En su reconciliación con el universo latino, Disney pasó de ambientar Coco (2017) durante las celebraciones del Día de los Muertos en México a narrar Encanto en un pintoresco pueblo de la Colombia profunda, ubicado en un verde valle entre montañas, ríos y bosques. Allí descubrimos a la simpática, inteligente, impulsiva, pero traumada Mirabel Madrigal ¿Por qué traumada? Porque todos en su familia extendida (léase abuela, madre, hermanas, tía, primos) tienen algún poder mágico. La única absolutamente terrenal en la hermosa casona es ella y algunos le hacen sentir esa diferencia no menor. Como ocurría también en Coco, la figura matriarcal de Abuela -aquí bastante menos simpática y más despótica- ordena la dinámica hogareña y la protagonista se debatirá entre sus deberes y sus ansias de independencia y de trascender los mandatos familiares. Dominada por la culpa, encontrará en determinado momento la posibilidad de redimirse y demostrar su valía. Encanto regala una animación pletórica de movimiento, colores fuertes propios de una naturaleza exuberante, canciones pegadizas y números musicales que tuvieron en varios casos el aporte del prolífico Lin-Manuel Miranda, quien parece no puede faltar en ningún proyecto donde se aborde alguna temática latina. Más allá de contar con protagonistas en su mayoría femeninas y de fuerte personalidad, Encanto cede a la tentación del pintoresquismo y los estereotipos latinoamericanos. La madre de Mirabel, Julieta (la voz de Angie Cepeda), tiene la habilidad de curar a las personas... cocinando. El trasfondo de la historia ligado a las penurias de los inmigrantes ilegales es parte del subtexto políticamente correcto de una película concebida con indudable pericia técnica y narrativa, aunque también con cierto cálculo y algo de fórmula que la distancian de los mejores exponentes del estudio Disney.
Encanto, el largometraje animado número 60 en la historia de los estudios Disney, entra inmediatamente por los ojos. La exuberancia de las imágenes, los colores y la vitalidad de los personajes le otorgan un marco visual casi irresistible a un relato que idealiza la vida de un pequeño poblado enclavado en la fértil región montañosa de Colombia. La animación propiamente dicha también deslumbra nuestra vista. A esta altura no debería sorprender, de tan repetida, esta nueva demostración de talento de los mejores animadores digitales del planeta. Pero aquí no le podemos sacar los ojos de encima a todo lo que Encanto consigue cada vez que un personaje animado consigue una armonía perfecta, casi prodigiosa, entre los movimientos faciales y las voces originales. Lo que en cambio provocará entre nosotros alguna perplejidad es la aplicación al relato del título elegido por Disney. Cuando usamos el término “encanto” siempre nos referimos a las características y atributos que nos agradan de una persona o una cosa. Aquí se utiliza como traducción de la palabra inglesa enchantment, que no es otra cosa que encantamiento, sortilegio, hechizo. Encanto alude aquí al resultado de un pase de magia, el que envuelve la vida de la familia Madrigal después del sacrificio que uno de los personajes hizo en su juventud, allá lejos y hace tiempo, para salvar al resto. Su viuda, la imponente Abuela, se ocupa de mantener a lo largo del tiempo los beneficios de ese conjuro. Gracias a él, cada uno de los nuevos integrantes de la familia posee un don que se parece mucho a un superpoder. En ese entorno aislado, amable y bucólico, los Madrigal funcionan como una curiosa mezcla entre los Eternals y los X-Men. Con una excepción: la inquieta y vivaz Maribel, a quien le pone voz en las copias habladas en inglés la argentina Stephanie Beatriz. Llevada por esa condición a una existencia más reconcentrada y menos alegre, Maribel busca todo el tiempo explicaciones. Quiere entender por qué le tocó un destino de sufrimiento. Las encontrará en un momento a través de la oveja negra familiar, el primo Bruno, que de un día para el otro decidió tomar distancia del resto de los Madrigal. Entender lo que pasó con Bruno lleva a Maribel a poner en peligro el legado y la identidad familiar, planteada a través de las pegadizas y enérgicas canciones originales de Lin-Manuel Miranda. Cuando las cosas se le complican a Maribel y a su familia, más todavía se complica la trama del relato. Nunca queda claro si los dones concedidos a estos personajes nacen de una gracia que los hace mejores o revelan una condición más cercana al egoísmo y la arrogancia. Este dilema nunca logra resolverse y la peripecia se encamina hacia un desenlace confuso, apenas disimulado por la luminosa energía del entorno. Antes de la película se exhibe el excelente corto animado Far for the Tree (Lejos del árbol), al que le alcanzan siete minutos para dejar en claro el sentido y las motivaciones de los personajes en una historia de aprendizajes y descubrimientos.
