Telenovela juvenil El desafío (2015) tiene la forma de una telenovela juvenil, con todo lo malo que eso implica: personajes huecos, pésimas e histriónicas actuaciones (menos Diego Ramos, el único que se salva), y baches de guion que ni siquiera los reiterados recursos sonoros pueden solventar. La superficial historia transcurre en el Tigre, en una isla del Delta, donde Juan (Nicolás Riera) y Hernán (Gastón Soffritti) -uno rebelde, relajado y de buen corazón; el otro histérico, egoísta y ambicioso- tienen un parador a punto de ser rematado. Su última esperanza es la grabación en el lugar del Reality Show “El desafío”, conducido por Willy (Diego Ramos). Julieta (Rocío Igarzabal), la joven y bella productora del programa, disputará su amor entre los dueños del parador. La película es concebida como un producto al estilo “tira juvenil de Cris Morena”, pero extendida a noventa minutos de duración. Comienza con un humor básico pero funcional (de la mano del personaje de Darío Lopilato), y va perdiendo ritmo pasando por patéticas escenas de melodrama de telenovela de la tarde y diálogos insufribles. El problema no es lo básico de su planteo (Adam Sandler hace productos lamentables todos los años) sino la vaguedad en su resolución: hasta el hit que canta el protagonista, nada menos que la canción de la película, tiene siquiera letra, apenas un estribillo. El formato es televisivo, no por nada hay dentro de la historia un programa de televisión y se utiliza su efectismo (recursos de cualquier Reality) para contar la película misma. Incluso muchas veces es la pantalla de televisión re encuadrada en la cinematográfica la ventana por la que vemos la historia. Como si el film no pudiese desprenderse de su dependencia. Dicho todo esto, El desafío tiene dos puntos a favor: por un lado su fotografía, que trata de captar aunque sea con estética publicitaria, las puestas de sol en el Delta; y por otro la actuación de Diego Ramos, actuando felizmente de gay, un personaje con el tono caricaturesco que la película requería, una muy divertida mezcla entre Pachano y Polino. Lo mejor de una película para el olvido.
Una película que hace honor a su título… pero no del modo en que se piensa. ¿De que la va? En el Delta del Tigre desembarca la producción de un reality show de búsqueda de talentos llamado El Desafío, encabezada por un prepotente y vanidoso conductor (Diego Ramos). La producción planta bandera en un parador de playa que se encuentra al borde de la quiebra, cuyo dueño (Gastón Soffritti) va a aprovechar la oportunidad para salvar su bar, tarea que se complica por el floreciente romance que surge entre una de las productoras del programa (Rocío Igarzabal) y su mejor amigo (Nicolás Riera) un músico frustrado con dos hermanos a su cargo. La “Crítica” Cuando uno reseña una película se debe tener en cuenta, entre otras cosas, al público al que apunta la misma. Siendo ese el caso, El Desafío funciona, claro que funciona… funciona para las adolescentes que quieran ver a Nicolás Riera casi en tarlipes o cantando (debo admitir que el muchacho tiene buena voz). La factura técnica de la película es de muy buena calidad. Una estética fotográfica elaborada, cristalina en su iluminación y dinámica en sus movimientos de cámara, que muestra un Delta del Tigre como pocas veces se lo vió. Por el costado actoral Diego Ramos y Maida Andrenacci son los únicos rescatables por aportar necesarias cuotas de comedia que ayudan a balancear la melaza inherente a películas de esta naturaleza. La Crítica Ahora me dirijo exclusivamente a quienes tengan la penosa tarea de obrar como acompañantes de quienes quieran ver esta película. El personaje de Riera canta “No tengas miedo”. Y yo les digo que a 95 pesos la entrada y considerando lo que vi, TENGAN MUCHO, MUCHO MIEDO. El Desafío parece un piloto para una tira juvenil. Estamos ante un guión que evidentemente fue escrito a los ponchazos, y que necesitaba de muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchas, muchas reescrituras. MUCHAS. Los diálogos son tan acartonados que el verdadero desafío es ver la película sin llevarse las manos a la cara del estupor. Por