Los más chicos la van a disfrutar muchísimo, sobre todo cuando el pájaro loco les habla y narra las travesuras que va a hacer. Es una película muy simple y no tiene grandes ideas, por eso los jóvenes y adultos que tengan muchas comedias en su haber no van a encontrar ni una...
Una disputa territorial Buena parte del Hollywood de nuestros días se la pasa refritando absolutamente todo lo que llega a sus manos con la intención de sacarle su contenido polémico o crítico o enrevesado o siquiera caótico, con el objetivo manifiesto de dejar sólo una máscara de clichés ya ampliamente digeridos y pasados por el tamiz de una corrección política multitarget que pretende acrecentar el público potencial hasta el límite de la impersonalización total de las obras, algo así como la “panacea económica” según los payasos de marketing que controlan los grandes estudios norteamericanos hoy en día. Entre la mediocridad de la prensa que convalida cuanto bodrio llega a las pantallas (pensemos en los films de superhéroes) y una mayoría de espectadores anestesiados (que aplauden como tristes focas el entretenimiento escapista), el enclave infantil suele caer en un terreno cualitativo intermedio no tan horrible. De movida hay que reconocer que si bien El Pájaro Loco: La Película (Woody Woodpecker, 2017) dista mucho de ser una propuesta en verdad interesante, tampoco llega a ser el mamarracho soporífero al que estaba destinada a convertirse: basta con aclarar que hablamos de una adaptación aggiornada del popular personaje creado por Walter Lantz y Ben Hardaway en 1940, ahora combinando live action con la infaltable dosis de CGI. En otra de las paradojas de la industria cultural contemporánea, el trabajo resultante apunta a niños chiquitos que de seguro no conocerán a la legendaria ave, dejando afuera de la ecuación a los veteranos que sí podrían identificar alguno de los rasgos del personaje (dicho sea de paso, no queda mucho a lo que asirse a nivel emocional porque este nuevo Pájaro Loco se parece a cualquier otra figura animada hiperquinética y locuaz de la actualidad). La historia pasa por la mudanza del abogado citadino Lance Walters (Timothy Omundson) a una región boscosa cercana a la frontera de Estados Unidos con Canadá, donde construirá una finca -sobre un terreno heredado de su abuelo- para luego venderla con una jugosa ganancia de por medio. El hombre pretendía trasladarse sólo con su novia Vanessa (la bella Thaila Ayala), aunque se ve obligado a llevar también a su pequeño hijo Tommy (Graham Verchere) cuando aparece su ex esposa Linda (Emily Holmes) diciendo que debe ir a velar por su padre enfermo y no tiene con quien dejar al chico. Así las cosas, el trío de a poco descubrirá que está invadiendo el hábitat del señor emplumado del título, último espécimen del “pájaro carpintero norteamericano” y por ello mismo blanco de los hermanos cazadores furtivos/ embalsamadores Nate (Scott McNeil) y Ottis Grimes (Adrian Glynn McMorran). Quizás el mayor problema del convite sea que no agrega nada significativo a lo ya hecho mil veces antes en este rubro súper trillado de los relatos infantiles que mezclan las aventuras, la comedia, la conciencia ecológica y algún que otro detalle dramático de amistad y/ o descubrimiento individual, ahora bajo la forma de la banda de rock -de unos niños de un pueblo de las inmediaciones- a la que se acopla Tommy. Los chistes del ave en cuestión (con la voz de Eric Bauza) son un tanto grasientos y todo sabe a rancio, incluidos el par de villanos, los Grimes. Las situaciones más semejantes a los cortos originales de mediados del siglo pasado se dan con motivo de los intentos del Pájaro Loco en pos de detener la construcción de la vivienda, ardides antiquísimos pero por lo menos capaces de despertar sonrisas aisladas aquí y allá. Rutinaria a más no poder aunque sin llegar a ser decididamente insoportable, la película está condenada al olvido como casi todo lo que genera el mainstream del presente gracias a su apego hacia el arte de reciclar y reciclar…
amistad y ecología Lance Walter, exitoso abogado de una multinacional, ha sido despedido de su empresa por hacer comentarios políticamente incorrectos en una rueda de prensa sobre el derecho de los animales. Frente a esta contingencia, Lance decide irse, con su novia y un hijo adolescente con el cual está distanciado desde su divorcio, a un pequeño pueblo en las afueras. En ese lugar, su abuelo le ha heredado unas tierras cercanas al lago, en donde Lance pretende producir una empresa inmobiliaria, pese a que afectará los alrededores y los parques aledaños. Sin embargo, todo el proyecto se verá obstaculizado por la presencia de un territorial pájaro carpintero de cresta roja, que se creía extinto hace 100 años. Lance pretende enfrentarlo y deshacerse de él pero luego comprenderá que debe convivir pacíficamente con él. Durante ese proceso, Lance y su hijo consiguen hacer las paces. Basada en el popular personaje de Walter Lantz de los años ´40, conocido en Argentina como “El Pájaro Carpintero” o “Pájaro Loco”. Se trata del primer largometraje dedicado a este personaje alocado, inspirado en la serie de caracteres screwball de fines del ´30 que había creado Tex Avery (Pato Lucas, especialmente). Dada la popularidad del personaje es extraño que no hubiese hasta hoy un largometraje dedicado exclusivamente a él (Hizo una aparición esporádica en el film ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). Lamentablemente, la película no llega cumplir con los niveles mínimos de calidad que se esperaría de un gran estudio, como la Universal. Llena de lugares comunes, y sin poder replicar con dignidad el tipo de humor del dibujo animado, el relato naufraga