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El realismo mágico se apodera de Disney La nueva propuesta animada de los estudios tiene a Colombia en un relato donde, la diferencia y la verdad sobre sus personajes, marca el tempo narrativo y utiliza a la música de hilo conductor. La legendaria familia Madrigal lidera las tierras de Encanto (2021), un lugar plagado de bellezas naturales y en donde la magia y los buenos espíritus son impulsados desde el hogar para potenciar, además, las individuales características de cada uno de los miembros del pueblo. Pero en cada familia hay una “oveja negra” y en esta oportunidad será Mirabel, construida como una bella mujer latina con ímpetu y deseos, que se enfrentará a los mandatos familiares, y las exigencias de su abuela, para liderar una verdadera transformación en Encanto. Al no poseer el “don” que la mágica casa ofrece, Mirabel deberá apelar a su astucia e ingenio para demostrar sus verdaderas habilidades, más allá de cualquier designio mágico o habilidad innata que la fantasía pueda desplegar sobre ella. Coloridos escenarios, pegadizas canciones, y una galería de personajes secundarios que circundan a la protagonista (mezcla de Betty con empoderadas exponentes del género femenino), hacen de la película una correcta asignatura que se suma a la necesidad de los estudios Disney por expandir sus sesgados y acotados universos narrativos. Byron Howard y Jared Bush, con guion del propio Bush y Charise Castro Smith, sobre melodías pegadizas del experimentado Lin-Manuel Miranda y Germaine Franco, construyen una alegoría sobre los tiempos que corren y en donde la mirada del otro determina, aparentemente, aquello que los individuos deben ser. Y entre la lucha del “deber ser” y los verdaderos sentimientos de los sujetos, Encanto se abre camino con un cast de personajes que en su diversidad, más allá de los estereotipos, juega con otros cuerpos, tonalidades, razas, etnias, multiplicando la imaginería cuasi aria que siempre estos estudios han proliferado y han educado sentimental e ideológicamente a cientos de miles de generaciones.
No, no, la familia colombiana de los Madrigal no pertenece al Universo Cinematográfico de Marvel, pero todos sus integrantes tienen superpoderes. Todos menos Mirabel, la protagonista a la que la argentina Stephanie Beatriz le pone la voz, en esta maravilla de Disney a la que Lin-Manuel Miranda le ha escrito unas canciones hermosísimas. La presentación recuerda a otro clásico de Disney, La Bella y la Bestia. ¿Por qué? Porque sirve de presentación de todos los personajes principales a través de una canción. Y también porque si la película de 1991, que fue candidata al Oscar principal, desplegaba en un abreve síntesis todo lo que iba a hacer luego: la cámara giraba por primera vez alrededor de Bella, como luego lo haría con ella y la Bestia en el salón de baile del castillo hechizado. Estos primeros minutos de Encanto son todo un despliegue de color, de bravura. Bueno, no es que Encanto esté basada o los creadores de la historia hayan estado con un ojo encima del filme de Gary Trouslade y Kirk Wise. Hay aquí una familia con una docena de integrantes, y Bella tenía solo a su papá inventor. Sí, hay una presión extra por estar dentro de las expectativas familiares, algo que sufre Mirabel, justo la que por algún motivo que no develaremos no tiene superpoderes, y por alcanzar algo parecido a la perfección. Con tamañas varas se encuentra la protagonista, a la que le presta su voz la argentina Stephanie Beatriz. Por supuesto que no todos los familiares tienen el mismo peso, ni están el mismo tiempo en pantalla. Algunos son más protagónicos, y otros solo están pintarrajeados -y lo bien pintarrajeados que están, que no suene peyorativo en absoluto-. De los directores de "Zootopia" Jared Bush y Byron Howard ya codirigieron juntos Zootopia. Quienes vieron la película con la conejita Judy saben que les interesan más las relaciones que cualquier prodigio técnico de animación. La casita cobró vida, con magia. Habrá quien pueda hablar con los animales, o que tenga una fuerza extraordinaria. Pero a ella, no. La mamá la tranquiliza. ¿Cómo? Le dice que es tan especial como cualquiera de la familia. Y cuando la Casita y la familia corran peligro de derrumbarse, será Mirabel la que se ponga el asunto sobre los hombros. Para salvar la magia. Sí, porque ella es tan especial como los otros… Pero también porque descubre algo… Mirabel no sería literalmente una princesa de Disney, pero tiene un desparpajo que corre parejo con Mulán o Mérida (Valiente), y sus temores del comienzo sirven a los más pequeños para anclar más fácilmente desde la platea. Porque también es cierto que con las canciones de Lin-Manuel Miranda uno puede olvidarse de que Encanto está destinada principalmente al público infantil. Aunque tenga apuntes que disfrutarán los más grandes y, como la mencionada La Bella y la Bestia, el placer y el goce es para todas las edades. Encanto, a contramano de muchas superproducciones del Disney de animación, no es ampulosa. Se centra en una familia -OK, una numerosa- y en una sola locación, la casa. Y cada canción cumple su rol desde lo emotivo. No hay alardes cinematográficos, lo que no quiere decir que la película no nos sorprenda con tejas que se mueven, o velas que se convierten en… Animar elementos inanimados, cosas fijas, va más allá de los personajes de La Bella y la Bestia. ¿Por qué será que nos acordamos tanto de La Bella y la Bestia? Buenos motivos tendremos.
