El uruguayo Francisco Piria es sin duda un personaje complejo y fascinante. Hijo de una época donde la arquitectura se ligaba a menudo con lo esotérico (basta recordar el ejemplo de Mario Palanti proyectando el Palacio Barolo inspirado en La Divina Comedia). En el caso de Piria esta relación se expresa a través de sus estudios de la Alquimia cuya simbología evidente o cifrada puede observarse en su legado. Aunque a Piria se lo identifica con ciertas construcciones, ciertos edificios y hasta con una ciudad que proyectó y lleva su nombre, Piriápolis (etimológicamente la Ciudad de Piria), cuyo emblema y culminación es el famoso Hotel Argentino, este no fue ni un arquitecto ni un ingeniero sino un empresario. Aunque no un empresario cualquiera sino uno muy creativo, con mucha iniciativa y un gran talento para la publicidad y la autopromoción, un entrepreneur al decir de la época, un adelantado a la figura del emprendedor hoy tan mentada. Un personaje además que se presta bien para la épica. Por su origen humilde, su condición de huérfano, su carácter de self made man, el ser pionero en adelantos entonces inéditos en el Uruguay de fines del siglo XIX y principios de XX, y sobre todo porque a lo largo de su vida fracasó y cayó en más de una ocasión y siempre se repuso y fue por más, un ejemplo cabal de la frase “lo que no te mata te fortalece”. El realizador Sebastián Martínez ya viene mostrando en sus documentales anteriores su interés por el territorio, por los lugares o espacios de circulación. La relación entre el espacio real y el literario en París Marsella (2005), donde reedita el recorrido de Julio Cortazar en “Los autonautas de la Cosmopista”, o el espacio público y cotidiano en Centro (2010), un fresco poético, sobre el microcentro porteño. En El mundo entero, Martínez aborda al personaje de Piria desde diferentes ángulos intentando abarcar lo más posible sus varios aspectos para tratar de hacer justicia a un personaje polifacético. Se trata entonces de mostrar tanto su perfil más célebre, que se expresa en plenitud en la empresa de construcción de Piriápolis, pero también se muestran otros aspectos no tan conocidos pero no menos interesantes como el haber escrito un libro de ficción anticipatoria, a la manera de H.G. Wells, para exponer sus ideas políticas y sociales. Y a la vez se trata de incluir tanto sus costados sobresalientes, su carácter pionero, pero también otros más cuestionables, ciertos emprendimientos poco transparentes como el exceso de entusiasmo publicitario para promocionar aguas curativas en su ciudad, un tratamiento poco confiable que cae dentro de los confines de la chantada, continuidad directa y ampliada quizás de sus orígenes como vendedor de bazar. Por otro lado la idea de una ciudad planificada no es única, basta pensar en los casos de La Plata o Brasilia. Lo que hace distinto al proyecto de Piria es haberlo hecho no desde el Estado sino manejándose en forma paralela y a veces hasta antagonizando con el mismo, lo cual daría una idea de su credo en la iniciativa privada como también de cierta megalomanía que se expresa en el poder absoluto que tuvo sobre su creación como ideólogo y patrón. La vertiente esotérica tiene un rol preponderante en el film dándole al relato un aire de misterio muy atractivo, apoyado por las atmósferas creadas por la fotografía de Digo Poleri y los climas de la música de Hernán Kerlleñevich. Hay un uso no solo ilustrativo sino también climático de las imágenes de lugares y el archivo histórico y ciertos hallazgos originales como un grupo de iniciados en la alquimia realizando una ceremonia en las ruinas de la Iglesia de Piria entre los que se encuentra uno de sus descendientes. Pero a la vez esta lectura esotérica de la obra de Piria es también puesta en discusión contraponiendo los varios testimonios de entrevistados que la abrazan con entusiasmo con los de aquéllos (no tantos) más escépticos. El tono finalmente no puede sino ser de melancolía, algo que el realizador explota con acierto, cuando vemos gran parte de esas construcciones, en otro momento monumentales, hoy abandonadas, reclamadas por la naturaleza, testigos de un esplendor pasado. EL MUNDO ENTERO El mundo entero. Argentina, 2020. Dirección: Sebastian Martínez. Entrevistados: Jorge Floriano, Pablo Reborido, Juan Akkermann, Magdalena Boffano, Gustavo Vallejo, Gabriel Piria, Norma Ricardi. Guión: Valeria Groisman, Sebastián Martinez. Fotografía: Diego Poleri. Dirección de Sonido: Victor Tendler. Montaje: Iara Rodriguez Viladerbó, Federico Rozas. Música: Hernán Kerlleñevich. Producción Ejecutiva: Saula Benavente, Paula Orlando. Dirección de Producción: Paula Orlando. Duración: 78 minutos.
