Un cuento sobre cohetes, estrellas y sueños El director Esteban Echeverria logró crear un largometraje nacional de animación digno de compararse con las grandes producciones extranjeras. Un argumento atractivo y muy humano tanto para chicos como para adultos, que no decae en ningún momento y con un trabajo estético que resalta en cuanto a la fotografía, los escenarios imaginarios y la imponente banda sonora. Pilo Molinet es un niño cuyo hogar es un cinturón de asteroides y donde se pasa el día mirando las hermosas estrellas que rodean su pueblo. Su abuelo siempre le cuenta que esos astros luminosos son creados por una máquina: la máquina que hace estrellas. Según la profecía, algún día ese aparato se dañará y, para conservar la tradición, un integrante de su familia será el responsable de repararlo. Pilo sueña todos los días con ese momento para poder viajar a conocer esa famosa máquina. Lo que no se imagina es que será una tarea complicada y llena de peligros. Sin llegar a ser futurista ni recurrir a los localismos de las películas argentinas, el film resulta ser más universal y atemporal con reminiscencias –hay que reconocerlo- a Robots (2005) de Fox. Sin embargo, la película se descubre original desde el comienzo y se enfoca en el universo imaginario no sólo de Pilo, sino de cualquier chico. Las ilusiones, el soñar despierto, las aventuras y los juegos, la amistad, los ancestros y las historias en forma de cuentos, remiten a una atmósfera que todos sentirán familiar y cálida. Destacable resulta también la fusión entre elementos de la ciencia ficción y las tecnologías antiguas: por un lado, las naves espaciales a vapor, las maquinas con enormes engranajes, los robots a cuerda, y, por el otro, hologramas, asteroides que cobran vida y mucho más, lo que convierte a la película en una fábula espacial. La máquina que hace estrellas es una historia para toda la familia acerca de los valores y las tradiciones. ¿El mensaje?... Cada uno existe para cumplir un propósito en la vida y, sobre el destino… nunca hay que forzarlo. Un largometraje animado y en 3D ¿Qué mejor que eso con un toque argentino?
El film, dirigido por Esteban Echeverría, nos ofrece una nueva visión de las historias animadas que raramente vemos en producciones nacionales. Un niño, un sueño y un universo lleno de aventuras y posibilidades hacen que la trama se destaque por encima de lo que estamos acostumbrados a ver cuando hablamos de producciones animadas en nuestro pais. Pilo es un niño que vive en un cinturón de asteroides junto con su madre y su abuelo. Siempre ha soñado con la leyenda de La Máquina que Hace Estrellas que dice que algún día dejará de funcionar y entonces uno de su familia, linaje que siempre ha tenido a cargo dicha reparación, deberá aventurarse a solucionar el problema cuando la oscuridad se apodere del firmamento. El problema surge cuando ese día finalmente llega y Pilo se ve forzado a salir en un aventura que siempre había anhelado pero que jamás creyó que iba a suceder. Es así que se emprende un viaje interesante a través del universo en el que se encontrará con nuevos amigos asi como también enemigos. Será una aventurá que determinará no sólo el destino del universo en si, sino también la del mismo Pilo. Desde la premisa la peli arranca bien ofreciendo una historia que desde el comienzo sabe instalarse bien y sin muchos rodeos. Pilo logra atraparnos con su historia, sus fantasias y sus problemas, haciendo que de a poco nos empecemos a preocupar por él. Cuando la aventura arranca conocemos a más personajes como el robót 19, quien suma una cuota importante de comedia, y Jiva que simplemente es adorable e incita al abrazo. Este trio será el primordial durante todo el film y sobre el cual nuestros sentimientos se verán puestos. Puntos a favor del film: -No está localizada lo cual hace que pueda ser la aventura de cualquier niño del mundo, está hablada en español neutro y en ningun momento hace referencia a nuestro pais. -La historia. Siempre nos quejamos que las pelis animadas nacionales no tienen un propósito. En esta sí, todo va hacia un punto el cual mantiene nuestra atención hasta el final. -La calidad de imagen. Es digna de apreciarse visualmente y se destaca en cada fondo y composición haciendo mas creíble la historia. Sin duda un potenciador de este film. “La Máquina que Hace Estrellas” está contada desde el corazón de aquellos que aman la animación y la entienden como tal haciendo una historia que puede atrapar no sólo a niños, sino también a los mas grandes y estoy seguro que será el primer film de muchos otros que seguramente cambiarán nuestra forma de ver el cine animado nacional.
