Gran estreno nacional que mide al público todo el tiempo. Es decir, que ni bien va avanzando se supera en complejidad y requiere que el espectador pueda seguir el código. Lo cual, en principio, es asombroso. Y ojo que no estamos hablando de un film complejo sino más bien uno cuya narrativa (y humor) escapa a lo convencional. El director Nicolás Goldbart (Fase 7, 2011) creó un mundo maravilloso en el cual seguimos a los dos protagonistas mientras cargan con una intriga que nunca decae. Comentaría varias secuencias, pero no lo haré por cuestiones obvias. Pero si voy a destacar las grandes actuaciones de Daniel Hendler y Alan Sabbagh al igual que el resto del gran elenco. El Sistema Keops es una joya argentina para descubrir.
Comedia, acción y entretenimiento Daniel Hendler es espiado en la nueva película de Nicolás Goldbart, que compitió en el reciente BAFICI. No es algo que nos ocurra a la mayoría, pero debe ser odioso y particularmente molesto que nos espíen. Que nos saquen fotos, se metan en nuestra intimidad, ingresen a nuestro hogar, revuelvan nutras pertenencias. Todo eso, y algo más, le ocurre al personaje de Daniel Hendler en El sistema K.E.O.P/S, una película de género, una comedia de acción con algo de violencia extrema, que no se toma en serio la violación de la privacidad más que para narrar una historia detectivesca, con dos personajes amigos (el de Hendler y el de Alan Sabbagh), dispuestos a todos por descubrir qué hay detrás del Sistema del título de la segunda película como realizador de Nicolás Goldbart. Fernando (Hendler) tiene una vida algo anodina hasta que buceando por Internet llega a un sitio en el que prometen ganancias desorbitantes en poco tiempo. Sin nada que perder -o, mejor, nada que hacer- llena un formulario. Cuando dé el clic, todo cambiará. De un departamento de un edificio no muy lejano, lo graban. El lo advierte, y cuando descubre que han forzado la puerta de su hogar, acude a la policía, que toma el caso a la ligera. El, no. Junto a Israel (Sabbagh), su amigo y con el que tienen proyectos cinematográficos que se caen por distintos motivos, se ponen a investigar quiénes son los espías, con qué fin lo hacen y a quiénes obedecen. Muy bien filmada por Goldbart, uno de los editores que más trabaja en el cine argentino, Hendler ya había protagonizado la opera prima de Goldbart, la premonitoria Fase 7 (2010), en la que en un edificio en cuarentena por la aparición de un virus debía cuidar a su esposa embarazada de los vecinos. El sistema K.E.O.P/S, que se vio en la reciente edición del BAFICI, donde estuvo en la Competencia Internacional, tal vez tenga una historia que se alarga un tanto, que se centra casi de manera exclusiva en la relación de los amigos y se pierda la de Fernando y su esposa (Violeta Urtizberea) y su hija. Goldbart plantea un universo casi exclusivamente masculino, bien de cine de acción, con muchas peleas, sangre y guiños a revistas de los ’80, y con Rodrigo Noya y Gastón Cocchiarale, más Esteban Lamothe entre los “malos” de la película. La conexión entre Fernando e Israel, sus diálogos, sus mentiras a medias, son lo mejor de este filme que se propone entretener, y lo logra.
