El mal tiene muchas formas Una historia simple pero efectiva sobre exorcismos que explora las diferentes facetas del mal y cómo pueden afectar a una familia. Sintiendo el terror de un espíritu diabólico que se manifiesta en las peores encarnaciones del mal. Metamorphosis (2019), es una película de terror que cuenta la historia de una familia que a raíz de un exorcismo realizado por el tío se encuentra con un ente diabólico que buscará atormentarnos constantemente. Con esto exploramos los diferentes matices en las que el mal puede presentarse a la familia y como puede atormentarnos. La película cuenta con grandes actuaciones y una muy buena dirección de Hong-seon Kim, más allá de su historia simple pero efectiva. No se distancia mucho de la gran mayoría de películas sobre exorcismos, pero las actuaciones y la dirección logra tratar y explorar de forma realmente interesante la trama. Su narración acentúa el terror no solo en el gore y los sonidos bruscos, sino que desarrolla el concepto de la trama que es afrontar las diferentes formas en la cual el mal se puede manifestar, sobretodo a nivel doméstico y familiar. Más allá de lo bueno de su aspecto técnico, la película no ofrece más que lo esperado, siendo estable en su desarrollo. La trama aunque bien explorada, carece de profundidad y no cuenta con una narración ágil, terminando en un film interesante pero carente de tensiones narrativas. Sin embargo esos escasos momentos de tensión se compensan con grandes momentos de un atractivo trabajo visual, donde se prepondera el miedo, dejando de lado la historia. "Una película más que interesante, que más allá de su trama simple y estable logra, mediante grandes actuaciones y una buena dirección, contar una historia de terror entretenida y bien lograda que entretendrá a los amantes del cine de terror."
Las plataformas digitales siguen brindando estrenos y/o películas que quedaron pendientes del año pasado y las ofrecen mediante el servicio de On Demand. Así es como llega «Los rostros del diablo» («Metamorphosis», en su título internacional), un film coreano que se suma a la gran cantidad de películas que vienen llegando a estas latitudes a partir del boom que generaron películas como «Train To Busan» (2016) años atrás. Si a esto le sumamos la consagración de «Parasite» en la entrega de los Oscars de este año, vemos la razón por la cual nos siguen llegando películas del país asiático a pesar de la pandemia. «Metamorphosis» es un film de 2019 que pertenece a ese subgénero de relatos de terror donde son de la partida los exorcismos. Lo que tiene de particular este tipo de largometrajes es que ninguno logró replicar el éxito de «The Exorcist» (1973), aquel film de William Friedkin que es para muchos el máximo exponente no solo de esta categoría sino del terror en general, apareciendo en varios rankings y listas de películas que suelen hacerse todos los años. Este largometraje de Kim Hong-seon presenta algunas ideas interesantes, pero finalmente termina intentando abarcar un campo demasiado extenso quedándose a mitad de camino de lo que propone en una primera instancia. La cinta sigue a una familia que decide mudarse a una nueva casa después de haber atravesado un hecho familiar bastante traumático que los dejó en el ojo público de sus vecinos luego de que su tío, un sacerdote católico, haya fracasado durante un exorcismo donde la victima perdió la vida. La familia comienza a ser acosada y por eso deciden mudarse para empezar de nuevo en otro lugar. El problema es que en este nuevo hogar los distintos integrantes comienzan a ser acechados por un espíritu maligno que puede ocupar el cuerpo de distintas personas, así como también ir generando visiones y otro tipo de cuestiones paranormales o demoniacas. La familia corre peligro y decide acudir al tío quien tendrá la posibilidad de redimirse. El film parte de una premisa un poco convencional pero atractiva que además se nutre de la dirección de Kim Hong-seon y de algunos momentos bastante logrados. Incluso la vuelta de tuerca que mezcla el exorcista con la noción de descubrir quién es «el enemigo entre nosotros» al estilo «The Thing» (1982), hacen que la película tenga varios pasajes entretenidos. No obstante, el guion es algo confuso y no plantea de entrada los mecanismos del espíritu y van revelando poco a poco la información haciendo que el espectador no entre del todo en el modus operandi del ente. Además, hay ciertos giros predecibles y los efectos especiales no terminan de convencer del todo. «Metamorphosis» es un film que tiene un comienzo prometedor y que con el correr del metraje se va diluyendo. Una película que tiene algunos momentos logrados y que agradará a los fans del género.