ejemplo, la protagonista femenina llega a la conclusión de que su enamorado es bueno simplemente porque canta (con ese juicio de carácter, querida, cualquier Pepe Muzzarella te mete el perro). El intercambio de palabras que se produce después de esa frase es angustiante… pero por la desesperación de que termine todo de una buena vez. Las historias de amor se supone que tienen obstáculos, pero en El Desafío están prácticamente de adorno. Claro ¿Quién necesita carnadura dramática teniendo a la pareja protagonista franeleando?, y cuando se acuerdan que los guiones tienen una estructura, ahí convenientemente el protagonista tiene hermanos, convenientemente el jefe es un forro a la enésima potencia, y ahí convenientemente los amigos se pelean por una mujer. Por el costado actoral, y créanme que le di muchas vueltas al asunto, hicieron falta ensayos como el guion necesitaba reescrituras. Los tres protagonistas se nota que están acostumbrados a la prisa de la tira diaria y no la pudieron adaptar a la gran pantalla, donde el detenimiento, los detalles y el trabajo con el subtexto son ley para crear mínimamente un ser humano creíble. Acá memorizaron las líneas y nada más. Mis disculpas si hicieron un esfuerzo denodado, pero el resultado final dice otra cosa. Conclusión Uno no debe pedir peras al olmo con esta clase de películas. Uno no espera una enorme reflexión intelectual o un mensaje profundo. Pero lo que sí uno espera es una película medianamente bien escrita y mínimamente ensayada. Acá se confió demasiado en la racha televisiva de los protagonistas, y esa falta de cuidado conlleva a que salgan más perjudicados que beneficiados por el producto final. No soy quién para decirle que película deben ver o no. Pero por como están las entradas hoy, los espectadores estamos en la obligación de exigir calidad hasta en el más liviano de los productos. Usted ya leyó lo que pienso. De aquí en más, queda a su criterio, y quiero cerrar este texto con un número. Solo un número. 95 Ahora piénselo.
Nublado paseo adolescente por el Delta Dos amigos de la infancia están unidos por un pasado trágico mientras intentan mantener a flote un parador en el Delta. Los gags y la intriga nunca aparecen y el romance resulta poco creíble. Pensada para el mercado adolescente, y en especial destinada a jovencitas que suspiran por ver a sus ídolos televisivos, esta película atraviesa situaciones clásicas de la comedia romántica con una historia alimentada además por personajes estereotipados que no encajan con el tono general que intentan darle a la propuesta. En El Desafío dos amigos de la infancia, Juan -Nico Riera- y Hernán -Gastón Soffritti- están unidos por un pasado trágico mientras intentan mantener a flote el parador Delta Beach. El desembarco del programa de televisión que da título al film puede transformar sus vidas para siempre. Mientras Hernán lucha por conseguir un contrato para preservar el lugar y el trabajo, Juan quiere probar su talento como cantante pero sin desatender a los hermanos menores que están bajo su tutela. Al clima crispado que rodea a los amigos en plena época de cambio -Darío Lopilato parece salido de Bañeros...- se suma la llegada de Julieta -Rocío Igarzabal-, la novata productora del ciclo que es maltratada por el conductor Willy -Diego Ramos jugando hasta la exasperación-. El resto no es difícil adivinarlo en este producto que aprovecha las tomas aéreas para explotar los escenarios naturales de El Tigre y los fundidos encadenados para las escenas de viajes en bote y besos apasionados. Sin embargo, la intriga y la adrenalina nunca aparecen y todo lo que se ve en el parador resulta poco creíble. Por su parte, Germán Trippel -ex-Mambrú- tiene una participación como uno de los aspirantes del reality de la pantalla chica por el que también desfilan magos y humoristas con ansias de mostrar sus dones. Todos luchan con gags que no causan gracia en una insípida historia de amor que termina enfrentando a Juan y Hernán. Eso sí, los repetidos cambios de remera de Nico Riera harán las delicias de las adolecentes en esta fallida película sobre la superación de los obstáculos y el poder de los sueños.