rápidamente. El film tiene tres problemas estructurales de peso: 1) una ambivalencia genérica no resuelta satisfactoriamente; 2) ausencia de fuerzas significativas que puedan explicar los giros narrativos en los personajes principales; 3) presencia de personajes y situaciones parásitas que desempeñan en el relato ningún tipo de función. Ambigüedad genérica El relato se nos presenta, en su primera expresión, con una premisa eminentemente cómica: familia sin contacto con la naturaleza pasa a convivir en el bosque con un pájaro carpintero alocado que hará las mil y una para evitar que construyan la casa en su territorio. Sin embargo, esta línea cómica queda truncada por la salida del único personaje que estaba diseñado para desempeñar alguna función adecuada en esa tesitura, a saber, la novia de Lance. La huida de este personaje deja al film en banda en términos de la comicidad, ya que en el resto del film ningún personaje llega a dar el tono adecuado para constituirse en el Elmer Food de este Bugs Bunny alado. Los cazadores furtivos de la primera escena en el bosque, que podrían haber jugado esta línea, no vuelven a aparecer sino hasta la segunda mitad de la película, con lo cual el relato queda seriamente huérfano de ese tipo de personajes que resultan el blanco fundamental de las bromas pesadas de estos alocados caracteres. Esto lleva al film a jugar otra premisa, la de la aventura, donde la confrontación ya no será entre el carpintero y la familia sino entre la familia y el carpintero vs. los cazadores que quieren cazar a Woody para venderlo en el mercado negro de animales exóticos. Sin embargo, esta premisa no se halla libre de defectos en su construcción; el motor dramático principal (la cacería y el rescate de Woody) es excesivamente endeble para sostener todo el relato, y a esto debe sumarse una caracterización excesivamente empobrecida y poco feliz de los cazadores, cuyo acartonamiento no despiertan sentimientos hilarantes, ni peligrosidad suficiente. La comicidad podría haber desempeñado aquí una función significativa si se le hubiese dado a Woody un protagonismo más acentuado y dotado de una mejor construcción psicológica a los cazadores (podría, por ejemplo, haberse diseñado el tipo de confrontación cómica que se daba entre Macaulay Culkin y los geniales Joe Pesci y Daniel Stern, en Mi pobre angelito). No obstante, esa oportunidad se desvanece al dejar toda la responsabilidad de la resolución al personaje del padre, que es cualquier cosa, menos cómico. En síntesis, ni buena comedia, ni buena aventura, ni una integración satisfactoria de dos premisas genéricas complementarias. Motivaciones y peripecias en los personajes Tanto el padre como el hijo adolescente protagonizan cambios significativos en sus caracteres para los cuales el relato no ha proporcionado motivos suficientes y verosímiles. Aunque este problema se aplica también al muchacho, me concentraré en el padre, por ser éste un elemento más determinante, debido a su peso narrativo en el contexto del relato. Lance se presenta como un personaje con dos frentes a resolver: reconstruir su relación con un hijo adolescente en apariencia ensimismado y poco gentil; y convivir con el alocado pájaro carpintero. Bien visto, ambos problemas pueden considerarse dentro de un único problema, en el sentido en que la resolución de uno lleva a la resolución del otro, y porque en el fondo el carpintero representa la necesidad de Lance de conectar con las necesidades de otro, y de hecho su primer impulso -deshacerse del ave- es presentado en el relato como un síntoma característica de su personalidad: lo que Lance no puede resolver, lo abandona y lo aleja de él. Por la potencia de la premisa, tiene todas las posibilidades de ser considerada el motor mismo del conflicto narrativo. Pues bien, este giro de 180° grados que da el personaje resulta inexplicable y gratuito, pues ningún acontecimiento significativo puede asociarse para justificarlo. Una noche sola durmiendo en el pasto, y un comentario superficial sobre lo difícil de la vida han sido considerados material suficiente para que Lance pase de ser ese abogado engreído, ególatra, cuya preocupación no trasciende su propio interés, a constituirse en un padre amoroso, expresivo, que es capaz de emocionarse con las habilidades musicales del hijo, así como de decidir que coexistirá pacíficamente con el carpintero. Personajes y situacions afuncionales Toda la situación de la banda musical, incluyendo la introducción de la muchacha que lo invita a participar, y su compañero baterista, así como el concierto mismo en el que el muchacho toca, no tienen más función en el relato que servir de débil excusa para que el hijo tenga ocasión de exhibir su talento musical frente al padre. La conciliación hubiese resultado tanto más efectiva de acotarse a una supervivencia en el bosque. Al no tener todo este evento, y sus agentes, otra justificación, resultan personajes desaprovechados, gratuitos y que nada aportan a una película que ya ha perdido hace rato el sentido de lo principal y lo secundario en términos narrativos. Igual consideración cabe hacer del personaje de la guardabosque. Esta mujer no desempeña ni una función romántica de sustitución (al haberse fugado la novia del padre, bien podría haberse restituido la trama romántica); ni alguna otra función que justifique su presencia, a pesar de “estar” en el momento del desenlace, a cuya resolución no aporta, ni entorpece, ni nada. En síntesis, una producción pobre en recursos narrativos y torpe en la composición de los elementos. De ninguna creatividad en el manejo de gags, ni mucho menos en el ritmo de la comicidad que caracteriza al dibujo animado del gran Walter.