¿Qué pasa cuando el cine asiático, generador de las más terribles historias e íconos, renovadoras del género quiere emular producciones foráneas? Se pierde su verdadera potencia e identidad. Un arranque a lo El Exorcista, copiado a mas no poder, deviene en una sucesión de gags, si, gags, en donde un espectro toma el cuerpo de cada miembro de la familia. Confusa, irrisoria. Para dejar pasar.
Éramos pocos y ahora también abundan los exorcistas coreanos. El problema es que mientras los zombies son universales, e incluso el antiguo lagarto gigante mutante coreano Yongari no era muy distinto de su primo japonés más famoso, Godzilla, cuesta un poco más creer en un sacerdote católico apostólico romano que mezcla su idioma con el latín al intentar sacar el demonio del cuerpo de una jovencita poseída. Justamente asi empieza “Los rostros del diablo”, con un prólogo sobre el citado exorcismo que no sale bien en ningún sentido (no sólo gana el demonio, sino que el director tampoco logra borrar el recuerdo ni de William Friedkin ni de Max Von Sydow). En todo caso, el asunto continua tiempo después cuando el fracaso ha logrado que el cura pierda su fe, la que deberá recuperar cuando la familia de su hermano sea la que tenga conflictos demoníacos. Más allá de su falta de verosimilitud, a este film también le falta tensión narrativa para sostener casi dos horas de metraje Sí tiene algunos momentos razonablemente horripilantes, que funcionan de modo intermitente.
Se estrena el miércoles 6 de mayo en las plataformas iTunes y Google Play. Alquiler por USD 3,94 Después de toda la rosca que tuvo Parasite sin lugar a dudas Los rostros del Diablo convoca al público. Entre el cielo y la tierra los cuerpos y las palabras se transforman en depósitos, dóciles cuencos donde la oscuridad y la luz batallan desde tiempos inmemoriales. Esta se presenta y consolida como una película de exorcismos más, respetando rígidamente los estereotipos y cierta cadencia tan deudora de la norteamericana del ’73. Por eso resulta interesante constrastar temáticamente: ¿Qué imagen y semejanza construyen los surcoreanos sobre esta épica antigua? Recordando la muy recomendable En presencia del Diablo de Na Hong-jin, la metamorfosis es, en efecto, otro recurso para efectivizar la presencia demoniaca, una cualidad que se encuentra muy enraizada en el folclore oriental más antiguo. En cierto sentido la “cascara” del género, con toda su perorata cristiana esotérica, en esta ocasión funciona como escenario para un par de sobresaltos y mucha tensión familiar. Esa tensión de extrañeza mortal que se viene dando en cuarentena en más de un hogar. Por suerte el sacerdote hará su segunda presencia para concluir lo que se consolida como una historia circular. El sacrificio, como ritual exorcizante, nuevamente mostrará que el lado oriental es el sustrato vital y el resto responde solamente a una cuestión de género LOS ROSTROS DEL DIABLO Byeonshin. Corea del Sur, 2019. Dirección y guion: Kim Hong-seon, Interpretes: Bae Seong-woo, Sung Dong-il, Jang Yeongnam, Hye-Jun Kim, Yi-Hyun Cho y Kim Kang-Hoon, Duración: 113 minutos.
