Los libros no mienten ¿Por qué vale la pena aclarar que estamos transitando -y muchos argentinos padeciendo- una época muy particular, en donde debemos recordar que no estamos en dictadura? ¿Será acaso que prohibir en tiempos de democracia se siente demasiado antidemocrático? La comprometida documentalista de Derechos Humanos, Sociales y Políticos, Andrea Schellemberg presenta Los Prohíbidos (2019) en el Malba. Esta es la historia de Silvana Castro, una mujer que trabaja en la Biblioteca del Congreso de la Nación, en el área de Colecciones Especiales. Allí se guardan los libros prohibidos durante los gobiernos inconstitucionales. La muestra de los libros prohibidos era exhibida al público, pero en el año 2016 se suspendió. Silvana, junto a sus colegas, intentará reeditar la muestra en el Palacio Legislativo. Andrea Schellemberg (Palabras pendientes, 2017) comienza este documental con un breve pero vehemente discurso del Presidente Macri, en el que nos transmite su fastidio y enojo por la exorbitante cantidad de trabajadores de la Biblioteca del Congreso de la Nación. Sin embargo, la directora nos recuerda que los libros no solo no muerden, sino que no mienten y con Los Prohíbidos hace referencia a libros de otra época, a la exposición de los días sábados en la Biblioteca del Congreso de libros prohibidos durante las dictaduras militares. La realizadora utiliza planos fijos para los testimonios, algunos muy emocionantes, de personas sencillas que en realidad aman a nuestra Argentina, en contraste con las palabras frías y sin contenido de los políticos, en especial del Presidente. Escuchamos el murmullo de personas comprometidas con nuestra historia. Y planos detalle de importantísimas ilustraciones como testigo de cómo se trabaja en el Congreso, sin interrumpir, y, de esa manera, comprender y respetar las tareas realizadas por profesionales, que utilizan guantes blancos. Observamos el emblemático edificio del Congreso de la Nación, por dentro y por fuera y somos testigos de debates de los políticos, que deciden a puertas cerradas. Contemplamos su majestuosidad y belleza edilicia. En un contexto de manifestaciones, bombos, música y banderas, otro discurso del Presidente en el que nombra la palabra corrupción, como acusando al gobierno opositor y, además, damos cuenta del poder y la enorme distancia con el pueblo argentino. Testimonios, tristezas, impotencia, silencios, reconciliaciones, perdón, diferentes realidades, varios mundos. No hay peor cosa, que un ciudadano no conozca su propia historia y el presente es la consecuencia. Nuestra mejor herramienta es el conocimiento... pero como dice la frase... "esto también pasará, para bien o para mal, esto también pasará.
El silencio y la censura no sólo se efectiviza cuando una prohibición directa sobre una colección de libros, un autor, o lo que se considere, se materializa. La prohibición puede ser la ausencia de una mirada crítica sobre aquello que se ha censurado y sobre aquello que se puede hacer para revertir tal o cual situación de prohibición. Schellemberg reestrena una producción necesaria para comprender con el solo hecho de acompañar a Silvana Castro, y acercarla como objeto del discurso, no sólo el nefasto y sangriento período iniciado con la proscripción peronista y la dictadura, sino, principalmente, los mecanismos que se continúan ejerciendo en el Estado, en la sociedad, y en muchos ámbitos, para silenciar una censura que imposibilita una comprensión total de la realidad.
por Celeste Herrera Omisión y prohibición Silvana Castro trabaja en la Biblioteca del Congreso de la Nación, en la Sala de colecciones especiales. En dicho lugar se guardan los libros prohibidos por las dictaduras militares. En el año 2016 la muestra pública de los libros prohibidos se suspende. Castro junto a sus colegas intentará reeditar la muestra en el Palacio Legislativo. Es, tal vez, el mayor logro de Los prohibidos (2019) la visibilización de una contradicción; allí en el mismo lugar donde fueron confinados una gran cantidad de material literario, se encuentra también el sitio donde los libros prohibidos trascendieron las épocas más oscuras de la Argentina para convertirse en constantes recordatorios cuando el poder político intenta silenciar aquello que no creen conveniente. La investigadora, guionista y realizadora Andrea Schellemberg, que ya en sus documentales anteriores Santa Lucia (2016) y Palabras pendientes (2017) nos ofrecía un profundo compromiso con temas que abordaban los derechos humanos, las dictaduras cívico militares y cual es el rol de los ciudadanos para mantener latente la memoria. En Los prohibidos quien lleva adelante el relato es Silvana Castro que intentará reflotar la exposición de esos libros, y a la vez contarnos la importancia de su compromiso tanto en la esfera laboral como en la ciudadana. El documental, se construye así con material de archivo, entrevistas y retazos íntimos de la cotidianeidad de esta mujer que nunca baja la guardia. Puede ser que por momentos se le reproche cierta falta de precisión; a la hora de presentar hechos relevantes y demás personajes que irán apareciendo en el devenir, pero este no es motivo para comprender la relevancia del material de Schellemberg. "Los prohibidos, se sitúa en la senda del movimiento denominado Tercer Cine. Debido a que está en la búsqueda de una conciencia social. Dicha impronta que también se vuelve política nos muestra circunstancias, hechos y causas que la versión oficial desde el poder político impone. Por esta causa puede que existan pasajes del documental que se tornen en un cine militante, no obstante, se rescata su compromiso, su carácter reflexivo y de denuncia, para al fin recuperar una porción valiosa de la memoria histórica." Calificación: 7/10. Los prohibidos (Argentina, 2019, 65 min) Calificación: Apta para todo público Distribución: Santa Cine Dirección, guion y producción: Andrea Schellemberg Dirección de cámara y fotografía: Diego Gachassín Sonido directo: Alejandra Casal, Carlos Torres, Agustín Pereyra, Gino Gelsi Montaje: Fernando Vega Cámara: Juan García Lewin Posproducción de sonido: Fernando Vega, Gino Gelsi Posproducción de imagen: Javier Hick Elenco: Silvana Castro, María Julia Rillo, Diana Campi, Lorenzo Pepe, María Teresa García, Silvia Horne.
