Esta es una película sobre violencia de género basada en un caso real, el de una mujer a la que su pareja dispara tres veces y logra sobrevivir. No es un problema el tema, tampoco es un problema la historia en sí o que se trata de lo que solemos llamar “cine testimonial”. Sí que en gran medida la película parece más un programa televisivo que una realización cinematográfica. Los actores hacen lo que pueden.
Femicidio No me mates (2016) es el opus más reciente de Gabriel Arbós, quien toma como punto de partida un hecho de resonancia mediática -en su momento- y que tuvo como protagonista a Corina Fernández, víctima directa del maltrato y las humillaciones de su esposo durante 17 años. 80 denuncias a la justicia y la indiferencia ante su realidad detonaron en un encuentro donde el saldo fue tres tiros a Corina. Hasta ahí el ejemplo elegido por Arbós para ilustrar la temática de la violencia de género no merece el más mínimo reproche, es loable, incluso hacer visible un tópico que muchas veces no encuentra un espacio lo suficientemente amplio en materia de discurso cinematográfico en general. No sucede lo mismo en el ámbito del registro documental.
No me mates, nuevo opus del realizador Gabriel Arbós. En agosto del 2010, Javier Weber, disfrazado con peluca, impermeable, gorro y bastón, simulando ser un anciano, espero en la puerta del colegio donde Corina Fernández, su ex mujer, acababa de dejar a sus hijos. Le apoyó un revolver en el pecho y le dijo: “Te dije que te iba a matar, hija de puta”. Disparó y milagrosamente Corina sobrevivió, aunque dos balas impactaron en el tórax y un tercer proyectil, en el abdomen. Dos de ellas, aún siguen dentro de su cuerpo. Javier fue condenado a 21 años de prisión y el caso fue el primero que uso en una sentencia la figura de “tentativa de femicidio”. Gabriel Arbós, realizador de Carlos Monzón, el segundo juicio, estructura su relato en base a un extenso reportaje a Corina Fernández, con el intercalado de escenas dramatizadas por Ana Celentano y Alejo García Pintos, a veces con la intervención de la propia Corina. Es cuestionable el formato elegido, ya que el documental no llega a mezclar realidad y ficción, sino que lo hecho por los actores es casi una mera ilustración de lo dicho. Y es ahí donde estas dramatizaciones y la puesta en escena de las mismas, no alcanzan un vuelo cinematográfico y se acercan más a un formato televisivo, restandole fuerzas. Aunque el hecho real conmociona lo suficiente como para ocupar por si sólo una película. Sobre todo cuando hace hincapié en la reiteración de las denuncias de la violación de acercamiento del marido hacia Corina, que había efectuado 80 declaraciones sumadas a la causa, sin que los jueces prestaran atención, antes de atacarla con el arma de fuego. El valor de No me mates está puesto en encender luces de alerta en aquellas relaciones donde los celos enfermizos y la desvalorización de la mujer son una moneda constante. Y en denunciar un estado de la justicia que llega cuando ya es tarde. Sirve como testimonio y como divulgación a hacer visible “Ni una menos” y crear conciencia sobre el alarmante crecimiento del femicidio. Y para todo esto, cualquier aporte, independientemente de la calidad creativa, suma.
EL CASO CORINA FERNÁNDEZ EN TODA SU DIMENSIÓN Gabriel Arbós es un experimentado hombre de cine que a partir del caso Corina Fernadez cuenta la historia y la conclusión del caso que fue uno de los primeros en ser juzgados como “femicidio”. Es un documental, pero también utiliza el docudrama para una film que no se conforma con los hechos, con el comienzo repetido de una relación que tiene como condimento la violencia, sino que profundiza en los mecanismos judiciales que desamparan a las víctimas. Ya la historia de Corina, contada en primera persona es absolutamente conmovedora, una relación de l7 años, dos hijas, una aceptación del maltrato cotidiano que llega al golpe físico, y el estallido con el intento de asesinato. Toda la sensibilidad y el talento de Ana Celentano para interpretar a Corina, y Alejo García Pintos perfecto en su rol violento. La comprensión cabal de lo fácil que es caer en situación de maltratos.
