Las capas y los velos de la memoria Juntas, documental de la rosarina Nadina Marquisio y la colombiana Laura Martínez Duque se despega rápidamente de la estructura habitual para vibrar desde la subjetividad y el protagonismo de dos mujeres, sus recuerdos, su presente y sus maneras de llevar adelante una historia de amor empezada hace tres décadas en Argentina. La anécdota de la que se nutre este viaje con diferentes capas pone el ojo en las palabras de las protagonistas, además en las propias reflexiones de las directoras durante el rodaje y especialmente en Barranquilla, Colombia, un territorio que más allá del aspecto geográfico esconde un costado simbólico y de representación que no necesariamente es alterado por el paso del tiempo. Aquello que se altera con el correr de los días y los años es la memoria y los caprichos de los recuerdos cuando las chances del regreso a los lugares significativos del pasado representan la difusa frontera entre el extrañamiento porque la mirada se renueva y la sensación de pisar fuerte en un territorio de los afectos y la propia historia, donde la mirada se inmiscuye subrepticiamente entre los relatos y la interpretación de esos relatos. Todo se superpone en Juntas, por un lado la historia de Norma Castillo, correntina y Ramona ‘Cachita’ Arévalo, uruguaya, exponentes -sin proponérselo- de la experiencia del matrimonio igualitario en Argentina, emblema de la comunidad LGTB Latinoamericana y por otro la historia de amor clandestino que tiene en Colombia todos los condimentos de un gran romance clandestino entre dos mujeres. Para la prensa sensacionalista “abuelitas” que se casaron en Argentina cuando en Colombia no se aprobó la ley del matrimonio igualitario por lo cual el retorno en 2013 (Ramona murió en 2018 en Buenos Aires) a ese lugar donde mantuvieron la relación a espaldas de la comunidad tiene aire a victoria, la misma de las realizadoras al haber encontrado a Norma y Ramona, acompañado en ese importante viaje y darle trascendencia desde la imagen, desde el cine y la magia que genera la percepción cuando una cámara se prende, capta un pedazo de vida, lo hace propio y lo deja libre.
El próximo 7 de marzo en el cine Gaumont (Rivadavia 1635, CABA) y en el Cosmos UBA (Avenida Corrientes 5046, CABA) se estrenará “Juntas”, ópera prima de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, que aborda la historia de amor de dos mujeres, pioneras en el casamiento igualitario en Argentina y Latinoamérica. El documental retrata la unión de Norma y Cachita. Tenían 68 años, en el 2011, cuando la ley Argentina las convirtió en la primera pareja de mujeres casadas, en el país y en Latinoamérica. El film es también un vistazo sobre una vida compartida. A través del recurso de un viaje se cuenta una historia que tiene sabor a recuerdo. Como una mirada por un espejo retrovisor. La fotografía muestra los paisajes exuberantes del Caribe, más el montaje y la música del mismo, no hacen más que acentuar lo bello de este amor. Al principio clandestino, con miedos pero siempre pleno. Un documental necesario porque habla del valor de mirarse a sí mismo tal cual se es, más allá de lo que la sociedad juzga y a luchar por esto pese a todo. Ramona “Cachita” Arévalo murió pero antes hizo un viaje junto a su esposa al lugar, inmortalizado por Gabriel García Marquez: Colombia. A la casa donde vivieron juntas. A la tierra que las vio conocerse, enamorarse, desearse y amarse para siempre. Y que aunque en una pasión secreta se sintieron más libres que nunca. Esta coproducción colombiana-argentina muestra a las protagonistas en su regreso al Caribe, habían prometido volver enseguida luego de que allí partieran en el 2001, pero el corralito truncó sus planes. En el 2013, 12 años después lo lograron. Gracias al documental que protagonizaron, pudieron volver como esposas al pueblo, que en los 80 las hizo encontrarse, conocerse, enamorarse y vivir ese amor. El 26 de octubre de 2018 murió Ramona “Cachita” Arévalo, en Buenos Aires, su esposa la cuidó hasta último momento y ahora vive con Hipolito, el perro que las había acompañado siempre. Con una velocidad a la que no toda la gente está acostumbrada, “Juntas” tiene la lentitud de un poema.
