Amor e ideales La historia de amor entre América Scarfó, una adolescente de 14 años, allá por los años 20, época donde Argentina tenía un concepto muy particular sobre las mujeres, y el italiano Severino Di Giovanni, de 27 años, se desgaja como aquella flor que antes de marchitarse recoge los perfumes más dulces; esos que nunca se olvidan. La introducción hace justicia a este documental, que apela a la poética como base de construcción narrativa y deja en un segundo plano el minucioso rigor histórico. Esto no quiere decir que falsee o interprete de manera errónea la historia. La idea de Los ojos de América, de los realizadores Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto –también creadores de El Polonio, 2011- se remonta a una investigación sobre mujeres anarquistas, en las que se destacó el nombre de América Scarfó a partir de las cartas de amor con el anarquista más buscado de la época, quien fuera fusilado por la dictadura de Uriburu en 1931, junto al hermano de América, Paulino. Las cartas que conectan no sólo con la intimidad de los amantes, sino que dejan trascender a partir de las frases su manera de entender la vida y el amor, encuentran en el recurso de la voz en off un espacio singular en el relato, intercaladas con testimonios de entrevistas a personalidades allegadas a la protagonista como el historiador, escritor y periodista Osvaldo Bayer, responsable de haber publicado en su libro Severino, el idealista de la violencia sobre Di Giovanni, la correspondencia que le fuera arrebatada a América por la policía de aquellos tiempos. A modo de collage para dar lugar al recurso de las fotos (muy pocas se han podido conservar), recortes de diarios y dramatizaciones que no hacen otra cosa que reforzar el concepto de intimidad, Los ojos de América funciona en un doble sentido: como documento histórico de una época no tan visitada por el documental argentino, pero también como un retrato de múltiples facetas que rompen los moldes de la estigmatización sobre el anarquismo y la figura polémica de Severino Di Giovanni, quien a los ojos de América Scarfó simplemente se trataba de un hombre que luchaba por sus convicciones, y a los ojos de Roberto Arlt en su crónica del fusilamiento también.
Amor y anarquía El documental de Daiana Rosenfeld y Anibal Garisto, Los ojos de América (2014), aborda la relación entre América Scarfó y Severino Di Giovanni, protagonistas ineludibles del pensamiento anarquista en Argentina. Cuando América Scarfó conoció a Severino de Giovanni, ella tenía 14 años y él 27. En una de las varias (y bellísimas) cartas que escribió, América advirtió que esa diferencia inquietaba a varios pero no a ella, cultora del “amor libre”. La pasión que definió el vínculo entre ambos nos resulta útil para comprender la pasión de Giovanni en la defensa del anarquismo, en el seno de una Argentina convulsionada; país en donde se gestó el golpe del ’30. Marco que determinó su ejecución y la del hermano de su mujer. Los ojos de América cumple no sólo con la capacidad de poner en imagen un hecho íntimo con resonancias históricas, sino que además lo hace de forma didáctica y no por eso reduccionista. Es un verdadero patchwork de ideas, en donde los elementos sonoros cumplen un rol central. La concisión del trabajo (casi una hora de duración) no atenta con la dosificación de la información; la amorosa colaborando con la histórica, y viceversa. Con una composición de cuadro muy elaborada, los realizadores aportan material de archivo (fotografías, noticias de la época, cartas) sobre los que se suceden pequeñas secuencias actuadas (más bien, escenificaciones de breves actos) para potenciar el material oral. La voz de Scarfó (quien falleció en el 2006) nos guía en la tarea de comprender su vínculo y la anarquía. Y tan comprometidas estaban una esfera con la otra, que hasta debió apelar a un falso casamiento para salir de su casa como una “señora” y no terminar sus días en un convento. Igualmente revelador es el testimonio del historiador Osvaldo Bayer, quien conoció a la pareja protagónica y publicó la correspondencia de Scarfó. Los ojos de América es un ejemplo de cómo abordar la historia política con una estética elaborada, sin caer en el tan televisivo primer plano y haciendo uso de las diversas herramientas que provee el medio audiovisual.
