La secuela de “A Dog’s Purpose” de 2017, (recaudó 202 millones de dólares con una inversión de 22 millones) ahora llamada “A Dog’s Journey” trae una nueva historia escrita por W. Bruce Cameron sobre la relación del San Bernardo“Bailey” con su dueño y su familia. La rencarnación hará que “Bailey” luego sea la beagle “Molly” y “Big Dog” para ser finalmente el Yorkshire “Max”. Todos ellos tendrán una misión: cuidar a Clarity June nieta de Ethan (Dennis Quaid) y Hannah (Marg Helgenberger) e hija del recientemente fallecido (a causa de un accidente) hijo de la pareja y Gloria (Betty Gilpin), su mujer. Los abuelos poseen una granja en Michigan y cuidan de su nieta (Emma Volk). Son felices junto a ella y a Bailey, su perro. La única que no es feliz es Gloria, ya que ha quedado viuda muy joven, está enojada con el mundo, tiene un futuro incierto como cantante y siente que sus suegros quieren quedarse con lo único que tiene, su hija y la herencia que su marido dejó para ella. Es así como luego de una discusión, abandonan la granja para mudarse a Chicago y C.J crece (ahora interpretada por Abby Ryder Fortson junto a su madre, que se transforma en una madre alcohólica y abandónica. Por suerte, cuenta con su mejor amigo Trent (primero Ian Chen y luego Henry Lau). Antes de morir Bailey, la misión de no abandonar a C.J. le es encomendada y eso hará cada vez que nazca, en una raza y tamaño diferentes, el destino lo/a llevará a ella una y otra vez. El rol de C.J. en la juventud es interpretado por la joven Kathryn Prescott. Lo que sucede con las vidas de cada uno es para ser visto. Si son amantes de los perros, vayan, aunque tenga un guión que puede resultar poco creíble, la disfruté de principio a fin, aunque su duración es algo extensa.La directora Gail Mancuso logró buenas actuaciones y una historia que apela a algunos golpes bajos y resulta previsible, pero, repito, nada que el amor de un perro no pueda alivianar, desde una enfermedad hasta compartir el día a día con sus problemas y alegrías. ---> https://www.youtube.com/watch?v=nvdBMp2Z1lM ---> TITULO ORIGINAL: A Dog's Journey ACTORES: Dennis Quaid. Marg Helgenberger, Abby Ryder Fortson, Kathryn Prescott. VOCES ORIGINALES: Josh Gad. GENERO: Familiar , Aventuras . DIRECCION: Gail Mancuso. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 100 Minutos CALIFICACION: Apta para todo público con leyenda FECHA DE ESTRENO: 16 de Mayo de 2019 FORMATOS: 2D.
Película de fórmula probadísima, en esta nueva entrega de la saga Bailey (el perro eje de la historia) reencarna varias veces para que la protagonista encuentre su verdadero amor y destino. Atención a Betty Gilpin (Glow) en un papel diferente y a los siempre efectivos Dennis Quaid y Marg Helgenberger.
Dentro de los dramas de ficción con caninos, Hachiko (tanto la versión original de los ´80 como su remake hollwoodense del 2009) y La razón de estar contigo lideran sin discusión el podio de las películas lacrimógenas. Por más que te hagas el cínico o desprecies su argumento eventualmente estos filmes te hacen llorar. Salvo que no hayas tenido le experiencia de tener una mascota las historias mencionadas llegan al corazón porque traen al recuerdo los perros que te acompañaron en la vida. Debo expresar que los productores que hicieron esta continuación lo lograron otra vez. Resulta gracioso porque uno piensa que ya conoce la premisa entonces el efecto no será el mismo. Olvidate. La película manipula los sentimientos del público como los dioses y en algún momento del conflicto es inevitable que las lágrimas caigan otra vez. La continuación, que por cierto es bastante digna, sigue la línea del film anterior por el modo en que está construido el melodrama y las interacciones de los perros con los personajes humanos. El concepto es el mismo con la diferencia que la atención se concentra esta vez en la nieta del personaje que interpretó Dennis Quaid en la entrega previa. El film presenta otro melodrama sobre temáticas deprimentes, como el alcoholismo, las enfermedades terminales y las relaciones abusivas. En el medio de todo este lío están las diversas encarnaciones de Bailey que te compra nuevamente con la narración en off de Josh Gad. En lo personal me quedo con la película original por el hecho que me gustó más la relación que se daba entre el personaje de Quaid y el canino, pero la segunda parte logra ser entretenida y seguramente será valorada por los amantes de los animales.