Un testimonio valioso (y poco más) Documental con inclusión de situaciones recreadas por actores, No me mates (2016) hace foco en el qué contar más que en el cómo. Allí radica su máxima debilidad en términos cinematográficos. El calvario de Corina Fernández se transformó en un emblema y en un fuerte antecedente para la lucha contra el femicidio en nuestro país. La presencia en los medios de casos como éste se hizo cada vez más evidente, lo que posibilitó una reflexión más madura sobre la violencia de género. Aún así, no es fácil desterrar este flagelo social; por el machismo de la sociedad, por los vericuetos judiciales, por el riesgo que corren las víctimas, entre otras causas más. El realizador Gabriel Árbos se concentra en el femicidio a partir de las vivencias de Fernández, quien padeció el maltrato de su esposo durante 17 años (lo denunció 80 veces). Esas denuncias no impidieron que él le disparara varios tiros; tres impactaron en su cuerpo. Pero ella, afortunadamente, pudo sobrevivir. Su testimonio es el hilo conductor de No me mates, al que se le adhieren varias secuencias que recrean su propia experiencia. Ana Celentano interpreta a la víctima, mientras que Alejo García Pintos encarna al hombre que la maltrató durante tantísimo tiempo. El problema con este tipo de documentales es que aquello que grafica le pertenece más al ámbito periodístico que al cinematográfico. La apuesta estética consiste en “verter” información más que reelaborarla en función del dispositivo audiovisual específico del cine. Todo se reduce a lo recreativo, a lo exhibitorio, y de esta forma uno siente que el contacto con la temática sería mucho más hondo a través de la lectura, la crónica, la información analizada por especialistas en la materia. Las secuencias recreadas son una ilustración, llevadas con dignidad por dos buenos actores. Cabe preguntarse en qué medida agregan a aquello que Fernández dice, con todo el sentimiento y la convicción que evidentemente tiene a la hora de ofrecer un testimonio para evitar que su historia se repita. La puesta en escena es elemental, y rememora aquellos episodios de Sin condena, el ciclo con el que Rodolfo Ledo llevó casos criminales famosos a la pantalla de Canal 9.
En No me mates, una justicia que no llega a tiempo Los casos de femicidio se repiten. Mujeres asesinadas, heridas o humilladas son las protagonistas de episodios que hablan de una crueldad extrema en la que los hombres se convierten en verdugos de sus parejas. Entre todas ellas el director Gabriel Arbós tomó como ejemplo para este film a Corina Fernández, que durante años soportó las torturas de su marido quien, al producirse la separación matrimonial, le descerrajó varios disparos de revólver en plena calle; no le causaron la muerte, pero lleva hasta hoy dos balas en un pulmón. El film, que tiene a la propia Corina Fernández como relatora, combina lo documental con lo ficcional; así mientras ella relata su calvario se intercalan escenas dramatizadas de su vida junto a su esposo y sus hijas, con Ana Celentano como Fernández y Alejo García Pintos como su ex pareja. Arbós (Carlos Monzón. El segundo juicio y Campo de sangre) va mostrando la forma en la que la justicia intervino en las reiteradas denuncias realizadas por Corina sin éxito en sus tentativas de alejarse de ese hombre para mostrar cómo el sistema legal resultó ineficaz frente a ese intento de femicidio más que anunciado.
Con duros, dolorosos y difíciles relatos de violencia de género mantiene cierta tensión. Para pensar y analizar, pasan los años y los hechos cada día son más violentos. Armoniza con algún videoclip. También se cuentan otras historias crueles y humillantes. Lamentable que muchas mujeres que se quedan atrapadas en un círculo violento y no logren salir del mismo. Bien musicalizado. Dedicada a todas las mujeres que sufren violencia de género.
La marca de los golpes “No me mates” toma como punto de partida la historia de Corina Fernández, que se convirtió en un emblema de la violencia de género y de la lucha contra el femicidio en la Argentina. Durante 17 años, Corina sufrió todo tipo de maltrato y humillaciones por parte de su marido. Ella lo denunció 80 veces ante la Justicia, pero sus reclamos cayeron en la nada y la violencia y el hostigamiento del ahora ex esposo recrudecieron. El drama estalló cuando él le pegó tres tiros a Corina en plena calle, mientras ella salía del colegio de sus hijas, y ella milagrosamente sobrevivió. La película del director Gabriel Arbós es un docudrama poco logrado. El realizador mezcla una extensa entrevista con Corina con dramatizaciones que sirven para ilustrar el relato. El testimonio de Fernández es realmente potente, pero la recreación de su vida es tan esquemática como elemental. Entonces se establece una grieta entre la riqueza del testimonio y la puesta en escena, que es muy pobre. La película tiene un formato más periodístico y televisivo que cinematográfico. El enfoque y el testimonio son muy valiosos, pero el que vaya a buscar una buena película sobre este tema —tan actual como profundo y complejo— se va a encontrar con un producto muy diferente.