Un sueño hecho realidad La vida y obra de Francisco Piria presenta distintas lecturas e interpretaciones. Esto es lo que el documental propone, planteando interrogantes que a veces no tienen respuesta. Sin embargo el relato nos atrapa con un alo de misterio y nos entregamos de lleno para descubrir porque Piria fue un visionario y su obra trascendió en el tiempo. El film tendrá su estreno el 8 de octubre por la plataforma Cine.ar TV con repetición el 10 de octubre. El mundo entero (2020) nos narra la historia de un pionero que funda una ciudad plagada de simbología alquímica. Un caballero que es nombrado Gran Maestre de la Logia de los Caballeros Orientales. Un escritor que publica la primera novela utópica del Uruguay. Un empresario que construye castillos, iglesias, hoteles y palacios que tendrán suertes diversas. El pionero, el caballero, el escritor y el empresario son el mismo hombre: Francisco Piria, personaje infinito que marcó una época. El director Sebastián Martínez (Paris Marsella, 2005) nos propone un recorrido laberíntico en este documental. Para esto se apoya en una estructura arraigada en un modo de representación expositiva e interactiva; una voz en off nos confirma que el sueño de Piria se hizo realidad. Los testimonios de Jorge Floriano, escritor e investigador, exploran la cuestión alquímica. El contrapunto de esto será lo dicho por Pablo Reborido, historiador oficial, hombre de datos y fechas, que trabaja sobre hechos comprobables, y las entrevistas a familiares confirman, con sus relatos e imágenes de archivo, que Piria no solo fue un personaje insólito, un adelantado, sino que además fue también un hombre de acción, de una genialidad única, más allá de una vida llena de fabulas. Desde lo formal la cadencia con que la cámara se mueve, como si flotara, junto a una música que nos hipnotiza, demuestran la obra monumental que Francisco Piria imaginó y concretó. "Preguntarse como se construyó una ciudad de la nada es lo único que se necesita para comprender como fue posible que Piriapolis la ciudad de Piria, esa utopía del soñador, termino por convertirse en un mundo propio hecho realidad."
Los documentales centrados en personajes históricos presentan varios desafíos para los directores. A los inevitables datos biográficos y de contexto, debe sumarse la creación de un interés en el espectador por una vida ajena y en muchos casos lejana, sin que esto implique un enamoramiento de la película hacia su personaje. Un desafío que sortea –y con creces– el realizador Sebastián Martínez (París Marsella, Centro) en El mundo entero. El personaje en cuestión se llama Francisco Piria y es conocido por haber fundado la pequeña localidad balnearia de Piriápolis. “¿Cómo se hace una ciudad de la nada, en medio de la nada, a fines del siglo XIX, en Uruguay?”, se pregunta la voz en off en una de las primeras escenas. La búsqueda de una respuesta da como resultado un recorrido por la vida de un hombre con espíritu de pionero y mil aristas, cada cual más misteriosa, fascinante e intrigante que la anterior. Una vida en la que se entreverán los desarrollos inmobiliarios con la alquimia, la masonería, la escritura de la que es considerada la primera novela futurista uruguaya y hasta un intento trunco de hacer negocios en la Argentina. Piria fue un millonario que cosechó su fortuna de muy joven gracias a su talento para el comercio, y que luego dedicó sus energías a desarrollar una ciudad siguiendo los por entonces aquí desconocidos modelos urbanos europeos. Y también, por qué no, sus caprichos. El resultado fue un oasis de construcciones faraónicas y monumentos importados en una zona deshabitada, prácticamente virgen. Claro que el estado uruguayo no vio con buenos ojos el emprendimiento, algo que no le impidió a Piria continuar con su aventura, llegando incluso a crear leyes propias. Martínez no oculta su fascinación por el personaje ni mucho por una obra arquitectónica que filma con fruición y enorme atención a los detalles, en lo que probablemente sea una de las primeras veces que los planos aéreos con drones están plenamente justificados. Pero si en la mayoría de los documentales esa fascinación se traduce en celebración, aquí opera como base para un documental narrado con la misma pasión y elegancia con que Piria realizó sus obras. Obras que, como suele ocurrir con los megalómanos (cuesta no vincular esta historia con la del arquitecto Francisco Salamone), esconden decenas de significados que la película intenta dilucidar. Una tarea por momentos imposible, pero que depara un viaje hipnótico y atrapante.
¿Cómo se monta una ciudad en el medio de la nada o, dicho con precisión geográfica e histórica, sobre extensas canteras de granito ubicadas a cien kilómetros del Montevideo de fines del siglo XIX? Con esta pregunta en mente, Sebastián Martínez reconstruye en El mundo entero el origen de Piriápolis y la excéntrica vida de su fundador Francisco Piria. A diferencia de la célebre ciudad balnearia uruguaya, el largometraje se erige sobre un suelo varias veces transitado, en este caso por recopiladores de leyendas y/o de datos duros. La intención de abordar obra y autor queda clara apenas comienza la película, con una voz en off que lee un fragmento de El socialismo triunfante. En esta novela de anticipación publicada en 1898, el mismo Piria imaginó que un contemporáneo –un tal Fernando– se trasladaba al Uruguay de 2098 y corroboraba la permanencia de Piriápolis, localidad cuyo fomentista «había bautizado con ese nombre, algo petulante, pues pretendía con ello perpetuar su memoria». De esta manera, Martínez incorpora a Don Francisco en la lista de fuentes consultadas para el film: historiadores, biógrafos, alquimistas, descendientes del empresario o emprendedor montevideano de origen italiano, administradores del Argentino Hotel. Vale señalar al pasar, este edificio monumental es sede tradicional del Festival Internacional de Cine Piriápolis de Película y escenario principal de la inolvidable Whisky que los uruguayos Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella dirigieron quince años atrás. El realizador compagina capturas de la Piriápolis actual con la exhibición de maquetas, y con fotos y cortometrajes de archivos públicos y privados. De esta manera recrea el viaje en el tiempo que Piria describió en su libro y da cuenta de la perennidad de «la sublime utopía» de este «soñador». A partir de la fotografía de Diego Poleri y de la música original de Hernán Kerlleñevich, Martínez explota las vetas misteriosa y esotérica del personaje retratado, y así toma distancia del documental ortodoxo, meramente didáctico. El summum de este desvío lúdico aparece justo en la mitad del largometraje, con la recreación de un ritual milenario vinculado a la alquimia. Pasaron diez años desde que algunos espectadores descubrimos al guionista y director argentino a través de un trabajo anterior, que se proyectó en el 12º BAFICI. Centro se titula aquel registro riguroso de la vida porteña acotada a las inmediaciones de las peatonales Lavalle y Florida. Ese mismo espíritu meticuloso se manifiesta en El mundo entero, con mayor sensibilidad estética. La nueva película de Martínez enriquece la relación entre el séptimo arte y la arquitectura y/o urbanismo, sociedad artística que inspiró la programación de una sección acorde en numerosos festivales de cine. Por el uso de recursos narrativos propios del relato fantástico, el film también sabe llamar la atención del público aficionado a las aventuras ambientadas en el cada vez más lejano siglo XIX.
