Guiller"Guillermo Francella es el protagonista absoluto de “La extorsión”, segunda película del director Martino Zaidelis tras "Re Loca", esta vez con una historia de suspenso a pura vuelta de tuerca" Un actor convocante en una película de género parece la fórmula segura para que todo funcione. ¿Funciona? De qué se trata «La extorsión», la nueva película de Francella Alejandro (Francella) es un experimentado piloto que lleva una vida tranquila junto a Carolina (Andrea Frigerio), quien también trabaja en vuelos como azafata. Los servicios de inteligencia comandados por Saavedra (Pablo Rago) descubrirán un secreto del piloto y lo usarán en su contra para chantajearlo. Desde ese momento, Alejandro se verá a transportar a España valijas con un contenido que desconoce, mientras que mantener la aparente normalidad va resquebrajando su vida. ¿Vale la pena? Opinión de la película Algunas películas nos traen el combo completo: tenés a Francella, tenés una historia de suspenso, tenés tu próxima visita al cine decidida. Además de su protagonista siempre efectivo, destaca el trabajo de todo el elenco: Pablo Rago, Andrea Frigerio, Carlos Portaluppi y Mónica Vila se lucen en sus papeles. Junto con la labor de su reparto, «La extorsión» presenta en abundancia aquello que todo buen thriller requiere: giros argumentales inesperados. Una y otra vez, la película sorprende, sobre todo en la segunda mitad, cuando toma vuelo, acelera el ritmo y envuelve al espectador en un laberinto de traiciones. Este segundo tramo resulta mucho más logrado que el inicio, más cercano a la comedia, y que pareciera demorarse un poco en transformarse en thriller. El tono de la película -junto con las imágenes- se van oscureciendo y resulta mucho más interesante y atrapante a medida que se acerca el desenlace. ¿Conclusión? Efectiva y entretenida, quien busque pasar un buen rato, no saldrá decepcionado. ¿Cuándo se estrena «La extorsión»? «La extorsión» se estrena en las salas de cine de Argentina el jueves 6 de abril de 2023. ¿Dónde ver la película «La extorsión» con Francella? La película, distribuida por Warner Bros., se estrena en cines el 6 de abril de 2023 y más adelante estará disponible para ver en HBO Max. «La extorsión» Puntaje: 6.5 / 10 Duración: 105 minutos País: Argentina Año: 2023
Cuidado con lo que haces porque no sabes quién puede estar mirando, más que listo para entrometerse en tu vida y, de paso, arruinártela. La Extorsión es un film dirigido por Martino Zaidelis (Re Loca, El Hombre de tu vida) que llega a los cines el jueves 6 de abril. Guillermo Francella es Alejandro, un experimentado piloto comercial que es obligado a colaborar con los servicios de inteligencia del país llevando una misteriosa valija a España. Si se niega, un grave secreto que puede destruirle su carrera saldrá a la luz. En resumen, no le queda otra más que hacerlo. No es difícil adentrarse e involucrarse en el mundo que promete la cinta de Zaidelis. Cada minuto que pasa, el espectador buscará salidas que el protagonista parece no encontrar. Los climas que logra la hacen atrapante y entretenida de ver. Guillermo Francella le pone su impronta a un personaje que, en cualquier otro actor, pasa desapercibido. De copiloto tiene a Guillermo Arengo, con quien generó tan buena química, que si quieren hacer una comedia juntos, es un éxito asegurado. Del lado contrario de la escala moral, están Pablo Rago y Alberto Ajaka, con personajes que, aunque ya se vieron, sabemos que funcionan. Completan el ensamble Andrea Frigerio, Carlos Portaluppi y Mónica Villa. Todos cumpliendo con su rol supieron sostener una película que tranquilamente podría haber desbarrancado. La Extorsión es un film más que demuestra cuán sólido puede ser un argumento sin pretensiones de cambiar y reformular el género. Vale la pena.
Intenso y logrado thriller que se nutre de pinceladas locales para construir un apasionante relato que logra mantener en vilo al espectador hasta la última escena. Martino Zaidelis logra capturar la atención con una semblanza de personajes imperfectos, cuestionables, que cambiarán sus vidas de un día para el otro. Guillermo Francella, una vez más, regala una notable actuación, secundado con oficio y profesionalismo por Pablo Rago, Guillermo Arengo y una brillante Andrea Frigerio.
El director de Re loca (2018) y de varios episodios de producciones televisivas como El hombre de tu vida y Los enviados filmó un ingenioso thriller escrito por Emanuel Diez (coguionista de las series Entre caníbales y El encargado, también con Guillermo Francella) en el que el protagonista se luce junto a un sólido elenco. Luego de su paso por los cines, la película estará disponible en el servicio de streaming HBO Max. La sociedad entre Particular Crowd (TNT), Warner Bros. y HBO Max viene generando múltiples proyectos que tienen un primer paso por las salas y luego desembarcan en esa plataforma de streaming. Luego de títulos como Ecos de un crimen, En la mira y Un crimen argentino, es el turno de La extorsión, un proyecto algo más ambicioso y que demandó la asociación entre múltiples y reconocidos productores como Axel Kuschevatzky, Tomás Yankelevich, Juan José Campanella y Hernán Musaluppi, entre otros. Como los mencionado films, La extorsión se basa en un guion “de hierro” dentro del cine de género, pero -más allá de ciertas resoluciones no del todo convincentes en algunas escenas cerca del final- esta vez el resultado es bastante más entretenido a partir de una conjunción de una narración bastante fluida, planteos ingeniosos, sorpresas bien trabajadas y un reparto de primer nivel. Alejandro Petrossián (Guillermo Francella) trabaja como piloto en vuelos internacionales y, a los 58 años, es una referencia para todos los trabajadores de Aerolíneas Sudeste. Tiene un muy buen pasar económico y está casado desde hace mucho tiempo con Carolina Guerrero (Andrea Frigerio), quien trabaja como tripulante de cabina de pasajeros en la misma compañía. El protagonista no parece tener demasiados sobresaltos (aunque el fantasma de la jubilación empieza a acecharlo) hasta que un día dos personas que dicen ser de la Policía Aeroportuaria lo “invitan” a acompañarlos hasta el aeropuerto de Ezeiza (habrá varias escenas filmadas en esa locación). Quien lo recibe, en verdad, es Saavedra (Pablo Rago), un siniestro personaje ligadoa los servicios de seguridad que lo extorsiona (de ahí el título) con algunos secretos y mentiras (afectivos y de salud) que Alejandro siempre se encargó de tapar. Y lo que tiene que hacer es pasar una valija (que nunca será revisada) en cada viaje a Madrid y entregársela allí a un tal Porchietto (Alberto Ajaka). En principio, nuestro antihéroe se adapta bastante bien a la nueva situación (no la cuenta, no hace preguntas, no se cuestiona), pero en la interacción con su amigo y colega Fernando Marconi (el gran Guillermo Arengo) y a partir de la aparición de Mario Aldana (un impecable Carlos Portaluppi), quien sí es funcionario de la Policía Aeroportuaria, se desata un tenso juego de gato y ratón con constantes giros, múltiples derivaciones e imprevisibles consecuencias. Quedó dicho que en el último acto hay un puñado de situaciones que desafían el verosímil, pero en líneas generales se trata de un cuidado, profesional y atractivo thriller que remite a cierto espíritu hitchcockiano y que en el ámbito local encuentra ciertas ligazones con Los Simuladores, la ya mítica serie de Damián Szifron. Por el lado de Zaidelis, hay una profusión de primeros planos que terminan quitando más de lo que agregan. Es que el impacto que al inicio pueden generar el rostro atribulado de Francella o la cara siniestra de Rago van perdiendo efectividad cuando ese recurso se torna recurrente. De todas formas, la mayoría de las decisiones narrativas y estéticas del director se ajustan a las necesidades del relato y, en ese sentido, La extorsión termina siendo un film bastante convincente.