A cielo abierto Pilo Molinet es un niño que vive con su mamá Bebel, en un pueblo dentro de un asteroide que gira alrededor del planeta Ankj; tiene una amiga que se llama Niza, y un abuelo llamado Seblé Molinet. A Pilo y a su abuelo les gusta mirar las estrellas, él siempre le cuenta una historia: hay una máquina que fabrica las estrellas cada noche y, si algún día falla y las estrellas desaparecen, un miembro de su familia será el encargado de repararla. En esa misión salió el papá de Pilo hace unos años y nunca volvió. Pilo es el único que cree en las historias de su abuelo, y está convencido de que un día, el podrá reparar la máquina y traer de vuelta a su papá. Finalmente la profecía se cumple, las estrellas se apagan y Pilo debe emprender la aventura a la que cree que está destinado, reparar la máquina que hace estrellas. Pilo se lanza hacia el cielo en su motoneta espacial, sin mucha información, pero con todas las ganas. En su recorrida por el cielo, hace nuevos amigos, un robot llamado 19, y Jiva, un Pandabás luminoso. Finalmente Pilo encuentra al malvado Asura, quien controla la máquina que absorbe la energía de las estrellas, y a él se enfrentará para lograr su objetivo. La película tiene guión simple y eficaz, que contiene todos los elementos clásicos de una historia para niños, la valentía en los momentos difíciles, el valor de la amistad, creer en los sueños, vencer a algún malvado, y contar las aventuras vividas para cerrar con un final feliz. La estética y la música son destacables. El 3D y la animación no son un terreno fácil para competir con el cine extranjero, pero más allá de que está muy bien hecha, usaron otros recursos estéticos, como cielos que parecen pintados a mano y texturas latosas, que le dan otro valor visual a la película. Hay naves espaciales con aspecto de barco pirata, y un malvado que recuerda a la ciudad de los niños perdidos de Jeunet y Caro. La música por momentos recuerda a Piazzolla, y le aporta junto con la estética un clima muy interesante a la historia, que si bien la torna un poco oscura, la convierte en un producto diferente al que por lo general los chicos están acostumbrados a ver. Molesta un poco dentro de todo ese clima que los personajes hablen en español neutro, como salidos de una serie de Disney Channel. La película es un buen producto, una historia simple para chicos, con recursos estéticos que la diferencian de otras películas infantiles.
El niño y el asteroide Pilo es un niño que vive con su madre en una pequeña casa en uno de los asteroides del cinturón que rodea un enorme planeta azulado. Siente una extraña fascinación por el cielo desde que su abuelo, un extraño hombre que vive en un puesto de observación astronómico, le ha contado el mito de los pandabas y de la máquina que crea estrellas. Una noche el cielo se apaga y Pilo deberá emprender la fantástica aventura de encontrar la máquina y restaurar la luz del universo. La máquina que hace estrellas, de Esteban Echeverría, es una excelente película de animación. El relato está armado con gran solidez narrativa, lo que facilita que niños de diversas edades puedan disfrutar de la historia del film y no sólo de la espectacularidad visual (con 3D incluido). La historia se apoya de una estética y una técnica que colaboran orgánicamente a la poética del relato, sin ser una mera ortopedia para resolver debilidades narrativas. Un cierto tono melancólico parece trasuntar la poética de Antoine de Saint-Exupery, particularmente esa impresión de gigantesca soledad que el autor de El Principito ofrece del universo, en contraposición con la presencia de un asteroide minúsculo y de su único habitante. El único punto flojo del film es -a mi entender- un desenlace que llega con demasiada prisa, lo cual impide que el espectador asimile de un modo eficaz la resolución del conflicto planteado. Por lo demás, esta propuesta de animación en 3d argentina es un producto altamente recomendable que los niños disfrutarán gozosamente.
Las estrellas nos iluminan y nunca se pregunta por qué Sinopsis Una película en 3D sobre Pilo Molinet, un niño que vive con su madre en un asteroide y es muy cercano a su abuelo quien le cuenta acerca de esta máquina que genera las estrellas cada noche, la cual si se rompe, alguien de su familia tendrá que ir a repararla. ¿Y a qué no saben qué? La maquina se rompe y a Pilo le toca ir a arreglarla pero solo. Así se inicia el viaje del joven héroe y sus peripecias. Contexto Finalmente se estrena en nuestro país “La máquina que hace estrellas”. Luego de idas y venidas mañana se podrá ir a ver esta linda peli a los cines con los chicos y sin ellos también. Todos recordamos a “Condor Crux”, otra película animada argentina la cual muchos no la aceptaron por la calidad de su producción en contraste con los grandes tanques americanos. Bueno, esta peli no deja nada que desear y convence. Parte de esto es gracias al avance de las tecnologías que terminan abaratando muchísimas cosas las cuales permiten conseguir mejores resultados con menos dinero. Eso sí, demandan una labor muy grande. Director y productor ya contaron por ahí que se trata de un proyecto de cinco años de desarrollo, (cinco años, cinco años), y dos años y medio de desarrollo. Claramente para dedicarle tantos años de tu vida a una peli animada o estás loco o estás convencido, o ambas. El productor mencionó en su momento a los cincuenta artistas que trabajaron en la peli como cincuenta locos, (de hecho, una de las productoras se llama “Nuts Studio). Arte Como ya dije, sorprende gratamente la calidad de las animaciones y también de los decorados y diseños. Es realmente muy difícil lograr ello, y sí para mi es importante, hacerlo en estas latitudes. Se trata de un trabajo monumental