Soy lo que soy El documental de Rodolfo Cesatti Putos Peronistas, cumbia del sentimiento (2011) transita por la organización homónima que nuclea a personas gays, lesbianas y trans para realizar un paralelismo con la política de inclusión que caracteriza al actual gobierno argentino. Los “Putos Peronistas” nacieron en La Matanza de 2007 cuando a finales de ese año se presentaron en la clásica marcha del orgullo gay que se realiza en la ciudad de Buenos Aires. La ópera prima de Rodolfo Cesatti propone un diálogo entre la sexualidad y la política a través de quienes militan la diversidad desde el peronismo. Putos Peronistas, cumbia del sentimiento es un documental periodístico pero también de observación. Es decir que se nutre de testimonios de quienes son sus protagonistas en el clásico formato de la entrevista pero también los observa en su vida diaria y militante dentro de la organización con la que luchan por sus derechos. Si hay una frase que define la conjunción entre la lucha militante y búsqueda estética del film es la que un momento dice uno de los protagonistas: “Ser gay es de Palermo, el puto es de La Matanza y peronista”. Qué más decir para puntualizar una lucha marginal que a partir de leyes como el matrimonio igualitario y la ley de género hizo visible lo que antes era invisible y que el documental refleja dentro de un tono desprolijo y sucio que se corre de la estilización banal y lo “cool”. Como su título lo indica se trata de "putos" y" peronistas" por eso también es un recorrido por los últimos años del gobierno de los Kirchner, sobre todo en las políticas inclusivas. Hay una línea ideológica bien marcada que no sólo está reflejada en lo político sino también en lo cinematográfico a la hora de que subrayar y que no. Tal vez con situaciones innecesarias como la muerte del ex presidente Néstor Kirchner y algunos testimonios que no aportan demasiado y quedan descontextualizados dentro de la idea central. Rodolfo Cesatti logra con maestría un documental homogéneo en el que se combina la política, la antropología y la sociología para lograr una tesis sobre la militancia desde la diversidad de poder elegir ser lo que queremos ser.
Un grito de corazón: soy lo que soy Sobre una agrupación que milita por la justicia y la diversidad. Un acierto de este documental, no el único: su tono de-senfadado. Su opción por la vindicación celebratoria antes que por el análisis solemne. Los protagonistas de Putos peronistas -retratados visceralmente, en crudo, sin voces en off ni tediosas cabezas parlantes- no sólo logran resignificar insultos, como el que le da nombre a la película: también reflexionan -con humor irónico- sobre la múltiple discriminación y actúan sobre la realidad. Militan. “Ser puto es ser de izquierda”, dice uno. “No olvidemos la frase de Pedro Lemebel: lo maricón no quita lo fascista”, responde otro. La película de Rodolfo Cesatti, hecha a pulmón, muestra la gestación de esta agrupación que retoma la lucha del setentista FHL (Frente de Liberación Homosexual) y da batalla por sus derechos y por los de las mayorías. No se trata, explican ellos, de gays reclamando desde la corrección burguesa, sino de “putos” del conurbano bonaerense, entre los que predominan travestis que viven de la prostitución en La Matanza. “¡El puto es peronista, el gay es gorila!”, arenga Ariana Cano, primera locutora transexual del país, vestida de Evita, en una surrealista “Fiesta de Puta Madre”. Dice: “No somos un grupito gay más, no formamos parte de un gueto, creemos que la única minoría es la maldita oligarquía”. Los presentes, muchos, le cantan: “Acá están/estos son/putos, tortas de Perón”. La primera parte se centra en las suburbanas reuniones de Putos Peronistas. Alguien pregunta si el grupo no estará tomando una estética capusottiana . Todos ríen y aluden a la triple marginación: por la elección sexual y por ser pobres y peronistas. “En Capital te miran peor si decís que sos peronista que si explicás que sos gay”. Por las dudas, Putos... empieza con la advertencia: “Esta película contiene escenas de peronismo explícito”. En el último tramo, cuando el filme se centra en la presencia de la agrupación en actos kirchneristas, las peculiaridades de los personajes de diluyen un poco. Pero el resultado general es bueno: las sensación que queda es de catarsis, de justicia, de cambio de época.