Regresa al mundo del cine, un personaje de los legendarios de aquella época de oro de los cartoons americanos de la década del 40': "Woody woodpecker", o como lo conocemos en este lado del sur, "El pájaro loco". La serie original fue creada por Walter Lantz (recibió un Oscar honorífico por su aporte en 1978), arrancó allá por el año 1957 ( y terminó con un refresh hacia 2002 en Fox Kids), y estuvo mucho tiempo en pantalla. Fue traducida a muchos idiomas y aún sigue rodando dentro de las repeticiones que los canales infantiles hacen de ella en todo el mundo. Sin dudas, es un personaje distintivo que perdura en el afecto del público. Illumination Entertainment (los creadores de "Despicable Me") junto a los estudios Universal se hicieron cargo de organizar el proyecto, convocando a Alex Zamm, de regulares antecedentes (por ahí lo más destacado fue la secuela de "Insperctor Gadget" en 2003) cuyo fuerte son los films familiares y para televisión, para dirigirlo. También se tomó la decisión de instalar a Woody, en un ambiente real, conservando la animación sólo para el personaje principal. Todas estas decisiones no fueron, a la luz de los resultados, no fueron positivas. Este "Pájaro loco", se esfuerza por conservar los rasgos del espíritu salvaje que le dio prestigio, pero queda envuelto en una visión fuera de época, donde pocas ideas en el guión, empujan a la cinta a transitar caminos previsibles, anodinos y sin gracia. Cosa bastante extraña por contar en sus filas con el delirio que rodea a las conductas de Woody. Esta es la historia de Lance (Timothy Omundson), un tipo al que parece que todo le va bien en la vida. Es abogado de un gran bufete, pero su buena estrella, merced a un incidente mediático, parece eclipsarse. Es despedido de su trabajo y sin demasiados planes, planea construir una casa en un terreno que heredó en un bosque, para revenderla y hacer una diferencia con ello. Lleva a ese lugar a su hijo, a quien ve poco y se suma a la aventura porque su madre no está disponible, y su novia, Brittany (Thaila Ayala), buscando resolver la situación en poco tiempo. El problema es que Woody vive en ese lugar, y no le gustan los visitantes. Como ya se imaginarán, comenzará una batalla feroz contra el terrateniente, en la que estarán involucrados unos torpes cazadores de animales a los que no se les cae una idea. Sin anticipar más, "El pájaro loco: la película", es un film discretísimo. No logra generar empatía en el público, hecho que se produce por lo esquemático de la historia y las pobres interpretaciones. La animación no se ve demasiado natural y el conflicto, con su carga ecológica, tampoco alcanza ribetes para decir que generamos conciencia ambiental. Muy lejos de lo esperado, esta nueva adaptación de "Woody woodpecker" a la pantalla grave es un acto fallido. Revés para sus productores y a repensar el personaje, desde cero, si quieren un round 2.
El pájaro loco: Un picoteo constante en la cabeza. Las grandes expectativas generadas desde el momento del anuncio de la película del entrañable Pájaro loco se vuelven una frustración extrema en una propuesta sin ideas. Las películas destinadas al público infantil tienen por lo general dos aristas para abordar, por un lado prioridad absoluta, que sean entretenidas y llevaderas para el pequeño espectador, y por el otro, que encuentre una cálida recepción en el público adulto, ya sea por la trama con guiños a los mayores, por recurrir a un recuerdo emotivo o nostálgico que el personaje en cuestión pueda ofrecer o por mantener y proponer una calidad narrativa y estética interesante. Todos estos factores los resuelven cada vez mejor las grandes empresas como Disney y Pixar, que entienden que no porque sea para niños debe menospreciarse o subestimarse el producto que se entrega. Lamentablemente el popular personaje del Pájaro Loco (creado en 1940 por Walter Lantz) no corre buen destino con la esperada película sobre su figrua, y todo queda en un asbtracto de chistes burdos, pasados de moda (ya sea la de grandes o chicos) dejando una descolorida sensación, aún cuando los colores del pájaro se impongan en cada escena que lo tiene sobrevolando la situación. La historia, sin una pizca de originalidad presenta al abogado Lance Walters, divorciado, con un hijo adolescente de quien poco sabe y una novia de algunos años más que su primogénito y unas neuronas menos (qué preocupante sigue siendo que los grandes estudios sigan mostrándole a los chicos el rol paupérrimo al que queda relegado la mujer, pero eso es plumaje de otro vuelo). Al inicio no más del argumento Lance es despedido por hacer unas declaraciones poco felices sobre la ecología y la vida de los animales en su hábitat natural, ese motivo funciona como disparador para que, novia, hijo y casa rodante con todas las comodidades, se muden a unas tierras heredadas de su abuelo, justamente allí en el pacífico bosque donde reside el pájaro de risa contagiosa y colores llamativos. Esa es una primera línea argumental que pone de manifiesto la relación entre la familia disfuncional (en más de un aspecto) y el querido plumífero, hasta que por supuesto luego de ir y venir en una relación tirante, llegarán a convertirse en grandes amigos. Con una incoherencia difícil de entender en un gran estudio, aparecen también en una segunda trama dos cazadores (lo más patéticos posible que hubiesen podido delinear los guionistas, que seguro al escribir esta historia estarían en el medio de alguna puja salarial, si no , es raro de entender), dúo símil a tonto y retonto del bosque, quiere cazar al pájaro y venderlo al mercado negro. Las historias se cruzan de manera tope, forzada y el live-action no termina de conformar un producto digno, ya que si bien el único animado es el protagonista, cabe decir que algunos humanos necesitarían algo de ayuda por parte de la animación para lograr el mínimo gesto digno de actuación. Con una estética que pareciera haber sido pensada para la televisión por lo tosca y dura que resulta y una historia sin ningún momento interesante, deja un sabor agridulce para aquellos adultos que esperaban al menos encontrarse con las historias de este icónico ave que supo ser referente de la comicidad de una generación a la que no está pensada ni destinada esta película. En cuanto los niños y niñas, es posible que muchos se rían con algunas aventuras (las escatológicas sin duda) del Pájaro loco, pero…también se ríen con los videos más graciosos en internet, y eso al menos, no presenta ni una decepción ni una pérdida de tiempo para nadie.