Vida y obra de Francisco Piria, creador de Piriápolis “Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. “Las cosas tienen vida propia -pregonaba el gitano con áspero acento-, todo es cuestión de despertarles el ánima”. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. ¿Alguna vez soñaron con llegar a un nuevo lugar y cambiarlo todo? ¿Con llenar de ideas y la forma de un nuevo paisaje plasmado con todo lo que su imaginación pudiera ofrecer? Eso parece ser lo que tenía en la mente Francisco Piria y es lo que fue llevando de cara a la construcción del futuro. Y así lo narra su director, Sebastián Martínez en su documental El mundo entero, del que hablaremos en esta reseña. Una herramienta compleja para un documentalista es construir poesía y un relato atractivo en su película. Con los imágenes de archivo, intercaladas por la voz en off que acompaña el nexo que hila cada segmento en los que el mito se convierte en realidad histórica a través de la voz de los testimonios de quienes se suman a contar la historia de Piria. Un visionario, un soñador, un idealista práctico que no temía arriesgar e ir más lejos, todo el tiempo, a cada paso. La educación que recibió luego que fue enviado a Italia por su madre tiñe las noticias respecto de la formación que le fue impartida; se dice que la misma había incluido elementos de alquimia. La cuestión de la magia engrandece al mito del gran fundador de la ciudad que llevó su nombre, y de la que habló en su novela, considerada la primera utopía literaria de Uruguay. El pasado del que se tienen certezas pero ocasionalmente suelen ser pocas, se refleja en las fotografías que sostienen la historia que construye el sustento del pasado. De nuevo, el archivo, a modo de recordatorio: el estilo de los locutores de la época, que llevaba a todo el que quisiera ver y oír la historia y la grandeza de los idealistas pragmáticos de principios del siglo. Es así que Piria genera siempre una posibilidad de crecimiento y una novedad en sí misma; un adelanto en potencia para el país y las nuevas generaciones. Plena de misterio y de imágenes sobre el futuro está la historia de este hombre con ideas sobre la alquimia y los grandes símbolos que modificaron muchas cuestiones de su visión de las cosas. Por razones que pueden entenderse a medias, en Montevideo Piria es el gran olvidado. Como uno de los testimonios indica durante el documental: “Quien tenga ojos para ver, que vea”.
El Merlín uruguayo que creó una ciudad con infinitas simbologías. Crítica de “El mundo entero” Un ensayo que conjuga diversas interpretaciones de un fenómeno llamado "Piriápolis" El director Sebastián Martínez convierte la figura de Francisco Piria en una semblanza de múltiples entradas ya sea desde su relación con su obra empresarial, el legado místico, sus publicaciones como autor, su vida íntima y sus pícaras formas de seguir en la memoria de los uruguayos. Por. El argumento del registro exploratorio se ubica en la época de 1900. Un muchacho con dotes para el comercio reaviva el Mercado Viejo de Montevideo con innovadores mecanismos de oferta. Se lo considera un gran desarrollador de barrios de la capital, modificándola para la eternidad. A su vez fue autor de la primera novela utópica de Uruguay. Un hombre con una perspectiva que funda una localidad refinada nombrada “Piriápolis”. En ella comentan que es una construcción de una persona muy cercana a la magia. El fue vendedor, el desarrollador, ensayista y alquimista todo dentro de un mismo sujeto: “Francisco Piria”, un ser aún por descubrir. El mundo entero | FIDBA El director Sebastián Martínez despliega un documental con un diseño propio que logra asombrar y develar los que esconde la imagen de Francisco Piria. Asimismo carga de sentido el universo conceptual que rodea todo símbolo próximo al protagonista. Éste es su tercer registro, exploratorio luego de “Centro” y “París Marsella”. En todos la etnografía se convierte en un trampolín para el planteo de reflexiones, revisiones y observaciones. Martínez recoleta toda la experiencia en un filme interactivo, conceptual y sensorial. Estrenan El mundo entero, documental sobre el fundador de Piriápolis – Funcinema El guion de Valeria Groisman y Sebastián Martínez pone el foco en una narrativa coral donde los testimonios o los relatos orales y las imágenes capturadas son parte fundamental para la argumentación de la película y la composición de la cinta. Tanto escritores, investigadores, familiares, trabajadores de sus emprendimientos, sucesores de su legado esotérico o místico se hallan en la película. SEBASTIÁN MARTÍNEZ ESTÁ PARA VOLVER - YouTube El texto de Groisman y Martinez es rico en teorías sobre la conexión con el mundo oculto y secreto de Piria con la alquimia, quizás su refugio tras su exilio a Italia donde los monjes jesuitas le inculcaron las primeras enseñanzas del universo de los Caballeros templarios. La cinta complementa sus momentos más duros en sus pérdidas emocionales como la muerte de su esposa, un hijo, sus tierras, la ausencia de su padre fallecido en un naufragio y su origen humilde que bien pudo revertir por su astucia como rematador y publicista. Mario Invernizzi on Twitter: "Piriápolis tiene sus cositas.- Y hay gente que las muestra al mundo.