La heroína del pueblo El crítico Diego Curubeto, un fanático del cine clase B, pudo acceder -no sin múltiples contratiempos- a todo el material de las películas de Armando Bo que fue víctima de la censura (es decir, las escenas más eróticas y/o violentas que tuvieron a Isabel Sarli como gran protagonista). A partir de ese "tesoro" y del aporte que la propia Coca le dio al ahora realizador, Curubeto construyó un documental basado en tres patas: una exaltación de la figura de esta diva trash/kitsch/naïf, una reconstrucción de la popular carrera (local e internacional) de Bo y un estudio sobre el temible accionar de la censura en nuestro país. Con un impresionante despliegue de materiales de archivo (no sólo los "descartes" sino también afiches, imágenes de la época, trailers, etc), con una animación casera gentileza del rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui que convierte a la Coca en una superheroína vengadora contra los censores, con interesantes testimonios de la propioa Sarli o de un experto en el tema como Fernando Martín Peña, y con unas innecesarias dramatizaciones en las que actúan desde Martín Adjemián hasta Gastón Pauls (por lejos, lo peor de la película), Curubeto ofrece un interesante patchwork concebido desde el lugar del fan, pero también del investigador. Aún con sus desniveles, resulta un trabajo encomiable y, en varios de sus pasajes, fascinante.
Carnosa Pasión Si hay una mujer que despertó pasiones en el cine argentino –y mundial- ésa fue Isabel “La coca” Sarli. Sus desnudos y escenas controversiales a cargo de su marido Armando Bó, quedaron en el imaginario de todo un país. Pero mejor que las escenas imborrables de la memoria colectiva, son las escenas que no pudieron verse aún, prohibidas por la censura en su momento. Diego Curubeto, recuperó esas imágenes y las compiló en el documental Carne sobre Carne, para hacer honor al mito viviente de la afamada Isabel y deleitar tanto a sus admiradores como a quienes desconocieron su trabajo. Isabel Sarli tenía guardadas en su casa una gran cantidad de material de archivo prohibido por la censura. Cuando Diego Curubeto se entera de la existencia de dicho material, le surge la idea de sacarlo a la luz y convertirlo en una suerte de homenaje a la coca. Luego de una gran proceso de restauración, finalmente aquellas imágenes prohibidas pueden verse –como fue el sueño de Armando Bó- por la platea Argentina. Un sueño hecho realidad y una realidad hecha mito, una vez mas. El documental estructura las imágenes a partir de dos segmentos claramente identificados, uno es la ficcionalización de los episodios burocráticos con la censura, y el otro son los dibujos animados que terminan por darle a Isabel y a la figura del censor, el verdadero encanto y repulsión (en ése orden) que adquirieron en el público receptor. Diego Curubeto logra transmitir en su documental, la pasión, el placer y controversia de los films de la dupla Sarli-Bó. A la vez nos hace una síntesis del papel denigrante que tuvo la censura en la Argentina. La película termina siendo un verdadero homenaje a la figura de Isabel Sarli, para seguir admirándola como la leyenda que junto a su marido supieron construir. Anécdotas descabelladas, entrevistas y las tan añoradas imágenes prohibidas, convierten al documental Carne sobre Carne en el sumun de la Sexploitation Argentina. La mejor oportunidad para seguir disfrutando de la coca.