El amor es más fuerte Un documental ensayo sobre el amor en tiempos de matrimonio igualitario es la propuesta que Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio llevan adelante en Juntas (2018), una historia que tiene como protagonistas a Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo, la primera pareja de mujeres casadas por ley en Latinoamérica. A los 68 años Norma y Cachita consiguieron casarse después de haber sido pareja durante tres décadas. Su historia se convirtió en un boom mediático que terminó con la histórica sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina. Ambas se conocieron en Colombia, país que veinte años atrás habían dejado con la promesa de volver. Juntas tenía todos los ingredientes para convertirse en un típico documental biográfico centrado en la potente historia de dos mujeres que lucharon contra viento y marea en pos de la igualdad de derechos, cayendo en el clásico formato de la entrevista frente a cámara, la inclusión de material de archivo o los testimonios de quienes compartieron con ambas los buenos y malos momentos. Pero, no. Sabiamente, el binomio de realizadoras, se corre de ese lugar y centra la historia en el regreso al país donde se originó todo para construir un ensayo fílmico sobre el amor y el dolor. Imágenes del caribe colombiano se fusionan con las voces de Norma y Cachita que recuerdan momentos del pasado azarosamente, de la misma manera en que se conocieron y que hizo que las directoras las encontraran a ellas, sin una linealidad específica, recuerdos que aparecen como esquirlas de la memoria. Diálogos casuales que al enfrentarse a una situación espontánea sirven para que el espectador se adentre en aquella relación que las une desde hace treinta años. El único momento “biográfico”, por llamarlo de alguna manera, que aparece en la película de manera explícita, es el cuestionamiento a una entrevista realizada por una revista local, donde al leerla en la intimidad aclaran algunos acontecimientos revelados y que a juicio de ambas no son los correctos o fueron distorsionados por la interpretación errónea del periodista que la realizó. Así como no es un documental biográfico, Juntas tampoco milita sobre la causa LGBTIQ, ni sobre el matrimonio igualitario, ni sobre derechos ganados ni un pasado de injusticias, es simplemente un documental sobre la intimidad de un amor -con todo lo que esa palabra abarca- desde la mirada de dos directoras que funcionan como el espejo de sus protagonistas.
“Juntas”, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio Por Marcela Barbaro Se han escrito innumerables notas periodísticas sobre la primer pareja de mujeres casadas por Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina en el año 2011. Luego de un gran activismo de la comunidad LGBTIQ, Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, ambas de 68 años de edad, no sólo se transformaron en un fenómeno mediático sino, y lo más importante, en un ejemplo de lucha y perseverancia, tras haber ganado la batalla jurídica en relación a su historia de amor; una unión que había nacido treinta años atrás. La ópera prima de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio se aleja del amarillismo de los medios, para retratar un viaje postergado por ellas. Y lo hacen, de la mano de dos mujeres que comenzaron su historia en el caribe colombiano a fines de los ochenta. Allí, vivieron más de veinte años en la clandestinidad, formaron amistades y un hogar al que le faltaba la condición de visibilizar esa unión. Juntas las traslada a ese país donde se conocieron, ahondando en los laberintos de la memoria. Norma provenía de la Argentina y Ramona de Uruguay, ambas dieron una oportunidad a sus vidas, frente a una sociedad excluyente y, mayormente, homofóbica como sigue siendo la colombiana. En ese viaje, la voz en off de una de las directoras, se pregunta sobre el paso del tiempo y los cambios sufridos entre aquel paisaje exuberante y selvático que, parece no haberse modificado tras la distancia, y el de ellas, ahora, juntas asumiendo su sexualidad. ¿Quiénes cambiaron en realidad? Y en esa pregunta, que vuelve dos veces sobre el relato, se reafirman, una vez más, sin esconder la nostalgia que debieron atravesar. El documental se despega del discurso militante de pancarta, su tono se acerca más a lo poético, y se aleja del formato clásico (entrevistas frente a cámara, recopilación de testimonios e imágenes de archivo), para dar lugar a un registro más experimental, en el que se destaca el tratamiento visual sobre las imágenes y la fotografía, como el trabajo en el plano sonoro; terrenos donde ambas realizadoras unen sus conocimientos y experiencias audiovisuales. Co producida entre Colombia y Argentina, la película tuvo su premier mundial en