El terror viene personificado en una señora, la señora Haidi (como a ella le gusta que la llamen), quien recibe con amable hospitalidad a una pareja que sufre un accidente en la ruta. La casa en la que vive esta mujer está alejada de la civilización (así como dictan los clásicos libros del horror). El terror con la religión como combustible, la soledad, la culpa y la locura. El film toca varios de estos temas. La señora H cumple a rajatabla los escritos del libro más vendido en la historia de la humanidad: la Biblia. Camina como ama y señora en una casa enorme custodiada por dos perros (raza pastor alemán, no es casualidad), susurra versículos para sí misma para no olvidar a quien se debe en cuerpo y alma. La pareja que ha llegado a su casa no es una pareja “pura”. Él está casado, ella es la amante y la señora H lo descubre escuchando del otro lado de la puerta una discusión entre ambos, y además lo corrobora al no ver un anillo en la mano de ella. A sus ojos ella es la impura, la que seduce a los hombres, la que los lleva por mal camino. A menudo la llama JEZABEL: una princesa fenicia que según la Biblia tuvo su muerte anticipada por el profeta Elías, introdujo la inmoralidad, mandó asesinar a los profetas del dios de las escrituras y propagó la adoración a dioses paganos como baal. Claramente ella es el pecado hecho mujer y debe ser eliminada para detener el mal sobre la Tierra, tal como sucedió con Jezabel (quien tuvo un triste final al ser defenestrada y arrojada a los perros para que su cuerpo no sea reconocido jamás). Su legalismo la lleva a correr el límite en una errónea búsqueda de lo correcto, es ella quién juzga y aplica la balanza de la justicia. Un fanatismo religioso y tormentoso, Carrie de Brian De Palma viene a colación. La señora H guarda un secreto oscuro y cargado de culpa, disfrazado de devoción hacia su esposo. Por la carga psicológica, los ecos son de Psicosis de Alfred Hitchcock. Sin otro análisis que valga o la salve, conforme avanza la cinta la demencia de esta señora crece. El cine nacional está tomando un buen cauce gracias a autores y en el terror está casi todo dicho; La señora Haidi no se toma ninguna libertad y emula fórmulas ya vistas por lo que difícilmente sea recordada.
El cine de terror argentino, como el de otras latitudes, puede ser diferenciado en dos vertientes: los delirios salvajes y los thrillers psicológicos. La Señora Haidi (2017) pertenece a este último grupo, aunque no se aleja tanto del otro. Luego de sufrir un accidente en la ruta, dos jóvenes (Guillermo Pfening y María Abadi) acuden a una residencia campestre habitada por la señora Haidi (María Leal), una señora de apariencia tranquila, con conocimientos de enfermería y una devoción por La Biblia. Pese a la amabilidad inicial, un detalle hará que la dueña de casa revele su verdadera (y tenebrosa) personalidad. El mayor atractivo de la película reside en ver a María Leal en un rol diferente a todos los de su carrera: compone a una asesina psicópata que, como es habitual es esta clase de personajes, cree estar haciendo lo correcto. Algunos de sus gestos resultan interesantes, aunque la mayor parte de su caracterización no se aparta de la mayoría de los asesinos de manual. De todos modos, sigue siendo lo mejor del elenco y del film, que podría haber contado con un mejor ritmo y giros argumentales. Sí es para rescatar la manera en que los directores Rafael Menéndez y Daniel Alvaredo le sacan el jugo a una sola locación. Señora Haidi es mucho menos de lo que podría haber sido, pero bien vale como intento de seguir apostando al terror argentino.
Los pecadores Desde la premisa, pareja en apuros que llega a casona diabólica habitada por una señora acompañada de dos perros pastores alemanes con altos conocimientos de enfermería, no puede cruzarse otra cosa que una película al estilo cuentos de terror o Hitchkokiana. Y eso es precisamente lo que atraviesa La Señora Haidi, dirigido por la dupla Daniel Alvaredo y Rafael Menendez, y protagonizado por Maria Leal, María Abadi, y Guillermo Pfening. Tres buenos actores que en una sola locación, casona repleta de habitaciones, pasillos, y la sensación de estar habitada por una sola persona, refuerzan el espacio ideal para el encierro, la claustrofobia y una atmósfera que de a poco se va contagiando de la psicología perturbada de la dueña. A eso debe sumarse un elemento esclarecedor en la trama y que justifica de cierta manera el desarrollo de las acciones pero también reduce el efecto sorpresa. Todo es correcto en términos formales, prolijo, pero no existe riesgo alguno al seguir el ABC de todo relato de género. La devoción religiosa devenida fanatismo y delirio conllevan a que los huéspedes fortuitos, llegados allí por un accidente automovilístico, representen las víctimas ideales de los delirios de la perturbada mujer. En ese sentido, no tardará en aparecer su costado maquiavélico en contraste con la apacible calma y hospitalidad de los primeros minutos, motivos para que la sensación de fuga constante se vea cada vez más lejos al tomar el control de la casa y de su pareja invitada. Como nueva incursión en el género es válida y bienvenida, sin embargo una cuota de transgresión o ruptura de códigos hubiese significado un mejor resultado en términos integrales teniendo en cuenta la oferta de cine argentino en la cartelera actual.