Recuerdo haber visto tarde la primera parte. Luego de la controversia que se había armado (y posterior desmentida) por maltrato animal en el set. También recuerdo que era de madrugada en casa, y recuerdo que no podía dejar de llorar. Ahora me ocurrió lo mismo, pero en un microcine, y éramos varios los que estábamos así. Tal como la película original, basada en el best seller de Bruce Cameron, La razón de estar contigo 2 apunta a un público amante de los animales y las mascotas, porque la historia es trillada y los golpes bajos abundan. Sin embargo, es superior a la original. El guión es más sólido como consecuencia de enfocarse en un objetivo y un propósito en cada reencarnación. A diferencia de la anterior que era más random. Eso le suma a la construcción de personajes, más aún a los que ya conocemos desde antes. Asimismo, es mejor en términos de realización. La directora Gail Mancuso, de larga trayectoria en la TV tanto en series como en películas, le aporta una mirada “más tierna”, si es que cabe el término. Ahora la protagonista es una mujer y esa sensibilidad es capturada a la perfección por Mancuso. Pero salvo la secuencia final, no hay grandes planos para destacar. En cuanto al elenco, vemos muy poco de Dennis Quaid, pero sus momentos son geniales. Es la joven actriz en ascenso Kathryn Prescott la responsable de emocionarnos más. Le creí en todo momento. La razón de estar contigo 2 no será una película que trascenderá, y está lejos de ser un buen exponente cinematográfico, pero es ineludible en sentimientos y en lo que causa al espectador.
Y llegó la secuela del perro que habla en off -es decir, solo escuchamos sus pensamientos los espectadores, no los personajes humanos ni los otros personajes perros- y que eventualmente muere y reencarna en otro perro, o perra (aunque la voz siempre sea masculina). En esta ocasión, Dennis Quaid -que recién aparecía en el tramo final de la primera entrega- está sobre todo presente al comienzo, pero la protagonista es la bebé-niña-adolescente-joven CJ. Y, claro, los perros -el perro- que son claves en su vida. Al igual que en la primera entrega de 2017, estamos ante un cine de tosquedad emocional artera, de recursos que de tan directos -casi que se ven las indicaciones orquestales al grito de "¡hagan llorar ahora!" o "¡hagan llorar más rápido!"- pasan a aniquilar cualquier posibilidad de empatía, y de un diseño de personajes tan pero tan básico que incluso hasta el casi siempre digno Quaid parece tirar la toalla al final y se pone a payasear mal maquillado como anciano (entre el recurrente cielo canino, el tiempo que propone es difícil de asimilar, pero tampoco importa demasiado). Esta segunda parte -con un director con mucha menos trayectoria que el sueco Lasse Hallström- es de alguna manera más bestialmente directa, lo que funciona para bien con algunos momentos de humor más despreocupados, y para mal con algunos "temas actuales" puestos de manera ultrademagógica, casi insultante.
