Los caballeros del Zodiaco no le pertenece a nadie más que a su fandom. Sus fieles seguidores podrán disfrutar o sufrir con cada escena, quedarse días o semanas debatiendo cada momento, regresando a la sala para poder entender cada mínimo detalle. Fuera de ese grupo de fanáticos expertos, la película no tiene nada para ofrecer, pero absolutamente nada, en serio. Se trata de uno de los peores títulos que se han estrenado en los últimos años. Prácticamente no hay película. Es asombroso como la certeza de apuntar a los fans exclusivamente ha llevado a los realizadores a despreocuparse por las más mínimas reglas del lenguaje cinematográfico o el sentido común. Atenea, la diosa de la sabiduría y de la guerra ha reencarnado en el cuerpo de una joven llamada Sienna (Madison Iseman) para combatir las fuerzas del mal que desean dominar la Tierra. Seiya (Mackenyu) es un joven que ha crecido en las calles y pasa el tiempo luchando por dinero mientras busca a su hermana secuestrada. Cuando en una de sus peleas se le revelan poderes místicos que desconocía, Seiya se ve inmerso en un mundo completamente nuevo para él. Ahora sabe que es el elegido para proteger a la diosa reencarnada, pero tiene un largo camino para aceptar su destino y aprender a estar a la altura de su misión. Los efectos visuales feos, los diálogos pomposos y mediocres, las actuaciones por debajo de lo tolerable y la idea total de que sólo hemos visto un prólogo convierten a las dos horas de este largometraje en una estafa para los espectadores. Sean Bean y Famke Janssen deambulan por el largometraje con cierta confusión y Mark Dacascos deja todo lo que tiene para darle dignidad a su papel. Hasta los últimos minutos la sensación general es que ignoraron la lógica de trabajar con actores en lugar de animé. Pero el final de Los caballeros del Zodiaco es tan malo, que cualquier análisis le queda grande. Cara pero barata, así se ve esta coproducción entre Japón, Hungría y Estados Unidos.
Los caballeros del Zodiaco llegará a todos los cines argentinos y es muy probable que sea una sorpresa para los fanáticos o quizás no. Dirigida por Tomasz Baginiski y el guion fue escrito por Josh Campbell, Matt Stuecken y Kiel Murray. El elenco está compuesto Mackenyu, Madison Iseman, Famke Janssen, Sean Bean, Mark Dacascos, Nick Stahl, Diego Tinoco y David Torok. Cuando Atenea reencarna en el cuerpo de una niña, Seiya, un huérfano de la calle, descubre que está destinado a protegerla y a salvar el mundo. Pero solo si puede enfrentarse a su propio pasado y convertirse en Caballero del Zodiaco. El caballero de bronce Otro live action se suma a lista y este es el turno de Los caballeros del zodiaco, una adaptación de la mítica obra de Masami Kurumada la cual no es tan mala como parece ser en su adelanto, pero tampoco es tan buena. Vale aclarar, que muchos tienen miedo de que sea la siguiente Dragon Ball Evolution, pero no es así. La trama es muy similar a su obra original, pero está mucho más adaptada a la modernidad y al occidente. Pero no estaría mal que las adaptaciones de las obras japonesas sigan manteniendo su tono y estilo oriental. Fuera de la occidentalización que la película tiene, la esencia de los personajes principales es más parecida a como muchos lo hemos visto en el anime. La química entre Seiya y Sienna (Atenea) es muy buena y sirve destacarlo, porque el pilar principal de la relación que forjan los personajes es de protector y protegida. Por otro lado, Seiya interpretado por Mackenyu Maeda, hijo del legendario actor japonés Sonny Chiba, da en el clavo con el personaje principal, sumado a que las escenas de acción las hace él mismo. Lamentablemente, la cinta usa demasiado CGI en partes que no son necesarias, arruinando totalmente la fluidez de los combates, porque si se tiene un actor que sabe artes marciales y se le agregan muchos cortes de cámara y CGI, una escena simple y muy atractiva, queda arruinada. Pasando al tema de las armaduras, pudieron haber estado mucho mejor, tienen sus buenos momentos con las escenas en cámara lenta, pero después se ven muy poco reales, sumado a que la armadura de Pegaso parece más un armatoste incomodo, que una buena armadura. Las escenas de acción no son malas, pero tampoco destacan, porque no hay peleas mano a mano que transmitan esa emoción que uno obtiene cuando ve una película de artes marciales, porque el CGI vuelve a jugar su papel principal y le quita el dinamismo a la escena. Por el lado de la actuación, Mackenyu es la base y el faro de la cinta, se destaca mucho, no solo por ser el protagonista, sino también por cómo actúa y en cómo se va desenvolviendo su personalidad a lo largo de la trama. Madison Iseman también interpretó muy bien a la reencarnación de Atenea. El problema de los dos personajes, son el resto que quizás sobra a su alrededor y hace un poco más lenta y ridícula a la película, alguno que otro, que además es inventado, no queda tan mal. En resumen No hay que temer tanto por este live action, pero deja un sabor muy amargo a los fanáticos, tampoco es una catástrofe como muchas otras adaptaciones, pero pudo haber sido una mejor cinta basada en la obra original y aprender de los errores de las otras. Solo se destacan los dos personajes principales, el villano es el clásico genérico que puede estar o no en la película, Sean Bean siempre tiene su destino sellado en cada cinta o serie que aparece y la cantidad de CGI que Toei utilizó rebaja muchísimo más a la cinta. La banda sonora es un punto alto y es muy buena. Pero Los caballeros de zodiaco es muy floja, no solo como adaptación, sino también como película, porque para alguien que quizás nunca vio el anime, esto no es una gran referencia para luego sentarte a disfrutar la obra original. Deja sabor a poco, pero aun, si es que Tomasz Baginiski, Sony y Toei, son valientes, tienen tiempo para redimirse y pulir muchísimo más una segunda parte, o quien sabe, más secuelas, ya que este es solo el inicio.