la Competencia Internacional de ópera Prima en Cinéma Du Réel (Francia); y obtuvo una Mención Especial del Jurado en Asterisco Festival Internacional de Cine LGBTIQ; y el Premio Especial del Jurado SEFF en el DOCA Festival Internacional de Cine Documental (Argentina). Juntas se muestra haciéndose y, en esa construcción, el enunciado se vuelve autorreferencial. Es a través de viaje, donde se enfatiza el movimiento desde los travellings o los lentos desplazamientos de cámara, enlazando el pasado con el presente, como una suerte de reconciliación y reflexión sobre el amor. Tal vez, justamente por esa mirada sobre sí mismo desde lo formal, se disipe el foco sobre sus protagonistas, como si la historia de Norma y Ramona, las trascienda y termine siendo un puente para hablar sobre la libertad, el género y la identidad de tantas otras mujeres JUNTAS Juntas. Colombia/Argentina, 2017. Dirección: Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio. Intérpretes: Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo. Dirección de Fotografía y Cámara: Nadina Marquisio. Montaje: Cristina Motta, Laura Martínez Duque, Nadina Marquisio. Música original: Sergio Escobar, Nadina Marquisio. Sonido directo: Juan Camilo Martínez Idarraga. Duración: 71 minutos
Justo el Día de la Visibilidad Lésbica en la Argentina se estrena el documental que las emblemáticas Ramona Cachita Arévalo y Norma Castillo inspiraron en otra pareja de mujeres, la rosarina Nadina Marquisio y la bogotana Laura Martínez Duque. Juntas es el título elocuente de este entrañable tributo a las protagonistas de una historia de amor y militancia que a principios de esta década contribuyó a inclinar la balanza a favor de la aprobación del matrimonio igualitario en nuestro país. A contramano de los homenajes cinematográficos clásicos, Marquisio y Martínez Duque eligen para sus retratadas un marco muy preciso: la visita al pueblo colombiano donde Norma y Cachita residieron durante años. El viaje a ese lugar supone una aventura a través del tiempo con implicancias afectivas y reflexivas que rara vez aparecen en las reconstrucciones ortodoxas. En otras palabras, Juntas es un ejercicio poético antes que historiográfico. La cámara convierte las extensiones de playa caribeña, la vegetación rayana con la selva amazónica, los ríos típicamente caudalosos en representación de la memoria, del amor, de la determinación que caracterizan, no sólo a las protagonistas, sino la faceta más noble de la condición humana. Además de esta arista universal, el film presenta una dimensión latinoamericana que se manifiesta en el viaje recreado, en la doble nacionalidad argentino-colombiana de este proyecto, en la curiosa combinación de orígenes entre retratadas y retratristas: de Montevideo era Cachita (que murió el año pasado); de Goya, provincia de Corrientes, es Norma; de Rosario, provincia de Santa Fe, es Nadina y de Bogotá, Colombia, es Laura. Los cabellos al viento de Norma y Cachita evocan el recuerdo de aquella canción que Rafael Alberti ambientó en la tarde del (río) Aniene. “Yo no me iré, pues junto a ti me siento más vida de tu sangre, más luz del corazón que me sostiene” escribió el poeta español, y repetimos los espectadores sensibles a las imágenes luminosas de Juntas.
Las protagonistas de este premiado documental son dos mujeres unidas por una historia inusual: Norma Castillo (argentina) y Ramona Arévalo (uruguaya) se conocieron por casualidad en el Caribe colombiano en los años 80, y en 2011 se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas legalmente en la Argentina y América Latina. Pero su historia no está contada de una manera convencional. En lugar de recopilar datos y testimonios con pretensión puramente informativa, Juntas trabaja con un espíritu más lúdico, elusivo e incluso poético. De ese modo, sin quitar el foco de la sensible historia de amor que la inspiró, la película crece, se diversifica y se transforma en un vibrante viaje sentimental que también funciona como un cálido homenaje con resonancias políticas.
La opera prima de las directoras Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, que es una coproducción entre Colombia y Argentina. Se cuenta la historia de Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, que cuando tenían 68 años, en el 2011, se convirtieron el primer matrimonio de mujeres casadas por ley de Latinoamérica, con la sanción de la norma que consagraba el matrimonio igualitario en nuestro país. Y se muestra de una manera poética, con la naturaleza como otra protagonista el viaje de regreso a Colombia, como una manera de recuperar esa tierra mágica donde se conocieron. Una muy buena excusa para escucharlas en sus reflexiones sobre el deseo, la libertad, el recuerdo de toda una vida de luchas y militancia.