La pregunta que últimamente no nos hacen, pero nos hacían en los aeropuertos antes de presentar la valija -¿La armó usted o se la armaron?, o ¿Alguien le entregó algo para llevar?- nunca se la hacen a Alejandro Petrossián (Guillermo Francella) en La extorsión, una película que es más de suspenso que un thriller. Se entiende: el hombre es piloto de avión, pero si le hicieran alguna de aquellas preguntas, estaría en problemas. El carrion que está llevando últimamente no lo armó él, y sí, le entregaron o le pusieron algo allí para que llevara. ¿Cómo llega Alejandro a esta situación inesperada? Fácil. Un día dos agentes de la Policía aeroportuaria lo van a ver a su casa, y le piden que los acompañe. A él le extraña, pero tranquiliza a su esposa Carolina, que es auxiliar de vuelo (Andrea Frigerio) y va al aeropuerto de Ezeiza, donde lo entrevista un tal Saavedra (Pablo Rago). Secretos compartidos Bueno, Saavedra y su gente no son de la Policía Aeroportuaria sino del Servicio de Inteligencia. Ellos saben dos cosas de Alejandro: ocultó una leve disminución auditiva en su examen de aptitud física, que confeccionó una doctora que, ahí viene la segunda cosa, fue su amante. Lo primero lo puede dejar fuera de su trabajo, a poco de retirarse por jubilación; lo segundo, lo puede dejar afuera de su casa, si su mujer se entera. Así que la extorsión del título se cobra de inmediato su víctima. Pero no la única. Claro, Ale no es el único al que agarraron con algún pecado que no ha sido expiado o perdonado. Ahí está su compañero de trabajo, que encarna Guillermo Arengo, transportando un carrion similar, con la misma calcomanía de una vaquita. ¿Cómo zafar, más cuando quien sí es de la Policía aeroportuaria (Carlos Portaluppi, que tras ser uno de los jueces de la Corte Suprema en Argentina, 1985, vuelve a ser incorruptible), lo descubre y le pide que denuncie a Saavedra y al resto de la Primera Junta, perdón de los Servicios de inteligencia. El único asunto con La extorsión es que, tras una primera hora que engancha, en la que el espectador es bien llevado al centro de la trama, escrita por Emanuel Diez (las series El encargado, con Francella, y Nada, de Cohn y Duprat por estrenarse) tiene algunas resoluciones algo menos convincentes. No importa. El elenco es solvente, sólido. A los mencionados hay que agregar a Alberto Ajaka, que es el tipo que recibe siempre en Madrid a Alejandro, a Mónica Villa y a la recientemente fallecida Julieta Vallina. Usted no tiene por qué saberlo, pero detrás de La extorsión hay una combinación de productores que incluyen a Juan José Campanella, Axel Kuschevatzky, Tomás Yankelevich y Hernán Musaluppi. La estrena una multinacional (Warner Bros.) y en seis semanas seguramente esté en el streaming de HBO Max, como sucedió con Ecos de un crimen, En la mira y Un crimen argentino, todos thrillers o filmes de suspenso como La extorsión, que probablemente esta Semana Santa dé otro batacazo para el cine nacional.
Quienes vayan a ver la última película de Guillermo Francella se encontrarán con un sólido thriller muy bien escrito por Emanuel Diez (EL encargado), realizada por Mario Zaidelis (Re loca) con un elenco para el aplauso. Un proyecto donde también está la productora de Juan José Campanella, Axel Kuschevatzky otros pesos pesados de la industria como lo son Particular Crowd, Infinity Hill, Warner y HBO. Una gran producción que se ve lujosa y que además de un protagónico donde Francella brilla con su personaje extorsionado, perseguido y atemorizado, realmente se lucen Pablo Rago, Andrea Frigerio, Mónica Villa, Alberto Ajaka, Guillermo Arengo, Carlos Portaluppi. Un equipo soñado. Y un elemento que tendrá su resonancia con historias relativamente recientes de dinero que circula sin control en Ezeiza. Es que al comandante de Francella los servicios secretos le descubren un par de secretos que le pueden costar su posición y su pareja, y se ve obligado a ser un correo de valijas cerradas entre Madrid y Buenos Aires que nadie controla. Lo que parece una “operación sencilla” se transforma en una verdadera mafia conspirativa y lucha de poderes. El argumento sostiene el suspenso, con algunas resoluciones demasiado imaginativas y mantiene en vilo al espectador del principio al fin. Un entretenimiento destinado al éxito.