Una película pensada para el público adolescente que adoraba la pareja de Rocío Irgazábal y Nicolás Riera que trabajaron juntos en “Casi ángeles” y “Dulce amor”. El director Juan Manuel Ramos Rampoldi eligió el camino endulcorado de explotar ese vínculo y lo adorno con Diego Ramos, Gaston Sofritti y Darío Lopilato. El resultado será valorado por el destinatario de este producto
Amor juvenil por el Tigre. Decir que se trata de una película sería un gran un contrasentido; en todo caso, se está frente a un producto perpetrado desde una idea de producción que le debe más a la televisión (a la mala) que al cine (bueno, regular, malo). Sostener que El desafío remite a las tiras juveniles de ayer, hoy y mañana también es un lugar común, una frase gastada, donde la historia, o algo parecido, está interpretada por lozanos actores con dificultades en el rubro, más allá de Diego Ramos haciendo de Willy Divine, un engreído animador a la búsqueda de talentos (¿?) y más acá de que Lopilato Darío resucite a duras penas a Coqui Argento una década después. Hay dos amigos, una chica de por medio, paisajes bonitos, un flashback de manual que cuenta una tragedia, otros jóvenes sueltos por ahí y un desenlace edulcorado que causa vergüenza. Productos con gente de la tele que además canta siempre se hicieron en el cine argentino, en especial, desde los años sesenta en adelante. Sin ir tan lejos La edad del sol con Soledad, a fines de los '90, es un ejemplo representativo de la insufrible tendencia. Pero acá no hay poncho, bosques ni viaje de egresados a Bariloche, sino un cúmulo de situaciones que hacen levantar el reprobado puntaje de la cinta con la conocida folklorista. Un parador que hay que salvar, la presencia de la televisión y la cámara que siempre filma (intertexto!... perdón, no es momento de exageraciones), uno de los muchachos que se saca la musculosa en más de una oportunidad, una supuesta confrontación entre lo primitivo y lo moderno con base en el consumo inmediato teen. Por lo tanto, también es poco serio aducir que estas líneas representan una reseña crítica porque El desafío está muy lejos, a años luz, de aproximarse a algo llamado cine.
Humor trillado y típica belleza teen. El suceso comercial de la telenovela Casi ángeles y su derivado, la banda Teen Angels, animó a Telefé y Disney a proyectar la amplificación del negocio al mundo del cine. El resultado es una comedia destinada a un público adolescente observado únicamente como consumidor que naturalmente replica cada uno de los clichés de las creaciones de Cris Morena. Otra historia romántica, esta vez ambientada en el Tigre, protagonizada por gente que responde a los cánones de belleza más tradicionales, aderezada con humor liviano y más bien trillado que aportan algunos secundarios deliberadamente grotescos y destinada a resaltar la "superación personal", un privilegio destinado a un tipo de personajes tocados por la varita que cualquier jovencito con aspiraciones de triunfar en la vida debería emular. La coartada favorita de los productores de este tipo de productos seriados es acusar a sus detractores de "aburridos".
