Dolorosa hisotria de sororidad y resiliencia, en cada uno de los obstáculos que les aparecen a las dos protagonistas, hay un intento de fortalecer su fuerza para seguir adelante a pesar de las adversidades. Marina Merlino y Ailín Salas brillan en una película que demuestra el amor desconsiderado por el prójimo.
Hay muchos pasajes conmovedores en este film que narra la odisea por la que pasa una embarazada para dar a luz en San Antonio, una pequeña localidad de la provincia de Misiones ubicada en la frontera entre Argentina y Brasil. Sobre todo, aquellos que ponen en evidencia la solidaridad y el coraje de dos mujeres jóvenes (Ailin Salas y Marina Merlino), que protagonizan una especie de fatigosa road movie de a pie por un paisaje cautivante que la película se ocupa de mostrar en todo su esplendor a través de una serie de bellísimos planos. Se trata de una licencia poética que Pedro Wallace logra integrar al fresco general del relato como singular contrapunto de aquellos que, con más crudeza, cuentan las condiciones inaceptables de la salud pública en un lugar que parece estar fuera del radar de las políticas públicas de dos países limítrofes. Parte de la eficacia de esta ficción -inspirada, según declaró el director, en un caso ocurrido en Salta, lugar donde él vivió muchos años- se debe a las muy buenas interpretaciones de las dos protagonistas, que son muy elocuentes pero no resignan aplomo ni sobriedad. En cada actitud de resistencia que ellas van asumiendo en ese entorno que se va volviendo cada vez más hostil, se revela con una claridad que emociona una enorme valentía. Los hombres con los que conviven se esfuman de la escena, y cuando aparecen son indiferentes o directamente agresivos. Las preñadas es sin dudas una película de heroínas. No solo la millonaria maquinaria de Marvel produce ese tipo de personajes.
Bajo el circuito de estrenos de la plataforma de CINE.AR Estrenos, “Dos Preñadas” llega al publico nacional para mostrar una realidad poco abordada por los cineastas. El director Pedro Wallace decidió trasladar a la gran pantalla una de las historias que lo han atravesado en su vida; la historia de dos mujeres marginadas socialmente que buscan la ayuda con su embarazo en la ciudad urbanizada. La historia se centra en la trayecto en busca de ayuda que emprenden Juana y Carmela, dos mujeres embarazadas, desde un barrio periférico donde viven hasta hospitales de dos ciudades en la frontera entre Argentina y Brasil. En este recorrido se encontrarán con la falta de solidaridad y la ausencia y abandono del estado, situación que las llevará a descubrirse y crear una fuerte amistad. Los contextos de ambas mujeres son radicalmente opuestos, la violencia y la marginalidad predominan en el entorno de ambas familias. Sin embargo, la unión entre mujeres y la lucha contra las adversidades son el hilo rojo que conecta ambas realidades de ellas. La película tiene un ritmo y una narrativa que hace que la empatía hacia los problemas de las embarazadas sea protagonista del guión. El director logra plasmar una realidad que es transversal a todos los escenarios de marginalidad existentes tanto en Argentina como en Brasil. La co-producción no fue un problema para adaptar una historia que tiene origen en un pueblo de Salta, escenario donde Pedro Wallace paso gran parte de su crianza y allí descubrió la historia que es musa de esta película. La frontera misionera con Brasil es el lugar elegido para ambientar toda esta historia y permite al equipo de producción demostrar que, no solo estas historias son transversales a nivel nacional sino, la problematíca social plasmada en pantalla ocurre a nivel internacional. El compromiso actoral y el apoyo con la interpretación son aspectos que resalta Ailin Salas y parte del equipo de realización. El desafio actoral para la protagonista fue el cambio hasta del caracter, en comparación con otras películas de la filmografía de la actriz protagonico. El elenco se completa por Marina Merlino y un elenco de niños de Brasil que le dan un contexto auntentico al escenario donde ocurre toda la historia. Un viaje actoral destacado por el equipo porque tuvieron que tener la colaboración de mujeres embarazadas y coach de actuación para ayudar a las protagonistas, quienes no habian sido madres ni estaban familiarizadas con la maternidad. La película busca visibilizar una problematica de las mujeres que es poco tratado en la sociedad y en un contexto poco visto por los medios masivos. Mostrar la vulnerabilidad de las mujeres en los sectores de pocos recursos y la poca accesabilidad a derechos basicos en estos lugares donde reina la marginalidad y la pobreza economica, la presión por la dependencia machista y las difilcutades de los embarazos. Ademas, aborda el manejo y destrato de la medicina que vuelve a las personas en unos simples números que pueden esperar.