en donde está expresado la pasión y el cariño hacia un proyecto que el espectador sabe apreciar y también disfrutar. En la página web pueden ver algunos diseños de los decorados y algunas fotos muy buenas. Recorrido Esta peli fue proyectada el año pasado en el 26 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y esperaban un estreno comercial para comienzos del 2012, (16 de febrero). Esto no pudo ser, había que competir con los estrenos de los blockbusters de los Óscares (las pelis que fueron ternadas) y tuvieron que esperar hasta mañana, 30 de agosto en que finalmente podrán ver la luz (¿Entienden? Por lo de las estrellas, buenísimo). Conclusión Podría sentarme a hablar sobre lo importante que es defender la producción local. No porque la foránea sea invasora sino porque las producciones locales son las que generan trabajo y permiten la proliferación de los artistas (lo expreso así porque no encuentro mejor palabra). Creo que antes de sentarnos ante bodrios como “The Iron lady” (La dama de hierro) y “The devil Inside” (Con el diablo adentro), películas como “La máquina que hace estrellas” deberían tener mayor prioridad. Just saying…
Dibujos de gran calidad y tono algo melancólico Buenas noticias para el espacio estelar. Y para los cultores locales del dibujo animado. Este es el primer largometraje animado de 3D hecho enteramente en el país, y directo en 3D. Pero además es el primero pensado para adultos tanto como para niños, no porque incluya chistes de grandes, sino por su calidad artística y su tono algo melancólico. Y, tercera buena noticia, en algunas partes esa calidad alcanza niveles superlativos. La historia es sencilla. Desde su asteroide, un niño mira el firmamento y escucha y transmite los relatos de su abuelo. Se sabe miembro de una familia responsable de la lejana máquina que permite la existencia de luz en el sinfin, como llaman ellos al infinito. Una noche, las circunstancias lo impulsan a realizar, él solito, un enorme viaje hacia esa máquina, en busca del misterio. No lleva ni un cortaplumas suizo, y parece que alguien peligroso está acaparando su luz para venderla. Aún más: peligroso, petiso, y energúmeno resentido. Pero perdón: el chico no está tan solo. A su servicio ocasional puede aparecer un robot que divide a los seres en orgánicos y autómatas. Y a su lado, como un alma pura, una cosita azul simpática, inocente y trabajadora, un pandabás. ¿Qué son los pandabás, o pandabases, o como se diga? ¿De qué están hechos? ¿Dónde se venden? Solo sabemos la tercera respuesta: lamentablemente no se venden en ningún lado. De las otras, ha de enterarse cada espectador a su debido tiempo. La familia del asteroide tiene una particular teoria creacionista, y los autores del dibujo una señalable capacidad para reelaborar las raíces eternas de los cuentos: el viaje de conocimiento y desafío, la recuperación del padre mitificado, la amistad y la capacidad de sacrificio de los espíritus nobles, el placer del trabajo cumplido. Para contar esto, tienen también gran capacidad técnica, entusiasmo, dedicación, y talento artístico. La película, de apenas 74 minutos, puede parecer algo lenta para públicos acostumbrados a la agitación, pero da gusto, es toda una experiencia artística, ver esos cielos en pantalla grande, la iluminación particular, que casi nunca es de día pleno, los diversos robots y seres medio gelatinosos que pueblan la historia, los aparatos de tecnologías medio vintage, por decir una palabra de moda, los ojos tan reflexivos de algunos personajes. Y el enorme paisaje en tres dimensiones bien marcadas, por supuesto. Y escuchar la música, medio vintage también, con melodías que parecen de los 20. Autores principales, dos socios dedicados al cine publitario y el perfeccionamiento de videojuegos canadienses, Esteban Echeverría, director, y Sebastián Sempronii, con doble i, director de 3D. Con ellos, Mariano Sister, director de animación con ya larga experiencia, y otros que merecen ser citados: Ignacio Flores Aguirre, director de arte, Juan Cruz Lima, composición, Gustavo Schiaffino y Lucila Heinberg, fotografía, Hernán Reinaudo, música, otros dos Sempronii en sonido y modelación, en fin, más de 80 personas trabajaron en esta obra. La semana pasada, no es poca cosa, recibieron la bendición de los japoneses en el Hiroshima Film Animation Festival.
Filme luminoso La máquina..., película argentina animada en 3D, es una fábula iniciática, aventurera y espacial. Una road movie galáctica, cargada de lirismo infantil. Su historia, modesta, es también reparadora, como su protagonista, Pilo Molinet, un chico extraterrestre, que vive con su madre en un cinturón de asteroides, y está convencido de que algún día deberá arreglar un dispositivo para que las estrellas sigan brillando. Su madre, en realidad, descree de la existencia de tal máquina. Su abuelo es el que le habló de un mecanismo que genera estrellas cada noche y que algún día Pilo -siguiendo una tradición familiar- deberá mantener en funcionamiento. El padre de Pilo emprendió un viaje hacia allá tiempo atrás, pero nunca volvió. Ese padre ausente es. ahora, uno de los tantos motores de la historia. Los personajes de La máquina..., casi todos queribles, no hablan castellano aporteñado. Tampoco hay referencias nacionales en el filme, que logra generar fantasía con herramientas poéticas. Las naves, y los objetos espaciales, son una suerte de construcciones retrofuturistas , menos frías que las de otras películas de ciencia ficción galáctica. Echeverría tomó como punto de partida un corto de su socio Sebastián Sempront, cuya historia giraba en torno de los mismos ejes, pero con personajes humanos. La máquina..., que inventa comunidades y universos, logra imponer más belleza que asombro.