- Por ejemplo (sigue)… " “Ese Piria en su reiterada obsesión por ofrecer un Pirápolis, el mundo entero”, dice la voz en off que hace de nexo sobre el potencial de Francisco. Como el ingeniero de una ciudad, su balneario y dos lujosos alojamientos: “Hotel Piriápolis” y “Argentino Hotel”. Un negociador nato y estratega en las inversiones inmobiliarias. Gestor de una bodega y cognacs. El arquitecto de líneas ferroviarias como : “Fuerza y voluntad”. Asimismo los palacios Piria instalados en Montevideo y en Ensenada(Buenos Aires). Exportador de granito para Argentina. El maestro de obra de un templo atípico así tuvo confrontaciones con la iglesia. Un continuo inventor por ejemplo el “Telepalo Portatil” similar al teléfono. En su faceta de redactor y jefe fue co-propietario del “La Tribuna Popular” con el que se enfrentó al gobierno. Autor de la obra literaria “El socialismo triunfante”, donde narra las vivencias de un personaje Fernando quien tiene curiosidad por el misterio de la suspensión inanimada; un tópico muy vinculado a la ciencia ficción. El mundo entero - Trailer - on Vimeo El encargado de fotografía Diego Poleri filmó con tomas aéreas para demostrar la arquitectura propia de las edificaciones de Piria con claros estilos medievales y renacentistas. La aplicación de fundidos y transiciones ponen en manifiesto el antes y el después en las escenas para seguir con el rigor cronológico, histórico y contextual. Las tomas cenitales proponen un clima hipnótico. Los traveling y grúas acentúan el carácter laberíntico de las construcciones de Piria y su personalidad enigmática. Francisco Piria: vida, negocios y legado - Todo Uruguay La música estuvo en manos de Víctor Tendler que eligió a Hernán Kerlleñevich como el compositor del soundtrack del documental. Con sus mezclas y bases marca; por las percusiones, los instrumentos de cuerda y viento; sensaciones fantasmales, inquietantes y temibles. Francisco Piria - Ciclo Pioneros del Turismo de Uruguay - YouTube El documental de Sebastián Martínez recrea un espacio para visibilizar a una personalidad rechazada e ignorada por su propio pueblo. El cineasta elabora una antología de los testigos que estudiaron sus pensamientos, analizaron sus impresiones, revisaron sus sentimientos y recuperaron sus recuerdos en un filme que ensambla las piezas de manera realista y conceptual. Puntaje:80
¿Quién era Francisco Piria? (Montevideo 1847–1933) ¿un megalómano? ¿un empresario loco? ¿un utópico¿ ¿un estratega de la modernidad finisecular?. Uruguay tiene uno de los secretos mejor guardados de este “mundo entero” en el que vivimos. El mundo entero que cabe en esa ciudad, fundada hacia 1890 en la costa Este del país vecino, muy cerca de la playa más famosa. Llamada primero (y todavía dudosamente) Heliópolis, luego Piriápolis, ciudad templo, ciudad santuario, ciudad fantástica cuya agua prometía la cura de muchos males, ciudad fascinante que fue el sueño-proyecto de un hombre que le dio la espalda al Estado (o viceversa) y en solitario hizo todo con mano propia. El cine argentino le dedicó a Piria dos documentales, Ciudadano Piria de Gustavo Leonel Mendoza que vimos en el Festival de Mar del Plata en 2014 y comentamos oportunamente, y éste que se estrena hoy por cine.ar y que dirige Sebastián Martinez (París Marsella, Centro). Pasaron 10 años de Centro película que sorprendió en BAFICI, por el grado de observación y asociación de imágenes que lograba registrar detalladamente la vida del corazón de la ciudad de Buenos Aires. En El mundo entero Martínez hace un retorno al documental expositivo, con una voz que va marcando (e informando) el ritmo de lo que se ve. El escritor, político, empresario, hombre de fortuna que comenzó a instaurar un método y una estrategia inédita en los lugares que fundó, ya sea el barrio de Montevideo cuyos lotes vendía en cuotas de 50 años o el de la inusitada ciudad de Piriápolis, la ciudad de Piria, tema de este documental. Fraccionar los terrenos, bombardear con publicidad y comenzar el loteo formaba parte de ese plan de urbanística privada que emprendió este verdadero visionario que le dio a Uruguay un esplendor y un lujo apabullantes. Arquitectura, naturaleza y pensamiento alquimico hacen de Piria un personaje digno de ser estudiado. Martinez acierta en dedicarle largos recorridos con su cámara a las construcciones majestuosas: al hotel Argentino o la Iglesia nunca aceptada por la curia. El paisaje costero, sus bosques y ondanadas tampoco falta en la exaltacion del espacio natural. Naturaleza y alquimia que se encontraron tambien en su libro “El socialismo triunfante, lo que será mi país en 200 años”, literatura utópica latinoamericana que pensaba a Uruguay en el año 2098 en una verdadera operación de anticipación tecnológica, política y religiosa. Piria socialista? Un socialismo moderado que acompaña al capital y la empresa, como dice el historiador. Una de las fortalezas de El mundo entero es su banda sonora, especialmente compuesta para la película por el músico experimental Hernán Kerlleñevich que como curiosidad se estrenará simultáneamente en plataformas (Spotify, Apple Music, Deezer, Tidal y YouTube). Conceptualmente creada a partir de las ideas centrales de Pria en torno a la alquimia, práctica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. Vale la pena a travesar los temas Alquimia última, Bienvenidos a Piriápolis, Regreso de Italia, Albu de fotos, Castillo-Alcohol, Los primeros años, Su propio banco, Sol y sombras, Hotel Piriápolis, Dentro de 200 años, Las aguas, Ciudad templo, Punta Lara, Argentino Hotel, Un vacío imposible de llenar, Alquimia inicial. El documental de Martinez es sólido en su propuesta estética, conceptual e histórica tiene en su poder y lo aprovecha una historia extraordinaria y un material visual único.