Después de su paso por el MALBA, “Los Prohibidos” de Andrea Schellemberg llega al Gaumont para brindarnos un documental que se ocupa por mantener viva la memoria colectiva mientras que realiza una crítica a las ausencias y los silencios en plena democracia. “Los Prohibidos” sigue a Silvana Castro, bibliotecaria del Congreso de la Nación, específicamente de la Sala de Colecciones Especiales, quien junto a sus compañeras busca reflotar una exposición que tenían tiempo atrás sobre los libros peronistas prohibidos por las dictaduras argentinas. Sin embargo, este simple pedido se convertirá en una odisea. Mediante un seguimiento de la protagonista mezclado con fragmentos de discursos, conferencias políticas, sesiones en el Congreso e imágenes de represión en las calles, el documental nos muestra, por un lado, la labor y dedicación de los trabajadores de la biblioteca por mantener viva la memoria en cada uno de sus libros, ayudando a aquellos investigadores que llegan allí, y, por el otro, busca contraponer a través de material discursivo este trabajo con un contexto político que no favorece a sus intereses de preservación. La directora sabe dónde hacer foco para contar esta historia particular, debido a la experiencia que tiene no solo en cuanto al género documental, sino también sobre las temáticas de la omisión, la ausencia, el silencio, la censura, la represión, entre otras cuestiones, pero esta vez dejando de lado la dictadura para centrarse en un conflicto ocurrido en democracia, donde se pone en juego el lugar que se le da a la cultura. Por otro lado, se logra empatizar con la protagonista. El documental no sigue la estructura clásica de entrevistas o narración en off sino que la cámara se convierte directamente en una mera observadora de la vida de esta mujer, luchadora desde su juventud, la cual despierta varios sentimientos en el espectador. Con una ideología marcada, “Los Prohibidos” sirve tanto para dar a conocer el importante trabajo realizado en la Biblioteca del Congreso de la Nación, y resaltar a los libros como el principal recurso para mantener viva la memoria, como también para exponer las dificultades de la institución durante la época actual y la falta de interés de la política en la cultura. Un film comprometido e interesante para debatir y sacar tus propias conclusiones.
En el área de Colecciones Especiales de la Biblioteca del Congreso de la Nación se conservan libros prohibidos durante cada gobierno de facto de la historia argentina. En los períodos democráticos, ese material suele ser exhibido al público a través de muestras supervisadas por especialistas como Silvana Castro, protagonista clave de este documental, cuyo punto de partida es la suspensión de esa tradición en 2016. Pero el alcance de la película es más amplio e incluye imágenes de marchas de trabajadores, discusiones en el Parlamento y represión a manifestantes, para trazar un mapa posible de la noción de censura y de la agitada coyuntura nacional.