La magia de Encanto ha dotado a todos los niños de la familia de un don único, desde la súper fuerza hasta el poder de curar… pero se ha olvidado de una niña llamada Mirabel. Cuando Mirabel descubre que la magia que rodea Encanto está en peligro, decide que ella, la única Madrigal normal, podría ser la última esperanza de su extraordinaria familia.
Entre las altas montañas de Colombia se encuentra un pueblo mágico. Allí vive la familia extraordinaria de “Los Madrigales”. Ellos viven en una casa mágica y cada niño tiene un don único excepto Mirabel quién es el único miembro de la casa sin un poder especial. Lo que más anhela es ser tan especial cómo el resto de sus familiares. La magia del Encanto está en peligro y Mirabel decide salvarlo sin contarle a nadie y se termina convirtiendo en su única esperanza. “Encanto” (2021) es un largometraje animado producido por Walt Disney Pictures y Walt Disney Animation Studios. Estrenada el 3 de noviembre en El Capitan Theatre, en la ciudad de Los Ángeles “Encanto” es un musical hermoso que nos muestra la belleza de Colombia de una manera extraordinaria. Hay muchos personajes y es imposible no sentirse identificado por alguno. Hay mucha diversidad presente aquí la cual es representativa de la realidad latinoamericana. Si bien hay varios estereotipos estos no son tan marcados cómo en otras producciones. La animación es impecable, los colores vibrantes y la historia atrapante. En mi opinión lo mejor de este film es sin lugar a dudas la música compuesta por Lin-Manuel Miranda. Horas después de haberla visto todavía no me puedo sacar esas canciones de la cabeza, son sencillamente hermosas. El mensaje de la familia es muy bueno y no está dirigido sólo hacía los niños, sino que también hacia los adultos. Otro aspecto que me gustó es que muchas personas latinoamericanas trabajaron en “Encanto” lo que hace que todo sea más realista. No duden en ir a ver “Encanto” a los cines, es perfecta para toda la familia y me atrevo a decir que es una de las mejores películas estrenadas en 2021. El estreno de Encanto está programado para el 24 de noviembre de 2021 en los cines de Estados Unidos y el 25 de noviembre en los cines de Argentina.
La última producción de Disney que cumple con la dirección de la compañía para encarnar diversas culturas, en este caso la colombiana pero siempre accesible para todo público. El equipo detrás de este colorida animación este formado por dos directores de Zootopia, Jared Bush y Byron Howard junto a la principal guionista, la ascendente Charise Castro Smirth. Y como aporte fundamental las canciones creada por Lin Manuel Mirada, ocho en total, con su acostumbrada fusión de temas dignos del teatro musical, la raíz latina y el hip hop. Con dos canciones cantadas por los famosos Sebastian Yatra y Carlos Vives. La historia es la de una joven que vive en el medio de una familia favorecida con dones mágicos para compensar el dolor y la muerte frente a la injusticia que sufrió la matriarca del clan. Esos dones mágicos que se transmiten de generación en generación, incluida la casa en su totalidad. Pero la conexión con la protagonista falló y ella averiguará porque todo comienza a tambalear y el secreto mejor guardado por todos. Es una película de ilustración exuberante, con ese toque identitario de realismo mágico, pero que no resulta empalagoso, porque en definitiva trata de los conflictos que pueden surgir en una familia extendida donde hay códigos rígidos, rebeliones, peleas, pero no hay nada mejor que la unión de todos. Una formula redonda para el entretenimiento.