Sebastián Martínez indaga en esta propuesta documental tradicional acerca de la fuerza e impulso de un hombre que imaginó y soñó lugares mejores para otros. En el relato sobre Francisco Piria, creador de Piriápolis, y un avanzado para su época, se homenajea a los cientos de emprendedores que forjaron países y naciones.
FUERZA Y VOLUNTAD Cuando comienza El mundo entero, el documental dirigido por Sebastián Martínez, el narrador se pregunta: “¿cómo se hace una ciudad de la nada, en medio de la nada, en el Siglo XIX, en Uruguay?”. Para encontrar una respuesta, lo mejor es detenerse en la figura de su fundador, y ahí es donde aparece Francisco Piria. Un personaje fabuloso y excesivo, cuya personalidad puede empezar a entenderse con el primer dato que salta a la vista: su apellido en el nombre de la ciudad, Piriápolis. Según sabemos, Piria quedó huérfano de padre y fue llevado a Italia, donde fue criado por un monje jesuita. Cuando volvió a Montevideo, se hizo rápidamente un lugar entre los comerciantes, con un talento visionario para los negocios (llegó incluso a vender perros tricolor, que no eran otra cosa que perros teñidos por el propio Piria). Después vinieron el loteo de tierras, los negocios inmobiliarios, la construcción del primer y precario hotel, hasta llegar a la mansión donde vivió, y que fue la primera pieza del sueño al que entregó su vida: la construcción de una ciudad a la medida de sus ambiciones. Si bien la historia de Piria y de los eventos que rodearon su utopía son de por sí interesantes, es la manera en la que Martínez ejecuta su documental lo que hace de El mundo entero una película fascinante, incluso hipnótica. Un trabajo formal que busca evadir las convenciones, y que rápidamente abandona los planos turísticos y las tomas panorámicas, para acercarse a sus dos protagonistas (Piria y Piriápolis, el hombre y su ciudad) con recursos ingeniosos y a la vez sencillos. Vemos un libro, vemos como una mano descubre una foto de Piria, y así conocemos su rostro; ante cada nueva maravilla arquitectónica, una mano pone frente a la cámara una miniatura del edificio en cuestión (la casa, la iglesia, los hoteles), y a través de este souvenir nos adentramos en los pormenores de cada construcción. Es un recurso simple, hasta didáctico, pero que funciona. Del mismo modo en que funcionan los efectos de sonido, presentes en todo momento. Al principio pueden parecer molestos, pero a medida que el documental avanza se vuelven indispensables, y ahí aparece otra virtud: la creación constante de climas que acompañan cada parte de la historia. Cascos de caballos, monedas, botellas, el rugido de las olas, el crujir del fuego, y un largo etcétera; cada nueva información aparece con un sonido distintivo que la potencia. Claro que El mundo entero no solo se destaca por su destreza técnica y su aspecto visual (al que hay que agregar un trabajo de archivo excepcional, que se funde con las imágenes actuales a través del montaje), sino que también tiene la capacidad de albergar a las distintas voces que, a veces contrapuestas, componen el mito de Piria. Martínez entrevista a los historiadores que dan pistas sobre la vida y las motivaciones del fundador de Piriápolis, pero también da lugar a los que creen y defienden el costado esotérico de la historia, con Piria como un gran alquimista, que quizás incluso haya conseguido escapar de la muerte. La cuestión esotérica se ve respaldada por los símbolos que Piria fue dejando en los hoteles y en su mansión pero, principalmente, por la construcción de un templo, que lo llevó a enfrentarse a la Iglesia (y que hoy sigue oficiando de escenario para quienes continúan estudiando y practicando estas creencias). Del mismo modo, la relación tirante entre Piria y el Estado uruguayo (o la ausencia de relación, en principio) es interrogada para tratar de explicar por qué su legado quedó parcialmente olvidado. Es innegable que Martínez mira a Piria con fascinación, y que esa idealización se traslada a todo el documental. Una ausencia de grises que podría incomodar, pero que termina siendo un detalle ante la pasión con la que el director nos invita a conocer a su personaje: un hombre que vivió adelantado a su tiempo, que entre muchos y excéntricos logros escribió la primera novela utópica uruguaya, pero que pasó a la historia como un soñador consecuente: el empresario que imaginó una ciudad ideal, y la construyó. El mundo entero es una grata sorpresa, porque consigue contagiar algo de esa pasión y de esa curiosidad al espectador, que se pierde embelasado por los pasillos del Hotel Argentino, o por los misterios de esa mansión donde Piria habitó como una versión uruguaya del Ciudadano Kane. Un auténtico triunfo.