Historias de Norma y Cachita Con un tratamiento impresionista, que prioriza el fragmento por sobre la totalidad, el documental de Martínez Duque y Marquisio aborda el primer matrimonio lésbico de América latina. En ese momento tenían 67 años, y 37 de cuando descubrieron un deseo que jamás habían sospechado. Hasta tal punto Norma Castillo y Ramona Arévalo fueron pioneras en la política de género que se casaron no después de la Ley de Matrimonio Igualitario sino antes, gracias a un dictamen judicial que en 2010 lo autorizó. Son el primer matrimonio lésbico de América Latina. En ese momento tenían 67 años, y 37 cuando descubrieron, al mismo tiempo, un deseo que jamás habían sospechado. En octubre del año pasado murió Ramona, nacida en Uruguay y apodada “Cachita”. Norma la sucede, manteniendo vivo el proyecto de erigir, en su casa de Parque Chas, el primer centro de jubiladxs LGBT. Escrita y dirigida por dos mujeres –Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio–, presentada en el importante festival de documentales Cinéma du Réel del Centro Pompidou de París, premiada en el festival Asterisco, Juntas acompaña a Norma y Ramona en un viaje de regreso al Caribe colombiano, donde vivieron toda su vida en pareja. Lejos de un abordaje clásico –declaraciones a cámara, organización cronológica o temática de los relatos–, Martínez Duque y Marquisio eligen lo que se conoce como tratamiento impresionista, que consiste en un orden aleatorio, que prioriza el fragmento por sobre la totalidad y la impresión sensorial del momento por encima de la integralidad del relato. Esto es evidente desde las primerísimas imágenes, tan fragmentarias y borrosas como las del pintor inglés William Turner, que era un proto impresionista. Lo que se ve es el reflejo de una o dos figuras sobre la superficie del agua, mientras en la banda sonora se escuchan sonidos indiferenciados, que de a poco van tomando la forma de voces de mujeres. Aunque lo que dicen no es fácil de entender. Lo cual es lógico, ya que se trata, imaginariamente, de un diálogo bajo el agua. El motivo acuático se reiterará de distintas maneras a lo largo del metraje (lluvia, olas sobre la orilla), aunque no corresponde con nada relacionado con ambas protagonistas. Sólo con una voluntad tal vez poética por parte de las realizadoras. En efecto, al comienzo de la película y antes de que se hagan presentes las protagonistas, una voz en off no identificada (se supone que de una de las realizadoras) habla sobre cuestiones que sí tienen que ver con Norma y Ramona: el tiempo, el regreso, las elecciones de vida. Esa misma voz narrará en poco tiempo más en nombre de Ramona, pero más adelante será la propia Ramona la que se sumará al relato polifónico. Ninguna de estas decisiones será de gran ayuda para la claridad del relato, que a pesar de su voluntad poética será rescatado por la más tradicional de las herramientas de comunicación: la voz humana. Ramona era la tímida de las dos, por lo cual no se la escuchará mucho. En cuanto a Norma, la palabra que más usa es “amor”. Algunos juegos adolescentes e incluso infantiles entre ambas, un cierto modo de estar juntas (de esos que no se falsean) dan a pensar que la palabra no es usada en vano. Amor ¿y un poquito de odio? El fragmento más picante de Juntas es uno en el que Norma lee un artículo sobre ellas en la revista colombiana Latitud. ¡Qué nivel de quisquillosidad! Tanto, que el cronista tembló durante la escritura de esta nota.
