El ocaso de una diva El regreso de la “Coca” Sarli al cine y el debut de Isabelita "Coquita" Sarli resultan los principales atractivos de Mis días con Gloria (2009), película que cruza el género policial con el melodrama, y tiene un sin fin de homenajes y citas cinematográficas. Realizada íntegramente en la ciudad de San Luis y dirigida por Juan José Jusid, el film cuenta con el protagonismo de Luis Luque y la participación del conductor televisivo Nicolás Repetto. Es de noche y llueve, un asesino en decadencia (Luis Luque) se encuentra en penumbras con un vaso de whiky en su habitación. Espera el llamado de una mujer, a la que recibe luego en su habitación. A ella no la vemos en su totalidad. Por distintos y pequeños planos sexys y cuidadosos nos aventuramos a decir que es Isabel “La Coca” Sarli nuevamente en la pantalla seduciendo al protagonista masculino de turno. Pero no; es Isabelita "Coquita" Sarli, su hija, y mediante este juego de imágenes hará su presentación en la pantalla grande junto a su madre que, si bien no actúa en esa escena, está presente metafísicamente. Con este planteo inicial Jusid –que realiza el film por encargo- nos trae un relato que juega con el texto “Sarli” en todas sus posibilidades. Y no es el único texto previo que utiliza para armar su película, la idea de El ocaso de una vida (Sunset Boulevard, 1950) ronda toda la historia, trasponiendo la imagen de Gloria Swanson a la de Isabel (el personaje de Isabel se llama Gloria), sobre todo hacia el final cuando el melodrama se impone definitivamente y Gloria accede a fragmentos de sus películas, de sus días de gloria. En la estructura policial que la película mantiene hay un vuelco por la oscuridad de los personajes. El rostro de Luque, que deambula como el asesino conflictuado, le da la estética sórdida al film. Estética que se contrapone con un par de escenas de persecusiones automovilísticas que despliegan la espectacularidad de una película de acción, rompiendo con el registro propuesto, incluso dándole una estética ligada más a las producciones Clase B. A pesar de ello, la Clase B no sería un inconveniente siendo que la película se basa -como dijimos- en el texto Sarli y la actriz interpretó todos sus films dentro de esta categoría. Es decir, Mis días con Gloria dentro de su incoherencia, es coherente. Lo mismo sucede con la introducción de Nicolás Repetto actor. Su texto previo como conductor televisivo es tan fuerte que produce un desequilibrio en la trama que se sostiene gracias a lo antes mencionado. Roberto (el personaje de Luque) “hace” de remisero del personaje de Isabel. Sus largos viajes desde la mansión de ella hacia la ciudad lo ayudan ha acercarse al objetivo que persigue, además de intercambiar dramas personales. A otro nivel, estos viajes sirven para dar a conocer la provincia de San Luís al ser retratados con panorámicas que describen los paisajes turísticamente. En este cocoliche de estéticas y sin sentidos, Mis días con Gloria se inscribe. Y es que, como producto tiene tantos objetivos que resulta difícil satisfacerlos a todos y, además, hacer un buen film. Sin embargo, es esta multiplicidad de textos previos lo que hace rica la película y, por supuesto, invitan a verla.