"La extorsión", entre el suspenso y la comedia. A principio de febrero, la compañía estadounidense Remitly publicó un estudio sobre las profesiones más deseadas basándose en el volumen de búsquedas en Google en más de 200 países. A la cabeza de las preferencias, con casi un millón de búsquedas, estaba el trabajo de piloto, por delante de escritor (más de 800 mil) y muy lejos de bailarín, Youtuber y emprendedor, que con entre 180 mil y 280 mil completaron el Top cinco. Pero hasta el oficio más deseado del mundo puede ser una pesadilla, como bien lo averiguará el protagonista de este efectivo thriller llamado La extorsión. Alejandro tiene, además de la profesión soñada por millones, una hermosa azafata como esposa (Andrea Frigerio) y una de esas casas en las que podría vivir una comitiva. Su vida marcha viento en popa, entre viajes recurrentes a Europa y el respeto unánime de sus compañeros, mientras en el horizonte asoma un retiro cada vez más inminente. Pero todo cambia cuando lo contacten desde la rama de los servicios de inteligencia que opera en el aeropuerto internacional para recibir una oferta que, como diría Vito Corleone, no puede rechazar. Querría, en tanto su misión es trasladar unas misteriosas valijas de mano hasta Madrid con una etiqueta de carnes y con contenido para él desconocido y muy probablemente de dudosa legalidad. Pero, se dijo, no puede: de hacerlo, le advierte el mandamás del grupo (un Pablo Rago con bigotito digno de persona turbia), le llegará a su esposa un sobre con varias fotos de Alejandro dándole unos besos apasionados a una señorita en un auto. La metodología es muy sencilla: va con su “equipaje” al baño del aeropuerto, allí lo espera un contacto que se lleva la carga y le devuelve una valija igual pero vacía, y listo, a disfrutar de las bondades de la capital española. Apretado entre la espada y la pared, el piloto se convierte así en una mula deluxe al servicio de los servicios, valga la cacofonía. A medida que acumule viajes sobre el Atlántico, Alejandro mutará el nerviosismo inicial por una tensa calma que, a diferencia del personaje de Clint Eastwood en La mula, nunca incluye el disfrute, la moderada sensación punk de estar aprovechando las rajaduras del sistema: si nadie pensaría de un nonagenario como transportista de drogas, difícilmente alguien ponga el foco en un piloto veterano con la jubilación a la vuelta de la esquina, sobre todo si es cierto eso de que en las postas de control “está todo arreglado”. Pero piensan en él por la sencilla razón de que no es el único abocado a esa tarea, como le advierte el jefe de la policía aeroportuaria (Carlos Portaluppi) a ese hombre con el rostro de Guillermo Francella. Si bien aquí se aleja de la comedia, cada tanto dibuja sus inevitables mohines, dándole al segundo largometraje en la silla plegable de Martino Zaidelis después Re loca (2018) un tono que pendula entre el suspenso y la comedia. Imposible saber si fue búsqueda o la consecuencia de tener a un actor indisociable del humor popular, pero es una mezcla que le sienta bien a este film que no será muy inteligente, pero sí ingenioso para enhebrar las primeras situaciones que cerrarán el cerco sobre Alejandro. Pero hay una relación directamente proporcional entre esa cerrazón y un reencauce narrativo que lleva a la película de la aventura (uni)personal de un hombre ordinario sometido a situaciones extraordinarias hacia rumbos un tanto más ilógicos y con poca relación con el recorrido previo. Es entonces cuando irrumpe la violencia, al tiempo que los tentáculos más corruptos de los servicios de inteligencia se demuestran falibles de caer en la primera trampa. Esto último entraña la gran paradoja de La extorsión: su inverosimilitud es, en un país como la Argentina, perfectamente verosímil.
Hoy vamos a hablar de La Extorsión, el último film dirigido por Martino Zaidelis cuenta con un elenco de grandes estrellas del cine argentino como Guillermo Francella, Andrea Frigerio, Pablo Rago, Mónica Villa, Alberto Ajaka y Carlos Portaluppi. La Extorsión sigue la historia de Alejandro Pretossian, un piloto de avión comercial que se ve obligado a trabajar con los servicios de inteligencia llevando una misteriosa carga a Madrid. Lo primero que tenemos para decirles es que La Extorsión es una gran película nacional, así que denle una oportunidad y aprovechen a verla en los cines. El cine comercial argentino suele estar dominado por las comedias y cada tanto llega algún policial o película de suspenso que no siempre cumple con las expectativas de los espectadores. La Extorsión entra dentro del segundo caso, pero sí cumple con las expectativas. La Extorsión se destaca por su historia y su calidad visual, se nota que Warner puso bastante dinero en este proyecto y Martino Zaidelis logra un trabajo de dirección más que digno. Por otro lado, las actuaciones son todas consistentes a lo que se está contando, pero quien destaca sobre el resto es Pablo Rago en su papel de villano, Francella hace un muy protagónico, pasando de momentos cómicos a momentos de tensión con completa naturalidad, otra actuación a destacar es la de Alberto Ajaka y su papel de sicario, el tipo logra meter miedo en cada escena que aparece. Los puntos más flojos de La Extorsión tienen que ver con el guion y, aclaro, no es algo que opaque el producto completo. En principio, la causa de “la extorsión” y lo que le piden a cambio al personaje de Francella termina siendo algo efímero para el desenlace y, por otro lado, el cierre final se siente un poco exagerado. En fin, La Extorsión, es un muy buen producto nacional y digno de ver en el cine. Destaca la historia, las actuaciones y la tensión generada por la historia, logrando que el espectador se meta de lleno en la propuesta de la película a los pocos minutos y manteniendo los conflictos que crecen en cada minuto de metraje.
