaciones de los chicos, ya que a Estefanía (Martina Pennacchio) se suman una amiga más chica de pícara sonrisa, otra mayor y algún pibe que causará cierto revuelo. Sus charlas en medio de juegos y caminatas, o al sentir curiosidad por encender un cigarrillo, son de una espontaneidad poco usual en el cine argentino (un antecedente más o menos reciente es, precisamente, otro film mendocino con chicos, Algunos días sin música, de Matías Rojo). Este mérito abarca también, en buena medida, a los actores adultos, como el gran Diego Velázquez (visto en La larga noche de Francisco Sanctis, Familia sumergida, La reina del miedo y otras), Ivana Catanese y Patricia Christen, expresivos sin caer en desbordes melodramáticos o subrayados costumbristas, aunque en algunas situaciones esto se advierta mejor que en otras (el encuentro algo tenso del padre que compone Velázquez con un socio del club entrometido resulta más creíble, probablemente por el oficio del actor, que las miradas y sonrisas que se le escapan a la madre que interpreta Catanese frente a otros hombres). Camping es un film sin estridencias, en el que la alegría de los chicos apenas es interferida por pequeños incidentes o por las diferencias de personalidad entre los padres de Estefanía, que sugieren una desangelada convivencia. En un momento se insinúa cierta ambigüedad moral de la clase media, representada por las dos familias que comparten buena parte del tiempo en sus cabañas y carpas, tal vez una señal de quienes, en su mayoría, apoyaron y acompañaron al menemismo durante una década (un poco como, de alguna manera, sugería también Sueño Florianópolis, de Ana Katz). De miradas esquivas, de gestos nunca extemporáneos pero significativos, de la melancolía que resulta aunándose el abatimiento de la pareja adulta central con la energía de los chicos, está hecha esta producción filmada en la localidad mendocina de El Carrizal que, por encima de algún añadido innecesario –como la canción del final–, exhibe delicadeza y sensibilidad.
Pequeña película que habla de un instante en la vida de una familia, sus miedos, sus deseos postergados y la necesidad imperiosa de cambiar el rumbo y los deseos a partir de la mirada de una pequeña que necesita que todo vuelva a ser como antes.
Estefanía es una adolescente que comienza a darse cuenta de la crisis en la que está sumida su familia. Cuando ella y sus padres llegan a un campamento para pasar unos días de vacaciones, la muchachita se irá descubriendo sí misma en esa nueva etapa de su vida y allí, en ese lugar bendecido por la naturaleza, comprenderá también que los adultos que la rodean tienen sus propios problemas y no pueden percibir lo que le está pasando a ella. En torno de este entramado, la novel directora mendocina Luciana Bilotti retrató con ternura y dolor el camino de la joven protagonista (muy buen trabajo de Martina Pannachio), que en medio de la cotidianidad deberá vivir entre la incomprensión y el dolor de quienes la rodean. Con una cámara atenta a los gestos y a las palabras de esos personajes que viven encerrados en sus propios mundos, la realizadora logró imponer la necesaria soltura para que su film debut recreara con indudable solvencia el devenir de quienes buscan cambiar sus dolorosos y patéticos destinos. Una muy buena fotografía y una música que va pautando con calidad el paso de los protagonistas apoyan esta historia que habla con emoción de los muy escondidos reductos de esa triste adolescente y de quienes, a veces con amor y comprensión, intentarán comprender su íntimo sentimiento, a pesar de sus constantes y problematizados caminos.
Una chica preadolescente va con sus padres al camping de un club náutico, parlotea con otras chicas, sufre el juego rudo de una más enérgica, bromea sobre un muchachito tímido, fuma a escondidas su primer cigarrillo. A la vez, percibe cierto malestar en la familia. La madre está agresiva, busca algo fuera de casa, el padre se refugia en la hosquedad. Todo lo vemos de modo fragmentario, como suelen percibirse, o recordarse, algunos momentos de la vida. El recurso luciría mejor si sólo tuviéramos la mirada de la niña, sin las escenas donde vemos a la madre moverse por su cuenta, pero esto se compensa con la buena dirección y la simpatía del elenco infantil. Autora, la debutante Luciana Bilotti, egresada de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video. También las chicas son debutantes y solo hay un actor profesional, Diego Velázquez. Rodaje en El Carrizal del Club Mendoza de Regatas, pero se luce poco.