Violencia y humor absurdo El segundo largometraje del director de "Fase 7" reconoce influencias varias, entre ellas las de aquellos thrillers paranoides de los ’70 en los que la aparente quietud citadina esconde conspiraciones, organizaciones secretas, espías y negocios oscuros. Hace algunas semanas, diversos opinólogos públicos y voces anónimas, refugiados bajo el paraguas de esa entelequia llamada “sentido común”, coincidían en que hay destruir el INCAA basándose en la (falsa) idea de que utiliza de dinero público para hacer películas “aburridas que no ve nadie” o que “son lentas y no pasa nada”. Es cierto que hay una porción de producciones nacionales atravesadas por un aire lánguido y minimalista cuyas búsquedas artísticas escapan a la lógica de los modelos narrativos más comerciales. Tan cierto como hay otras que recorren caminos radicalmente opuestos apostando un pleno a la energía y la vitalidad. Son aquéllas que entienden a la disciplina de la pantalla grande como una montaña rusa capaz de llevar de las narices al espectador a recorrer un amplio espectro de emociones. Estrenada en el marco dela Competencia Internacional del último Bafici, El sistema K.E.OP/S es un buen ejemplo para refutar el abolicionismo audiovisual. Tiene su lógica que el aquí director Nicolás Goldbart haya desarrollado el grueso de su trayectoria profesional como montajista. Si en esa área es donde las películas adquieren su forma definitiva a fuerza de cortes y uniones milimétricas, su segundo largometraje en la silla plegable luego de la lejana Fase 7 (2010) es el jugo obtenido luego de cortar y exprimir unas rodajas de la violencia seca y absurda de Tarantino, otras tantas de la nocturnidad entendida a la manera de Martín Scorsese (Después de hora es una referencia ineludible), las infaltables dosis del Hitchcock más voyeur y hasta algo de aquellos thrillers paranoides de los ’70 en los que la aparente quietud citadina esconde conspiraciones, organizaciones secretas, espías y negocios oscuros. Pero El sistema K.E.OP/S tiene personalidad propia, en tanto su acción, a diferencia de nueve de cada diez producciones nacionales con aspiraciones comerciales, no podría transcurrir en un lugar distinto al que transcurre. El epicentro narrativo es el barrio porteño de Belgrano, más precisamente en cercanías de una avenida Cabildo cuya soledad nocturna recuerda a los primeros meses de la pandemia. Pero al guionista Fernando Blansky (Daniel Hendler) no le preocupa ningún virus, sino el bloqueo mental que le impide cranear un próximo proyecto. Toda excusa es buena para distraerse. Sobre todo, si esa excusa tiene la forma de un hombre cayendo desde uno de los balcones más altos del edificio donde vive. Mientras agoniza estrolado en el techo de un auto, balbucea la palabra “Keops”. Fernando, desde ya, no tiene idea de qué se trata, hasta que Google devuelve un sitio web financiero homónimo que promete inversiones con alta rentabilidad. El problema es que, una vez que ingresa, lo que ve es la imagen en vivo de su ventana filmada desde algún balcón cercano. Keops, además, tiene un potencial golpe mortal con la forma de unas fotos de Fernando encamándose con una chica que no es su novia (Violeta Urtizberea), un personaje con el que el guion de Goldbart no parece muy bien qué hacer. Movido por esa inquietud, Fernando y su amigo Sergio (Alan Sabbagh, uno de los comediantes más notables del panorama actual), quienes como en toda buddy movie se pelean y se insultan como dos hermanos de cinco años, se embarcan en un largo camino para saber de qué se trata y recuperar el back up con esas imágenes. Un camino donde la violencia se entrevera con un humor que pendula entre la negrura y un absurdo fruto de la interacción de la dupla con esos “villanos” (Rodrigo Noya y Gastón Cochiaralle) que, en realidad, son torpes e inexpertos antes que malvados. Con momentos de altísimo octanaje cómico, como esa escena en el supermercado, El sistema K.E.OP/S pierde parte de su energía durante un tramo final que abraza un serie de situaciones algo menos originales. Pero a esas alturas ya es imposible despreocuparse por la suerte de esos amigotes envueltos por las redes de una noche inolvidable.