El desafío es una película a la cual es muy fácil pegarle y tildarla de mala porque si la analizamos desde lo formal en cómo está construido el guión y desarrollado en la pantalla vamos a encontrar muchos elementos para fundamentar tal análisis, pero, y aquí hay que hacer un gran énfasis en el “pero”, nos encontramos ante un film que tiene que ser analizado de una manera diferente. “A las películas hay que juzgarlas por lo que pretenden ser”, dice Sir Chandler y es un lema al que suscribo siempre en cada una de mis críticas. Por eso me tengo que detener a pensar: ¿A quién está dirigido este estreno? Y la respuesta es que está apuntada a un público adolescente que consumió Casi Ángeles y entonces como tal no es una mala propuesta. También es verdad que si se observan las comedias románticas adolescentes norteamericanas podemos encontrar muchas verdaderas joyas que los realizadores podrían haber imitado y no lo hicieron. Pero al mismo tiempo se mantuvo una identidad autóctona. La dupla protagónica conformada por Nicolás Riera y Rochi Igarzabal está bien, hay mucha química entre ellos. Lo que sucede es que no le dan tiempo al espectador para que se crea la historia de amor porque la misma surge muy rápido. No hay elipsis para justificar el vínculo entre los personajes. A la película le resta mucho el insoportable y tremendamente mal actuado papel de Diego Ramos y todo su entorno en lo que tiene que ver el reality show, pero fuera de eso y cuando se focaliza en la historia de amor y el conflicto familiar del personaje de Riera se deja ver sin problemas. Otro punto a favor del film es lo bien aprovechado que está el paisaje natural ofrecido por la cuenca del Delta y Tigre. Hay muy lindos planos y una buena paleta de colores, lo que es un acierto por parte del director Juan Manuel Rampoldi en su ópera prima. ¿Clichés y lugares comunes? Todos, ¿Final esperado? Obviamente. ¿Importa? La verdad que no por lo dicho en los primeros párrafos y por tratarse de una comedia romántica sin muchas pretensiones. Claro que podría haber sido mejor y aún hay una deuda en el cine nacional de hacer una película de este género que esté a la altura (o incluso supere) a las grandes obras de Hollywood, pero El Desafío es un paso hacia ello. En conclusión, nos encontramos ante una película apta y únicamente disfrutable para un grupo de adolescentes muy sectorizado. Así que si no pertenecés a ese gueto apuntá la mirada hacia otro lado.
Únicamente para solaz de jovencitas. Esta película va dirigida al público adolescente que creció junto a Nicolás Riera y Rocío Igarzábal desde la novela "Casi ángeles", los quiere y los sigue, los festeja y les perdona lo que sea. Ellos, a fin de cuentas, no tienen la culpa. ¿Pues entonces quién la tiene? ¿Los tres guionistas cuyo nombre aparece muy fugazmente en los créditos? ¿Los productores? ¿La excesiva confianza en ese público que asiste alegremente? Porque ésta pudo ser una buena comedia. Y es sólo un buen producto. O en una de esas todo está fríamente calculado. Los chicos también necesitan reírse "de", y no solo "con" sus seres queridos. Y además, ya dijimos, perdonan cualquier cosa. El tono general es festivo, con una puntita melodramática, momentos románticos y un desenlace lleno de éxitos, y los absurdos argumentales quedan más o menos disimulados con los hallazgos caricaturales. Lo mejor, en ese sentido, es el showman egocéntrico que compone Diego Ramos a la cabeza de un programa televisivo instalado en una isla del Delta. A su alrededor, la asistente olfa y trepadora, la piba colorida encargada de los cocteles, la madre de un talento infantil que quiere tener algo con un tipo más joven que ella, y el montón de figurantes. Al frente del elenco está la parejita romántica, personajes medio histeriquitos que viven haciendo chiquilinadas con harto orgullo propio. El rubio muestra sus bíceps y canta melancólico en el muelle, la rubia está toda paqueta en el medio de la isla y es linda hasta vestida de Trilliza de Oro con un viejo vestido hippie que el muchacho le dejó a mano (dicho sea de paso, ¿por qué él guardaba ese vestido justo en la mesita de luz de su "rústica" cabaña? Acá hay cosas que dan para otra película). Y eso es todo. En fin, cabe suponer que las adolescentes pasarán el rato muy contentas en el cine.