La dama regresa a un camino con espinas El director Juan José Jusid filmó en la provincia de San Luis este policial que trae nuevamente a Isabel Sarli a la pantalla grande y marca el debut de su hija, Isabelita Sarli. El film es un thriller que cruza las vidas de dos personajes: un asesino a sueldo (Luque) que está en conflicto con su trabajo y Gloria (Sarli), una diva de la pantalla grande que vuelve a su pueblo para saldar una deuda personal. Por una confusión, ambos se necesitarán más de lo pensado. La película tiene un inspirado clima de los policiales de Juan Carlos Desanzo y puede resultar anticuada, pero Jusid se las ingenia para contar una historia entretenida, cuyo ritmo se mantiene hasta el final. Mis días con Gloria mantiene el suspenso (a pesar de su presupuesto módico) y los asesinatos a sangre fría en una trama alimentada por un personaje siniestro. El mismo que busca su redención y es presionado por un policía corrupto (no convence el papel de "duro" de Nicolás Repetto) cuando se pierden cien mil dólares durante un "trabajito". Tambaleando entre el bien y el mal, con persecusiones automovilísticas bien resueltas, bellos parajes de la provincia puntana y una lograda iluminación, la película resalta los claroscuros de los personajes. Y también funciona como un homenaje a Isabel Sarli, un nostálgico juego del "cine dentro del cine". Ver a Gloria consumiendo drogas y recordando tiempos mejores frente a la pantalla de un televisor que destella fragmentos de sus trabajos, resulta fuerte y trae ecos de Gloria Swanson en Sunset Boulevard. Luis Luque es, lejos, lo de mejor de la propuesta, mientras que Sarli se muestra contenida por la dirección. Un policial para revivir momentos de Gloria.
Coquita sigue mis pasos Crítica del film, ficha y entrevista a Sarli. La eterna Coca, “mito del cine argentino”, dice que su hija “tiene pasta” para heredarla. Ambas forman parte del film “Mis días con Gloria”, estreno del jueves, que también marca el debut de Nicolás Repetto.
Los Últimos Días de la Víctima en Sunset Boulevard No hay tanta ciencia detrás del cine. A veces, hay íconos, leyendas vivientes que merecen un último reconocimiento. Un fanático de dicho ícono se adhiere como productor de un proyecto e insiste en darle ese último contacto, el último suspiro, la última posibilidad de reencontrarse con el público. Así fue como Billy Wilder, cuando empezó a trabajar en el guión de El Ocaso de una Vida, se acordó de Gloria Swanson, y así fue como Alberto Rodríguez Saa, gobernador de San Luis, se acordó de la Coca Sarli. Porque muchos de nosotros la conocimos por las reposiciones y otra generación ni siquiera la oyó nombrar. ¿Quién fue Isabel Sarli? ¿Quién fue Armando Bo? ¿Por qué su cine es tomado como objeto de culto hoy en día, cuando en los años ’60 y ’70 era censurado, insultado, subvalorado? ¿Cómo es que una modelo convertida en fantasía sexual para miles de hombres, se convirtió en un ejemplo a seguir en la lucha contra la oligarquía, los militares, y el poder regente en Argentina, animándose a romper con los tabús, a mostrar el perfil más denigrante de la naturaleza humana? Es probable que todas estas respuestas las tengamos que encontrar en el documental Carne Sobre Carne de Diego Curubeto. Pero la Coca merecía algo más que un documental… hace mucho La Dama Regresa de Jorge Polaco, había pasado sin pena ni gloria por la cartelera porteña. La Coca necesitaba esa Gloria. Y literalmente, la fue a buscar. Gloria Saten (Sarli) es una actriz venida a menos. En su mansión relucen afiches de películas que filmó con Armando Bo. Ahora, viaja a San Luis, a su pueblo natal para terminar con unos asuntos pendientes. Por otro lado, tenemos a Roberto Sánchez (Luis Luque, lejos de ser Sandro), un asesino a sueldo deprimido, cansado de su profesión, de ver sangre. No muy diferente al personaje que componía Federico Luppi en Los Últimos Días de la Víctima (1984) de Aristarain (incluso ambas empiezan con escenas similares. En 1987, Hector Olivera hizo una versión barata para Roger Corman en inglés: el protagonista mataba a Nathan Pinzón), o al protagonista de The Matador (2005) con Pierce Brosnan. Roberto trabaja para Orinal, un teniente corrupto (Repetto). En la última misión, que este le solicita, el asesino no logra llevarse una valija con 100 mil dólares y por lo tanto, sino consigue la plata en dos días, Orinal lo mata. Por desgracia o fortuna, Gloria se sube al remise, que Roberto usa como pantalla y lo contrata como chofer personal. De esta manera, Roberto tendrá una oportunidad para redimirse. Este regreso, tras 8 años de ausencia, del veterano Juan José Jusid tras las cámaras nos trae una película que visual y narrativamente atrasa en el tiempo. Podríamos decir que parece un thriller nacional clase B de fines de los ’80 o mediados de los ’90. Un guión que sufre bastantes falencias, clisés, lugares comunes, violencia gratuita, escenas de acción irrelevantes, huecos narrativos y personajes toscos, poco inspirados e inclusive inverosímiles como el de Orinal, no ayudan a que la película supere la media. Sin embargo, parece que Jusid logró recuperar algo del pulso para narrar thrillers que lo había perdido con una serie de películas comerciales, comedias con Francella o románticas con Echarri, que lo habían llevado por caminos erróneos cinematográficamente. El director de Tute Cabrero (1968), había logrado algunos productos interesantes en los ‘70s y ’80s como Los Gauchos Judíos (1974), Asesinato en el Senado de la Nación (1984), Made in Argentina (1987) o la polémica Bajo Bandera (1997), pero después su carrera decayó artísticamente con Un Argentino en Nueva York (1998), Papá es un Ídolo (2000) y Apasionados (2002). Sin embargo a todas les fue bien comercialmente. No vaticino lo mismo para Mis Días con Gloria. A pesar de que el relato no decae en ritmo y Luis Luque logra una gran composición, complejizando y humanizando, un personaje que seguramente no tenía tanta profundidad dramática, el film cae en diálogos casi risibles y el resto del elenco, con excepción de Carlos Portaluppi en una participación fugaz pero elemental para la trama, no ayuda demasiado, aunque tampoco desentona con la calidad con la que los personajes fueron escritos. Tanto Repetto como Isabelita Sarli fueron elegidos más por capricho e iconización que por otra cosa. Los rubros técnicos están un poco mejor, especialmente la banda sonora compuesta por Federico Jusid (hijo del director que compuso el tema de El Secreto de sus Ojos) Pero, más allá de estos aspectos, se logra rescatar una intención clara: darle un último reconocimiento a la Coca Sarli. Porque, detrás del film noir, de este mediocre policial que sirve de enlace para conocer a Gloria, tenemos un film claramente emotivo y nostálgico. Una despedida de un personaje que acompañó la infancia y adolescencia de muchos de nosotros. Ver a Gloria rememorando, cuan Norma Desmond, su filmografía (escenas de películas verdaderas de la Coca dirigidas por su marido), preguntándole al personaje de Roberto “era bella ¿no?” realmente termina sensibilizando hasta al cinéfilo más duro. Da la sensación que era ése el camino que realmente debía llevar la película. No divagar o distraerse con un policial negro, sino seguir una línea más clásica, más estadounidense: la relación de dos personas contrastantes en apariencia, pero que en el fondo se aman, se comprenden. Como sucedía con Jessica Tandy y Morgan Freeman en Conduciendo a Miss Daisy o Swanson – Holden en la película de Wilder. La conclusión sería: elementos de un film de Raoul Walsh con personajes sacados de un western crepuscular de John Ford con la dirección de Alan Smithee, por así decirlo. Bah! Por una vez, voy a dejar la crítica cinematográfica de lado y hacerle caso a mi nostalgia cinéfila. He visto cine argentino malo durante el año: películas pretenciosas, que ni valen la pena recordarlas. Mis Días con Gloria, es una película sincera, honesta e inclusive cálida. Con el correr de los días, la valoro más, aunque parezca mentira. Más allá de su irregularidad narrativa, se resalta un aire pesimista, un clima de finitud, una reflexión sobre la muerte, que el cine argentino parece haber perdido hace tiempo. Para finalizar, este último regreso de Isabel Sarli a la pantalla, se puede sintetizar con la siguiente frase de Norma Desmond: “Yo soy grande, son las películas las que se volvieron pequeñas”.