El sistema K.E.OP/S es una apuesta ingeniosa que llega a buen puerto El segundo film de Nicolás Goldbart confirma las expectactivas que despertó su debut, Fase 7, con otra historia de vidas anónimas enredadadas por casualidad en una aventura Si hay un director argentino, contemporáneo y cercano a las narrativas de género, que despertó expectativas luego de su ópera prima, es Nicolás Goldbart. Fase 7 aterrizó en 2010 como una apuesta arriesgada, un cruce inteligente entre la distopía y la alienación contemporánea, filmado con pulso y cercanía. En Goldbart se vislumbra la mezcla de su ecléctica cinefilia con un placer por poner en imágenes aquello que circula en su cabeza: escenas memorables recordadas de alguna película de su adolescencia, fragmentos de un diálogo gracioso, viñetas de un cómic, trozos de una cultura compartida. Todo ello se conjuga en la nueva El sistema K.E.OP/S, autóctona y al mismo tiempo heredera de varias tradiciones –Hitchcock, giallo, historietas de Ásterix y Óbelix, Tarantino, policiales de los 70, samuráis-, que logra una genuina dinámica entre su dúo protagonista mientras delinea una pesadilla impura e interminable. La vida de Fernando Blansky (Daniel Hendler) no parece demasiado complicada. Se levanta a la mañana, apura a su hija para ir al colegio, compra unas facturas y espera la llegada de la ansiada inspiración para ese guion que va a salvarlo del hastío y la desocupación. Entre tanto, llama a su amigo el Oso para seguir el devenir de algunos guiones planchados en preproducción, se recuesta en el sillón del living de su casa de Belgrano, comenta con un seudónimo en el Facebook de su amigo de la infancia, el “gordo” Sergio Israel (impagable Alan Sabbagh). Pero esa existencia distendida, que sin embargo recibe la censura de su propia familia –acá Violeta Urtizberea resulta algo desaprovechada-, desemboca en un clickeo fatal en internet luego del recuerdo de la última palabra de un suicida: “K.E.OP/S”. K.E. OP/S parece ser una de esas promesas de millones al instante pero termina siendo el despliegue de un insidioso sistema de vigilancia que convierte la vida de Fernando en una persecución cada vez más introspectiva. El sistema K.E.OP/S El sistema K.E.OP/S Goldbart desliza pistas sobre la construcción de su película en toda la puesta en escena: un inmenso póster de Blow Up de Antonioni, imágenes de Peeping Tom de Powell, los sistemas de cámaras de La conversación, el derrotero trágico de Travolta en Blow Out. Pero en el medio se cuela el humor de las buddy movies en la dupla que conforman Hendler y Sabbagh, el registro absurdo de esas vidas anodinas que encuentran la aventura por casualidad, los egos inflados en historias que copian de recuerdos infantiles y las peleas a sable limpio que cortan el hilo entre la realidad y la ficción. Si Goldbart se apoya en la creciente paranoia social, que sustituye la de los 70 concentrada en organismos como la CIA o el FBI por la de las corporaciones, las redes sociales o simplemente los onanistas de la vida ajena, su película se conduce con esa mirada constante sobre los hombros, de los personajes y de la propia historia. ¿Y ahora qué sigue? El sistema K.E.OP/S funciona en su lógica, saca varias risas y construye un mundo propio gracias a sus actores en sintonía y a cierta irreverencia de la puesta en escena, nunca tímida ni acartonada. Es un buen regreso para su director, una idea modesta e ingeniosa llevada a buen puerto.