En esta secuela de una película exitosa, toda la acción se centra en el alma de un perro fiel, el “jefazo “del comienzo del film que se encuentra en una casa rural, con un matrimonio conteniendo a su hija, viuda muy joven, encantados con su nieta. Con una suerte de idea de la reencarnación almibarada y particular, ese animalito solo tendrá como propósito, en sus sucesivas vidas, de cumplir con la orden de su primer dueño, que le encomendó cuidar a su nieta que es separada de ellos. Un verdadero delirio de la filosofía budista. Con tantas vidas y muertes, la película funciona porque va directo a la emoción y la lágrima (muchas) pero hay que reconocerle que tiene un objetivo sólido de entretenimiento y logra sus propósitos. En el argumento esta el crecimiento de esa nieta adorada, primero padeciendo a su madre alcohólica y abandónica, que le gasta toda la plata destinada a su educación. Luego con su huida a Nueva York donde la chica quiere ser cantante pero es paseadora de perros (y…), luego el amor con sacrificio incluido, y los reencuentros familiares. Todo cierra, tiene un desarrollo y tranquiliza al final con una visión encantadora del más allá. Un esfuerzo que se valora por sobre todo cuando hay tanto perrito encantador con voz propia que nos explica cada detalle, no sea que algo no se entienda. Producto dedicado al público familiar, para hacer un programa conjunto. Eso sí, preparen los pañuelos.
Secuela del éxito de 2017, "La razón de estar contigo: Un nuevo viaje", de Gail Mancuso, presenta una nueva historia alrededor de las vidas del canino protagonista, adoptando esta vez un tono más familiar. Cuando en 2017 se estrenó "La razón de estar contigo", primeramente se presentó teñida de una polémica por un video del detrás de escena en donde se veía cómo uno de los cachorros de la película sufría violencia en mano de los entrenadores para que “actuara” una escena de riesgo. Aunque tardíamente fue desmentido; lo que se pensó que hundiría a la película en un rotundo fracaso, o no funcionó, o sirvió como morbo para atraer público. Lo cierto es que la película recaudó más de diez veces su presupuesto, e instaló nuevamente la moda de películas con perros en los cines (este año ya vimos "Mis huellas a casa", del mismo autor); por lo que la palabra secuela estaba ahí, a la vuelta de la esquina, y encima ya estaba la novela best seller para continuar. ¿Cuál fue la novedad de "La razón de estar contigo"? Que aplicaba a la típica historia de relación perros/humanos, el ingrediente de la reencarnación del perro en diferentes razas, varias historias de vida, y todas para volver a reencontrarse con su amado dueño original. No había que tener demasiado ingenio para pensar cómo continuaría el asunto ¿no? Después de todo, la vida perruna es más corta que la de los humanos. Sin embargo, hay un giro en dónde la película sí varía respecto a su primera entrega. En aquella oportunidad habíamos remarcado que se aplicaba el tono de los dramas basados en novelas de Nicholas Spark a este tipo de películas. Esta vez, el asunto adquiere un cariz más familiar, sobrenatural (pensemos en que son creyentes de las reencarnaciones), o si se quiere inverosímil ¿qué es lo que sucede? Todo transcurre dentro de la misma familia. La secuela comienza donde nos dejó la anterior, Bailey (ahora en versión San Bernardo) vive junto a dueño Ethan (Dennis Quaid) y su esposa Hannah (Marg Helgenberger) en la granja familiar. Ethan y Hannah perdieron a su hijo, y sólo les queda su nieta Clariry Jane/C.J. Pero los problemas comienzan (sino podemos decir que empezaron con la muerte del hijo) tras una discusión que Ethan y Hannah tienen con Gloria (Betty Gilpin), la madre de C.J.; sumida en el dolor por la viudez y el fracaso en varios sentidos. Así, decide mudarse a Chicago y llevarse a C.J. con ella. Ethan, que sabe “el secreto” de Bailey, le pide que en sus próximas reencarnaciones, su propósito sea cuidar de C.J. y así lo hará. Bailey se irá reencarnando en diferentes perros a lo largo del tiempo; cambiando de nombre, por supuesto; y siempre tendrá la tarea de llegar a C.J. e ir acompañándola. C.J.