Rock, recuerdo y nostalgia A través de una mirada retrospectiva y con aires de nostalgia, Cemento: El documental (2017) realiza un recorrido conceptual por una de las principales usinas culturales que tuvo Buenos Aires y que desde hace varios años funciona como estacionamientos de vehículos del Gobiernos de la Cuidad. Basado en su propia experiencia, Lisandro Carcavallo construye su ópera prima con el objetivo de reivindicar la esencia de esta famosa discoteca fundada por Omar Chabán y Katja Alemann en 1985. El trabajo muestra como surgió la idea, el proceso de construcción, la inauguración, la figura de sus dueños, la movida artística que fomentó y hasta el reconocimiento que se le otorga en la actualidad. Una gran cantidad de voces y miradas convergen entre sí, para dar vida a un film que deja al descubierto un arduo trabajo de producción y una gran predisposición por parte de los entrevistados. Algunas de las personalidades que participan son el Indio Solari, Mario Pergolini, Ricardo Mollo, Ricardo Iorio, Raúl Villarreal, Juan Di Natale, Carla Ritrovato, Fernando Noy y Bobby Flores, entre muchos otros. Por otro lado, la película da cuenta del gran proceso de recolección de datos, así como de digitalización de archivos inéditos, que se llevó a cabo a lo largo de los dos años de preparación. Los materiales le otorgan una mayor veracidad a cada testimonio y reviven el espíritu libre de la discoteca. El documental le concede un lugar muy importante al nacimiento de la radio Rock & Pop y del suplemento Sí del diario Clarín, ya que junto con Cemento dieron sustento al movimiento de la contracultura y posibilitaron el ascenso de reconocidas bandas del rock nacional. Además, el trabajo hace un especial énfasis en la obra de Omar Chabán, enaltece su historia de amor con Katja Alemann y no deja de lado la tragedia sucedida en Cromañón. La película presenta una estética muy particular, ya que recrear el clima rockero de los años 90. Los recursos más utilizados son los glitch de video, los papeles de flyers, los grafittis y las fotografías, entre otros. En este punto, se hace fundamental destacar el plus que le aporta el hecho de que Aldana Aguirre y Alejandro Taranto hayan estado a cargo de la musicalización, porque logran exitosamente la fluidez del film.
Aquella sana imprevisibilidad La estrategia formal que el director y guionista Lisandro Carcavallo decide implementar en Cemento: El Documental (2017) es sutilmente heterodoxa dentro de lo que vendría a ser el terreno de las normas no escritas de los rockumentaries en general, ya que en vez de aprovechar el cuantioso material de archivo del que dispone, el susodicho prefiere construir un pantallazo en tercera persona en torno al mítico templo del rock argentino de las décadas del 80 y 90 a través de entrevistas de impronta mayormente nostálgica -registradas en el presente- a distintos personajes públicos, figuras del under, periodistas y miembros de las bandas que en su momento pasaron por el local porteño y hoy por hoy nos brindan una querencia dolorosa que aporta un recorte emocional y laxo del sentir colectivo de la época. Es decir, en lugar de privilegiar las grabaciones en video y otros soportes audiovisuales de las obras teatrales, performances y shows musicales de aquellos años, el realizador vuelca la balanza hacia los testimonios de los protagonistas con el paso del tiempo marcado a fuego en rostros y palabras, lo que inevitablemente le deja al espectador un “sabor a poco” en cuanto a los registros de primera mano, esos que habilitan el poder ver/ escuchar/ apreciar/ embeberse sin intermediarios de la inigualable sensación de peligro y descontrol que experimentamos todos los que alguna vez -o muchas veces- asistimos a los eventos que ofrecía el lugar regenteado por el excéntrico Omar Chabán, quien pudo abrirlo en 1985 gracias a un préstamo de su pareja Katja Alemann, una visionaria vernácula en ebullición. Hay que reconocer que la maniobra no le sale mal a Carcavallo porque al mismo tiempo logra redondear un retrato poderoso y expansivo no sólo de la historia de aquella “caverna” de Estados Unidos al 1200, sino también de la eclosión de una multitud de escenas musicales, artísticas y simbólicas que dieron paso a una contracultura sumamente valiosa, en épocas cuando la estupidez, la