VIVIR DESDE LA MUERTE El verdadero fin del documental No me mates, de Gabriel Arbós (Carlos Monzón, el segundo juicio), no es ganar la perfección narrativa y/o técnica en un festival especializado en historias de no ficción, sino contar un duro relato de vida con resultado esperanzador y, por sobre todo, concientizar sobre la lucha contra la violencia de género tan establecida en nuestra sociedad, aún judicial y socialmente bastante machista y burocrática. El relato de Corina Fernández, sobreviviente a los disparos de su ex pareja aunque tres le han dado en un pulmón -en el cual dos balas aún se encuentran alojadas y su extracción complicaría su salud-, es considerado un emblema de la lucha contra el femicidio en Argentina. Es el primer caso legalmente reconocido con una víctima que logró salvarse para contar su experiencia. Fernández desglosa cómo fue su enfermiza relación durante 17 años con quien fuera su marido, los maltratos en principio psicológicos y luego físicos que tuvo que soportar durante la convivencia, y el acoso luego de separada. Con casi 80 denuncias que se acumulaban en una comisaría, Fernández no tuvo ningún amparo del Estado hasta la tentativa de asesinato en plena calle por parte de su ex concubino. Esta historia cruda y triste entremezcla el testimonio real de Corina con partes dignamente ficcionadas, gracias a las actuaciones de Ana Celentano y Alejo Pinto, quienes representan toda su relación, desde el inocente noviazgo con su victimario, la formación posterior de una familia y la encarcelación de su ex marido. Son múltiples las referencias a la temática: desde letras de Soda Stereo que coquetean con la cuestión violenta a imágenes de la película sobre el juicio a Monzón que el personaje de Corina mira desde el televisor en su cama. Referencias que resultan un poco forzadas a la narración, que ya de por sí es fuerte y dolorosa. Tal vez sea un capricho autorreferencial y/o promocional que el director quiso innecesariamente imponer. Nunca lo sabremos. Sin embargo, No me mates logra hacer mella y generar recapacitación sobre un tema tan en boga que logró establecerse hace pocos años con firmeza dentro del apartado de los derechos humanos. Por suerte esta película se vuelve un material de denuncia que alerta sobre cuáles son los indicios de una relación tóxica entre dos personas que se “aman”, y cómo la figura femenina entra en una situación donde pierde sus derechos. No me mates es correcta en su concepción y estremece con el odio impuesto sin razón por un imbécil dominante y el martirio que una mujer tuvo que soportar, en el que tristemente unas balas fueron la llave de su salvación.
La expresión “femicidio”, hoy escuchada y leída constantemente en los medios de comunicación, tiene su razón de ser gracias al caso de Corina Fernández. Una mujer que tras recibir tres tiros de parte de su ex marido, tras muchas denuncias y órdenes de alejamiento que no resultaron efectivas, logra tras un juicio que él vaya preso y así deje de darle miedo algo tan simple como salir a la calle. El realizador Gabriel Arbós, en una época donde el índice de violencia machista sigue siendo enorme pero al menos es un tema del que se habla más, estrena esta película, a medio camino entre el documental y la ficción, centrado en la experiencia de vida de la propia Corina. Ella misma da testimonio a cámara de su historia, que creyó que iba a ser de amor en un principio y derivó en una de terror, con quien fue su marido y padre de sus hijas. A sus propias palabras se le intercalan dramatizaciones que le dan vida a momentos que Corina vivió y hoy recuerda y se enfrenta. No me mates está claramente dividida en dos. La primera media hora abarca la relación tóxica que tiene con este hombre que sin necesidad de agredirla físicamente se la pasa violentándola de manera psicológica. Escenas de celo infundadas, un control excesivo para con ella, palabras de desprecio incluso hacia sus hijas, son sólo algunas de las cosas que tuvo que vivir y sobrevivir Corina. Pero cuando él actúa por primera vez de manera violenta y física, ella decide dejarlo. Y no es así como termina su historia, porque ahora le toca el difícil proceso judicial. Incontable cantidad de denuncias que parece que nadie lee, una orden de alejamiento que no se cumple y el miedo tras las constantes amenazas de muerte por parte de él derivan en la traumática situación que casi le cuesta la vida. Y ahí tampoco termina la película. No me mates retrata cada proceso, el juicio, el después, la vida ahora. A nivel audiovisual, No me mates es un producto bastante flojo, donde muchas veces las dramatizaciones no aportan nada más que lo que hace el testimonio de la propia Corina. Las actuaciones de Ana Celentano y Alejo García Pintos no terminan de funcionar en un film que no respira mucho cine y parece más bien un episodio de algún programa televisivo. De hecho, el film dura apenas poco más de una hora. Pero en este caso, quedarse con esto sería injusto. Porque la razón principal de ser de esta película es la de dar voz a la mujer que sufre de violencia en su hogar sólo por el hecho de ser mujer. La propia Corina, que en el final de la película se reencuentra con ella misma, es decir con su personaje, ella decide contar la historia con el fin de pedir que las cosas cambien para que esto no se repita. Claro que es un camino largo y todavía falta mucho por transitar pero ella aconseja: “que no se callen”. Un film que se debería ver, una historia que merece ser escuchada.