El tiempo pasa... En el filme de Juan José Jusid, Sarli encarna a una veterana diva. Instrucciones para disfrutar de Mis días con Gloria . Tomarla como lo que pretende ser, y es: un filme clase B. Aceptar que el punto anterior es coherente con un homenaje a Isabel Sarli (gracias, Coca, por tanta rateada en cines y ratoneada preadolescente en salas de barrio). Descubrir, por qué no, las bondades de Isabelita, Coquita, hija de Sarli, que, en su primera aparición en cine, mantiene sexo con Luis Luque: adecuado protagonista del filme, un asesino a sueldo, siempre al borde del estallido, devorado por la culpa. Lo de instrucciones, obviamente, no responde a la petulancia de explicar cómo se debe ver una película. Responde a la aclaración de que Mis días… , dirigida por encargo por Juan José Jusid, no es una gran película. Pero sí disfrutable, por la reaparición de Sarli haciendo, en parte, de sí misma, y con constantes guiños a su carrera y a algunos clásicos internacionales como Sunset Boulevard , con Gloria Swanson. La Gloria encarnada por la Coca es, también, una vieja diva viviendo de recuerdos, ya muy cerca del fin, pero maternal con el personaje atormentando de Luque, que se llama Roberto Sánchez: las evocaciones siguen. Por su trama, Mis días con Gloria es una mezcla de melodrama que hace eje en el paso del tiempo, el remordimiento y el sometimiento, con un policial nacional bien ochentista, con su acción no siempre bien justificada, con su cuota de sexo, sus excesos, su cursilería sentimental y su héroe/antihéroe arrepentido. Luque es el personaje que lo interpreta: está, como el de Sarli, solo y acorralado, pero en su caso por un policía corrupto: Nicolás Repetto, en un rol desbordante cargado de clichés, en el que cuesta dejar de verlo como conductor televisivo. Desprolija aun en su montaje, la historia, a pesar de todo, mantiene su tensión, su ritmo y, en parte, su misterio. Cuando intenta abrirse en demasiadas subtramas, comienza a hacer agua. Pero el tributo a Isabel Sarli, y su final emotivo, en diálogo con su pasado de gloria, la mantienen bien a flote.
Triste elegía para la mítica Coca La tarea de realizar una película donde intente recuperarse el mito de Isabel Sarli es cuanto menos temeraria. Porque sin dudas no es a la actriz a quien se busca poner en pantalla en Mis días con Gloria, último film de Juan José Jusid: es al mito al que, como en una sesión de espiritismo, intenta invocarse. Isabel Sarli es, sin discusión, uno de los únicos dos o tres mitos puros que ha dado el cine argentino, y por cierto que no se le puede reprochar el intento al director. Pero el brillo de la leyenda es infinitamente superior al potencial dramático que ha mostrado la Coca en su carrera, y esta película no es la excepción. Dicho esto, uno de los problemas con los que lucha (y pierde) Jusid es, justamente, verse imposibilitado de devolver aquel espíritu a la pantalla a partir de la figura actual de la actriz. Por ello se ve obligado a poner a Sarli en el papel obvio de una vieja diva del cine, que en sus días finales y en busca de ajustar cuentas con el pasado vuelve a su pueblo natal a esperar el final. Es un personaje con muchos puntos de contacto con la Sarli real, que le permite al director aprovechar(se) sin complejos (de) las imágenes de películas famosas de la actriz, incluyendo los inoxidables desnudos en los que Armando Bó supo retratar el busto más hermoso de la historia del cine mundial (se aceptan apuestas). Más allá de ese recurso y de la decisión no menos truculenta de incluir