Endogamia en las mieles del deseo adolescente. Juana (Malena Filmus) y Mara (Lola Abraldes) son hermanas adolescentes que quedaron a cargo de una tía tras la pérdida de sus padres en un accidente. Inés (Umbra Colombo), la adulta, completa este triángulo, sumido en una estricta y rígida convivencia en una granja donde practican la apicultura. Entre ambas hermanas, además, persiste la complicidad en la intimidad y un coqueteo de roce sexual a escondidas como parte del despertar natural en una edad donde el deseo puja entre lo prohibido y la libertad que se busca como el agua en el desierto. En pequeñas dosis entre Juana y Mara aparecen diferencias de conductas y comportamientos cuando las condiciones del aislamiento de ese entorno son al menos hostiles. Todo se precipita con la llegada de un tercero, Lucio (Franco Rizzaro), primo rebelde, que transforma aquel triángulo endogámico en un triángulo amoroso en el cualpasa a ocupar uno de los vértices para que el thriller psicológico forme parte de la atmósfera que el director Lucas Turturro planta en su interesante propuesta. Así las cosas, la apicultura y el mundo de las abejas cobra un significado diferente en Cómo mueren las reinas (formó parte de la competencia Argentina en el último BAFICI) mientras que las riendas del despertar sexual de dos adolescentes compiten por el mismo objeto de deseo. El precio de salir de la zona de confort a veces se paga caro, pero no es el caso de este tercer opus que mantiene su autonomía y ritmo al contar con un elenco ajustado y sin sobreactuaciones.
Texto publicado en edición impresa.
Juana (Malena Filmus) y Mara (una notable Lola Abraldes) son dos hermanas adolescentes (17 y 14, respectivamente) que han perdido a sus padres en un accidente y ahora viven con su tiránica tía Inés (Umbra Colombo) en una granja cuya actividad principal es la apicultura. La relación entre ellas es íntima hasta lo endogámico en un ambiente hostil en el que no tienen ni celulares ni Internet. Entre gestos de coquetería y signos de rebeldía hacia la dueña de casa, Juana y Mara reciben con escepticismo la noticia de que los visitará su primo Lucio (Franco Rizzaro), a quien por puro prejuicio (ha repetido un año en el colegio) lo llaman “el retardado”. Pero Lucio, al que no veían desde hacía mucho tiempo, resulta un muchacho seductor y atrevido, que generará un cimbronazo en cada una de ellas (y entre ellas). Más alla de las metáforas y paralelismos (otra vez) entre el mundo de las abejas (quién es la Reina), Turturro se muestra como un director de una solidez narrativa, visual y dramática apabullante. El guion de Constanza Boquet trasciende su tendencia al simbolismo y la alegoría con una intensa e íntima descripción de la pulsión sexual (sí, estamos ante una película sobre el despertar y la iniciación sexual) y ciertos rasgos de violencia y autodestrucción. El campo, los bosques, una vieja casona, los pueblos rurales... Cómo mueren las reinas aprovecha el entorno para construir personajes interesantes (la propia tía tiene su amante y atraviesa un conflicto bastante extremo) y tensiones que van creciendo (hasta que inevitablemente explotan) en un thriller psicológico con un triángulo sexual, hip hop (freestyle), miel, conejos y manipulaciones cruzadas que resulta bastante convincente.
“Cómo mueren las reinas” de Lucas Nazareno Turturro. Jaime Lannister estaría orgulloso. Como todos los jueves, se renueva la cartelera de los cines, afuera las viejas y adentro las nuevas. Es así que estrena tanto en salas como en la plataforma Cine.ar el primer largometraje de ficción del director Lucas Nazareno Turturro, “Cómo mueren las reinas”. Nadamos un mar de hormonas, aquí los adolescentes se representan como los seres deseantes que son, capaces de explorar, por más que resulte algo precoz por momentos. Juana y Mara viven con su tía en el campo, subsisten vendiendo la miel que producen sus abejas, apicultura. De esta manera transitan sus días, hasta que llega Lució, un primo que no ven hace mucho y se mete en medio de la relación entre hermanas. Lucio inicia una relación más que amistosa con Mara, despertando el lado más sobreprotector de Juana, la cual hará lo imposible para mantenerlos alejados. De una manera muy hábil la película no cae en la clásica dicotomía campo/ciudad. Si bien la diferencia entre los personajes que habitan cada uno de estos ambientes es notable, no los hace incompatibles. Representando al campo no como algo aislado, donde el tiempo no avanza y las nuevas tecnologías no llegan, sino como parte de un mundo globalizado donde todo está conectado. Por otra parte, tenemos las relaciones de los jóvenes adolescentes. Pequeños proyectos de adultos aun sin terminar, los cuales intentan decodificar el mundo mientras lo están habitando. Tal vez visto de esta manera se entienda un poco las extrañas relaciones interfamiliares que manejan. Pero a su vez, muchos de los problemas se podrán solucionar con un mayor grado de comunicación o participación del adulto responsable del hogar. Cuenta con algunas partes oníricas y subjetivas respectivas al personaje de Juana. Si bien toda la película se encuentra bellamente fotografiada, es en estas partes donde llegan a su punto más álgido. Combinadas con un preciso montaje, dichas escenas son las más interesantes del audiovisual, teniendo un vuelo narrativo y estético mayor, en comparación con lo demás. Lucas Nazareno Turturro con “Cómo mueren las reinas” consigue presentarnos personajes femeninos desarrollados, que no necesitan de nadie más para hallarse a sí mismos. Además de varias propuestas interesantes a nivel visual e interpretativo, pero que no llegan a amalgamar en la masa del todo que es una película. De todas maneras es un soberbio primer paso en el complejo mundo de la ficción.