prolijidad, el marketing y el conformismo más cínico no habían cooptado ideológicamente al rock. En este sentido, sin ninguna duda el hecho de que la camorra neoliberal macrista al frente del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires haya adquirido el predio para convertirlo en un estacionamiento es un signo de la mediocridad y tilinguería de este presente social que nos toca padecer a todos los que amamos la cultura. También es acertada la decisión del cineasta de no profundizar demasiado en la caída de toda la escena rockera anárquica con la tragedia de República Cromañón del 30 de diciembre de 2004, lo que hubiese representado una desviación importante para con el tema analizado. Entre la pluralidad de bandas legendarias que brindaron shows en el lugar debemos destacar a Sumo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Los Violadores, Riff, Hermética y Ratones Paranoicos, cada una de las cuales originó de por sí una vertiente específica en el rock local y latinoamericano. Cemento: El Documental es una interesante letanía en pos de la efervescencia artística y aquella sana imprevisibilidad que desconocía toda frontera con el objetivo declarado de apoyar y enriquecer a nuestra cultura argentina…
Un muy interesante documental que recorre la historia de un lugar creado por Omar Chaban y Katja Alemann, mas algunos amigos que se transformó en lugar de cita de la vanguardia creativa, en el albor de la democracia con Alfonsín, cuando todavía el aparato represivo mostraba su poder y la policía constantemente merodeaba el lugar. Fernando Noy y la misma Katya recuerdan esos inicios, la dificultad para lograrlo y los espectáculos que ella hacia, mas “la organización negra”, Omar Viola, Batato y tantos talentos más. Peor luego para subsistir, se llegó a la conclusión de que solo las bandas traerían un público masivo y el lugar se transformó en un templo del rock, donde todos todas las tribus urbanas tenían cabida, y todos los estilos y las mezclas mas insólitas. . Se ven actuaciones de Sumo y los Redondos, y muchos más. Y están los testimonios de figuras tan difíciles como el Indio Solari y Ricardo Mollo se le suman Mario Pergolini, La Renga, Ricardo Iorio, Raúl Villarreal, Juan Di Natale, Miranda, Carajo, Carla Ritrovato, La Vela Puerca, Bobby Flores, entre muchos otros. Para rescatar la memoria de un lugar que hoy es un estacionamiento.
Después de su estreno en el Bafici, llega a salas este documental que recupera la historia de Cemento, el espacio cultural fundado por Omar Chabán y Katja Aleman que marcó la movida underground de la democracia. Es una película sustancial, en la que todo suma y nada sobra para armar el mosaico de lo que fue Cemento, tema de interés emocional de todos los que pasamos alguna vez por ahí. Con buen ritmo y muy valioso material de archivo, Carcavallo reconstruye la epopeya de Cemento a través de voces autorizadas: desde Katjia y Yamil Chabán a Bobby Flores, Mollo, Iorio, Geniol o Pergolini. El documental arranca con imágenes de la construcción de ese lugar enorme y despojado, "un espacio desprovisto de todo: la gente lo hacía", como comenta alguien, "el estadio que todos esperábamos", según Mollo. Aunque en principio era un lugar absolutamente pionero de experimentación artística, abierto a la performance, el teatro y las muestras plásticas, en el que actores desnudos -Katja, Chabán- cantaban el himno nacional y la Organización Negra regalaba adrenalina, la necesidad de mantenerlo a flote llevó a sus fundadores a convertirlo en sala de música en vivo, el templo del rock. Impresiona ver el material rescatado de los vivos de Sumo, de los Redondos y tantas otras bandas que crecieron, se fundaron, nacieron para un público en Cemento. "A Omar no le gustaba mucho el rock, a mí tampoco -dice Aleman-. Las bandas llegaron porque había que bancar el lugar. Mirá lo que son las cosas". No hace ni falta mencionar el final de ese germinador de contracultura que fue Chabán. Ni falta le hace a la película ninguna pretensión cinematográfica o de innovación formal: Cemento es un documento valioso, un contundente rescate de una página esencial de la cultura argentina posdemocrática, para las viejas y las nuevas generaciones. Porque como dice Wallas, "el rock argentino no sería lo mismo sin Cemento, en ninguno de sus estilos".