Las Preñadas es una película producida entre Brasil y Argentina, un drama de denuncia social inspirada en hechos reales que ocurren aún hoy en la zona de frontera. Según sus realizadores es una road movie a pie, ya que narra el derrotero de dos mujeres embarazadas, una de cada país, que deben ir en busca de ayuda para poder parir. Una de ellas necesita urgente ser atendida pero los hospitales de las ciudades de frontera no les dan ninguna solución y ayuda. Viviendo en un entorno machista, las mujeres son menospreciadas en la vida cotidiana y dejadas a su suerte en su momento de mayor incertidumbre. La película cuenta, además del drama, la amistad de hierro que surge entre ambas mujeres unidas por la adversidad. No hay duda alguna de la genuina intención del director Pedro Wallace, pero la película se choca de frente con un problema insalvable y es que las dos actrices, Ailín Salas y Marina Merlino, no logran producir un solo segundo de autenticidad en toda la duración del largometraje. Cada línea de diálogo pronunciada por ellas expulsa al espectador de cualquier esperanza posible de identificación. Es como ver a las dos actrices y no a los personajes. Siendo ellas las protagonistas excluyentes de este drama, no hay lugar donde refugiarse y toda buena voluntad se pierde.
Cuenta la historia de dos mujeres en un contexto de extremada pobreza y escases (escasez en realidad) de recursos, dos mujeres embarazadas y la construcción de un vínculo de sororidad entre ellas. Tal la síntesis argumental. El filme en realidad no presenta un conflicto determinado ni desarrolla, lo que podría haber sido se transforma en escenas salteadas en las que ambas involucradas vivencian el desprecio del “otro”, la cuestión de la sororidad (neologismo que nada significa en realidad) queda destruido al ser dos médicas las que las dejan desamparadas, en distintos centros de salud. Carla (Marina Merlino) esta embarazada de 37 semanas, Juana (Ailin Salas esta cursando la trigésimo tercera semana, ambas con historias de violencia. Ninguna de las dos es madre primeriza. Por lo que mucho de su accionar queda en el orden de lo inverosímil, Marian Merlino compone muy bien su personaje, lo sostiene, es creíble, demuestra interesantes herramientas histriónicas, lo contrario sucede con
MUJERES DE FUEGO, MUJERES DE NIEVE El coraje y la valentía de dos jóvenes mujeres embarazadas, el derrotero de hospital en hospital, el maltrato hogareño, la amistad de ambas, la mirada del director brasileño Pedro Wallace que apunta a la denuncia social de un sistema de salud resquebrajado y el retrato de una geografía de supervivencia cotidiana son algunos de los ítems temáticos que ostenta Las preñadas, una coproducción bien latinoamericana que manifiesta, entre otras cuestiones, un lamentable y terminal estado de las cosas. Y ahí están los personajes centrales, Juana y Carmela, soberbiamente interpretadas por Marina Merlino y Ailín Salas, en esos primeros minutos del film donde se describe el nulo bienestar de cada una con sus respectivas parejas e hijos. Los embarazos de las dos servirán al director para que la película se sumerja en un vía crucis hospitalario, en el reflejo de un sistema de salud hecho añicos que obligará a las mujeres a emprender una especie de road movie de a pie en medio de carencias, molestias, malestares, dolores físicos y desidia social. En este punto Las preñadas converge hacia un dilema que va más allá de sus pretensiones temáticas. El reflejo directo de un caos hospitalario que padecen ambas mujeres trasluce como el eje central de la película. En ese sentido, se está ante un film que no se diferencia de tantos otros donde se manifiesta una denuncia social sobre un tema determinado donde la sociedad poco puede hacer o, en todo caso, no se preocupa demasiado en remediarlo. Por contraste, la elección de puesta en escena y de un tempo narrativo parsimonioso, elegidos como sistema narrativo por el cineasta Wallace, invade cada una de las escenas y se destaca por encima de su tema en sí mismo ya de por sí expuesto de manera directa. Es decir, por tomar un ejemplo también del cine argentino: Las preñadas es una película, desde sus decisiones formales, ubicada en la vereda de enfrente de Darse cuenta (1985) de Alejandro Doria, explícita en su discurso y transparente desde su exhibición retórica. La apuesta de Wallace, en cambio, se dirige hacia otra zona: denunciar ese estado de las cosas pero de la forma más sutil posible. Y ese es el desafío principal de Las preñadas, película rodada en Misiones y Brasil, hablada en dos idiomas, con una inclinación particular por elegir un tono minimalista para determinadas situaciones, lejos de la euforia y del subrayado pero, eso sí, mostrando la fortaleza de dos mujeres que pelean solas ante un contexto acosador y problemático, no solo privado sino también público.