Demasiado loco para ser bueno Lance Walters (Timothy Omundson) es un abogado divorciado que decide irse a vivir con su hijo y su nueva novia a una casa de ensueño en un bosque situado en las montañas. Sin embargo, allí descubrirá que para construir su hogar deberá cortar un árbol en el que vive un pájaro carpintero, con él empezará una guerra para decidir quién se quedará con el lugar. Alex Zamm es un director especialista en producir películas para toda la familia como Un chihuahua de Beverly Hills 2 (2011) y Hada por accidente 2 (2012) entre muchas otras más, aunque ninguna de ellas haya obtenido buenas repercusiones desde la crítica. Sin embargo, Zamm fue el encargado de llevar a la pantalla la película live-action del dibujo animado creado por Walter Lantz y diseñado por Ben Hardawa a finales de los años treinta. El pájaro carpintero, un animal hiperquinético, extrovertido y desinhibido, abruma a los visitante con bromas, chistes y gags para que no profanen su hogar, proponiendo de manera muy sutil y superficial la defensa de los animales y el medio ambiente. ¿Superficial? Sí, porque más adelante accede a cambio de un soborno alimenticio, aceptando el daño al lugar donde vive sin medir las consecuencias ecológicas. El pájaro loco es una película familiar, sencilla y con personajes que bordean -o sobrepasan en la mayoría de los casos- la estupidez: en sus acciones, diálogos y reproches entre ellos. Los estereotipos y clichés se cumplen de principio a fin sin la posibilidad de indagar de una forma más profunda en las motivaciones y personalidades de los personajes. El argumento no presenta ninguna vuelta de tuerca que genera impacto o ya que cuenta con un argumento lineal y carente de contenido y matices. En la dirección por resaltar al emblemático personaje, Zamm no coordina de manera fluida y natural los planos para resaltar la personalidad abrumadora del ave. Sin embargo, el único aliciente original – y no tanto- destacado es el recurso de romper la cuarta pared e integrar al público a las locuras y ocurrencias del carpintero. Allí es donde ocurren los grandes chistes, las acotaciones y complicidad del personaje con el público, apoyado con diálogos muy ocurrentes y eficaces. La animación y coordinación de los actores junto al CGI para recrear al pájaro no es la mejor, ya que en varias ocasiones se percibe falta de detalles a pulir o un tiempo más de post-producción para solventar dichos problemas. Por otra parte, tal vez ésto no fue tomado en cuenta debido a que se dirige a un público infantil, que no toma demasiado reparo en estas cuestiones mientras se logre su principal función: entretener y divertir. Basándose en esas acciones, El pájaro loco cumple su cometido aunque exponiendo un producto de baja calidad argumental, actoral y mínimamente aceptable en su guión.
Una comedia con humanos y el simpático animalito animado haciendo de la suyas. En un planteo muy naif, con buenos y malos y oportunidades para los “equivocados”, se presenta para un público de niños pequeños y sus familiares. Con las características del famoso personaje que traerá no pocas nostalgias para el mundo adulto. Un ejecutivo despedido que quiere construir su casa cercana a una reserva protegida, ve sus planes destrozados literalmente por el personaje en acción. Y también las rotundas derrotas de los “muy” malos cazadores y taxidermistas. El ejecutivo se transformará para alegría de su hijo y los “delincuentes” serán derrotados. Entretenimiento módico.
El pájaro loco: innecesaria resurrección fílmica Todos los clichés de la película familiar conviven en este film: padre abogado despiadado con novia antinaturaleza que usa tacos altos en un bosque; villanos idiotas a la Mi pobre angelito (pero menos divertidos). Se suma un pájaro carpintero que muchos creían extinto (vale para ficción y realidad), único personaje animado de la película, que habla a cámara, se hace el canchero y resulta insoportable. La convivencia estética del CGI y la acción en vivo no es muy armoniosa. Por otro lado, se nota que la inclusión del Pájaro Loco solo responde a la necesidad de tener un nombre reconocible para vender la película, ya que cuesta poco imaginarse a otro en su lugar.
Apenas ecos de una risa contagiosa El legendario personaje animado convive con actores en esta película sin el brillo de los cortos originales. Como no podía ser de otra manera, El Pájaro Loco, el célebre personaje creado por Walter Lantz y el dibujante Ben Hardaway en los años cuarenta que alcanzó su pico de popularidad en los setenta, es ahora objeto de un relanzamiento para que lo conozcan nuevas generaciones. La película combina acción real con animación digital y no escapa al formato televisivo en esta historia de corte familiar que resalta el tono ecológico. El exitoso abogado Lance Walters (Timothy Omundson) decide instalarse en el bosque junto a su novia para construír una lujosa casa justo cerca del árbol que habita cómodamente El Pájaro Loco. Sin embargo, las cosas se complican cuando la ex esposa le deja al cuidado a su hijo adolescente (Graham Verchere), quien se aliará con el ave que se creía extinta. La trama se apoya en el constante choque de costumbres entre la ciudad y la ley del bosque y en la preservación de los parques naturales cuando se desata una verdadera batalla territorial en este relato que no logra por momentos la interacción ideal entre la acción con actores y la única figura animada del filme, el pájaro irreverente, hiperkinético y extrovertido. Cazadores furtivos, una guardabosques de buen corazón y los amigos del hijo que compiten con su banda en un certamen musical, se cruzan en medio de una serie de gags físicos (y otros escatológicos) donde las travesuras quedan desdibujadas. Adicto a la mantequilla de maní, famoso por su risa característica y fan de las películas de Jackie Chan (se jacta además de no usar dobles en sus escenas de riesgo), Loquillo se ve envuelto en una historia que no termina de rendirle un justo homenaje a su extensa trayectoria. Reiterativa y sin el ingenio que ofrecen otras realizaciones del género, El Pájaro Loco: La película puede resultar un entretenimiento efectivo para un público de corta edad, pero el adulto buscará el brillo de los cortos originales de la televisión.