Mauricio Macri repite tres veces la palabra “cambio” en el discurso que escoge Andrea Schellemberg para comenzar su documental. Creeríamos que esta decisión es una peligrosa “bajada de línea” si además consideramos que la película se estrenó hace un par de meses en el MALBA. En ese momento, el presidente actual Alberto Fernández estaba por tomar el poder y el expresidente recibía fuertes cuestionamientos por haber fallado precisamente en esas propuestas de cambio. Ahora, con su estreno en el Gaumont, es necesario detenernos en lo que se encuentra al otro extremo de Los prohibidos: su final. Acudo a la “polémica” opción de referirlo a modo de spoiler porque Andrea contrasta el comienzo no solo con los últimos minutos de los que hablaremos a continuación. También lo hace con matices que se nos podrían escapar si no observamos con cuidado. Desde esa primera escena, la realizadora enfrenta al espectador. El comunicado se toma desde la placa televisiva “El presidente Mauricio Macri presenta las propuestas para consensuar las políticas públicas”. De esta manera, la selección del material apela incluso al espectador más desinformado. El azul celeste de esta placa nos llama, al menos inconscientemente, al final de la obra. Es entonces cuando una pared blanca delimita la reunión de Silvana Castro, bibliotecaria del Congreso de la Nación, con el funcionario, dando lugar a dos voces en off, esperanzadas aunque nunca fuera de la sensatez. Parecería fácil combinar en un análisis los colores de la bandera argentina al inicio y al cierre del documental. Como si el uso de estos tonos destacaran las sutilezas de la política. Y aun así, Los prohibidos también es una bisagra que sostiene las críticas al gobierno saliente con miras a lo que no debería repetir el entrante. Por ello la obra resulta oportuna, aunque por momentos nos parezca oportunista. Si eso queda como duda o puerta abierta, lo certero en el documental de Andrea es que quienes manejan los “documentos” son mujeres. Así, las figuras masculinas de poder que hablan al principio y al final de la obra se contrarrestan con las figuras de poder femeninas desde la biblioteca y la dirección de la película. En su cuarto documental, Schellemberg halla un diálogo entre las dicotomías del poder desde lo macro hasta lo micro. Si bien la búsqueda más fuerte es evidenciar los tropiezos graves del gobierno anterior, la directora no pierde de vista los matices entre poder y género. Un aspecto que recuerda al librito (no precisamente pequeño por su visión) Bibliotecas de Alberto Manguel es el recinto de los libros visto como un ser dinámico por los objetos que resguarda. Y si lo aplicamos al documental, Andrea no halla mejor ejemplo de ello que Silvana, una mujer que camina mucho según se muestra. No solo atendamos al diseño de sonido cuando tiene la reunión final, donde sus pasos se conjugan con las palabras de quien ejerce el cargo público. También observemos su presencia en marchas conversando con protestantes. Gracias a esta mirada es imposible pensar en una biblioteca como sitio de conocimiento pasivo. Para Manguel lo activo de la lectura comienza desde el lugar físico donde se lleva a cabo. Que él mismo haya sido director de la Biblioteca Nacional en años recientes dialoga directamente con Los prohibidos a modo de reconocimiento de estos cargos públicos como guardianes de lo registrable e histórico en la cultura.
El cuarto largometraje de la documentalista Andrea Schellemberg (Palabras pendientes, Santa Lucía, Puente La Noria) investiga cómo los distintos gobiernos autoritarios que hemos tenido, silenciaron parte de nuestra historia prohibiendo libros que forman parte de la Sección Libros especiales de la Biblioteca del Congreso de la Nación. El documental parte del contexto político macrista, en el que fue realizado, el cual resulta desfavorable para revertir ciertas medidas con respecto a la difusión del pasado. Y en consonancia con esa idea, inicia con un discurso del presidente Macri denunciando el crecimiento desmesurado de empelados que tuvo la Biblioteca del Congreso. Ese énfasis en el número (cantidad de gente), invisibiliza a las personas que ejercen el trabajo diario y resta importancia al rol que cumple cada uno en relación a la conservación del patrimonio histórico. Esa omisión y ninguneo, juega como metáfora de silenciar y dejar de ver, como sucedió con los libros; una decisión política que, a lo largo del relato, se asocia y responde al modelo de país. Un modelo en crisis que se muestra a través de manifestaciones, reclamos, debates en Diputados, etc. Las imágenes de ese afuera intenso se intercalan con la historia de Silvana Castro, una mujer que trabaja en la Biblioteca del Congreso de la Nación, ocupándose del área de Colecciones Especiales. Allí, se guardan los libros prohibidos durante los gobiernos inconstitucionales, los cuales se exhibían al público en una muestra que fue suspendida en el año 2016. Silvana junto a sus compañeras de trabajo intentarán reeditar la muestra en el Palacio Legislativo, mientras observamos su trabajo diario. Una tarea comprometida con la libertad de saber y con la generosidad de ofrecer un servicio especializado a quienes desean investigar y comprender la historia argentina. El documental dialoga con espacios ficcionalizados, principalmente en el seguimiento de la vida personal de Silvana, en los diálogos con sus colegas, o con las personas que ingresan para investigar determinado tema, mientras las imágenes de archivo funcionan como marco contextual, aunque por momentos se disipe el tema central y se abran demasiados frentes que, sin bien están en concordancia, le quitan el foco. Los prohibidos, que fue exhibida durante el mes de noviembre en el Malba y recorrió de diversos Festivales Internacionales, tiene su merecido estreno en la cartelera comercial. Andrea Schellemberg construye un documental que no sólo da luz a períodos oscuros de nuestra historia donde la intolerancia enterró, silenció, quemó o escondió nuestro acervo cultural, sino que rescata a quienes trabajan a diario manteniendo la memoria frente al olvido. LOS PROHIBIDOS Los prohibidos. Argentina, 2018. Dirección, guion y producción: Andrea Schellemberg. Intérpretes: Silvana Castro, María Julia Rillo, Diana Campi. Dirección de cámara y fotografía: Diego Gachassín. Sonido directo: Alejandra Casal, Carlos Torres, Agustín Pereyra, Gino Gelsi. Montaje: Fernando Vega/Cámara: Juan García Lewin/Posproducción de sonido: Fernando Vega, Gino Gelsi/ Posproducción de imagen: Javier Hick. Duración: 65 minutos.