(interpretada en diferentes etapas por Emma Volk, Abby Ryder Fortson, y Kathryn Prescott) necesitará siempre de la ayuda de sus fieles mascotas compañeras ya que sufrirá las consecuencias de una Gloria convertida en alcohólica y descuidada. También vivirá su historia de amor. El cambio de darle a los perros una única misión a lo largo de la película favorece a su concreción respecto al anterior film que contaba una historia de vida en cada vida y recién sobre el final se acordaba de Ethan. Pero también la hacen, como dijimos, algo más inverosímil. Ya no es sólo la reencarnación, sino una autoconsciencia de ella, y la posibilidad de siempre regresar al mismo punto. En definitiva, no estamos acá para ver una película testimonial. "La razón de estar contigo: Un nuevo comienzo", será también un film más familiar por este sentido de seguir una misma historia, ya hablar del perro de la familia; y por consiguiente, algo más infantil. El cambio de Lasse Halllström, un experto en melodramas, con varios galardones encima, por la más televisiva Gail Mancuso (tiene muchísimos telefilms en su haber, pero es su ópera prima en salas), aligera el asunto. "La razón de estar contigo: Un nuevo comienzo" es un film más simple, y recurre a la lágrima de un modo algo más obvio que la anterior que pese a su premisa, eludía bastante bien muchos golpes bajos. No, no hablamos de una gran película, ni de nada que vaya a sorprender, es simplemente una secuela que, con ligeros cambios, se ubica a la par de su original con algunos puntos mejorados, y otros en baja respecto a la anterior. En el elenco, Dennis Quaid y Marg Helgenberger aportan experiencia, aunque nos hubiese gustado verlos más; y Betty Gilpin y Kathryn Prescott cumplen correctamente con los tonos de sus personajes y de la propuesta. Pero las estrellas acá son los perros, y sí, son adorables. Si son bicheros la van a pasar muy bien. "La razón de estar contigo: Un nuevo viaje" es un film noble, cálido, y con corazón. No se aconseja a los padres pasar con sus hijos por una veterinaria o un centro canino al terminar la proyección, se los van a querer llevar a todos a casa.
Nunca enésimas reencarnaciones fueron buenas. “La razón de estar contigo”, dulce melodrama perruno de Lasse Hallstrom sobre novela de W.B. Cameron, tiene aquí una innecesaria continuación, de la que sólo se salvan los inocentes perros.
Aquí, ahora, y siempre Por muchos motivos más que razones, es aconsejable reconectarnos con la transparente mirada de un perro, que no sólo es irreemplazable, sino que refuerza el amor que despiertan estos ángeles, ese sentimiento honesto y puro, repleto de dulzura, y el agradecimiento eterno que sentimos por tenerlos en nuestra vida. La razón de estar contigo: un nuevo viaje (A dog´s journey, 2019) nos relata la historia de Bailey, en la voz de Josh Gad, un perro a quién su dueño Ethan (Dennis Quaid) le encomienda la tarea de cuidar a su nieta C. J. (Kathryn Prescott). Y como buen amigo del hombre, Bailey tendrá muy presente este pedido y asumido propósito en sus cuatro reencarnaciones. A los amantes de los perros, les conmoverá presenciar la nobleza y entrega de ellos en pantalla grande, que se traduce de forma incondicional en tiempo y espacio. Es la propuesta de Lasse Hallström en esta secuela de La razón de estar contigo (A Dog's Purpose, 2017). Para disfrutarla, debemos dejar fuera de la sala cualquier prejuicio o racionalismo, puesto que la intención aquí es que nos nutramos de ternura y simpleza. Sí podremos disfrutar de bellísimos paisajes y música que acompañan adecuadamente al melodrama; las actuaciones son convincentes, sobre todo en los momenos de interacción con los perros. En el film se plantean temas como la reencarnación y el tratamiento de enfermedades graves, -cuestiones discutibles relacionadas con la fe y vivencias personales-, sentimiento vs. raciocinio. Más allá del guion o estructura dramática, que resulta algo obvia porque recurre a los típicos clichés holywoodenses, el espectador quedará encantado con el sinfín de razas caninas protagonistas en el transcurso del film. La reencarnación bien podría ser real o tranquilamente una alegoría para lo que sucede en las relaciones humano-canino, y es que cada perro que aparezca en tu vida será la prolongación del anterior. Por algún misterioso motivo, ellos saben cuando los necesitamos.