en el reparto a Isabelita Sarli, hija de la actriz, con cuyos atributos se pretende paliar la definitiva ausencia del original cuerpo del deseo, Mis días con Gloria adolece de otras dificultades, ahora sí ya definitivamente cinematográficas. La historia de la menguante estrella de cine Gloria Satén (nombre que remite al imaginario de cierto cine erótico, más de los ’70 que de los ’60, y que tampoco es una buena elección) comparte metraje con la de un asesino a sueldo que ha perdido la pasión por su trabajo pero que, bajo el pulgar de un inescrupuloso policía, se ve obligado a seguir cumpliendo encargos. El destino cruzará a Gloria con el asesino Roberto Sánchez (nombre que, muerto el Rey, parece uno de los pocos aciertos de la película) y de ese modo se irá construyendo un policial entre romántico, melancólico y definitivamente convencional. Algunos recursos de montaje, como el uso permanente de los fundidos (entre otros), sugerirán una estética perimida y fuera de época. Los diálogos sobreescritos pondrán a buenos actores, como Luis Luque y Carlos Portaluppi, en trances difíciles de atravesar sin consecuencias para sus personajes. La presencia de Nicolás Repetto no justifica nunca la decisión de no usar actores cuando se los necesita, del mismo modo en que desnudar a Isabelita implica obligarla a competir (sin posibilidades) con su propia genealogía. En el medio, otro intento fallido en la complicada empresa de hacer cine de género en la Argentina, una materia que Mis días con Gloria vuelve a dejar pendiente. Las imágenes finales de una joven Isabel Sarli pondrán otra vez en cuestión las verdaderas intenciones de incluirla en el reparto. Y si Carne sobre Carne, el notable film documental de Diego Curubeto, funcionaba como una oda cantada al mito de la Coca, Mis días con Gloria termina siendo, tal vez sin intención, una elegía triste a esa actriz cuyo fantasma de luz proyectada sigue siendo, para muchos, la mujer más deseada.
Un thriller nacional de lograda factura Gloria es una actriz ya casi olvidada que, en su juventud, conquistó a los espectadores cinematográficos con su exuberante físico y su gran talento. Ahora sólo le quedan agrios recuerdos y la proximidad de su inminente muerte. Frente a este triste destino, decide trasladarse hasta su terruño natal para enfrentar un error de juventud. Allí, en esa extensión de pampa y de soledad, procurará reunirse con su familia, y para recorrer esos caminos polvorientos contratará a Roberto, aparente dueño de un auto de remise, aunque es verdad es un asesino a sueldo en conflicto con su profesión y agobiado por deudas de juego. El director Juan José Jusid logró aquí imponer su gran experiencia profesional y así pudo dotar al film (cercano al cine negro norteamericano) de ese ámbito en el que sus personajes sufren los desgarros que les impone un destino del cual no pueden evadirse. Un elenco sin fisuras apoyó la historia: Isabel Sarli consiguió imponer la necesaria cuota de dolor a su personaje, en tanto que Luis Luque se destacó netamente como ese frío asesino dispuesto a todo por salvar a esa mujer en decadencia. El trabajo de Nicolás Repetto logró muy acertadamente componer a un policía corrupto, en tanto que Isabelita Sarli mostró, en sus breves apariciones, que puede tener un futuro promisorio en la pantalla grande. La fotografía y la música, por su parte, fueron otros sólidos rubros para convertir a Mis días con Gloria en un film de indudable factura dramática lograda a través de un género poco aprovechado por la cinematografía local.
