Una figura como Carlos Jáuregui se merecía un documental como El Puto Inolvidable por su lucha, militancia, valentía, y generosidad; por haber sido un revolucionario, visibilizando la diversidad sexual en medio de un contexto heteronormativo que la consideraba como una perversión psíquica producto de una desviación biológica; por haber impulsado la marcha del orgullo gay cuando eran solo cuatro gatos locos; por enfrentar esta batalla en los tiempos que el SIDA acribillaba a sus soldados y generaba paranoia en la sociedad; por no rendirse en sus ideas utópicas y plantar las bases para leyes de vanguardia que vinieron después como incorporar la orientación sexual dentro de los factores discriminatorios, el matrimonio igualitario y la identidad de género. Lucas Santa Ana reconstruye su vida de manera muy prolija, en un registro documental que se vale de imágenes de archivo audiovisuales y gráficas, entrevistas, planos de las locaciones por donde circuló Carlos y hasta por momentos una voz en off que jugaba a ser él mismo. El registro narrativo va tomando variaciones a medida que avanza la película. En una primera parte se van rescatando sus primeros años y la génesis de sus ideas que luego marcaron su lucha, con un rol preponderante de su amigo y compañero en activismo Gustavo Pecoraro, quien oficia de reconstructor de su historia. A medida que avanza el relato y entramos en sus años de militancia, los testimonios y el material de archivo cobran predominancia, y el texto cinematográfico va ganando en intensidad y emoción gracias a una notable labor de montaje. Somos testigos de la primera marcha del orgullo gay en Buenos Aires, sus disputas con algunos sectores de la Iglesia, el dolor de la pérdida de su pareja y su hermano por causas del HIV, su activismo firme y su apertura hacia nuevos colectivos, los testimonios de sus amigos y compañeros de militancia en el que podemos ver, entre otros, a la gran activista como Lohana Berkins defensora de los derechos de la comunidad trans. Carlos Jáuregui fue de esas personas que llegaron al mundo para facilitarle la vida a las generaciones venideras y esta película más que un reconocimiento es una visibilización histórica de la lucha que tuvo a través de los años la comunidad GLTBI para lograr algunos derechos que en los años 80´s eran impensados.
En los años ´80 y ´90, hacia el fin de la dictadura y comienzo de la democracia argentina, la visibilidad de los homosexuales es liderada por un intelectual y académico de la ciudad de La Plata, fundador de la Comunidad de Homosexuales de Argentina, de la Asociación Gays por los Derechos civiles, promotor de la Marcha del Orgullo y líder de la lucha de la comunidad LGBTIQ en el país. - Publicidad - Había que visibilizar para luchar. “… por el deseo de todas las libertades” tal fue la consigna que permitió construir la historia de libertades logradas por esta comunidad: “Qué más se puede pedir?” dice Gustavo Pecoraro, frente a la placa en la Plaza que lleva e nombre de Carlos Jáuregui. Pecoraro es coguionista y voz-guía de este documental dirigido por Lucas Santa Ana que se estrena el próximo 23 de noviembre, unos días después de una nueva Marcha del orgullo en Buenos Aires. Lleva un título bien sencillo, pero fuerte por la sonoridad también: El puto inolvidable. Se había estrenado en una función especial en la renovada Sala Leopoldo Lugones el pasado día del activismo por la diversidad sexual. La de de la comunidad homosexual argentina es una historia viva; una de las más vanguardistas del mundo, de las pocas que obtuvieron una legislación protectora de sus derechos civiles: la norma por la antidiscriminación sexual en la ciudad de Buenos Aires, o la importantísima ley del matrimonio igualitario. Esa historia tiene personas que la hicieron posible y que la transitaron, Carlos Jáuregui, por ejemplo, de cuya muerte se cumplió el 21° aniversario. Su vida es abordada en el documental de Santa Ana desde su activismo y pensamiento político, el impulso hacia otros grupos vulnerados dentro de la comunidad, como los transexuales, o las estrategias del entramado social de esos años: la iglesia, el poder político, los medios. Santa Ana lo hace desde un despliegue riguroso de fechas significativas en la lucha social y personal de Jáuregui, abundantes testimonios de sus amigos y compañeros de activismo que hacen de este documental una celebración más que digna de un hombre a la vez que de un colectivo. Testimonios: César Cigliutti (actual presidente de la CHA. Fundador de GAYS DC; Ilse Fuskova (activista lesbiana, fundadora de Cuadernos de existencia lesbiana), José Chaya (activista fundador de la CHA, primer pro secretario de la organización elegido en 1984), Marcelo Ferreyra (ex activista de la CHA. Fundador de GAYS DC. Amigo personal de Carlos. Fue