Lo único bueno de El Pájaro Loco está en sus últimos cinco minutos, después de los créditos. Tristemente ni siquiera eso es logro de la película, porque se trata de un episodio del dibujo animado creado por Walter Lantz. Y, paradójicamente, eso expone por contraste lo impresentable de esta versión del 2018.
El pájaro loco es un personaje animado diseñado por Ben Hardaway (el mismo caricaturista de Bugs Bunny y el Pato Lucas). Su primera aparición ocurrió en el show de Andy Panda en 1940. El pájaro loco (The woody woodpecker show) fue transmitido con períodos de intervalo entre 1957 y 2002, con otros personajes como Chilly Willy y Pablo Morsa. Durante la década del 50 y el 60 se erigió como la animación más irreverente de los Estados Unidos. Esta película es un punto y aparte. La historia nos lleva a conocer a un abogado divorciado que decide construir una casa en medio del bosque, es acompañado en el viaje por una novia oportunista y su hijo, con el que no tiene ningún lazo afectivo. El problema es que la zona silvestre está habitada por un peculiar y territorial pájaro carpintero. Prácticamente no hay ningún apartado de Pájaro loco que se salve. El personaje de antaño está mal diseñado con un CGI que desborda (de mala manera) los escenarios naturales. La personalidad del mismo parece haber sido olvidada por completo, el encanto que llevaba en la serie original brilla por su ausencia desmereciendo así la vida previa del reconocido carpintero. El guión es simple y hasta se podría decir que subestima la inteligencia del espectador con gags muy ingenuos. Los personajes son planos y carentes de interés. El pájaro loco tiene una estrella en el paseo de la fama de Hollywood (otorgado a su creador Walter Lantz en 1986) y nada tiene que ver con este film que ha perdido la brújula en la piedra fundamental: su personaje principal.
Inspirada en uno de los personajes icono de la cultura popular, El pájaro loco (The Woody Woodpecker, 2017), resulta un híbrido entre el recuerdo de los episodios breves, protagonizados por el pájaro, y que plagaron horas y horas de programación matutina en la televisión, y la necesidad de construir una narración que atraiga a las nuevas generaciones al cine. Dirigida por Alex Zamm, que viene de llevar adelante proyectos de dudosa calidad para televisión y secuelas de películas de grandes estudios exclusivas para el consumo doméstico, esta propuesta se centra en la aventura que deberá vivir un joven al ser obligado a pasar unos días en el bosque con su padre y su madrastra. Con la intención de construir dentro de una reserva natural una mansión, el padre del niño verá cómo sus planes serán modificados al recibir la inesperada visita de Woody, un pájaro que habla, grita, y defeca en la cabeza de la gente a modo de protesta, y que sólo desea mantener intacto el lugar en el que habita. Plagada de gags, de slapstick y de acción física, El pájaro loco va imponiéndole a la narración una impronta tal vez más cercana a otro personaje emblemático de la infancia, y que recientemente también fue adaptado en una live action movie, El Oso Yogi (Yogui Bear, 2010), que al espíritu original de su serie, en una suerte de sitcom animada con mucho humor. Además, El pájaro loco suma la ecología como temática, ubicando a los humanos en un lugar arquetípico de enfrentamiento, y que termina por ofrecerle, de esta manera, uno de los motores principales a la historia. Técnicamente la utilización de la animación para lograr que Woody se relacione con los humanos es correcta, aunque no se despliega ningún elemento novedoso, por lo que a la chatura de la narración, la obviedad de su guion, plagado de estereotipos y lugares comunes (transformación de los personajes “malos”, presentación de arquetipos para contrastar con los protagonistas), también se suma esta simple y anticuada figura de superposición. Hay algunos elementos de quiebre, como la mirada y el discurso a cámara de Woody, que intentan sorprender al espectador, principalmente infantil, que desconoce los dibujos animados creados por Walter Lantz, y que suma alguna incorrección a lo políticamente correcto del total de la propuesta en un producto pensado para entretener, sin sustento y que lamentablemente termina sin homenajear al emblemático y colorido personaje.
Este film revive a este personaje que nació en 1940 de la mano de Walter Lantz y Ben Hardaway, la creación de este personaje nace durante el viaje de luna de miel de Walter Lantz. Un día mientras llovía escuchó un insistente pájaro carpintero que no dejaba de taladrar su techo. Molesto, salió fuera de la casa y arrojó una piedra para espantarlo, pero está ave emitió un grito muy particular que fue el que dio origen a la risa estridente y característica de este personaje. El creador presentaba cada episodio en su oficina y mostraba a los espectadores cómo se hacía cada historieta, enseñando los objetos primarios para crearlas, como la pintura cels y los storyboards. Surgiendo varios cortometrajes y la animación en 1957. Este film cuenta con las desventuras y aventuras del abogado Lance Walters (Timothy Omundson), en un terreno herencia de su abuelo en el cual decide construir una propiedad, ubicada en una región boscosa cercana a la frontera de Estados Unidos con Canadá, allí esta su novia Brittany (Thaila Ayala), su pequeño hijo Tommy Walters (Graham Verchere), también su ex esposa Linda Walters (Emily Holmes). Entre ellos surgen una serie de conflictos, se suma quien necesita cuidar su habitat natural, su hogar, es el Pájaro Loco (voz de Eric Bauza) que intentará echarlos del lugar pero por otra parte estan quienes persiguen a esta ave que son unos cazadores y embalsamadores ilegales, los hermanos Nate (Scott McNeil) y Ottis Grimes (Adrian Glynn McMorran). Los chicos en estos tiempos que corren no conocen a esta ave legendaria, pero seguramente los adultos nostálgicos los ayudarán a vivir juntos esta gran aventura, que apunta a niños chiquitos. Este nuevo Pájaro Loco mezcla acción real con la digital, su imagen y colores están un poco saturados cuando se mezcla con los personajes. Su argumento es sencillo, sus chistes son reiterativos, tienes varios gags, mezclan las aventuras, la comedia, la conciencia ecológica, entremezclando situaciones emotivas, apoyada con buenos planos, fotografía y banda de sonido. Un humor ingenuo sin demasiadas pretensiones.