Se estrenó en cines “ENCANTO”, la nueva película familiar de Disney, llena de colores latinoamericanos, y música compuesta por Lin-Manuel Miranda. El film trata sobre Mirabel (Stephanie Beatriz) y su familia, conocidos como Los Madrigal, y liderados por una matriarca (María Cecilia Botero), la abuela de la protagonista. A cada descendiente, cuando cumple 5 años, se le manifiesta un don mágico, que, a medida que crecen, lo usan para ayudar a la familia o al pueblo. Este don es brindado por la magia de “la Casita”, que tiene vida y les otorga un refugio cálido desde la juventud de la Abuela. Sin embargo, Mirabel es la única de todos los nietos que no ha recibido un don sobrenatural. Durante la cinta, ella deberá descifrar por qué, y qué es lo que debilita la magia de la Casita. “Encanto” transpira creatividad y es una pieza absolutamente pintoresca. Aunque tenemos claro que los guiones de este tipo de películas suelen tener similitudes entre sí, se encuentran abundantes características distintivas, predominando las referencias a la cultura colombiana, dadas a partir de una poderosa investigación e inmersión en la región por parte de los productores y el compositor de las canciones, Miranda. Lo primero que se puede destacar es el uso de un lenguaje mezclado entre castellano e inglés, dando como resultado un spanglish auténtico. Los actores de voz correspondientes a los personajes tienen ascendencia latina, todos, sin excepción. Esto les brinda un acento auténtico, que impacta de una manera especial en el espectador hispanohablante. Además, un dato interesante es que la protagonista, Stephanie Beatriz, es nacida en Neuquén, Argentina, hija de un colombiano y una boliviana. Tenemos que sentarnos a hablar de la estética, un gran punto a favor: es cierto que presenta algunas similitudes con la de “Coco”, pero las separa la iluminación, las paletas de colores, los efectos tipo “bokeh”, la animación más estilizada, menos rústica; de hecho, en esto último, se asemeja a “Moana” y “Soul”, llevando la belleza a un nivel trascendental, invocada para contar una historia, justamente, trascendental. Otro punto muy a favor de este film es la música de Lin-Manuel Miranda, que es auténtica, elegante, y referencia bastante fielmente a la cultura que intenta replicar, aunque, sin perder el característico tono Disney pop, que la aclimata al género fílmico. Sin embargo, lo más bello que tiene esta película es que realmente pueden disfrutar tanto niños como adultos. El simbolismo que se maneja tiene una profundidad difícilmente alcanzable por las mentes infantiles, quienes, al ver la película, simplemente disfrutan de un cuento lleno de colores, encanto y canciones. Pero para nosotros, los que somos más grandes, es clara la presencia de tópicos delicados, como la salud mental, nuestro rol en la sociedad o en la familia, la presión por alcanzar ciertos estándares, la autoexigencia, la perseverancia, la colaboración de las comunidades y, lo más importante, la puesta de límites ante cosas de cualquier índole que nos hagan daño. Poder contar ambos planos de profundidad, y a la vez, conmovernos, hacernos reír, querer bailar, emocionar; esa es la magia del cine. Uno puede encontrarse a sí mismo en cualquiera de los personajes, que son absolutamente entrañables, y todos tienen una historia diferente. Hace años que Disney viene rompiéndola con las películas de animación, y no queda más que recomendar con carácter de urgencia que vayan a verla, ¡sin importar qué edad tengan! Por Carole Sang
Las películas musicales de Disney siempre traen buenos conceptos, emoción y linda música. En esta oportunidad con «Encanto» tenemos todo ese combo. Por un lado contamos con la dupla de directores Byron Howard y Jared Bush, quienes ya han trabajado juntos en Zootopia y el resultado fue bueno. Por otro, se suma como responsable de las canciones originales el gran Lin Manuel Miranda , a quien ya lo hemos visto destacarse en Mary Poppins y, obviamente, en Hamilton, pero aquí sin dudas nos encanta con sus letras. La nueva película nos cuenta la historia de la familia Madrigal que vive en un pueblo llamado Encanto. Ellos se caracterizan particularmente por tener poderes totalmente distintos entre sí pero que están relacionados con la personalidad de cada uno. Día a día les dan un gran uso ayudando a todo el pueblo y así lograr una gran comunidad que crece constantemente. Sorpresivamente, resulta que Maribel, quien forma parte de esta familia, no obtuvo ningún poder, por lo que decide averiguar el por qué. Lo hace con todas sus buenas intenciones pero, sin querer, lamentablemente esta búsqueda trae como consecuencia que el pueblo se vaya apagando y derrumbando. Toda la historia está contada a través de distintas canciones que son realmente fantásticas. Cada una de ellas acompaña correctamente cada escena y debo decir que después de ver la película queremos escuchar mucho más de Lin Manuel Miranda porque siempre se supera. Además, los efectos son minuciosamente perfectos, la fotografía es muy atractiva visualmente y logra su objetivo: atrapar al espectador, desde el más chico al más grande. Disfrutar de «Encanto» me hace pensar que la cultura latinoamericana está pisando cada vez más fuerte en la pantalla grande de la mano de Disney. En este caso Colombia está presente y se ve retratado en su estética, paisajes coloridos con lugares típicos, símbolos y, sin dudarlo, en los personajes. Además la película cuenta con las interpretaciones musicales de Carlos Vives y Sebástián Yatra, íconos de la música en el país. En sí el film hizo mucho hincapié en los elementos mencionados anteriormente, pero no tanto en la historia de principio a fin. Quizás llegando a la mitad de la misma se perdió la conexión con los personajes y un poco el rumbo de la historia, lo cual hizo que uno como espectador llegue al final de la película un tanto desenganchado. Lo que remontó esa meseta fue la hermosa y profunda enseñanza que deja. «Encanto» es una linda película para ver en familia. Disney nos tiene acostumbrados con sus mensajes finales y se disfruta muchísimo gracias a la música que es tan pegadiza y atrapante.