Hace poco tuve oportunidad de ver un espectáculo de realidad virtual, muy original por cierto, que presenta a las bibliotecas como esos lugares únicos donde se guardan los archivos de la memoria de los pueblos. Biblioteca de noche en el SESC de Rio de Janeiro se ocupa de la historia de los edificios y plantea un atractivo juego interactivo para conocer algunas selectas bibliotecas de todo el mundo. - Publicidad - Me resulta ineludible la cita porque la película que Andrea Schellemberg estrena en el Gaumont, este jueves 23 de enero, tras un breve paso por el MALBA, trata también sobre una biblioteca, una de las más importantes de la Argentina. Schellember hace algo que aquella Biblioteca de noche no hace y es hablar de la gente que trabaja allí. Quienes hayamos visitado por consultas alguna vez la sección de libros especiales de la Biblioteca del Congreso de la Nación (o la de cualquier otra) sabemos de la pasión de sus trabajadores y especialistas, de su interés por el resguardo, de la ligazón que tienen con aquello que cuidan que es, nada más ni nada menos, el acervo que perdura para sostener esas memorias. El comienzo es un baldazo: un fragmento del discurso del expresidente Macri (2015-2019) presentando el consenso de políticas públicas. Se remarca allí el exceso de empleados que tiene la Biblioteca del Congreso. Lo que en su momento se presentó como la idea de Estado, a la luz de la política argentina actual, resulta material de archivo. La palabra “estafa” no se deja esperar, marca lo que vendrá en el documental. Esto es lo que construye Andrea Schellemberg. No un relato sobre la gente que trabaja en la biblioteca sino un registro de las consecuencias de un gobierno que miró con desprecio aquello que debe ser realmente consensuado como política publica. Y tal vez el suyo, más que el recientemente estrenado documental de Tristan Bauer Tierra arrasada, sea el que mejor entienda las entrañas del macrismo, justamente en estos primeros momentos de fin del macrismo. En el centro de Los prohibidos está el posible regreso de la exposición de los libros prohibidos durante las dictaduras al Salón de los Pasos Perdidos. El modo observacional que elige su directora no se reduce a narrar ese tema, tampoco a las consultas de los investigadores o los diputados que buscan material inédito, sino que cuando la cámara sale a la calle y se encuentra con la gente que distribuye comida en la calle, muy cerca del Congreso o con las marchas y las protestas de los maestros, los jubilados, la represión (poco televisada) o las distintas discusiones dentro de las mesas de trabajo, el documental arma un diálogo entre el afuera y el adentro que resulta luminoso: el Congreso Nacional es un espacio vivo que más que una máquina simbólica es un lugar de fatigoso trabajo. Como siempre, lo político termina siendo personal y viceversa, y la historia de detención de Silvana Castro o la pintura sobre su vida privada le da una intimidad que contrarresta aquel estar en el mundo. Los prohibidos es un documental importante, nos pone frente a algo o mucho de lo que pasó en estos últimos años en Argentina. Y lo hace desde un lugar que se supone estanco, una Biblioteca pública. Esa vitalidad y su proyección al futuro resultan, tal vez, su gran mérito.
Protagonizada por Silvana Castro, el documental sigue a la bibliotecaria del Congreso de la Nación, en el sector denominado Sala de Colecciones Especiales. Junto a sus compañeras, intenta reflotar la exposición de los libros prohibidos por las dictaduras argentinas, en un contexto político desfavorable a ese tipo de actividades. Por Bruno calabrese. Con el repetido mensaje del ex presidente Mauricio Macri de desprestigio a la labor del empleado estatal comienza un recorrido desprolijo, pero no menos interesante por la labor de los encargados de resguardar todo el material bíblico que atesora el Congreso de la Nación sobre la historia argentina. En el veremos cómo dicho material es de suma importancia para cada hecho relacionado con la actualidad. Archivistas, historiadores y hasta legisladores acuden a la biblioteca con el fin de recabar información que ayude a la búsqueda de información sobre temáticas puntuales de la historia. Pero el eje central sobre el cual gira el documental es la visita guiada a la Sala de Colecciones Especiales donde se exponen los libros prohibidos durante las dictaduras argentinas. Los empleados tratarán de reflotar la muestra de los libros, en su mayoría sobre el peronismo proscripto entre los años 1955 y 1973, lo que generará rechazo por parte de las autoridadades dado el contenido contrario a sus ideologías.. “Los Prohibidos” es una amena propuesta que revela la labor inclaudicable de los bibliotecarios del Congreso de la Nación, custodios de la historia escrita de la Argentina nos ayudan a recordar un pasado que oscuro que hay que llevar en la memoria para que no vuelva a suceder. Puntaje: 65/100.
Cuando el papel y la palabra como instrumentos que dan sentido a nuestra historia y cultura presentan batalla a la hora de no quedar ni aislados ni olvidados.