En los años 80, durante el nacimiento de la democracia, se crea Cemento, un lugar que primero fue pensado como un centro cultural, armado para muestras de arte y de teatro underground, pero que terminó siendo un ícono del rock argentino. Este documental se dedica, a través de testimonios recogidos de distintos músicos y personalidades relacionadas al rock local, a reconstruir su historia. Es sabido que si sos alguien de la escena del rock nacional, especialmente si tu banda nació entre los años 80 y 90, tuviste que pasar por Cemento. Ese sitio en el que los más viejos de la escena under del rock te lo cuentan como el lugar donde todos se reunían a tocar, donde se vivía el descontrol y al mismo tiempo se le daba oportunidad a esas bandas que capaz no llegaban a los 20 espectadores y ahí estaba Cemento para darle una oportunidad a todos. Más de 90 testimonios distintos dicen que músicos de varios géneros de rock pasaron por Cemento. A partir de ellos vamos recorriendo la historia del lugar, aunque no solo eso, sino también la historia de nuestro rock y nuestra cultura. Uno de los puntos más nostálgicos son los relatos sobre Omar Chabán, el mítico personaje dueño de este lugar. La mayoría de los músicos entrevistados coinciden en que a pesar de que éste era su negocio, nunca le negó una oportunidad a nadie que se la pidiese. Podría decirse que estos argumentos ayudan a reivindicar su imagen. Entre los testimonios más destacados está el de Katja Alemann, que fue la cofundadora de este mítico espacio. Ella relata cómo fueron los comienzos y cómo no tenían la intención de hacerlo un lugar para bandas, pero que casi por necesidad lo terminó siendo, convirtiéndose así en el lugar histórico que es hoy en día. El documental tiene ese misticismo que el mismísimo Cemento tenía. Esa diversidad de relatos que son ricos en historias y experiencias y que vienen de distintos orígenes, enriqueciendo nuestra cultura que es mucha veces pisoteada y olvidada por nosotros mismos. Carcavallo nos llena de nostalgia, de historia y de riqueza cultural, de esa historia argentina que no te van a contar en la escuela, pero que si no la viviste, en algún punto querrías vivirla. Si fuiste a Cemento y lo conociste, viviste esas paredes transpiradas y esos baños que parecían de una película de terror, pero que tenían su magia, vas a disfrutar este testimonio fílmico y alguna lágrima se te va a caer, y si no pudiste conocerlo te van quedar ganas de viajar en el tiempo para poder vivirlo.