La edad del pavo... Camping presenta la ópera prima de la directora y guionista Luciana Bilotti. Esta coming of age se centra en Estefanía, una preadolescente que debe lidiar con todo lo que esa etapa de la vida conlleva y una crisis familiar que se va desenvolviendo de a poco. La historia comienza cuando Sara, Marcos y su hija Estefanía van de camping por un fin de semana. Sara busca dedicarse a su familia y superar la crisis que atraviesan mientras Marcos se atrinchera en su velero, pero Estefanía tiene sus propios planes. Lo mejor de Camping es la capacidad de mostrar en primera persona los pequeños cambios que conlleva la transformación de la niñez a la adolescencia. Cada momento está teñido de incertidumbre, ternura y, en algunas ocasiones, terror, separándose del cliché de romantizar esta época de la vida en la que suelen caer este tipo de películas. Los problemas de Estefanía se sienten reales y nos preocupamos por su resolución. Por otro lado, si bien el film fue rodado en Mendoza, el camping en donde sucede toda la trama es genérico y no disfrutamos de los mejores paisajes que nos ofrece la provincia. Incluso los planos son bastantes cerrados y nos perdemos de lo que está alrededor, que puede sacarnos del clima que se quiere crear. Un elemento para destacar es la música original de Coiffeur que acompaña a la perfección esta pequeña aventura. Nos emociona y nos hace sentirnos parte de la película en otro nivel. Camping se ve como una historia que suena cercana y entretiene mientras nos hace recordar épocas pasadas de nuestra vida pero no pretende mucho más que eso. Nos emociona y nos acerca a los personajes pero en ocasiones no se entiende mucho a dónde quiere llegar con lo que muestra o a qué hay que prestar especial atención.
La ópera prima de Luciana Bilotti, realizadora mendocina, comienza con una secuencia de material de archivo videográfico, introduciendo un planteamiento inicial que parece anticipar un tratamiento híbrido entre las fronteras (a veces difusas) de la ficción y el documental. No obstante, este posicionamiento no se sostiene durante la totalidad del audiovisual, y las piezas de archivo personal (provenientes de la temprana infancia de Luciana) se reducen a una simple acotación primera: resaltar que se trata de memorias personales, de algún modo imborrables, las que funcionan como principal fuente de inspiración para la película. Si bien este recurso adhiere cierto trasfondo y una potente carga emotiva al material, lo cierto es que el resto de la película funciona independientemente de esta aclaración introductoria. Aunque, claro, podemos interpretar que este arranque tan optimista deja entrever un posible juego de tensiones familiares latentes, que irán en contraposición a estas primeras imágenes cargadas de ternura, niñez y fecundidad. En Camping presenciamos la historia de un matrimonio en crisis (interpretado por Ivana Catanese y Diego Velázquez) y su hija (Martina Pennacchio) que viajan a pasar unos días a aquél sitio que el propio título anuncia; allí se encontrarán con otra pareja amiga, y se volverán más explícitas las tensiones previas de un amor que ya no lo es tanto. La película nos introduce en los relieves escabrosos y tensiones reprimidas de una relación intrafamiliar, reflejados en los ojos inexpertos, pero genuinos, de una preadolescente de doce años. Estamos ante una historia ya conocida, pero narrada de manera audaz, exponiendo un conflicto interno, privativo, en la mirada de una joven niña; generando así una serie de contrariedades propias de los recursos estéticos del cine: la focalización interna preeminente en la niña, pero el conflicto central circunscrito en las asperezas y monotonías del mundo adulto. La ineludible conexión disonante entre la concepción de camping (hábito que nos remite a la idea de un entorno de descanso, de reposo y de receso) representado desde una atmósfera de encierro, de agobio, de clima asfixiante debido a los pesares que cargan los protagonistas, es lo que resalta en la película. Se trata de un relato que ilustra con eficiente realismo tópicos comunes y humanos como el aprisionamiento personal y el ahogo familiar, situando a los personajes en un ambiente contrastante que funciona perfectamente para el oxímoron; eso es este camping. Allí se van a descubrir (o sugerir) los debates inconclusos, las verdades no dichas de la convivencia cotidiana, rutinaria y alienante; ratificando que las problemáticas personales no se curan abandonando el hogar. Sin embargo, no podemos eludir la resignificación de este tipo de estrenos nacionales respecto al contexto excepcional que estamos atravesando: el encierro, tanto físico como simbólico, nos hace reflexionar aún más. La película juega a sugerir esta tensión creciente de la pareja de modo indirecto, a través de diálogos, miradas, e inclusive desde las condiciones climáticas