Juana y Mara son hermanas. Juana está en su veintena y Mara es una adolescente. Sus padres murieron en un accidente, o eso es lo que parece, y viven con su tía Inés en una casona alejada del pueblo con muy poco contacto con el exterior. Las relaciones entre tía y sobrinas son tensas y las que se dan entre hermanas tampoco son las más saludables, ya que Juana cela a Mara de una manera obsesiva. Las chicas pasan bastante tiempo solas y ayudan en las tareas de la casa las cuales incluyen la producción de miel de abejas. Mara está despertando a la adolescencia y tiene interés y curiosidad por las cosas del mundo exterior mientras Juana, retraída y asocial aunque dura y bien plantada, trata de mantenerla bajo su égida en un vínculo de complicidad forzada. Hay un equilibrio precario y chirriante que a duras penas se mantiene y podría quizás definirse como relación simbiótica. El elemento que va a venir a desestabilizar ese débil equilibrio es la llegada del primo Lucio, que viene a pasar unos días, en principio sin mucho entusiasmo. Con el tiempo Lucio y Mara se hacen amigos y a la vez se genera una atracción entre ellos, que despierta la desconfianza y el resentimiento de Juana. Lo que en los primeros minutos pinta como historia de crecimiento, duelo y relaciones familiares deriva pronto en thriller psicológico. Todos tienen sus secretos: Inés tiene un amante casado en el pueblo y viaja cada tanto a verlo con la excusa de comprar provisiones, Lucio y Mara empiezan a verse a escondidas y Juana, bueno, sus secretos son más oscuros. Si al principio podemos pensar que el celo que Juana ejerce sobre Mara es apenas una sobreprotección de carácter intenso, al tiempo vamos a descubrir que la cosa es más enfermiza y Juana tiene buenas chances de calificar como psicópata. Ya desde el comienzo tenemos una pista cuando la vemos matando a palazos a un perro que chumbó a su hermana, algo que mantiene en lógico secreto. La atmósfera claustrofóbica se va tensando progresivamente, creciendo hasta una verdadera sensación de peligro mientras las rispideces se agudizan. Mara va sintiendo que los cuidados de Mara la asfixian y el personaje de Juana, interpretado con convicción por Malena Filmus, va develando aristas cada vez más siniestras y amenazantes a medida que el orden que pretende mantener se pone en riesgo. Lucas Turturro, en su primer largo de ficción, construye un relato tenso y asfixiante, con personajes sólidamente construidos, como una suerte de versión moderna de “Siempre hemos vivido en el castillo” de Shirley Jackson. El realizador introduce algunos recursos visuales interesantes como flashes e imágenes confusas y violentas que dan cuenta de que en la mente de Juana están pasando cosas y también algunas escenas oníricas visualmente atractivas. Cómo mueren… llega a ser incómoda en el mejor sentido y es una efectiva muestra de género. CÓMO MUEREN LAS REINAS Cómo mueren las reinas. Argentina, 2021. Dirección: Lucas Turturro. Intérpretes: Lola Abraldes, Malena Filmus, Franco Rizzaro y Umbra Colombo. Guion: Constanza Boquet. Edición: Sebastián Schjaer. Fotografía: Nicolás Trovato. Dirección de arte: Eugenia Sueiro. Sonido: Maximiliano Gorriti. Música: Sebastián Escofet. Producción: Victoria Aizenstat y Mauro Guevara / Aleph Cine. Duración: 83 minutos.