uno de los propulsores de la Primera Marcha del Orgullo en 1992), Alejandro Modarelli (Fundador de GAYS DC. Amigo personal de Carlos), Luis Biglié (activista fundador de la CHA, secretario de relaciones internacionales), Kado Kotzer (amigo personal de Pablo Azcona, pareja de Carlos Jáuregui), Martín de Grazia (compilador y colaborador de Orgullo: Carlos Jáuregui, una biografía política de Mabel Bellucci), Marcelo Feldman (integrante del equipo de abogados de GAYS DC. Amigo personal de Carlos), Pastor Roberto González (como miembro de la Iglesia de la comunidad Metropolitana fue uno de los propulsores de la Primera Marcha del Orgullo en 1992), Alejandra Sardá (activista lesbiana fundadora de Las Lunas y las Otras), Mabel Bellucci. Mirá nuestro comentario sobre el libro Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo, Mabela Bellucci
Elogio de la militancia Durante las últimas dos décadas en el cine argentino los documentales le han ganado por mucho a la ficción en términos cualitativos, ya que mientras que los primeros suelen ofrecer heterogeneidad y una factura técnica muy buena, posibilitada por la facilidad/ bajo costo contemporáneo para el registro y la edición, las propuestas ficcionales en cambio todavía arrastran problemas históricos del cine criollo como por ejemplo las inconsistencias del guión y cierto desnivel -más o menos pronunciado- en cuanto al desempeño del elenco de turno. Si bien los documentales casi siempre están relegados a apenas un puñado de pantallas por una concentración injusta de la exhibición (avalada, dicho sea de paso, por los distintos gobiernos que se sucedieron en las cúpulas administrativas), la mayoría de los susodichos son de hecho mucho más valiosos que el resto de la producción autóctona anual. Escondido en este catálogo de pequeños tesoros por descubrir, sobresale en especial El Puto Inolvidable: Vida de Carlos Jáuregui (2016), un trabajo que -como su título lo indica- nos propone una crónica detallada alrededor de la figura de uno de los principales activistas en pos de la conquista de los derechos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) de la Argentina, una tarea que el protagonista comenzó a desarrollar en la primera mitad de la década del 80 y se extendió hasta su muerte en 1996 a causa del Sida. En un país de por sí conservador, hipócrita y profundamente regresivo como el nuestro, Jáuregui se decidió a luchar contra los resabios dictatoriales que se arrastraban en la naciente democracia, los que incluían razias policiales continuas, discriminación laboral de toda índole y burla/ estigmatización cíclica desde los medios de comunicación de la época. Precisamente, este opus de Lucas Santa Ana es un documental expositivo clásico en el que Gustavo Pecoraro, coguionista junto al director y amigo de antaño del retratado, funciona como un “maestro de ceremonias” presentándonos diversos puntos cruciales de la vida de Jáuregui y realizando las entrevistas de turno a sus colegas, amigos, allegados y otros militantes en general que lo conocieron a lo largo de su derrotero político. A través de un vasto material de archivo (tomado fundamentalmente de las intervenciones del platense en programas de televisión) y un acervo de anécdotas aportadas por los entrevistados (el pantallazo que ofrece el film es realmente muy completo), aquí se analizan las técnicas de visibilización del colectivo gay implementadas por el protagonista, en esencia centradas en dar a conocer las inquietudes y el sentir de los homosexuales en una nación tercermundista. Sin dudas el elemento más significativo de la por sí interesante El Puto Inolvidable: Vida de Carlos Jáuregui pasa por su eje retórico, esto de constituir un elogio de la militancia que se lleva puesta a los componentes más fascistoides del pueblo argentino, léase las fuerzas de represión, los partidos políticos tradicionales y la Iglesia Católica. En tanto obra historiográfica que suma verdad a la memoria social, el film subraya que Jáuregui fue el primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina, el fundador de la asociación Gays por los Derechos Civiles y uno de los organizadores principales de la primera marcha del Orgullo Gay Lésbico en Buenos Aires en 1992, un evento que hoy por hoy reúne a miles de personas anualmente. El platense fue además el primero en utilizar la palabra “movimiento” para designar al colectivo LGBT, el artífice de la inclusión de la cláusula antidiscriminatoria por orientación sexual en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y uno de los organizadores del Primer Encuentro Nacional de la comunidad en Rosario en 1996; toda una serie de logros que ayudaron a apuntalar progresivamente la conciencia, el orgullo y la dignidad en un enclave social que ha sufrido acoso y persecución permanentes.