de la estadía en el camping. Acechando, se encuentra Estefanía (la niña protagonista, interpretada por la encantadora Martina Pennacchio), jugando con su amiga Sofía (Zoe Gatica) pero a la vez observando, atendiendo a los conflictos de manera solapada y astuta. Dos mundos que se entrelazan, paralelamente, pero condicionados entre sí; dos mundos siempre a punto de colisionar: la inocencia infantil, las tensiones del primer deseo… y la rigidez y el sinsentido del mundo adulto. Personajes adultos luchando por adaptarse y adecuarse a ese ritmo de normalidad inquebrantable en el que viven inmersos, en vez de hacer algo al respecto. Las niñas, entretanto, procuran no caer en esa trampa mortal, conociendo lo desconocido, bordeando lo prohibitivo. Pero frente a ellas está la expresión de la negación, de la inevitabilidad, de la costumbre asumida, del rencor inexorable. “El futuro es gris”, parecen exclamar esos rostros impiadosos de la gente grande, que miran fijo y hablan poco, aunque sepan muy bien que las niñas no son ciegas, que ellas descifran las miradas, descubren secretos, temen a la oscuridad y a los sapos pero son capaces de encontrar paquetes de cigarrillos escondidos. Todo este clima de estancamiento sentencia a la película, de manera deliberada y buscada, pero como espectadores nos quedamos esperando un quiebre que nunca se termina de explicitar. Debemos tragarnos toda esa tensión y hacer algo al respecto, posiblemente mirar alrededor: en tiempos de confinamiento forzado y obligatorio, nos queda reencontrarnos y redescubrirnos a nosotros/as mismos/as (como hace Luciana Bilotti con esta pieza audiovisual tan personal), repensar nuestros vínculos afectivos, familiares y, quién sabe, abrir o cerrar puertas que permanecían entreabiertas. Si bien algunos momentos de roces se vuelven algo forzados, el conflicto constante se sostiene en la expresión colectiva de un elenco que funciona realmente muy bien, en una historia que desnaturaliza este tipo de crisis absurdas y complejas a la vez. Después de todo, como en este clima de cuarentena, resta volver a la normalidad. Pero, ¿se puede realmente volver a la normalidad? Nos queda pendiente la reflexión. Camping (2020, Argentina) dirigida por Luciana Bilotti estrena por Cine.ar y Cine.ar Play.
Caminos desencontrados que solo suman desdichas… Primer largometraje de la cineasta mendocina Luciana Bilotti, ganadora del Concurso Raymundo Gleyzer 2015, protagonizado por Diego Velázquez (quien interpretó a Erdosain en la versión de «Los siete locos» y «Los Lanzallamas», que dirigió Fernando Spiner en la Televisión Pública), Ivana Catanese, Martina Penaccio, Patricia Cristen y Zoe Gatica. «Camping» cuenta la historia de Sara y Marcos, un matrimonio que se encuentra en una etapa de crisis y decide ir de campamento durante un fin de semana con su pequeña hija Estefanía. Ni bien llegan, Marcos se mantiene recluido en su velero, mientras que Sara cree que en ese lugar podrá dedicarse por completo a su familia y así superar la crisis que atraviesan. Un drama intimista que intenta plasmar la crisis de una pareja con una hija en medio de ese desequilibrio, las consecuencias que genera esa tensión dentro del seno familiar, afectando a su pequeña, además de los efectos directos pero invisibles para el jefe de familia, pero tan latente y triste para su mujer. La cinta enfatiza perfectamente lo que sucede al prolongar la falta de comunicación en los vínculos afectivos y las carencias que se revelan del hecho de su inconciencia. Todos ocurre en un mismo escenario, un camping, el lugar adecuado para la narración, porque está creado para reconectarse y revivir el espíritu de unión. La fotografía es buena acorde a la tonalidad del film entristecido. Sin embargo, la cinta presenta una falta de conexión con lo que se intenta contar y lo que se percibe como espectador hace que no se llegue a un punto emotivo. Un guion que no convence, escenas que se dilatan de forma innecesaria, y en vez de potenciar la historia hace que se vuelva tediosa. Una buena intención, pero con varias fisuras donde en realidad no termina de ponerse de acuerdo en lo que quiere contar en sí, ya que el crecimiento/transformación de una niña en adolescente prácticamente no se ve quedando a medio camino. Por otra parte, las paletas de grises intensos que nos muestra el film de una pareja que trata de salvar lo poco que puede quedar entre ellos puede verse en total esplendor. En síntesis, «Camping» es un drama en el cual la ramificación de su idea se quiebra sin llegar a un lugar o a un fin concreto. La representación sobre la soledad, el dolor, la falta de entendimiento y los desencuentros carecen del punto emocional que debería desencadenar una mayor empatía en el espectador, pero queda un vaso a medio llenar. Una buena idea, pero con varias grietas. Una historia que no logran atraer al público.