El cine nacional sigue explorando el género terror, con diversa suerte. Daniel Alvaredo y Rafa Menendez dirigen una nueva producción juntos (ya hicieron "Paternoster") y ahora se animan a contar una historia bien clásica, claustrofóbica y de claro corte indie. Un espacio físico reducido, dos actores populares (María Leal y Guillermo Pfening) con una enorme trayectoria y una trama que suena bastante familiar para quienes hemos visto relatos de esta especie. "La señora Haidi" se presenta como un relato tradicional de una mujer demente, de apariencia amable, que vive en una casa alejada e incomunicada del resto del mundo. A ella llega una pareja de amantes (conformada por Pfening y María Abadi), quienes tuvieron un accidente automovilístico y necesitan ayuda. Haidi (obviamente Leal), es enfermera. Parece una persona amable y sencilla, por lo que ellos acceden a quedarse una noche hasta sentirse mejor. Pero claro, en pocos fotogramas, le sacamos la ficha a Haidi Es una fanática religiosa que lee la Biblia y no la interpreta demasiado bien ( o sí, no puedo opinar sobre esto!) por lo que a ella la cuestión de la infidelidad que trae la pareja la afecta y mucho. Además, tiene un par de pichichos que se ven rudos y amedrentan cualquier movimiento sospechoso, con lo que el panorama se irá complicando a medida que la trama avance. Lo cierto es que María Leal, compone a una sólida psicópata (nos alegra verla en un rol distinto al que hizo en su carrera tradicionalmente) y Guillermo Pfening hace lo que siempre hace: actúa bien y en forma convincente. El problema que se evidencia cuando la historia se aproxima a su cierre, es que a pesar de los esfuerzos por construir un universo hermético, la falta de ideas innovadoras para los movimientos y recorridos de los personajes hacen que el film no pueda despegar de la medianía. Hay grandes películas que se han hecho en espacios muy pequeños (y les pongo dos ejemplos, los primeros que se me vienen a la mente, aclaro, uno es "Misery" -con la que está cinta comparte alguna lejana influencia- y el otro es "Buried", que si bien la presentan siempre como ícono del género suspenso, para mí es una historia del terror más puro que puedas experimentar) y no veo eso como impedimento para transitar situaciones nuevas. Aquí es todo bastante lineal. Quizás un grado de mayor locura en Haidi, algún dispositivo mecánico amenazante, más "gore" a lo largo del proceso... No lo se. Sí siento que la historia que ví, ya la he visto varias veces. "La señora Haidi" es un intento de hacer cine de género, con actores de primer nivel, eso está claro. La cuestión (creo) es entonces desarrollar (teniendo en cuenta las posibilidades reales de producción) historias con más vueltas de tuerca que sorprendan al espectador. Ese, es el verdadero gran desafío de este momento del cine nacional.