Que el cine nacional produzca una digna película de animación en 3D ya es una buena noticia. A La máquina que hace estrellas se le podrán hacer -con absoluta justicia- varias objeciones y cuestionamientos, pero se trata de un film que aborda la ciencia ficción para chicos con recursos narrativos honestos y con un más que aceptable acabado técnico. Esos atributos, ese cuidado por el producto final, podrían resultar méritos menores en Hollywood, pero en el contexto actual de la industria audiovisual argentina es un hecho para festejar. La propuesta de Esteban Echeverría tiene como protagonista casi absoluto a Pilo, un chico extraterrestre que vive con su madre (su padre ha desaparecido) en una pequeña casa ubicada en uno de los asteroides del cinturón que rodea al planeta Ankj. Obsesionado con las estrellas y el universo, nadie parece prestarle demasiada atención, con la excepción de su abuelo, que le cuenta cada noche historias respecto de la existencia de la máquina del título. Road movie Cuando las estrellas empiezan a desaparecer, Pilo iniciará un largo periplo para encontrar el mencionado artefacto y recuperarlas. En esta suerte de road-movie intergaláctica y viaje iniciático de despedida del mundo infantil para el ingreso en la adultez, nuestro (anti)héroe contará con la ayuda de un destartalado robot (personaje que no alcanza a funcionar del todo bien como el comic relief del relato) y se encontrará con seres amigables y otros no tanto. Sin entrar en comparaciones odiosas e injustas con producciones hollywoodenses, la animación se luce bastante y los efectos estereoscópicos no son demasiado espectaculares, pero tampoco abruman. El problema es que, una vez planteado el conflicto e iniciado el viaje, la narración se estanca un poco y no resulta del todo atractiva, pese a que en tiempo neto el film apenas supera los 65 minutos. Un trabajo más minucioso e intenso sobre el guión, los personajes y el humor hubiese beneficiado seguramente el resultado final. De todas maneras, como quedó dicho, La máquina que hace estrellas tiene algunas buenas ideas, pasajes de gran belleza y un respeto por el espectador que aquí no abunda y que la convierten en un film para imitar, en un mojón para luego seguir avanzando dentro de un género que, como el de la animación para toda la familia, es uno de los favoritos del público.
Un niño en busca de su padre Aunque es una película un poco oscura debido a la elección de la paleta de colores, sostiene una idea primordial, la recuperación de la unión familiar ante todo y el regreso del hijo pródigo que ayudó a los suyos a hacer posible un sueño. El viaje iniciático de un niño hacia la adultez es el que propone este sugestivo filme de ciencia ficción argentino, que se podrá ver en 3D, toda una novedad para este formato en el ámbito de las producciones locales. El director Esteban Echeverría (homónimo del autor de "El matadero"), construyó una parábola que habla de un niño que no duda en desafiar el espacio sideral para encontrar a su padre, utilizando como pretexto, la reparación de una máquina de hacer estrellas. Pilo vive en un cinturón de asteroides con su madre, lo que podría ser el equivalente de un barrio de escasos recursos. Desde la ventana de su pequeña casa todas noches observa las estrellas, esperando que se apaguen. Si los humanos creen que las estrellas nunca se apagarán, Pilo sí lo cree, porque según la profecía que le contó su abuelo, lo que mantiene con luz a las vedettes de la gran cavidad celeste, es fruto de una máquina. Pero cuando esa máquina necesite ser reparada, algún miembro de la familia tendrá que asumir la función de ir a ponerla en funcionamiento nuevamente. Pilo tiene el ímpetu y el entusiasmo que despierta el disponerse a explorar un mundo desconocido. El se atreve a hacerlo, casi sin mirar hacia atrás. Sólo tiene una meta: volver a hacer funcionar la máquina y que el cielo vuelva a iluminarse y encontrar a su padre, que un día emprendió un viaje con el mismo fin que él y nunca más regreso. EN EL ESPACIO La película entretiene a partir del seguimiento de esa especie de "road movie" que emprende Pilo, el joven héroe, por el espacio, en el que no son pocos los obstáculos que deben sortear y son varias las veces que parece estar a punto de perder la vida. El joven héroe tiene una imagen con reminiscencias de viejos próceres y los muñecos muestran movimiento lentos y ponen de manifiesto que aún les falta más perfección técnica. No obstante son capaces de despertar ternura, sus perfiles y caracteres están bien definidos y aunque es una película un poco oscura debido a la elección de la paleta de colores, sostiene una idea primordial, la recuperación de la unión familiar ante todo y el regreso del hijo pródigo que ayudó a los suyos a hacer posible un sueño.
Pequeño e interesante film animado nacional Pilo Molinet es un pequeño ser que vive con su mamá en un cinturón de asteroides y cuyos antepasados por parte de su padre fueron quienes crearon la máquina de hacer estrellas y que son las que iluminan todo el firmamento. Pero Asura, último de los Lynkanes, está decidido a destruir a las estrellas y quedarse con su luz para venderla. Incluso tiene a Jiva, uno de los Pandabas, que son quienes dan la energía y la luz a la máquina para que las estrellas puedan iluminar. Aunque el padre de Pilo desapareció tratando de anticiparse a que algo pase, las estrellas están desapareciendo rápidamente. Pilo tratará, ayudado de “19”, un simpático robot, cuidador de una estación de servicio (marca XOE letras anteriores a YPF.asi como Kubrick hizo en 2001 con la computadora HAL letras que antecedían a IBM). Entre los dos y Jiva el pandabas tendrán que vencer al villano de turno y poner nuevamente en funcionamiento la maquina de hacer estrellas para que vuelven a iluminar l firmamento. Una bella historia que esta dirigida a un sector infantil que oscila entre los 8 y 10 años. Para los más grandes, quizás le faltaría un poco más de acción. Lo más significativo es que, pese a algunas fallas, el film desarrolla un más que aceptable 3D incorporándolo para darle una profundidad al espacio que, más una hermosa animación y una maravillosa música incidental, lo convierten en un paisaje maravilloso.