Provocación deliberada hasta al buen gusto Tiene su fuerza este documental institucional de una organización de La Matanza, que viene ganando premios en festivales especializados, a la vez que también despierta resquemores y desdenes, una reacción voluntariamente buscada desde la provocación en todos los órdenes, incluido el del buen gusto. Es que la mencionada entidad no solo fastidia y causa el enojo de los viejos peronistas («La Comunidad Organizada es para realizar el hombre bueno y virtuoso, no el vicioso sensible», atacó un sindicalista), sino que además hace gala de separatismo. Por un lado estarían los putos pobres, ordinarios y buscapleitos, por el otro sus enemigos de clase, los gays de la burguesía, finos y bien educados, no importa que sean progres, o veteranos de la lucha contra el sida. El odio de clases no reconoce esos detalles. Una lástima, pero, como en tantos otros documentales sobre grupos militantes, de la militancia que sea, solo se oye una voz, la de quienes se adjudican todos los sufrimientos y los méritos. El trabajo registra diversos avatares de esta organización encabezada por un portero de escuela, un peluquero transformista y un travesti mucama (como el de «Viudas» pero en la vida real), destaca su aparición oficial el 17 de noviembre de 2007, cuando coincidieron el Día del Orgullo Gay con el Día del Militante Peronista, y resalta las alegrías que acompañaron, a la vera del Congreso, la aprobación de la ley de matrimonio igualitario. También destaca como emblema una frase atribuida a Paco Jaumandreu: «Ser puto, ser pobre y ser Eva Perón en este país despiadado es la misma cosa». Rastreando en el libro de memorias del propio Jaumandreu «La cabeza contra el suelo», puede leerse una ilustrativa anécdota. Una noche que lo detuvieron en actitud sospechosa, le hizo notar al comisario su cercanía con la Señora, reclamó el uso del teléfono, la llamó, le explicó que estaba detenido. La respuesta de la Señora fue muy precisa: «Jódase por puto». Lo contaba él mismo con admiración, aunque ahora puede decirse que eran otros tiempos.
Los excluidos se hacen oír Cansados de vivir en la marginalidad y formar parte de las minorías excluídas, como muchos de los que viven en las villas, la agrupación "Putos peronistas. Cumbia del sentimiento" -que alza las banderas del peronismo- salió a la luz en noviembre de 2007, durante la Marcha del Orgullo Gay, que se realizó en Plaza de Mayo. Con una gran bandera como estandarte y con parlantes que emitían la tradicional marcha cantada por Hugo del Carril, los chicos y chicas de la agrupación decidieron darse a conocer, no como parte de una minoría rechazada, humillada, sino para exhibir con orgullo lo que eran: pobres, excluídos y despreciados, por aquellos que se creen con derecho a definir qué está bien y qué está mal. LA DIVERSIDAD El documental de Rodolfo Cesatti da cuenta de la forma en que trabaja la agrupación, que levanta las banderas de admiración hacia la figura del ex presidente Néstor Kirchner y que a través de la nueva ley de identidad de género, muchos de sus integrantes pudieron dejar la prostitución y emplearse en distintas entidades oficiales o en instituciones privadas. La agrupación recorre el conurbano e incluso se ha extendido más allá de la General Paz, con la intención de concientizar a muchas de las chicas que trabajan en la calle, de que pueden disponer de derechos y hacerse un lugar en la multifacética sociedad actual. Con un estilo narrativo por momentos caótico, colorido, costumbrista, el filme logra dar a conocer la actividad política militante de la agrupación -a través de su trabajo con la gente en las zonas más pobres del conurbano y de contar lo que hacen en radios y en los medios que los quieran escuchar- y también la solidaridad que los une frente a las circunstancias más adversas.