Nicolás Golbart vuelve a la pantalla grande tras 12 años de su ópera prima, la divertida «Fase 7» (2010), con «El sistema K.E.OP/S», una película que redobla la apuesta y presenta varias ideas interesantes. El film en cuestión aglutina diversos géneros, estilos e incluso varias citas cinéfilas que no solo sirven como homenaje sino como una ventana a las influencias y a las predilecciones del propio Golbart como ávido consumidor cinematográfico. De hecho, se cae de maduro la clara influencia Hitchcockiana como punto de partida para el film, aunque rápidamente el film va virando hacia otras puntas pasando por una enorme cantidad de lugares poco comunes. De hecho, uno podría pensar en que se parte de una especie de «Rear Window» (1954) donde el protagonista en lugar de ser el voyeur, termina siendo la persona espiada. El protagonista resulta ser un tipo común y corriente con una vida rutinaria que repentinamente se ve envuelto en una situación extraordinaria. El largometraje se centra en Fernando Berlasky (Daniel Hendler), un guionista que actualmente se encuentra desempleado y se la pasa todo el día en la casa sin hacer nada. Su esposa (Violeta Urtizberea) y su hija lo tildan de vago continuamente y él decide buscar alguna salida. Primero intenta retomar un viejo trabajo que vive siendo postergado, una película dirigida por su amigo Sergio Israel (Alan Sabbagh) pero todo parece indicar que ese proyecto está en el limbo. Así es como a partir de un accidente escucha hablar sobre KEOPS, algo que googlea en su computadora y ve como una oportunidad para ganar dinero. No obstante, al poco tiempo comienza a sentir que alguien lo espía, desde la ventana y le empiezan a sacar fotos, mandarle mails y a chantajearlo con imágenes trucadas. La situación se vuelve cada vez más extraña y Fernando decide acudir a su amigo Israel para que lo ayude a descubrir si se trata de una broma pesada o de algo mucho más grande. Por momentos comedia negra, por momentos thriller de acción, el film de Golbart es un verdadero viaje cinematográfico que no da respiro al espectador y lo lleva a diversos lugares no explorados dentro del cine nacional. La frescura y la novedad pasa por una atractiva (y ecléctica) banda sonora, un trabajo de fotografía muy logrado y un guion sólido que permite el lucimiento de sus intérpretes. Hendler y Sabbagh mantienen una química envidiable y funcionan a modo de pareja de Buddy Movie en este relato que homenajea desde Hitchcock hasta «Blow Up» de Antonioni, el cine de John Carpenter y Brian De Palma, «Giù la Testa» de Sergio Leone, entre varias otros. Lo destacable es como el director, que además es el coguionista de la película, logró amalgamar todos los estilos y elementos de diversos géneros de manera coherente e inspirada sin que se sienta forzado. «El sistema K.E.OP/S» es una bocanada de aire fresco dentro del cine nacional que se presenta de manera inesperada y desenfrenada. Una película entretenida, con grandes momentos de comedia y un elenco maravilloso que además de tener a los ya mencionados Hendler, Sabbagh y Urtizberea, también cuenta con la participación de Rodrigo Noya, Gastón Cocchiarale, Martín Garabal, Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe. Una experiencia delirante para disfrutar en pantalla grande.
El Sistema Keops es un homenaje al cine negro pasado por el tamiz de la contracultura pop, con un humor que apuesta por el absurdo de lo cotidiano llevado a un extremo, mezcla de comedia y thriller de pseudo misterio con buen ojo para las costumbres sociales, las figuras retóricas modernas y las teorías conspiranoicas actuales.