Dedicado a los chicos, el primer largo 3D estereoscópico realizado en nuestro país. Una bella y poética anécdota espacial para los bajitos. Vale.
La estrella que ilumina pero no brilla Enmarcada en un universo imaginario con personajes profundamente humanos y dirigida principalmente al público infantil, La maquina que hace estrellas se sustenta en la originalidad de la historia y su propuesta estética, que combina un estilo Steampunk y el 3D. Antes de continuar, considero apropiado destacar que el Steampunk es un movimiento estético muy amplio centrado especialmente en la 2ª mitad del siglo XIX, próximo a la 2ª Revolución Industrial, que se originó en ilustraciones y luego se extendió a otras formas de expresión, y que proponía una visión crítica activa a la sociedad que se encaminaba al consumismo y capitalismo integrando la tecnología electrónica e informática hasta el extremo de que las máquinas remplazarán la raza humana. Con mucha imaginación y creatividad, tomando especialmente tecnología derivada del vapor (steam en inglés), aparatos, máquinas, autómatas, partes de maquinaria en desuso, y otros elementos aventureros (especialmente las gafas de aviador, o de soldador) del pasado, conformó una estética retro futurista que dio lugar a historias más bien utópicas, con un aire muy bohemio y una crítica social un poco mas optimista y romántica que su pariente el Ciberpunk. Pero La maquina que hace estrellas, sólo toma de este movimiento las naves espaciales rudimentarias, maquinas con enormes engranajes, robots, autómatas y elementos aventureros retro futuristas para el diseño de los personajes y los escenarios, adaptándolos a una historia original pero mucho mas sencilla y con carácter de fabula orientada a los mas pequeños. Así es como Pilo, un niño fascinado con las historias que le cuenta su abuelo, un día experimentará una de ellas, debiendo asumir la responsabilidad de devolverle las estrellas a su universo. No faltara el compañero de aventuras, el villano a derrotar y una serie de situaciones peligrosas y emotivas que convertirán al niño en héroe. Un film donde el contenido pesa más que el recurso técnico del 3D, que durante gran parte de la película sirve a los efectos de fondo y no aporta demasiado a la acción. Con una historia original y un relato bien construido, que tal vez no tenga la acción y el dinamismo acostumbrado por estos tiempos para el publico mas pequeño, pero agiornado por una propuesta estética que llama la atención, entreteniendo y cautivando a aquellos niños de 8 a 9 años con espíritu aventurero.
La animación no para de crecer En un país con tanta tradición gráfica no debería sorprender que empiecen a aparecer buenos exponentes del cine animado en formato largometraje. La máquina de hacer estrellas es la más nueva de todas, y a la vez un muy buen exponente del talento argentino. Ambientada en algún lugar desconocido del espacio y del tiempo, está protagonizada por un grupo de extraterrestres enfrentados a un grave problema. La máquina que fabrica las estrellas que iluminan el infinito está a punto de apagarse. Detrás de esta conspiración se encuentra un malvado ser, que mantiene prisionero al padre del protagonista, un niño llamado Pilo. Ante esta circunstancia, Pilo emprende un viaje hacia la máquina montado en una precaria nave estelar, dejando atrás a su madre, su abuelo y sus vecinos, y empezando a conocer a nuevos habitantes de las constelaciones, como robots o pequeñas criaturas luminosas de un poder impensado. Esta película se exhibe solamente en 3D y hay que decir que vale la pena pagar el precio extra de la entrada, porque lo conseguido a través de esa técnica es de verdadera calidad. Sumado a esto, también en la faz técnica, está la excelente ambientación del espacio exterior, con sus asteroides, agujeros negros, nubes cósmicas y planetas, que serán un deleite para los más chicos. También el diseño de los personajes es destacado. Igual mérito se le reconoce a los efectos sonoros, e incluso a la música, que consigue integrar con naturalidad y sutileza el tango a este cuento infantil de ciencia ficción. Mención aparte para el argumento. La historia está narrada de manera atrapante, con una lógica que no propicia distracciones y una buena carga de emoción. Tal vez le falte desplegarse en algunos subtemas o hacia detalles de esos que enriquecen los relatos, lo cual repercute también en esa especie de atmósfera silenciosa, carente de contexto, en la que accionan los personajes, por más que a veces lo hagan en grupo. De cualquier modo, la animación argentina debe sentirse orgullosa de su quehacer, pues no para de crecer.