Homenaje a un icono Una diva en su ocaso y un asesino a sueldo en crisis, los protagonistas de Mis días con Gloria. Roberto (Luis Luque) es un asesino a sueldo caigo en desgracia, en conflicto con su profesión, y agobiado por deudas. Cada vez le cuesta más matar y la policía, con un jefe corrupto a la cabeza (Nicolás Repetto), anda tras sus pasos. Gloria (Isabel Sarli) es una actriz de los años '60 que regresa a su tierra natal para enfrentar un error de juventud. A partir de un equívoco, donde Gloria confunde a Roberto con un chofer de remis, sus vidas se cruzan. Este encuentro es motivo para transitar juntos la enfermedad incurable de ella y la violencia del mundo de él. Dos solitarios que descubren que se necesitan. Las serranías puntanas otorgan el marco perfecto a Mis días con Gloria, esta historia que marca el regreso a la pantalla grande de la "Coca" Sarli en un policial con momentos de melodrama. Un homenaje a la diva del cine nacional que busca la nostalgia del recuerdo, con una constante autorreferencia a fragmentos de sus trabajos. Una especie de Gloria Swanson en Sunset Boulevard, pero nacional. Esas vidas opuestas que por destino se cruzan es lo que guía el relato. Los caminos de la actriz en decadencia y el asesino perseguido, quien se enamora de una prostituta (la "Coquita" Sarli, con un look muy parecido a su madre en su debut cinematográfico). Así, el guión llega por momentos a caer en lugares comunes y algunas actuaciones secundarias resultan forzadas. Falencias, sin embargo, que logran mantener cierto pulso narrativo. Dicho ritmo se logre, quizás, por la siempre destacada actuación de Luque, que compone a un hombre recio, aunque perdido por dentro, acorralado por una vida que ya no desea llevar adelante. Destacables sí son algunos de los rubros técnicos, como la iluminación y la fotografía, con bellos encuadres del paisaje de la provincia de San Luis. El regreso de Juan José Jusid a la dirección busca brindar un merecido reconocimiento a una mujer como Isabel Sarli, que con su trayectoria marcó una época del cine nacional. El cinéfilo -y especialmente, quienes se deleitaron con la voluptuosidad de esta morocha argentina- sentirá esa agradable nostalgia volver a ver a la "Coca" en pantalla grande.
Mis días con Gloria es una de esas cosas que suelen filmar en San Luis, hermosa provincia cuyos paisajes se muestran de manera profusa en varios de sus planos, acaso como compensación a la torpeza general que afecta la película. La curiosidad mayor del asunto resulta ser la presencia en el elenco de Isabel Sarli, que interpreta a una diva del cine retirada a la que le anuncian que le quedan pocos días en este mundo. Como Gloria Swanson en El ocaso de una vida, la vieja vive de los recuerdos de sus remotos triunfos; igual que lo que ocurre con la geografía puntana, Mis días con Gloria aprovecha para exhibir con entusiasmo fragmentos de la filmografía de la Coca, que la ex actriz ve a solas en la oscuridad de su living. Se agrega a la trama un personaje también terminal encarnado por Luis Luque (con su aspecto inmejorablemente desalineado, Luque parece especializado en personajes al borde del abismo), un asesino a sueldo que quiere dejar la profesión, asolado por un trauma que no termina de quedar claro y al que se hace referencia en un parlamento de increíble ineptitud. El toque de actualidad periodística está dado por el detalle de que el hombre trabaja en realidad para un mandamás de la policía local, papel que recae en el insólito Nicolás Repetto. Isabelita Sarli, por su parte, se parece bastante a su madre (y eso que es adoptada). Como otro de los guiños que la película destina a los seguidores del cine de la dupla conformada por Sarli y Bo, en un primer plano se puede ver cómo los pechos de la chica son convenientemente magreados por dos manos masculinas que ingresan desde fuera de campo. Jusid nunca fue lo que se dice un virtuoso, pero tampoco es que filme espantosamente mal. Lo suyo es más bien una corrección anémica, como si a las películas se las sacara de encima con desgano, a la que se le viene a sumar una terrible dirección de actores. Pero encima el hombre no tiene suerte con los guiones. O quizá se trata solo de mal gusto. Si se piensa que hay cuatro personas escribiendo Mis días con Gloria, aunque la cantidad no constituya garantía alguna, parece demasiada gente para un resultado tan magro. Porque lo que ocurre es que la película acumula citas, da manotazos para ver si de la historia del cine puede extraer algo que le aporte un poco de vida. Hace tiempo que el policial argentino es problemático. Para decirlo más claro: es un problema. El color local solo agrega en esta ocasión una pátina sobre la que la mirada se puede deslizar con una familiaridad precaria, siempre sujeta a la trampa de su propia impostura. La película hace como si el cine le perteneciera. Pero la verdad es que el cine parece que se le escapara, o que solo pudiera obrar en forma de evocación estéril. Aquí no interesa la clase B, ni un pájaro en su jaula importado de Melville, ni la película de Wilder mencionada arriba y a la que se alude expresamente desde el título. En realidad ni siquiera importa Sarli, que figura al frente del cast pero cuyas escenas parecen metidas a la fuerza en la historia principal, que es la del personaje de Luque. Mis días con Gloria se asemeja a un experimento de entrecasa en el que se manipulan materiales que exceden la destreza de los participantes. Al final, solo queda el residuo de algo que por costumbre llamamos cine. Imágenes que no nos hablan (como en el tosco montaje que se hace de las películas de la Sarli, a modo de tributo, ahora sí, a la diva real) pero que se encargan de ejercer la simulación de una pertenencia dudosa.