Bueno, una vez más una adaptación que no logra traducir con actores de carne y hueso el espíritu de una saga animada, pero, además de eso, hay una elección estética pésima y efectos que no logran transmitir la esencia de aquello que tenían que transmitir: aventura. Para el olvido.
Las adaptaciones de manga y anime a la acción real, ya sea realizadas para series o películas, arrastra una larga nómina de desengaños y frustraciones, esta última incursión se suma al historial. La primera síntesis argumental nos cuenta que: Seiya/Pegaso (Mackenyu), un testarudo adolescente callejero, se pasa el tiempo luchando por dinero mientras busca a su hermana secuestrada. Cuando en una de sus peleas se le revelan poderes místicos que desconocía, Seiya se ve inmerso en un mundo de santos en guerra, antiguos entrenamientos mágicos y una diosa reencarnada que necesita su protección. Para sobrevivir, tendrá que aceptar su destino y sacrificarlo todo para ocupar el lugar que le corresponde entre Los Caballeros del Zodiaco. ¿Se entendió? Va la segunda sinopsis: Cuando una diosa de la guerra se reencarna en el cuerpo de una joven, el huérfano de la calle Seiya descubre que está destinado a protegerla y salvar al mundo. Pero solo si puede enfrentar su propio pasado y convertirse en un Caballero del Zodíaco. La producción se presenta muy fuera de la estética del anime, como parámetro las armaduras de Pegaso y Nero (Diego Tinoco) parecen trajes extraídos de alguna otra película de súper héroes.
Distinto zapato, misma piedra. Las adaptaciones de los animé a los live action siempre estuvieron en el eje de la polémica, ejemplos sobran: Cowboy Bebop, Death Note o el fracaso de Dragon Ball Evolution que ni siquiera llega a película de culto. El saber que se haría el live action de Los caballeros del Zodiaco me daba una buena vibra, porque esta vez Hollywood aprendería de los errores, con la productora Toei involucrada en la producción nada podía salir mal, y así empezaron a salir las imágenes y tráilers, todos alucinantes… Pero quedó en eso. Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio (2023) cae en los mismos errores que todos los animés cuando Hollywood los agarra: occidentalizar la película cuando tiene un origen oriental, por el simple hecho de atraer a un público mayor. Craso error con el fin de llenarse los bolsillos, que busca una re imaginación con elementos innecesarios que matan la personalidad de la serie original, buscando en cambio captar nuevas audiencias. Lo mismo que Dragon Ball Evolution. Obras que tienen muchos más fans que personas ajenas. Nunca voy a entender como un grupo de cabecillas tiran millones para distorsionar tanto una obra y dar el visto bueno. ¿Acaso entre ellos no hay alguno que objete la cuestión? Teníamos un gran atractivo visual, un Arata Mackenyu como Seiya que, a diferencia de Justin Chatwin como Goku, me generaba una gran expectativa por lo que pudiera hacer con el personaje, pero también tenemos a Famke Janssen totalmente desperdiciada como antagonista, alguien que presentaba la oportunidad de redimirse pero por desgracia esto no sucedió así. No solo tenemos una villana olvidable que en ningún momento da la sensación de poder complicarle la vida al protagonista, sino que la historia en sí (pese a la premisa del héroe rebelde que es el “elegido”) en vez de hacer algo con ese formidable universo que propone la creación de Masami Kurumada, cae en los mismos clichés que mezclan cosas de películas ya vistas. Repito: tenían cosas buenas para hacer, contaban con un buen casting, podían redimirse no solo de la maldición de los animés al ser adaptados a este formato o la bochornosa película CGI, pero en cambio tropezaron por enésima vez con la misma piedra. Gracias por darnos una Dragon Ball Evolution 2.0.