Se estrena en VOD, a través de iTunes y Google Play, una película de terror surcoreana que se introduce en la poco original temática de las posesiones demoníacas y los exorcismos: Los rostros del diablo, dirigida por Kim Hong-seon. Los rostros del diablo comienza con un exorcismo que sale mal. Mientras un grupo de cuervos revolotea afuera, un cura intenta sacarle el demonio a una joven que termina tirándose por la ventana. De este prólogo, que se sucede de manera sangrienta e impactante, saltamos a conocer a los verdaderos protagonistas: una familia numerosa que se muda a una casa nueva. En una de esas cajas quedan todavía guardadas las cruces y la Biblia. Al principio, esta familia parece tener conflictos cotidianos, algunos económicos que los llevaron a trasladarse y otros por desacuerdos entre ellos. Sin embargo, de a poco, las cosas se van tornando más inquietantes y las actitudes de estos personajes más extrañas y, a simple vista, inexplicables. Los rostros del diablo le dedica un buen tiempo a las metamorfosis de su título original, a mostrar a esta entidad demoníaca en el cuerpo de estos personajes diferentes. Así, una madre se queja de cómo los hijos la han consumido, o la hermana pone en voz alta los celos que siente. Cada una de estas actitudes se acompañan con un cuchillo o un martillo, como para que nos quede claro que no es un simple ataque de ira reprimida. Uno de los problemas de esta película radica en ese aspecto. Las escenas de estas posesiones personificadas se repiten durante largo tiempo, momento en el que la historia no avanza, y por lo tanto estas escenas comienzan a hastiar. Cuando por fin llega el momento en que se dan cuenta de que hay algo que los excede, llaman a un familiar que es cura. Aunque él haya sido quien efectuó el fallido exorcismo del comienzo, depositan allí su confianza y fe. ¿Cómo hacer para que la historia no se repita? Los rostros del diablo cae en los lugares comunes de estas películas de posesiones y exorcismos. Las muchas caras que puede tener el diablo, acá provocan desconfianza en sus protagonistas que no pueden saber si le hablan a la persona o al demonio. Un juego de espejos que podría haber sido interesante si no se lo sintiera tan reiterativo. En el medio, algunas escenas sangrientas y golpes de efecto que no consiguen demasiado. Aunque Los rostros del diablo apueste por una atmósfera oscura y densa, se regodea en el jump scare y los efectos especiales, bastante logrados estos últimos, eso sí. Los rostros del diablo podría haber sido una película más rica de haber sabido explotar mejor el drama familiar con el terror, la idea de un enemigo en tu propia casa, en un rostro que consideramos amigable. Pero en lugar de eso cae en situaciones ya vistas y contadas muchas veces, sin una pizca de originalidad y con un ritmo que se estanca en más de una parte. Le falta el alma que el diablo amenaza con robarle a sus protagonistas.
Que se estrenen películas de género coreana es motivo de festejo. Los rostros del diablo no es de lo mejor que podemos encontrar por allí, pero, aun así, no son pocos los momentos que sorprenden con un modo de mostrar que no es el habitual
Año 2020. Parece mentira. En agosto van a ser 46 años del estreno en Argentina de “El exorcista” (1973) y, salvo un par de honrosas excepciones. todavía no apareció un sólo producto capaz de salirse de ese universo de posesiones sin caer en la copia burda y tilinga. No sólo de la resolución de las escenas de truculencia, sino de la copia de diálogos y hasta de roles. Ejemplo de esto es el estreno online de “Los rostros del diablo”, producto de Corea del Sur que padece como nadie la carencia de ideas en este sub-género (pero insisten eh?, eso no se les puede negar) Empezamos mal. Lo primero que vemos es un cura surcoreano católico en plena Corea del Sur actual. Choca ese intento de instalación de verosímil en un país en donde el 60% de la población es prácticamente atea o no muestra interés religioso alguno, y del resto, más de la mitad son budistas y lo que queda para repartir se divide en protestantes, musulmanes, etc. O sea, la religión católica casi no existe, pero ahí va el director y guionista Hong-seon Kim decidido a instalar que sí, y hasta un alzacuellos consiguió para el vestuario del protagonista. Es más, hacia la mitad del metraje vemos un cónclave lleno de sacerdotes y