Se estrenó finalmente, el documental “Putos peronistas, cumbia del sentimiento”, ganador del festival LiberArte del año pasado y también premiado hace poco en el respectivo certamen de Cine de Derechos Humanos en nuestra capital. Si bien por ahora su horario de exhibición es bastante restringido (un solo horario, nocturno, en el ArteCinema), promete su distribuidora que pronto irá al Malba y al Gaumont para ampliar la cantidad de salas que lo exhiben, hacia mediados de junio. La historia que se presenta en este relato de investigación, es la de una agrupación militante singular. Nada menos que la de conjunto de jóvenes que bajo el nombre “Putos Peronistas”, se lanzó a la arena política allá hacia fines de 2007, buscando integrar a hombres y mujeres de distinta preferencia sexual, en pos de una lucha para obtener reivindicaciones justas y necesarias. La base de este grupo, nacido en una barriada pobre instalada en un barrio al fondo de la ruta 3, en el partido de La Matanza, localidad González Catán, está conformado por un colectivo de homosexuales de ámbos sexos, muchos de ellos travestis que viven de la prostitución en las afueras de la ciudad. El director Rodolfo Cesatti elige al principio un estilo ágil y empático para mostrar los lazos que unen al grupo: instala su cámara en la noche, cerca de la ruta donde trabajan las “chicas” y también en los lugares donde se reúnen. Se ve, afecto, estudio doctrinario sobre Perón, solidaridad con los que sufren, preocupación por erradicar el trabajo sexual como medio de subsistencia. Aquí es dónde el film muestra su arista más interesante, ya que cada miembro del grupo va explicando las motivaciones que los llevaron a la militancia y cómo es el día a día de ser “puto” en el conurbano bonaerense (ellos se encargan de subrayar que de la General Paz para acá, es muy distinto). Este segmento es el más rico del film. A partir de ahí, se presenta una extensa cronología de cómo ese pequeño grupo de militantes comienza a cobrar notoriedad en la política argentina. Y en ese recorrido, que es presentado con mucho detalle, vemos como “Putos Peronistas”, aquel pequeño grupo del populoso Oeste cercano, comienza a crecer y multiplicarse, favorecido por las condiciones que genera la gestión K: apoyo a las minorías y a los excluídos, lucha por el matrimonio igualitario y demás. Quizás hay un exceso de imágenes relacionadas con respecto a la devoción del grupo por sus líderes (con Néstor y Cristina a la cabeza), ubicadas para mostrar no sólo el agradecimiento del grupo para con ellos (por su compromiso con la lucha de este gobierno en defensa de sus derechos) sino el desarrollo político de la agrupación, pero no molesta. Sí, los eventos de los esta militancia participa son descriptos con mucho detalle (una elección) y quizás, arriesgamos, hubiese sido más rico ver a los nuevos militantes que se van uniendo a la corriente (sólo vemos unos pocos a lo largo de todo el film), narrando cómo fueron incorporándose a las filas de este grupo. "Putos peronistas" es un documental interesante, frontal, de alto voltaje político. Abre el debate, y eso eso es siempre saludable.
La trans militancia en el siglo XXI Este documental de Rodolfo Cesatti parte de la Marcha del Orgullo Gay de 2007 y recorre momentos clave de la política kirchnerista, con un estilo de noticiero urgente y sin recurrir a historias de vida ni un exceso de “cabezas parlantes”. Film de calles embarradas, mate, pizza de muzarella, barrios marginales y supervivencia diaria, Putos peronistas es pura militancia siglo XXI, parida a través de un par de carteles en la Marcha del Orgullo Gay de 2007 y gestada a través de estos años en momentos claves de la política kirchnerista. El testimonio es contundente y la cámara acompaña la gesta en la noche fría y feliz de la promulgación del matrimonio igualitario, en la gesta por la nueva Ley de Medios y en otros momentos sombríos, la muerte de Néstor Kirchner, aquel día del censo en que se decidió que jamás se enrollarían las banderas para pegar la vuelta a casa. Y es allí, durante esos hechos claves del nuevo siglo, donde Putos peronistas acompaña a los personajes centrales de la agrupación, anónimos, conocidos o algo conocidos, a esos habitantes de los cordones y los suburbios marginales decididos a construir un mundo más libre, menos arrogante mientras la opinión inquisidora y la discriminación de miles, esas sí, arriarían las banderas de las derrotas. De las derrotas legales, que son las que más duelen. El documental elige un estilo de noticiero urgente, sin recurrir en exceso a las cabezas parlantes ni tampoco a las “historias de vida”, donde descansaría un informe televisivo en su comodidad políticamente correcta. En efecto, Putos peronistas es un film de batallas ganadas a través del tiempo, con guerreras y guerreros que retornan a sus moradas de supervivencia, trabajando en la calle y viviendo el día a día para después, cuando la militancia lo requiere, ocupar su merecido lugar en la calle durante un acto o ya dentro de la Casa de Gobierno escuchando a Cristina. Esta nueva mirada sobre la militancia jamás disimula sus propósitos: recordar las recientes victorias, luego de los múltiples fracasos. Como si se reformularan los axiomas de los años ’70 y La hora de los hornos resucitara desde la óptica mirada trans, Putos peronistas es un documento de discurso directo gestado por una agrupación y un contexto político y social que va al frente sin miedos ni temores. Homofóbicos y rabiosos anti K, abstenerse.