El film arranca con grabaciones en video de un bebé. Se nota que es un registro real, el puntapié inicial para la película de ficción que empieza a continuación. La historia que cuenta Camping gira en torno a una niña que está entrando en la adolescencia. Estafanía tiene doce años y está de vacaciones con su familia en un camping. Se trata de un film de iniciación, de despertar, y a los apuntes de la vida cotidiana de esta protagonista que deja de ser niña se le suma la crisis de sus padres y la claustrofobia de un espacio al aire libre pero a la vez cerrado como es un camping. La historia de los niños es todo un subgénero en el cine argentino, habiendo muchos ejemplos de películas protagonizadas por ellos. A pesar de la espontaneidad que puedan tener, las actuaciones no fluyen de manera auténtica. Los apuntes de la vida cotidiana conforman una clase de cine alejado de las fórmulas narrativas convencionales no tanto en la fórmula sino en el concepto de ritmo e interés. La película no pertenece ni al cine más arriesgado ni tampoco a una variable más comercial pero atrapante del cine.
“Camping” de Luciana Bilotti. Crítica. El egoísmo de los adultos. En la plataforma streaming Cine.Ar Play se estrena la ópera prima de la directora mendocina. Ganadora del Concurso Raymundo Gleyzer 2015. Por Bruno Calabrese. Una pareja en crisis, una hija en la pre-adolescencia y un fin de semana de esparcimiento en un camping. Con esos condimentos l la directora nos sumerge en un momento bisagra en la vida de los tres protagonistas. Estefania (Martina Pennachio) se va con sus padres y Sofia (Zoe Gatica), una amiga a pasar unos días en carpa en un camping. Marcos (Diego Velazquez) y Sara (Ivana Catanese) , sus padres, afrontan una profunda crisis que parece tener un inevitable destino, la separación. Se percibe en el ambiente el malestar entre ambos, pero sin peleas, solo evitando el contacto o pasar un tiempo juntos. El padre abocado a arreglar un velero que nunca pisa el agua para navegar, mientras que ella se dedica al cuidado de las chicas. MIentras tanto, Estefanía se descubre a si misma en una nueva etapa de su vida. La directora indaga en un momento bisagra de una familia en ruptura. Recurriendo a videos caseros donde se expone los momentos de la niñez de la protagonistas da inicio a un viaje de descubrimiento de Estefanía. El recurso de usar grabaciones caseras en VHS como elemento de composición del relato es un recurso que ya habíamos visto en “Las Buenas Intenciones” el año pasado. Al igual que en la película de Ana García Blaya, aca forma parte de un contexto de cambio importante en la vida de niños. Durante su estadía en el camping la niña comenzará a sentir sus primeras experiencias de la adolescencia: el interés por un chico, el primer cigarrillo, la rebeldía ante sus padres. Con una convincente actuación por parte de los niños, el film es una interesante mirada sobre la transformación de una niña en adolescente. Los momentos de ternura es uno de los recursos que apela la directora, apuntando a la nostalgia del espectador que conecte con sus vivencias en esa inocente edad. Ese retrato tierno se ve quebrado con los momentos de tensión que se da entre la relación de los padres, pero sobre todo en el enfoque que se da en la dinámica familiar, con un padre que trata de no compartir momentos con ellos, salvo algún que otro espacio aislado que se da para estar con su hija. La crítica sobre la dinámica se ve explicitado en el final, cuando quien decida desaparecer de esa asfixiante realidad sea la madre, mostrando las carencias paternas y el ausentismo de Marcos, a pesar de su presencia física. “Camping” es opresiva cuando hace foco en la relación de la pareja pero descomprime cuando se enfoca en la tierna transformación de Estefanía. Un film que habla de la familia y el desgaste de las parejas, pero fundamentalmente habla sobre la soledad en la que se encuentran los niños en momentos claves de su vida, por conflictos ajenos a ellos. Puntaje: 70/100
Una película sobre amarga adolescencia y difícil compañía. Crítica de “Camping”. La directora mendocina Luciana Bilotti expone un escenario disruptivo familiar con toques de thriller dramático y coming of ege. Un filme donde las personas se van a ver identificadas con sus conflictos personales o los trajines de sostener la idea de unión parental en apariencia. Por. Florencia Fico. Llega el estreno de la película mendocina "Camping" | MendoVoz El argumento del filme se basa en el personaje de “Estefanía”(Martina Pennacchio) quien comienza a notar la crisis familiar que tienen sus padres; en pleno trayecto a un camping. En ese momento se halla en una novedosa etapa de su vida: la adolescencia. La dirección y el guion estuvieron en manos de la directora Luciana Bilotti propone una cinta familiar provocativa que retoma el género Coming of ege. Bilotti incorpora archivos audiovisuales de su propia vida como prólogo y epílogo para mostrar el pasar del tiempo y las relaciones parentales asimismo las distancias de ellos. En su guión se centra en de desarrollo etario de la protagonista, donde las conversaciones y las contestaciones son el puntapié fundamental. Su mirada atenta a los estados de ánimo de los personajes llega al punto de detallarlos psicológicamente y también agrega momentos de tensión en una travesía de suspenso. Además tiene un continuo interés en escenas costumbristas y lúdicas. Hoy se estrena la película mendocina "Camping" | MendoVoz