Dentro del cine y más precisamente en este caso, del cine documental, se van abriendo nuevas temáticas que reflejan, acompañan y refuerzan las grandes conquistas sociales que hemos atravesado como sociedad en estos últimos años. Cambios tan fuertes, tan profundos, tan esenciales pero a la vez tan naturalizados en gran parte de la sociedad –por suerte- y sobre todo en las nuevas generaciones, que se hace difícil repensarnos como colectivo social antes de que estos cambios hubiesen sucedido, que se valorizaran y que aseguraran estos derechos, donde la libertad prima por sobre cualquier otra cuestión. Por si todavía algunos dudan de la fuerza de estos cambios, sólo basta ver algunos ejemplos como los recientes documentales “Mocha” o “Reina de Corazones” sobre movimientos culturales y artísticos, completamente inclusivos, impulsados por la comunidad travesti o algunas ficciones en donde aparecen estos temas de manera preponderante para marcar diferencias en lo que el cine quiere contar: la reciente “Girl” –enviada por Bélgica para representarla al Oscar como mejor película extranjera-, “Carol” de Todd Haynes, “Tiempo de Revelaciones / La belle saison” de Caterine Corsini o la ganadora del Goya de este año, “Carmen y Lola”. En “JUNTAS” no hay ficciones escritas por guionistas sino que pasa la vida misma. El documental de Laura Martinez Luque (por Colombia) y Nadina Marquisio (por Argentina) nos permite “espiar” las vidas de Norma y Cachita, desenvolviéndose frente a la cámara en su cotidiano, desgranando anécdotas de sus vidas y por sobre todo, contando a través de las imágenes, los sonidos y las texturas, su historia de amor. Desde ese respetuoso lugar de construcción del que parten las directoras, sabiendo tomar una prudente distancia cuando es necesario, sin resultar invasivas, transmiten con absoluta precisión la fuerza de esta historia. Les brindan generosamente el lugar de un protagonismo excluyente, para mostrarnos su ejemplo de vida y su enorme sencillez. “JUNTAS” cuenta una historia de amor que ha sabido desafiar cualquier tipo de convenciones y que, luego de tener cada una de ellas una pareja heterosexual, lograron amarse y sostenerse a lo largo de tres décadas, convirtiéndose en la primera pareja lesbiana en contraer matrimonio en América Latina allá por el 2011 con sus lozanos 68 años, en planea época de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario. Con el registro a través de un año de la cotidianeidad de Norma Castillo y de Ramona “Cachita” Arévalo, el trabajo de Martinez Luque y Marquisio no solamente refleja ese tiempo compartido en el día a día, sino que habla de un espacio de construcción y por sobre todo, un lugar de comunión. El documental les propone además, acompañarlas en un viaje muy particular hacia Colombia: esa geografía que fue testigo de este compromiso, aquella casa donde vivieron juntas, donde disfrutaron de un amor en principio bordeado de la clandestinidad que imponía la época, pero de enorme libertad puertas adentro. Y desde ese lugar, entonces, mostrar esa construcción basada en el amor, el deseo, el compañerismo y el respeto mutuo. Luego de un importantísimo recorrido en el circuito de Festivales entre los que se incluyen Portugal, España, Francia e incluso su exhibición en el Festival Asterisco 2017, finalmente podremos disfrutar del estreno de “JUNTAS”, este documental cuyo mayor mérito es evitar poner en palabras lo que las imágenes narran por si solas sin ningún tipo de subrayado. Fragmentos de sus vidas relatados por las propias protagonistas, quienes eluden con su extrema naturalidad, cualquier atisbo de relato panfletario, privilegiando las sutilezas a lo explícito o sobreexplicado, logrando no caer en ninguno de los clichés ni de los lugares comunes. Las directoras abordan todos estos temas tan vigentes y tan potentes del colectivo LGTB con una sutileza y una delicadeza que juega a favor de la ternura general del relato. Una historia que se va impregnando de cada uno de los testimonios y de esta forma se nos invita a ser partícipes de ese viaje que emprenden a lugares entrañables, a los recuerdos y a sus vivencias, a las nuevas emociones y a las reflexiones a las que (les) invita ese territorio tan propio. Somos testigos de esa intimidad de pequeños gestos, de palabras precisas, de una atmósfera de tantos momentos compartidos y aún en esa azarosa elección desordenada y sin cronologías, la potente figura de Norma y Cachita van entrelazando la historia mientras se entregan a la mano amorosa de sus dos directoras.
Suerte de documental poético-experimental, acompañando el regreso de dos enamoradas al lugar donde, 30 años atrás, se conocieron y dejaron a sus maridos. Tenían 68 cuando se convirtieron en las primeras mujeres legalmente casadas de América Latina.