De asteroides y cohetes Las estrellas brillan y nadie se pregunta por qué. “Un día se apagarán y todo quedará oscuro. Ese será el momento en que tengas que utilizar la máquina que hacer estrellas”, le advierte su abuelo a Pilo, un niño que vive con su madre en un asteroide del cinturón que rodea al planeta Ank J y se preocupa por la existencia de las estrellas. Su casa queda en el medio de una galaxia perdida. De pronto el día llega. Las estrellas se apagan congelando todo a su alrededor y dejando el universo en la oscuridad total. El único que sigue con vida es Pilo, quien se embarca en una original y entretenida aventura de satélites, máquinas con enormes engranajes y mundos desconocidos con un único objetivo: encontrar la máquina que hace estrellas para devolverle la luz al Sinfin. En el camino, Pilo conoce al robot “19” y al ser gelatinoso y luminoso Jiva con quienes entabla una dulce amistad que por momentos recuerda al filme “Wall- E”. Bajo la dirección de Esteban Echeverría, este filme animado en 3D, logra contar una historia entretenida con animaciones muy bien logradas y una destacable banda sonora. Una producción que no tiene mucho que envidiarle a las películas internacionales donde los personajes principales reflejan valores humanos. Una opción interesante para niños y adultos.
El cine de animación nacional sigue a full en 2012. Por las salas ya pasaron personajes clásicos mezclados con actores en vivo, en films orientados a los más chicos (Soledad y Larguirucho) y propuestas más deformes, audaces y políticamente incorrectas (El Sol, de Ayar Blasco). La Máquina que Hace Estrellas es distinta a las mencionadas y también representa la primera película argentina animada hecha en 3D...
Anexo de crítica por Rodrigo Chavero "La máquina que hace estrellas" es un film que marca un antes y un después. Nuestra industria está lentamente comenzando a trabajar la animación (hace poco se estrenó "El sol", sin ir más lejos), y eso es un signo positivo. Hay un mercado ávido de productos para la platea menuda y la verdad, habría que enfocar en esa dirección. "La era de hielo 4", llevó más de 4 millones de espectadores... Se ve que ahí está la veta. Es por eso, que salí de la sala pensando que este film de Esteban Echeverría podría ser el inicio de una corriente que vaya acercando este tipo de producciones al público masivo que consume cine familiar. Se que no será fácil, desde ya. Pero hay que apoyar al cine nacional infantil. En sí, quizás esta cinta sea multitarget, porque por un lado propone una historia relativamente simple pero deja espacio para la complicidad del público adulto. Eso hace que abra el espectro. Sin embargo, el guión invita más a los chicos de 6/7 para arriba, como destinatarios ideales de la idea. Rapidamente percibirán influencias del animé japonés, los robots clásicos de las factorías americanas, y la visión mágica de que todo es posible dentro del mundo de un niño. Hay una tarea destacada desde la programación (es innegable) y una preocupación por buscar crear una historia universal, no tan local, que le permita abrir mercados. Pilo es un dulce, está muy bien caracterizado y 19, el droide de la estación de servicio espacial, se roba la película con sus desopilantes líneas. Se percibe que el director y su equipo han visto varios títulos de Disney / Pixar (y otras compañías, por supuesto) y logran capturar algo de esa atmósfera, mixturando varias ideas ("Robots", "Finding Memo", etc). Estuve en sala con mi hija de 6, y de a ratos, le costó seguir la cuestión de la información estelar que el film despliega generosamente. Sin embargo, pudo disfrutar de la película e identificarse con el personaje principal. Bien. Esa era la idea. Vale la pena, buscar entonces, animarse a jugar con esta máquina de estrellas. No la dejen pasar.
2012 quedara marcado como el año en que la Argentina, en su historia fílmica, estreno su primera película animada en 3D. A juzgar por lo que vemos en la pantalla este primer paso es bastante auspicioso porque el realizador, además de contar con un muy buen equipo de animadores, sabe perfectamente qué quiere contar y cómo hacerlo. Pilo habita en un asteroide, al igual que toda su comunidad. Vive con una natural admiración por las estrellas, y de hecho hay algo generacional a este respecto. Pronto descubriremos que hay una suerte de mandato legendario que lega el cuidado de la maquina del título hasta que sea necesario accionar para que siga produciendo estrellas. Hay varios aspectos que funcionan bien en el relato. En los primeros diez minutos queda bien claro el planteo como para que nadie se quede afuera. También el subtexto se percibe fácil: las diferencias generacionales, la confianza en uno mismo y el cuestionamiento a los mandatos. El tipo de animación es “amigable” con la época y estética de nuestros tiempos, pero además “La máquina que hace estrellas” tiene una dirección de arte con identidad propia, y con momentos de hermosa composición de cuadro. El factor del tiempo también es importante. Esteban Echeverria no abusa de sus recursos y hace durar su obra lo que ella necesita, algo que a veces no sucede con producciones grandes. Bien justificado el uso del 3D porque ayuda a construir la profundidad de campo dimensionando la enormidad del espacio. Resulta extraño que no se haya aprovechado la época de vacaciones invernales para su estreno, pero esto es harina de otro costal, en todo caso habría que preguntar a los exhibidores si no les despertaba confianza, aunque más no fuera en una sala frente a las únicas tres opciones que había. Como sea, la película tiene méritos como para considerarla una buena opción para llevar a los chicos al cine.