– Los homosexuales han denunciado en este último tiempo que son víctimas de una persecución indiscriminada por parte de la Policía Federal, registrándose detenciones y otros abusos. ¿La homosexualidad está considerada entonces como un delito? – La homosexualidad es una enfermedad; de manera que nosotros pensamos tratarla como tal. Si la Policía ha actuado es porque existieron actitudes que comprometen públicamente lo que podría llamarse las reglas del juego de una sociedad que quiere ser preservada de manifestaciones de este tipo; de manera que no hay tal persecución, por el contrario creo que hay que tratarla como una enfermedad”. – ¿De qué manera se puede implementar tal tratamiento? – Sobre la base de la educación, una docencia que permita preservar a los jóvenes para evitar que se introduzcan en este tipo de práctica. Las palabras del entonces ministro del Interior Antonio Troccoli en esta entrevista periodística que Enrique Symns y Juan González le hicieron en el otoño de 1984 para la revista El Porteño sintetizan muy bien la mentalidad de la época que Carlos Jáuregui enfrentó a partir de una militancia corajuda, perseverante, dialoguista, ambiciosa, creativa. Vale recordarlas para presentar el largometraje El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui, que Lucas Santa Ana y Gustavo Pecoraro produjeron sobre el primer presidente de la CHA, y que se estrenará pasado mañana en una pequeña porción del circuito de exhibición Cine.AR. La trayectoria militante es el tema principal de esta semblanza colectiva, que Santa Ana dirigió a partir de un guión co-escrito con Pecoraro y de los testimonios que proveyeron César Cigliutti, Alejandro Modarelli, Ilse Fuskova, Marcelo Ferreyra, Marcelo Feldman, el pastor Roberto González, Alejandra Sardá entre otros referentes de la comunidad LGBT argentina. De hecho, de los 84 minutos que dura el documental, la mayor parte recrea la conversión de Jáuregui en figura pública, desde el regreso a Buenos Aires tras una estadía formativa en París y Nueva York hasta la procesión fúnebre que trasladó su féretro de Plaza de Mayo al Cementerio de la Chacarita, pasando por el Palacio del Congreso de la Nación. En el capítulo ‘El paria gran escultor’ que integra la recopilación Acá estamos. Carlos Jáuregui, sexualidad y política en Argentina, Modarelli recuerda el “No digas más ustedes” que su amigo le dijo después de escucharlo varias veces excluirse del grupo al cual ambos pertenecían. La naturaleza colectiva de El puto inolvidable y la condición homosexual tanto de Santa Ana y Pecoraro como de sus entrevistados constituyen un homenaje sensible a –y consecuente con– ese Nosotros inclusivo que pregonó el también fundador de la asociación Gays por los Derechos Civiles o Gays DC. Mientras repasan la vida pública de Jáuregui, los realizadores reconstruyen la evolución de ese sujeto plural que impulsó la primera marcha del orgullo gay-lésbico en nuestra ciudad, el primer proyecto de unión civil entre personas del mismo sexo, una demanda penal por discriminación contra el entonces arzobispo de Buenos Aires Antonio Quarracino, la prohibición de la discriminación por orientación sexual en la nueva Constitución porteña. La presencia de la palabra Puto en el título da cuenta del cariz discursivo de la lucha que nació en el boliche Contramano, ganó la calle, llamó la atención de los medios y no paró hasta conseguir la aprobación de las leyes de Matrimonio Igualitario en 2010 y de Identidad de Género en 2012. Esta reivindicación del sustantivo tradicionalmente peyorativo evoca el recuerdo de otro gran documental sobre el activismo gay en nuestro país: Putos Peronistas. Cumbia del sentimiento. El vínculo que la memoria establece con el film de Rodolfo Cesatti refuerza la idea de que Jáuregui abonó el terreno para una militancia sin límites temporales, geográficos, partidarios. Asimismo resulta inevitable la comparación con la ficción que el estadounidense Gus Van Sant filmó hace casi diez años en homenaje al compatriota y activista gay Harvey Milk. Es evidente el contraste entre la suerte de hagiografía que se estrenó en nuestro país a principios de 2009 y el retrato político elaborado por Santa Ana y Pecoraro. En septiembre pasado Jáuregui habría cumplido 60 años, es decir, que se lo extraña hace 22. Cuando a este recuento melancólico le agregamos los ecos de la 26ª marcha del orgullo gay que tuvo lugar antes de ayer en la Ciudad de Buenos Aires, algunos espectadores tenemos la sensación de que El puto inolvidable se estrena en muy buen momento.