Este filme se podría definir como la experiencia de dos personas comunes en situación extraordinaria, desde dos puntos de vista. La primera en consonancia con el texto y la segunda directamente ligada a los actores. En esta ultima sus protagonistas no tienen demasiada experiencia en filmes que se encuadren en el género del thriller, si en la comedia que sirve como estructura narrativa para el
Pasa en el cine, pasa en la vida Doce años después, Nicolás Goldbart regresa con éxito luego de la excelente Fase 7, película en la que la amenaza de una pandemia y un encierro violento y sin mayores explicaciones por parte de las autoridades era solamente una fantasía. El sistema K.E.OP/S, con guion de Goldbart junto a Germán Servidio (que tuvo su paso por el Bafici), tiene como aquella cuotas de humor con agregado de condimentos, en este caso todavía más violentos, en un film que mezcla géneros con buen tino y pulso narrativo firme, entendiendo los tiempos y estableciendo pausas para incluir los elementos y las circunstancias absurdas que abruman a los personajes. Las cuestiones de identidad de cada una de las partes que forman la trama en cuanto protagonistas de la escalada de ridículo y paranoia se mezclan con situaciones de lo más comunes en la vida de las personas, y hasta incluyen situaciones y espacios identificables que generan en el espectador una sensación de empatía de pertenencia local. Daniel Hendler repite protagónico con el realizador en este, su segundo film, en esta oportunidad acompañado por otro muy buen actor como es Alan Sabbagh; ambos se adaptan a diversos niveles de humor y acción y destacan en lo que puede verse como una auténtica pareja tan despareja como memorablemente brutal. Las referencias cinéfilas no faltan y cada espectador podrá encontrarlas e identificarlas en las menciones tanto verbales directas como las representadas en adornos, juguetes y posters varios, ejemplos de un interés por el cine que aplica a todo lo que Goldbarg toca y vive. Algo hay, evidentemente, de autoreferencial en lo que se cuenta en los 120 minutos que no se notan, lo que es claramente un mérito del director. El grupo se completa con Rodrigo Noya (Patricio); Gastón Cochiaralle (Marcos); Esteban Lamothe (Agente Número 3) con una caracterización que le sienta bastante mejor que el drama; y Violeta Urtizberea, quien entrega su manejo de climas con el imán que su aparición representa para resolver y dar brillo a algunas escenas, ello a pesar de la limitada cantidad de minutos en que se la puede ver en pantalla.
Una nueva propuesta nacional llega para sorprender a puro delirio. Hablamos de El Sistema K.E.OP/S, la cinta dirigida por Nicolás Goldbart ( @barbadeoro )que fue presentada en el BAFICI y que tiene su estreno oficial este 12 de mayo. Con las actuaciones de Daniel Hendler (@daniel_hendler_ )y Alan Sabbagh (@alansabbagh )en los roles protagónicos, el reparto se completa con Rodrigo Noya (@_rodrinoya ), Gastón Cocchiarale (@gastoncocchiarale ), Nicolás García Hume (@nicogarciahume ), Esteban Lamothe (@estebanlamothe )y Violeta Urtizberea (@violeurtizberea ). A lo largo de los últimos años, se ha debatido tanto acerca de las estafas piramidales que uno creería que es difícil caer en una de ellas. Pero para Fernando no parece demasiado evidente: luego de registrarse en una sospechosa página, descubre que una organización secreta lo espía y que lo que parece una broma se convierte en una amenaza para su familia. Con la ayuda de su amigo Israel, que siempre considera a la violencia como primera opción, intentará resolver este laberinto de problemas. “El guion era medio en joda. Arranca bien pero se cae en el tercer acto”, es una de las numerosas frases memorables que deja esta película en la que el propio cine es protagonista. Aquella cita aplica perfectamente a El Sistema K.E.OP/S, puesto que -a medida que avanza la trama- los personajes comienzan a perder la cordura, convirtiendo a esta historia en un sinfín de situaciones improbables. Pero allí aparece su mayor fortaleza: el humor negro, la adrenalina y una dupla protagónica que se roba todas las miradas son clave para hacer del film de Goldbart una propuesta completamente atrapante. Hendler y Sabbagh brillan en sus roles con una química hipnótica que -en medio de la violencia- sacan una sonrisa con sólidas y divertidas escenas.
Hendler y Sabbagh protagonizan una nueva comedia de tensiones del director de «Fase 7», que trata de enseñarnos los peligros de los esquemas piramidales y las bondades de extender un poquito más tu adolescencia.