TODO POR AMOR Hay una historia de base detrás del documental Juntas, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio. Es una historia de amor y de lucha en la que luego de una larga batalla jurídica, Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Latinoamérica. Tenían 68 años cuando lo lograron, sin embargo su relación se inició a fines de los ochenta en Colombia, lugar al que vuelven, empujadas por el recuerdo y el tiempo. El plano inicial muestra el arribo de un tren. Yo tengo una teoría que no necesariamente pude probar aún, pero cada vez que una película comienza con un tren, espero lo mejor. Nada puede fallar con ese signo fundacional. Por fortuna, este film intimista apoya la idea. Su naturaleza es poética antes que discursiva. Las primeras imágenes difusas con reflejos invertidos y un audio que da cuenta de un reencuentro son señales de que el territorio preparado no tiene que ver con una ligazón referencial o con un grito militante que lo emparentaría con otros proyectos de temática similar. La lucha (o por lo menos, su estado más candente) fue hecha y los frutos están a la vista, pese al dolor y al sacrificio. Ahora, la cuestión para Norma y Ramona es el tiempo, la memoria y un viaje postergado. ¿Cómo capturar una experiencia? ¿Cómo enfrentar los lugares del pasado en relación con los cuerpos que los reencuentran? Estos son algunos de los interrogantes que plantea la película y lo interesante es que se extienden al mismo proceso de filmación, porque finalmente ¿cómo se vincula un documentalista con los seres, las situaciones y los objetos que retrata? ¿Hasta qué punto su acercamiento no termina por confundirse con los sujetos que están involucrados? Tal vez la respuesta sea esa superposición de voces en off que transitan el relato en algunos pasajes. Otra de las virtudes es la confianza en lo estético. No como una pose fría cuyo horizonte es el regodeo, sino como el acercamiento sensitivo propio de una cámara interesada por recorrer una geografía ausente, de signos residuales, para observarlos según el implacable paso de los años. La materialidad sonora a base de un virtuoso montaje, pone a la película en un registro diferente, aquel donde los planos salen de lo convencionalmente aceptado o instituido. En este sentido, del mismo modo en que las mujeres deconstruyen el lenguaje de un artículo publicado sobre sus vidas (como se ve en un pasaje, mientras descansan en dos hamacas paraguayas), las directoras desarman una idea orgánica de lo que entendemos por documental testimonial. Por ello, Juntas aborda la intimidad, la identidad y la lucha sin descansar en la proclama y atendiendo a la posibilidad de universalizar una experiencia.
Mujeres que aman a mujeres cuando era impensado para la sociedad que eso sucediera, y aún más, que se casaran o convivan. En tiempos de cambio y de visibilización el film de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio es una bocanada de aire fresco en medio de tanta representación patriarcal.
Ellas fueron pioneras. Tomaron lo suyo con naturalidad y se casaron en la Argentina. Fueron el primer matrimonio igualitario de Latinoamérica. En 2010 dieron el sí sin esconderse. Estuvieron juntas durante más de tres décadas hasta que una ley las formalizó. Ramona Arévalo y Norma Castillo protagonizaron una historia de novela y este documental intenta divulgar y difundir un amor sin fisuras. Una nació en nuestro país, la otra en Uruguay. Cada una de ellas estuvo casada con un hombre, pero se conocieron en Colombia y no se separaron más. La película retrata la vuelta a esas tierras caribeñas luego de 20 años de haber emigrado. Las directoras Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio registraron esos momentos que pasan juntas, con una gran creatividad en el rubro estético, fotográfico y de composición de imágenes. Con un criterio muy especial para musicalizar las escenas. Algunas no tienen sonido, ni siquiera el ambiente. Otras, música incidental y muy poca cantada, no se valen de la música tan particular del Caribe para apoyar la narración. Las imágenes son impecables, donde utilizan en varias ocasiones un barrido, que apenas permite ver lo que hay detrás. Contada principalmente con la voz en off de Nadina Marquisio, como así también de las protagonistas que en escasas ocasiones hablan a cámara en tiempo real. Siempre muestran parte del paseo, el mar, un pueblo, animales, etc., pero a ellas no se las ve, se las escucha. Lamentablemente todo lo bueno construido técnicamente se derrumba en forma categórica al contar la historia. Es muy lenta. En largos pasajes del film no pasa absolutamente nada, salvo bellas imágenes. Centrándonos en la vida de Norma y Ramona nos enteramos a cuentagotas de lo que pasaron. Priorizan las realizadoras la estética y no profundizan sobre otras cuestiones más importantes como el matrimonio igualitario. Es visualmente atractivo, pero se queda sólo en eso. Porque puede abarcar cualquier tipo de relato, es decir, no está atada exclusivamente a la de estas dos mujeres que, en su momento, dieron un gran paso como para que otras se animen también y las imiten en el registro civil.