La fotografía de Mariano Cócolo se sirve de la naturaleza para capturar momentos de diversión entre amigas y amigos en el camping. En la pileta con tomas subacuáticas, planos detalle en los juegos entre niños. Los cortes lineales en los planos que retratan el distanciamiento entre los papás de Estefanía. En el tratamiento de la iluminación es suave en las grabaciones matutinas y en las nocturnas se define más el contraste entre colores cálidos y fríos. Se apreció panorámicas del Club Mendoza Regatas. Críticas: Crítica de “Camping”, de Luciana Bilotti - Otros Cines La música de Coiffeur o Guillermo Alonso tiene bases instrumentales como el rasgueo de la guitarra como cortinas de apertura y cierre de la película que se asocia con ese ambiente que está entre cuerdas o tirante. Las letras tienen una composición que hace referencia a cómo se encuentra Estefanía y su familia: “Entre tus manos se escondió mi secreto”, “Parecidos pero nada iguales” y “Yo me voy; éstas frases demuestran en cierta forma: la manera de ocultar las situaciones complicadas en la pareja o el continuó deseo de salirse de ese lugar. Las tristezas, las peleas, la forma de aislarse de cada uno de los personajes, quienes están más ocupados en irse que en quedarse y los que viven preocupados por el estar presentes. El director de sonido Nahuel Palenque incorporó los ruidos de los animales al filme lo que le dio color: truenos, murmullos de una pelea entre los padres y el eco de los pájaros o los grillos al anochecer. Camping» (Estreno en línea: 28 de mayo de 2020) – GPS Audiovisual El elenco lo componen la actriz debutante Marina Pennacchio como Estefanía una joven que le puso mucho esfuerzo a recrear una adolescente desobediente, contestataria, tierna y sensible. La artista Zoe Gatica como “Sofía” su amiga quien compone un personaje más provocativo, confiable e intenso. La actriz Ivana Catanese le pone la piel a la mamá de Estefanía “Sara”, un papel que supo llevar con mucha virtud, sus gestos dan en la tecla en cada emoción ya sea ira descontrolada, enfado, bronca y cariño a su hija. El actor Diego Velázquez como “Marcos”, el papá que le suma su carácter ermitaño, sofocado y poco sociable. Cine.ar: Crítica de Camping de Luciana Bilotti | Leedor.com En personajes secundarios aparece la artista Pato Christen como Patricia quien es una amiga de Sara que trae a sus hijos y marido al mismo camping, ella consolida una interpretación que va en sintonía con su compañera quienes están cansadas de hacerse cargo de la tutela de los jóvenes y a veces adultos. Se destacan también en sus roles como actores Mateo Alessio como Matías y Valentina Iniesta como Micaela, le dan un toque de picardía y rebeldía. La ópera prima de Luciana Bilotti avanza en una película familiar con rasgos de suspenso, coming of age y drama. La realizadora muestra las heridas internas y externas de las familias disfuncionales o al límite. El trío de Martina Pennacchio, Ivana Catanese y Diego Velázquez hacen visibles las gritas de un destino incierto, dividido; y la batalla personal de una adolescencia teñida de diversión y amargura. Puntaje:80
Nostalgia de fin de semana. Camping es la opera prima de la directora mendocina Luciana Bilotti y la película ganadora del concurso “Raymundo Gleyzer 2015”, la cual tendrá su estreno el día 28 de mayo a través de la plataforma Cine.Ar. Su relato esconde una historia íntima y sencilla: Estefanía (Martina Pennacchio) pasa un fin de semana junto con sus padres y una amiga suya, donde comenzará a darse cuenta de los problemas que está pasando su familia. Al mismo tiempo que esto sucede, se irá descubriendo a sí misma en una nueva etapa de su vida. Poco queda para decir sobre esta película que consigue traer al presente a aquellos recuerdos veraniegos que nos formaron o que significaron grandes momentos. El camping, la pesca, las carpas, las linternas, los juegos, los amigos, el verano. Todo esto en conjunto establece una buena adaptación al pasado el cual tenemos por costumbre añorar. Estamos frente a una película que se sitúa en cada una de las miradas de los personajes que conforman este film (sin importar las edades), para lograr un desarrollo firme, en el cual las características de cada uno de ellos se irán construyendo mediante los recuerdos o la apreciación de cada espectador por su cuenta. La fotografía (el DF es Mariano Cócolo) también hace lo suyo: brindando encuadres bastante cerrados logra alimentar la sensación de opresión u agobio, la cual en su debido tiempo llevará al límite a las emociones personales. En esta película el guion, el montaje y la fotografía van de la mano, y ninguna deja atrás a la otra. Camping se puede entender como la representación de una infancia que está a las puertas de la adolescencia; revolviendo en el pasado los recuerdos que a más de uno podría resultarle familiar. Esto lo consigue de una manera original: pone a la cámara en el rol de espía y hace que esta vaya tejiendo con tranquilidad y dulzura un relato que por momentos se vuelve tenso pero no consigue devorar la atmosfera “tierna” que crea desde el comienzo. Y cuando digo “tenso”, me refiero a los conflictos habituales que suele haber en un matrimonio desquebrajado, o en algunos dramas infantiles los cuales se solucionan jugando. Es una película que no va, ni tampoco le interesa, ir más lejos que eso. Se conforma con tratar problemas sencillos para contar una historia sencilla, lo cual no le quita merito a lo conseguido.