La iluminada El cine de género continúa avanzando en la producción nacional, y así como recientemente Ezio Massa convocó a una figura popular como Cristina Alberó para 5 A.M. Cinco ante los miedos (2016), en esta oportunidad es María Leal la fichada para protagonizar una película de terror. La señora Haidi (2017), de Rafael Menéndez y Daniel Alvaredo, es una propuesta en la que no hay espacio para la sugerencia, más bien, todo lo contrario, terminando por construir una historia plagada de estereotipos que resienten su narración y espíritu. Cuando una pareja (Guillermo Pfening y María Abadi) tiene un accidente deciden solicitar ayuda en una vieja casona aislada en la ruta. En ella habita Haidi (María Leal), una mujer que en parte recuerda al personaje de la madre de Carrie, en la novela del mismo nombre de Stephen King, llevada al cine por Brian De Palma y otros, enfocada en el fanatismo religioso a ultranza que termina por ser la condena de los demás. La señora Haidi recupera cierto cine claustrofóbico, aquel que en el encierro intenta luego desandar el paso de sus protagonistas, convirtiendo a la posibilidad de escapatoria en el único objetivo para sobrevivir. Claros exponentes son Los extraños (2008) o Funny Games (2008), pero allí no había una figura tan fuerte como Haidi, que dirigiera todas las acciones. Tras recibir primeros auxilios de la señora Haidi, la pareja detectará rápidamente que la mujer tiene algunos manejos poco felices con ellos, confirmados cuando intenten salir de la casa y ella se los prohíba. Desde allí la película comienza un camino obvio, de trazos gruesos, de resoluciones poco felices, más allá de los intentos de los actores por sostener el relato. “No siempre el thriller es terror” aseguraba hace unos meses Daniel Alvaredo, uno de los directores, “Haidi es un thriller de suspenso” sostenía ante la consulta por su inscripción dentro del boom del cine de terror que hay en el país. Pero La señora Haidi, lamentablemente, no asusta, al contrario, ante algunas desprolijidades técnicas como la reiteración del recurso de la cámara subjetiva y cierto tono que no termina de cerrar, hacen que su propuesta se resienta y hasta genere risas nerviosas en momentos claves. La película descansa mucho en las actuaciones, dejando librado a su desenvolvimiento lagunas en el guion y en la puesta cuasi televisiva. María Leal trabaja su personaje con algunos aciertos, sabiendo que justamente la gente querrá verla como una asesina luego de la entrañable María de Grande Pá!. Pero nunca termina por darle el control total a la historia siendo un film rápidamente olvidable.
La disputa entre lo oculto y lo evidente Instalada en el ominoso espacio de una casona solitaria, la señora Haidi espera entre truenos y relámpagos. La noche, el desvío de una ruta, la llegada de una pareja luego de un accidente: ingredientes del terror que los directores Rafael Menéndez y Daniel Alvaredo administran con solidez, pero nunca alejados de la receta. Todo resulta calculado, atado a golpes de efecto y desbordes actorales. La tenue ambigüedad de Haidi (María Leal), restringida a esos primeros minutos de espera, se convierte en una máscara de horror grotesco, sumergida en fanatismos religiosos y sangrientos. Lo mejor: los aislados instantes de silencioso enfrentamiento entre Haidi y su huésped (María Abadi).
Terror a la criolla con buenos recursos Este thriller argentino de terror comienza de manera elemental con la típica escena en la que, en una noche tempestuosa, una pareja accidentada pide auxilio en la única casa en un paraje desierto. Esa casa está habitada por el personaje del título, una mujer que no está muy bien de la cabeza ya que habla de un marido inválido que no se ve por ningún lado y a cada rato da lecciones de acuerdo con sus estrictos valores morales y religiosos. Si bien es cierto que el film parte de una formula archiconocida, poco a poco la trama va enganchando al espectador y el asunto se pone más aterrador, Las actuaciones son sólidas pero a veces los diálogos no encuentran la síntesis. Más allá de sus defectos, "La señora Haidi" es una película interesante y bien filmada que no decepcionará del todo a los fans del género.
Un film de terror vuelve a presentarse en nuestras carteleras. De la mano de un montajista y cámara devenido en director, Rafael Menéndez, y uno con recorrido como es Daniel Alvaredo (Paternoster) es que viene La señora Haidi, que presenta a Maria Leal como una villana que intenta mantener recluida dentro de su casa a una pareja que llega allí por accidente. Durante 76 minutos, el encierro, la sangre y la desesperación se mezclan con la fórmula clásica del género, con sobreactuaciones y un desarrollo muy predecible.