Cartas de amor y anarquía América Scarfó tenía catorce años cuando conoció a Severino di Giovanni. Él, bastante mayor que ella, alquilaba una habitación en casa de sus padres, donde también conoció a Paulino Scarfó, quien luego fue fusilado junto con él y otros camaradas anarquistas durante la dictadura de José Felix Uriburu. No solo se enamoraron uno del otro, también se enamoraron de sus ideales, ambos veían el mundo de la misma manera, abrazaban el anarquismo, y eran consecuentes con sus pensamientos. La estructura del documental se basa principalmente en las cartas que ambos se escribieron. En el principio de la relación él paso mucho tiempo en la clandestinidad, y al ser ella menor de edad les era casi imposible verse, así que las cartas eran su único vínculo. Mientras son leídas por actores que interpretan sus voces en off, imágenes y fotos nos sitúan en la dura época y el contexto de esta relación. Pocas entrevistas completan la información sobre su vida, la de una de sus mejores amigas: Marina Burzuk, y a Osvaldo Bayer quien más ha investigado sobre Severino di Giovanni. Fue Bayer quien mientras investigaba sobre di Giovanni descubrió que las cartas -que fueron incautadas luego de que la pareja fue detenida en su quinta de Burzaco- se encontraban en el museo de la policía, y fue uno de los que ayudó a América a recuperarlas luego de muchos años. El documental, narrado de forma sencilla, clara, muestra una hermosa y difícil historia de amor, en la que -como reflejan las cartas- no solo había una gran pasión sino también un fuerte compromiso, y una vida construida en torno a sus principios libertarios. América Scarfó fue una mujer fuerte, con pensamientos muy avanzados para su época, que vivió no solo el fusilamiento de su pareja sino también el fin del movimiento en el que creía. Luego de la muerte de Severino, mantuvo sus ideas, siguió escribiendo, estudiando y fundó una pequeña editorial. Este documental refleja no solo la vida de una mujer extraordinaria, sino también una particular historia de amor, mostrando desde la intimidad cómo era esta pareja, cómo era desde los ojos de América ese hombre que para la sociedad de la época era violento y peligroso, y ahora es un ícono del movimiento anarquista, que llegó en esos tiempos a ser el movimiento obrero más grande del país.
Dirigido por Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto, un documental sobre la historia de amor entre America Scarfo y el anarquista Severino Di Giovanni. Una época atravesada por sueños libertarios, violencia, muerte y dolores. La mirada crítica sobre nuestra historia de los años 30.
Siempre una historia de amor dentro de la propuesta documental es la puerta de apertura a un vínculo particular. Cuando se elige este recorte, ya sabemos que tomaremos contacto con una trama donde dos seres, en un contexto histórico particular, se unen para enfrentar al destino. Y "Los ojos de América" justamente presenta un increíble fresco de dos amantes, únicos, uno de ellos líder del movimiento anarquista a fines de los años 20' en Buenos Aires. Epoca donde los sindicatos tenían en sus filas esos ideales, y donde los militares locales, intentaban tener a la sociedad bajo control. Severino di Giovanni (en pareja y con tres hijos), estaba decidido a luchar contra el fascismo italiano y publicaba un diario donde exponía sus ideas, que respiraban el espíritu anarquista que proponía una ruputura y cambio de sistema político. Necesitado de vivienda, con la ayuda de un compañero de imprenta (Paulino) llega a la casa de los Scarfo, donde se afincará y conocerá a una joven de nombre América. Ella tenía 14 años y el 27. Su condición (casado) no fue impedimento para que creciera una relación intensa, plagada de emoción y compromiso idelogógico. En común, tenían ideales de libertad y la fuerza de una pasión entroizada desde lo político. Lo cierto es que Severino y América unieron sus destinos, a pesar de todo lo que tenían que enfrentar para estar juntos. Hay que recordar que di Giovanni era un prófugo de la ley. Un hombre que hablaba tres idiomas, escribía con agudeza y estaba convencido del camino para llevar adelante su tarea. Su joven amante, entonces, una mujer de gran fortaleza intelectual, dispuesta a seguir y apoyar la lucha de su gran amor, sostendrá la aridez de estar sola, ya que él debía esconderse de la ley, con lo cual las cartas entre ellos son centrales para entender la naturaleza de su relación. En esa guerra sin cuartel, ellos apostaban por la anarquía, como forma de vida, expresando un modo de ver la realidad, explosivo y arriesgado para la época. Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto (quienes vienen de dirigir "El polonio" en 2011), llevan adelante una investigación austera, con pocos elementos, donde sobresale la correspondencia que América y Severino tenían para sostener su relación. El vivía escondido, casi en la clandestinidad, intentando no ser capturado por las fuerzas policiales. Así, en esas condiciones (la diferencia de edad, el hecho de que él estaba casado y con hijos, ella muy joven y su familia, desalentando la situación), el vínculo se desarrolló por un espacio de tiempo hasta el trágico final (en 1931 cuando él fue fusilado por el régimen de Uriburu). La correspondencia obraba en poder del museo policial y merced a gestiones de Osvaldo Bayer, ya en el gobierno de Carlos Menem, América obtuvo la restitución de su propiedad. Ese registro, cuando Carlos Corach le hace entrega de las cartas, es de los más emotivos de la cinta. Estremece el valor de ese recuerdo y la habilidad de los documentalistas, es lograr transmitir esa emoción en forma pura. En un clima sencillo y ameno, "Los ojos de América" ofrece un recorrido sobre la intimidad de dos personas atravesadas por el signo del tiempo que vivían. Algunos testimonios, en especial el de Bayer, responsable por ubicar las cartas en su momento, son importantes para dar dimensión al romance que presenta este sólido film. Es poco usual ver documentales que se sitúen en estos años (la década del 20' en Argentina) y la caractericen con tanta precisión. Un documental logrado que hay que tener en cuenta.
La historia de amor de América Scarfó y Severino Di Giovanni El documental “Los ojos de América” aporta datos poco conocidos sobre el romance de una joven de 16 años con el legendario Di Giovanni. Los padres, tanos trabajadores, le pusieron América porque era la primera hija nacida en estas tierras. Josefina América. Todavía niña, recitaba los textos de Bakunin que le pasaban sus hermanos mayores. Un día los padres le alquilaron la pieza del fondo a otro laburante italiano con su mujer e hijos, compañero de ideales de los hermanos. Ella, de sólo 14 años, se enamoró y empezó a buscarlo. El problema es que la Policía también había empezado a buscarlo. Secreto, desafiante y rápido fue el romance de América Scarfó y Severino Di Giovanni, émulo de Al Capone según los diarios, delincuente vulgar según los anarcosindicalistas, ácrata culpable de varios asaltos y unas cuantas bombas en lugares públicos, que causaron un total de ocho muertes y veintenas de heridos, según la Policía. "Nuestra dinamita purificará los lugares que la maldita casta del dólar ha apestado", escribía él mismo en "Cúlmine", y no eran sólo palabras. "El idealista de la violencia", le dicen ahora. Cuando la pareja empezó a rendir "un culto libre al amor", según expresión de la enamorada, ella tenía 16 y él 26 años. Cuando lo fusilaron en la cárcel de Las Heras (la misma donde en 1956 fusilaron al general Juan José Valle y sus compañeros), ella recién andaba por los 18. Al día siguiente caía su hermano, Paulino Scarfó, compinche del terrorista según los prontuarios, o un tipo calmo, difusor de la sana alimentación entre la clase obrera, según otros recuerdan. El documental de Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto que ahora vemos cuenta esa historia, con alternancia de fotos, recortes de diarios diversos, dos testigos de la vejez (la amiga Marina Legaz Bursuk y el historiador Osvaldo Bayer), y voces doloridas leyendo los recuerdos de ella, y el testamento y las cartas de amor de él, con una música melancólica de fondo. Se agregan datos poco difundidos: la relación posterior de América con la viuda legal y sus hijos, el trabajo de secretaria en "Crítica" gracias a la esposa del dueño, el matrimonio con el fundador de la editorial Americalee, de quien quedó viuda a los 42 años, los estudios universitarios en la madurez. No se agregan los trámites de Osvaldo Bayer para que le fueran restituidas las antedichas cartas de amor, que había encontrado en el Museo Policial, ni la ayuda que le brindaron en ese sentido Miguel Unamuno y Carlos Corach, pero en cambio aparece la propia América, ya grande, aceptando con firme arrogancia la devolución de sus cartas. Ella ya tenía 86 años cuando volvió a leerlas, y él era leyenda.