La película del placer La obra cinematográfica de Armando Bo e Isabel Sarli, más allá de las discusiones que ha despertado entre fans y especialistas, e incluso más allá de su cuestionable estatuto de juguete pop, es una de las más consistentes que ha dado el cine argentino. No es, en modo alguno, despreciable, más allá de su carácter de films eróticos o vagamente pornográficos. Y no fueron concebidos ni desde la impericia cinematográfica, ni desde el craso interés comercial ni desde el utilitarismo fisiológico, sino a partir de la idea de que existía –y existe– un sustrato cultural sólido en la Argentina, repetidamente enterrado bajo capas de represión ideológica y física. A partir de ese supuesto, Diego Curubeto –crítico, especialista en géneros marginales, dedicado defensor de lo que la Academia, considera “bajo” en el cine aunque no lo sea, erudito desenfrenado y, como si fuera poco, humorista– construye Carne sobre carne, un documental sobre lo que Armando y la Coca han hecho por y desde nuestro cine. El film es una especie de patchwork que, incluso si sigue un recorrido más o menos cronológico, apela a cuanto recurso tiene a mano para iluminar la obra. Desde ficcionalizaciones –quizá lo menos acertado técnicamente de la película, a pesar de apariciones sorpresivas como la de Álex de la Iglesia– hasta material inédito que quedó en el piso de la sala de montajes de varios films, más bellas animaciones del especialista rosarino Pablo Rodríguez Jáuregui, que establecen el puente –simbólico y real– entre el cine de Bo y la clase B estadounidense, vereda de monstruos. También, claro, entrevistas con la propia Isabel Sarli. Es cierto: muchas de las anécdotas que narra son conocidas, pero a esto se le suman la espontaneidad del gesto y el descubrimiento del control estético que estrella y director tenían sobre lo que hacían. El espectador se asombra de que esos films no fueran fruto de la casualidad o la improvisación sino de que hubiera realmente un plan estético detrás, que fuera, realmente, “cine de autor”. De todo lo que incluye el film, la historia de cómo se hizo su película africana La diosa virgen –anécdota que incluye una mirada sobre el apartheid y el racismo en Sudáfrica– es de lo más jugoso. Un verdadero placer de película.
De todo se dijo acerca de Hilda Isabel Gorrindo, mejor conocida como Isabel Sarli, mejor conocida como “La Coca”. Bomba sexual. Figura pop. Morocha argentina por excelencia. Estrella internacional. Leyenda viviente. Diosa. Ícono. Pero estaba faltando una película que le hiciera justicia a ella y a Armando Bo, responsable de los films que generaron millones de dólares, trascendieron fronteras e inmortalizaron a ambos. El documental Carne sobre Carne llegó para cumplir esa función, para rendirle un merecido tributo a dos artistas que fueron maltratados y subvalorados durante mucho tiempo. Durante sus 95 minutos podemos adentrarnos en los comienzos de la Coca en el mundo del espectáculo, en cómo nació su vínculo laboral (y afectivo) con Mr. Bo en el film El Trueno entre las Hojas, y, sobre todo, en la interminable lucha de ambos contra la censura argentina entre fines de los ‘50 y principios de los ’80. Por ejemplo, con el fin de evitar el hachazo de quienes de autodenominaban Guardianes de los Valores Morales (que debían considerar los desnudos de la Coca como los más terribles actos de corrupción y desprestigio), Bo llegaba a aplicar efectos ópticos sobre las escenas de desnudo de Isabel; el clima psicodélico podía hacer más amena la cosa. Claro que la mayoría de las veces la censura no le perdonaba ni siquiera esta clase de creativos recursos, pero no impidió que Armando B. siguiera haciendo audaces melodramas con elementos sexuales y violentos, que muchas veces filmaba en co-producción y en parajes exóticos. A modo de revancha, Carne... nos regala escenas que en su momento fueron cortadas por su contenido sexual (por ejemplo, la de Una Mariposa en la Noche, repleta de travestidos, que incluye música de Alice Cooper, en la que significa la primera vez que un tema del rockero yanqui forma parte de un largometraje), y también fragmentos de películas perdidas, como India. Bo, muy precavido, supo guardar estas rarezas, tal vez sabiendo que la despiadada censura terminaría en algún momento. Sin bien el tema de la censura es uno de los principales, no es el único. Gracias a testimonios de la mismísima Isabel —admirada por directores internacionales, como John Waters y Pedro Almodóvar—, podemos conocer anécdotas de Armando Bo, de sus métodos de dirección extremos con tal de lograr el realismo que buscaba; entretelones de los rodajes de clásicos de la talla de Fuego, Carne (donde dice la antológica frase “¿Qué pretende usted de mí?”), y la indescriptible pero inolvidable Embrujada. También prestan sus testimonios el coreógrafo Adelco Lanza, quien hacía del amanerado mayordomo Manolo; Víctor Bo, aquí oficiando incluso de presentador; Fernando Martín Peña, Armando Bo nieto y técnicos que formaron parte de aquellos rodajes. Pero no todo es entrevistas e imágenes de archivo: sorprenden gratamente unas desopilantes dramatizaciones —en las que participan Gastón Pauls y Alex de la Iglesia, que personifica a un cineasta maravillado por el estilo vanguardista de Bo— y secuencias animadas, donde se ve a una Coca Sarli gigantesca, persiguiendo a los censores cual Godzilla con superpechos. Guionista, director, periodista de cine, pero cinéfilo por sobre todas las cosas, Diego Curubeto nació para parir Carne... Su amor por el material se siente en cada fotograma. Se nota en el tono entre respetuoso, informativo y humorístico. Hasta se da el gusto de aparecer en una de las mencionadas dramatizaciones. En conclusión: un homenaje que la Coca y Armando Bo merecían desde hace rato, y la posibilidad de por fin ver en pantalla las partes injustamente censuradas de sus creaciones.