La idea de desarrollar una película de género en un escenario y con pocos personajes resulta atractiva para inquietar al espectador, y Señora Haidi parte de una buena premisa para instalar el suspenso y el terror en una vieja y aislada casona cercana a la ruta. Siguiendo pasos de títulos como Misery y Carrie, la película dirigida por Daniel Alvaredo y Rafael Menendez gira en torno a dos jóvenes -Guillermo Pfening y María Abadi- que sufren una accidente de auto durante una tormenta y encuentran refugio y cuidado en la casa de la señora Haidi -María Leal-, una enfermera diplomada que vive y es custodiada por dos ovejeros alemanes. Lo que parece un remanso para recuperarse de las heridas y pasar la noche en el lugar, se transforma en una pesadilla para la pareja. Lejos de toda ayuda posible, sin señal de celulares y con las líneas interrumpidas, los recién llegados empezarán a sospechar de la dueña de casa y de otro personaje al que se nombra en la historia. En La Señora Haidi, el comienzo tiene un clima de misterio y sospechas varias, pero la situación de encierro que sufren los jóvenes en la habitación de huéspedes, y a merced de Haidi, requería una mayor elaboración. Si bien la historia no ofrece demasiados giros, da la sensación de que el desenlace está armado a las apuradas, restando a la atmósfera general que requiere el film. El punto más logrado es ver a María Leal en un registro totalmente diferente al que el público está acostumbrado a verla, dotando a su criatura de locura y ferviente inclinación religiosa. Ella tiene un motivo para hacer lo que hace y evitar que el "mal" se propague en la Tierra. Un buen intento para transitar por el terror pero con resultados a medias.
Noche de tormenta, una señora cose lentamente, en compañía de sus dos perros, dos ovejeros alemanes En el medio de la noche tocan con desesperación a su puerta. Un hombre ensangrentado lleva en andas a su mujer herida, han sufrido un accidente. La dueña de casa los recibe, parece pequeña y desvaída. Su hospitalidad es generosa pero… Un detalle, la Señora Haidi descubre que la pareja no es un matrimonio, son amantes y ese detalle desencadena su furia terrorífica. Solo tres personajes una María Leal que sabe meter miedo y sorprende con su personaje, Guillermo Pfening y María Abadi como las víctimas. Lod directores Rafael Menéndez y Daniel Alvarado que conocen a la perfección las reglas del género, con poco presupuesto pero con talento, ideadas claras cumplen con el entretenimiento, el suspenso y lo sangriento.
La señora Haidi, codirigida por Daniel Alvaredo y Rafael Menéndez, cuenta una historia de suspenso claustrofóbico que, a pesar de intentar una mirada al género de terror sostenida en los climas, no logra ser un producto a la altura de lo que el público de este tipo de películas está acostumbrado. María Leal es la señora Haidi, una ex enfermera que vive en un paraje aparentemente alejado, al cual, de improviso, arriban Pablo (Guillermo Pfening) y Mara (María Abadi), una pareja que sufrió un accidente automovilístico, volviendo de una fiesta, y que los dejó imposibilitados de continuar el viaje. Haidi los ayuda a sanar las heridas y les ofrece cobijo pero, luego, descubre que ellos no son marido y mujer y que Mara es la amante de Pablo, lo cual parece llevar a Haidi a un estado de locura provocado, aparentemente, por su fanatismo religioso que no acepta el adulterio. Aunque los directores del film intentan apoyarse en un primer momento en el factor claustrofóbico de un thriller psicológico, el clima no logra crearse nunca. Primero porque el exterior de la casa nunca se ve, con lo cual da la sensación de ser un caserón normal y no una casona en medio de la nada como los personajes repiten insistentemente. Por otro lado, las flojas actuaciones de la pareja principal (sorprendente en el caso de Guillermo Pfening que dio este año una sobresaliente performance en la película Nadie nos mira de Julia Solomonoff) no ayudan a que el espectador sienta nunca el encierro y la desesperación. A medida que la trama avanza, la credibilidad va desapareciendo. El gore aparece de forma confusa cuando la señora Haidi parece cortar carne en una especie de matadero que tiene detrás de las paredes de la habitación de huéspedes. Las heridas de los personajes, severas minutos antes, ahora no son impedimento para los movimientos más forzados y las puertas abiertas en una escena no son salidas posibles en la escena siguiente.