Escritas con sangre. Los tiempos actuales habrían tomado esta relación como un verdadero escándalo moral y penal. Los medios de comunicación habrían aprovechado para llenar horas de programación con testimonios, notas, datos y todo tipo de información respecto al caso. La sociedad también iría a jugar -inevitablemente, pero con gusto- su rol, escandalizándose y utilizando todos sus recursos para una crítica implacable, sin piedad. Lo cierto es que lo que nos relata Los Ojos de América, no por haber ocurrido en la primera parte del siglo fue menos problemático y polémico. Tuvo sus consecuencias. Con apenas 14 años de edad América Scarfó, una de las hijas de una familia trabajadora de Buenos Aires, conoce y se enamora de Severino Di Giovanni, hombre casado, con hijos y uno de los máximos exponentes del anarquismo en Argentina en la década del 20, en el siglo pasado. Ambos comenzarán una historia de un amor tan noble como idealista: su relación ya era anárquica. En medio de sus sentimientos estaban las prohibiciones familiares, los encuentros clandestinos, las cartas escritas con el corazón en la mano, las persecuciones y las bombas rebeldes llenas de terror, explotando y asesinando por toda la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo nada pudo callar al amor, ni siquiera el fusilamiento de Severino, ordenado por el gobierno de Uriburu. Allí también moriría el hermano de América por los mismos motivos. Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto tratan de contarnos este romance cruzando la historia argentina, la biografía de ambos y el aporte intelectual de Osvaldo Bayer, biógrafo de Di Giovanni, junto con el testimonio vivo de una amiga de América, Marina Legaz Bursuk. La gran sucesión de planos cortos y detalle, acompañados por imágenes de los lugares evocados y fotografías de época, mantienen cautiva la atención del espectador. Un relato en voz en off -que representa a América- une todos los recursos narrativos que utilizan correctamente los directores en esta bella película. Por un lado se informa y educa acerca del clima político de época, pero por el otro nunca queda de lado la cuestión del amor. Este es descripto con tanta dulzura y delicadeza que hasta incluso se podría haber pecado de no profundizar en las barbaridades que ocurrían en nuestro país por aquellos años, algo que la obra no pierde de vista de ninguna manera. Lo más importante en la vida de América fue su pasión por Severino. Amor que la llevó cerca de la muerte, pero que le devolvió parte de su vida cuando muchísimos años después vuelve a recuperar las cartas escritas con sangre que su amado le enviaba en secreto y que ella se negaba a regalárselas a la sociedad como un patrimonio cultural: “son mías, quiero sentirlas en el pecho una vez antes de morir”, decía con sus ojos llenos de lágrimas, sintiendo una vez más en su mismo ser los disparos que el corazón de Severino había recibido el día de su ejecución.
"Amiga mía. Tengo fiebre en todo mi cuerpo. Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras. Jamás como en estos larguísimos días he ido bebiendo a sorbos los elixires de la vida." Así le escribía el anarquista italiano Severino Di Giovanni a su amada, América Scarfó, el 19 de agosto de 1928, apenas unos 29 meses antes de su fusilamiento por orden del presidente de facto José Félix Uriburu. Y así lo reproducía la nacion en julio de 1999, cuando daba cuenta de que esos testimonios íntimos (a los que ella les había perdido el rastro desde que la policía allanó, en enero de 1931, la quinta de Burzaco donde vivía junto a su perseguida pareja) volverían a las manos de su destinataria, 68 años después. Estas cartas forman parte de los documentos con los que Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto reconstruyen esta historia de amor y anarquía que, tras haber ganado el premio DOC TV Latinoamérica IV y haber participado del Festival de Mar del Plata, llega ahora a los cines. Material de archivo, recortes periodísticos, fotografías y declaraciones de estudiosos, testigos o conocedores de los protagonistas como Osvaldo Bayer, por quien la mujer supo del destino que había tenido su correspondencia (el Museo Policial), o una amiga suya, Marina Legaz Bursuk, entre otros. El film cuenta la polémica y apasionada historia a través de la mirada de América, que tenía 14 años y ya sabía de los ideales libertarios a través de su hermano Paulino cuando conoció a Di Giovanni, un hombre de 27, casado y padre de tres hijos. La historia de la pareja estuvo hecha de encuentros clandestinos y visitas fugaces, a escondidas de los padres de la muchacha, hasta que al fin pudieron concretar, en una quinta de Burzaco, un proyecto de vida basado en una economía autosuficiente y una organización consecuente con sus ideas, y que concluyó con el allanamiento de la policía (secuestrando todo lo que encontró, incluidos poemas escritos por Severino, fotos y hasta toda la ropa de la mujer), el juicio sumarísimo al que el hombre fue sometido y su fusilamiento el 1º de febrero de 1931, cuando tenía 29 años. Una admirable crónica que escribió Roberto Arlt de ese trágico día también se incluye en el documental, lo mismo que las palabras de América, puestas en muchos casos en la voz de la actriz María Eugenia Belavi. Tras la muerte de Di Giovanni, América se refugió en el anonimato. Desde que las cartas volvieron a sus manos y hasta su fallecimiento, en 2006, los ojos de quien el anarquista quería que fuera "el ángel celestial que me acompañe en todas las horas tristes y alegres de ésta mi vida de insumiso y rebelde" fueron los únicos destinatarios de sus sentidas palabras de amor.