Dirigido, escrito y producido por Andrea Schellemberg, este documental está protagonizado por Silvana Castro, bibliotecaria del Congreso de la Nación, en el sector “Sala de Colecciones Especiales” Durante el gobierno anterior se suspendieron las muestras que tampoco vieron la luz durante las dictaduras de nuestro pasado. Este trabajo sigue los esfuerzos de Castro y sus compañeras por restituir esa difusión del conocimiento, pero también es una reflexión sobre como estar en contacto con la memoria y la riqueza bibliográfica de esos documentos que estás mujeres custodian como verdaderos tesoros, son los únicos para da fe de nuestra historia. Materiales de primera mano que facilitan investigaciones, que son pruebas fehacientes de lo que ocurrió y que deberían estar al alcance de todos.
"Los prohibidos": lo que no fue La nueva película de la directora de "Palabras pendientes" no le saca todo el potencial que tiene su tema (los libros censurados por la dictadura) y se distrae con episodios aleatorios. Los prohibidos no hace buen uso de su tema. El tema son los libros que acopia la Biblioteca del Congreso de La Nación y cuya consulta fue prohibida o impedida por distintas dictaduras militares. Durante un tiempo, un grupo de experimentadas empleadas de la Biblioteca lograron sacar esos libros a la luz los días sábados, contando al público su historia, y la de su veda. Después de la asunción de Mauricio Macri y de modo más o menos misterioso, esas exposiciones dejaron de tener lugar, tras lo cual las enjundiosas bibliotecarias intentan reponerlas. El tema tiene claramente interés, y posibilidades cinematográficas. Sin embargo el documental dirigido por Andrea Schellemberg (realizadora de Palabras pendientes, 2017) es menos persistente que sus protagonistas, no decidiendo del todo qué decir, distrayéndose en episodios aleatorios y perdiendo la oportunidad de desarrollar su tema. Los prohibidosempieza contraponiendo un discurso del ex presidente Macri, denunciando la cantidad de empleados de la Biblioteca del Congreso --se supone que desmesurada, como la de cualquier organismo estatal-- con el esforzado trabajo de hormiga de alguno/a de ese “material sobrante”, que brega básicamente por la restauración de aquellas jornadas de los sábados. La cámara sigue a tres de esas bibliotecarias de la Sala de Colecciones Especiales y sobre todo a una, cuya fotogénica pasión la convierte en favorita de la lente. Se llama Silvana Castro y en un momento cuenta de cuando, cursando el secundario en San Salvador de Jujuy, fue llevada a una comisaría y torturada, sospechada de “actividades subversivas”. En una escena la cámara recorre los estantes de libros prohibidos, expuestos alguno de esos días sábado. Son libros de propaganda oficial del primer y segundo gobierno peronistas, y también Diarios de motocicleta, de un viajero llamado Ernesto Guevara. Pero allí aparecen también, entre otros, los Cuentos completos de Roberto Arlt. Las dictaduras, como se sabe, no tienen tiempo para sutilezas. En otra escena, una mujer no vidente lee, en voz alta, un pasaje de una edición en braille de Mi mensaje, de Eva Duarte. Son ejemplos acertados de cómo tratar el material a lo ancho. También se lo podría hacer “a lo hondo”, contando un poco más sobre esas reuniones abortadas e incluyendo anécdotas de color, así como consignando con algo más de detalle cuáles son esos libros prohibidos de los que se supone habla la película, mostrándolos más, leyendo más fragmentos. En lugar de eso se dedica tiempo precioso (el documental dura sólo 65 minutos) al debate de 2017 en el Congreso sobre la reforma previsional. O a las técnicas de conservación del mobiliario del Congreso. O a un incomprensible paneo a través de noticieros y programas periodísticos de televisión.
Los prohibidos es, por encima de cualquier otra cosa, un mal documental. Su narración es caótica, incoherente, se van por las ramas y no hace pie en ningún lado. En los primeros quince minutos pega varios saltos de que expulsan a cualquier espectador que esté interesado en una narración. En resumen se trata de un documental completamente en contra de la presidencia de Mauricio Macri. Da vueltas por muchos temas, nace de una idea, la abandona, pasa por diferentes épocas de la historia argentina y regresa con virulencia hacia Macri. Pero no se centra en eso, sino que se va una y otra vez. ¿Pero de que se supone que trata el documental Los prohibidos? La sinopsis dice que es “la historia de tres mujeres que trabajan en la Biblioteca del Congreso de la Nación en donde existe un área de Colecciones Especiales. Allí se guardan los libros prohibidos durante los gobiernos inconstitucionales. La muestra de los libros prohibidos era exhibida al público, en el año 2016 se suspende, las tres mujeres intentarán reeditar la muestra en el Palacio Legislativo.” Ojalá la película hubiera concentrado su foco allí, pero no puede hacerlo. Cada escena es de un didactismo prehistórico, básico, casi no profesional. Menuda ayuda le hacen a su causa narrando de esa manera. Es una pena, porque una biblioteca es un lugar interesante y el trabajo de estas personas merece que se cuenta su historia. Pero se pierde tantas veces, realiza tantos golpes bajos, busca la complicidad del espectador al narrar los horrores de la dictadura militar. Como siempre omite cualquier crítica o autocrítica del peronismo y sus asociados. Se suma a la enorme pila de documental sin interés que hacen un festejo del peronismo y un ataque sistemático a todo lo que no lo es. Sin quererlo, es gracioso ver en el congreso a los legisladores con sus cartelitos y los silbidos a un presidente que hablan contra la corrupción. “No al ajuste” le gritaban a un presidente, pero cuando arrancó un terrible ajuste de un gobierno peronistas los legisladores abandonaron sus cartelitos. Esa hipocresía, ese cinismo, es lo que debilita cualquier discurso. Que este documental festeje a esos personajes lo desacredita por completo. Esto pasa cuando no hay honestidad intelectual. Sesenta y cinco minutos dura Los prohibidos y menos de la mitad de la película habla de su tema principal. Ojalá algún día se haga un documental sobre este mismo tema, con los mismos reclamos, pero con una narrativa clara y una mirada menos panfletaria.