A fines del siglo XIX y principios del XX llegó al puerto de Buenos Aires, procedente de los más alejados países, una ola inmigratoria que buscaba aquí el trabajo y la comida que se les negaba en sus lugares de origen. Entre ellos se hallaba Francisco Piria, un italiano que ya traía en su cabeza la idea de encontrar en esta Argentina todo el caudal de proyectos que no había podido desarrollar en su tierra natal. Sin embargo aquí la suerte le fue esquiva en sus muchos intentos y decidió viajar hacia Montevideo donde encontró, a varios kilómetros de la capital, decenas de tierras fértiles ideales para el cultivo de frutas y de verduras y para planificar viviendas que atraerían a personajes de la alta burguesía porteña. Así Piria no tardará en convertirse en un visionario que construyó una ciudad sofisticada que bautizó con su nombre y que no mucho después se convertiría en la elegante Piriápolis. Comerciante, escritor y alquimista este hombre desarrolló a lo largo de su vida los más variados oficios, pero su deseo satisfecho fue esa ciudad que crecía sin cesar. El director Sebastián Martínez (París Marsella), sigue en este cálido documental el derrotero de ese Piria que, hasta su muerte, trabajó con tesón para que sus sueños se convirtieran en realidades de alguien enigmático y, para muchos, desconocido.
Por lo menos tres contradicciones técnicas hacen de El mundo entero (2020) una obra tan irregular como fascinante es su personaje central Francisco Piria (1847-1933). La película de Sebastián Martínez muestra las diversas perspectivas de este “empresario” a partir del balneario Piriápolis, su obra cumbre. Como si se tratara de un coleccionista mostrando sus logros en breves episodios, una réplica en miniatura de sus creaciones precede cada segmento. En este recorrido se pretende que la voz narradora del propio Martínez no sea omnisciente. Ella acompaña las imágenes junto con las voces de los entrevistados. Luego ya avanzada la película los conocedores aparecen en escena. Con estas voces más estudiadas se nos muestra quién era Piria. Su formación como alquimista, comerciante estrafalario, dueño de un periódico y escritor crea un caleidoscopio de tantas máscaras como nombres tenía*. La interrupción constante del material de archivo con imágenes actuales y las reflexiones de los historiadores nos invitan a dudar de estos conocimientos como documento único. Ejemplo de esta duda es presentar los hechos de forma no cronológica. A Martínez y la coguionista Valeria Groisman tampoco les basta con solo mostrar las excentricidades de Piria. Construyó un castillo, dos hoteles y un ferrocarril. Además tuvo una cantera que producía 120 mil adoquines al año y una bodega que proveía 360 mil litros de vino anual. Como señala una entrevistada, si este hombre perdía el tiempo era fracasando pero para lograr lo deseado. Varias de estas entrevistas incluyen instantes donde quienes hablan en escena todavía no están preparados para “expresarse con propiedad”. Por momentos este simple sabotaje a lo confiable de la voz conocedora le brinda a la obra cierto carácter informal. El problema viene desde el comienzo cuando la banda sonora resalta la búsqueda alquímica de Piria con sorpresas y sentidos ya articulados por el narrador o presentes en la imagen. Su uso redundante entonces no da lugar a la parte invisible con la que vinculan la alquimia tan promulgada por el fundador uruguayo. Los efectos sonoros buscan evocar cierto misticismo y en dos ocasiones el narrador habla mientras se nos muestran en escena líneas que se supone deberíamos leer. Además, frente a la grandilocuencia de tomas áreas, cortes abruptos y movimientos de cámara repetitivos, la dualidad alquímica queda relegada a encuadres cuidadosos y una atención a la perspectiva femenina de esta vida ejemplar. De esta manera, la firmeza en las palabras de la arquitecta Marcela Nacarate o los silencios de la tataranieta de Piria son aprovechados a modo de intuiciones fiables. Lo dicho por ellas se sustenta con los recorridos geográficos por Piriápolis. Se trata de intuiciones frente a esta vida un tanto misteriosa. Pero es así como el realizador muestra sus claroscuros. Por esa misma razón de recordarnos las piezas faltantes, el exceso de recursos termina mellando los momentos más relajados de la obra. Con su cuarto documental, Martínez nos explica con reiteraciones narrativas y técnicas a un hombre enfocado en sus búsquedas. En el camino, su acercamiento grandilocuente olvida brindar más espacio a los descuidos de esta imaginación insaciable, aunque haya atisbos de incluirlos.