El cine de animación 3D nacional todavía transita sus primeros pasos, no sin enfrentar las dificultades lógicas de quien recién se ha puesto de pie. La Máquina que hace Estrellas es el ejemplo, como lo será el Metegol de Campanella, de cómo funciona la producción argentina en este rubro: equipos de trabajo especializados pero reducidos y un presupuesto alto para el país pero ínfimo en comparación con tanques que aspiran al mismo sector. Antes que nada hay una idea y todo un conjunto organizado detrás de ella. Se trata de una película que aspira a abrir el mercado, buscar nuevas fronteras sin concentrarse sólo en el público local -de ahí el molesto, aunque entendible, español neutro de sus personajes. Por otro lado el primer planteo es argumental, hay una noción de qué se quiere contar y cómo hacerlo, y si bien presenta dificultades, se sobreimpone en su marcha intergaláctica para ofrecer un producto bien logrado. Considerar los logros o fallas de un proyecto que implicó años de trabajo a partir de su nacionalidad, es desmerecer el esfuerzo y la calidad de los artistas. La Máquina que hace Estrellas es una buena película aún cuando no puede competir desde lo técnico con Pixar o DreamWorks. En sus fugaces 65 minutos, el guión de Esteban Echeverría y Gerardo Pranteda se muestra irregular, con toda una parte inicial que se resiente por el diálogo permanente y las continuas menciones a los Molinets, Pandabás, Lynkanes o al artefacto del título. La prolijidad de los efectos y los logros del acabado no alcanzan para hacer frente a un comienzo problemático, que incluso presenta inconvenientes a la hora de desatar la acción, con un espectador que no sabe si está en presencia de un sueño hasta que este se alarga tanto que por descarte se convierte en realidad. Tras la turbulencia en el despegue, el vuelo de Pilo logra estabilizarse, suma a un nuevo pasajero -un robot desvencijado que aporta los necesarios toques de humor- y avanza con rumbo firme por la ruta del Sinfín. Cuando el protagonista se ve envuelto en el turbio negocio espacial del villano de turno, la historia se equilibra y permite el disfrute, deja percibir los logros de la animación en personajes y escenarios, con un 3D estereoscópico que evita el lugar común del efectismo. Su ascenso hacia las estrellas se produce en el muy buen desenlace que Echeverría y equipo tienen para ofrecer, cuando todos los fragmentos que se vieron con anterioridad se conjugan para entregar un cierre épico. Desde el leitmotiv de Hernán Rinaudo hasta las imágenes en pantalla, no hay nada que se perciba como recursos limitados cuando se está en presencia de un explosivo final cargado de emoción, capaz de contagiar e iluminar a cualquiera.
Todos tenemos un lugar donde volver Cuando en un descanso del trabajo para el que ha sido tomado prisionero, Pilo Molinet se sienta a ver el Sinfín junto a Jiva, -el Pandabas que recién ha conocido también en cautiverio-, y le pregunta a este sobre el lugar al que pertenece y le cuenta sobre su casa y sus vecinos, uno como espectador comprende varias cosas: que ya ha sido atrapado en la historia y el mundo construido por un guión escrito con inteligencia y sin subestimar al espectador; que la técnica (la forma y los procedimientos) y la narración (el contenido y el género) se han aunado en una historia universal que no deja de lado nuestra particularidad (sin por ello recurrir a referencias nacionales ni mucho menos coyunturales); que Miyazaki y Pixar consiguieron el mejor homenaje argentino; y que, además de entretenidos, estamos interesados en saber qué va a pasar con -a partir de este momento-, nuestros nuevos “amigos” que ya se han ganado nuestros corazones. Los Molinet tienen una relación antiquísima con las estrellas y los Pandabas, algo los une en la misión de cuidar que las estrellas alumbren los cielos del Sinfín desde aquella primera vez que derrotaron la oscuridad que los Lincanes pretendían imponer sobre todos aprovechando así, también económicamente, ese dominio maligno. Los Molinet son considerados algo extravagantes por los restantes habitantes con los que comparten ese mundo exterior, un poquitín locos si se quiere, algo desmarcados y diferentes, con esas raras historias en las que se autodenominan reparadores y cuidadores de la máquina que hace estrellas, cuando nadie se pregunta nunca cómo es que las estrellas iluminan todas las noches. Cuando nadie se pregunta demasiado por nada. Pilo es un pequeño inquieto y curioso que se divierte jugando con su amiga Niza, haciendo algunas travesuras que inquietan a su madre, que cree profundamente en los “cuentos” de su abuelo y que ha perdido a su padre en un viaje del cual nunca regresó, pero aún lo espera. El destino -tras el cual su padre se ha ido intentado adelantarse a él- le deparará una aventura que lo llevará a recorrer el consabido camino del héroe para crecer y madurar (aprendiendo del sacrificio), recuperar lo perdido y conocer nuevos amigos. Un destino que Pilo acepta y hace suyo, menos como quien se entrega a lo ya escrito que como quien se apropia de lo que le pertenece. Y es en ese camino donde hallará a Asura (una especie de niño malcriado, último heredero de la raza Lincan) como el oponente a vencer. También aparecerán el Autómata 19, -que funciona como el comic relief con sus parlamentos y su gracia, mezcla extraña de un retrofuturismo original-, y Jiva, el Pandabas, con una textura gomosa que nos convoca al abrazo permanente y que a pesar de su idioma ininteligible se hace entender y será un actor fundamental para la resolución de la trama. La encantadora ópera prima de Esteban Echeverría es la primera película de animación argentina realizada en estereoscopía. Y el 3D se despliega con funcionalidad narrativa. Si bien hay algunos pasajes donde algunos problemas con el color y la luz se observan para un ojo avezado o el desenlace parece precipitarse velozmente, el salto cualitativo que significa este film en lo que a técnica y narración se refiere, nos permite exigir partir de este piso para próximos productos cinematográficos. Pocas veces (por no decir nunca) hemos visto, por ejemplo, cielos tan luminosamente estrellados o tenebrosamente rojizos y anaranjados cuando todo parece perdido. O creer que lo que estamos viendo se mueve con naturalidad delante de nuestros ojos. Y a la animación hay que agregarle un trabajo con la banda sonora y la música (esos aires tangueados que aporta el bandoneón musicalizando el espacio exterior, o la secuencia de 19 y XOE -YPF allá Kubrick-) y el doblaje de las voces, tan precisos como preciosos. La máquina que hace estrellas marca un antes y un después en el campo de la animación argentina y tiene toda las condiciones para volverse un clásico.