sacerdotizas surcoreanas en una escena bastante ridícula por la falta de contexto para hacerla creíble. Es como ver un Hare Krisna en nuestro barrio de Mataderos. No es que no pueda haber, pero... Y sobre este paño se juega el guión. Seguimos peor porque al cura Joong-soo (Sung-Woo Bae) las cosas no parecen salirle del todo prolijas. En el exorcismo que practica ni bien comenzamos, la piba de ojos amarillos se le escapa de las manos y queda ensartada en unas rejas de la planta baja. Tiempo después una familia se muda a la misma casa y el demonio no tarda en manifestarse. Papá, mamá, tres nenas y un nene. nada menos, cuyos cuerpos van siendo "habitados" hasta que se aloja en uno de ellos. Una casa de dudosa practicidad en su construcción al punto de hacer bastante difícil la composición de los cuadros y determinar la profundidad de campo. No debe haberla pasado nada bien el equipo técnico de esta producción. Situaciones mal construidas, estiradas como para que el último espectador que no se haya quedado dormido a los 20 minutos se dé cuenta de todo lo que va a pasar. Y pasa. Claro que pasa. La familia empieza a atacarse mutuamente, nadie entiende demasiado y los gestos de estupefacción son contagiosos desde la pantalla pero por razones distintas. El texto cinematográfico pareciese querer ir por el lado de las culpas para explotar los costados débiles del ser humano, algo que hacía muy bien el texto original de William Peter Blatty sobre el cual se basa "El exorcista" pero que aquí se pierde, se diluye en el atolondre general del montaje. Voces distorsionadas por el equipo de edición de sonido, sangre vomitada, humito, cruces, agua bendita, vociferación de oraciones sagradas, agua bendita, etc excepto el aire acondicionado para que los actores tengan frío en el set y respiren vapor se trajeron del set de William Friedkin, todo el resto para ponerlo acá. "Les haré arrancarse los corazones y mostrármelos", "te voy a mostrar lo que es el dolor", "arrodillate ante o mí o desaparece" y amenazas por el estilo son sólo algunos de los plagios que se ven, y escuchan, en los rostros del demonio de ojos amarillos (¡ah!, porque los ojos en Corea del Sur se ponen amarillos cuando los posee Belcebú). Hay menos contorsiones de cuerpo, es cierto, y las camas no se elevan porque se chocarían con los techos bajos que tiene la casa, pero lo demás está todo. Cuando el espectador sienta que ya no puede estirar más la boca para bostezar, lo espera un desenlace que tiene el tupé de transitar por la vereda del sacrificio. Pero acá ya casi nada importa. La buena noticia es que la pandemia evitó que esto se estrene en cines.
Con reminiscencias a El exorcista (The Exorcist, 1973) y muchas películas de similares características, la coreana: Los rostros del diablo (Byeonshin, 2019), dirigida por Kim Hong-seon, logra una identidad propia a través de un relato que traspasa la lógica y el inconsciente. La verdad está detrás del mundo real. Los rostros del diablo (2019), un espíritu maligno que puede poseer a cualquier persona, se infiltra en una familia que acaba de mudarse a su nuevo hogar, confundiendo a cada integrante y generando desconfianza entre ellos. Tendrán que recurrir a un tío sacerdote especialista en exorcismos, quien acaba de atravesar un traumático fracaso. Guion y dirección van de la mano logrando la atmósfera de terror necesaria para dar lugar al relato. El diablo confunde y manipula la mente de los protagonistas, consiguiéndolo también en el espectador. Es ese juego lo que sobresale del film de estilo surrealista y, pensado para que participemos en la historia, lo que resulta interesante y arriesgado, marcando esa diferencia buscada con películas similares. Quizás resulte desagradable e innecesario el exceso de gore en un relato que combina buenas actuaciones con reminiscencias a Los pájaros (The Birds, 1963) y The Wall (1982), en su manejo surrealista del tiempo combinado con la música y sonidos. Además hay buen manejo de la sugestión de un individuo y su enfoque psicológico. Agregarle un tono poético (a través de encuadres) y de dramatismo con la música a una historia tan horrorosa, está relacionado con la realidad en la que realmente sucede, y podría definirse como "paralela" a esta dimensión. "Existen enemigos invisibles, los cuales se alimentan de las divisiones y el odio", parece decirnos la película.