Este documental se centra en relatar la vida y obra de Carlos Jáuregui, el creador de la marcha del orgullo LGTB y uno de los primeros activista del movimiento en la Argentina. A lo largo de distintos testimonios, notas y relatos propios sacados de los diarios de Jáuregui, el espectador irá avanzando en la historia de este particular activista que fue uno de los primeros en representar la lucha del colectivo gay, lésbico y trans en la Argentina. Podemos decir entonces que este documental enriquece. ¿Por qué? Porque si hablamos de temas LGTB generalmente son pocas veces las que se abordan este tipo de temáticas en los medios de comunicación de manera seria, explicado de una manera que busque informar a la gente. La figura de Jáuregui es importante para este tipo de actividades, que representan un movimiento que hasta el día de hoy pelea por sus derechos. Es relevante que este tipo de historias tomen visibilidad en los medios, ya sea a través de documentales como éste o distintos tipos de representación. En conclusión, “El Puto Inolvidable: Vida de Carlos Jáuregui” es un buen documental, comunica una parte de la historia de lucha sobre los derechos de las personas LGTB desde una manera respetuosa e informativa. Da a conocer un relato que mucha gente no conoce, se convierte en algo que vale la pena ver.
El derecho de luchar En El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui (2016), debut en el documental de Lucas Santa Ana, se toma la figura del activista por los derechos gays para contar tanto su historia como la del movimiento. La historia de Carlos Jáuregui es de por si cinematográfica y era casi una obviedad que tarde o temprano el cine se iba a ocupar de ella. Activista gay, fue el gran impulsor en los cambios legislativos otorgando derechos que hace 40 años atrás eran impensables. Que hoy se hable de matrimonio igualitario, familias homoparentales, identidad de género, y un sinfín de temas más, es gracias a una lucha que comenzó en los albores de la democracia y que atravesó los más variopintos gobiernos. Si la adquisición de derechos es una decisión política, detrás de esa decisión hay una lucha y de la que Carlos Jáuregui es sin duda la figura central, aun trascendiendo su propia vida. Lucas Santa Ana reconstruye ese batalla a través de la figura de Gustavo Pecoraro, amigo de Carlos, quien funciona como una especie de guía hacia los puntos claves de la historia. Lo hace buscando a quienes lo conocieron, fueron cercanos, compartieron la lucha o simplemente una charla. La trama se complementa con un nutrido material de archivo que atraviesa casi un cuarto de siglo de la historia del país en materia de derechos LGBTI, pero todo de manera orgánica, sin que resulte forzado, abriendo el relato a otros luchadores de la causa. La narración fluye de manera natural logrando que la historia atrape más allá de su valor sociopolítico y de nicho. El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui es un documental necesario, no solo para conocer la figura de un icono que en tiempos difíciles se plantó frente a gobiernos, políticos, jueces, periodistas y una sociedad que era parte de un sistema arcaico y patriarcal logrando derechos que hoy parecen naturales, sino también para entender que pese a que en épocas donde los derechos adquiridos tienden a desaparecer si existe la lucha colectiva se puede hacer algo que lo revierta.