Una merecida recuperación de la rica historia del ámbito más importante de la cultura under de los años '80 y '90. El 30 de diciembre de 2004 ocurrió la tragedia de República Cromañón y sus 194 muertes. Emir Omar Chabán pasó a ser poco menos que el Diablo en la Tierra, terminó en la cárcel y murió consumido por la enfermedad en 2014. El 30 de diciembre de 2004 también cerró Cemento, una creación de Chabán y su por entonces pareja Katja Alemann. Desde su apertura en 1985 y durante las siguientes dos décadas, ese inmenso ámbito ubicado en la calle Estados Unidos al 1200 fue el epicentro de la movida artística más importante de Buenos Aires, ámbito privilegiado del movimiento under, de la contracultura y de la consagración de miles de bandas de todos los géneros. Este notable documental de Lisandro Carcavallo reconstruye esa ya mítica historia a partir de una minuciosa investigación, unos 70 testimonios que van desde la propia Alemann hasta Fernando Noy y Genniol, pasando por el Indio Solari, Mario Pergolini, Ricardo Mollo, Juan Di Natale, el Ruso Verea y Bobby Flores, entre muchos artistas y comunicadores; una veintena de fragmentos de shows y material de la época en gastados VHS y los primeros registros digitales. No hay aspecto importante que deje de abordar este documental: desde los antecedentes (La Esquina del Sol o el Café Einstein del propio Chabán) hasta las excéntricas performances, desde la aparición de La Organización Negra hasta la explosión punk (Todos Tus Muertos, Attaque 77, 2 minutos), desde las bandas under de los “festivales” que duraban toda la noche hasta los conciertos de grupos ya más grandes como Sumo (luego Divididos y Las Pelotas) o Los Redondos, desde la relación con la FM Rock & Pop y el Suplemento Sí de Clarín hasta las batallas de las “tribus” (punks, darks, stones, skinheads, heavies), los días “nudistas” o los dos años de permanencia del espectáculo Clásico amoral, desde el propio Chabán negociando el precio con los pibes en la entrada o manteniendo acuerdos (siempre de palabra) con los managers hasta las razzias policiales o la precariedad de los baños inundados o la falta de ventilación. Como bien dice la conductora Carla Ritrovato, “el que nunca estuvo ahí no lo va a entender”. Pero quienes -como quien esto escribe- pasaron buena parte de su adolescencia y juventud dentro de esas calurosas o heladas (dependiendo de la estación) paredes de cemento, Cemento fue algo así como una escuela de vida, un ámbito de pertenencia, un lugar de descubrimiento durante la primavera alfonsinista y de resistencia durante los oscuros años del menemismo. Todo eso queda reflejado en este documental básico en su estructura, pero conmovedor en su contenido. No por nada muchos músicos se terminan quebrando a cámara al recordar la importancia que Cemento tuvo en sus carreras y sus formaciones. En Estados Unidos al 1200 debería funcionar un centro cultural que recuerde la rica historia del lugar. En cambio, hoy hay un estacionamiento. La desidia y la falta de memoria de la sociedad argentina en toda su dimensión.
Cemento: La huella de la Democracia ¡Mejor hablar de ciertas cosas! Cemento: El Documental (2017), de Lisandro Carcavallo, imprime la génesis y mística que encerraban las paredes de Cemento, aquel lugar emblemático que marcó un antes y un después en la cultura argentina. Desde su inicio el 28 de junio de 1985 hasta su cierre, luego de la tragedia de Cromañon el 30 de diciembre de 2004, significó vivir en democracia. Su surgimiento fomentó la apertura de centros culturales. Hoy Cemento es un estacionamiento de autos. Al hecho los músicos lo definen como el primer crimen de esta era y el entierro de la contracultura urbana, del under. Pero, ¿qué era cemento?, ¿Cómo nació y porqué se convirtió en leyenda? ¿Qué implicaba pasar por su escenario? ¿Qué encerraba esa estructura neutra de materiales oscuros? Estas son algunas de las incógnitas que responde eficazmente el eje narrativo de Carcavallo. Con ese objetivo surge este compilado de material de archivo y valiosos testimonios que permiten