Las publicaciones prohibidas exponen mucho más que los datos, reglamentaciones, análisis, relatos vertidos en sus páginas. Cuando se las rehabilita, permiten contar historias de censura, describir a aquéllos que pergeñaron el ocultamiento o destrucción de esas obras impresas, reconstruir el pasado por encima de su versión oficial. En torno a una porción de literatura condenada gira Los prohibidos de Andrea Schellemberg. El documental se titula como la muestra que la Biblioteca del Congreso de la Nación ofreció entre 2014 y 2016, y que invitaba a descubrir los libros que los gobiernos inconstitucionales de la Argentina escondieron justo en ese lugar. La realizadora convierte a la coordinadora de aquella exposición en protagonista del largometraje. Silvana Castro asume entonces el rol de conductora de una investigación periodística que relaciona las suertes que corrieron las publicaciones en cuestión, la muestra derivada y luego cancelada, los trabajadores de la Biblioteca –y los trabajadores en general– tras la asunción presidencial de Mauricio Macri, el 10 de diciembre de 2015. Además de interactuar con los visitantes de la muestra, Castro asiste a reuniones, charlas, sesiones legislativas; participa de marchas; mira noticieros de televisión; lee (otros) libros. Por otra parte, la cámara la acompaña mientras conversa con colegas, con investigadores, con manifestantes, con el histórico dirigente peronista Lorenzo Pepe, con la entonces diputada –ahora ministra de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires– Teresa García. Schellemberg encuentra en la vida de la protagonista hitos que estrechan la relación con las publicaciones censuradas y rescatadas: padre empleado de la papelera Ledesma; adolescencia truncada por la detención ilegal y el silenciamiento de esa experiencia durante la dictadura de 1976; desempeño laboral en el lugar que Macri descalificó públicamente cuando presentó su agenda de reformas del Estado en octubre de 2017. La película comienza con aquel discurso en el entonces apocopado CCK y, a medida que avanza, contrasta el discurso oficialista (también en boca del ministro de Comunicaciones Oscar Aguad y del diputado Alfredo Olmedo) con las observaciones y reflexiones de Castro y demás trabajadores de la BCN. En este punto corresponde destacar la calidad de sonido directo: Alejandra Casal, Carlos Torres, Agustín Pereyra, Gino Gelsi registran con absoluta nitidez las palabras casi susurradas por los empleados de la Biblioteca y por quienes la frecuentan con fines académicos. La compaginación de ese audio con planos de publicaciones tratadas con delicadeza, en ocasiones por manos enguantadas, ilustra un amor resistente, reparador, perenne. Acaso en honor a ese sentimiento, Schellemberg incluye el fragmento de un mini-recital de Rodolfo Mederos donde el bandoneonista ejecuta el tango Volver. En palabras de Alfredo Le Pera y Carlos Gardel, Los prohibidos también muestra que las nieves del tiempo platearon los cabellos de Susana. El registro sugiere que a veces es legítimo temerle a ese pasado que regresa con el propósito de enfrentarnos y, si pudiera, de ganarnos alguna batalla.