TERROR FUERA DE CAMPO La señora Haidi tiene un planteo similar al de Misery, sólo que establece su punto de vista desde “la mala”, por lo menos al principio. La susodicha Haidi (María Leal) es una mujer sola, vive con dos perros que se suponen feroces, fue enfermera y es muy religiosa. Una pareja se accidenta con el auto y caen en su casa pidiendo ayuda. Todo lo que suponemos que pasará de ahí en más es básicamente lo que pasa: la señora no los dejará irse con diversos artilugios hasta que ellos se rebelen por fin y ella decida abiertamente matarlos. El plano de apertura parece de cuento de hadas, pero de esos cuentos crueles y sádicos que leíamos de chicos sin llegar a comprender su crueldad sino luego y retrospectivamente. Después la puesta en escena intentará imitar la atmósfera del género terror, pero con una producción y una factura más televisiva que cinematográfica. Incluso las actuaciones tendrán ese tono, especialmente la de María Leal, siempre exagerada, obvia y unívoca pero sin la locura desbocada que podría generar tal paroxismo. El bajo presupuesto no está compensado con ingenio ni pericia. Todas las escenas que involucran violencia están siempre fuera de campo en sus momentos culmines lo que nos priva, aunque sea de un placer gore que sí parece prevalecer en el terror de las últimas producciones tanto norteamericanas como europeas, pero que tampoco es ajeno a nuestra industria. Para tal caso podríamos recordar esa extrañeza que fue Sudor frío (2010) cuyos efectos especiales y una indómita creatividad para la violencia compensaba la simpleza del guion. La casa en donde sucede el relato nunca termina de convertirse en protagonista, lo que es fundamental teniendo en cuenta que el mundo exterior no tiene ninguna injerencia, desaprovechando así un recurso que podría haber complejizado la acción y la interacción entre los personajes. Sorprende la falta de creatividad cuando hablamos de un proyecto que, aunque austero en muchas cuestiones, tampoco es una producción independiente sin presupuesto. Cuando se ven este tipo de filmes uno duda que los realizadores se hayan hecho las preguntas más básicas a la hora de emprender una producción: ¿Qué tengo de novedoso para contar? ¿Por qué alguien debería ir a ver esta película? Por Martín Miguel Pereira redaccion@cineramaplus.com.ar
INFIDELIDAD FATAL La señora Haidi no está entre los mejores exponentes de lo que el cine de terror nacional ha entregado en los últimos años, pero resulta al menos interesante y tiene algunas vertientes que vale la pena destacar. Lo absorbente y siniestro del personaje interpretado por María Leal y, esencialmente, el clima claustrofóbico de la casa, que termina siendo un personaje más, son algunos de los puntos altos. Los problemas son, bueno, todo lo demás y de alguna forma también el personaje de María Leal. ¿Contradictorio? No, en absoluto, un punto alto puede también ser un punto bajo con la progresión del film. La premisa es sencilla: tras la introducción del misterioso personaje de la señora Haidi (Leal) con una metonimia que se pretende sutil pero no lo es tanto, nos asomamos a la historia de una pareja que se acerca para pedirle ayuda tras un accidente. La señora los hace pasar y les brinda auxilio con sus conocimientos de enfermería, ya que la casa parece aislada en el medio de la ruta, sin ninguna forma de asistencia cercana. En cierto sentido, el film persigue el tópico de “la casa en el bosque”, abriéndose a los horrores y lo misterioso de una locación extraña, algo que se termina confirmando cuando la pareja descubre que la casa encierra misterios inexplicables e inconsistencias en la vida que lleva la señora Haidi. La cuestión se termina de poner fea cuando ella descubra que la pareja no está bendecida por las robustas creencias religiosas que tiene en el matrimonio consagrado, sino que son amantes y el Pablo interpretado por Guillermo Pfening se encuentra casado con otra mujer que no es precisamente Mara, la pobre chica accidentada interpretada por María Abadi. Dijimos que los climas y la locación son uno de los puntos altos del film porque la casa es lúgubre, con ventanas selladas y un mobiliario antiguo que le da un aspecto decadente. La iluminación es expresiva y de alguna forma previene desde la introducción con su contraste entre el azul y el rojo el malogrado destino de nuestros protagonistas al internarse en la casa. Los colores son tan claves como la iluminación directa que a menudo genera terror desde la extrañeza. Pero también hay decisiones formales que van de poco felices a muy poco felices: la edición por momentos es torpe e interrumpe secuencias de acción al poner el detalle sobre elementos anecdóticos; el uso de la cámara subjetiva en al menos una secuencia en particular que tiene a Gabriel huyendo por un bosque resulta confuso y una decisión inexplicable, tanto como el montaje paralelo que le acompaña; y el uso del fuera de cuadro resulta disruptivo con la secuencia de acción que vimos previamente (supongamos, la persecución de los perros) porque lo que ocurre nunca termina de estar bien ejecutado. En fin, el film tiene muchos de los peores defectos de las ficciones de terror televisivas de nuestro país. Pero el asunto de la señora Haidi es que resulta un personaje atractivo, su misterio parece mimetizarse con la casa, pero una vez que el film progresa termina siendo una caricatura sin ambigüedades y de una inconsistencia llamativa. Lo mismo los tropiezos de la pobre pareja, que resultan ser pobres víctimas, no sólo de Haidi, sino de un guión que no los lleva a ninguna parte. En fin, muchas de las irregularidades que advertíamos desde lo formal se trasladan al relato, que logra enganchar inicialmente pero de a poco va perdiendo peso y cierta coherencia. Como dijimos, La señora Haidi es un exponente fallido del terror nacional, con algunas ideas lúcidas malogradas en su ejecución, lo que lleva a que perdamos rápidamente el interés por el destino de los personajes.