Si hay un anime del que soy fanático es el de Los caballeros del zodíaco, habiéndolo visto cuando era chico en canal abierta (y dejando mi edad en evidencia con ese dato), las diferentes sagas de los personajes propiedad de Toei engancharon a varias generaciones. Por eso todos nos llevamos las manos a la cabeza cuando supimos que iban a hacer un live action (con los precedentes que eso conlleva), y ya la decepción fue total cuando vimos los diferentes trailers. Y lo peor no había llegado… La trama en esa oportunidad, nos muestra a Seiya, un joven que anda por la vida buscando a su hermana, que fue secuestrada cuando ambos eran chicos. Pero de golpe se topa con Alman Kido, quien le revela que su hija, Sienna, es la reencarnación de Athenea y él es su principal protector, el Caballero de Pegaso. Si les suenan raros los nombres de Sienna y Alman, leyeron bien; porque así se llaman ahora Saori y Matsumatsa Kido. Y mejor no les digo a qué otro personaje lo rebautizaron; y eso ya es un gran indicio, del desastre épico que es esta película. Porque estamos ante esos casos donde no solo es una mala adaptación, es mala por méritos propios. Estoy seguro que la gran mayoría, tuvo la desgracia de haber visto, aunque sea una película del inefable Uwe Boll. Bueno, si padecieron esa tortura en algún momento, Los caballeros del zodíaco va por el mismo lado. Porque ahí tendremos actores conocidos haciendo lo que pueden con lo que le dieron como el caso del pobre Sean Bean, empresa multinacionales y millonarias que nunca se explica de donde sacan la plata, “tecnología de punta” que no tiene nada que ver con el material original, y algunas escenas que aparte de tener un CGI pobre, se ven feas a nivel dirección. A esto hay que sumarle el hecho que las dos horas de duración se sienten, ya que, por el medio, la película sufre un bajonazo tremendo de ritmo, irónicamente, en el mismo momento donde nuestro personaje principal más se motiva; y por ende, donde teníamos que empatizar con él. Para no alargarme demás con algo que no lo merece, solo voy a decir que Los caballeros del zodíaco es tan mala, que los responsables son tuvieron ni siquiera la sutileza de incluir alguna de las canciones originales del anime, y si, por en cambio, poner covers apenas sutiles. Lo dicho, de lo peor que veremos en el año.
Los créditos finales de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio son tan largos que no queda más que preguntarse por qué si hay tantas personas detrás, entre técnicos, especialistas y artistas, ninguna fue capaz de advertir que estaban haciendo una película del montón, que no será recordada ni siquiera por el fan menos exigente del animé en el que está basada. Este reinicio de los personajes creados por Masami Kurumada es una trillada película industrial de fórmula, sin nada novedoso, sin nada creativo, sin nada que se salga de lo ya hecho en piloto automático por grandes productoras, lo que a esta altura significa una falta de respeto total a su público, a quien lo subestima con peleas y personajes que parecen diseñados por un niño de jardín de infantes. El filme dirigido por Tomasz Baginski y realizado por el estudio japonés Toei Animation, entre otros, incurre en todos los lugares comunes del género y mezcla la acción, la aventura y la fantasía sin demasiado éxito, además de contar con personajes superpoderosos que apenas se destacan por su destreza para las peleas, lo que la emparenta con las películas de superhéroes. La historia se remonta a los tiempos en los que la diosa griega Athena cae a la Tierra y reencarna en un bebé para proteger a la humanidad de las fuerzas del mal. La niña se convierte en la joven Sienna (Madison Iseman), quien crece con sus padres adoptivos, Alman Kido (Sean Bean) y Guraad (Famke Janssen). Sienna necesita encontrar a los guerreros que la protejan, sobre todo de Guraad, quien se convirtió en su enemiga número uno y quien quiere el “Cosmo”, ese poder que tienen los dioses y que solo algunos pocos guerreros lo poseen. Por otro lado, está el joven luchador callejero (y huérfano) Seiya, interpretado por el actor japonés Mackenyu, quien demuestra una habilidad tremenda para las peleas en jaulas, y que tiene el Cosmo, al que descubrió cuando vivía con su hermana mayor, quien se encargaba de cuidarlo antes de que Guraad la secuestrara creyendo que era ella la que tenía la energía poderosa. Alman, con la ayuda de su compañero Mylock (Mark Dacascos), encuentra a Seiya en una pelea con Cassios (Nick Stahl) y lo lleva a su isla para entrenarlo y para que proteja a Sienna, porque sabe que Seiya tiene el Cosmo y que es uno de los futuros Caballeros del Zodiaco. Seiya aprende a sacar su armadura (la armadura de Pegaso) y a manejar su energía interior con una guerrera enmascarada en una montaña donde se entrenan los guerreros. Es muy difícil que los fanáticos de Los Caballeros del Zodiaco salgan contentos con este producto desangelado. El cine tiene la obligación de alejarse de la fórmula remanida e intentar algo nuevo, que no solo entretenga, sino que también aporte algo original a la tradición del género. Hay algunas escenas con un gran despliegue de efectos especiales y un par de peleas que se disfrutan. Pero en general es una pieza cansadora, que pierde puntos en sus momentos dramáticos y, sobre todo, cuando coquetea con la historia romántica entre Seiya y Sienna.