ALGUIEN TE VIGILA Un director de cine llamado Fernando Blanksy presencia un suicidio que lo deja perturbado. Su familia (mujer e hija) lo tienen como un vago. Tentado por una organización piramidal llamada K.E.OP/S, que le asegura que su vida cambiaré, se conecta a su sitio web. Todo esto es una trampa para comenzar a espiarlo y acecharlo. En ese contexto, uno de sus mejores amigos (un actor bastante violento al que él un poco desprecia/envidia) lo comenzará ayudar para investigar quién lo está observando y qué hay detrás de esta organización. Todo lo dicho es una excusa para comenzar este hermoso delirio que le sirve a Nicolás Goldbart, director de Fase 7, para utilizar referencias cinematográficas de los thrillers paranoicos/conspirativos que se hacían en la década del 70, con el agregado del humor como elemento esencial para que la historia siga adelante. Las actuaciones de Daniel Hendler y Alan Sabbagh están otra vez en estado de gracia, toda esa relación que va creciendo a medida que la película avanza nos muestra uno de los temas de los que habla la película, la amistad (referencia al cine de Sergio Leone incluida). La forma en que nos muestra el barrio de Belgrano es otro hallazgo de la película: lo que en el cine norteamericano sería común, acá sirve para homenajear lugares en donde seguramente el realizador vive, vivió o pasó alguna etapa de su vida. La escena de la Galería Río de La plata (con homenaje incluido a Splatterhouse) es uno de esos momentos. La película tiene momentos violentos y sangrientos, que son matizados con mucho humor negro, eso se nota sobre en el final. Ya nadie va estar seguro en su casa o departamento, ya nadie va a sentarse o caminar tranquilo por la Plaza Manuel Belgrano, cerca de la iglesia redonda, porque K.E.O.P/S te vigila.
Aquí apreciamos una película que se acerca a una idea de aventura, bajo el pretexto de un misterio a desentrañar, sorteando las dificultades propias a diversos climas y géneros. Transitando conflictos conspiranoides y referencias a la cultura pop, “El Sistema K.E.O.P/S.” va aglutinando elementos funcionales a la trama. Nicolás Goldberg, autor de “Fase 7” -su ópera prima-, también premiado montajista y realizador -ganó el Premio Cóndor de Plata por “El Bonaerense” (2002, Pablo Trapero)- se adentra en la geografía del barrio de Belgrano rescatando ciertas cualidades porteñas autóctonas. Persecuciones afines al género de acción inundan un metraje dispuesto a entretener de su bizarra extrañeza. De lo oscuro a lo delirante, la trama se abre ante nuestros ojos como un prisma. Goldberg sabe cómo ser original y la broma pesada cunde efecto. Los experimentados Daniel Hendler y Alan Sabbagh calzan perfecto su atuendo, protagonizando esta buddy movie que bebe de ciertas influencias cinéfilas notorias. No oculta el autor sus intenciones de homenajear, de modo explícito, a un espectro que abarca desde John Millius a los Hermanos Coen, con “El Gran Leboswki” como indudable referencia. Envidias, celos y personalidades opuestas prefiguran las características de este dúo, en apariencia pacífico, camino a la inevitable catástrofe.
Paranoia en el regreso del director de “Fase 7” Nicolás Goldbart narra la paranoia porteña en este descenso a los infiernos de dos personajes que no hacen otra cosa que imaginar conspiraciones…hasta que se vuelven realidad. La pandemia da origen a todos los tópicos de este film que participó de la competencia del último BAFICI. La abulia del encierro, el sinsentido de realizar ciertos trabajos en los departamentos, la desconexión con el mundo exterior (donde todo se percibe como una amenaza) y la imaginación del observador omnisciente, aquel que controla todos nuestros actos bajo la forma de una organización superior. Esta premisa, que ya estaba presente en Fase 7 (2010), llega a puntos sórdidos y hasta nauseabundos en El sistema K.E.OP/S (2022). Daniel Hendler es Fernando, una suerte de guionista con crisis creativa que deambula en pantalones deportivos y camisa floreada por su casa buscando qué hacer. Un día cae su vecino de un balcón y, antes de morir, menciona la palabra "Keops". Fernando la googlea y accede a una imagen de su propio departamento: el tipo es observado de una de las miles de ventanas de enfrente a su hogar. Su amigo “el gordo” (Alan Sabbagh) se suma en la búsqueda del paradero del observador. Un camino que los lleva a involucrarse en la violenta organización que tiene a dos improbables matones enmascarados interpretados por Rodrigo Noya y Gastón Cocchiarale. Humor absurdo, negro y un festín de violencia incomoda al estilo Tarantino, serán de la partida del film. El plan imposible trae peores consecuencias en esta comedia que avanza por incoherencia tras incoherencia del dúo protagonista, más que por una narración sólida. La locura y la cordura se mezclan en el periplo en una película con altibajos, donde lo demencial de las reflexiones asustan más que el accionar de la agrupación del título. Sin estar a la altura de su ópera prima, Nicolás Goldbart evita caminos seguros y se mete en el oscuro pensamiento paranoico de su protagonista, encerrado en su propio laberinto del cual no puede -ni quiere- salir.