El desafío: amor adolescente en el Tigre El Desafío es el programa más popular de la televisión del momento. Es un reality que se dedica a recorrer todo el país buscando talentos, a los cuales les da la oportunidad de presentarse frente a cámaras para que demuestren lo suyo. Es así que este show llega al Tigre, específicamente a un parador llamado Delta Beach, propiedad del joven Hernán (Gastón Soffritti). Esta es una gran oportunidad para él, ya que conseguir un contrato para alquilar el lugar lo ayuda a salvarlo de la quiebra. En Delta Beach también trabaja Juan (Nicolás Riera), amigo de Hernán de la infancia, que es un joven rebelde, de espíritu libre, que cuida de sus dos hermanitos porque al morir sus padres quedó a cargo de ellos. Viejos rencores entre ellos volverán a surgir porque, con el equipo del programa, llega la productora, Julieta (Rocío Igarzábal), joven y hermosa que enamora a los dos amigos. A medida que ella va conociendo más a Juan, su vida profesional y ética será puesta a prueba con los métodos poco ortodoxos del conductor estrella del programa: Willy (Diego Ramos). Esa es, palabras más palabras menos, la trama que nos presenta El Desafío (2014), una de las películas argentinas más flojitas que han llegado a la pantalla grande en los últimos tiempos. Es interesante ver que ninguno de los involucrados -artísticamente hablando- en este film tiene mucha experiencia en la cinematografía nacional. El director Juan Manuel Rampoldi tenía un corto en su haber de hace una década, lo que explica mucho de los errores de continuidad y hasta cierta inexperiencia para contarnos la historia. Extraño, ya que los guionistas -Alejandro Montiel, Milagros Roque Pitt y Diego Schipani- si tienen bastante laburo en sus espaldas, incluso detrás de cámaras. En cuanto al elenco, para que se den una idea el que tiene más "experiencia" en cine es Darío Lopilato. Aquí hace un personaje que podríamos decir que es la versión moderna, o mejor dicho, un Coqui Argento entrado en años. La pareja protagónica, Nicolás Riera y Rocío Igarzábal, debutan en este film. Los ex Casi Ángeles no pueden sostener este bodrio, por más buenas intenciones y ganas que le pongan. Ella intenta ser más que una cara bonita y a él le dijeron que se pasee mostrando su físico y tratando de dar el perfil de un "hombre duro". Podríamos especular que se intentó lucrar con el romance que vivían estos dos chicos en el momento de filmar (hoy acabado) para atraer al público teen. Si funciona, sería un milagro. El pobre Gastón Soffritti intenta tomarse en serio el trabajo, pero también sucumbe ante la mediocridad. Una mención especial para Diego Ramos que le saca todo el brillo posible a su personaje y, con muy poco, hace mucho. Parece algo increíble que en pleno siglo XXI, con largometrajes nacionales como Relatos Salvajes (2014) compitiendo al Oscar a Mejor Película Extranjera, a alguien se le ocurra hacer un film de estas características. Huele a vieja, a una clase de películas que pensábamos que ya no veríamos más, a un producto hecho para recaudar con el único atractivo de presentar "estrellitas" del momento, a una forma de hacerle publicidad a un lugar, en este caso el Tigre, y sus atractivos (se nota mucho, en serio). Esperemos que aprendan la lección y no intenten más denigrar al cine nacional con esta clase de obras. Eso sí, queda para el espectador un verdadero desafío: tratar de ver esta película y encontrar algo positivo. Suerte con eso.