CRECER AL AIRE LIBRE Camping de Luciana Bilotti es tan simple como su título. La ópera prima de la directora mendocina es una obra personal e íntima sin ser autorreferencial, valiéndose de una historia pequeña que se concentra en un campamento de unos pocos días, oficiando de coming of age para su protagonista preadolescente Estefanía, pero también es el zócalo de un mural que ilustra tensiones familiares, roles de género y frustraciones de un mundo adulto que representan sus padres. Todo este concentrado de temáticas subyacen narrativamente pero la mirada de la directora se focaliza en la memoria epidérmica de lo que sucede, aquello que es recordado con ternura a pesar del dolor. Hay en Camping una memoria de la calidez con que se recuerda esa salida al aire libre, un despliegue de gestos, descubrimientos, olores y pequeñas odiseas que hacen al mérito de la directora por lograr comunicar este universo con una notable sensibilidad. El film se inicia con un pequeño prólogo que desdibuja los límites entre ficción y no ficción, mostrando imágenes de archivo de la vida de la directora que quedarían como un paréntesis lúdico si no marcara de alguna forma el punto de vista y la perspectiva del film. La niña es también Estefanía, la protagonista, y sirve como punto de encuentro con las imágenes de archivo del epílogo, dando una línea que marca el tono de Camping. Junto a sus padres se aloja en un predio para pasar un tiempo libre alejándose de la rutina citadina, pero ese escape pronuncia también el desgaste de la pareja y los desencuentros en torno a Estefanía, que se encuentra además atravesando la conflictiva etapa entre la niñez y adolescencia. Este desgaste progresivo en la narración explota hacia el desenlace, que sin embargo toma una senda que se queda con el punto de vista de la protagonista, dejando al mundo adulto de sus padres como un misterio mientras vuelven a su hogar. La cámara de Bilotti nos hace testigos ocasionales de la vida en ese camping capturando escenas cotidianas y dejando al desnudo el conflicto y la tensión que subyacen. El hecho que los planos sean en su mayoría cerrados, con muy pocos generales, da una sensación de claustrofobia e intimidad que subraya los momentos de tensión pero también aquellos que hacen al film más cercano al espectador. Las tomas largas al hombro contribuyen sin duda a crearnos esa falsa ilusión de testigos de esta familia, una elección interesante de Bilotti. Otras elecciones hacen sin embargo al relato menos homogéneo, en particular algunos momentos donde se fragmenta el punto de vista. Si bien dijimos que prólogo y epílogo marcan el punto de vista y resultan prácticamente llaves para contener una oración, existen aisladamente secuencias que se salen de la lógica de Estefanía mostrándonos cómo se siente cada uno de sus padres en soledad. Estos momentos no afectan el clima del relato pero sí su perspectiva al elegir mostrar lo que Estefanía intuye entre conversaciones. Una elección curiosa del guion que marca un interés por desarrollar el mundo interno de los padres, pero que queda trunco. Camping es una de esas películas que con aparentemente pocos elementos construye desde la memoria emotiva un relato cálido que se sostiene en el afecto por sus personajes y, sobre todo, por su historia, dando una sensación de nostalgia y ruptura que el epílogo cierra de forma convincente.
Cuatro cintas caseras abren la película como un clásico documental autobiógrafico: en las tres primeras vemos la infancia de la directora, Luciana Bilotti, registrada por su padre con una filmadora VHS en mano. La cuarta muestra un viaje por la ruta, y tras ella, ocurre un quiebre. Un cambio en el modo de registro acompaña un cambio en el pacto con el espectador al pasar del documental a la ficción -si es que podemos pensar los dos términos por separado-. Ambos estatutos mantienen un elemento en común, el viaje en auto de una familia, a la vez que dejan entrever cierta impronta autorreferencial.