Una mujer, dos amores Hay tres ejes en Los ojos de América que se retroalimentan. Estos son el amor entre América Scarfó y Severino Di Giovanni, el anarquismo y la vida de América Scarfó. No hay uno sin el otro en la vida de esta mujer. En este sentido es interesante cómo a través del film Daiana Rosenfeld y Aníbal Garisto colocan una hoja más a la Historia, esa Historia que en su momento ha dejado a las mujeres de lado y que con el tiempo va mostrando sus fallas y sus vacíos en diferentes aspectos. El documental permite conocer varios amores. Es a primera vista llamativo echar un vistazo a la historia amorosa entre Severino y América, y sin duda no deja de serlo, pero en el camino aparece el amor por la militancia, por los valores y las creencias ideológicas. Se encuentra una militancia vista desde adentro, con sus ricos debates sobre las posturas y su replanteo por lo hecho. Las cartas de amor de estos dos jóvenes están invadidas de esa pasión que los unía, que involucraba repensar el mundo desde una visión anarquista, sumamente dinámica y renovadora. Conocer las razones y los sentimientos detrás de las acciones de estos militantes compone un gran documento de estudio. Asimismo, el intimismo que produce escuchar las cartas de América y Severino entabla una aproximación con cada uno de ellos. A pesar de -o quizás por eso mismo- basar los datos en documentos reales y entrevistas, el trabajo con el material es dado de una manera que resulta cercana. Esto también es posible verlo desde las fotografías. Aunque estas constituyen un documento estático e inamovible, las tomas hacen ver a estos documentos como vivos. La vida de América no es, ni así se plantea en el documental, la de una mera acompañante de un hombre reconocido. El valor de aquella muchacha, su pasión por el anarquismo, el trabajo para este y su formación constante muestran a una figura más por reivindicar. Fue una mujer más de aquellas que lucharon por la patria, pero quedaron al margen por el sólo hecho de pertenecer a ese género. Por esta razón, Los ojos de América no sólo permite un acercamiento al anarquismo sino que también ayuda a componer las piezas que han sacado de nuestra Historia.
Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más. ¡No te lo pierdas!
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En La década del ‘20, América Scarfo, con sólo 16 años, mantuvo un romance furtivo, pasional, epistolar…bien cinematográfico. El correspondido era Severino Di Giovanni, el hombre y nombre detrás del anarquismo en la Argentina. Lo notable de un documental como “Los ojos de América” es como sus realizadores Aiana Rosenfeld y Aníbal Garisto se las han arreglado para contar la historia con poco pero fundamental material probatorio, sacando así a relucir una notable pericia y talento para descubrir, investigar, y luego sacarle el jugo a una historia que no por estar enmarcada en el documental, deja de atrapar y emocionar. Como si los elementos disponibles fuesen un conjunto de viñetas, el relato va girando entre una narración del contexto histórico, una voz en off que lee las cartas, fotos, recortes periodísticos y demás, compaginados en forma cíclica. Hay además, una notable preocupación por presentar y desarrollar los personajes como si fuese una ficción. La música y una buena post producción de color y sonido hacen de “Los ojos de América” una buena combinación entre romance y tensión para una historia que merecería, además de éste buen documental, una ficción con todos los condimentos.
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