Mariposas en el Delta. El desafío es una película para el público adolescente que sigue actores, actrices y teleseries determinadas que debe ser vista en ese contexto, más allá de que cualquiera pueda engancharse con lo que propone y salir más o menos satisfecho después de pasar la experiencia en el cine. El filme tiene a su favor una buena química entre su pareja de enamorados protagonistas, una pegadiza música incidental que ayuda a crear varios climas que aportan lo suyo a la trama y una fotografía de primer nivel del entorno del delta del Tigre donde transcurren los hechos narrados. En ese lugar viven Hernán y Juan, dos amigos y socios con intereses que están a punto de dividirse. Hernán (Gastón Sofritti) quiere conservar un parador cargado de deudas que tiene un valor sentimental para él y da trabajo a muchos jóvenes. Juan (Nicolás Riera) es uno de los que viven de ese lugar y quien ve llegar casi con distancia a lo que puede ser un salvavidas para las finanzas del sitio. Se trata de un programa tipo reality donde un cazatalentos se dedica a seleccionar futuros triunfadores en vivo. Entre la parafernalia de equipos y gente que la televisión lleva al lugar está Julieta (Rocío Igarzábal) una productora responsable, hermosa y con ideas propias. Hernán y Juan van a fijarse en ella pero será Juan quien dé los primeros e importantes pasos para conquistarla, acaso más despierto en la vida por tener casi a su cargo a sus dos hermanos menores. Sus sentimientos, los de Rocío y los de todos los demás estarán en juego, así como etapas madurativas, con sus sueños, ideales, decepciones y reinicios. Todo, por supuesto, está contado en un código apropiado para el público adolescente con el que quiere comunicarse y en ese sentido es difícil juzgar lo que corresponde o no, en especial porque se tocan temas delicados y personales como valores, creencias, caminos. Cada cual debe hacer lo suyo sin olvidar que los demás cuentan. Como entretenimiento El desafío funciona y además de estar bien sustentada técnicamente hace un lugar al color local, a lo que está al alcance del joven argentino, sirve para descubrir las bondades de la tierra y la gente propios. Desde una perspectiva optimista, obviamente, el cine, los libros, la música y la pintura facilitan ciertos pequeños aprendizajes que la persona en algún momento de su vida puede o no aplicar. Siempre será bueno saber algo del joven que habla el mismo idioma y comparte experiencias comunes al mismo país, y darle su justo espacio a aquel otro que hace su vida en una lejana y tal vez demasiado ajena Nueva York, Londres o Madrid, por más que la tecnología esté cambiando un poco las costumbres.
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Las películas hechas para el lucimiento de figuras televisivas y/ o del mundo de la música son parte fundamental de la industria cinematográfica de cada parte del mundo. Los ejemplos son innumerables, y en algunos casos, el resultado final consigue trascender el carácter de mero vehículo de promoción para estrellas del momento. No es el caso de El Desafío… que tampoco es un insulto al séptimo arte. El Desafío lleva justamente por nombre un reality show que recala en un balneario del Delta del Tigre, con el propósito de filmar castings de nuevos talentos. Allí, en aquel lugar que apenas se sostiene debido a problemas económicos, trabajan Juan (Nicolás Riera), un atormentado empleado a las órdenes de Hernán (Gastón Soffritti). Si bien dicen ser amigos, hay tensión entre ambos por oscuros temas del pasado; tensión que llegará a un nuevo nivel cuando aparece Julieta (Rocío Igarzábal), la bella e inexperta productora del programa. El triángulo amoroso no se hará esperar. Desde lo técnico, un trabajo muy cuidado (se ve bien, se escucha bien), y desde el guión se desprende una sátira del mundo del espectáculo (no sólo los reality), en donde abundan los egos y las miserias, siempre camufladas de brillo y simpatía. También es visible una bajada de línea acerca de superar problemas personales para poder seguir adelante y cumplir sueños y afianzar amistades y encontrar el amor, muy común en estas producciones. La