De madera. Durante el período clásico del cine de animación, muchos personajes fueron famosos y universales. Uno de ellos fue el Pájaro Loco (Woody Woodpecker en el original y Loquillo en otras versiones en castellano) creado por Walter Lantz y diseñado originalmente por el dibujante Ben Hardaway. Este pájaro anarquista nació como la pesadilla de cualquiera que quisiera estar tranquilo, con su constante golpeteo a la madera y cualquier otra cosa que tuviera disponible. Para quienes deseen disfrutarlo o simplemente conocerlo, pueden buscar sus dibujos en internet, están tanto en inglés como en castellano. Knock Knock fue el primer dibujo donde aparició el Pájaro loco, donde el protagonista de la caricatura era Andy Panda. Funcionó bien y su primer estelar y el comienzo de su fama fue Woody Woodpecker. Como detalle destacable hay que decir que en muchos casos el propio Walter Lantz en su oficina presentaba los cortos y hablaba tanto de su historia como de los secretos del cine de animación, esta fue una de sus marcas. El personaje continuó en cine y televisión hasta comienzos de la década del setenta. La música y la risa del Pájaro loco también dejaron una marca en el imaginario popular. Tal vez sea demasiado prólogo para la película que se estrena ahora, pero es lo menos que se puede hacer para explicar la existencia de una aberración cinematográfica como la que decidieron hacer a partir del personaje de Walter Lantz. Y para ir directamente al grano: lo único que vale la pena menciona es que el personaje que se quiere mudar al bosque del Pájaro loco se llama Lance Walters, en claro homenaje a Walter Lantz. Menudo homenaje le hacen con este bodrio. Comedieta barata, más cerca de las parodias clase Z de la última década que de una comedia alocada digna del Pájaro loco, con algunos villanos al estilo Mi pobre angelito y con antagonistas tan poco agradables como el propio protagonista. El millonario que viaja con su novia joven al bosque para construir una casa gigantesca que no piensa habitar, juntando en una sola premisa toda clase de prejuicios, y sumándole otros a cada minuto. El hijo que a último momento se debe sumar, por razones de fuerza mayor, y por supuesto la joven novia que no lo tolera. Porque segundas parejas y mujeres sin hijos siempre son las villanas. Demasiado esfuerzo interpretar esos detalles. Demasiado esfuerzo ver esta película que jamás debería haberse estrenado en cines.
La buena noticia es que Walter Lantz, uno de los grandes maestros en la historia de la animación y creador de El pájaro loco, murió en 1994 y por suerte jamás pudo ver esta aberración que hicieron con su obra, Este es un estreno inusual ya que se trata de una película del estudio Universal realizada exclusivamente para el público de Brasil. El único país en el mundo donde el personaje logró mantenerse vigente durante las últimas décadas con la emisión en televisión de los viejos cortos animados. Por alguna razón los brasileños aman al pájaro loco y hasta la fecha continúa siendo un ícono popular importante. De hecho, hace unas semanas esta película se estrenó en Brasil y enseguida se convirtió en la propuesta más vista en los cines. En Estados Unidos el film terminó directamente en dvd y estará a la venta a partir del seis de febrero. Universal en este caso tomó la fórmula de las infumables películas de Alvin y las ardillas para desarrollar una propuesta similar con el pájaro loco. El director Alex Zamm, quien fue responsable de otros filmes malos como El inspector Gadget 2, en este caso desarrolla otra producción mediocre sin inspiración que resulta fallida en todos los campos. El diseño del pájaro loco parece realizado con animación computada de 1995 y se ve horrendo a lo largo de la trama. No ayudó tampoco que el personaje tenga una personalidad más agresiva y la gracia de sus actos pasen por las acciones violentas que emprende. En la ineptitud para hacer una película decente los realizadores convirtieron la irreverencia original del personaje en pura estupidez. No ayuda tampoco un reparto conformado por actores desconocidos de producciones clase B que expanden la mediocridad de esta película con sus interpretaciones chapuceras. La historia es horrenda, el elenco olvidable y lo que genera irritación es que no hicieron el menor esfuerzo para brindar un entretenimiento infantil decente. Todos los personajes son desagradables y el pájaro loco está al servicio de la idiotez con situaciones redundantes que genera el tedio absoluto desde sus primeras apariciones. La película es realmente muy mala y no merece una entrada al cine. Para entretener a los chicos se pueden optar por otras opciones de mayor calidad y dejar esta bazofia para la televisión que no se perderán nada relevante.