al espectador -al igual que el libro del autor Nicolás Igarzábal, Cemento, el semillero del rock– conocer el detrás de escena del sitio que rompió tabúes. Los primeros minutos sitúan al público en el espacio-tiempo de los ’80, cuando Cemento abrió sus puertas en la calle Estados Unidos 1234-38., gracias a Katja Alemann y Omar Chabán, que concretaron su sueño de crear el puente entre la expresión vanguardista artística, teatral y el espectador. A través de imágenes de archivo y testimonios se observa como comenzaba un mundo diferente: el de la expresión creativa en todas sus formas y colores. Este universo, impensado en la Dictadura Militar, emergió en un bloque de cemento que Mario Pergolini definió como libertad. No había glamour ni confort. Ahí cruzabas la puerta y entrabas en otro planeta, el Planeta Cemento. Su pilar ante la falta de recursos era la colectividad artística y su estandarte la experimentación. Gracias a Cemento nació el espíritu del rock nacional, sus vertientes ideológicas y su público en los ’80 y ‘90. Inscribió a Argentina como el tercer país, luego de Estados Unidos e Inglaterra, en generar culto del rock. Allí germinaron dos generaciones de bandas que, pese a las intenciones iniciales de Chabán –su inclinación era hacia el teatro, que mutó con el correr del tiempo hacia la música-, entendieron cómo transmitir desde el escenario el sentido de pertenencia, libertad y convivencia entre culturas diversas: Sumo, Divididos, Almafuerte y Hermética son algunas de ellas. Ricardo Mollo asegura que “ahí no importaba el sonido, sino estar todos juntos”. En esta usina cultural primaba el lema menos es más. Las bandas trabajaban colectivamente para que con tan sólo luz eléctrica emerja un bien escaso: la mística. Y así fue el motor de Cemento, y su base, la honestidad. Los jóvenes tenían la necesidad de entrar para ver qué pasaba adentro, de conocer canciones y obras diferentes que abran sus cabezas a un pensamiento alternativo. Al unísono, allí encontraban refugio y contención de la policía que aún reprimía al que deambulaba en las calles tarde por la noche. Lo llamaron refugio, hogar… el templo del rock; la fiesta de la inclusión. Nadie quería quedarse afuera. Los adolescentes hacían fila durante largas horas para sacar ticket, entrar y vincularse emocionalmente mediante ese escenario que tanto arriba como abajo los hacía partícipes de la libertad. Sus paredes transpiraban igualdad cultural, por eso esperaban eufóricos que salga uno para ocupar su lugar. Su estructura: dos espacios estratégicos. Uno para vibrar al ritmo de la música, otro para escucharla de fondo, hablar, conocerse, encontrarse. Ricardo Iorio sostiene que “siempre hay descontroles cuando el pobre se divierte”. Cemento: El Documental se inscribe como patrimonio cultural de aquellas maravillas que cobraron vida. Esta retrospectiva, que cuenta con la participación de Indio Solari, La Renga, Miranda, Fernando Noy, La Vela Puerca y Bobby Flores, entre otros, permite al espectador entender cómo este pandemonio rompió el molde del mapa político efervescente de los ‘70 y porqué “hoy el público se divide entre el que estuvo y el que no estuvo.”, aseguran. Al respecto, Omar Chaban alegaba que “El rock nace de la honestidad de Cemento. Hasta entonces, todos se quejaban de ser estafados”; Edu Schmidt (ex cantante de Árbol) cuenta: “A Cemento primero lo vivías como espectador, habían códigos. Luego todo músico lo pensaba ese delirio místico como un sueño a cumplir. Fue cuna del culto punk, heavy y trash. Antes habían instancias, sacrificio. Hacer un show implicaba llevar gente. Hoy los festivales son sponsoreados y ponen en duda si los productores sienten, o no, esa pasión rockera”. Marcelo Corvalán (cantante de Carajo) sostiene que “Cemento hoy sea un estacionamiento es la peor degradación intelectual que hemos vivido en los últimos años. Aquello alternativo de la cultura paso a burócratas como un castigo. No existís más y si la gente se olvida, mejor”. En buena hora llegó este documental para resguardar y mantener activa la memoria.