fórmula conocida, utilizada generalmente por Cris Morena para sus tiras juveniles. De hecho, casi todo el elenco de veinteañeros surgió de su inagotable cantera. Sin embargo, la mezcla de tonos -también ingrediente esencial de la exitosa fórmula- no termina de funcionar. Por un lado está la trama central, que tiene un enfoque romántico y tintes dramáticos. Más allá de situaciones forzadas y apresuramientos en la concreción de las relaciones, las escenas entre Juan y Julieta son eficaces (suma que los actores sean pareja en la vida real). Por otro lado tenemos la comedia, donde se luce Diego Ramos como Willy, un conductor histriónico, carismático, megalómano, insoportable; clara referencia a Willy Wonka, aunque con toques del diseñador Karl Lagerfeld. Con sus movimientos y sus frases tan creativas como hirientes, Ramos es el responsable de generar, si no carcajadas, al menos sí algunas sonrisas. En esa línea de comedia lo acompañan Darío Lopilato (ya especializado en perdedores torpísimos pero de buen corazón) y Maída Andrenacci como una ambiciosa empleada del balneario. Pero el choque de estilos, más los huecos y los caprichos narrativos, nunca terminan de darle forma a la película. El Desafío cumple como película destinada al público adolescente, en especial si es seguidor del trío protagónico. Los suspiros de amor y las risas están garantizados, y se nota que el debutante Juan Manuel Rampoldi hizo lo mejor que pudo. De todas maneras, aún siendo lo que es, podría haber estado mucho mejor. Queda esperar la otra inminente comedia juvenil argentina ambientada en el Tigre, más atrevida y lograda: Voley, de Martín Piroyansky.
Los protagonistas deberán vencer los obstáculos y darse una nueva oportunidad. Esta es una historia de amor convencional que transcurre en el parador “Delta Beach” cuando llega el famoso programa de televisión de búsqueda de talentos, “El Desafío”. Todos los habitantes del lugar tendrán la oportunidad de probar sus talentos. Juan (Nico Riera) de espíritu rebelde y buen corazón y Hernán (Gastón Soffritti), más egoísta y ambicioso, ellos son amigos de la infancia y se ven enfrentados por viejos rencores que vuelven a surgir en el momento que llegan al equipo de ese programa y tienen la posibilidad de dar un vuelco a sus vidas. Hernán debe conseguir un contrato para alquilar su parador y así salvarlo de la quiebra. Juan se enfrenta a la posibilidad de probar su talento como cantante pero el miedo de perder a sus hermanos menores, que están bajo su tutela después de haber quedado huérfanos, le impide tomar una decisión. Quien despierta algunas asperezas que no estaban tan dormidas es Julieta (Rocío Igarzabal) una joven productora de este famoso programa de televisión en búsqueda de talentos que llega al lugar. Por otro lado se encuentra el amigo de ambos, Rulo (Darío Lopilato), quien intenta ser el mediador cuando surgen las diferencias, este los ayuda en el parador, es guía turístico y una especie de manager de jugadores de fútbol infantil. Esta historia de amor está pensada para los fans y para que puedan ver a sus ídolos de la televisión, a Nico Riera y Rocío Igarzábal estos jóvenes que surgieron en la tira juvenil "Casi ángeles", de la banda “Teen Angels”, de la novela “Dulce amor” y a hora consiguen su primer protagónico en cine. La cámara aprovecha cada pose, mirada, gesto, remeras transpiradas, torsos desnudos, entre otras situaciones. La acción se desarrolla durante el verano en un parador de una isla del Tigre, que ayuda a promocionar la zona. Todo lo que va sucediendo es totalmente previsible, con gags que no funcionan y varios momentos que resultan poco creíbles. Aparecen distintos personajes: magos, humoristas y hasta un cameo de Germán Trippel ex-Mambrú que casualmente se encuentra estrenando un musical en el teatro. Quien intenta salvar el film es Diego Ramos, pero no alcanza, Darío Lopilato siempre igual, no hay sorpresas, carece de actuaciones, todo resulta superficial, un guión muy pobre, a partir del cual sabemos rápidamente que los protagonistas tienen un desafío: defender sus sueños y para lograrlo deberán luchar (un mensaje trillado).