El título podrá parecer genérico, y si bien su desarrollo narrativo podrá serlo también para los más versados y exigentes, La extorsión plantea una trama de suspenso apropiadamente ejecutada que sigue los principios hitchcockianos elementales del suspenso, en particular aquellos que determinan la diferencia entre cuánto sabe el personaje y cuánto sabe el espectador, siendo este último la prioridad. Esta crítica no apunta a comparar al guionista o al director de esta película con la figura de Hitchcock, pero sí busca dejar claro que ellos dejaron de manifiesto lo imperecedero de las máximas del maestro. La cosa no pasa por imitar o superar al director inglés, sino aplicar sus principios para hacer de forma eficiente un cine que no tenga otra intención que la de entretener, de mostrar esa vida con las partes aburridas cortadas, o más en concreto, esos pedazos de pastel. Una eficiencia que, convengamos, suele ser más la excepción que la regla en el cine nacional. Sin embargo, en su concepción del suspenso es donde la comparativa con el director de Psycho puede llegar a tambalear, porque es en su desarrollo de personajes -o por lo menos, de la forma en la que son presentados- se aleja bastante de la máxima de que el personaje tiene que ser alguien con quien se identifique el espectador, alguien que ellos deseen ser, y dudo seriamente que el espectador desee ser un mitómano mujeriego capaz de fraguar un informe médico como es el caso del piloto aeronáutico que encarna Guillermo Francella. O que por lo menos no se animan a admitir si alguna vez lo fueron. También cabe decir que fue precisamente Hitchcock quien exitosamente hizo que nos preocupáramos si un auto con un cadáver adentro se hundía en el pantano o no. Ahora bien, este no es un concepto único a Hitchcock, sino un concepto general del Drama, que fue abordado por distintos nombres grandes. David Mamet tiene su teoría de las tres preguntas (¿Qué tiene que hacer el personaje? ¿Qué pasa si no lo consigue? ¿Por qué ahora?), pero hay uno más contundente y más breve, que es el aportado por el director Andrew Stanton durante una charla TED en 2012: Make Me Care, que en inglés significa “Hacé que me importe”. ¿Por qué me debería importar que Carlos Portaluppi abra o no la valija de Francella? ¿Por qué me debería importar que Andrea Frigerio se entere o no de lo que hace Francella? ¿Por qué me debería importar lo peligroso que es el personaje de Pablo Rago? Y, la pregunta más importante de todas, hasta podríamos decir la que engloba todas estas en una sola: ¿Por qué debería importarme si a Francella le va bien o mal en lo que desea lograr? Mal que les pese a algunos, La extorsión contesta todas esas preguntas, pero no son respuestas directas, secas y monosilábicas, sino que son estiradas lo suficiente, aportando a la tensión, y es ese estiramiento lo que hace que valga la pena. La rudeza sería un curso de acción a tomar para esta reseña si sintiera que busca redefinir lo establecido por Hitchcock, romperlo o buscarle una nueva vuelta, pero me rehuso a analizar a La extorsión en esos términos porque salta a la vista que no se lo propone. Busca involucrar al espectador con lo que atraviesa el personaje de Guillermo Francella valiéndose de las armas, no diré las más nobles, pero sí las más esenciales para contar una historia. Mis palabras pueden parecer un altar a la mediocridad, pero no puedo dejar de reconocerle a Martino Zaidelis y a Emanuel Diez que tienen muy claro que el entretenimiento, puro y simple, no pasa por la pirotecnia sino por atraer y sostener el interés. No hablemos de aciertos históricos, sino de aciertos y punto, y el de ellos lo es.
Gran thriller nacional y que alegría escribir esa frase no tan común. La extorsión presenta una historia entretenida y que te mantiene en vilo todo el tiempo. Además de estar muy bien resguardada por una impecable factura técnica. Si sos consumidor de Hollywood, habrás visto propuestas similares. Pasa que aquí hay un "valor agregado": la argentinidad. Ya sea el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, los modos de los servicios de inteligencia o el elenco. Y aquí tenemos el fuerte: Guillermo Francella en un gran papel. Su mejor rol en años. Te hace meter en su mundo y deja volar tu imaginación con la pregunta de qué haríamos en su lugar. Y ahí radica otras de las grandezas del film. La empatía que puede generar. Asimismo, aplausos para Pablo Rago, quien le da legitimidad a cualquier film del que forme parte y aquí compone a un garca fenomenal. Un gran villano. Andrea Frigerio le aporta humanidad. Espléndida siempre. La puesta por parte de Martino Zaidelis está muy bien. Genera buenos climas. Gran ejecución que despeja cualquier prejuicio que uno podría llegar a tener sabiendo que es un director que viene más que nada del palo de la comedia (su último film fue Re loca, 2018). Lo único que no me convenció es el final se me hizo un poco largo. Lo sentí dilatado sin necesidad. Pero más allá de eso, todo se conjuga en un muy buen entretenimiento, solo que esta vez, con sello argentino.
Sin dudas Guillermo Francella es uno de los mejores actores argentinos de los últimos años, que demostró que no solo se encuentra cómodo en el terreno de la comedia, género en el que se destacó siempre, sino que también puede ofrecernos interpretaciones dramáticas a la perfección. Su nuevo papel es el de Alejandro Petrossián, un piloto de avión intachable y de larga trayectoria que se ve obligado a colaborar con los servicios de inteligencia para llevar una misteriosa valija desde Ezeiza hasta Madrid. Sin ver otra salida, comenzará un camino lleno de tensión e intriga que pondrán en peligro su vida y la de su entorno, pero que le costará muy caro terminar con lo que empezó. Petrossián es el protagonista de «La Extorsión», la nueva película de Martino Zaidelis («Re Loca»). Un thriller más que sólido e interesante, que a pesar de tener algunos giros un poco predecibles, unas escenas finales algo inverosímiles o muy hollywoodenses y un final un poco estirado, durante la mayoría del tiempo cumple con un buen pulso narrativo que va atrapando al espectador, lo sorprende y lo deja más que conforme con una historia novedosa, local y atractiva. Además, se nota el gran despliegue de producción, el uso del vestuario y la lograda ambientación que tiene el film, con escenas filmadas en distintos aeropuertos, arriba de un avión real y en otras locaciones, que hacen que la historia se sienta creíble y bien realizada. En este sentido también ayuda la experiencia de un elenco sólido y sus buenas interpretaciones. No solo se destaca Guillermo Francella como un convincente piloto y con sus características de siempre que nos maravillan, sino que también está muy bien acompañado por Pablo Rago como el antagonista y el director de los servicios de inteligencia, un hombre astuto y con la palabra justa; Andrea Frigerio como la mujer de Petrossián que también es azafata y empieza a sospechar sobre este asunto; Carlos Portaluppi como el director de la policía aeroportuaria que quiere desentrañar lo que ocurre en el aeropuerto; Guillermo Arengo como uno de los compañeros de Francella que va cobrando cada vez más importancia con el correr del relato; Alberto Ajaka como un eslabón más dentro de esta cadena delictiva y Mónica Villa como una tenaz fiscal. Todos se encuentran muy bien en sus roles. Además, permiten que el thriller no sea totalmente oscuro, sino que le otorgan una cuota de humor y acidez a sus líneas. Cada vez más podemos estar orgullosos del cine nacional, por su inventiva, su calidad y su ejecución y «La Extorsión» es una muestra de ello. Un film atrapante, que aunque podamos anticipar alguna que otra cosa también nos logra sorprender por su astucia e ingenio. Buenas actuaciones de un elenco experimentado y una destacable ambientación para desarrollar la trama hacen también que esos pequeños detalles predecibles o inverosímiles podamos pasarlos por alto para disfrutar de una película que funciona en todos sus aspectos.