Lucas Santa Ana repasa la vida de Carlos Jaúregui para hablar no sólo de él sino del recorrido de la Comunidad Homosexual Argentina para lograr visibilidad, aceptación y la eliminación de prejuicios y estereotipos. Dinámica, con material de archivo y resemantización de imágenes, tal vez la decisión de utilizar como hilo conductor a uno de los allegados al militante (Gustavo Pecoraro, también guionista de la película) juega en contra en cuanto a objetividad. En vez de hacerse cargo de sus enunciados, deposita en el otro algunas afirmaciones. Aún así, este documental, necesario, pone en situación una lucha que parece de miles de años, pero que fue reciente.
El legado de Carlos Jáuregui Carlos Jáuregui, primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina y uno de los impulsores de la Marcha del Orgullo en nuestro país, es el centro de este cálido documental de Lucas Santa Ana, que recorre su vida desde su infancia hasta su muerte, en 1996, a través de los recuerdos de los amigos y activistas que lo acompañaron en su lucha por la inclusión (fue uno de los impulsores del primer proyecto de unión civil porteño) y los derechos civiles del colectivo LGTBQI. Recortes de diarios, revistas y programas de TV, donde Jáuregui fue una presencia constante a la hora de debates y la concientización acerca de la diversidad sexual, resaltan su legado.
Valioso documental que reconstruye la vida privada y pública del militante LGTBI, pionero de la lucha por los derechos de la comunidad gay en la Argentina y de la orgullosa asunción pública de la homosexualidad. Con testimonios de quienes lo conocieron bien o estudiaron la vida de quien fue presidente de la CHA.
Un documental necesario para recordar a un verdadero luchador por los derechos humanos de gay, trans, lesbianas. Unos de los creadores de la Marcha de Orgullo, uno de los fundadores y presidente de la Comunidad Homosexual Argentina. Y fundamentalmente un militante que visibilizó a quienes hasta ese entonces se escondían, sufrían injusticias, atropellos y discriminaciones. Un hombre con una mirada política que sabía moverse en los medios para comenzar a abrirles la cabeza a los argentinos y lograr las bases legales que luego se consiguieron. Con testimonios conmovedores y reveladores de su vida y su actividad pública y privada. Un hombre que falleció victima del sida en 1996.
El Puto Inolvidable: Vida de Carlos Jáuregui, de Lucas Santa Ana Por Marcela Barbaro En un país con sobradas muestras de intolerancia frente a ideas o comportamientos diferentes, que recién salía de la peor dictadura (1976-1983) y con una democracia incipiente en manos del presidente Raúl Alfonsín (1983); la esperanza de una generación reprimida, silenciada y perseguida por su inclinación sexual, supo ser traducida por alguien clave que aprovechó el contexto histórico para rebelarse a tantos maltratos y discriminación policial que padecía todo puto, lesbiana o travesti que anduviese por ahí. Poner el cuerpo y ser la voz de muchos otros, visibilizarlos como nunca antes. Dar la vida por una causa donde el ideal sea la libertad. Ese cuerpo y esa voz fueron las de Carlos Jáuregui (1957-1996), activista y militante por los derechos de la comunidad gay argentina, y las que dieron sentido al documental de Lucas Santa Ana (Como una novia sin sexo), con un título muy nuestro: El puto inolvidable. La vida de Carlos Jáuregui. La película tuvo su premiere mundial en la selección oficial del Festival Asterisco 2016 y un vasto recorrido por distintos festivales (LesGaiCineMad, MiFo, OutFest Perú, El Lugar sin Límites y Mig Género, entre otros), reconstruyendo la transformación de un hombre, oriundo de La Plata, que pasó de ser profesor de historia a Primer Presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en 1984, y cómo su lucha logró modificar los derechos civiles de sus integrantes. El tema tiene peso y valor por sí mismo, al que se suma el perfil del líder del movimiento como fue Jáuregui. Ante ese desafío, el realizador construye un documental de formato clásico, rítmico y cronológico que da cuenta de la vida y obra de su protagonista bajo la conducción del periodista e integrante de la CHA, Gustavo Pecoraro. A través de entrevistas con amigos y compañeros de lucha, imágenes de archivo y diversos