UN COLLAGE ENOJADO El más reciente documental de Andrea Schellemberg aborda una problemática surgida en las entrañas del Congreso de la Nación: el cese de actividades de la muestra destinada a visibilizar los libros prohibidos durante las últimas dictaduras, desde la Biblioteca Peronista incautada por la Revolución Libertadora, hasta los textos que sufrieron la censura desde 1976 en adelante. La directora establece como eje el relato de Silvana Castro, que trabaja en la Biblioteca del Congreso y es la principal responsable de los intentos por restaurar el proyecto, pero desde el primer momento la película toma una decisión que, durante sus 65, va a atentar contra sí misma hasta verse afectada de manera irreversible, incluso invalidándose. Lo primero que vemos es una conferencia en donde el ex presidente Mauricio Macri habla sobre clausurar el pasado y mirar hacia el futuro, haciendo hincapié en la “estafa” que para él representa la cantidad de empleados con los que cuenta la Biblioteca del Congreso. En unos pocos minutos queda clara cuál es la intención de Schellemberg: denunciar la gestión de Cambiemos a través de la historia de una de las tantas actividades desmanteladas durante los cuatro años de gobierno macrista. Basta con escuchar la retórica sin recursos del ex presidente, su desdén por la memoria manifestado a través de frases que parecen decir una cosa pero dicen otra, para entender por qué el documental elige arrancar así. Es un inicio que declara posición, que se juega por una parte; el problema viene después, cuando avanza sin hacer caso a su premisa y se entrega a una ejecución proselitista sin tener, en apariencia, ambición cinematográfica alguna. La directora deja de lado el formato de entrevistas y hace que su cámara recorra los pasillos del Congreso y las calles que lo rodean en un estilo observacional, casi sin entrometerse, a la manera de Frederick Wiseman (uno podría pensar en su documental Ex Libris, donde da cuenta de la vida diaria en la Biblioteca Pública de Nueva York). Pero mientras el director norteamericano recorre pasillos y dependencias como un testigo, buscando naturalidad en lo que vemos y formando finalmente una imagen orgánica y completa de la institución, Schellemberg somete a sus protagonistas a situaciones forzadas que intentan mostrar la rutina de la Biblioteca y del trabajo en el archivo, pero que no son más que recreaciones donde sobresale el artificio. A esto se le suman las reiteradas intervenciones de material televisivo sobre la marginalidad con la que se vive afuera del Congreso, o sobre las manifestaciones reprimidas por la policía, y que Silvana Castro observa desde un sillón junto a su marido y su gato. Es evidente que el film intenta, a través de estos fragmentos (o de otros episodios donde se pueden ver sesiones de diputados y senadores, o una reunión donde se habla del conflicto entre Manaos y las comunidades de pueblos originarios), que su denuncia no se quede sólo en la problemática de los libros prohibidos, y abarque todo el espectro afectado por las políticas del macrismo, pero es la forma en que organiza el relato que la cuestión de los libros y la censura termina quedando anulada. Incluso el segmento donde Castro habla de su experiencia en los años del Proceso, donde estuvo detenida durante dos meses, (y que abre aristas de interés sobre el rol de la familia y su complicidad en los casos de estudiantes secuestrados), no termina de cuajar en una propuesta que, por más curioso que parezca, no puede parar de evitar su tema central. Porque el documental se llama Los prohibidos y pese a que la cámara registra algunas conversaciones al respecto, la mayor parte del tiempo la película se parece más a un recorrido turístico por el Congreso de la Nación, remarcando la importancia de la Biblioteca para el trabajo de investigadores; un recorrido intervenido por clips sobre el deterioro del país a manos de un gobierno neoliberal. Schellemberg subraya una y otra vez que la censura aún existe, pero en lugar de hacer uso de un material de base sumamente rico, intenta más de una película a la vez y, al final, termina con un collage fallido, a pesar de sus buenas intenciones. Lo que se dice, una lástima.
Es insólita la forma en que está presentado el nuevo documental de Andrea Schellemberg. Leyendo la sinopsis, uno esperaría encontrarse con una película que hable de la censura y la prohibición de libros durante las últimas dictaduras militares. Pero Los Prohibidos carga con un problema de carácter básico que trasciende toda posición política y que está vinculado justamente con la manera en que desarrolla su tema. Si es que se puede hablar de desarrollo o incluso, si es que se puede hablar de tema. Las imágenes de apertura muestran un discurso de Mauricio Macri en el que se queja, señalando puntualmente a la Biblioteca del Congreso Nacional, de la cantidad exorbitante de empleados que posee. A continuación, la cámara se detiene en el trabajo cuidadoso que realiza un grupo de las bibliotecarias, encargadas de proteger, restaurar y atender a las curiosidades de los visitantes, en lo que parece ser una buena oportunidad para responder a los dichos del mandatario. También se explica la extraña cancelación de una muestra sobre literatura prohibida, exhibición que permitía al público general acceder y conocer la historia de estos títulos y que meses después de la asunción del ex presidente fue dada de baja sin mayores explicaciones. Sin embargo, lo que termina ocurriendo con esta secuencia es que lejos de ser una simple contradenuncia que de inicio a la idea central, el documental se enrosca en asuntos muy inconexos entre sí que desordenan la narración hasta deshacerla por completo. Algunas cuestiones son, si bien periféricas, de sumo interés, como la historia que