UN ERRÓNEO REGRESO A veces, la falta de ideas genera que se busquen recursos olvidados (extinguidos) para volver a cautivar al público, apelando a una vieja fama que ya no existe y que se piensa que por arte de magia todo va a volver a ser como antes. Hay ocasiones en que ese recurso sale bien, pero son contadas con los dedos de la mano. Normalmente, el proyecto va destinado al fracaso. Esta característica posee El pájaro loco, film en el cual se pretende revivir el dibujo animado que hace años dejó de ser visto, intentando que mediante la animación el ave vuelva a ser lo que fue. Esta producción narra cómo un acaudalado abogado decide irse a vivir con su hijo y su nueva novia a una casa soñada en el medio del bosque. Pero allí descubrirá que para construir su hogar deberá cortar un árbol en el que vive un curioso pájaro carpintero, contra el que empezará una guerra para decidir quién se queda con el lugar. Desde su inicio, ya se puede observar que el film atrasa veinte años, con situaciones que ya tuvieron éxito en otras películas (Mi pobre angelito, por ejemplo) y que aquí se intentan copiar pero resultan tan vistas que no tienen el mismo efecto. Además, se agrega que el trabajo de los actores con la animación es muy pobre, ya que se nota en demasía cuando el intérprete realiza determinado movimiento para dar al pájaro insertado por animación su espacio. Asimismo, nunca termina de determinarse si el protagonista es real o un dibujo de fantasía. En un diálogo, “Loquillo” se determina como un dibujo animado profesional y durante toda la película lo toman como un animal en peligro de extinción. Otra falencia resulta ser la indefinición del film, que nunca termina de establecer para qué público está dirigido: por momentos parece apuntar a los niños más pequeños pero después cambia su estructura y se dirige a los jóvenes y luego vuelve a ser infantil y así toda su duración. A su vez, en este cambio constante, el protagonista también se modifica, siendo un pájaro inteligente y sagaz en algunos momentos, mientras que en otros se vuelve torpe y estúpido, agregando más confusión a un relato ya caótico. Por último, si El pájaro loco es un film destinado a los niños, ciertos mensajes que transmite el relato son decadentes y muy poco cuidados, además de contradecirse constantemente dentro de la ya confusa estructura. En definitiva, esta producción es un lamentable intento por revivir un personaje al cual recordamos con mucho cariño y queremos que siga así, en nuestra memoria de momentos alegres y no de esta errónea vuelta.
Quizás el nombre del director Alex Zamm no suene conocido, y quizás su película El Pájaro Loco, basada en el personaje animado creado por Walter Lantz y diseñado originalmente por Ben Hardaway a fines de la década de 1930, no esté a la altura de las expectativas ni de su mítica risa repetitiva y contagiosa. De hecho, la crítica y el público la están matando. Alex Zamm empezó su carrera en cine con una locura llamada Chairman of the Board (1998). En esa película ya se podía ver su estilo, basado principalmente en sus despropósitos de guion y en su empecinamiento por hacer algo de baja calidad. Sus marcas distintivas se podría decir que son el atolondramiento y los personajes ligeramente infradotados. Después de ese primer delirio de culto, Zamm pasó a cultivar otra especie de género marginal: el de las películas que van directo al video. Casi toda su filmografía pertenece a esta clase de productos. En El Pájaro Loco: La película tenemos de regreso al legendario pájaro carpintero. También tenemos a Lance Walters, un abogado divorciado y padre abandónico que decide viajar con su hijo (porque su exmujer se lo exige) y su novia mucho más joven que él a un bosque donde construirá una casa. Lo que Lance no sabe es que en uno de los árboles que tienen que cortar vive Loquillo, el pájaro de cresta roja y fanático de la mantequilla de maní. Loquillo les hará la vida imposible a los albañiles y al padre y a la novia. Pero también se hará amigo inseparable de Tommy, el niño, quien a su vez conoce a una niña de su edad en el pueblo más cercano y forman una banda de rock. Además, hay dos cazadores tan tontos como ridículos, que quieren matar al carpintero porque es un pájaro en extinción por cuyo embalsamiento se paga mucho dinero. La particularidad del producto es que el pájaro loco es digital y los otros personajes son humanos, pero en vez de aprovechar esa siempre complicada y poco feliz mixtura de registros, el director dota la historia de una chatura sin la mínima gracia e ingenio. El problema principal de El Pájaro Loco: La película es que a Zamm se lo nota menos suelto, menos delirante, menos libre. Quiere en todo momento respetar al mítico personaje y hacer una entretenida comedia familiar en vez de darle rienda suelta al delirio que lo caracteriza. Zamm traiciona su encanto y el producto termina siendo una película innecesaria y poco disfrutable. Importante: al final de los créditos hay una sorpresa, que es lo mejor de la película.