audios, el documental combina el aspecto biográfico con el histórico, principalmente en relación a los resultados del activismo. Uno de los principales logros, fue la creación de una nueva jurisprudencia que defienda y contemple los derechos civiles de todos los gays. Otros de los temas trabajados con sensibilidad y respeto fue la aparición del flagelo del HIV/SIDA en el 85, la falta de información sobre el tema, la muerte de muchos homosexuales, el enfrentamiento con la iglesia, la creación de la asociación Gays DC, y la primera marcha del orgullo gay (1992) por las calles de Buenos Aires. Todos esos factores sentaron precedentes para posibilitar que, hoy, exista legalmente el matrimonio igualitario, entre otras cosas. “En el origen de nuestra lucha está el deseo de todas las libertades” decía Jáuregui. Un deseo que pudo cumplir, y que hoy puede leerse en una Plaza que lleva su nombre o en una estación de subte donde está su imagen. La trascendencia que alcanzó y el legado social que supo construir permitió que el “orgullo” flamee visible en una bandera de colores. EL PUTO INOLVIDABLE. VIDA DE CARLOS JÁUREGUI El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui. Argentina, 2016. Dirección: Lucas Santa Ana. Guion: Gustavo Pecoraro, Lucas Santa Ana. Dirección de Fotografía: Pablo Galarza / Montaje: Martín Senderowicz, Lucas Santa Ana / Dirección de Sonido: Mariano Fernández / Música: Karen Bennett. Entrevistados: César Cigliutti, Ilse Fuskova, José Chaya, Marcelo Ferreyra, Alejandro Modarelli, Luis Biglié, Kado Kotzer, Martin de Grazia, Marcelo Feldman, Pastor Roberto González, Alejandra Sardá, Mabel Bellucci, Zelmar Acevedo, entre otros. Duración: 84 minutos.
Hay personas que están destinadas a marcar una época al cambiar el rumbo de su vida, y también la de los demás. Son los que toman el destino en sus manos, se apropian de él y no permiten que sea afectado por causas ajenas. Uno de esos “elegidos” fue Carlos Jáuregui, un reconocido activista por reclamar leyes y derechos de la comunidad LGBT. El protagonista de esta historia dirigida por Lucas Santa Ana, después de terminar el colegio secundario en 1975, logró una beca para estudiar historia en Francia. Allí vivenció las manifestaciones callejeras de los gays y lesbianas para que sean respetados y tratados como seres humanos. Más tarde permaneció un tiempo en los EE.UU. hasta que, en 1982, retornó al país y durante el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín comenzó su lucha. Fueron años duros, de persecución, maltrato y encarcelamientos para todos ellos. Pero él, con la experiencia traída del exterior, supo cómo enfrentar el problema. No fue fácil, hasta el año de su muerte, en 1996, peleó contra los políticos, los prejuicios sociales y su enfermedad. Este documental está narrado de una forma convencional. Donde parece que la idea no es informar, sino homenajear a una persona que se destacó por sobre el resto. Por eso dialogan con sus amigos y compañeros de batalla. Con la utilización de fotos en blanco y negro, y a color, artículos de diarios y revistas, imágenes de reportajes televisivos, archivos de escritos contados con una voz en off, completan el argumento. Quién lleva el hilo conductor del film, y charla con los entrevistados, es el periodista Gustavo Pecoraro, que también está involucrado en el guión y fue uno de los compañeros de militancia de Jáuregui. La realización nos permite recordar aquella época, para los que la transitamos, y para las nuevas generaciones enterarse sobre quién fue el personaje en cuestión. Porque en los últimos tiempos se sancionaron varias leyes que fueron reclamadas en aquellos años, y que ahora, benefician a un montón de personas. Pero todo esto no es producido por generación espontánea, sino que hay un pasado que con este documental se lo recuerda. El activista estuvo en el lugar indicado, en el momento justo. Y gracias a su personalidad arrolladora, su firmeza, valentía y convicción a prueba de balas, logró trascender y fue un guía, un referente en el cual, los que estaban excluidos y marginados pudieron apoyarse en él, estar contenidos y vislumbrar una luz de esperanza de poder ser unos simples ciudadanos como los demás y no ser perseguidos o señalados con el dedo acusador de los que no son como ellos.