Se estrena por Cine.Ar Tv y Cine.Ar Play el film Camping, ópera prima de Luciana Bilotti que brinda una interesante mirada sobre el paso a la adolescencia de su protagonista. Estefi sale de campamento durante el fin de semana con sus padres y una amiga. En el camping se encuentra con Matías, un amigo al que conoce hace tiempo pero por el que empieza a desarrollar “confusos” sentimientos. En medio de este surgimiento de su adolescencia, comienza a ser consciente de la tensión entre sus padres, quienes no parecen ser capaces de compartir un momento en familia sin que haya algún reclamo o pelea. Las historias iniciáticas siempre tuvieron un papel importante en el cine y es en ese contexto que se inscribe el film Camping, que nos trae un relato sobre la llegada a la adolescencia de Estefanía, quien, además de empezar a notar el cambio en su forma de percibir el mundo, comienza a descubrir la complejidad de las emociones de los seres humanos, particularmente la de sus padres que atraviesan una grave crisis en su pareja. La película transcurre casi toda en el exterior, pero la puesta de cámara cerrada sobre sus protagonistas la vuelve asfixiante. Nunca se logra rearmar el espacio de forma correcta, lo cual enfatiza la sensación de estar perdida que transita Estefanía. Y mientras ella transita los diferentes cambios que suceden a su alrededor, sus propios padres parecen ajenos a los sentimientos que la rodean, mientras siguen enfrascados en su propio malestar. Gracias a las actuaciones, principalmente la de Martina Pennacchio en el rol protagónico, este relato iniciático se vuelve particularmente incómodo al plantear la paradoja de que al mismo tiempo en que Estefi va descubriendo esta nueva etapa que comienza, todo alrededor suyo parece estar llegando a su fin: su amistad con Matías, que pasa de la niñez a la adolescencia, puede no sobrevivir, el matrimonio de sus padres (interpretados por Ivana Catanese y Diego Velázquez) parece estar llegando al final y hasta con Sofi, su amiga de la infancia, por momentos, no puede conectar tan bien como cuando eran chicas. Estefanía no encuentra un lugar de pertenencia y es así como, varias veces, a lo largo de la película, su madre o su padre no tienen mucha idea de dónde está, aunque ella manifieste haberles dicho adonde iba. Camping es un film bello, mayormente por el cariño que despierta su personaje principal y la empatía que logra generar en el espectador la desidia que su entorno tiene para con ella. Excelentes actuaciones y una puesta de cámara opresiva que complementan una historia con la que todos nos podemos relacionar desde algún punto.
Como su título indica, todo sucede en el centro de esparcimiento y alojamiento, lo cual deja expuestas acciones y emociones que no pueden esconderse porque acá no hay adentro y afuera (como en una casa) sino que todos se encuentran encerrados afuera. Se pierde la intimidad del hogar, se gana en libertades y vulnerabilidad. En el medio del caos familiar, la protagonista se descubre a sí misma, explorando cada rincón de su cuerpo y alma para conocerse en esta nueva fase. Los espacios que no son abiertos ni cerrados encarnan esa adolescencia dolorosa en la que no se es niño ni adulto, en la que todo enoja y al mismo tiempo hace reír cualquier pavada.
TRANSICIONES ENREVESADAS Un fin de semana acampando al aire libre parece el mejor plan para sacudir la rutina y afianzar los vínculos familiares. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. El programa no sólo deja al descubierto los desfasajes íntimos y externos de los tres, sino que los potencia mediante el contraste con el resto de las personas focalizadas en el aquí y ahora; como si ellos fueran los únicos que se debaten entre ambas perspectivas y la tensión los dejara lánguidos, en pausa. De esta forma, la ópera prima de Luciana Bilotti trabaja con sutiles capas de sentido –muchas veces a través de lo no dicho, miradas y gestos– y con una doble resistencia temporal que arremete contra ese plan y en cómo se autoperciben. Por un lado, la añoranza del pasado. Cada uno anhela con volver a ser y sentir de la misma manera. La primera señal aparece al inicio de Camping: fragmentos de filmaciones caseras de una madre con su beba, un vínculo primigenio y potente que queda registrado para volverse a ver, es decir, para permanecer. Cuando la niña aprende a hablar y se define a sí misma por su nombre, la película se actualiza. Estefanía tiene 12 años, es la pequeña de la familia, e invitó a una amiga al campamento. Ella se aburre repentinamente si la amiga le pregunta quién le gusta más, Matías o Francisco o se avergüenza si ésta saca la muñeca de la sirenita en presencia de un chico. Estefi no se reconoce en el cuerpo de una nena ni en el de una adolescente, así como tampoco se permite atraer a los chicos. Por eso se refugia