Los Rostros del Diablo: Se parecen mucho entre sí. Una película de Corea del Sur sobre exorcismos, posesiones y sin mucha originalidad al igual que este subtítulo. Desde la primera escena podemos predecir que veremos una película de exorcismos bastante básica. Las casi dos horas del film traen consigo poca originalidad, contándonos la típica historia de un espíritu maligno que se infiltra en una familia poniendo a una familia en peligro. Los diálogos carecen de corazón como si el diablo hubiese calcinado las personalidades de los personajes. El esposo que trabaja y sonríe demasiado. La madre quejosa, la hija buena y la hija malhumorada, junto al más pequeño de todos dándole esa inocencia que necesita cualquier película de terror sin una buena idea. Además del cura que intentó exorcizar, a la quizá mejor actriz de la película, tiene un vínculo con esta familia. Él termina siendo el que quiere renunciar a la Fe. Qué sorpresa ¿No? Por otro lado, si le ven cara conocida al personaje llamado Sun woo es porque la actriz Kim Hye-Jun interpretó a la reina en la serie de Netflix llamada Kingdom, haciendo que resalte mucho más su papel de aquella. Por momentos la película parece filmada como si fuera una serie asiática, con mucha más luz que el género necesita. De todas formas hemos aprendido (como por ejemplo con Midsommar – 2019) que no toda película de terror necesita estar en un tono apagado o sombrío para generar temor o incomodidad. Pero en este estilo de película la oscuridad en ciertos lugares debería estar más presente. Junto a los encuadres, además de actores poco creíbles, las escenas se convierten en algo evidente y aburrido de ver. Como por ejemplo en un día lluvioso el padre entra a un lugar lleno de cruces al revés que está más iluminado que el exterior. Pareciera que el director intentara mostrar los efectos y el maquillaje más que generar un ambiente terrorífico. Hasta los sueños que deberían ser espeluznantes están más iluminados que la noche en sí. Sin embargo los efectos especiales (Sólo algunos) más la puesta en escena serían lo más destacable, con cruces, animales muertos, entre otras cosas. Pero hasta ahí nomás, porque la casa no fue utilizada al máximo. Cuando todo comienza a empeorar dramáticamente la película da señales de vida, pero la forma en cómo trabaja el espíritu maligno influyendo en los personajes resulta dudoso. No nos genera interés ni odio en algún familiar. Siendo las dos horas de duración de la película predecibles, sin nada nuevo que traiga al plano del terror. El director Hong-seon Kim nos trajo una historia vacía sin plantear un drama familiar, o interno, más que la redención del cura que queda incrustada en un horrible e innecesario cambio de iluminación a blanco y negro. Básicamente la película al no tener originalidad en la historia, o un buen manejo de cámara, resulta artificial. Salvando pocos momentos de la cinta, el film parece poseído por el mal genio de falta de personalidad.
El horror llega de la mano del cine surcoreano, con de posesiones y exorcismos. Claro que todo lo que se estrenó después del film de William Friedkin, “El exorcista” de l973 ya no tiene un impacto similar, pero sigue cosechando adeptos entre los fanáticos del género. Este largometraje de Kim Hong-seon presenta algunas ideas nuevas pero que luego se disuelven entre lo esperable, nada más que multiplicado. A partir de un cura católico que fracasa en un exorcismo, exponiendo su vergüenza en el pueblo y extendiendo el repudio a toda su familia, comienza una trama complicada con momentos muy logrados. Como que el mal va mutando la posesión de los cuerpos de toda una familia, hasta diluir cualquier posibilidad de confianza entre ellos. Pero cuando avanza hacia el final la acumulación de horrores no produce el efecto deseado. Sin embargo entretiene dentro de los parámetros del género.
El género de terror viene asomando con nuevos bríos desde Corea Del Sur y Los rostros del Diablo -Metamorphosis- sigue con la tradición de las películas de exorcismos pero con un planteo estético y narrativo que resultan interesantes. Al comienzo, un sacerdote practica un exorcismo que sale mal y lo sumerge en la culpa. La familia Kang-Gu, integrada por los padres Gang-Goo -Dong-il- y Myung-Joo -Young-nam- y sus tres hijos, Sun-Woo -Hye-Jun-, Hyun-Joo -Yi-Hyun- y Woo-Jong -Kim Kang-Hoon-, se mudan a nueva casa cuando comienzan a suceder hechos extraños, ruidos molestos que vienen de la casa del vecino y la felicidad que tenían planificada se cae a pedazos. Una fuerza oscura dominará a la familia a partir de un planteo que se aleja de los clichés del género e instala el tema del "doble" con una inquietante mirada que empuja a los personajes hacia la locura. En Los rostros del diablo la vida cotidiana comienza a transformarse al punto de enfrentar a los mismos miembros de la familia. En la tradición de El exorcista y Aquí vive el horror, lo monstruoso se instala en los cuerpos para destruírlos y para generar desconfianza y miedo. El tío, el sacerdote del inicio, acudirá al hogar para solucionar el problema que atraviesan poniendo en duda la confianza del quinteto. Con buenas actuaciones, cuerpos que se retuercen y cambian de aspecto, un vecino amenazante y de extrañas costumbres y un sótano que también depara sorpresas, la película atrapa desde el comienzo con su atmósfera lluviosa y una tormenta que se cierne sobre la familia.