Más allá de algún desequilibrio estructural, Mis dias con Gloria es un aceptable policial, con buenos momentos de suspenso y acción que lo ubican en el marco de un film de género salpicado por toques sentimentales y evocativos. Este film marca el retorno de Isabel Sarli a la pantalla luego de La dama desaparece y también de Juan José Jusid, que no rodaba desde Apasionados en 2002. El director de Los gauchos judíos y Bajo bandera propone una pieza teñida de melancolía, no sólo por su caracter de tributo a una vieja diva, sino por el derrotero de su protagonista masculino, un asesino a sueldo en busca de redención. La trama combina con riesgo el policial negro, el melodrama y el redimensionamiento de una estrella, y algunos puntos clave se resuelven apresuradamente. De todos modos las imágenes que presenta el último tramo, con la actriz en los inicios de su carrera con un look a lo Gina Lollobrigida y la cálida dedicatoria final; resultan emotivas. Dentro de en elenco heterogéneo, Luis Luque logra una de las mejores performances de su carrera, dotando de múltiples matices a un personaje intenso. Las breves y sólidas participaciones de José Luis Alfonzo y Carlos Portaluppi se intercalan con la singularidad de ver actuar con arrojo a Nicolás Repetto. Por su parte, Isabelita Sarli se muestra como una heredera dotada de belleza y carisma. La Coca vigente por partida doble.
Añoranzas La evocación y el homenaje se dan la mano y una pátina de nostalgia y melancolía va cubriendo la trama. Mis días con Gloria es una película de regresos. Juan José Jusid hacía varios años que no filmaba. Y la Coca, otros tantos que no protagonizaba. Y el mismo relato trabaja el tópico de los retornos para saldar cuentas con el pasado o para intentar regresar a esos lugares de donde partimos y descubrir, al fin y al cabo, que ya no hay dónde volver. Roberto es un asesino a sueldo en una ciudad de provincias, amparado y empleado por la fuerza policial. Arrastra una culpa que lo está matando (una muerte accidental, como no puede ser de otra manera en estos casos) y quiere abandonar su profesión, pero no es tan fácil salir de determinados sitios. Gloria es una actriz que ha sido muy famosa y ahora está muriendo y quiere intentar reparar un error del pasado y para eso viaja al pueblo que la vio nacer. Estas dos vidas, en caída libre, se cruzarán casualmente y se acompañarán en el tiempo que les queda sin decirse cuáles son sus cuitas y sin saber cuánto se están ayudando mutuamente. Elaborado como un policial de esos que revisitaron el género en los ‘80, -y pueden leerse como un seleccionado clase B-, y el melodrama de personaje femenino con conflictos maternales, el filme ofrece una historia que no por conocida resulta agotada. Correcta en los rubros técnicos, con clisés y estereotipos y frases irrisorias en lo que respecta al guión y con algunas falencias en lo actoral, la película trabaja un plus que no se puede ignorar. Como en aquellos tiempos del star system hollywoodense en los cuales la estrella sumaba su estela a los roles que interpretaba, la imagen icónica de Isabel Sarli tiñe toda la cinta. No sólo su halo personal se impone y ofrece una interpretación contenida (acostumbrados a los excesos propios de sus colaboraciones con Armando Bó) sino que la misma película juega, utilizándolas a su favor, con esas innumerables y recordadas imágenes que el cine puede aportar dada su mítica carrera. La evocación y el homenaje se dan la mano y una pátina de nostalgia y melancolía va cubriendo la trama y el visionado para quien se deje llevar. Quiero ser sincero, no he sido espectador directo de los exitosos tiempos