LA FANTASÍA POR ENCIMA DEL DISCURSO Debo admitir que Lin-Manuel Miranda no me causa mucha simpatía, básicamente porque lo veo como la versión latina de Oprah Winfrey O Tyler Perry: alguien que le dice al Hollywood blanco y biempensante exactamente lo que quiere oír, porque al fin y al cabo quiere ser siempre parte de la fiesta. Al menos eso es lo que me transmitía con, por ejemplo, su buenismo de manual en el papel de reparto que le tocaba en El regreso de Mary Poppins o en su armado creativo para ese bodoque repleto de corrección política llamado En el barrio. Pero también es cierto que es un compositor astuto e inventivo, que sabe alimentarse de distintas vertientes para sus obras musicales, como lo prueba You´re welcome, esa maravillosa canción interpretada por Dwayne Johnson en Moana: un mar de aventuras. Toda esta introducción viene a cuento de que Encanto es, en muchos aspectos, una película de Miranda, por más que no figure a cargo de la dirección y solo sea co-autor de la historia original, ya que su rol como encargado de la música original lo pone en un lugar decisivo. Además, la película refleja en buena medida su punto de vista sobre el mundo, además de sus preocupaciones temáticas y hasta estéticas: estamos ante un relato donde todo gira alrededor de lo familiar y lo comunitario; donde los colores y movimientos, pero también ciertos diálogos puntuales, son una herramienta relevante para expresar los conflictos; y en donde las canciones tienen un sesgo casi ideológico a partir de cómo enuncian lo que les pasa a los personajes. Pero, esta vez, la mirada de Miranda se hace mucho más llevadera, en buena medida gracias a que aparece incorporada dentro de un mundo que se asume como fantástico, juguetón y hasta un tanto telenovelesco. El film sigue a los Madrigal, una familia que vive escondida en las montañas de Colombia, en una casa con propiedades mágicas, en un lugar conocido como un Encanto. Todos los integrantes de la familia están bendecidos por poderes extraordinarios, que van desde la súper fuerza hasta la sanación, pasando por la capacidad de escuchar hasta el más mínimo murmullo. Con una excepción: la joven Mirabel, que no obtuvo ningún poder pero que empieza a detectar señales de que la magia que protege al pueblo y sus seres queridos corre grave peligro, por lo que se embarcará en una carrera contra el tiempo para impedir que se concreten los peores augurios. Desde ahí es que la narración presenta una batalla donde confluyen lo sobrenatural, los secretos familiares, los deberes y legados, con los lazos afectivos como eje conflictivo. Si Mirabel es una heroína que se inscribe en una línea similar a la de películas recientes como Moana, Frozen: una aventura congelada o Enredados -decididas, autónomas y que chocan con los mandatos familiares o tradicionales-, no llega a brillar tanto como sus predecesoras porque su sostén narrativo no tiene tanta solidez. Encanto es una película que cae en algunas discursividades redundantes, como si no terminara de confiar del todo en su imaginario y se viera obligada a remarcar los dilemas desde el habla o las canciones. Pero, a cambio, es un film que, cuando se deja llevar por la intriga de su argumento y la belleza estética de su mundo, cobra un vigor realmente atractivo: la utilización de colores y sonidos, más ciertos pasajes específicos de humor y musicalidad, capturan por completo la atención del espectador. Desde ahí es que no solo logra divertir y entretener, proponiendo un universo concreto y a la vez expansivo -en particular desde su uso plástico del espacio-, sino también conmover en los minutos finales, incluso sobreponiéndose al apuro en algunas resoluciones. Si bien Miranda todavía no ha logrado congeniar sus ideas visuales y su ideología con toda la solidez requerida, Encanto parece indicar un camino posible. Un rumbo donde la animación y los ritmos musicales se dan la mano para explorar y subvertir tradiciones sin dejarse abrumar por los requerimientos de la corrección política y los reclamos de representatividad. Parece que, para Miranda, cuanto menos “realismo” y más fantasía, mucho mejor.