En algún pasaje del film comprenderemos porque se expresa esta oración - “El puto es peronista y el gay es gorila”. Este documental muestra abiertamente a sus protagonistas aquellos que se hicieron llamar “Putos Peronistas”, organización que apareció por primera vez en 2007, en la Marcha del Orgullo con su bandera recién pintada y que ser peronista no estaba tan de moda. Este movimiento Lésbico, Gay, Bisexual y Transexual (LGBT), y donde se explica que una cosa es ser marica en Palermo y otro en la Matanza, un grupo que nació en los años setenta, como esta personas a veces deben ejercer la prostitución para poder vivir, los problemas de acceso a la educación y a la vivienda, y pese a todas las dificultades siempre lucharon por sus principios y su estilo de vida. El film muestra como afrontaron la marginalidad, la desigualdad y la discriminación, y de qué manera aprendieron a vivir. La narración combina la política, la antropología y la sociología, y recordamos como fue la promulgación de la Ley de Matrimonio igualitario (El decreto 1054/2010 promulga la ley 26.618). Un film emotivo sobre Tortas, Travestis, Transexuales y Putos del Pueblo, la cámara sigue la vida de cada uno de estos personajes, seguimos a Iara, una travesti que fue trabajadora sexual y actualmente trabaja en el Ministerio de Justicia; lo que me pareció un golpe bajo fue la escena del funeral en 2010 del ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007). Este documental ganó en el festival LiberArte del año pasado, y fue premiado en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos en capital, por ahora su exhibición es en una sola sala pero se piensa exhibirla próximamente en el Malba y Gaumont.
No es tan sencillo hacer un documental. “Putos Peronistas, cumbia del sentimiento” se suma a la enorme cantidad de obras de este género producidas y estrenadas en nuestro país con un costo incierto, una distribución exigua y una peor difusión. Por caso en Capital Federal y Gran Buenos Aires se estrenaron 33 títulos durante el 2011; este es el noveno de 2012. Cuestiones a margen, el análisis de una propuesta cuya intención es mostrar la militancia política de un sector de la población pasa por volver a las fuentes, o sea qué es un documental, para qué sirve, cómo se hace, etc. Convengamos que cierta avidez por la investigación es una condición fundamental para abordar estas producciones, y un realizador al que le faltan preguntas poco podrá hacer por su criatura. Sobre todo si confía que las respuestas se hallarán sólo por prender una cámara y tener a alguien, más o menos interesante, contando su historia delante de ella. No quiero alarmarlo, pero no alcanza. La idea es dar a conocer la inclinación y motivación política de gays, lesbianas, travestis y transexuales organizados en la agrupación nacional Putos peronistas desde hace bastante poco tiempo (2007), con un antecedente en los '70 debido a la presencia del Frente de Liberación Homosexual. Gran temática en tiempos en los que la militancia y la diversidad de género están a flor de piel. En este sentido es bien oportuno. Sin embargo, el andarivel elegido por Rodolfo Cesatti es el de establecer ciertas cuestiones sociales, en una zona más allá de la General Paz, como es el caso de los gays, marginados, golpeados, que además no tienen acceso a un sistema de salud sólo por ser homosexuales, este última una sentencia extrema bastante discutible pero, en todo caso, no hay más material que la palabra de los entrevistados para tomarlo por cierto. Aquí es cuando todo se vuelve discursivo y al espectador no le quedará otra que aceptar esta propuesta del realizador sin elementos que la sustenten. Con los testimonios de "La Matías", "La Lara" y Pablo Ayala (todos habitantes de La Matanza), el director pretende llevar a cabo esta joven historia. No hay investigación profunda, el material de archivo no aporta nada que no hayamos visto en la tele y lo único a rescatar es la palabra de los protagonistas, quienes nos van armando algo parecido a una estructura en la que se apoya el interés por saber de qué se trata. “Putos Peronistas...” se vuelve "entrevista-dependiente" para subsistir. La imagen, entonces, pasa a ser circunstancial; colocándose más cerca del reality show que del cine. Al menos no pude encontrar un sólo plano que exprese algo con la imagen. Son putos; son peronistas; por fidelidad partidaria están a favor del gobierno de la presidenta Cristina, y sufren marginalidad y discriminación. Punto. Es todo lo tenemos que saber y basta con que alguien lo diga para ser verdad. Pues bien, el género documental es claramente otra cosa. Y si no me cree, lo desafío a encontrar rápidamente las enormes diferencias entre esta película y “Tiempo Muerto”, el otro documental argentino que se estrenó esta semana. Según el productor-guionista-realizador la fuente de inspiración que lo llevo a encarar el proyecto fue una bandera que se podía ver en una marcha cuyo slogan rezaba: "Putos Peronistas, La Matanza Presente". Con ese llamado de atención el siguiente paso fue buscar a la gente detrás de esas banderas. Hasta ahí genial. Sólo faltó procesar todo el material y hacer cine.