Ícono y lucha El crítico de cine Diego Curubeto tras un interesante y arduo trabajo de investigación, logró recopilar material censurado de los films del mítico Armando Bó junto a Isabel Sarli. El documental no sólo permite conocer aquellos fragmentos de celuloide prohibidos, sino también rememorar la obra y figura del director Armando Bó, quien debió sortear las dificultades sufridas por los cortes durante toda su carrera. Debido a ese impedimento, Bó creó con ingenio distintas formar de evadir la censura. A ciertas tomas les insertaba efectos visuales, añadía música al revés o reemplazaba escenas a fin de exhibir su película. Sin duda, fue consecuente con lo que hacia y su perseverancia lo hacía sobrepasar ciertos límites con alguna desmesura. Carne sobre carne cuenta con la intervención de la propia Sarli. A través de entrevistas relata sus inicios, detalles de los films y pormenores de la época; pueden verse imágenes de archivo de su paso por Estados Unidos publicitando sus películas y fragmentos de otros títulos internacionales donde participó. Sobre ella también se intercala una animación a cargo de Pablo Rodríguez Jáuregui donde la “Coca” aparece caracterizada como una sexy heroína que combate a los censores. Del documental participan también el crítico e investigador Fernando Martín Peña refiriéndose a la censura sobre el cine nacional ejercida a fines de los 50 y 60, además de técnicos y actores que trabajaron con Bó, entre otros testimonios. Como en la mayoría de los documentales, la reconstrucción de época dramatizada por Martín Adjemían, como el censor, y Gastón Paul, no logra agregar nada importante al relato. Curubeto abordó con libertad y dinamismo a un ícono argentino como la “Coca” bajo una suerte de culto posmoderno; una mirada que se extiende hacia el contexto del cine nacional de otrora.
Dame Coca No cabe duda de que cierta textura es natural al cine, o por lo menos de que esa textura es el primer destello que le indica al espectador que está viendo una película. Las imágenes de la obra de Armando Bó que rescata Carne sobre carne tienen el relieve y los colores necesarios para evocar un cine de otra época, con otras necesidades y exigencias. En el documental de Diego Curubeto aparece una enorme cantidad de público amontonado alrededor de Isabel Sarli en un estreno. Quién sabe qué esperaba esa gente de la película que estaba por ver, probablemente no esperaba las risas que se escuchan entre el público del Malba. Como decía, era otra época y había lugar para que un director filmara a fuerza bruta, confiara en su instinto e hiciera cine de explotación mientras creaba una obra fuera de lo común y construía una diva extravagante que se emplazaba en el imaginario colectivo. Y todo eso lo tenía que hacer esquivando la censura. El mal hábito de la tijera fue uno de los obstáculos que Bó tuvo que sortear en cada producción y le sirve a Carne sobre carne más como excusa para llevar a la pantalla esas imágenes vírgenes de espectadores que como un alegato contra la prohibición. El comienzo de la película, con un monólogo impostado de Víctor Bó (que recuerda, o quizá parodia, el viejo tono declamatorio del cine nacional) sobre los problemas que tuvo su padre con las instituciones encargadas de recortar, es sólo el punto de partida de un tema que se disgrega a medida que pasan los minutos y empiezan a sucederse en la pantalla las imágenes de una joven Isabel. Algo parecido pasa con las entrevistas en las que aparecen Fernando Martín Peña, técnicos y actores que trabajaron con Armando Bó o la misma Coca Sarli. Sus datos y anécdotas ayudan a poner en contexto a ese cine, pero también plantean una línea que luego se deshace, o más bien acompaña al material recuperado que es el centro de la película. Las animaciones a cargo Pablo Rodríguez Jáuregui son otros de los satélites que rodean a ese material, y aunque a esa altura ya se sabe que esta es una obra creada de retazos, cuando interviene Gastón Pauls en una de las ficcionalizaciones, somos nosotros los que queremos usar la tijera para volver rápido a los gestos ingenuos de la diva cuando nada en una pileta, cuando es asediada por machos cabríos o exaltada por caballos. La verdadera potencia de Carne sobre carne está en el gran trabajo de investigación de Curubeto y en la restauración que llevaron a cabo el propio Peña, Octavio Fabiano y Juan José Staganaro para que ese relieve, ese grano, abandonara por un rato la pantalla chata del canal Volver y retornara a su forma primitiva que permite palpar el cuerpo de una diosa terrenal.