La historia de los Madrigal: una familia extraordinaria <Todos ya más o menos conocemos a Disney, el estilo de animación que por estos tiempos avanza cada vez más y aporta mucha mejor calidad en los detalles que se veían inalcanzables apenas algunos años atrás. Y en cuanto a las temáticas, la base es casi la misma de antaño, con ligeras modificaciones. Lo que trae Encanto, tal vez, es cierta gradualidad en el despliegue de las canciones que cada personaje interpreta (ya sea a modo de presentación o como herramienta descriptiva de las situaciones), que hace que cada una de ellas no resulte en un plomazo somnífero, sobre todo considerando que se trata de un producto pensado ante todo para el público infantil. A la vez, siempre procura ofrecer un gancho, aunque sea ínfimo, para sostener al adulto que hace las veces de compañía del principal afectado. En este caso, más que compartir una idea más o menos agradable de la vida familiar y un mensaje esperanzador sobre la comprensión, no hay mucho más. Pasajes divertidos, una idea de la “magia” como herramienta de transformación que es en realidad paralelismo con cierta forma de positividad, algún que otro momento emocional y bueno, las cosas discutibles de siempre que pueden girar en torno a la mirada política respecto de los diferentes pueblos que eligen retratar, como fue antes con Coco. Difícil opinión en la que no ahondo demasiado, no por incómoda, sino por improcedente y estéril. Ya sabemos de qué va el mundo y no quiero decir con eso que no se pueden cambiar las miradas; creo que, como en cualquier cuestión que nos genere incomodidad o con la que tengamos desacuerdo, podemos tomar distancia y no darle entidad. En el mientras tanto, y en lo que respecta a este ligero análisis puntual, si en el deseo del espectador está asistir con sus párvulos a ver una película de animación agradable en la superficie como lo es Encanto, adelante, lo recomiendo. Para contrarrestar, mientras tanto, pueden darles a leer Mafalda y luego ya tendrán momentos en que verán cómo enfrentar el mundo que viene. O que es hoy.
Encanto representa el largometraje animado número 60 de los estudios Disney y en un comienzo generó cierta expectativa al contar con el artista Byron Howard en la dirección. Un realizador que fue responsable de dos títulos magníficos como Enredados y Zootopia. Lamentablemente su nueva obra no se encuentra a la misma altura que sus trabajos previos y tampoco llama la atención que resultara una decepción comercial para la compañía estudio que esperaba más de este abrazo a la inclusión latina. Realizada con un presupuesto de casi 150 millones de dólares hasta la fecha el film generó un poco más de 72 millones de dólares, una cifra muy por debajo de lo que proyectaba Disney. Probablemente también les va a quedar un stock considerable de merchandising, ya que cuesta imaginar que los chicos, especialmente las niñas, salgan desesperadas del cine por tener las muñecas de Mirabel o los productos concebidos con estos personajes. Un inconveniente notable de este film es que desarrolla una historia que parece concebida por la Asociación Cooperadora de un colegio primario para una obra de teatro en el acto de fin de año. El típico caso donde los padres hicieron un esfuerzo descomunal y admirable por conseguir la aprobación y aplausos de los adultos con una moraleja positiva pero se olvidaron de entretener a los más chicos. La gran paradoja de esta producción es que a diferencia de los que plantea el título el film carece de ese “encanto” especial que tuvieron los trabajos previos de Byron Howard. Esto se relaciona con el problema de siempre donde el mensaje que se busca predicar está por encima del entretenimiento y el estímulo de la imaginación y la fantasía. Si no fuera por las canciones de Lyn-Manuel Miranda que levanta el relato con los ritmos latinos cuesta muchísimo llegar al final de Encanto porque los personajes son un bodrio. El tratamiento de la fantasía no podría ser más insípido y tampoco ayuda que la trama se relacione con el trillado tópico de la heroína que debe salvar su comunidad y familia, que también abordaron Moana y Raya y el último dragón entre otros títulos previos. Tras una introducción simpática con la canción “La familia Madrigal”, Maribel, la figura principal, enseguida se vuelve un personaje monótono. No alcanza con que se presente una protagonista de origen latino que usa anteojos si después el guión sabotea la posibilidad de que pueda sobresalir cono una heroína notable dentro del cuento. No hay grandes momentos de aventura ni villanos destacados (desterrados por los ñoños de la corrección política) ya que todo pasar por machacar el sermón de “vos también podés ser especial”. Inclusive cuando integrás el reparto de ficción más aburrido que se concibió en el último tiempo. En materia de representación latina en la animación la excelente serie de Nickelodeon Los Casagrande, spinoff de The Loud House, le da 500 vueltas a Encanto con personajes más divertidos y carismáticos y no es casualidad que hoy sea un éxito consolidado en el público infantil. La intención del mensaje que se busca expresar en este film es noble pero los realizadores descuidaron un argumento que resulta trillado y predecible. Para tratarse de la película animada número 60 de la compañía se esperaba mucho más de esta propuesta. El espectáculo al menos se compensa con la banda de sonido que es simpática y la puesta en escena visual que obviamente está a la altura de lo que suele brindar esta compañía. A quienes les guste el fotorrealismo de CGI, muy propio de los títulos de Pixar, también, encontrarán otro condimento para apreciarla. Encanto tampoco es una película mala pero dentro de esta temática Disney ofreció en el pasado obras muy superiores.