Lucas Turturro juega con miel y deseos Construyendo un intenso e hipnótico relato, "Como mueren las reinas" (2021) se presenta como una revisión del subgénero triángulo amoroso, en donde un personaje enigmático terminará por convertir en un calvario la vida de los protagonistas de este intenso thriller. La primera escena de la nueva película de Turturro tiene a Mara y Juana (Lola Abraldes y Malena Filmus) bailando, maquillándose, sonriendo. La cámara las muestra en su intimidad, reflejadas en un espejo. Todo es alegría, hasta que su tía (Umbra Colombo), irrumpe y desconecta la electricidad del equipo musical, y comienza a indicar todas las actividades que deberán atender en el resto del día. Las tres viven en una hacienda, en la que, entre otras cosas, diariamente cultivan y producen miel. Mara es presentada como la más “débil”, de las tres, pero también la más decidida a la hora de ir a por sus deseos. Por contraste, Juana, lidera y manipula a Mara para conseguir los objetivos que se impone fuera de las arduas tareas del campo. A saber, indagar en el pasado de sus padres, hablar de jóvenes, y tratar de mantener a su hermana siempre cerca y controlada. La tía, encargada de las jóvenes tras la muerte de sus padres, impone un régimen cuasi militar de actividades y tareas diarias, y las mantiene alejadas de la tecnología, la televisión, los jóvenes, las tentaciones que considera en general una mala influencia. La llegada de Lucio (Franco Rizzaro), primo de las menores, con su universo de ciudad, aires de soberbia y particulares gustos musicales, generará un conflicto de intereses entre ellas, que terminará desencadenando una nueva tragedia en la vida familiar y del pueblo. Como mueren las reinas trabaja con dos líneas narrativas que potencian su estructura de thriller intenso, analizando por un lado el estrecho vínculo entre las hermanas, y por otro, los deseos que ambas poseen sobre el sexo opuesto, los que, con la llegada de Lucio, potenciará el conflicto sobre quién, finalmente, se quede con él. Además, hay una línea asociada a la vida de la tía, la que, por un lado, se muestra déspota y determinante con las jóvenes, pero maneja una doble moral al mantener un vínculo con un hombre que la rechaza y la utiliza y al que aún no le confiesa un secreto que la mantiene expectante de una respuesta. La tensión in crescendo, la exploración sonora del relato, que agudiza los sentidos de expectación, y el verosímil con el que se construye el misterio sobre Juana, además, posiciona al personaje dentro de una línea poco explorada en el cine local, asociada a psicópatas que terminan manipulando los hilos del relato a su favor. Filmus compone su personaje con un logrado magnetismo, apoyado en un trabajo particular sobre miradas y silencios. La utilización del flashback intermitente, en escenas en donde Juana se desequilibra, la poca empatía que comienza a urdirse tras ella y sus acciones, termina por consolidar una propuesta sólida y precisa, que habla de mujeres deseantes, de un triángulo amoroso intenso, en un relato que comienza con música, y culmina también con ella, para subrayar la idea de libertad de las protagonistas y la transformación que hicieron.
En la superficie, el gran tema de Cómo mueren las reinas parece ser la sexualidad, sus vericuetos y zigzagueos, manifestados con particular intensidad en un ambiente cerrado en el que dos jóvenes viven con una tía cuya inestabilidad emocional no colabora para aflojar las tensiones que vibran allí todo el tiempo. Pero el debut de Lucas Turturro es más que eso: también entran en juego los fantasmas del pasado -el recuerdo intermitente del fatal accidente que sufrieron los padres de las chicas, que titila como un flash inquietante en la memoria de Mara (Malena Filmus, impecable)-, una relación sentimental en crisis que dos adultos tampoco pueden terminar de resolver y sobre todo la llegada de un primo que se convierte en el epicentro del deseo furtivo de estas hermanas que pasan de la complicidad a la competencia cada vez menos velada. La película registra muy bien ese clima recargado de sugestión en el que cada personaje va tejiendo sus propias estrategias para la supervivencia, en un contexto donde el factor común parece ser la insatisfacción. Como telón de fondo, el mundo de la apicultura, con cuyo funcionamiento reglado la trama también establece algún vínculo, pero sin forzar las alegorías más obvias. Turturro exhibe un notable dominio de la puesta en escena, máxime si se tiene en cuenta que es su primer largometraje, y el excelente trabajo de fotografía de Nicolás Trovato potencia la eficacia del film.