LECCIONES NO APRENDIDAS Todavía recuerdo la primera vez que vi un capítulo de Los Caballeros del Zodíaco, a principios de los noventa, cuando todavía estaba en la escuela primaria: estaba en lo de mi abuela materna y recibí un llamado de mi hermano. No dio muchas vueltas: “tenés que ver una serie que están pasando ahora mismo por Canal 7, está buenísima”. Obedecí, aunque mi primera reacción fue “no entiendo una mierda de lo que estoy viendo”. Poco tiempo después, cuando pude acceder al cable, la pesqué nuevamente en Magic Kids y decidí darle una segunda oportunidad. El encanto funcionó casi enseguida y a partir de ahí me volví adicto a ese mundo poblado de guerreros cuyas armaduras estaban vinculadas a constelaciones, dioses, seres míticos y, obviamente, signos del Zodíaco. Lo que veía era, claramente, un delirio absoluto, una mezcla casi inverosímil de épica, acción y melodrama, casi siempre regados de sangre a borbotones y secuencias de gran violencia. ¿Cómo no volverse adicto? Brusco salto al presente: me topo con el trailer de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio y lo primero que pienso es “esto tiene toda la pinta de ser una nueva Dragonball evolución”. Me refiero a ese largometraje del 2009 que era un pequeño desastre y que fue lapidado por público y crítica. ¿Se repite la maldición? En casi todos los aspectos, sí, básicamente porque el film Tomasz Baginski no parece haber aprendido las lecciones correctas de ese fracaso: solo se limita a tratar de armar un elenco menos occidental y más inclusivo, como si todos los problemas estuvieran ligados a eso. El resto es casi igual: un intento demasiado banal por resumir en apenas dos horas un universo que en el manga y animé originales era mucho más potente y complejo. Es cierto que hay un par de dificultades relevantes que llevan a pensar por qué Hollywood insiste con meterse en el entuerto de adaptar estas propiedades al cine. Por un lado, una historia repleta de tramas y subtramas, con una multitud de personajes y un despliegue iconográfico al cual cuesta reproducir o reversionar en la pantalla grande. Por otro, niveles de violencia y delirio audiovisual que incomodan a los parámetros hollywoodenses, o por lo menos a sus habituales horizontes de espectadores. Frente a estos obstáculos, Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio elige la opción más obvia y menos arriesgada: realizar una especie de presentación de ese mundo y sus personajes más emblemáticos, en clave Apto Todo Público, como para que nadie se pierda. De ahí que el relato siga a Seiya (Mackenyu), quien es reclutado para convertirse en el Caballero Pegaso, el guardián de Sienna (Madison Iseman), que es la reencarnación de la diosa Atenea. Eso lo termina poniendo en el medio de una guerra de poder donde los bandos son liderados por Alman Kido (Sean Bean) y Guraad (Famke Janssen). La historia de aprendizaje y crecimiento que despliega Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio no puede eludir demasiados lugares comunes: referencias a pasados trágicos, monólogos explicativos, diálogos solemnes y súbitos cambios en las actitudes de los personajes. Las reescrituras del material original simplifican todo en exceso y eso lleva a que ninguno de los protagonistas tenga un desarrollo que vaya más allá de lo previsible. Para colmo, la inventiva visual es casi nula -salvo quizás algunas imágenes en una isla de entrenamiento- y solo se limita a acumular efectos especiales por doquier. Por eso la sensación predominante es que todo está hecho en piloto automático, con excesiva timidez y apostando a no ofender a nadie. Ese carácter inofensivo, neutro, casi plano de Los Caballeros del Zodiaco: Saint Seiya – El inicio es lo que, paradójicamente, termina ofendiendo un poco. Si había algo que necesitaba una adaptación compleja como esta era riesgo y vocación por el disparate, además de un alto nivel de fisicidad. Nada de eso aparece y solo queda un bodoque sin vida y rápidamente olvidable. Mejor volver al animé de la infancia, a Magic Kids y la ansiedad por ver cada capítulo en el televisor de tubo.