El gran problema de este documental no es no tomar una distancia justa de su objeto para tratarlo con ecuanimidad: incluso una pelìcula militante puede ser buena. El gran problema es que, una vez desarrollada la historia, resulta redundante. Hay momentos emotivos, y momentos bien resueltos, pero el conjunto se resiente porque la necesidad de contar y poner en pantalla todo hace que lo extraordinario, aquello que nos llama a mirar y prestar atención, se disuelva. De todos modos, interesante.
Escenas de peronismo explícito A modo ya no de sinfonía, sino de cumbia del sentimiento, PUTOS PERONISTAS narra la historia de la presentación en sociedad de la “Agrupación Nacional Putos Peronistas”, la primera agrupación peronista gay en la Argentina desde su antecedente, el Frente de la liberación homosexual creado a principios de los 70. La idea que está dentro del film, y que es importante relevar por su carácter social es la doble marginación que sufren estas personas que habitan en su mayoría en nuestro negado Conurbano Bonaerense. Porque como bien dice una de sus protagonistas Ariana Cano, primera locutora transexual del país, vestida de Evita, en una gran fiesta.. “¡El puto es peronista, el gay es gorila!” y luego puntualiza “No somos un grupito gay más, no formamos parte de un gueto, creemos que la única minoría es la maldita oligarquía”. Los presentes, muchos, le cantan: “Acá están, estos son, putos, tortas de Perón”. Desenfado y celebración e ironía: “esta película contiene escenas de peronismo explícito”. Son las marcas de una estética sin concesiones, que alude a la triple marginación: la elección sexual, la condición económica, y la pertenencia política. Y esto flota en el aire en nuestra cotidianeidad, porque desgraciadamente no es lo mismo ser pobre, vivir en los márgenes y ser homosexual, lesbiana o travesti, que tener una posición social X, como juez, abogado, economista, empleado público finalmente, tener un cierto bagaje cultural y habitar y moverse en otros círculos, como los intelectuales por ejemplo. Esto es real y es ajeno a las pertenencias políticas además, claramente. Como bien lo muestra el cine de José Celestino Campusano. Duro No? O mucho más suavizado, en el barrio Talleres de la cordobesa De Caravana. Su director realiza una especie de “road movie” muy visceral por las paradas de ruta, bares de todo tipo, los espacios donde se reúnen Pablo Ayala, portero de escuela y militante de la Juventud Peronista de La Matanza, La Matías, peluquero de barrio y transformista de noche y la Lara, mucama travesti de día y prostituta de noche, quienes finalmente arriban a la Plaza de Mayo, donde la Marcha del orgullo gay, va a coincidir con el día del militante peronista. Hay escenas elegidas de ex profeso, entiendo, un tanto patéticas, que no le aportan demasiado al film, sino que al contrario diluyen su sentido inicial y esto ocurre en el entierro de nuestro ex presidente, donde se podía haber acudido a mostrar tanto “otro” de lo que sobraba en materia de sentimiento. Lo cual es una lástima porque la intención es relevante, y esto no tiene que ver con la convicción o no, de que el Peronismo sea el único movimiento capaz de concretar una utopía de igualdad, para que en el pueblo reine el amor, porque esto al menos por ahora está muy lejos de las posibilidades concretas de esta sociedad en que vivimos. Lamentablemente, porque el poder es el poder provenga de la clase que provenga, aunque es siempre más refinado, si en cambio de estar tan asociado a lo económico se asocia un poco al saber. Por lo que por otra parte no quita, que haya instancias que apuntan a la catarsis, que amerita mostrarlas para dar cuenta de que existe por fin, una apropiación de la palabra puto con la intención de vaciarla del contenido ofensivo, para llenarla de un contenido político anclado al imaginario de la justicia social, para de este modo poder asociarlos a aquellos descamisados de 45 y así poder lograr pasar a ser protagonistas de la Historia.
Publicada en la edición digital de la revista.