Cautivadora propuesta. "Mediante una trama que cuenta poco y expone mucho, Como mueren las reinas, 2021 conduce la narración de forma pausada hacia un lugar de inevitable cuestionamiento, con respecto a cierta pérdida del punto de vista importante de la película." Juana (17) y Mara (14) solo se tienen la una a la otra. Desde el trágico accidente de sus padres viven en la granja de su tía y se ocupan de las colmenas y de la producción de miel. Sus cuerpos hierven. Mara, ávida e inquieta, quiere experimentar y descubrirlo todo. Juana, en cambio, se esfuerza por contener su deseo y por reprimir su pulsión destructiva. La llegada de un primo desde la capital sacude la quietud del campo. Aunque primero se resisten, las hermanas integran a Lucio a la vida diaria y surge entre los tres una relación de amistad en la que va aflorando el deseo. Pero el triángulo desestabiliza la unión de las hermanas. Mientras Mara está interesada en vivir su despertar sexual con Lucio, los celos de Juana se intensifican. Y a medida que Mara se aleja, Juana quiere tenerla cada vez más cerca. La tensión entre los tres jóvenes crece. Y entretanto Juana no logre cumplir con sus planes, el verano en familia se volverá una experiencia feroz. La colmena se prepara para la llegada de una nueva abeja reina. Lucas Turturro se destaca por un muy buen lenguaje visual, recurriendo a metáforas visuales. Estas escenas quedan en un punto intermedio, ya que se encuentran encapsuladas en los diálogos. Este ritmo lento y por momentos forzado no sería gran problema si no dejara toda la trama en un punto muerto en donde no se lo comprende la construcción de los personajes y cuando sucede es de forma superficial y simple. Con respecto al guion, a cargo de Constanza Boquet, no es el fuerte del filme. Esto impacta de manera directa en las actuaciones, puesto que desequilibran cierta atmósfera en el momento en que la trama avanza solo mediante diálogos. Aportando banalidad, sin matices. Pese a lo interesante de la escabrosa premisa, esta utilización dramática no termina de establecerse como un punto fuerte en el momento en que las escenas se extienden y consiguen la no identificación del espectador. "Cómo mueren las reinas plantea una idea sugerente, pero no concreta, perdiendo un potencial narrativo que desvía la atención. Sin embargo, la premisa sigue siendo interesante y vale la pena verla."
Reseña emitida al aire
MUJERES QUE AFRONTAN SU DESTINO A TODA COSTA Lucas Turturo es un director y artista visual que debuta aquí con su primera realización de ficción y según sus propias palabras buscó mostrar “mujeres deseantes, dispuestas a todo, aunque la experiencia resulte feroz”. Y lo que muestra en su film, con una atracción hipnótica es la relación de dos hermanas, una de 17 años y otra de 14 que con la llegada de un familiar masculino desatan sus deseos de dominación y atracción sexual. Esas jóvenes mujeres que viven prácticamente aisladas en un campo, dedicadas a la apicultura, comandadas por una tía, se desarrollan en un ambiente de secretos muy bien guardados y explosiva convivencia. El personaje catalizador despertara lo que parecía dormido, una semilla del mal, un deseo de posesión, de autodestrucción y también de exploración. Por momentos el film transita la cuerda de un suspenso insostenible y del terror. Con recursos llamativos, repeticiones, ángulos sorprendentes, esa historia familiar se desencadena. No importan los costos. Muy buenos trabajos especialmente de las chicas Malena Filmus y Lola Abrales, aunque la labor de Umbra Colombo con una historia lateral es muy atractiva y tiene el encanto justo Franco Rizzaro.