LAS ÚNICAS LUCHAS QUE SE PIERDEN SON LAS QUE SE ABANDONAN Carlos Jáuregui fue uno de los principales activistas del movimiento gay lésbico en Argentina, iniciando su actividad hacia mediados de la década de 1980. Su figura y su temprana desaparición hicieron de él un mito y una fuente de inspiración, fortaleza e ímpetu en la lucha por la igualdad de derechos. Esta impronta que su legado ha dejado es rescatada por El puto inolvidable: vida de Carlos Jáuregui, el documental de Lucas Santa Ana, donde se hace vivo su recuerdo y su militancia. El documental comienza con el recuerdo de sus compañeros de activismo gay lésbico, quienes traen al presente la memoria de los primeros pasos de Jauregui en el activismo homosexual argentino. Haciendo, en un principio, un breve recorrido por su historia familiar, juvenil y académica, el film logra contextualizar el comienzo de las inquietudes en cuestiones de derecho que Jáuregui comenzó a experimentar gracias a su viaje a Europa y al contacto con el activismo francés. Luego, la película sigue con el regreso de Carlos a la Argentina y cómo fue activando su lucha y sus cuestionamientos a una sociedad recién salida del último proceso militar. Este recorrido por su inicio militante -en algunos momentos cronológico y en otros no tanto- se va hilvanando tanto con imágenes de archivos de su activismo público, entrevistas y demás, así como también con relatos de sus compañeros y amigos, además de estar la totalidad del relato matizado por una voz en off que narra, desde la enunciación de un Jáuregui omnipresente, sus propios pensamientos y sensaciones en el devenir de su historia. El documental cuenta también con un personaje, Gustavo Pecoraro, que es una especie de organizador del discurso, encargándose de narrar los sucesos y las incumbencias del accionar de Jáuregui en la construcción de una sociedad más igualitaria. De modo complementario, el film registra y exhibe la problemática del SIDA en nuestro país durante la década de 1980 y 1990, su vínculo con la comunidad gay, y cómo influyó en la militancia y en lo personal en esta figura tan importante en el movimiento LGBT, ya que su hermano Roberto Jauregui, también homosexual, fue un activista en contra del VIH y víctima de esa terrible enfermedad, al igual que la pareja de Carlos en 1988 y el propio Carlos, en 1996, a la edad de 38 años. Santa Ana logra construir un documental conciso e interesante, que abarca desde los comienzos de la organización lésbico gay en Argentina hasta las victorias que representaron el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, incluyendo del mismo modo las victorias simbólico-culturales que significaron el nombramiento de la plaza ubicada en Cochabamba 1730 como plaza Carlos Jauregui, así como también el cambio del nombre la estación de subte D Santa Fe por Santa Fe – Carlos Jáuregui, logrando de esta forma la visibilización de la comunidad gay como parte de la sociedad argentina en igualdad de derechos y obligaciones, uno de los ítems por los que tanto luchó este vanguardista del movimiento LGTB argentino.
Carlos Jáuregui no pudo disfrutar del legado que dejó en la Argentina. El primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), el tipo que la volvió grande y la hizo marchar a Plaza de Mayo por sus derechos nunca dejó de recibir reconocimientos por su trabajo y hoy es un ícono de la pelea por las libertades civiles. Algo de eso deja en claro El punto inolvidable: vida de Carlos Jáuregui, el film de Lucas Santa Ana que pone el acento en la trayectoria de quien fue un lider social con los pies en el barrio y el grito en el cielo. Testimonios de quienes militaron junto a él en la CHA y de quienes lo conocieron y transitaron las mismas calles y, en algunos casos, las mismas comisarías en las noches de redadas policiales, unen sus testimonios a videos de archivo en los que queda de manifiesto la militancia tan racional como visceral de Jáuregui. En algunos pasajes, incluso, aparece como invitado especial un más joven Mariano Grondona en plenos años 90, cuando en medio de la vorágine menemista su programa Hora Clave aparecía como un espacio abierto a las minorías. De estructura clásica y quizá por momentos un tanto acartonada, la película logra remarcar la figura de un distinto que le puso el cuerpo y el intelecto a mejorar la vida de otros miles de distintos. Hay todavía en el cine argentino un lugar para contar estas historias de personalidades que si no hubieran peleado estarían al costado de los relatos del presente. El cine nos da hoy la oportunidad de conocer una de esas historias y, quizá, multiplicarla a partir del ejemplo que se dispara desde la pantalla. A por ella.
Crítica emitida por radio.