En las montañas de Colombia vive la maravillosa familia Madrigal, lejos de todos, en una casa mágica situada en un enclave maravilloso llamado Encanto. La magia de la casita, como la llaman ellos, ha dotado a todos los niños de la familia un don único. Todos menos uno de los miembros de la familia: Mirabel. Pero tal vez la pequeña normal, la diferente de la familia, pueda ser la que salve a todos cuando la casa y el futuro de la familia estén en peligro. Otro colorido ejemplo de cine de Hollywood de explotación latina. Rindiendo homenaje a los estereotipos del continente, esta vez hacen una tonta caricatura de la cultura colombiana. Con canciones muy aburridas, con lugares comunes a granel y venerando lo latino aunque la película es en inglés. Eso sí, van mechando con palabras en castellano e incluso expresiones locales. Lo latino vende y este es otro ejemplo. Aburrimiento asegurado pero con muchos colores y chistes para nenes chiquitos con poco cine encima.
Una nueva contendiente se suma a la siempre interesante categoría de "Mejor película de animación" para los Oscar del 2022. Se trata de "Encanto" una más de Disney (acá sin Pixar) y un nuevo acercamiento a la cultura latina como forma de mostrar un discurso más amplio y pluricultural. Pero a diferencia de "Coco", acá la propuesta que intenta reflejar la cultura colombiana, se limita tan solo a algunos estereotipos rancios y a revolear alguna que otra arepa. Bastante pobre para una película sobre la que había cierta expectativa. • La historia nos hace viajar a las montañas de lo profundo de Colombia donde habita una familia muy particular de apellido Madrigal. Los Madrigal cuentan con la particularidad de heredar ciertos dones mágicos, que van desde fuerza extrema hasta poder manejar el clima, por ejemplo. Una especie de personajes de la serie "Heroes" pero que cantan y bailan salsa. Sin embargo, no todos los Madrigal corrieron con la misma suerte. La joven Maribel no recibió don alguno y vive aislada y señalada por eso. Hasta allí comprensible, pero a medida que "Encanto" empieza a jugar sus cartas es cuando aparecen sus principales fallos. El móvil de la protagonista deja de ser comprensible, la historia se destiñe y hasta el mensaje general se vuelve débil y contradictorio. La decepción es doble cuando ni siquiera los musicales de Lin Manuel Miranda alcanzan a ser memorables. Su rol de parches ante un guión con tantos problemas les impide lucirse, transformandose en una especie de salvavidas de la coherencia narrativa. • Nadie le podrá quitar a "Encanto" su brillo y todo su colorido. Es más, cabe señalar que el diseño de la casa es fenomenal. Pero si algo es evidente es que no se trata de una cinta destinada a permanecer en la memoria. Paradójicamente, la nueva película de Disney consigue algo inédito: Desencantar.