Eutanasia canina, alcoholismo, una madre abandónica, violencia de género, cáncer. Este dramón apunta con munición gruesa al corazón y los lagrimales del público... y falla. Y tampoco seduce por el lado zoológico. ¿Es posible que una película protagonizada por perros no cautive ni a los canófilos más fanáticos? Es posible. El esquema es el mismo de la entrega de 2017, dirigida por Lasse Hallström. El alma de un perro va reencarnando de cuadrúpedo en cuadrúpedo y siempre con un mismo propósito: en este caso, la protección de CJ, nieta de Ethan, el mismo personaje que el inoxidable Dennis Quaid hizo en la primera. Así, los caminos de estos animales se cruzan con el de la chica en las distintas etapas de su vida, y siempre actúan como ángeles de la guardia. Se trata de cuatro canes de raza, entrenados para hacer las más adorables morisquetas. Pero el encanto que podrían tener estos ejemplares de publicidad de Royal Canin se desvanece por culpa del recurso que debería darle gracia a la película: una exasperante voz en off (a cargo de Josh Gad) que, en primera persona, nos va contando los razonamientos perrunos. Mientras, los seres humanos van tejiendo una historia minada por los golpes bajos más variados, con diálogos de culebrón y alguna que otra frase edificante. Los mejores amigos del hombre se merecían algo mejor.
Amparado por el logo de Amblin llega este estreno así que es justo avisarlo: esta segunda parte de “La razón de estar contigo”(2017) está lejos de todo ese universo de filmes queribles. Decimos esto para que no vaya por ahí echándole la culpa a Steven Spielberg por lo que vio, si es que decide ingresar a la sala. Que los seres humanos somos sensibles a las mascotas y su fidelidad no es ninguna novedad. El mundo está lleno de historias de estos vínculos tan particulares y el cine también, así que hay un público cautivo movido a las salas por este interés temático. La línea entre lo emotivo y lo burdo es muy fina en este tipo de producciones, y “La razón de estar contigo:: un nuevo viaje” está encaminada a ser el segundo sustantivo. Amanecer sonrosado, un tractor en medio de un campo de trigo, música de violines que desde que comienza a sonar hasta el final, tendrá el doble objetivo de edulcorar el relato e indicarle al espectador como tiene que sentirse o qué debe hacer con cada escena, si reír o llorar. El protagonista exclusivo es Bailey (voz en off de Josh Gad), un perro precioso que por falta de presupuesto no dio para digitalizarle el hocico y sincronizar la fonética, así que (nos) habla para hacer algunos chistes simpáticos sobre sus costumbres, o la lectura del ser humano desde su perspectiva; pero sobre todo habla para contar la historia. Relata, anticipa y subraya, porque la torpeza de los guionistas parece radicar en la confianza in extremis respecto de la simpatía de los varios canes que desfilarán por la pantalla. ¡Ah! porque no lo olvidemos, la novela de Bruce Cameron, y su adaptación cinematográfica, se le animan a un budismo de folletín y hablan sin sonrojarse de la reencarnación. Curioso producto este que (alerta de spoiler), pese a estar dedicado a los chicos no puede evitar adolecer del síndrome de Disney y mata cuatro o cinco perritos para poder contar la historia. Algunos de ellos mueren en forma cruel e injustificada para que el espíritu reencarne en otro para poder cumplir la promesa de cuidar a CJ (Kathryn Prescott) para siempre. Salvo por el trabajo de las nenas que personifican a CJ en distintas edades, y algunos fragmentos del texto en off, la segunda parte de la saga perruna conforma un cúmulo de situaciones pre-digeridas, edulcoradas en exceso y en muchos casos sobre explicadas. Olvidable secuela con alerta incierto. La taquilla dirá porque el señor Cameron ha escrito como tres novelas más.