La pregunta ¿cómo se construye una ciudad desde cero? es el punto de partida para El mundo entero, un documental sobre vida y obra de Francisco Piria, el utópico fundador de la ciudad uruguaya de Piriápolis. Se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play. La premisa es clara: seguir la vida de Francisco Piria, un uruguayo con sangre europea que, sorteando escollos y nunca bajando los brazos, pasa de huérfano sin recursos a gobernador de su propio pueblo. En ese camino, el documental nos lleva a recorrer los distintos estadios que este curioso personaje atraviesa en pos de transformarse en una de las personas más exitosas de las que haya registro histórico. Aunque la pregunta que se plantea el film tiene que ver con la construcción de Piriápolis en sí, el recorrido por el que nos lleva el director va a ser diferente, no nos interesa la ciudad en sí misma, sino la construcción de una utopía, la vida de un hombre que parece no conocer lo imposible y que, por proeza, por alquimia o por una combinación de ambas, logra todo lo que se propone. El mundo entero nos lleva a recorrer la vida completa de Francisco Piria, adelantándonos desde un principio quién es y qué logró, pero proponiéndonos un viaje especular, entrevistando a historiadores que ahondan en lo fáctico de su obra, en los datos recabados sobre él como persona e incluso en todo lo referente al posible aprendizaje de la alquimia y cómo esa doctrina pudo haber sido responsable en parte de su éxito. Lo cierto es que mientras todas esas miradas no se contradicen, tampoco se tocan y cada historiador busca sostener su punto de vista como el preponderante, los logros en la vida de Piria se suceden uno tras otro y en contra de todas las adversidades que el destino pone en su camino. La visión del director Sebastián Martínez es hipnótica. Comparte con los historiadores la fascinación por la vida de Piria, pero sobre todo nos transporta como espectadores a una Piriápolis alejada del centro turístico que puede ser hoy, una ciudad soñada, un proyecto de ingeniería, arquitectura y planeamiento que parte de un descampado minero transformándolo en un pequeño pueblo que deviene en una ciudad, pero que en cada detalle arquitectónico denota una mirada transcendental de lo que para otros sería mundano, la personalidad de su fundador enmarcada en cada una de las piezas construidas. La música que impregna el film nos transporta a un universo de misterios y epopeyas que no tuvo precedente en la historia y que sólo sería repetido en el monumental proyecto que Walt Disney lleva a cabo en el estado de La Florida, EEUU, y que, tal como ocurre con este último, está tan teñido por la magia que cualquier intento de racionalización se muestra fallido. El mundo entero es un fascinante paseo estético y de descubrimiento, pero no del proceso de creación de una ciudad por parte de un particular, sino de la vida y el espíritu de ese personaje: Francisco Piria, un hombre que está rodeado de un halo místico que es tan intrigante y fascinante como para que, ni el director ni el espectador quieran descubrir toda la verdad que yace latente en cada centímetro de construcción de esa obra monumental que es Piriápolis.
El realizador Sebastián Martínez (París Marsella -2005-, Centro -2010-) dirigió este documental sobre la vida de Francisco Piria, fundador del balneario Piriápolis en la costa uruguaya. El guion, en coautoría del director con Valeria Groisman, muestra no solo el tapiz que representa la vida extraordinaria de este hombre multifacético sino que además se detiene a revelar el entramado que subyace bajo la obra edilicia y monumental que plasmó en la ciudad que lleva su mismo nombre. HELIÓPOLIS, LA CIUDAD DEL SOL Qué era antes lo que hoy es Piriapolis. A fines del siglo XIX, apenas un pedazo rocoso de costa salido de la nada en medio de la nada. En pleno siglo XXI, se erige como una ciudad balnearia en el Uruguay. La ciudad de Piria, un uruguayo, hijo de genoveses, que al quedar huérfano de padre a los cinco, viaja a Italia para ser educado por un tío jesuita, que a su vez, está influenciado por los Templarios, de los que tomará el conocimiento esotérico de la alquimia. Retorna a Uruguay a los catorce nada más que para volver a quedarse huérfano, pero esta vez de madre. Perder el hogar, y todos los bienes. Qué se hace con la pérdida. Qué hacer con el vacío que era en ese entonces esa porción de costa uruguaya más parecida a un páramo que a un balneario. Qué hacer con el vacío y la nada. Abrir un bazar en el Mercado Viejo de Montevideo y llenar el espacio vacío con objetos de todo tipo, tamaño y color, tales como joyas pretendidamente preciosas pero a todas vistas falsas que gracias a consignas mentirosas pero prometedoras llegó a vender desde relojes pulseras hasta perros de colores a los que les teñía la pelambre de rojo, azul y amarillo. Era evidente que Piria había resultado tener más talento como publicista que como vendedor. Virginia Woolf decía que “una biografía era la lucha entre el granito del hecho y el arco iris de la ficción”. Pero qué ocurre si tanto uno como otro, el hecho y la ficción confluyen y se imbrican de tal modo en el entramado de ese tapiz que es su vida y su obra que resultaría casi imposible discernir el hecho de la ficción. Separarlos, como para afirmar esto sí ocurrió, pero esto otro no. Es decir, donde se encuentra la esencia del hombre, y donde comienza o termina el mito que se fabrica en torno a él, es decir, a su vida y a su obra. A los 30 se incendia su bazar y pierde nuevamente todos sus bienes y fortuna. Su mujer muere junto al cuarto hijo en el parto. Todo lo que tiene vuelve a ser tragado. Desaparece. Como había desaparecido su padre en un naufragio. De nuevo, qué se hace frente a la pérdida, frente al vacío. Reinventarse, volver a hacerse. Reconstruirse. O en su defecto construir un mundo propio, preferentemente un mundo entero. Francisco Piria encarna mejor que nadie la famosa premisa del self made man. El hombre que se hace a sí mismo. Y así procederá con todo lo que caiga en sus manos, o con cualquier idea que pase por su febril cabeza, transformar materia inerte en un bien de uso o de cambio altamente redituable. Como un mago alquimista hará brotar de la tierra, árboles, estatuas, levantando edificaciones monumentales con estilo medieval y renacentista tales como templos, castillos, y hasta hoteles como el Hotel Piriápolis, y el Argentino Hotel que podremos apreciar en todo su esplendor con tomas