"Las preñadas": potencia de dos actrices La presencia en pantalla de Merlino y Salas, en particular esta última y su interacción en los momentos de ansiedad y miedo, es la virtud más patente de la película rodada en la provincia de Misiones. “En la lengua de hoy, se prefiere ‘embarazada’ cuando se trata de una mujer y ‘preñada’ en referencia a la hembra de un animal, pero ambas son válidas”, responde la Real Academia Española ante la consulta de un usuario. No parece una casualidad que el realizador argentino Pedro Wallace haya elegido el segundo de los términos para referirse a las protagonistas de su nuevo largometraje, dos mujeres con gestaciones avanzadas obligadas a atravesar una pequeña odisea para que una de ellas sea atendida por una médica obstetra. Como si no fueran seres humanos y se tratara de animales que pueden parir en cualquier lugar y situación. Rodada en ciudades de frontera de Argentina y Brasil (el film es una coproducción entre ambos países), Las preñadas recorre sus primeros minutos bajo la luz agresiva de una mañana misionera, reflejada en la tierra roja de las calles sin asfaltar. A través de la ventana de una pequeña casa de madera, Juana (Ailín Salas) observa a su vecina Carmela (la brasileña Marina Merlino) mientras esta intenta calmar a su pareja. “Ya está gritando otra vez”, le dice Juana a su marido, evidencia de una violencia si no cotidiana al menos recurrente. La vida no es sencilla, como lo deja en claro un breve diálogo entre Juana y su esposo, en particular cuando se trata de parar la olla y llenar las panzas. Del otro lado de la calle, la vecina podría afirmar lo mismo; en su caso, la situación es aún más complicada por la presencia de dos hijas de un matrimonio previo, el pequeño bebé que llora y el que está en camino. De pronto, Carmela se siente mal, manda a llamar a Juana y juntas se van caminando a la salita cercana, dejando a los pequeños a su propio cuidado. Pero no hay nada que hacer: los médicos están de paro otra vez y no hay especialista que pueda atenderla. Mejor buscar otro lugar rápido, porque la dilatación anda por los cuatro centímetros. Bajo los hirientes rayos solares, las mujeres se meten en terrenos selváticos y cruzan la frontera para intentarlo nuevamente del lado brasileño. Las preñadas, cuyo relato transcurre en menos de veinticuatro horas, aprovecha la potencia de las dos actrices para ocultar algunas de las falencias de un guion por momentos demasiado esquemático. Las intenciones son, como suele decirse, buenas, pero el derrotero de las protagonistas se revela velozmente como la puesta en marcha de la demostración de una tesis: sólo la sororidad es capaz de atenuar los golpes de la desidia institucional, la pobreza y la escasez de empatía. La falta de tensión narrativa –más allá del uso del montaje paralelo, que intenta producir suspenso a la manera clásica– atenta contra las expectativas que la película intenta generar. La presencia en pantalla de Merlino y Salas, en particular esta última, su interacción en los momentos de ansiedad y miedo, es la virtud más patente de Las preñadas.
La sororidad de dos mujeres muy humildes a punto de ser madres. En una frontera de Brasil y Argentina mas señalada en los mapas que en la cercanía de dos pequeñas poblaciones. Entre San Antonio en Misiones y Santo Antonio del país vecino. Dos mujeres con embarazos avanzados, una de ellas con la posibilidad de un parto cercano, que lo único que piden es una atención médica en lugares de gran precariedad económica y de enorme indiferencia hacia ellas. Definida por su director, Pedro Wallace, como una road movie pero de a pie, la realidad que viven sus protagonistas se repite con confesiones del pasado, con hombres ausentes o violentos, en casas humildes, pero donde brilla el coraje en esta situación límite. Dos actrices como Marina Merlino y Aylin Salas le dan vida a las heroínas casi anónimas, en un logrado film.