Típico filme hollywoodense trasladado a la Argentina, hay ejemplos muy buenos de esta situación “Tiempo de Valientes” (2005) de Damian Szifron es uno de ellos. No es este el caso. El problema no radica tanto en la construcción del relato, la progresión del mismo, sino en la presentación, constitución y desarrollo de los personajes, además de situaciones que luego se contradicen a si mismas, de manera tan burda que termina dando pie a la sensación de estar burlándose del espectador. El filme abre con el asesinato de Novack un piloto de aviación de una linea aérea comercial, luego sabremos que
Guillermo Francella es una estrella indiscutible del cine argentino y desde El secreto de sus ojos en adelante uno de los actores más respetados. En La extorsión él interpreta a Alejandro, un experimentado piloto aeronáutico que ama profundamente la tarea en la cual se ha destacado a lo largo de los años. Pero guarda al menos un secreto que lo vuelve vulnerable y que en caso de exponerse lo dejaría fuera del trabajo que tanto ama. Esto lo deja a merced de los Servicios de Inteligencia que lo extorsionarán, pidiéndole que lleve unas misteriosas valijas en la ruta entre Buenos Aires y Madrid sin hacer preguntas acerca del contenido. Alejandro le oculta a todo el mundo, incluida su esposa (Andrea Frigerio), lo que está haciendo pero a su vez en cada viaje intenta buscar la manera de salir de esta red. La red que lo tiene atrapado es mucho más poderosa de lo que parece y el intentar abandonarlos o denunciarlos le puede no sólo costar su trabajo, sino también la vida. La película es un sólido exponente de cine de género y está realizada a la altura de sus ambiciones. Un cine de calidad que resulta entretenido y que atrapa al espectador durante la primera mitad y un poco más allá. Un elenco particularmente sólido es otro pilar que sostiene al largometraje, no sólo el costado técnico de la película. Francella se ajusta a papel perfectamente y Andrea Frigerio y Mónica Villa también merecen ser destacadas por sus buenos trabajos y también demostrar que el casting está muy bien hecho. Los problemas vienen al final, cuando aún sin caer mucho en calidad, la narración pierde su fuerza y también su credibilidad. No es que la película fuera realista, pero las dos elipsis del último tercio dejan un espacio para perder pensar en la falta de lógica y eso daña el rigor narrativo que intentaba mantener. Son vueltas de tuerca que suelen sufrir muchas películas de género y que diferencian una película clásica de un film correcto. La extorsión es esto último.
El cine argentino industrial y de género está aceitado y los resultados son cada vez más alentadores, sobre todo cuando la película viene con el respaldo de gigantes de la distribución, como La extorsión, dirigida por Martino Zaidelis y protagonizada por Guillermo Francella, que, además de tener a Warner Bros., HBO Max y Particular Crowd (TNT) como distribuidores, cuenta con productores (Juan José Campanella, Axel Kuschevatzky, Tomás Yankelevich y Hernán Musaluppi) que aman lo que hacen. La película de Zaidelis se enmarca en el thriller con aviones y el policial de espionaje que mezcla a empleados del Estado, mafiosos y policías corruptos, dejando en manos de Francella la responsabilidad de llevar la historia a buen puerto. Y vaya si lo logra, porque La extorsión crea atmósfera y tensión y tiene un ritmo propio de las buenas películas de suspenso norteamericanas. Alejandro Petrossián (Francella) tiene 58 años y es el piloto de vuelos internacionales a quien obligan a hacer los trabajos sucios de la Inteligencia del Estado, representada por Saavedra (Pablo Rago). Alejandro está casado con Carolina (Andrea Frigerio), azafata de la misma empresa, y tiene una hipoacusia que lo compromete, aunque sigue trabajando gracias a una médica (y amante) que le firmó los estudios como si estuviera todo bien. El dato de la sordera (y de la infidelidad) es usado por Saavedra para extorsionar a Alejandro y pedirle el trabajo secreto, que consiste en llevar valijas en cada vuelo que haga a Madrid. Saavedra le explica lo que tiene que hacer, además de darle instrucciones por si se ve en apuros con la policía del aeropuerto, que tiene como jefe a Mario Aldana (Carlos Portaluppi), quien no tarda en darse cuenta de lo que está pasando. De este modo, las dos caras de estas áreas de seguridad del Estado quedan contrapuestas para que la película pueda señalar, con los códigos del género en el que se enmarca, una corrupción que no termina con el encarcelamiento de los responsables, lo que la convierte en una película pesimista. Saavedra le dice a Alejandro que lo único que tiene que hacer es llevar las valijas e intercambiarlas en un baño público. El tipo con el que tiene que hacer el cambio es Porchietto (Alberto Ajaka), el mismo que al comienzo de la película le dispara tres tiros a quemarropa a otro piloto que hacía lo mismo que Alejandro. Todo cine de género es político y La extorsión desmantela un entramado oculto que involucra a algunos poderosos que trabajan para el Estado, mostrándolos como unos matones comunes y corrientes, y, por eso mismo, sumamente peligrosos. El personaje de Rago es un villano capaz de matar o de mandar a matar a plena luz del día sin ningún problema. Las piezas que mueve La extorsión están sobre la mesa y el director sabe cómo llevar el suspenso con pulso. Las actuaciones son de un profesionalismo intachable y la trama se desenvuelve con ritmo y con una edición que la hacen efectiva y entretenida, a pesar de algunas decisiones apresuradas en los últimos minutos.