aéreas, y cenitales. El Hotel Argentino, que caprichosamente fue bautizado a la inglesa como Argentino Hotel, había sido pensado para huéspedes ricos argentinos que tuvieran la imperiosa necesidad de esconder de la sociedad a sus hijos enfermos de tuberculosis, enfermedad de pobres, y curarlos en las aguas minerales de las fuentes del hotel. Piria tenderá vías de ferrocarril y tendrá sus dos líneas ferroviarias, Fuerza y Voluntad. Fabricará vinos y cognacs en su bodega. Con su empresa La Industrial comprará tierras en Montevideo y las loteará a campesinos y obreros, con planes de pago de hasta cincuenta años, reconfigurando alrededor de la ciudad barrios enteros de obreros. Importará máquinas y granito de Suecia para adoquinar la ciudad luego de que la ley de 1889 permitiera la fabricación de entre 30.000 y 150.000 adoquines por mes con los que se adoquinaría las calles adyacentes al Boulevard Artigas. EL ALQUIMISTA En 1897 construye un castillo que lo utilizará como mansión filosofal. Hará traer de Europa estatuas de los dioses griegos que representan tanto a los planetas como a los metales alquímicos. La habitación superior será utilizada para sus proyecciones astrales en el tiempo y en el espacio para captar los puntos de energía y para el desciframiento de símbolos alquímicos y mensajes ocultos. El castillo templo, construido según las antiguas leyes de la India, está orientado al este, hacia la salida del sol para que el día del equinoccio de primavera, un rayo de sol atravesaría el frente e iluminaría un punto en el altar donde él dejaría polvo de proyección, la sustancia que permitiría hacer transmutaciones. CIUDADANO KANE En 1879 fundó el diario La tribuna popular del que sería jefe y copropietario y desde cuyas columnas se enfrentaría al gobierno de entonces. En 1898 escribió el libro El socialismo triunfante. Lo que será mi país en 200 años. En esta novela utópica de anticipación, el protagonista Fernando, su alter ego, practica, gracias a las enseñanzas de un faquir, la suspensión inanimada haciéndose encerrar en una caja de cristal para que lo despierten en doscientos años, es decir, en el 2098, en un lugar llamado Piriápolis. Fernando se ríe de sí mismo y se pregunta: a quién se le ocurriría la pedantería de ponerle a la ciudad su propio nombre… Piria, al igual que Kane, se convierten en fascinantes acertijos o enigmas a descifrar. Los realizadores del documental proveen al espectador de casi todas las pistas para la reconstrucción de los fragmentos de su vida a través de álbumes de fotografías, archivos audiovisuales de época, testimonios de descendientes, de estudiosos de su figura y sobre todo de su obra que aún en ruinas se encuentra en pie. La develación de la figura en el tapiz de su vida dependerá en parte del hallazgo y del encaje de esa última pieza, o palabra, que vuelva a darle sentido al entramado tanto de su vida como al de su obra. Por Gabriela Mársico @GabrielaMarsico
Un guapo del 1900 No por casualidad este documental de Sebastián Martínez (ver entrevista) pasó hace pocos días por la sección Deconstrucciones del FIDBA, en esta atípica manera de exhibirse por vía virtual, porque es precisamente la deconstrucción de la mítica figura de Francisco Piria el eje central de la obra, que no solamente toma como referencia a la ciudad de Piriápolis (R. O. del Uruguay) sino que genera un interesante contrapunto entre un coro de voces y un eco que las recorre, tal vez desde la imaginación o al menos de una ausencia que se hace presente en cada espacio surcado. Habla mucho de su creador aquello que resiste al total abandono aunque es visible que lo que el presente refleja dista mucho de un esplendor del pasado. Quizás una de las incógnitas por revelar responda a esa pregunta incómoda que tiene que ver con una época del 1900 atravesada por numerosas líneas y aristas, que van entre proyectos ambiciosos a una tensión irresuelta entre idiosincrasias diferentes o formas de entender el futuro de un país. Piriápolis representa entre muchas cosas la puesta en marcha de una utopía; la trasnochada idea de un visionario europeo en una geografía completamente virgen, pero que a la larga fue encontrando sus límites con el correr de las décadas. A Piria, tal como refleja ese mosaico de voces, no se lo puede etiquetar bajo ningún modelo y pareciera que gran parte de ese conflicto fue pura y exclusivamente por su coherencia respecto a lo que sentía que debía hacer como otros pioneros que comparten esa paradójica tragedia de vivir en un tiempo equivocado. Entonces, desde ese punto de referencia cualquier arista que lo cruce en su turbulenta -aunque persistente marcha y contramarcha- le cabe en un traje que lejos de quedarle grande a veces lo mostraba tal cual era: poco complaciente con la impronta conservadora de la época y muy ágil para el negocio de lo nuevo. El mundo entero como documental de descubrimiento funciona al haber encontrado en el recurso de la voz como guía una manera de orientar al espectador para que el cúmulo de información, historias y misterios no se pierdan en esos laberintos repletos de símbolos, detalles y silencio. Sebastián Martínez consigue así con su opus la construcción de un pasado desde el presente del olvido hacia el futuro del recuerdo.
Un adelantado en su tiempo Este documental presentado en la 8va edición del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA), cuenta la historia del fundador de la ciudad de Piriápolis, dirigido por Sebastián Martínez. Con imágenes de archivo que se remontan al siglo pasado, testimonios de historiadores e investigadores y de hasta un familiar, se narra la vida de Francisco Piria, un visionario multifacético creador de no solo una ciudad si no de múltiples barrios de Uruguay. Comerciante, pionero, escritor y alquimista. De esta forma se lo presenta a este personaje que revolucionó el territorio uruguayo con sus ideas y presentaciones poco convencionales y futuristas. Una clásica historia de un self-made man al que la vida castigó pero que logra construir desde las cenizas. Contada desde distintos puntos y narrada de una forma excepcional. Acompañados de la voz en off que sirve de guía, el documental es llevado con armonía a lo largo de todo el desarrollo, de una forma ordenada sin sobresaltos. Los testimonios acompañados por videos e imágenes facilitan la llegada al espectador. Así también sucede con los grandes planos a modo de referencia que permiten comprender el orden de lo que se habla a cada paso.