ZOMBIES ESCLAVOS Y BIZARROS El director Ernesto Aguilar, responsable también del guión, apunta a ser un prolífico realizador independiente, que con pocos medios y un tono definitivamente irónico y bizarro cosecha seguidores. En este caso se mete nada menos que con los zombies que se presentan desde los títulos. Y una historia chica que protagoniza un chacarero que advierte que un zombie se instalo en su terreno y que es nada menos que su vecino asesinado por su esposa. Desde ahí hasta el final todo lo que sucede es entre gracioso y obvio, con el pobre zombie transformado en ladrón para enriquecer a su asesina y a su vecino. Peligros de la ambición desmedida. Buenas ideas a veces reiteradas.
Una película trash e inexplicable En los últimos veinte años, Ernesto Aguilar ha dirigido una notable cantidad de largometrajes siempre de muy bajo presupuesto. Habitué del Festival Buenos Aires Rojo Sangre, estrena ahora esta película por momentos insólita, de factura casera y argumento muy elemental, protagonizada por el dueño de una quinta y una vecina cultora de la magia negra que asesina a su marido, transformado súbitamente en zombi inducido a robar a los vecinos del lugar. Aun asumiendo su espíritu trash, es difícil seguir la historia, sobre todo por lo exótico del registro de las actuaciones, propio de un bizarro acto de fin de curso escolar.
Un cine artesanal (tal vez demasiado) No se sabe bien cuál es el público de sus películas, pero lo que no se puede negar es que con un par de docenas de títulos, Ernesto Aguilar debe ser el director más prolífico del cine argentino del siglo XXI. Desde 1999 con "El planeta de los hippies", Aguilar filma una película tras otra, generalmente variaciones paródicas de cualquier tema de terror o ciencia ficción. Aquí el asunto tiene que ver con un agricultor que un día descubre que su vecino está muerto, es un zombi, y pernocta en su campo de batatas. Lo que ocurre es que la mujer del vecino lo pescó con otra y, en un arranque de furia, lo mató. Luego, la viuda usó un hechizo y lo convirtió en muerto vivo para mandarlo a robar al pueblo, compartiendo las ganancias con el protagonista, transformado en su socio y amante. Aguilar filma a como dé lugar y puede hacer cualquier cosa, lo que a veces resulta gracioso, como cuando en esta comedia negra campestre aparecen perros o gatos colándose en cualquier escena, incluyendo una en la que el protagonista se lamenta de la muerte de su única mascota. Lo más difícil para los actores ha de haber sido mantener la cara de póker al pronunciar sus tremendos diálogos, que se pierden en disquisiciones sobre Borges, el Pombero o Andrea del Boca. Lo bueno es que el director no se toma en serio casi nada, y lo malo es que tampoco se esfuerza casi nada en compartir la diversión con los demás.
Costumbrismo y zombies no va Si bien resulta interesante el intercambio propuesto en La gracia del muerto (2016), un zombie que roba en los alrededores de una quinta por orden de su esposa y sigue aún enamorado de ella, el resultado de este opus de Ernesto Aguilar no es del todo favorable.
En muchos pueblos rurales hay mitos, leyendas, historias sobre espíritus que aparecen durante la noche, fantasmas que siguen habitando sus casas y se niegan a abandonarlas, la histórica luz mala, etc. Tomando como referencia estos cuentos populares es que el director Ernesto Aguilar lleva a cabo esta película en tono de comedia. La trama ubicada en las afueras de un pueblo, en un pequeño campo con una casita humilde donde vive solo Arnaldo (Carlos Benincasa) es donde se desarrolla prácticamente todo el film. El protagonista trabaja en la producción de batatas, vive con lo indispensable, no le sobra nada, de a ratos intenta escribir un cuento en un cuaderno y permanentemente toma mate, esa es toda la actividad que hace durante el día. Por otro lado, hace malos negocios con un intermediario que le paga una cifra irrisoria por cada bolsa de batatas. Una típica vida campestre que se ve alterada por la aparición de un zombi llamado José en su quinta, que había sido su vecino. De allí en más, la aceptación por parte de Arnaldo y de María (Leticia González Aranda), la viuda de José, de tener a un ente en su terreno conviviendo con ellos, y enviarlo a robar se torna una constante en lo que resta de la narración, de esta manera el relato se acota bastante porque día tras día sucede lo mismo, lo que se va modificando es la codicia y la ambición que se va apoderando del protagonista. La puesta en escena es muy pobre, las actuaciones dejan mucho que desear, el zombi tiene un tono payasesco, más que terrorífico. La austeridad de recursos sobrevuela en cada toma y en cada escena. La producción de arte, escenografía, iluminación, fotografía, que son tan necesarios e importantes en este género, aquí brillan por su ausencia. El realizador se dedica a contar una historia pensada como una comedia, pero se queda a mitad de camino y no logra su cometido.
Hace tiempo que vengo siguiendo los lanzamientos de MarGen Cine y en particular, de la carrera de Ernesto Aguilar. Cineasta que ha generado muchos films bajo la premisa de hacer productos muy económico en términos de realización, su habilidad reside en proponer escenarios austeros e instalar conflictos locales en él. En esta oportunidad nos llega un trabajo que ha sido exhibido en el BARS hace poco tiempo: "La gracia del muerto". Aguilar tiene cierta inclinación hacia el género suspenso/terror y ha probado su formato en varias ocasiones más (piensen que ya superado la barrera de los 16 largometrajes), siempre intentando sorprender con un enofque personal, muy de barrio, con personajes que evidencian una cotidianeidad colorida, aunque para los cultores del mainstream, parezcan simples aficionados. "La gracia del muerto" es una historia que parte de una premisa que roza con lo hilarante. Arnaldo (Carlos Benincasa) es un quintero de pocos recursos que vive solo. Cierto día descubre, preparando el terreno para sembrar, que hay un muerto en su jardín. Este cadáver tiene un aspecto extraño (maquillaje ahí!) y se parece a un vecino suyo, pero claro, ¿cómo va a ser eso posible? En este unvierso, lo es. Tanto como para que aparezca la mujer del muerto (Leticia Gonzalez Aranda) y le cuente la verdad: el que está dando vueltas por su terreno es su marido, a quien ella mató porque la engañaba. Pero gracias a su hábiles dotes de magia negra, lo ha transformado en un zombie para todo servicio. Y además, sabe como conseguir un dinero importante que podría servir...para arreglar las incomodidades de este desastre. Digo, tener un muerto viviente dando vueltas por tu casa, no es poca cosa... O si? De ahi en más, habrá un camino construído en base a mates, diálogos surrealistas con humor negro, y la explotación comercial del muerto. Mejor no pregunten demasiado. Como en trabajos anteriores de Aguilar, la espontaneidad es su mejor arma. Sin embargo, el absurdo que propone no funciona como debería, porque el zombie, carece de carisma y tiene poca participación real en el film. Cierta energía de campo contenida y el impulso de algunos deseos ocultos (exagerados, en función del guión), van estimulando un climax esperable, donde es fácil anticipar el final de la historia. En líneas generales, "La gracia..." no se aparta demasiado de lo que ya le hemos visto al prolífico cineasta. Tiene sus elementos característicos y su impronta independiente. Sí, nos hubiese gustado mucho más humor y tal vez, una exploración diferente de locaciones, con mayor protagonismo para el hombrecito que dio el mal paso. No puede decirse mucho más, excepto que como siempre decimos, este es un cine alternativo y de ruptura, que hay que tener en cartelera, más allá de lo que puedan decir los amantes de los productos tradicionales. Como nota de color, siempre el cine de Aguilar ofrece material para un público diferente.