en la infancia, un período en el que tenía certezas o seguridades sobre quién era y sus gustos. La amiga, por el contrario, transita ese pasaje más cómodamente, amalgamando rasgos de ambas etapas. Por otro, la insatisfacción del presente. La desdicha se torna tan dominante que cada uno queda ensimismado en sus propios fantasmas e incertidumbres que se limita a expandirse, a disfrutar de las pequeñas cosas y a cambiar aquello que lo hace infeliz. Esta barrera también impide que puedan ponerlo en palabras, por lo que se reprimen. La pareja dejó de conocerse y optó por el silencio como compañero. Sara sonríe cuando ve a un padre jugar con los hijos en la pileta o después de que ese mismo hombre habla con ella. Pero no puede evitar llorar mientras se baña, para apañar el sollozo y confundir las lágrimas con las gotas de agua. Marcos se escapa a fumar a su bote y comparte escaso tiempo con la familia. En medio del ahogo, la herida en la espalda de la hija y la hielera funcionan como catalizadores para visibilizar, sin indirectas, aquello oculto. Una suerte de primera medida para despertarse del letargo, aprender a descubrirse sin miedo en el aquí y ahora y amalgamar, por fin, ambas temporalidades. Por Brenda Caletti @117Brenn
Exploraciones de verano Filmada exclusivamente en El Carrizal, en la provincia de Mendoza, Camping (2020) sigue a Estefanía, que entra en la adolescencia, durante unos días de verano. Si bien elige la ficción para su ópera prima, Luciana Bilotti construye un relato íntimo, anclado en su provincia natal e incorporando imágenes de films amateurs que podemos adivinar autobiográficos. Como su nombre lo indica, toda la trama de la película se desarrolla en este espacio particular, constantemente entre afuera y adentro, que constituye el camping. Tanto para los adultos como para los niños, se vuelve un lugar de exteriorización de sus afectos, lejos de la intimidad familiar de una casa cerrada. Ahí, además de los cambios que experimenta en su cuerpo y su identidad, Estefanía debe afrontar los problemas de sus padres que se hacen más y más presentes, como si lo íntimo y lo escondido se cristalizarán en el afuera, donde se vuelven reales. Esas emociones que ellos parecían haber enterrado desde hace muchos años de vida en común se descubren poco a poco. En el medio de este caos silencioso, la protagonista empieza a construir su identidad y emanciparse de su familia para intentar explorar sola. Así, el camping se vuelve para ella el terreno de estos intentos y búsquedas, a veces de manera violenta, como la herida que va a llevar durante casi todo el tiempo de la película, debatiéndose entre el mundo familiar y el mundo exterior. Las escenas en las carpas, espacio del “entre” a la vez adentro pero abierto al afuera, encarnan esta ambigüedad de la adolescencia. También abren a la naturaleza, muy presente, que refleja las emociones de los personajes en una suerte de impresionismo y a la vez parece tener incidencia sobre sus emociones y afectos. La película usa colores suaves casi lavados para mostrar este conjunto de naturaleza y cuerpos, traduciendo el ámbito seco y caluroso del verano. Como muchas veces en el cine, esta estación es el espacio bisagra por excelencia donde el tiempo se estira (¡cómo no pensar en La ciénaga de Lucrecia Martel!) y de aprendizaje para los niños que terminan un año antes de empezar otro. También es un espacio-tiempo por fuera, donde las reglas son otras y donde se tienen que inventar, lejos del cotidiano. Camping es una película de pocas palabras. No se grita, pero el aire se siente pesado, tenso y termina por estallar con la tormenta final, junto a las emociones de los personajes. Llevada por la fuerza retenida de los actores (las dos actrices principales, Martina Penaccio e Ivana Catanese, haciendo su debut cinematográfico), logra dar una mirada fresca sobre ese momento tan particular que es el pasaje a la adolescencia, tema adorado por el cine, sin caer en los lugares comunes.
En las rutinas de los adultos, que juegan disimulando mal los conflictos esta la mirada del despertar adolescente de sus hijas. Ocurre en un camping y mientras los papas ya no pueden evitar sus desavenencias, las nenas juegan y descubren, miran y se sorprenden. Los dos mundos se cruzan con sus conflictos. La pesadez de los silencios, la explosión de las nuevas emociones. Luciana Bilotti eligió para su opera prima, es también autora del guión, relatar con frescura lo que ocurre con la transformación de niña a mujer, aunque el mundo adulto no solo mira para otro lado y nunca acompaña, sino que tiene sus propios y absorbentes problemas. Diego Velazquez, Zoe Gatica y Patricia Christen tienen un muy buen desempeño. La frescura y la espontaneidad quedan para las debutantes Martina Pennacchio e Ivana Catanese, bien dirigidas y convincentes.