Los que trabajamos en investigación de cine argentino sabemos de qué va la tarea de encontrar, documentar, comparar, manipular información de un cine para el que se necesita mucha pericia de historiador. En primer lugar porque sus protagonistas (productores, técnicos, actores, directores) cuentan siempre "su" versión, en segundo lugar por la falta de material para visualizar. Films perdidos o inéditos, o bien cortados hasta la incomprensión o bien retenidos por empresas televisivas o coleccionistas particulares que guardan sus tesoros sin pretender ninguna manera de compartir ese material. La tríada realizada por Guillermo Fernandez Jurado: Imágenes del pasado, de 1961; El tango en el cine de 1979 y Aquel cine argentino de 1984 son las primeras películas de montaje sobre el tema. La historia del cine mudo argentino en el primer caso, las películas dedicadas al tango en el segundo y el cine sonoro en el tercero (películas incluidas entre 1933 y 1963) incursionan expositiva y ordenadamente con mucho material disponible tanto en el Museo del Cine de Buenos Aires como en la Fundacion Cinemateca Argentina. Del año 2002 Raymundo, de Ernesto Ardito y Virna Molina, es uno de los mejores documentales de los últimos años. Conmovedor a la vez que riguroso, incluye mucho material inédito sobre Raymundo Gleyzer, director fundador del Grupo Cine de la Base, desaparecido por la Dictadura Militar. El italiano Gabrielle Zucchelli terminó en el 2007 un documental sobre la vida del pionero de la animación Quirino Cristiani, del que hemos participado y que ojalá tenga pronta difusión en Argentina. Y no hay muchos más documentales sobre cine argentino. Al menos aquellos que presenten historias de directores, o fragmentos de películas, reuniéndolas por temas, por género. Por eso Carne sobre carne, de Diego Curubeto tiene de alguna manera un mérito extra. Con un trabajo de 5 años, la película que lleva como subtítulo el juguetón Intimidades de Isabel Sarli, comenzó a circular en el 2007: se presentó en Huelva, se preestrenó en el Cine Club Núcleo y entró a la programación del MALBA este año. Su presentación en el BAFICI, también en el MALBA, fue todo un éxito. Curubeto es crítico de cine, autor de dos libros sobre películas de Hollywood filmadas en Argentina (Babilonia Gaucha), obsesivo investigador de temas bizarros. -Isabel por qué sus películas tienen tanto éxito en China? pregunta un periodista. - Porque una sola de mis tetas es más grande que la cabeza de cualquier chino. La platea aplaude. Escenas y secuencias no incluídas en las copias finales, inserts realizados en EEUU para su comercialización en aquel mercado, algunos trucos para evadir a la censura, como toda la secuencia de un baño en las cataratas con efectos de círculos concéntricos en rojo y música grabada al revés, los dibujos animados de Pablo Rodríguez Jáuregui inteligentemente mechados en el relato del film, un montaje que maneja los tiempos, que no abusa ni de los trailers ni de las entrevistas, ni del material gráfico. La intervención de Fernando Martín Peña hablando de la censura en los años 60 se cruza con las entrevistas a técnicos, a la propia Sarli y a Adelco Lanza que explica cómo nació su papel de mucamo "amanerado". La platea vuelve a aplaudir. -Pero por qué no mostrar este tipo de gente, mirá ahora quienes manejan la televisión! (interviene la Coca) Nada falta. Una película que la Coca se merecía, hecha con respeto y admiración, de gran riqueza visual y excelente tarea de restauración. La pantalla del MALBA luce el tecnicolor y el blanco y negro de un modo impecable. Una gigantesca Sarli desnuda y animada camina por las calles de una ciudad llena de tanquecitos y militares. Uno de ellos la enfrenta. Ella, con el índice, le toca el cañón. El cañón se eleva y salta una bala. El público se divierte. Camp, kitch, de culto, erótico, naif, torpe, genial todo a la vez, el cine de Armando Bo forma parte de la identidad del cine argentino y a través de su obra, la de la figura de la Coca Sarli convirtiéndola en uno de los íconos de nuestra cultura popular.