Algo que me llamó la atención de la Competencia Argentina de la última edición del BAFICI, fue la poca ficción que había entre las decenas de películas que competían, en especial cuando se trataba de largometrajes. Es claro que hay una fuerte necesidad de hablar de ciertos temas que nos rodean y nos marcan pero entre tanto documental se destacó esta primera película de ficción de Lucas Turturro: Cómo mueren las reinas. Un thriller sobre dos hermanas viviendo aisladas con su tía en una casa de campo donde irrumpe un día la llegada de un primo. Una premisa que podría parecerse un poco a The Beguiled (El Seductor, de Sofia Coppola), no obstante acá, más allá de la irrupción del hombre en un mundo de mujeres, el centro está en los lazos familiares que atan y a veces aprietan fuerte y entre los cuerpos a flor de piel en pleno crecimiento. En esta película escrita por Constanza Boquet, Juana (Malena Filmus) es la hermana mayor y parece mover los hilos no sólo con su hermana sino con su propia tía. O quizás esa tía (interpretada por la magnética Umbra Colombo) también tiene un mundo interior y secretos que la distraen de su rol de madrastra, tras haber quedado a cargo de sus sobrinas a causa de un accidente que se llevó la vida de sus padres. En esa casa alejada y sin señal, donde poder usar el celular aunque sea para sacar fotos es un privilegio que sólo pueden tener de a ratos y si se portan bien, se dedican a la apicultura. Las hermanas se mueven entre los paneles como reinas con cuidado pero sin temor, para recolectar frascos de miel que venden en el pueblo. Un día las visita un primo al que hace mucho que no ven. También adolescente, canchero y seductor, más acostumbrado a la tecnología que acá no le va a servir para nada, y eje de la relación entre esas dos hermanas. Entre Mara (Lola Abraldes) y su primo Lucio (Franco Rizzaro) parece haber una complicidad que los une y Juana empieza a sentirse afuera. No son simples celos; desde el comienzo intuimos que es capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse cerca de su hermana. Juana se presenta como un personaje inestable y autodestructivo. Las relaciones se tornan cada vez más tensas, estas mujeres se esconden y se mienten, al mismo tiempo que el contexto de encierro las hace enfrentarse entre ellas. Hay en el aire todo el tiempo una sensación de que esa realidad de vidrio pronto puede estallar en mil pedazos filosos. Turturro maneja muy bien esos climas de suspenso, mostrando sólo lo necesario y apelando a metáforas con las abejas sin tener que subrayarlas. Hay también un adecuado y marcado uso del sonido para conseguir esta atmósfera asfixiante e intrigante. Y en el medio de todo eso las hormonas propias de las adolescentes que intensifican todo alrededor. Porque en qué otro momento de tu vida sentís tanto como durante aquellos años de formación. Mujeres a las que el deseo las mueve. Cómo mueren las reinas es una película sugerente y ambigua que no descuida nunca a sus personajes; al contrario, los explora psicológicamente para llevarlos cada vez más hacia el centro de cada uno. Puede tornarse incómoda y claustrofóbica y al mismo resulta tiempo cautivante. Con una fotografía precisa, un montaje que presenta flashbacks de manera poco tradicional y el uso de la música como catalizador, estamos ante una rica e interesante ficción que a la larga es sobre mujeres intentando sobrevivir.
Este interesante thriller psicológico se centra en las complicadas relaciones entre dos hermanas adolescentes que pasan un tiempo con un primo en una casa alejada de todo. Este thriller psicológico argentino se centra en las complicadas y peligrosas experiencias de tres adolescentes y una mujer adulta en un caserón de campo. La mujer, llamada Inés (Umbra Colombo), está allí con sus dos sobrinas, adolescentes, con quienes vive tras la muerte en un accidente de los padres de las chicas. Las dos tienen una tensa relación entre ellas (y también con la tía) que se complica mucho más cuando viene a visitarlas Lucio (Franco Rizzaro), otro primo al que no ven hace muchos años, desde que eran niños pequeños. Adolescente también, el chico genera un caos aún mayor entre las hermanas, que no solo se lo disputan –Juana (Malena Filmus) anda por los 17 y tiene más experiencia mientras que Mara, de 14 (Lola Abraldes), se mete en asuntos un poco densos para su edad– sino que tienen además otros problemas entre las dos que resolver. También es clave el rol de la tía Inés, que tiene toda otra serie de conflictos sentimentales con los que lidiar por fuera de la casa. De a poco todos esos conflictos van convergiendo hasta que la situación empieza a hacer agua por todos lados y a volverse cada vez más peligrosa, especialmente porque es claro que ninguno de los protagonistas parece ser consciente de la violencia de los otros ni de la suya propia. Quizás la serie de resoluciones del caso no estén a la altura del suspenso construido –la combinación de elementos puede ser excesiva y hasta confusa– pero Turturro siempre confía en la inteligencia de los espectadores para ir advirtiendo por dónde parece pasar el peligro y cómo las tensiones entre las hermanas llegan a un punto en el que no hay vuelta atrás posible. COMO MUEREN… juega en un registro que se usa poco en el cine nacional, especialmente en el independiente, que es el del suspenso apoyado en la psicología de los personajes más que en situaciones donde la tensión o la violencia son obvias o externas. Es una película de género pero no una que existe solo para fans de ese tipo de cine, de esas que están plagadas de códigos y referencias internas. Y tampoco se limita a mantenerse en el drama y a sugerir esas tensiones sino que avanza sobre ellas, llega a zonas sugestivas y hasta incómodas de la vida en familia. Es que la gente más cercana, a veces, puede ser la más peligrosa.