Nicolás Goldbart nos dio hace unos años una película muy divertida llamada Fase 7, sobre un mundo sumido en cuarentenas feroces por un extraño virus. Esa película llena de homenajes cinéfilos (sobre todo al mundo de John Carpenter) muestra a un realizador con precisión para narrar historias llenas de humor negro que se mezcla con el costumbrismo y la fantasía. Algo así como Halloween meets Esperando la Carroza y, aquí, meets Juntos son dinamita. Un guionista de vida mediocre se ve espiado y acosado por una extraña organización y se junta con un amigo bastante violento para resolver algo que se le va de las manos. No es un film perfecto, pero es un film divertido, lo que a esta altura del cine no es poco, y se va decididamente al extremo sin que le importen demasiado las buenas maneras. No deja, en tiempos de miedos y adocenamientos, de ser refrescante. Una película hecha por el propio gusto de hacer una película, además, y no es poco.
El sistema K.E.OP/S es irresistible para el corazón cinéfilo. Su director, Nicolás Goldbart, se hizo querer por su precisión de género con su ópera prima Fase 7 (2010). Como varios grandes directores, Goldbart ha desarrollado una gran carrera como montajista, lo que es una gran enseñanza para cualquier que esté interesado en el lenguaje cinematográfico. La película tiene una mezcla de temas a intereses. Es una fantasía paranoica donde el protagonista queda enredado con una extraña organización llamada K.E.O.P.S. Fernando Berlansky (Daniel Hendler) está siendo de una forma insólitamente precisa. Él no sabe qué quieren ellos, pero lo que parece algo medio inocente se convierte en algo siniestro. Su único aliado en esta inesperada aventura es su viejo colega y amigo Sergio (Alan Sabbagh) con quien conforma una pareja de acción que mezcla cien referencias, de Peckinpah a Bud Spencer y Terence Hill, pasando por toda la nocturnidad del cine policial americano de autor de los setenta y sus herederos. Porque la película también es la historia de dos artistas que no logran dar con el clavo de un proyecto. El protagonista está bloqueado y no logra escribir. Tal vez este film sea sobre la angustia del propio director frente a ese tema. La trama se va oscureciendo y poniendo más violenta. Los personajes entran en una locura de la que sí salen vivos lo harán pagando un precio muy alto. La victoria de Fernando y Sergio es que finalmente les pase algo interesante. La fantasía de una aventura que justifique un nuevo guión de ficción. La historia de una crisis creativa resuelta en una película. Dicen que cuando uno hace una gran película, la segunda siempre es complicada. Bueno, esperamos entonces que pronto haya una tercera película de Goldbart ahora que ha podido exorcizar sus dilemas como artista de forma divertida. Como dato extra, nadie ha filmado también un barrio como aquí lo hace él con Belgrano. Una ciudad aprovechada al máximo con aires de Después de hora y otros films de Martin Scorsese.
El chiste de que la película se cae en el tercer acto le habla al espectador sobre un relato consciente que reconoce sus flaquezas. Se inclina por el humor negro al mejor estilo Alex de la Iglesia pero el resultado termina siendo muy irregular. Una lástima.