Gabriel Arbós se ha especializado en los últimos años en producir una serie de filmes que profundizan sobre una problemática que, recientemente, ha tomado trascendencia por los alarmantes números y estadísticas. La violencia de género avanza a pasos agigantados con la complicidad de instituciones patriarcales que miran hacia otro lado cuando una mujer, víctima de algún tipo de vejación, denuncia, luego de tomar coraje su situación. Si en sus anteriores filmes ”Carlos Monzon: El segundo juicio” y “Campos de Sangre” la ficción tomaba un caso verídico de violencia contra la mujer y femicidio y lo narraba desde una puesta cinematográfica convencional, en esta oportunidad, y gracias a la solvencia de sus actores principales, Ana Celentano y Alejo García Pintos, “No me mates:la historia de Corina Fernández” (2016), se presenta como una docuficción con un límite muy lábil entre ambos géneros y registros, algo que se celebra porque logra trascender la anécdota. El caso de Corina Fernández, el primero considerado como femicidio en el país, fue un proceso largo que terminó en los tres tiros que su pareja le dio a la salida del colegio de sus hijas y cuando Corina Fernández le acercó a Arbós, luego de haber sus anteriores filmes, la inquietud de poder construir un relato de su historia se hizo evidente. Una de las principales virtudes de “No me mates…” es justamente aquello que al realizador se le ocurrió, ubicarla a Fernández dentro de la película como un actor más, testigo de su propia historia y relato. “No me mates…” comienza con una entrevista tradicional a la mujer, quien, mirando a cámara, va contando alguno de los sucesos atravesados desde casi el primer día que conoció a su pareja. Arbós ilustra ese relato con imágenes, primero de un idilio en la playa y luego, esa luminosidad comienza a oscurecerse, a volverse cada vez más siniestra con imperceptibles situaciones de violencia diaria que ejercían en ella. El relato transcurre entre la ficción, la entrevista, y la incorporación como un actor más de Corina, quien asiste a algunos de los momentos claves del relato como una más del mismo, comentando con su rostro acciones o acompañando a Celentano. La película deambula entre el aggiornamiento de ciclos clásicos de la TV Argentina como “Sin condena” y “Yo fui testigo”, pero también aporta su idea de verdad relacionada, justamente al caso, que la trae y la impregna, honestamente, y sin artificios, en cada uno de los fotogramas que la componen. Seguramente la película luego de su exhibición comercial, seguirá un recorrido extenso por instituciones y espacios dedicados a contener y concientizar sobre una problemática que avanza y arrasa con la vida de los que participan de los casos, y que justamente, más allá de la casuística, permite analizar un fenómeno que se impone en la agenda y que debemos prestar atención como sociedad civilizada.
La historia de Corina Fernández se hizo conocida por ser el primer caso que llegó a juicio por tentativa de femicidio en Argentina. En el año 2010, se pudo ver a la mujer en diferentes noticieros, diarios y programas de prime time, contando su caso: luego de una larga temporada de violencia y amenazas, su ex pareja Javier Weber le disparó seis veces, tres de esas balas impactaron en su cuerpo y dos continúan alojadas en su pulmón. La película dirigida por Gabriel Arbós intercala los testimonios frente a cámara de su protagonista –desde que conoció a Weber– junto a escenas dramatizadas por parte de Ana Celentano y Alejo García Pintos. “Es muy triste haber estado diecisiete años con alguien y no poder recordar un minuto feliz”, dice la sobreviviente, quien evoca ese período como un verdadero calvario. Mientras su pareja -adicto al paco- estaba tirado en un sillón haciéndole escenas de celos, Fernández tenía tres empleos para poder mantener a sus dos hijas y a él. Inserta en un círculo de violencia, limitada por ciertos comportamientos controladores y aislada de sus seres queridos-características que se repiten en casos como éste- el maltrato por parte del hombre se fue naturalizando hasta llegar a un punto extremo: primero fueron golpes, y finalmente, los impactos de un calibre treinta y dos.