ESTE ES UN PAÍS DE MIERDA, LA PELÍCULA Hace muchos años Diego Capusotto tenía un segmento dentro de un programa de radio que se llamaba Hasta cuándo, que era una sátira a lo que en ese momento era Radio 10, emisora muy exitosa por entonces y claramente identificada con un discurso de derecha (ni vale decir las piruetas de nuestro país en estos años, que ahora Radio 10 representa otra cosa y Capusotto, también). En ese segmento, había un crítico de cine que calificaba a las películas no con estrellitas, sino con una escala de “este país es una mierda”. Por ejemplo, una película podía llevarse cinco “este país es una mierda” si no era demasiado buena. Esa definición de la Argentina, muy propia de los sectores más conservadores o de derecha, no se oye en los 105 minutos que dura La extorsión, pero sí se deja intuir en diversas afirmaciones que hacen los personajes, que llaman la atención no por la pertenencia ideológica que busca la película sino por lo forzadas e innecesarias que son. “Eran unos trabajadores del Estado”, dice uno de los personajes después de haber recibido un apriete y una paliza en la puerta de su casa. Hay como una necesidad de connotar que ese clima de corrupción e injusticia que envuelve a los personajes no corresponde solamente al mero juego del género, sino a un país disuelto institucionalmente que habilita la caída en lo más bajo de su sociedad. Eso que está presente casi en todo el recorrido de la película de Martino Zaidelis, sobresale hacia el final cuando la proliferación de giros inverosímiles deja al descubierto la fragilidad del relato. Antes de eso hay un thriller, bastante bien urdido y profesional, que apuesta a crispar constantemente la narración para llevar al espectador de las narices. Tenemos a un piloto aerocomercial (Guillermo Francella) al que le descubren una infidelidad y un manejo poco claro de sus controles de salud, lo que lo vuelve presa de un grupo relacionado con los servicios secretos que, a cambio de no revelar esos asuntos, lo usan de correo para sacar del país unas sospechosas valijas con destino a Madrid. Es interesante cómo el guion de Emanuel Diez va construyendo a su protagonista, que en un principio actúa por instinto de supervivencia con suma ingenuidad, pero que con el paso del tiempo adquiere un aplomo que le permite encontrar agujeros por donde salir de esa situación apremiante. La extorsión carece casi de tiempos muertos y nos obliga a suspender la incredulidad por el bien del thriller. Hay un suspenso bien manejado y actuaciones sólidas y arquetípicas, que en algunos casos hacen previsibles algunos giros, como en el personaje de Guillermo Arengo. Si bien La extorsión funciona en su territorio, es una película con poco vuelo (perdonen la figura, va sin intención) formal, lo que la deja en sus mejores momentos apenas como un correcto film de género. Y si decimos “sus mejores” es porque en determinado momento, principalmente su último acto, opta por unas elipsis que desmadran su concentración dramática, y vuelven demasiado laxos los tiempos del relato. Y en esa laxitud surgen resoluciones apresuradas, secuencias sin el mínimo rigor y giros inverosímiles que llevan la película hacia otro lugar. Ya que el contexto lo habilita, usemos una metáfora aeronáutica: El film de Zaidelis parece un avión que no puede aterrizar y comienza a girar en círculo, hasta que se queda sin combustible y se estrella. Aunque en ese recorrido final surge la construcción de un héroe individual por fuera de las instituciones, que en definitiva parecería ser lo que se buscaba discursivamente desde un comienzo. Porque -recordemos- este país es una mierda y al final no queda otra.
Técnicamente inobjetable, “La Extorsión” parece una película filmada en Hollyoowd, siguiendo el manual de género de aquello que los norteamericanos tan bien saben hacer: el cine de espionaje. Una arista de casi nula exploración en nuestro ámbito nacional, y que reúne aquí, a priori, todos los condimentos para la concepción de un gran thriller. Siguiendo la huella de películas como “La Fachada” o “La Conversación”, el film construye una trama de espionaje que involucra a los servicios de inteligencia y las fuerzas policiales, en atípico abordaje y registro para uno de los actores más destacados del cine y la TV vernácula. Guillermo Francella, en la enésima muestra de su descomunal talento, es el corazón de una película en donde la ambición cotiza en alza, la seguridad económica vende su alma al diablo y la corrupción está a la orden del día. Luego de atravesar varias versiones de guion -el inicio de su escritura se remonta a 2016-, arriba a la gran pantalla un producto con enorme potencial. Filmada en los aeropuertos de Barajas y Ezeiza, “La Extorsión” nos coloca empáticamente en el dilema de un hombre común que podría ser cualquiera de nosotros. El mentado modelo de inocencia envuelto en circundante paranoia patentado por el canon hitchcockiano. En esta ocasión, una situación fortuita cambia rotundamente el curso de vida de un experimentado piloto comercial, atrapado en una inmensa red de engaño y persecución. No obstante, su accionar no se encuentra despojado de conductas ciertamente cuestionables, que involucran una infidelidad y la alteración del resultado de un examen médico. El conflicto estalla en sus propias narices y la angustia macera horas, días y semanas por venir. Climas de constante tensión vertebran el discurrir de un relato que se amolda a los requerimientos del cine de género. Habrá bunkers, tapaderas, múltiples sospechas, líneas telefónicas intervenidas, contrabando de dinero. Son estos los elementos que priman, aunque no toda inquietud de resuelva. Ciertas conversaciones de paso maquillan la cara siniestra de algunos personajes; el enemigo está entre nosotros y la justicia brilla por su ausencia. Si bien ciertas decisiones narrativas desacertadas no logran evadir determinados estereotipos, o recaer en absolutismos que empañan de a momentos el verosímil construido, resulta interesante como “La Extorsión” visibiliza el extenuante juego psicológico al que es sometido el personaje de Francella, víctima en igual medida del viciado aparato de poder que regula ciertos mecanismos como de las propias decisiones que respectan a su vida privada (aspecto moral que el balance final del film elige pasar por alto). Próximo a estrenarse a través de HBO, gracias a la sociedad entre Particular Crowd (TNT) y Warner Bros, el largometraje representa una fuerte apuesta de Martino Zaidelis, director de “Re Loca” (2018), quien vuelve a colaborar junto al siempre inmenso Francella luego de la serie “El Hombre de tu Vida”. Al capocómico, afrontando un papel en notorio cambio de registro (similar a lo que fuera “Animal” hace algunos años), lo confronta un antagonista de fuste: Pablo Rago, en magistral performance y volviendo a coincidir con Francella luego de «El Secreto de sus Ojos», compone un antológico villano. A ellos se suma un elenco de primerísimo nivel, conformando una auténtica sinfonía interpretativa, reforzada en la intención de captar en logrados primeros planos aquellas verdades no verbalizadas que los gestos no saben ocultar. Andrea Frigerio, Alberto Ajaka, Guillermo Arengo, Mónica Villa y Carlos Portaluppi, completan un cast de lujo. Cabe decir que no siempre habrá ingenio en la resolución de instancias claves, pero, aún así, Zaidelis demuestra valentía para zambullirse en un turbio ecosistema que emplaza una guerra librada en silencio entre dos bandos con intenciones bien diferenciadas. Trazando una probable analogía acerca del logotipo que identifica a las valijas de dudoso proceder, uno podría preguntarse si es tan argentino el mate y la carne vacuna como la actividad ilegal que se profesa en un tráfico aéreo contaminado a más no poder. Tal y como las reglas genéricas indican, tarde o temprano, todos caerán, uno a uno, aquellos que en las sombras elucubran actividades non sanctas, a manos del improbable héroe reconvertido. Y serán los esquivos peces gordos los últimos en morder el anzuelo…aunque un desenlace abierto nos sugiera que, en realidad, el delito acaba mutando de forma para maniobrar, a vuelo rasante y eludiendo toda detección, de la forma más impune.