Fiebre de Coca en el Malba ¿Qué puede decirse de Isabel "la Coca" Sarli que no haya sido dicho? Poco y nada. Pero sobre este documental de Diego Curubeto que se construye como un homenaje a la obra de la Sarli junto a Armando Bó, puede decirse mucho. O mejor dicho, recomendarlo entusiastamente, porque no solamente nos cuenta con lujo de detalles anécdotas de la filmografía de la Soft-porn diva nacional sino que para los que amamos el cine, pinta de cuerpo entero la locura pasional que Armando Bó tenía por el cine, por el espíritu transgresor que animó su cine y por integrarlo a un plano internacional. Con escenas borradas, tomas alternativas, fragmentos de trailers de películas de la Coca, versiones dobles que se filmaban para Argentina y para el exterior, podemos disfrutar en este documental de las situaciones más hilarantes y bizarras a las que Bo haya "sometido" a Sarli en busca de un lenguaje cinematográfico distintivo y propio. Abordando temas de los que incluso hoy el cine sigue tratando demasiado tangencialmente, veinte o treinta años atrás esta dupla los aborda con total libertad, tratando de burlar a la censura y conquistando mercados impensados en ese momento para el cine nacional. Violaciones grupales a la pobre Coca, padre e hijo la comparten en "La mujer de mi padre", hay lesbianismo, drag queens, lucha en el barro, zoofilia, mayordomos gays que han sido perseguidos por la censura. Coca es ninfómana, burrerita, diosa hindú, se exicita con los caballos, se ducha y se baña en cada rinconcito que encuentra... nos regala una catarata de situaciones de lo más "fronterizas" e inolvidables del cine local. La censura, la fiebre por conquistar otros mercados, anécdotas de filmación contadas por los mismos protagonistas (es hilarante cuando ella dice que como Bó vio que había tenido tanto suceso "El bebé de Rosemary" entonces se decide a filmar "Embrujada" donde ella queda embarazada al ser violada por el Pombero, diablillo paraguayo) y por los técnicos de sus films, arman un deleite para quien quiera disfrutar de las andanzas de un dúo que supongo, sabía, en ese momento que con su talento -hoy tan kitsch- estaba revolucionando, a su modo, la historia del cine nacional. Todo este material de archivo está intercalado con reportajes a la Sarli (dos actuales y uno con ella muy jovencita en la TV australiana) donde lo que impresiona es el tremendo contraste entre la insaciable fogosa ninfómana de las películas y la mujer sencilla y tímida que ella es en la vida real, aunque todos los comentarios coinciden en que es una mujer de carácter fuertes y de armas tomar. Las anécdotas de filmación contadas de su propia boca son sencillamente deliciosas y nos transportan a la quimera de hacer cine contra todos los pronósticos. La Coca doblada al portugúes, al inglés, subtitulada en chino (o japonés?), la calle Lavalle atestada de gente ante cada uno de sus estrenos -y ella custodiada por policías para poder salir de la sala-, la lucha de Bó contra la censura, de su amor por el cine y de su pasión por el hombre que la amó como mujer y que la hizo una mega-star. Y como bonus track, nos pasea por la lolas más bañadas, frotadas y "amasadas" del mundo entero en la pantalla grande.