cuenta en primera persona una de las trabajadoras de la biblioteca y protagonista del filme, Silvina Castro, quien sufrió la detención ilegal y la tortura durante la Dictadura de 1976. Otras veces, su realizadora se empecina en arrojar toda crítica al gobierno macrista que tenga a su alcance, sin molestarse en darle la profundidad que debería, pero mucho peor, sin aportarle ni un sentido al inexistente hilo conductor. Los hechos de corrupción, los recortes presupuestarios, la represión policial, la extranjerización de la tierra, los despidos masivos y el desmantelamiento de empresas son tan solo un paneo fugaz de lo que fueron los últimos cuatro años. Está más que claro entonces la validez de estas acusaciones y todas merecen el espacio y la necesidad de ser planteadas. La cuestión es que si uno va a contarlas, más si decide hacerlo desde de una mirada observacional, tiene la responsabilidad de por lo menos analizar los tópicos que toca y engrosar mínimamente la argumentación para que no quede como una recopilación de comentarios superficiales que contestaría un militante kirchnerista a uno macrista en un debate sin rumbo en Twitter. Se juntan una serie de imágenes de archivo icónicas del pasado reciente (sesiones en el congreso, discursos presidenciales, noticieros televisivos, filmaciones de la represión de diciembre de 2017 durante el tratado de la Reforma Provisional) y de forma aleatoria se las desparrama a lo largo de la línea de montaje. Entremedio, apenas dos o tres escenas sobresalen y ayudan a alimentar el documental. Vemos la pasión con que las bibliotecarias asisten con información a los investigadores, lo que otorga una ida y vuelta enriquecedor, así como se muestran dos o tres libros que habían sido parte de la prohibición indiscriminada impulsada por “La Revolución Libertador”, censura que tuvo como foco la proscripción del peronismo. Más allá de esto, lo más notable del filme es su incapacidad de establecer una conexión o un paralelismo entre lo que fue el mandato de Macri y el “tema” en sí (incluyo comillas porque el aparente foco no sé si llega a ocupar treinta de los sesenta minutos que dura la película). Termina siendo imposible armarse una idea global de lo qué es Los Prohibidos, mucho menos quedarse con una respuesta más concreta de lo que significó la censura de libros, cuáles fueron o podrían ser los daños colaterales que tiene en la cultura, cómo se realizó esa prohibición, qué diferencias había entre los modus operandi de las diferentes dictaduras. Nada de eso puede lograre si se está haciendo zapping durante una hora entre canales, a veces, demasiado lejanos entre sí. Por Felix De Cunto @felix_decunto
Comienza con la presencia de Silvana Castro, bibliotecaria del Congreso de la Nación, quien junto a un grupo de personas realiza una recorrida por nuestra historia en la cual se exponen los libros prohibidos por causa de las dictaduras de nuestro país. El documental se trabaja a través de datos, testimonios, vivencias, material de archivo, silencios bien utilizados, haciendo una interesante revisión de parte de nuestra historia, ofreciendo a los espectadores una potente investigación.
En este país cada gobierno que sucede al anterior suele despreciar y criticar lo hecho, aunque sea bueno y beneficioso para los ciudadanos. Ellos, como una regla general no escrita, necesitan imponer sus ideas y pareceres, colocar su impronta en el modo de gobernar como para que no haya una solución de continuidad. Con ese criterio uno de los puntos que siempre modifican a voluntad es la cultura. Su enseñanza y transmisión debe ser manipulada para una propia conveniencia. Así, en un momento de nuestra historia, durante el año 1955, cuando ocurrió la llamada “Revolución Libertadora” que derrocó al General Perón, los libros que enaltecían a dicho movimiento y el estilo de conducción resultaron prohibidos. Los ejemplares que se encontraban a disposición del público en la Biblioteca del Congreso de la Nación fueron considerados “peligrosos” y los destinaron a la oscuridad de un depósito. Este documental reflota un caso poco tratado. La directora Andrea Schellemberg busca a través de su trabajo ponerlo en consideración popular porque, según cuenta la bibliotecaria Silvana Castro, que actúa como si fuese la conductora de la narración, al charlar con sus compañeras su intención de volver a exhibir esos libros como ocurrió en tres ocasiones anteriores, pero que en el gobierno de Macri dicha actividad no interesa por ser libros peronistas. Pese a tener un interesante argumento para contar una historia que atañe a nuestro pasado y que involucra al ámbito cultural, la realizadora pierde objetividad al construir el relato porque lo que más le interesa es criticar a ultranza al gobierno macrista y resaltar el escaso apego a la educación de su conducción, y sí favorecer únicamente a los empresarios y a los ricos-. La narración transita por dos planos en paralelo con un ritmo desparejo, pasa de la velocidad a la lentitud sin justificación. Por un lado lo que ocurre dentro de la biblioteca, especialmente en la Sala de Colecciones Especiales donde se guardan los libros considerados más valiosos del patrimonio y, por el otro el exterior, la calle, las manifestaciones, las sesiones en el Congreso, noticieros, incluso el departamento en el que vive Silvana con su marido. Todo contado con sonido ambiente, sin música, excepto cuando suena un tango tocado en vivo dentro del Congreso. Si la directora tuvo como motivo primordial al hacer esta película explorar los secretos que hay detrás de las paredes visibles de la sala de lectura, perdió objetividad porque la compaginación conduce inexorablemente a un interés netamente político y para nada pedagógico, como lo que reclaman todos los que participaron en este film.