Favores incómodos. La extorsión es una película argentina de suspenso producida por Juan José Campanella y protagonizada por Guillermo Francella como un piloto de avión extorsionado por los servicios de inteligencia. Está dirigida por Martino Zaidelis y completan el elenco Pablo Rago, Carlos Portaluppi, Alberto Ajaka y Andrea Frigerio, entre otros. La historia se centra en Alejandro (Francella), un piloto de avión cuya disminución auditiva le implicaría el retiro inmediato, motivo por el cual es extorsionado por los servicios de inteligencia, que le piden que transporte una serie de valijas a Madrid a cambio de su silencio. Motivo por el cual se termina sumergiendo en un ambiente de intriga y corrupción, poniendo en riesgo tanto su vida como la de sus seres queridos. En primer lugar es necesario aclarar que Guillermo Francella se aleja una vez más de la comedia para interpretar un hombre común envuelto en situaciones extraordinarias, personaje arquetípico del cine de suspenso. Porque se encuentra en un dilema moral que lo lleva a obrar de manera delictiva, con un comportamiento cuyos cambios de actitud producen diversos giros en la trama que mantienen atento al espectador. Así como también sorprende Pablo Rago en su papel antagónico, que también cumple con el arquetipo del personaje manipulador que mantiene la situación bajo su control. Lo cual es posible gracias a un muy buen trabajo de edición, que prioriza mostrar las acciones explicando lo justo y necesario. Y se ve reflejado en el manejo del tiempo narrativo, compuesto por una primera parte en la que se nos presenta de forma pausada tanto a los personajes como al conflicto principal, y una segunda que acelera de manera frenética hasta llegar al desenlace. En conclusión, La extorsión continúa con la tradición de nuestro cine de hacer buenas películas de suspenso, siendo Nueve Reinas (Fabián Bielinsky, 2000) el mejor ejemplo. Sacando el máximo provecho de Guillermo Francella, un actor que genera una empatía inmediata con su público, sea cual fuere el género del que se trate.
Tensión en el aeropuerto con Guillermo Francella La película de Martino Zaidelis presenta un caso de contrabando que involucra a los servicios de inteligencia, pilotos de avión y la policía aeroportuaria. Estamos ante un thriller de manual con todos los requisitos del género y algunos elementos de Hitchcock para generar adrenalina en la desesperada odisea sufrida por el protagonista interpretado por Guillermo Francella. Alejandro (Francella) es un veterano piloto de avión reconocido y admirado por sus pares. Un buen día llegan a su casa dos hombres de los servicios de inteligencia con el fin de extorsionarlo: si se niega transportar una valija en cada uno de los vuelos que realiza, su mujer (Andrea Frigerio) se enterará de una infidelidad mientras que la aerolínea en donde trabaja, conocerá su problema auditivo que puede alejarlo de los aviones. El hombre inocente perseguido por criminales y la policía, es propio de un relato al estilo de Hitchcock. Con el avance de la trama, la magnitud del peligro se intensifica. La escena en la que Saavedra (el genial villano interpretado por Pablo Rago), muestra a los "implicados" en el contrabando dispersos por el aeropuerto es sorprendente y recuerda a la escena de Nueve Reinas (2000), donde Darín describe a los delincuentes entre los transeúntes de la 9 de Julio a plena luz del día. El suspenso se construye a partir del intercambio de la valija (el McGuffin), con la cámara siguiéndola para describir a los múltiples personajes del relato. Una serie de hombres y mujeres de pocas pulgas interpretados por Alberto Ajaka, Guillermo Arengo, Carlos Portaluppi y Mónica Villa, que hacen un excelente trabajo rodeando a Francella y dando credibilidad al relato. Si bien la película comienza como un thriller al estilo de Hitchcock, en la segunda mitad se transforma en un policial más parecido a los interpretados por Liam Neeson, abandonando el realismo por situaciones que rozan lo inverosímil en pos de una noción de justicia un tanto cuestionable, en línea con el género. La Extorsión (2023) destaca por su buen ritmo, su guión bien estructurado, las actuaciones impecables del elenco y su producción de nivel internacional.
Segunda película del año que voy al cine a ver, si ya sé es un pecado que un crítico del cine vaya tan poco al cine. En mi defensa voy a decir que los servicios de streaming tienen cada vez más estrenos de películas interesantes, y las que se estrenan en el cine tardan poco en caer en alguno de ellos. Esta vez le tocó a una película de origen nacional con el gran Francella, un thriller que está bastante bien y de los que hay escases en nuestro cine. Es un interesante thriller con buen suspenso, tiene sus momentos en los cuales vos te preguntás qué va a pasar, pero también a veces es como que sabes qué para dónde puede llegar a ir. Los giros son giros a medias, es decir, cómo que tenes una idea de para dónde va a ir, va para ese lado, pero con un ingrediente distinto, no tal cuál te lo imaginaste. Es interesante ese detalle, dan ganas de seguir viendo el film. No es una película que se torne lenta o densa, es llevadera quizás un poco larga no me pareció que haya momentos de relleno, momentos que no iban, sino que todo lo que sucedía era necesario para llegar al final. Sin embargo, podría haber sido un poco más corta dura 105 minutos que no parecen tan pesados. Es una película que tiene sus momentos cómicos, no son muchos, pero están atinados. Al estar Guillermo Francella es inevitable que haya algo de humor, es un gran actor que constantemente demuestra que no es sólo un cómico, después de haberlo visto en ‘El encargado’, una serie de suspenso, acá volví a confirmar sus grandes dotes actorales que tiene. El elenco cuenta con otros grandes actores y actrices. Pablo Rago vuelve a ser un papel oscuro, y lo hace bastante bien. Andrea Frigeiro hacía mucho que no la veía actuar, fue bastante convincente en todo momento. Carlos Portaluppi es un actor que parece que siempre hace papeles similares, es un actor que si lo pones en tu elenco sabes que no va a fallar, hace bien los papeles secundarios, pero vitales para la historia. Esta historia de un piloto de avión que es extorsionado no parece un film argentino, tiene buena imagen, buena fotografía, y la historia está bien contada. Quizás quiere dejar en evidencia que es algo que puede que suceda en la vida real. La parte más cierta es que mucha gente en nuestro país tiene que hacer ‘changas’ para poder tener un poco más de plata y estar bien económicamente. Creo que esa crítica no pasa desapercibida, logra transmitir ese mensaje. También la importancia que algunas personas le dan a su carrera y algunos no les importa tanto. Mi recomendación: Interesante película argentina que vale la pena ver ya sea en el cine o cuando salga en HBO Max. Mi puntuación: 7/10
Reseña emitida al aire en la radio.