En esta película que escribe y dirige Pedro Wallace, Juana y Carmela son dos amigas que viven en la frontera entre Brasil y Argentina. Una especie de no lugar, como al margen. Además cargan en simultáneo un avanzado embarazo, algo que es una odisea en sí misma ya de por sí. Una tarde en que Carmela se siente mal y cree que podría estar pronta a dar a luz, Juana se dispone a acompañarla hasta el hospital más cercano, quedando los niños de ambos solos en la casa, entretenidos entre sus juegos. El calor del verano misionero se puede percibir en esos rostros cansados, en el caminar pesado de las dos mujeres. Dos mujeres que al llegar hacia el punto dirigido no encuentran la respuesta necesitada: que todavía falta, que acá no hay lugar para atenderlas, que pruebe en otro lado; a la larga, tratadas como dos animales, «preñadas». Así, vagando con el peso a cuestas mientras no encuentran una pizca de solidaridad o empatía a su alrededor, excepto la que se brindan entre ellas. En sus casas no es muy distinto, Juana escucha los gritos del marido de Carmela y luego le descubre un moretón en la pierna. Es que Carmela terminó aceptando que las leyes, el Estado no están para todas las mujeres. Es que la violencia machista (en especial la doméstica) para ella es algo cotidiano. Las preñadas pone en foco la amistad y sororidad femenina, aun en las circunstancias más inesperadas o adversas. Las actrices Ailin Salas y Marina Merlino ponen el cuerpo en un drama social de tiempos aletargados que impregnan de naturalidad al relato. La fotografía y el diseño de sonido ayudan a transmitir la atmósfera del lugar. Los lugares abiertos, con pocas casas, las calles de tierra, los senderos empinados. Y después, la cuestión de la salud pública, con hospitales descuidados y con poco personal. Agobiante pero también amorosa por la compañía entre las dos mujeres, Las preñadas parte de una premisa narrativa simple y la impregna de una fuerte carga social. Sin necesidad de apelar al suspenso o una tensión efectista ante cada nuevo pequeño obstáculo, y en su lugar con dos interpretaciones soberbias que son el corazón de una película que abre un debate necesario sobre una realidad que duele.
Drama con Ailín Salas sobre la maternidad en contextos vulnerables Desde una estética natural y campestre, Pedro Wallace realiza un relato concentrado en la figura de sus protagonistas quienes emprenden la travesía que deben llevar a cabo. Las preñadas (2022) trabaja sobre el embarazo y la salud en una zona geográfica específica. Al mismo tiempo, es un drama sobre las madres, las hijas, la infancia, la figura del padre y sobre la amistad. Juana (Ailín Salas) y Carmela (Marina Merlino) son vecinas en una localidad en la frontera entre Argentina y Brasil. Cada una está embarazada y tienen hijos menores. Un día Carmela se siente mal y decide ir al hospital. Juana decide acompañarla. Ambas emprenden un camino hacia el hospital, mientras los niños se quedan jugando en la casa de Carmela. Al llegar al hospital no reciben atención, por lo que emprenden un camino más largo hacia un hospital en la ciudad. Una situación que muestra los temas sociales y familiares de cada una. Las protagonistas tendrán que cruzar la naturaleza hasta llegar y enfrentarse en el otro hospital a las mismas dificultades, hasta que Carmela pueda dar a luz. Es interesante que el relato construye su propio ritmo y clima. El lugar donde viven Juana y Carmela marca el tiempo en que se presenta la historia, algo que se percibe en el ambiente y en las actividades cotidianas. En ese punto la naturaleza es parte de la construcción visual, y así se forma una relación entre la idea del embarazo y la relación con lo natural. De igual manera, el conflicto aparece lentamente, y se muestra que la tensión y las dificultades están presentes a lo largo del relato. Es atractivo también que el film presente distintos elementos en paralelo. Por un lado, los niños y su presencia desde el juego y la diversión. Y por otro lado, el drama de las madres frente a la figura del sistema de salud que al mismo tiempo muestra otros temas sociales y que se relacionan con aspectos más amplios, y muestra la situación de todo un espacio geográfico. Finalmente, esta coproducción entre Argentina y Brasil tiene un estilo de road movie a pie, donde la figura materna se lleva adelante desde un realismo social que visualmente tiene su propio tiempo y espacio (con planos y movimientos de cámara que se centran en el rostro) que establecen un ritmo propio. Así se puede construir un relato que resulta ser una mirada sobre los conflictos familiares y también, sobre la amistad.