“El pájaro loco, la película” o “The Woody woodpecker” es una surrealista y divertida modernización le aquella clásica serie de dibujos animados que se inició en la década de 1930 hasta casi el año 1972, producidos por Walter Lantz Productions y distribuidos por Universal Studios (cuando era rutina en los cines acompañar con cartoons la película del momento). El éxito de la serie le valió al personaje, en aquel entonces, una estrella en el Paseo de la fama del Hollywood Boulevard. A Walter Lantz le surgió la idea de éste personaje durante su viaje de luna de miel, con su segunda esposa. #8203; Un día, mientras llovía, escuchó un insistente pájaro carpintero que no dejaba de taladrar su techo. Molesto, salió fuera de la casa y arrojó una piedra para espantarlo, cosa que logró no sin que previamente el ave emitiera un sonido muy particular que fue el que dio origen a la risa estridente y característica de éste personaje Su creador Walter Lantz(discípulo de Disney) y Ben Hardaway (dibujante de Bugs Bunny, el Pato Lucas), en base al recuerdo de ese incidente en el bosque dotaron a Woody woodpecker de una personalidad: agresiva, imprevisible, revoltosa, traviesa, un tanto alocada y malvada a la que acompaña un inigualable «¡jejejejéje!» canto o risa muy particular. El gran carisma del personaje (con la voz del gran Mel Blanc), convirtió a Woody woodpecker en todo un clásico de la animación, junto a Mickey Mouse y Bugs Bunny, animales antropomórficos que nacieron en el cine, pero que después se inmortalizaron en el cómic y en la televisión. Éstos son los únicos que poseen un contrato de exclusividad con los estudios para los cuales filman. El realizador Alex Zamm, director de series televisivas (“Un príncipe de navidad”, 2017, “La pandilla: los pequeños traviesos”, 2014, “Inspector Gadget 2”, 2003) pensó en un filme familiar y pochoclero especialmente para video home, ya que esta no pasará por las pantallas americanas sino que saldrá directamente a DVD. Mientras que en Latinoamérica y Brasil será en cines. “El pájaro loco, la película” fue protagonizada por profesionales de series televisivas: Timothy Omundson, (“Lucifer”,2017, “American Housewife”, 2017, “Sobrenatural”, 2015) Thalia Ayala (“Mais Forte que o Mundo”: “A História de José Aldo”, 2016, “O Matador”, 2017), Scott McNiel (“Sobrenatural”, 2016, “Killing Gunther”, 2017), Jordana Largy (“En el bosque”, 2015, “Rememory”, 2017) y Jakob Davies (“Sobrenatural”, 2015, “The Adventure Club”, 2017). La historia recuerda en cierto modo la forma en que Lanz se topó con el pájaro carpintero cabecirrojo, una especie endémica de las regiones orientales de los Estados Unidos. Sus contenidos apuntan a la lucha por la preservación de la naturaleza y la tala indiscriminada de bosques, a valores familiares y de amistad. La trama es sencilla. Un abogado divorciado que desea construir, en un rincón del bosque, una casa para ir de vacaciones a su lugar en el mundo, con su nueva pareja y su hijo de 12 años. Su tarea se ve interrumpida por Woody Woodpecker, que a su vez vio perturbada la tranquilidad del bosque y de su casa, construida dentro del hueco de un árbol enorme, por máquinas taladoras y hombres que tienen el propósito de arrasar con todo lo que encuentren a su paso. En su cómodo refugio acondicionado a todo confort, maquina como deshacerse de esos malvados intrusos que destruyen el bosque, ya qué no puede disfrutar de su tranquilidad por el ruido de las máquinas, y el trabajo de los hombres, Entonces el hiperactivo pájaro comienza una guerra territorial con el abogado, que llegó al bosque con toda la intención de crear un nuevo habitad para su familia. “El pájaro loco, la pelicula”” en su versión inglesa realiza guiños en alguno de sus diálogos a “Harry, el sucio” (“Dirty Harry, 1971,”y “Cuestión de honor” (“Logan´s war: Bound by Honor”, 1998) que se pierden en el doblaje español, y que proporcionan un tono irónico adicional al filme. “El pájaro loco, la película”es una realización sin grandes pretensiones, entretenida, y con skeches relacionados con determinada etapa evolutiva de los niños, como la de 6 a 10 años, que arrancará por momentos fuertes carcajadas.
Al lado de Bugs Bunny y Mickey Mouse, el Pájaro Loco palidecía, pero sigue siendo un gran personaje del cartoon clásico. Esta película casi precaria sobre el personaje defendiendo con saña su hábitat es una mala imitación de lo que un adulto amargado cree que debería de ser una película infantil. Así de lejano a algo parecido al cine. Los chistes eran viejos antes de que Walter Lantz creara al personaje. Pobre pájaro.
Otro intento fallido para traer de regreso a un ícono de la animación. Pasan los años y las productoras más grandes de cine intentan con desdén el mismo éxito que generó ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y Space Jam donde los personajes animados se mezcla con nuestro mundo creando un explosiva combinación fantástica. Lejos estamos del resultado de aquella época, durante estos últimos años tuvimos nefastas adaptaciones modernas como El Oso Yogi (2010) o Las aventuras de Rocky y Bullwinkle (2000). El pájaro loco (Woody Woodpecker en inglés) es una de las tantas estampillas de la pantalla chica que no deberían ser tocadas por mero capricho. Ponerlo en pantalla grande generas sus dudas, pero hacerlo en el mundo real tiene además consecuencias nocivas para grandes y chicos. A Universal Entertainment poco le importa el impacto cultural y crítico del espectador así que puso manos a las obras para traer de regreso, con la ayuda de coproducciones brasileñas, al dibujo animado emplumado. En esta larga, monótona, simplona, oprobiosa historia nos encontramos al actor Timothy Omundson encarnado un abogado con problemas paternales con su hijo (alerta cliché máximo) quien es despedido y decide construir una casa lujosa en una terreno que heredó. Todo se viene a pedazos cuando se da cuenta que ahí vive el mismísimo pájaro loco y sí, le hará la vida imposible porque sí. El film no tiene vergüenza en asquear y ser ambigua con sus mensajes. El ave recurre al chiste fácil, frases que nunca había dicho y, sobre todo, pedos y eructos (¿Nuevo hábito del pájaro loco 2.0?) en cualquier momento y lugar porque solamente se le da las ganas. Otro nuevo recurso que saca de la galera es que defeca sobre la gente porque es divertido y cómo son personas amargadas se lo merecen. Y sus travesuras llegan al límite de poder matar a alguien (prende con gas una camioneta con una persona adentro). La narración es lenta y se alarga demasiado sin sentido como un mal chiste que no termina solo para captar la atención. Es así que se repiten, sin cesar, zarandajas de la dupla protagónica. Sin embargo, la animación y diseño del personaje estan noblemente construidos. Pero el mayor acierto, por no decir el único, del largometraje sucede una vez finalizada, ponen después de todos esos extensos créditos finales, un corto clásico de Walter Lantz llamado Niagara Fools de 1956 y que si se merece ser visionado en el cine. El director Alex Zamm declaró en Animation Scoop que había visto los más de 200 capítulos de la serie original del carpintero. Nadie que haya mirado esa cantidad de episodios podría hacer algo como esto. Bueno sí, por lo visto sí.