Esta es la ópera prima de las directoras Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, es una coproducción entre Colombia y Argentina que nos relata las vivencias entre Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo. Nos cuenta parte de las vidas del primer matrimonio lésbico de América Latina entre Norma y Ramona en el 2011, mucho dice con voz en off, todo se va mostrando de forma poética y sentimental, entre recuerdos, sonidos, imágenes borrosas, por momentos a través de reflejos con siluetas en el agua y todo bajo un pintoresco paisaje, donde están presentes sus deseos, sus sueños, su militancia, su lucha y sobre todo el amor, todo acompañado con bellas canciones.
Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo tenían 68 años cuando se convirtieron en la primera pareja de mujeres casadas por ley en Argentina y Latinoamérica. Se conocieron en el caribe colombiano a finales de los ochenta. Este documental las lleva nuevamente a ese lugar donde se conocieron. Juntas es una enorme película de amor, además de un documental con carácter político. Tal vez la mayor victoria que tiene es justamente esa, triunfar en su humanidad. Las directoras de la película no se conforman con eso y plantean una narrativa no clásica, con elementos poéticos alejados de la forma tradicional de encarar estas historias. Podrá ser este un punto en contra de la película, pero una vez más, también es su identidad. Hace casi veinte años yo dirigí y produje el documental Lesbianas de Buenos Aires, el primer largometraje documental sobre ese tema hecho en Argentina. El mundo ha cambiado mucho desde entonces, por suerte, y Juntas ya no tiene la obligación del clasicismo a ultranza o del discurso transparente. Esta película es más compleja y profunda, se arriesga más, intenta nuevas formas. Creo que Norma y Ramona también saben que el mundo es un lugar un poco mejor, también saben que ellas contribuyeron a ello, como lo hace esta película. Es hora de reflexionar más allá de la superficie y tratar de entender cada universo. Juntas es una película de pura belleza, como la historia de las protagonistas.
La argentina Nadina Marquisio y la colombiana Laura Martínez Duque presentan Juntas, un documental con tintes poéticos sobre la primera pareja de mujeres en contraer matrimonio en Latinoamérica. La película cuenta la historia de Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, quienes se convirtieron en la primera pareja de mujeres en contraer matrimonio en América Latina. Aunque una es oriunda de Uruguay y la otra de Argentina, se conocieron (e iniciaron su romance) a fines de los ochenta en Pivijay, uno de los municipios de Colombia. Luego de permanecer por varios años en aquellas tierras, viajaron a la Argentina. A sus 68 años, en el año 2011, lograron formalizar su amor mediante la Ley de Matrimonio Igualitario. Juntas pasa de ser un simple documental a convertirse en una especie de road movie. Nadina Marquisio y Laura Martínez Duque llevan nuevamente a Norma y “Cachita” a la costa del Caribe. Tras largos recorridos en rutas y diversas caminatas, esta pareja de sexagenarias revive, una vez más, todos aquellos recuerdos que vivieron hace ya más de tres décadas, pero que permanecen intactos en su memoria. Juntas se aleja de los tópicos que hay dentro del género documental. No está hecho con una finalidad informativa ni pedagógica, las cineastas simplemente se enfocan en mostrar una historia de amor. Lo único que mantienen de este género, es la utilización de la voz en off. Las protagonistas cuentan su historia, en general, mediante este recurso, aunque los relatos se expresan de una forma casi poética. La historia tampoco se inclina por el tinte político, pese a que las protagonistas son referentes de la lucha a favor del matrimonio igualitario. Este es un costado que no debería obviarse, ya que la lucha por la conquista de este derecho es meramente política. No se puede pasar por alto que el activismo LGTBI que surgió en Argentina fue clave para el impulso de la conquista de derechos de esta comunidad en otros países de la región. La trama de Juntas no tiene un hilo conductor concreto. Pese a ser un documental, las directoras simplemente se dedican a mostrar de una forma casi poética la relación de las protagonistas. El aspecto político es dejado prácticamente de lado, pese a su importancia. La historia por momentos pierde su rumbo, y ni el diálogo ni la fotografía son aprovechados para aportar más a la historia.