Los baches morales en pleno vuelo A sabiendas de que el thriller es uno de los formatos más baratos, más rápidos de filmar y más proclives al reciclaje de premisas muy antiguas que suelen dejar contento al público menos exigente o más adepto a homologar a la cultura y el arte con una hamburguesa de McDonald’s o una botella de Coca Cola o cualquier cosa intercambiable del capitalismo chatarra, el mainstream cultural planetario del streaming y la exhibición tradicional -ambos gremios resultan indistintos hoy en día en términos formales- desde hace ya una década no para de refritar las mismas cuatro o cinco películas y los mismos cuatro o cinco directores con vistas a generar odiseas cada día más “globalizadas”, léase anodinas, asépticas, chatas, previsibles, prolijas y vacuas o desabridas si las comparamos con la riqueza del arte masivo del pasado. Como otras realizaciones mediocres recientes de supuesto linaje argentino, en sintonía con Misántropo (To Catch a Killer, 2023), de Damián Szifron, y Argentina, 1985 (2022), de Santiago Mitre, La Extorsión (2023) es un producto impersonal cortado con la tijera más burda y tontuela, por supuesto la hollywoodense, que coquetea con el suspenso, el espionaje y ese sustrato testimonial sin mayores convicciones ideológicas o siquiera discursivas que el entretenimiento conservador y para colmo demasiado defectuoso, no de artesano polirubro de antaño que ponía cariño y experiencia en todas sus obras sino de estos profesionales gélidos del Siglo XXI que parecen sacados de un equipo de marketing de las mismas productoras, en este caso el director Martino Zaidelis y el guionista Emanuel Diez. En una relación contradictoria para con estos autómatas sin alma del nuevo milenio, gente que funciona como el prólogo a una eventual inteligencia artificial que en el futuro próximo se encargará de la realización cinematográfica y televisiva para completar la senda de la banalidad insignificante o inofensiva, casi siempre delante de pantalla encontramos a alguna figura convocante símil estrella popular de los 60, 70 y 80 que maquilla/ esconde/ disimula las reincidencias narrativas o el dejo ya gastado de las fórmulas retóricas de turno, en este caso Guillermo Francella, representante histórico de la comedia argentina que de un tiempo a esta parte suele aceptar trabajos de corte dramático en los que se luce como pocos, pensemos por ejemplo en Animal (2018), de Armando Bo, Los que Aman Odian (2017), de Alejandro Maci, El Clan (2015), de Pablo Trapero, y El Secreto de sus Ojos (2009), del aquí productor ejecutivo Juan José Campanella. Francella compone a Alejandro Petrossián, un piloto veterano de Aerolíneas Sudeste que es chantajeado para que lleve unas valijas con dólares desde Ezeiza, Buenos Aires, a Barajas, Madrid, por un jefazo de los servicios de inteligencia de Argentina con muchos secuaces en el aeropuerto, Saavedra (Pablo Rago), sujeto misterioso que descubrió que Petrossián se está quedando sordo del oído derecho y lo ocultó en los certificados médicos con la ayuda de su amante, precisamente una doctora, situación que prefiere que no llegue a conocimiento público porque lo despedirían de la empresa y lo abandonaría su pareja oficial, la azafata Carolina Guerrero (Andrea Frigerio). Durante la primera parte del metraje la película entusiasma porque parece ser una cruza de retrato burgués hitchcockiano y juego de manipulación en línea con la Trilogía del Engaño de David Mamet, aquella de Casa de Juegos (House of Games, 1987), Las Cosas Cambian (Things Change, 1988) y Homicidio (Homicide, 1991), sin embargo todo se va al demonio a medida que nos estancamos en el melodrama, los estereotipos mal administrados y una politiquería implícita antiestatal que disipa la tensión minimalista del personaje acorralado y asemeja a la propuesta a cualquier thriller estadounidense del montón de los 90, esos que empezaban con los pies sobre la tierra y después se suicidaban con conspiraciones ridículas que destruían el verismo del policial, el cine de acción o el marco testimonial. Amén del hecho de que lo único que evita que el proyecto se caiga a pedazos del todo es la presencia de Francella y el villano coherente de Rago, la película sí cuenta con ideas interesantes como el dinerillo sacado en las maletas, fondos de los espías y los distintos ministerios que son robados y trasladados al exterior, o eso de que Alejandro quede en el medio en una guerra entre los servicios de inteligencia por un lado y la policía aeroportuaria y la fiscalía por el otro, simbolizadas en el director policial Mario Aldana (Carlos Portaluppi) y la fiscal Rita Tirabosco (Mónica Villa), pero todo deriva en un juicio aburrido con Petrossián como testigo contra los empleados públicos “malos, muy malos”, además de la novia en peligro y el amigo traicionero infaltable, el también piloto Fernando Marconi (Guillermo Arengo). La Extorsión, asimismo, es un buen ejemplo de algunas manías del cine industrial actual, ese que como decíamos antes se confunde con cualquier otro producto del capitalismo globalizado e insípido, como la tendencia a lavar éticamente al protagonista mostrándolo como un genio en lo suyo y/ o un pobre tipo en otras ramas del mercado y la vida, en suma un ventajista camaleónico por la fuerza que se adapta al ambiente que tiene alrededor, en esta ocasión un Estado corrupto que se aprovecha de la autarquía de los espías en el manejo de su presupuesto, sin olvidarnos de estos mismos baches morales, hoy un Petrossián que por momentos parece un pícaro mujeriego ochentoso autolegitimado y en otras ocasiones un burgués decadente y cobarde que celebra el egoísmo y las mentiras, y esta incapacidad para concebir un remate que se sienta natural en función del desarrollo previo, no como el último acto del film que nos ocupa y sus desvaríos como esa mujer que sale mágicamente del coma luego de un balazo, un par de mexicaneadas que surgen de la galera como si nada y hasta chispazos pobretones y desfasados de “feel good movie”. Zaidelis, quien se había encargado de la patética Re Loca (2018), una de las múltiples remakes que tuvo Sin Filtro (2016), del chileno Nicolás López, mucho no puede hacer con la defectuosa trama de Diez, miembro del staff de guionistas de El Encargado (2022), la genial serie de Mariano Cohn y Gastón Duprat para Star+, aunque definitivamente su estilo higiénico no ayuda y sólo en un epílogo trasnochado de recomienzo de ciclo, símil film noir pesimista, parece entenderlo…