Suspenso desde la base. Una carretera perdida, una mala opción para tomar un atajo, una casa en el medio de la nada, una pareja, un accidente, y una dueña de casa con dobles intenciones. Elementos típico de una película de terror o suspenso que La señora Haidi llevará a un plano local. Con la creciente ola de cine de género salido de nuestro país, podemos toparnos con argumentos que intentan atraparnos desde la originalidad, las ingeniosas vueltas de tuerca, y los elementos que las hacen llamativas desde lo diferente. También podemos encontrarnos películas que apuntan a lo tradicional, a las estructuras conocidas bañadas de un sabor local para hacer el tópico distintivo. La señora Haidi muestra sus influencias de modo bastante directo. No costará mucho encontrar sus referencias a poco de iniciado el film, por lo que el camino que transitará será el de la tradición que respete el género muy “al uso nostro”. Daniel Alvaredo, en conjunto con el guionista Osvaldo Canis, tienen como antecedentes dos películas, Paternoster y El peor día de mi vida que si algo tienen en común con esta es su tratamiento local de los géneros, casi a modo costumbrista. La construcción de diálogos, la cercanía de las puestas, y el modo en que las historias se estructuran, apuntan a la identificación con nuestra idiosincrasia, lo cual ayudará a que el resultado final tenga otro color para el espectador. Desde Misery a Carrie, podemos encontrar detalles aquí y allá, pero todo desde una mirada muy local. La anfitriona los está esperando: La señora Haidi cuenta la historia de una pareja, Pablo y Mara, interpretados por Guillermo Pfening y María Abadi. Ambos llegan a una casa en medio de una carretera perdida sin nada alrededor. Por ahí se escuchará que alguien quiso tomar un atajo y le salió mal; lo típico. En esa casa, como único refugio, aguarda la señora Haidi (María Leal), una mujer que en un principio se presentará amable, aunque siempre extraña. La casa está plagada de simbología religiosa, lo mismo que la anfitriona, que lleva una cruz de tamaño considerable colgada de su pecho. Ella acusa haber sido enfermera hace varios años y tener todavía todos los conocimientos en la materia de modo muy fresco; lo cual será útil para esta pareja de accidentados. También dice tener un marido, aunque el hombre no aparece. A medida que avance la historia, Haidi mostrará sus verdaderas intenciones, Pablo deambulará por la casa tratando de averiguar los secretos que se esconden en ella, y deberán idear un plan de fuga del lugar. No respires: Si el guion de Canis transita caminos conocidos del suspenso, la puesta de Alvaredo y el debutante Rafael Menéndez se juega por sacar provecho del espacio cerrado que presenta para hacerlo casi ominoso. Canis es también el director y dramaturgo de la obra teatral todavía en cartel Isla negra, habiéndola apreciado se puede llegar a la conclusión que sabe hacer uso de historias en una única locación, transformar lo que pudo ser estático en algo opresivo. Uno de sus mayores atractivos será ver a María Leal jugando a esta villana totalmente perversa y desquiciada. La actriz, de extensa carrera televisiva y teatral, no tanto cinematográfica, es reconocida por sus personajes dulces y armoniosos, algo totalmente distinto de lo que le veremos hacer aquí. Haidi es sádica, controladora, y cree tener razón para hacer lo que hace, ella es la mano ejecutora de Dios. Lo más similar que le vimos hacer a esta actriz, es la contrafigura de Susú Pecoraro en la recordada telenovela Mujeres de nadie en la que casualmente también componía a una jefa de enfermeras religiosa, perversa, y fuera de control. Casi que esta actual Haidi podría ser una continuación del personaje aquel. Guillermo Pfening luce convincente como el hombre de la pareja que también guarda un secreto, y que oficiará de las piernas del grupo siendo que su mujer se encuentra acostada en pos de las curaciones de esta anfitriona enfermera. La historia es simple pero a la vez atrapa, el interés no decae, y pese a presentar algunos detalles ninguno es lo suficientemente importante como para derrumbar sus logros. Sí denota un ritmo algo abrupto: algunos instantes del film hubiesen necesitado de alguna escena extra para que el espectador los asimile mejor. Conclusión: Una correcta puesta de clima opresivo, mucha tensión, una historia simple y tradicional contada con tintes locales, y una sobresaliente labor de María Leal, son las mejores armas de La señora Haidi, una propuesta que atrapa desde las reglas más básicas del género.