Luego del fallecimiento del abuelo Pedro escapando de su hogar, la matriarca de la familia recibe un milagro: una casa mágica ubicada en un enclave llamado Encanto, en las montañas de Colombia. Además, cada uno de sus tres hijos, y las próximas generaciones, tendrán un don particular que los diferenciará del resto. Es así como tiempo después la familia Madrigal ayuda al pueblo que se construyó alrededor, gracias a la fuerza, el poder de sanación, el oír más allá de nuestras capacidades, entre otras cuestiones. Sin embargo, la única que no recibió ningún don fue Maribel. Cuando se entera que la magia que rodea al Encanto está en peligro, hará todo lo posible para detenerlo. «Encanto», la nueva película de la factoría Disney, logra proporcionarnos tanto entretenimiento y diversión como emoción, ahondando en los vínculos familiares, las expectativas, los deseos, lo que los demás esperan de uno, la idea de perfección, la perseverancia, lo extraordinario dentro de lo ordinario, entre otros temas. No solo nos brinda una aventura atractiva donde la protagonista tiene un claro objetivo que cumplir, sino también profundiza en estas cuestiones de forma sensible y honesta. Esto va a permitir el disfrute tanto de chicos como de grandes. Por otro lado, los personajes son bastante entrañables, sobre todo el de Maribel, una joven llena de sueños, que se esfuerza por superarse y mejorar día a día, aunque también por compensar la falta de su don y estar a la altura del resto de su familia; algo que puede resultar bastante familiar y que muchos pueden sentirse identificados. Si bien tal vez la mayoría de ellos no tienen tanto desarrollo, podemos ir conociéndolos a medida que la protagonista intenta develar los secretos que esconde la familia. El elenco está compuesto en su mayoría por voces de origen latino, aunque es una lástima que el idioma original para este tipo de producciones siga siendo el inglés y no se las realice íntegramente en español, pero de todas maneras no es algo que moleste o impida que se transmitan los mensajes de forma clara y concisa. Además, resulta un gran avance para la compañía, ya que es la primera vez que sucede esto, la segunda si contamos la producción de Disney/Pixar Coco. Stephanie Beatriz, María Cecilia Botero, John Leguizamo, Mauro Castillo, Angie Cepeda, Carolina Gaitán, Diane Guerrero, Maluma, entre otros, son los encargados de darle vida a sus personajes con acentos marcados y buena ejecución. La película sobresale también por sus aspectos técnicos. Por un lado la animación es muy colorida y alegre, ya que utilizan paletas fuertes para construir a los personajes y los paisajes. El vestuario está inspirado en la cultura colombiana, así como también la ambientación de las distintas escenas, brindándonos un acercamiento a las tradiciones de aquel lugar. Por otro lado, la banda sonora original a cargo de Lin-Manuel Mirada nos ofrece una gran variedad de canciones pegadizas, que seguro quedarán resonando en la cabeza del espectador una vez finalizado el film, y son sumamente disfrutables de ver, con un ritmo alegre que transmite ganas de bailar. En síntesis, «Encanto» resulta ser una película llena de ternura, corazón y alegría, que nos deja mensajes optimistas y ahonda en valores fundamentales como la familia, sus diferencias y la importancia de mantener la unidad a pesar de las imperfecciones. Con un despliegue visual más que logrado, canciones pegadizas y un buen trabajo del elenco de voces, el nuevo film de Disney es más que encantador.
Disney ya tiene acostumbrado al joven espectador a que tiene que salir al mundo para buscar su propósito, a lo Moana. Sin embargo, en este caso en particular, el viaje es más interno. Encanto, la película de animación, es uno de los estrenos de la semana del 25 de noviembre. ¡Bienvenidos a la Casa mágica de la Familia Madrigal, donde hasta las baldosas dan los buenos días! Conozcan a la Abuela Alma con sus tres hijos, Pepa, Bruno y Julieta. Quienes integran la tercera generación son Camilo, Dolores, Antonio y, la protagonista de la historia, Maribel. Excepto por ella, todos tienen un don especial para contribuir a la comunidad, gracias a un milagro ocurrido en aquel pueblo que debía refugiarse de conquistadores. El problema comienza cuando peligra el legado de la familia, y es Maribel quien decide tomar las riendas y hacer lo posible para salvar el Encanto. Lo que diferencia esta película de las demás es su conflicto principal, ya que la protagonista no tiene deseos de explorar el mundo, sólo de pertenecer. No hay que enfrentar ningún monstruo o semi-dios gigante, sólo a ella misma y lo que significa formar parte de una familia y de una comunidad como la que vive. Para la música de Encanto no buscaron muy lejos para llegar al talento de Lin-Manuel Miranda, compositor de uno de los musicales más exitosos de los últimos años, Hamilton. El autor de raíces latinas hace florecer el elemento más original del largometraje. Todas las canciones son pegadizas, tanto que no sería raro que días después de visto el film, de tanto cantarla, ya se sepan todos los miembros de la familia Madrigal de memoria. Obviamente, los ritmos latinos son el menú principal, haciendo foco en la música colombiana, al estilo Carlos Vives, quien le pone voz a uno de los temas. Y hablando de voces, el casting fue de primera. Desde Stephanie Beatriz (Brooklyn Nine-Nine) como Maribel hasta un magnífico y divertidísimo John Leguizamo como el Tío Bruno, pasando por Angie Cepeda, Wilmer Valderrama y Maluma. Todas las voces aportan lo suyo a cada personaje. También la calidad de las animaciones son un aspecto importante, y es necesario mencionar el realismo, más que nada en las telas y tejidos de la ropa típica del país cafetero. En cada film de Disney, la vara siempre se alza un poco más. Encanto encanta, valga la redundancia. Es una linda experiencia familiar de la que van a salir bailando y cantando de la sala.
Reseña emitida al aire en la radio.