Este filme recupera la historia del mítico lugar de la contracultura y del rock nacional desde los años ‘80 hasta su cierre a partir de historias y anécdotas contadas por un gran grupo de entrevistados, incluyendo al Indio Solari, Ricardo Mollo, Mario Pergolini y muchos más. Sencillo y un tanto convencional, el documental sobre Cemento es una suma de testimonios y material de archivo de la época que retrata, cronológicamente, la historia del lugar creado en 1985 por Omar Chabán y Katja Alemann. El filme cuenta, sí, con un gran pelotón de entrevistados entre los que están el Indio Solari, Ricardo Mollo, Ricardo Iorio, Mario Pergolini, la propia Alemann y líderes, integrantes o managers de decenas de bandas que pasaron por el boliche de la calle Estados Unidos en algún momento de sus vidas y sus carreras. A partir de esos testimonios y los videos grabados en calidad VHS del lugar y las bandas que pasaron por allí en los ’80 y ’90 la historia avanza, desde los tiempos en que Cemento era un reducto nocturno arty y moderno para pasar a ser el lugar donde bandas como Los Redondos o Sumo lograban acceder a un público mayor al que tenían en ese momento y luego, cómo banda tras banda (Massacre, Attaque 77, 2 Minutos, Horcas, Hermética, La Vela Puerca, La Bersuit, Miranda, etc, etc) fue pasando por su arquitectura básica y cavernosa, sus baños inundados y sus puertas rodeadas de policías y recordando sus experiencias. El anecdotario es profuso y todos tienen (tenemos, bah) algunas historias para contar del lugar. Y el filme logra organizar bien el anecdotario y los ejes temáticos con la cronología del lugar, que fue volviéndose reducto del punk, del hardcore, del metal, del rock barrial y, desde siempre, de expresiones artísticas no musicales. CEMENTO es también una suerte de homenaje a Chabán, el artista vuelto empresario que nunca dejó de considerarse como artista y apoyar a todo tipo de bandas, a las que –aseguran– jamás les falló en un contrato o compromiso, e invitaba a volver aún cuando convocaban a poca gente. El triste final de la historia (el combo Cromañón, clausura y posterior transformación del lugar en un estacionamiento) permite al filme un espacio para la reflexión, si se quiere, nostálgica de una época fundamental de la contracultura porteña. El documental no será tan creativo como podría serlo uno que homenajea a un lugar o a un hombre que se caracterizaba por su dedicación a la vanguardia artística, pero en su correcta y funcional estructura sirve para que los estuvimos allí y los que nunca llegaron, por cuestiones generacionales, a traspasar sus puertas, podamos recordar o sentir lo que fueron esas inolvidables experiencias.
Cemento, el documental Dirección: Lisandro Carcavallo Sección: Música Una cita obligada para los rockeros o aquellos que pisaron alguna vez el reducto de la calle Estados Unidos 1234. El documental de Cemento es un documental testimonial que tiene como protagonista al semillero del rock, las entrevistas a los protagonistas y las principales bandas de rock que pasaron y se formaron por allí. No tiene sentido mencionar los nombres celebres, están todos, desde el punk, el metal, al rocanrol más popular y la contracultura teatral de los ochentas y noventas. El documental empieza contestimonios sobre las intenciones artísticas de Katja Alemann y Omar Chabán y la etapa discoteque, para pasar a la parte más conocida y su transformación en el espacio más importante del under porteño. Una polémica glorificación de Omar Chabán pero sin dudas fundamentada, el rock no hubiera sido lo que fue sin su figura. Su entendimiento y su relación con el rock superaba la simple gestión del lugar, el documental muestra la importancia de su impronta y la influencia que tuvo en los artistas del rock. Lo bueno del documental es que está bien estructurado para mostrar las diferentes etapas de la sede. Las iniciales intenciones y los cambios que generó en la cultura popular de la ciudad. Cemento habla a través de los músicos y como fueron desarrollándose en ese lugar, no habla de música sino de lo turbulento que era el rock durante sus primeros años. El problema quizás es la presentación del material de archivo en el trabajo final. Seguramente por un tema de costos no hubo una mejora o una recuperación de esas filmaciones, quizás también fue intencionado para mostrar la crudeza del lugar. Lo mismo sucede con la música que suena a lo largo del documental, no hay una gran recuperación de las bandas más allá de su mención o aparición. Aún así, se trata de un documento que tenía todo para ganar y el trabajo de producción fue impecable para lograrlo con éxito. Los testimonios son variados, difíciles y numerosos. La conclusión que deja el documental de Cemento en definitiva es un golpe a la relación de la política con la cultura, con el que estamos de acuerdo. Sin embargo, surge otra conclusión que el documental omite pero queda muy expuesta. Si Omar Chabán fue una figura tan importante, tan benéfica y tan grandiosa, ¿Por qué ninguno de los que habló salió a defenderlo públicamente luego del 30/12/2004?