De un tiempo a esta parte se vienen sucediendo las incursiones de los nuevos directores de cine, de los que egresan de la innumerable cantidad de escuelas al respecto, en el género del terror. De hecho la misma existencia y auge del festival de cine “Buenos Aires rojo sangre”, cuya primera edición data del año 2000, es un parámetro a tener en cuenta. Posiblemente uno de los más importantes festivales en su género en Latinoamérica, pero queda circunscripto a los seguidores de esa estética: Cine de bajo presupuesto, fantástico, hasta lo bizarro entra en competencia con menor cantidad de ideas originales. Pocas, muy pocas, excepciones. “ La Sra Haidi ” no es una de esas excepciones, es casi, podría decirse, peor. Pues se le notan las costuras al bajo presupuesto que quieren ocultar, sin haber empezado hablar de los yerros en tanto relato, guión y producto terminado. Todo transcurre en una misma locación, una casa en el medio de la nada, lejos de la civilización, en una oscura noche de lluvia que, por el sonido, parece torrencial. Lo que dice el libro de lo necesario en lo ornamental que aplica el texto esta garantizado, pero el uso del mismo no. Allí se entrecruzaran las vidas de tres personajes: la Sra Haidi (Maria Leal), dueña de casa que recibe y da cobijo a Mara y Pablo (Maria Abadi y Guillermo Pfening, respectivamente), aunque sea evidente, por las dudas. Todo dicho, como en la película, todo discursado. Una pareja que acaba de tener un accidente en la ruta. Son sólo ellos tres en todo el metraje que por delineación del texto podría tratarse de una obra de teatro, pero no. El uso de los movimientos de cámara, los recortes y el mismo espacio físico amplio, cercenado con muchos pasadizos secretos y habitaciones jugaría el papel de otro protagonista. Pero no. Siempre depende de la construcción verosímil del mismo para que esto suceda, y si algo falta en toda la narración es la instalación adecuada de la verosimilitud. La Sra. Haidi no es lo que parece, ellos tampoco, y el texto termina siendo una ensalada con muchas referencias a infinidad de películas del genero, filmes foráneos, claro. Se pueden reconocer guiños, para decirlo de alguna manera, a “Psicosis” (1960) o “Carrie” (1976), de Alfred Hitchcock y Brian de Palma, respectivamente (aquí sí corresponde). Hasta pone de manifiesto el rescate de último momento puesto en juego por la escuela de Brigthon en 1918, (haga usted la cuenta), o el "volveré" de “Atracción Fatal” (1987) de Adrian Lyne. No es un homenaje. No puede decirse eso ni por la forma de establecerlo, ni por el resultado dada la inclusión de lo religioso como síndrome del fanatismo o temas como lo impuro, la venganza, la culpa, crimen y castigo. Si no alcanzaba con la transformación del personaje de la dueña de casa, todo debe ser refrendado por los diálogos. Esto deriva en la previsibilidad de cada plano, escena y acciones por ende, aburre. Si hay algo para rescatar son las actuaciones. María Leal parece estar en su salsa, muy buena caracterización e interpretación, creíble en cada una de sus mascaras, bien secundada por Guillermo y María. El problema es que los peores textos, los no creíbles, los más tontos, los tienen que decir ellos hasta que en algún momento empiezan a mover a risa. Lo mismo ocurre con algunas cuestiones desde la dirección de arte, la fotografía y el diseño de sonido. Son mas que correctos, pero si algo cobra importancia en este tipo de filmes es la continuidad y credibilidad de las acciones, y estas ni se acercan a lo potable. Si la idea hubiese sido reírse del genero hasta podría ser loable, pero todo en la producción se huele a seriedad, por lo que se siente pretenciosa.