de la dupla Sarli-Bó, -no me da la edad-, pero los recuperé tiempo después y aprendí a quererlos, y a pensarlos desde lo kitsch y lo camp, y seguramente estuve predispuesto a captar este sentimiento, pero me parece que más que una sensación es algo que se puede analizar y hallar en Mis días con Gloria. La protagonista mirando sus viejas películas en la pantalla de un televisor, tirada en un sofá, bebiendo whisky, en deshabillé, además de aportar a la trama actúa simbólicamente como una remisión directa a la Norma Desmond-Gloria Swanson de Sunset Boulevard, y a la misma Coca. Por supuesto que hay citas que replican mejor que otras, también está el Roberto Sánchez de Luis Luque. Más allá de la herencia planteada en la incorporación de Isabelita Sarli como relevo “cárnico” de su madre, se la nota principiante en estas lides, pero la elección inentendible es la convocatoria de Nicolás Repetto en un papel importante y que definitivamente le queda grande. El cine a veces puede funcionar como una manera de reflejar algunos fantasmas, tiempos idos que se plantan frente a nuestras retinas y entre las brumas nos trasladan a un ayer para confirmar que hay bellezas que sí fueron reales y no un producto de nuestra imaginación.
Viejos pecados Puede parecer duro decirlo en el primer párrafo, pero es probable que el argumento de Mis días con Gloria funcione mejor si alguien lo cuenta en una rueda de amigos que tal como lo presenta Juan José Jusid en su película. Las ya perimidas razones que uno tenía para no ver cine argentino vuelven a florecer de la mano de este cineasta que no consigue un solo encuadre justificado en todo el largometraje. Por suerte, hay un trabajo enorme de Luis Luque, quien encarna de manera creíble al enésimo rufián melancólico de las letras y el cine nacionales. En este caso, es un asesino a sueldo que quiere retirarse pero se lo impiden un policía mafioso (Nicolás Repetto) y su séquito de corruptos. Para más cliché, el asesino está enamorado de una striper (Isabelita Sarli), y tras una serie de circunstancias inesperadas se convierte en chofer de una diva veterana y enferma, interpretada con dignidad por Isabel Sarli. La conexión entre esos dos personajes, no demasiado relevante para la trama, es por mucho lo mejor que ofrece Mis días con Gloria. Sin un criterio estético definido en la fotografía (lo mismo puede decirse del montaje y la música), el mundo provinciano que presenta Jusid aparece opaco e insípido, aun en los paisajes diurnos y a cielo abierto de la provincia de San Luis. Imágenes que apenas podrían utilizarse en un spot publicitario de turismo. Presentado como un homenaje a Armando Bo, este policial sin nervio y sin ingenio vuelve a cometer los pecados de los que el cine argentino ya se había redimido.
La Coca todo lo puede. Una diva en el ocaso de su carrera descubre en un desconocido a un nexo para llevar adelante su plan. El no sabe que ella es una de las grandes estrellas del cine erótico, ella no sabe que él es un asesino a sueldo que también está en el ocaso de su carrera. La película se sostiene en las buenas interpretaciones de Isabel Sarli, quien una vez más demuestra su oficio delante de las cámaras, y Luis Luque, que da perfecto como un tipo conflictuado y que sufre cuando tiene que matar. Jusid apuntó a poner en escena una suerte de policial negro, pero lo logró sólo por momentos. El filme tiene un guión poco creíble y demasiado flaco para la ocasión. Sin embargo, vale la pena observar la belleza física de Isabelita Sarli, no su actuación, y el homenaje a la Coca sobre el final con trozos de sus películas. Una cocarda que levanta el filme.