Cemento – El documental, de Lisandro Carcavallo Por Gustavo Castagna Cemento merecía su documental. Una figura como la de Omar Chabán, pre desastre de Cromañon, también ameritaba un trabajo de las características del pergeñado por Lisandro Carcavallo. Una hora cuarenta es poco tiempo para sintetizar la importancia de aquel mito edilicio situado en Estados Unidos al 1200 que por dos décadas representó lo under en lo musical y en lo teatral, en lo performático y en lo contracultural. Parido por Chabán y Katja Alemann con la lacra de la dictadura asesina aun cerca, Cemento fue resistencia, creación, desprejuicio, exceso, novedad, sorpresa permanente. Los testimonios son abundantes y a veces perjudican cierto crecimiento del relato, conformando por cabezas parlantes, fragmentos de archivo en color y blanco negro, VHS o digital más reciente. Cada espectador puede elegir la zona del documental que más le interesa, o que tal vez vivió ahí mismo, en ese espacio mítico desde hace años convertido en playa de estacionamiento (Argentina, un país sin memoria, claro). Podrá elegir los primeros años de performance con aire warholiano que tenían a La Organización Negra y a Alemann como referentes, la explosión musical con esas bandas que había que ver en Cemento sí o sí (Sumo, los Redondos, Los Violadores), el auge del punk y del metal y no solo a través de grupos de primera línea, sino también de segunda o tercera (¡esas listas interminables para una sola noche¡), o más adelante, y ya cerca del final, el retorno al universo teatral con Chabán como empresario, gestor y actor en escena. Los testimonios suman en buena medida apuntando a la nostalgia, al carácter ético-empresarial-artístico de Chabán, a la descripción de noches de tribus enfrentadas y policía represiva fuera del local-refugio. Para quien como el que suscribe concurrió cinco, seis veces a Cemento (y, aclaro, que allí no vi a ninguna de las bandas “importantes”), el recuerdo es feliz, confuso, borroso, alegre o como siempre lo fue, de iniciación permanente, de efímera y bienvenida felicidad en contraste con un fuera de campo que aun acosaba y agredía recordando los años anteriores de catacumbas y prohibiciones. En ese sentido, Cemento –el documental- es un trabajo democrático, abierto a los diferentes paladares de los interesados. 20 años de creación y de puertas abiertas, jamás censuradas para el diferente, el de poca plata y el marginado por la sociedad, representaron toda una época irrepetible de la cultura under o independiente de acá. Pero la fiesta terminaría en 2004, cerca del último día de ese año. Allí dios Omar y el diablo Chabán se mordieron la cola. Y se cerraría el telón. Para siempre. CEMENTO – EL DOCUMENTAL Cemento – El documental. Argentina, 2017. Dirección: Lisandro Carcavallo. Guión: Lisandro Carcavallo y Franco Medina. Fotografía: Leandro Chirico. Edición: Leandro Sánchez. Sonido: Mariano Mazzitelli. Duración: 100 minutos. En el Cine Cosmos-UBA (Corrientes 2046), a las 19 y 21.10 horas.
En este documental nos encontramos con varios testimonios, fotos de archivo e imágenes, reportajes y artistas. Entre los testimonios más destacados está el de la siempre bella Katja Alemann, le sigue el de: Mario Pergolini, Juan Di Natale, Bobby Flores, el Ruso Verea, Ricardo Mollo, Ciro Pertusi, Germán Daffunchio, Ricardo Iorio, entre otros. Podemos ver muchísimas anécdotas, reflexiones, situaciones para emocionarnos, de un espacio que fue parte de nuestra cultura, su desarrollo resulta didáctico, con buen ritmo y muy entretenido. Este documental se proyectó en el BAFICI de este año.
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