Con un presupuesto mucho menor pero apelando a técnicas expresivas y de animación digital en 3D de films de Pixar o Dreamworks, La máquina que hace estrellas se propone resultados artísticos similares, sin lograr su ambicioso cometido. Si bien puede alcanzar a conformar a niños que se sientan atraídos por el afán de su personaje principal, Pilo, y su trama, que aúna la ciencia-ficción a simbologías y leyendas ancestrales, combinando diseños mecánicos retro con una aventura espacial, estos aciertos en principio atrayentes no se ven sustentados por un guión bien trabajado. Los personajes, por ejemplo, como el Robot 19 y esa suerte de fantasmita llamado Pandabás, pese a intentarlo, no logran divertir; y ese es un problema esencial del film, su escaso aporte humorístico. Por otra parte, el malvado Asura, con su cara de niño y esas antenas y cables que parten de su cerebro se asemeja más a un personaje de cine de terror para adultos que otra cosa. Promediando la narración, la trama se estanca un poco y deja de interesar, pese a la escasa duración del film. El historietista e ilustrador Esteban Echeverría, de todos modos, logra un buen empleo de la tecnología 3D, dentro de los parámetros de esta tecnología en nuestro medio. Aún con reparos, La máquina que hace estrellas logra empatía con el público infantil, lo cual es su punto más destacable.
Una película argentina animada en 3D. Una aventura espacial para toda la familia. Dirigida por Esteban Echeverría, protagonizada por Lucila Gómez, Pablo Gandolfo, Valeria Gómez, Alejandro Outeyral, este largometraje de animación en 3 D es una propuesta destinada al público infantil, pero también tiene su encanto para los espectadores adultos desde la estética, la artística y lo narrativo. Aquí narra la historia de un niño extraterrestre Pilo, que vive con su madre en una pequeña casa en uno de los asteroides del cinturón que rodea al planeta Ankj, pasa todas las noches observando desde su balcón esperando que las estrellas desaparezcan del cielo. Su abuelo le viene contando historias fantásticas sobre ellas. Según este, existe una máquina que genera las estrellas cada noche, y los miembros varones de su familia son los encargados de repararla. Este niño pasa gran parte de sus días pensando y soñando este fenómeno, pero él no conoce mucho de esto, y vive con la gran ausencia de su padre quien una vez emprendió un viaje y nunca más volvió, y ahora vive pendiente del universo y descubrir una gran aventura. La historia es una gran aventura contada por un niño, llena de color, tecnología, ciencia ficción, naves espaciales, robots, asteroides, y varios personajes, los efectos especiales están bien, aunque no estén al mismo nivel que el hollywoodenses. Contiene toques de humor, ternura y emoción, reivindica lo importante que es la familia, llena de mensajes, su narración no es demasiado atrayente pero es correcta.
Niño busca su destino Una entretenida aventura en el espacio, La máquina que hace estrellas es una muy buena producción nacional de animación, y el primer largometraje 3D Estereoscópico realizado íntegramente en Argentina. En un cinturón de asteroides – y en un tiempo que no podemos precisar- vive un niño fantasioso y curioso llamado Pilo Molinet, quien anhela que llegue ese momento tan especial del cual le habla incansablemente su abuelo: el día en que las estrellas desaparezcan y deban ir en búsqueda de la máquina que hace estrellas para repararla. Pero ni siquiera en sus sueños imagina que la aventura que tendrá que vivir estará repleta de riesgos, y que será un viaje que lo cambiará para siempre. Dirigida por Esteban Echeverría, la original animación no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones extranjeras. La película transcurre en escenarios llenos de imaginación, con una estética que combina elementos de ciencia ficción y tecnologías antiguas de la humanidad: el menú incluye naves espaciales a vapor, máquinas con enormes engranajes, robots a cuerda, así como hologramas y asteroides que cobran vida. La historia es bien cálida y atractiva para todas las edades, con un abanico de personajes variados y divertidos, que dinamizan esta fábula estelar. Y la banda sonora acompaña de maravillas este lindo relato de sueños, esperanzas y... destino. Tras recorrer un largo camino hasta el día de su estreno, grandes y chicos ya pueden disfrutar de la gran aventura de La máquina que hace estrellas, una muy buena propuesta de cine nacional.